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lunes, 19 de enero de 2015

Black Cat

Parte 3

            Si se concentraba y se aislaba de todo lo demás, YiFan aún podía sentir el cosquilleo en los labios que le había dejado el leve beso de Tao días atrás. Sabía que había hecho aquello en agradecimiento, pero no estaba acostumbrado a esa clase de muestras de afecto.

            El hombre movió su mano sobre la frente de Tao, retirando el pelo que caía sobre esta desordenadamente. YiFan sonrió levemente al ver la sonrisa que se formó en los labios del híbrido por el contacto y cómo se removía en busca de más. Al ver su reacción, YiFan quiso ir un poco más allá y llevó su mano hacia las orejas de gato que tenía sobre la cabeza. Desde hacía un tiempo quería acariciarlas, porque le parecían suaves, pero nunca se había atrevido, pero en aquel momento se sentía muy valiente.


sábado, 10 de enero de 2015

Black Cat

Parte 2

            El viaje a casa después de la salida del hospital fue bastante más tranquilo de lo que YiFan se esperaba. Tao, como había nombrado al híbrido, estaba algo intranquilo sentado en el asiento del copiloto, agazapado y sin querer observar la calle, temblaba un poco también, pero a pesar de ello no parecía que requiriera algún trato especial o que tuviera que detener el coche para calmarlo.

            En unos minutos llegarían a casa e intentaría hacer todo lo posible para que Tao se sintiera bien.

martes, 29 de julio de 2014

Back Cat

Título: Black Cat
Pareja: TaoRis (Kris x Tao) (EXO)
Clasificación: R
Géneros: AU, neko, romance, drama y fluff.
Número de palabras: 15.290 palabras
Número de capítulos: 3 partes
Resumen: Wu YiFan odiaba a las mascotas y odiaba lo que los laboratorios habían hecho con ellas, por eso jamás se había planteado tener un “gato”… hasta que lo encontró a él.
Notas: historia prometida como premio a Angy por ganar el Juego “Adivina el Código de Color”.
Comentario de Autora: a pesar que el TaoRis no es lo mío lo he intentado y me ha salido algo completamente distinto de lo que al principio había planeado. Espero que te gusten las historias de nekos, porque si no ya me puedo tirar por un puente XD





Parte 1

            El día estaba bastante nublado cuando Wu YiFan salió de casa para ir a su trabajo, por eso, se volvió rápidamente y tomó su paraguas negro haciendo su apariencia mucho más sobria de lo que ya era. El hombre era alto, bastante más alto de lo normal en aquella y en todas partes del mundo, su pelo, negro azabache y corto estaba convenientemente fijado hacia atrás con gomina, haciendo más serio su ya de por sí severo rostro algo angulosos. Su traje, igualmente oscuro, y su maletín de cuero completaban el conjunto sombrío que el hombre llevaba.

            Con un suspiro, cerró la puerta de su casa a las afueras de la ciudad y cruzó el pequeño patio delantero hasta la verja para abrirla, después, se dirigió a su coche eléctrico y arrancó, sacándolo de su propiedad, para después bajarse y cerrar la puerta de la verja con candado. Se volvió a subir al coche y se acomodó en el asiento antes de hacer rugir débilmente al motor y emprender la marcha. A partir de ese momento, le quedaba una media hora de camino hasta su lugar de trabajo.

            Condujo como siempre, con cuidado, ya que era un asegurador y sería una gran paradoja que muriera en un accidente de coche. El semáforo cambió de naranja a rojo y YiFan detuvo su vehículo, mirando a su alrededor mientras el semáforo volvía a cambiar de color, descubriendo así, una tienda de mascotas cuyo nombre era XOXO. El hombre apartó la mirada de aquel lugar rápidamente, asqueado, antes de llegar a ver a los “gatos” y “perros” del escaparate, encerrados en sus jaulas.

            Odiaba a las mascotas, odiaba lo que los laboratorios habían hecho con ellas. Hacía no más de cien años, los animales comenzaron a desaparecer poco a poco, a escasear; sobre todo, lo hicieron los gatos y los perros, por lo que muchos científicos comenzaron a investigar para poder salvarlos de la extinción. Sin embargo, lo que hicieron fue crear algo atroz: una mezcla entre humano y animal de compañía.

            Sin que nadie lo supiera, habían secuestrado a niños de los orfanatos del mundo y habían modificado su ADN, haciendo que les crecieran orejas y cola, que fueran dependientes de la persona que los comprara y que tuvieran una época de celo, como si fueran verdaderos animales. Al principio, todo aquello había causado un gran rechazo en la población, pero poco a poco, comenzaron a aceptar aquella nueva compañía y en la actualidad, no tener a alguno de aquellos seres híbridos era ser una persona extraña.

            Por eso YiFan no quería saber nada sobre estas nuevas mascotas, por eso no quería tratar con ellas y evitaba, en la medida de lo posible, acercarse a estas. Todo aquello le parecía una abominación y no le importaban los murmullos a sus espaldas sobre que no tenía una mascota de compañía.

            El semáforo se puso en verde y YiFan arrancó sin mirar atrás.

            Cuando llegó a su trabajo, se sacó un vaso de café de la máquina para despejarse el sueño que aún quedaba en su cuerpo y se dirigió a su mesa con él en la mano, dando pequeños sorbos a aquel líquido caliente y amargo. Se sentó en su silla y se desperezó justo antes de encender su ordenador y ponerse manos a la obra.

●●●

            —YiFan —llamó una voz conocida.

            El hombre alzó la cabeza, encontrándose el rostro de su jefe poco más arriba que el suyo. JunMyeon era un hombre algo bajito —claro que a ojos de YiFan casi todo el mundo era bajito—, de rostro amable y sonrisa cálida. Trataba a sus empleados como si fueran parte de su familia y tenía muy buena mano para los negocios. La única pega que YiFan le encontraba era el “gato” que lo seguía a todas partes, aquella mascota de pelo rosa chicle y rostro sin expresión que se paseaba por la oficina, molestando de vez en cuando a los trabajadores.

            —¿Sí, jefe? —contestó YiFan.
            —Es muy tarde, ¿por qué sigues aquí a estas horas? —le preguntó. El hombre miró el reloj, dándose cuenta por primera vez de que su horario de trabajo había acabado hacía un par de horas.
            —Intentaba terminar estos informes —respondió, girando la pantalla de su ordenador para que el otro pudiera ver lo que había en ella.
            —Déjalo para mañana y vuelve a casa —le aconsejó su jefe, girando la pantalla de nuevo hacia él—. Descansa, los informes no se van a escapar esta noche, por la mañana seguirán estando ahí —JunMyeon esbozó una sonrisa y YiFan asintió lentamente, guardando los archivos en el ordenador para después apagarlo.

            JunMyeon se despidió de él con una sonrisa y luego fue junto a su mascota, que lo esperaba junto al ascensor para subirse y así descender hasta el aparcamiento. YiFan le agradeció mentalmente que lo hiciera porque no hubiera aguantado un viaje en ascensor con SeHun —así era como se llamaba el “gato” de su jefe—. El hombre terminó de recoger algunas cosas de su mesa y luego se dirigió al ascensor. Esperó unos minutos a que el aparato volviera a subir y cuando las puertas se abrieron, ingresó en él.

            Aprovechó el tiempo que tardó en descender al aparcamiento para mirar su aspecto en el espejo. Estaba bastante más delgado que hacía un tiempo y también tenía ojeras, quizás se estaba tomando demasiado a pecho su trabajo y necesitara algunas vacaciones, ya ni recordaba la última vez que tuvo.

            Pensando en cómo y cuándo se tomaría las vacaciones, YiFan salió del ascensor y se metió en su coche, conduciendo luego hacia casa.

            YiFan llegó a casa en poco menos de media hora, a aquellas horas, el tráfico de la ciudad no era tan denso y se podía transitar por ella sin encontrarse con atascos. El hombre acababa de aparcar el coche y salía a cerrar su verja, cuando vio la silueta de una persona junto a esta. Estaba bastante oscuro y la luz de la farola que había a algunos metros a su derecha no iluminaba adecuadamente aquel punto, por eso solo pudo distinguir a la persona cuando estaba a un par de metros de distancia.

            Era un chico alto, no tanto como él, pero sí de similar tamaño, delgado, con el pelo oscuro y algo largo. Vestía una sudadera ancha y unos vaqueros estrechos que marcaban sus delgadas piernas. Una gorra colocada hacia atrás era lo que remataba el estilo de su siempre sonriente vecino Park ChanYeol.

            —¡Hyung! —le gritó animadamente con una gran sonrisa en su rostro. El hombre tuvo que echarse a un lado para no acabar entre los largos brazos del otro—. ¡Eh! —se quejó al ver que YiFan se apartaba.
            —No me gusta el contacto físico, ya lo sabes  —dijo serio, pero el otro no borró la sonrisa de sus labios.
            —No importa, yo estaba aquí para que conocieras a alguien encantador —ChanYeol se alejó un poco de él y caminó fuera de su propiedad—. Vamos, LuHan, no tengas miedo, YiFan no te va a comer.

            El chico sonrió ampliamente cuando el tal LuHan comenzó a avanzar y el hombre tuvo un poco de curiosidad por saber quién era. Sin embargo, toda su curiosidad se desvaneció cuando a la luz de la farola apareció un híbrido de gato, como lo era SeHun, pero este mucho más pequeño y de rostro aniñado. YiFan le lanzó una mirada que podría haber matado a su vecino, pero este no pareció notarla, estaba encantado con que estuviera conociendo a su nueva mascota.

            —ChanYeol… —siseó, llamando su atención.
            —Sí, ya sé que no son de tu agrado, pero no me negarás que LuHan es una monada —el chico puso morritos y el “gato” lo imitó. No, YiFan no podía negar que no fuera mono, pero jamás lo admitiría en voz alta, por eso, simplemente cerró la verja de su casa con candado y se dio la vuelta, sin mirar atrás, internándose en su hogar.

●●●

            YiFan se despertó a la mañana siguiente a la misma hora de siempre y realizó todas sus tareas antes de vestirse para ir a trabajar. Cuando se colocó su reloj, vio que tenía varias notificaciones de la empresa, pulsó sobre una de ellas para abrirla y ver su contenido, encontrándose con un mensaje de su jefe.

            A mi empleado YiFan.

            Me he tomado la libertad de hacer las gestiones necesarias para tus vacaciones por ti porque si lo dejo en tus manos jamás las harás. Eres un gran empleado, muy aplicado, correcto y leal, pero necesitas desconectar, así que, desde hoy y hasta dentro de dos semanas, no se te ocurra pisar la oficina.

Tu jefe, JunMyeon.

             —Me lo tendría que haber imaginado —murmuró para sí mismo mientras se dirigía de nuevo a su habitación.

            El hombre se despojó del traje y se puso lo primero que encontró en su armario, ropa cómoda para pasar el día entero en su casa, ya que no tenía que salir para nada. Quería relajarse, tal y como le había aconsejado su jefe, pero en su cabeza seguía haciendo las cuentas de las finanzas de la empresa. Después de un rato intentando desconectar sin éxito alguno, decidió que lo mejor que podía hacer era echarse a dormir.

            No supo cuánto tiempo había dormido, pero se despertó de una forma algo brusca cuando el timbre la de puerta de su casa sonó repetidas veces. Se levantó de la cama con lentitud y fue hasta la ventana, asomándose al exterior y viendo a ChanYeol y a sus mascotas esperando allí fuera. Con pesadez salió de su habitación y se dirigió a la puerta, abriéndola con cara de malas pulgas, decidido a echar a ChanYeol de allí, pero antes de que pudiera decir nada, este ya se había colado en su casa junto con sus mascotas.

             —ChanYeol, ¿qué haces aquí? —le preguntó con voz cansada.
             —He visto tu coche aparcado fuera y he pensado que a lo mejor te había pasado algo porque tú nunca faltas al trabajo —le contestó con una sonrisa demasiado grande—. ¿Estás bien?
             —Perfectamente —respondió—. Estoy de vacaciones. ¿Tú no trabajas?
             —YiFan, soy rico, los ricos no trabajamos —el chico miró a su alrededor buscando algo que no encontró. Se dirigió entonces a la puerta, donde seguía YiFan con cara de estupefacción y confusión y se asomó al exterior—. Vamos LuHan, no tengas miedo, puedes entrar —lentamente el “gato” comenzó a entrar en la casa.
           —Con permiso —murmuró y YiFan puso los ojos en blanco.

            Una vez el híbrido entró, cerro la puerta y los tres se dirigieron al salón, donde ya se encontraban las otras tres mascotas de ChanYeol, peleándose por el mando de la tele. A YiFan no le gustaban los híbridos, pero había aprendido —a la fuerza, todo había que decirlo—, a tolerar un poco a las ruidosas mascotas de su vecino porque eran muy dados a aparecer en su casa cuando menos se lo esperaba y no se marchaban, a veces, de hecho, tenía que echarlos casi a patadas del lugar.

            El hombre recordaba que Baekkie era el híbrido que había llegado primero a su casa, con las orejas tiesas y meneando el rabo de un lado a otro abalanzándose sobre él el primer día para intentar besarlo. Era un “perro” bastante inquieto y efusivo, como su dueño. El segundo en llegar fue Chen, un gato un tanto independiente que generalmente se sentaba en una esquina y se echaba a dormir sin armar escándalo. Solo pedía la atención de ChanYeol muy de vez en cuando y los días que estaba juguetón solo molestaba a Baekkie, así que, ese “gato” no le daba muchos problemas.

            Después había llegado Kai, era un “cachorro” muy tímido que al principio no quería relacionarse con nadie pero que luego, por la mala influencia de Baekkie, se había convertido en un torbellino imparable que lo único bueno que tenía era que cuando se dormía no daba ni un ruido. Por último, había llegado LuHan que por lo que veía no parecía muy cómodo con semejante pandilla de locos. YiFan esperaba sinceramente que no le diera muchos problemas, ya tenía bastante con todos los demás.

            Finalmente, la pelea por el mando la ganó Baekkie y el hombre se dio por vencido, ya que una vez que se ponían ante la tele no era capaz de echarlos ni a patadas de su casa y el resto del día que debería haber pasado en soledad tranquilamente, lo pasó con ChanYeol y sus cuatro mascotas viendo películas o sitcoms.

●●●

            Era bastante tarde cuando YiFan volvió a estar solo en su casa. Después de recoger todo el desorden que habían dejado en el salón tras pasar allí todo el día, YiFan se dirigió a su habitación, pero se quedó a medio camino al creer que había visto una sombra en el jardín. Pensando que era un ladrón que rondaba su casa se dirigió rápidamente a la puerta, escoba en mano, saliendo al exterior levemente iluminado por las farolas encontrándose agachapado contra el suelo y escondido entre las sombras el cuerpo de un “gato”. YiFan quiso darse la vuelta, porque aunque estuviera en su propiedad, el híbrido no era su problema, pero un maullido lastimero lo hizo quedarse quieto, mirando con atención hacia este, dándose cuenta de las gotas de sangre del suelo.

            El hombre abrió los ojos con sorpresa y luego dejó la escoba en el suelo para acercarse lentamente al “gato” de pelo negro. Si estaba herido, tenía que buscar a su dueño para que lo llevara al hospital, así que, cuando estuvo a menos de un metro de él, se agachó a su altura para poder observarlo con claridad. Estaba completamente desnudo y todo su cuerpo estaba lleno de moratones y de heridas, sus ojos estaban desenfocados, rojos e hinchados por haber llorado y en su cuello había marcas con forma de dedos y una línea morada en el lugar en el que debía de encontrarse el collar.

            YiFan supo inmediatamente al ver todo aquello que debía haber sido el dueño del “gato” el que le había hecho todo aquello y sintió pena por aquella criatura que temblaba ante su mirada, asustado. Los híbridos no eran de su agrado, pero él nunca les haría daño. Se acercó para levantarlo y poder montarlo en el coche para llevarlo al hospital, pero el híbrido se replegó contra sí mismo, alejándose de él y apartándolo con sus manos con las pocas fuerzas que le quedaban, abriéndose las heridas.

            —No voy a hacerte daño —murmuró YiFan, poniendo la voz más dulce y tranquila que fue capaz para no asustarlo más—. Solo quiero ayudarte.

            El híbrido lo miró fijamente unos segundos, con fiereza, intentando mostrar que podría dar pelea si el hombre quería hacerle daño. YiFan simplemente esperó hasta que el “gato” finalmente le dio permiso para poder ayudarlo. Cuando este asintió levemente, se acercó a él y lo ayudó a levantarse, intentando no rozar ninguna de sus heridas, después lo sujetó con firmeza cuando le fallaron las piernas y lo cargó en sus brazos para montarlo en los asientos traseros del coche, echándole por encima una manta que tenía en el maletero para que no pasara frío. Luego, se montó en el coche y arrancó, poniendo rumbo al hospital más cercano.

●●●

            Cuando el especialista salió de la sala con una sonrisa en sus labios, YiFan se permitió soltar todo el aire que había estado conteniendo desde que había dejado al híbrido en manos de aquel hombre cuando llegó al hospital. Se acercó hasta él, levantándose rápidamente de donde había estado sentado mientras esperaba, pidiendo una muda explicación sobre el estado del “gato”.

            —Si es tan amable de acompañarme a mi despacho —fue lo único que dijo el hombre y luego echó a andar con YiFan detrás, guiándolo por los pasillos hasta llegar a un lugar en el que la placa de la puerta rezaba “Dr. Kim MinSeok”—. Tengo que hacerle unas preguntas —le comentó ya en el interior cuando ambos estuvieron instalados.
            —Usted dirá.
            —¿Ese gato es suyo? —YiFan abrió los ojos, sorprendido.
            —No —dijo—, yo no tengo ninguna mascota, simplemente lo encontré en mi jardín de esa manera y lo traje aquí tan rápido como me fue posible.
            —¿Alguien puede confirmar eso y también el lugar en el que ha estado usted las últimas veinticuatro horas?
            —Sí, supongo… —murmuró—. Mi vecino ChanYeol ha estado todo el día en casa.
            —Perfecto. ¿Puede llamarlo?
            —No me he traído mi teléfono, como ha sido todo tan apresurado.
            —Utilice el mío —el hombre le tendió su dispositivo móvil y YiFan marcó los dígitos correspondientes al número de ChanYeol.
            —¿Cree usted que he sido yo el autor de esas heridas? —cuestionó mientras sonaban los tonos de llamada.
            —Por ahora, presunto.
            —¿Diga? —se escuchó la voz de ChanYeol salir del aparato—. ¿Quién es a estas horas? LuHan se ha despertado ahora que había conseguido que se quedara dormido —dijo malhumorado.
            —Soy el dr. Kim MinSeok —se presentó—. ¿Conoce usted al señor Wu YiFan?
            —Sí. Es mi vecino, ¿por qué?
            —¿Podría decirme donde ha estado él todo este día?
            —Sí… En casa, conmigo y mis mascotas —respondió algo preocupado—. ¿Le ha pasado algo a YiFan?
            —Gracias por su colaboración —dijo el doctor antes de colgar y dirigirse de nuevo hacia YiFan—, perdone por hacerlo pasar por esto, pero tenemos que confirmar que la persona que trae aquí al híbrido no sea la que lo ha maltratado —comentó—. Últimamente hay muchos casos de maltrato a mascotas y tenía que asegurarme de que usted no había sido quién le había dado semejante paliza, si no lo llega a traer a tiempo, no habría sobrevivido hasta mañana por la mañana.
            —¿Qué le han hecho?
            —Los cortes en su cuerpo fueron realizados por un látigo, los golpes con objetos contundentes y tiene el recto en carne viva, signo de que además fue violado —enumeró—. Y las marcas en su cuello indican que intentaron asfixiarlo.
            —¿Cómo una persona puede ser tan desalmada? —murmuró YiFan horrorizado por lo que acababa de escuchar.
            —Hay gente muy perturbada por el mundo y a este pobre gato le tocó lidiar con uno de ellos como dueño.

●●●

            YiFan se despertó por el ruido incesante del timbre de la puerta y se levantó perezosamente del sofá en el que se había dormido cuando regresó del hospital, incapaz de dar un solo paso más, aquella madrugada. Caminó bostezando e intentando arreglar su adolorida espalda hasta la entrada y abrió la puerta sin siquiera mirar por la mirilla, sabiendo que debía de tratarse de ChanYeol y, efectivamente no se equivocaba cuando este entró en su casa, invadiendo su espacio personal y hablando atropelladamente.

            —¿Qué pasó anoche? ¿Por qué me llamó un médico? ¿Por qué me hizo esas preguntas tan raras? No matarías a nadie, ¿verdad?
            —Demasiadas preguntas —murmuró YiFan intentando poder enfocarse en una sola, pero siéndole misión imposible—. Es muy temprano.
            —Me da igual, responde —exigió ChanYeol.
            —Mmm… Ayer me encontré un “gato” maltratado en el jardín después de que os fuerais y lo llevé al hospital —contó—, el doctor te llamó porque quería confirmar que yo no era el agresor —el chico suspiró aliviado.
            —¿Y cómo está el híbrido?
            —Estable…
            —Vamos ahora mismo al hospital —dijo ChanYeol agarrándolo de la mano y tirando de él. YiFan soltó la mano de su vecino con brusquedad, haciendo que este se parara en seco y lo mirara—. Vamos, ¿por qué te sueltas?
            —Llegué del hospital hace dos horas, lo que significa que he dormido dos horas —contestó—, además, tengo que ducharme, que huelo a rancio.
            —Pues corre, ¿a qué esperas?

            El hombre negó con la cabeza y suspiró, ChanYeol era un caso perdido, siempre tan precipitado en todo lo que hacía.

            YiFan se dirigió al baño, se desvistió y se metió en la ducha, dejando que el agua se llevase toda la suciedad y todos los malos sentimientos que tenía desde que había visto al “gato” en su jardín. Le habían dado unas ganas infinitas de hacerle pasar por lo mismo a la persona que le había hecho aquello al híbrido. Nunca le habían gustado aquellos seres contra natura, pero eso no quería decir que quisiera golpearlos; eran parte humanos y parte animales y no se merecían aquel maltrato.

            Salió de la ducha casi como nuevo, ya que todavía seguía teniendo sueño, se visitó y se dirigió a la cocina, donde se encontraba ChanYeol con sus mascotas atacando su comida. Nada iba a cambiar, daba igual que ChanYeol tuviera más dinero del que él ganaría jamás en toda su vida, ya que cada vez que quería ocupaba su casa, cogía su comida y utilizaba sus cosas como si fueran suyas, a veces, parecía que vivía con él.

            —FanFan —gritó Baekkie levantándose de la silla para correr hacia él y engancharse a su cintura con sus piernas.
            —Buenas —dijo, intentando quitárselo de encima, pero el “perro” sonrió con malicia y se acercó a su rostro para besarlo. Solo cuando obtuvo el beso, se bajó de su cuerpo y se fue a la mesa para seguir comiendo—. Deberías enseñar a tus mascotas cómo deben comportarse —le riñó a ChanYeol.
           —Te juro que lo intento, pero todos acaban haciendo lo que quieren —contestó—, menos LuHan, que es un encanto —rascó las orejas del “gato”, que estaba sentado a su lado y este comenzó a ronronear complacido inmediatamente.

            YiFan se sentó a desayunar y cuando todos acabaron se montaron en su coche y él condujo al hospital. Al llegar allí, se dirigió a recepción y preguntó a la chica que había tras la mesa por el doctor Kim MinSeok. Esta le indicó que se encontraba en la habitación del “gato” que había llevado la noche anterior haciéndole un reconocimiento y le indicó el lugar amablemente. Cuando llegaron al pasillo en el que se encontraba esta, se sentaron y esperaron a que el doctor saliera.

            —Me alegra que haya venido —dijo el hombre cuando lo vio después de dejar la habitación—, hemos estado intentando contactar con el dueño, pero al parecer lo adquirió ilegalmente y el gato aún no ha despertado de la anestesia, por lo que no puede decirnos nada.
            —¿Para qué querían contactar con el dueño? —preguntó confundido.
            —Para hacerle saber que le quitábamos la custodia —respondió—, pero con estas noticias, no hay motivos para ello, así que será llevado a algún centro en cuanto se recupere donde esperará a que alguien lo compre… ¿O prefiere quedárselo usted?
            —La verdad es que nunca me han gustado mucho los…
            —Se lo queda —cortó ChanYeol rápidamente—, y vendrá aquí todos los días para que el gato se acostumbre a su presencia.
            —ChanYeol —protestó YiFan.
            —Hazme caso, por favor —le suplicó el chico.
            —Perfecto —sonrió el doctor—. Iré a mi despacho a preparar los papeles y llamaré a un amigo mío para que firme algunas autorizaciones —el hombre se despidió de ellos y YiFan encaró al chico.
            —¿Por qué has dicho eso?
            —No podemos dejar que vuelva a un centro —contestó este—, allí no viven en las mejores condiciones como les hacen creer a todos, están apiñados los unos con los otros y no los tratan demasiado bien —hizo que LuHan se acercara y le levantó la camiseta para que YiFan pudiera ver en su costado algunos moratones y arañazos—, esto es de las barras de las jaulas y por peleas. ¿Alguna vez te has preguntado por qué tengo cuatro mascotas cuando la gente generalmente tiene solo una? —el hombre fue a contestarle, pero no pudo porque ChanYeol siguió hablando—. Mi padre es el dueño de XOXO y sé lo que se cuece bajo la apariencia perfecta que muestran a la calle, por eso intento salvar a todos los que puedo.
            —No… Lo sabía…
            —Tienes que quedártelo, no puedes dejar que vuelva a un centro —le suplicó de nuevo—, ¿y si lo compra alguien que es peor que su antiguo dueño?
            —Está bien —murmuró, viendo la brillante sonrisa de ChanYeol segundos antes de que él y todas sus mascotas se le tiraran encima para abrazarlo.

●●●

            Al día siguiente, YiFan salió temprano de casa en dirección al hospital. Había recibido una llamada del doctor Kim avisándolo de que el “gato” había despertado de la anestesia y también, que ya tenía los papeles preparados solo a falta de ser firmados por este para poder quedarse con el híbrido. Condujo pensando en todo lo que le había dicho ChanYeol el día anterior. Se había preguntado en varias ocasiones por qué el chico tenía tantas mascotas, pero lo había achacado a que era porque con su dinero, podía permitírselo; pero al saber la razón real, su estómago le había dado un vuelco. Jamás había pensado que ChanYeol tuviera ese corazón tan grande y jamás habría imaginado que se tratara de aquella manera a los híbridos.

            YiFan seguí sintiendo la misma reticencia por ellos, ya que no eran seres creados por la naturaleza, sino por el hombre; pero no podía permitir tampoco que se les hiciera daño.

            Llegó al hospital y se dirigió al despacho del doctor, tal y como le había indicado cuando lo llamó. Golpeó la puerta con sus nudillos y, tras escuchar el permiso, entró. El hombre que estaba sentado tras su mesa le sonrió nada más verlo y le indicó que se sentara, después le tendió los papeles que tenía que firmar. YiFan los cogió y comenzó a leer. Eran varias páginas en las que se hablaban de las características del “gato”, de su edad, sexo, peso, altura y otras en las que se le informaba de sus obligaciones para con este, también había algunas que tenía que rellenar con sus datos. Tras leerlo todo, le pidió al doctor Kim un poco de tinta y plasmó su huella dactilar.

            —Perfecto —dijo el hombre tras recibir los papeles—, ya es usted propietario de una mascota —el doctor le sonrió, levantándose de su asiento—. Lo llevaré para que lo vea, ya está despierto.

            Caminaron por los pasillos del hospital, hablando sobre cosas triviales. El doctor le contó que había conseguido las autorizaciones y los papeles tan rápido porque tenía un amigo en el negocio que le debía un par de favores y YiFan le tuvo que contestar a las preguntas sobre la relación que tenía con ChanYeol, a pesar de que no tuviera ninguna. Llegaron a la habitación y el hombre abrió la puerta, pasando él antes, dirigiéndose al “gato”.

            —Ha venido el hombre que te trajo hasta aquí —le dijo—. ¿Quieres verlo? —el híbrido asintió lentamente y el doctor Kim lo animó a que entrara—. Su nombre es YiFan y estaba preocupado por tu estado, así que pensé que era bueno que te viera, ¿puede quedarse contigo? —hubo otro asentimiento y el hombre sonrió—. Os dejo solos, entonces —comentó antes de salir por la puerta.
            —Hola —dijo YiFan un poco incómodo—. ¿Cómo te encuentras? —el “gato” hizo un intento de hablar pero solo le salió un maullido débil—, perdón, debía haber imaginado que no podías hablar, lo siento —el otro esbozó una sonrisa, haciendo que se le marcaran mucho los huesos de los pómulos. Parecía que durante el tiempo que había estado con quien lo había maltratado no había comido apropiadamente—. ¿Tienes hambre? —el híbrido asintió—, iré a por algo para ti, entonces.

            Sin embargo, cuando iba a marcharse, la mano del gato de pelo negro lo cogió por la muñeca, deteniéndolo y negando con la cabeza, señalándole que se sentara al borde de la cama con él con una sonrisa en sus labios. YiFan lo hizo y el “gato” sonrió más ampliamente, haciendo que el hombre no pudiera retener una sonrisa que curvaba hacia arriba la comisura de sus labios.

●●●

            Los siguientes días de sus vacaciones, YiFan los pasó en el hospital, haciéndole compañía al híbrido para que no se sintiera solo y para que se acostumbrara a su presencia antes de llevárselo a casa. Por orden del doctor Kim aun no le había dicho nada de que era su nuevo dueño porque podría causar que lo rechazara sin siquiera darle la oportunidad, así que, simplemente estaba allí para el “gato” porque estaba preocupado por su salud y nada más en su papel de salvador.

            Jugaba con él a todo lo que le proponía e intentaba mostrarse cada día menos incómodo en su presencia porque todavía estaba un poco reticente. Sin embargo, las sonrisas encantadoras del híbrido, sus expresiones de ilusión y sus muestras de cariño, estaban derritiendo capa a capa el muro que él siempre había puesto entre todos los seres de su entorno.

            Sus visitas se volvieron más divertidas a medida que el “gato” fue recuperando su voz y su movilidad. Apenas paraba quieto y tampoco podía estar más de un par de minutos callado, parecía un poco como Baekkie, pero al menos este no intentaba besarlo a la más mínima oportunidad y eso era algo que YiFan agradecía. Poco a poco, se había ido acostumbrando a la presencia del híbrido y poco a poco, se fue dando cuenta que esta no lo molestaba en absoluto.

●●●

            Casi sin que se diera cuenta, el día en el que se acababan sus vacaciones había llegado. YiFan se había pasado las dos semanas en el hospital, haciéndole compañía al “gato” y se le habían pasado volando, ni una sola vez había pensado en el trabajo, había desconectado completamente, tal y como le había aconsejado hacer su jefe JunMyeon. También, había llegado el día en el que le tenía que comunicar al híbrido que iba a ser su nuevo dueño y estaba bastante nervioso por esto.

            Poco a poco, el “gato” se había ido abriendo un hueco en su vida y YiFan no sabía cómo reaccionaría si este definitivamente se negaba a quedarse con él. Entró a la habitación en la que ya era bienvenido sin siquiera llamar a la puerta, le dedicó una sonrisa al híbrido de pelo negro y se sentó en la cama a su lado, como solía hacer siempre. Tomó sus manos y vio que estas eran más pequeñas y delgadas porque le cabían perfectamente en las suyas antes de comenzar a hablar.

            —A partir de mañana comenzaré a trabajar, así que no podré venir a verte tan seguido —le anunció—, un par de horas a la semana como mucho —los ojos del “gato” se abrieron al máximo, sorprendidos y sus orejas se pegaron a su cabeza—. Lo siento mucho.
            —Pero yo no quiero que te vayas —murmuró el otro—. ¿Quién vendrá a verme? ¿Quién cuidará de mí?
            —Bueno, el doctor Kim ha cuidado muy bien de ti —le dijo, rascándole las orejas para que volvieran a alzarse—, y pronto estarás recuperado, así que te llevarán a un centro —el híbrido se apartó rápidamente de él en cuanto pronunció aquella última palabra.
            —No quiero volver a ningún centro —dijo—. No, por favor, no dejes que me lleven allí —lo miró con ojos suplicantes.
            —Pero… Eso significaría que tendría que… ¿Ser tu dueño? —el “gato” asintió, abrazándose contra su cuerpo—. ¿Quieres eso? ¿No tienes miedo?
            —Sí quiero… —murmuró escondido en su pecho—. Y de ti no tengo miedo, eres muy amable conmigo y me has cuidado este tiempo.
            —Entonces… ¿Debería darte un nombre? —el híbrido asintió—. Mmmm… ¿Qué te parece Tao? —escuchó un ronroneo y supo que le había gustado, así que, comenzó a rascarle las orejas con una sonrisa—. Te prometo que no dejaré que nada malo te pase a partir de ahora, Tao.

lunes, 14 de julio de 2014

Sexologist

Titulo: Sexologist
Pareja: ChenBaek (Chen x BaekHyun) (EXO)
Rating: NC–17
Género: AU, humor, romance
Avisos: smut, lenguaje vulgar
Numero de palabras: 4.941 palabras
Resumen: BaekHyun es un sexólogo que sabe mucho de teoría pero poco de la práctica. JongDae es su nuevo paciente y su problema es que tiene adicción al sexo.
Notas: historia prometida como regalo a Yul por ganar el Trivial de Minako.
Comentario de la autora: no tiene tanto humor como seguro que te esperabas, así que lo siento por eso, también me disculpo por escribir sobre un tema del que no tengo mucha idea, aunque me he estado informando, la psicología y sexología no son lo mío… Aun así, espero que te guste ^^





            BaekHyun llevaba ya tres años arreglando los problemas sexuales de los demás y treinta sin haber probado el sexo. Podría considerarse irónico que el mejor sexólogo de todo Seúl siguiera siendo virgen, pero así era. El hombre pensaba que la teoría era mucho mejor que la práctica y no echaba de menos no haber tenido encuentros sexuales —se las apañaba de maravilla con su mano desde los quince años y, además, se estaba reservando para alguien especial—. Sin embargo, todo esto estaba a punto de cambiar, aunque él no lo supiera todavía.

            Como todas las mañanas, BaekHyun se arreglaba, desayunaba y cogía el coche para dirigirse a su lugar de trabajo, un pequeño piso en el que su mejor amigo y socio ChanYeol y él se habían comprado para pasar sus consultas. En el piso también pasaba las mañanas su recepcionista KyungSoo que había comenzado a salir con ChanYeol la primavera pasada.

            Aquel día entró en su consulta tras haber saludado a los dos chicos y colgó su chaqueta del perchero, después, se sentó en su escritorio a esperar pacientemente a que la persona que tenía la cita de primera hora llegase. La noche anterior se había estado leyendo los informes que le había entregado KyungSoo sobre el chico y parecía todo un reto, ya que se trataba de un adicto al sexo con todas las letras. Había estado en la consulta del doctor JunMyeon y la de LuHan y ellos le habían mandado aquellos informes sobre el chico. BaekHyun nunca se había enfrentado a un adicto al sexo, por lo que le agradecía a los demás compañeros de profesión que lo hubieran ayudado, ya que generalmente se dedicaba a arreglar los problemas de disfunción, buscar alternativas a un matrimonio sumido en la rutina y poco más.

            Cuando escuchó varios toques en su puerta se tensó y dijo un débil "adelante" tras carraspear para aclararse  la voz y que no le comenzara a temblar. Segundos después, ingresaba al lugar el chico que reconoció como el adicto al sexo por la fotografía que venía en los informes. Tenía un par de años menos que él y trabajaba en una cafetería del centro. Era más o menos de su altura, tenía el cabello tintado de castaño claro, un pendiente en su oreja izquierda, unos ojos inquisitorios y una sonrisa gatuna.

            Caminó hacia el escritorio en el que BaekHyun estaba sentado y se acomodó en la silla frente a él cuando este se lo indicó, todo ello sin dejar de mirarlo a los ojos, cosa que intimido un poco a BaekHyun porque generalmente las personas que iban a su consulta lo hacían con vergüenza. El sexólogo tuvo que tragar saliva para bajar el nudo que se había instalado en su garganta ante aquella mirada.

             —Bienvenido a la clínica Thunder donde sus problemas sexuales serán resueltos de forma rápida y contundente, como un rayo —recitó de memoria la presentación que se les había ocurrido a ChanYeol y a él en una noche de borrachera cuando le pusieron el nombre a la clínica—. Soy el doctor Byun BaekHyun y lo ayudaré en todo lo que este en mi mano.
             —Mi nombre es Kim JongDae —se presentó el paciente.
             —Lo sé, el doctor Kim y el doctor Xi me han mandado su informe para que conociera el caso de antemano.
             —Entonces ya sabe cuál es el problema que tengo y que ninguno de los otros doctores han podido arreglar.
             —Lo sé —respondió—, pero no por nada soy el mejor sexólogo de la ciudad.
             —Entonces seré claro —dijo, con sus ojos ardiendo de pasión—. Me pones. Ahora mismo estoy duro y solo ha sido con verte.
             —Me siento halagado, pero la ley dice que no puedo mantener relaciones personales con mis pacientes —respondió.
             —¿Y tú que dices?
             —Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda sin mantener una relación extra profesional —dijo seriamente, intentando que la persona que se encontraba ante él entendiera que hiciera lo que hiciera no iba a obtener nada se él más que sus consejos.
             —Muy bien.
             —Perfecto —BaekHyun sonrió triunfante—. Vamos a comenzar con la primera sesión buscando el origen del problema. Cuéntame tu infancia, ¿fuiste feliz? ¿Cómo eran tus padres?
             —Mis padres se pasaban el día fuera trabajando, por lo que los veía poco y con quien más trato tuve fue con la asistenta —comenzó—, también eran muy conservadores y no podía expresarme sexualmente, así que, como método de rebeldía comencé a acostarme con quien fuera y donde fuera, mujeres, hombres, transexuales; me daba todo igual y hasta ahora no he parado —el sexólogo notó que tenía aprendido de memoria el discurso, así que suspiró antes de hablar.
            —¿Con qué frecuencia mantienes relaciones sexuales?
            —Todos los días, al menos una vez, si no es por mis propios métodos me busco a alguien que me proporcione placer.

            BaekHyun estaba tan atento al relato que no se percató de la sonrisa malvada que el otro esbozó, ni que se descalzó el pie derecho y lo llevó a su entrepierna hasta que sintió este contra su pene. Rápidamente se alejó de su alcance, mirando seriamente a JongDae.

             —No vas a conseguir nada de mí, así que no te molestes.
             —Tus labios dicen una cosa pero tu cuerpo dice otra. Te has estremecido cuando te he tocado.

            BaekHyun decidió hacer oídos sordos a aquello que había dicho el chico —aunque tuviera toda la razón—, y siguió haciendo su trabajo, tomando nota de aquello que había hecho y de lo que había dicho en un pequeño cuaderno que luego se llevaría a casa y revisaría.

             —¿A qué edad comenzaste a practicar sexo?
             —A los diecinueve, cuando cumplí la mayoría de edad y me dejaron entrar sin ningún problema a las discotecas.
             —¿Cómo fue tu primera experiencia? ¿Dónde? ¿Y con quién?
             —Ligué con una chica mayor que yo que estaba de intercambio en la universidad, me llevó a su apartamento y lo hicimos en todas las habitaciones, durante toda la noche y todo fue perfecto porque ella me guio en lo que yo desconocía —contestó—. Comenzamos a salir, pero un par de meses después a ella se acabó el curso y tuvo que volver.
            —¿Eso cómo influyó en ti?
            —Estaba dolido por la ruptura, así que me acosté con un chico para intentar olvidarla y después con otra chica.
            —¿Fue en ese momento cuando comenzaste a practicar el sexo sin control?
            —Sí, y a partir de ahí no he parado —mientras hablaba, JongDae se había levantado y había caminado hacia BaekHyun sin que este lo notara—, estoy aquí porque sé y reconozco que tengo un problema, pero no creo que nadie sea capaz de curarlo, me gusta demasiado el sexo.

            BaekHyun se alejó al recibir el aliento cálido de su paciente en su oreja, retirándose hacia atrás aprovechando para ello las ruedas de la silla, saliendo de la protección que le ofrecía la mesa y dejando al descubierto la parte inferior de su cuerpo, al no estar ya bajo esta. JongDae le miró las piernas descaradamente —concretamente la entrepierna—, como si tuviera rayos X en los ojos y pudiera ver a través de la tela.

             —Nada de acercamientos así o hago que te trate mi compañero —avisó BaekHyun—, y él no va a avisarte antes de tirarte por la ventana.
             —Ya he visto a tu compañero y no me pone —respondió—, te prefiero a ti.

            Antes de que el sexólogo pudiera reaccionar, JongDae se había colocado de rodillas en el suelo y había sujetado sus manos con una de las suyas, mostrando una fuerza que no pensó que poseería, aprisionando sus piernas para que no pudiera moverlas y colocándose entre ellas para que no las cerrara.

            —JongDae… Aléjate —pidió.
            —Cuando practico sexo me gusta que me llamen Chen —susurró roncamente, utilizando su mano libre para desabrochar el cinturón de sus pantalones, pero los movimientos que hacía el chico intentando liberarse lo hicieron algo difícil, aunque al final consiguiera su objetivo—. No te olvides de él y grítalo cuando llegues al orgasmo.

            La cremallera de su pantalón fue bajada con rapidez y destreza y su miembro flácido sacado de la tela de su bóxer de Bob Esponja. BaekHyun ahogó un suspiro al notar el tacto de otros dedos que no eran los suyos en su pene. JongDae sonrió pícaro y comenzó a tocarlo, con lentitud y mimo, esperando a que se pusiera duro. El sexólogo intentó soltarse de la mano que lo mantenía preso para poder alcanzar el teléfono que descansaba sobre la mesa del escritorio y llamar a KyungSoo para que lo sacara de allí, pero no tenía fuerzas para ello, así que simplemente maldijo en silencio el día que se les ocurrió insonorizar las paredes de los despachos para preservar la intimidad de sus clientes.

            —Relájate… Te va a gustar… —susurró JongDae. Intentó soltarse de nuevo, pero en ese momento, el otro agarró con fuerza su miembro y tuvo que ahogar un gemido—. Te gusta, déjate llevar y nos ahorras problemas a ambos.

            BaekHyun quiso negarse a aquello, pero los dedos y la palma de JongDae estaban haciéndolo sentir de una forma que jamás antes se había sentido cuando se masturbaba él mismo. Casi sin darse cuenta, dejó de esforzarse por escapar y el otro utilizó la mano que lo sujetaba, ahora libre, para masajear sus testículos haciendo que el otro sintiera el doble de placer y que su miembro creciera firme y recto hacia el techo de la habitación, con la punta segregando líquido pre seminal.

            Una sonrisa que no hacía presagiar nada bueno apareció en el rostro de JongDae antes de inclinarse sobre el miembro de BaekHyun y recorrer una de sus venas de abajo a arriba con su lengua, arrancando un gemido de los labios del sexólogo, que había sido incapaz de contenerlo. Nunca había sentido algo que no fuera su mano contra su pene y la lengua de JongDae era algo para lo que no estaba preparado.

            —Por favor, para —suplicó, pero el otro jugó con su lengua en el glande, introduciéndola un poco por la abertura de la uretra, haciéndolo suspirar y jadear.
            —Te gusta, ¿por qué debería parar?

            Siguió jugando con su lengua hasta que dejó todo el miembro de BaekHyun embadurnado con su saliva y luego, hinchó las mejillas antes de tragarse su pene. En ese momento, el sexólogo ya no pudo contener ninguno de sus gemidos y estos escapaban si control de su boca, uno detrás de otro y aumentando en intensidad y frecuencia a medida que la velocidad de succión de JongDae se incrementaba. Unos minutos más tarde, BaekHyun intentó jadear que estaba a punto de llegar —porque no podía hablar con coherencia—, pero la boca del chico lo había hecho perder la razón y esta capacidad y acabó corriéndose en esta poco después. El otro se tragó todo su semen y luego se retiró, dejando que el miembro de BaekHyun fuera perdiendo su rigidez.

            —Eso ha sido rápido —comentó—, como si no estuvieras acostumbrado a esto.

            Con la mente ida todavía y los ojos desenfocados, BaekHyun intentó decir una respuesta coherente, pero lo único que pudo decir fue:

            —Porque soy virgen.

            En ese estado en el que se encontraba se esperaba risas por parte del otro, pero lo único que pasó fue que JongDae tomó un pañuelo de papel de la caja del escritorio y se limpió el semen de la comisura de sus labios, luego, salió de la habitación sin mirar a BaekHyun, que se quedó sentado en la silla sin poder pensar en nada, teniendo muy presente aquel encuentro.



            Byun BaekHyun nunca antes se había sentido tan usado ni tan sucio, por lo que en cuanto llegó a casa después de su jornada laboral se lavó a conciencia todo el cuerpo y restregó la esponja llena de gel por sus partes hasta que las dejó rojas, intentando borrar todo paso de JongDae por el lugar.

            Un poco más calmado después de la ducha, BaekHyun se tumbó en la cama y se dio el privilegio —o tortura—, de pensar  y reflexionar lo que había pasado aquella mañana en su consulta. Había dejado que un cliente le hiciera sexo oral sin poner resistencia y eso no podía permitirlo. Él era un profesional en su trabajo y por más que el otro fuera adicto al sexo, no tendría que haber dejado que tocara y lamiera su miembro. Aquel chico había tomado su primera experiencia en ese campo y eso lo iba a pagar.



            Cuando Kim JongDae llegó a su consulta a la mañana siguiente para su cita, BaekHyun se había mentalizado para todas las situaciones posibles y para todos los escenarios, así que, cuando el otro llegó, pidiendo permiso para entrar en un todo de voz bajo cuando llamó a la puerta, el sexólogo supo qué era lo que tenía que hacer en aquel momento.

            —Buenos días, JongDae —el chico saludó con la cabeza y sin pronunciar palabra se sentó en la silla frente a él—. Comencemos hoy con una pregunta, ¿por qué ayer me hiciste sexo oral? —JongDae dio un respingo ante la cuestión—. Debiste tener un motivo.
            —Soy un adicto al sexo —contestó.
            —Eso es algo que ambos sabemos, dime algo que no sepa.
            —Fue por culpa de la represión de mis padres.
            —Ese fue el motivo por el que comenzaste, te estoy preguntando cuál fue el motivo por el que ayer me hiciste aquello.
            —No lo sé…
            —Muy bien, vamos a empezar por ahí —dijo el sexólogo—, voy a ponerte una rutina en la que el sexo no forme parte de tu vida para que poco a poco tu adicción se vaya curando —JongDae asintió—. Cada vez que tengas ganas, haz ejercicio, del tipo que sea. Ocupa tu mente con el ejercicio físico.
            —Está bien…
            —KyungSoo te dará cuando salgas cita para tres días. Si logras no masturbarte o tener sexo el día antes, estaré feliz.
            —¿Ahora no estás feliz?
            —No, porque si ayer no te hubieras parado en aquel momento lo que hiciste se podría haber convertido en una violación y tendría que haberte denunciado —contestó con seriedad.
            —Entonces, ¿no lo harás?
            —No puedo porque no llegó a serlo, pero JongDae, tienes que aprender a controlarte o cualquier día acabarás violando a alguien y te meterán por ello en la cárcel.
            —Lo intentaré —susurró.
            —Lo digo por tu bien… Estoy aquí para ayudarte a superar este problema…

            Una media hora después, se acababa el tiempo de la cita tras haberlo empleado en comentarle y explicarle algunos ejercicios para mantener la mente alejada de la necesidad de practicar sexo. JongDae salió de su consulta prometiéndole que el viernes volvería sin haberse tocado ni una sola vez en lo que quedaba de semana. BaekHyun sabía que no lo iba a conseguir, pero aquel era su castigo por haberle tocado… Y lamido.

            Unos minutos más tarde, tocaban a la puerta y por ella entraba el matrimonio chino al que llevaba aconsejando un par de meses. Habían caído en la rutina y ya no se deseaban como al principio, por eso decidieron ir en su busca antes de llegar al divorcio y él había hecho que su relación volviera a renacer, que la pasión se reavivara.

            —Bienvenidos, YiFan, Fei —saludó—, ¿cómo os han ido las cosas esta semana? ¿Habéis probado lo que os dije de los disfraces? —ambos asintieron, ella con una sonrisa enorme que mostraba por fin satisfacción.
            —Hemos tenido el mejor sexo de nuestras vidas —confesó ella, habiendo dejado su vergüenza después de la segunda sesión—. Por fin sabe cómo utilizar el gran don que le ha sido dado y cómo estimularme.
            —Te sirvieron entonces los libros que te recomendé —dijo girándose hacia el hombre.
            —Mucho —contestó este. Era un hombre de pocas palabras, algo serio y un poco reacio al principio a seguir sus consejos—. Muchas gracias.



            El viernes llegó antes de que BaekHyun fuera consciente ya que había estado los anteriores días muy liado haciendo un cursillo online sobre el control de la sexualidad a través de la mente, para poder serle de alguna ayuda a JongDae ahora que había recibido una lección. Era sexólogo y no psicólogo, así que había algunas cosas que se le escapaban.

            Llegó a la consulta y KyungSoo ya lo esperaba sentado tras su mesa con una sonrisa encantadora cuando le dio la bienvenida, pero además de al secretario, BaekHyun notó la presencia de JongDae en la sala de espera. Les dedicó una sonrisa y un saludo a ambos y luego le indicó a su cliente que lo siguiera e ingresara a su despacho.

            Nada más entrar, JongDae lo empujó contra la pared más cercana, apresándolo con su cuerpo para justo después comenzar a besar sus labios con desespero mientras frotaba las partes inferiores de sus cuerpos, buscando mayor contacto cada vez que movía sus caderas contra las de BaekHyun. Los ojos del sexólogo estaban abiertos, sorprendido por la repentina acción y contemplaba, en medio de su estupor cómo JongDae parecía desesperado por conseguir que abriera su boca para introducir así su lengua en esta y por tener más contacto, friccionando sus entrepiernas.

            No había sido buena idea privarlo del sexo cuando recién comenzaban las sesiones, pero BaekHyun no había pensado en el momento en el que le puso aquel castigo que se le iba a volver en contra. El sexólogo lo tendría en cuenta las próximas veces porque su virginidad pendía de un hilo que JongDae se moría por cortar y no de una forma delicada y suave. Aquello activó todas sus defensas.

            —JongDae —murmuró cuando los labios del otro pasaron a saborear su cuello—. JongDae… Recuerda lo que te dije de que cuando tuvieras deseo sexual lo reprimieras pensando y haciendo otra cosa, como ejercicio.
            —Lo he retenido demasiado tiempo —murmuró—. Y tú eres irresistible.
            —JongDae… —susurró cuando sintió una de las manos del chico colarse por debajo de su camisa, haciendo que su cuerpo se estremeciera—. Si sigues con esto me veré obligado a denunciarte por acoso y no podrás verme ni tocarme más —en cuanto terminó de pronunciar aquellas palabras, el otro se alejó de él como si de repente le hubiera dado un calambre, agachando su cabeza e intentando normalizar su agitada respiración.
            —Intenta pensar en cosas que te bajen el libido y cálmate —pasó por su lado, cuando lo hagas y estés tranquilo, puedes venir y sentarte frente a mí.

            BaekHyun se sentó en su mesa y comenzó a revisar algunos papeles que tenía sobre esta, aprovechando para calmarse él también. La fricción de JongDae había hecho que su miembro despertara levemente, así que intentó que este bajara, con bastante poco éxito, porque todavía podía sentir los labios de JongDae sobre su cuello. Unos quince minutos más tarde, el chico se sentaba en la silla frente a él.

            —Lo siento.
            —No es nada —respondió—, vamos a comenzar quitándote el deseo que sientes por mí, así que nos vamos a comenzar a ver muy a menudo y si puedes contenerte, dado que yo no quiero mantener relaciones sexuales contigo, podremos seguir con las sesiones sin que intentes acosarme sexualmente —JongDae asintió—. ¿Qué haces esta tarde? ¿Estás libre?

            Byun BaekHyun tenía un plan: pasar todo el tiempo que le fuera posible junto a JongDae para que se acostumbrara tanto a su presencia y dejara de verlo como a un objeto de deseo.

            Ese viernes por la tarde, después de que JongDae cambiara su turno  en su lugar de trabajo, fueron al cine, donde JongDae, a pesar de estar viendo una película de dibujos animados, se envalentonó por la oscuridad y acabó masturbando a BaekHyun. En la cena hablaron de ello y el chico se mostraba arrepentido, así que, al día siguiente, decidieron ir a sitios con gente y muy iluminados.

            El sábado fueron a pasear por el río Han, comieron en los puestos de comida tradicional, alquilaron unas bicicletas y pasaron un día agradable. A veces, JongDae parecía querer acercarse a él para comenzar a  tocarlo, pero luego recobraba el sentido cuando recordaba que estaban rodeados de personas. Así, llegó la noche y JongDae se empeñó en acompañar a BaekHyun hasta su casa y este se dejó para comprobar el autocontrol del otro. Pudo hacerlo cuando estaba ingresando la clave en el panel de la puerta de su apartamento, ya que el otro se acercó a él por detrás y le apretó con una mano el trasero.

            —JongDae, ha sido un día agradable en el que te has controlado perfectamente, no lo eches a perder ahora —le dijo.
            —No puedo evitarlo —contestó llevando las manos al abdomen ajeno, pegándose más a su cuerpo—. Normalmente, cuando no puedo conseguir a alguien rápidamente, me voy a por otra persona que sí esté receptiva. Pero contigo no puedo hacerlo, siento que si no eres tú, no puedo hacerlo con nadie más.
            —JongDae… Apártate —le ordenó con voz alta y clara—. El lunes hablaremos de esto en la consulta —el otro comenzó a apartarse lentamente de su cuerpo—. Gracias, nos vemos el lunes. He pasado un día agradable hasta ahora.

            BaekHyun cerró la puerta en cuanto entró a su apartamento, dejándose caer contra esta luego porque no entendía por qué su corazón latía acelerado cada vez que JongDae lo tocaba.

            —Tengo que hablar con ChanYeol —se dijo—. Él sabrá qué hacer.



            Al día siguiente contuvo sus ganas de llamar a su amigo y compañero de profesión y no lo hizo hasta pasado el mediodía, cuando sabía con seguridad que no iba a estar durmiendo y lo despertaría. El chico tenía muy mal despertar, lo había comprobado cuando vivieron juntos en sus años de facultad. Buscó en la agenda su número de teléfono y pulsó en el nombre unos segundos para llamarlo. Esperó un par de tonos con el móvil pegado a la oreja y la llamada fue cogida.

            —¿Qué quieres, BaekHyun? —dijo la voz grave de ChanYeol al otro lado de la línea.
            —¿¡Qué modales son esos, Park ChanYeol!?
            —Me has despertado, ¿qué modales quieres que tenga? —BaekHyun escuchó un murmullo al otro lado mientras farfullaba que las tres de la tarde no eran horas para dormir y pensó que sería KyungSoo. Confirmó sus sospechas cuando ChanYeol habló de nuevo—. No te preocupes, cariño, es solo BaekHyun.
            —Sí, soy solo yo.
            —¿Qué querías?
            —Preguntarte algo importante —su tono de voz cambió a uno más serio.
            —Cuéntame —le pidió ChanYeol, ya sin bromas, entendiendo que tenía que ser una situación grave.
            —¿Has visto a mi nuevo paciente?
            —Sí, el viernes llegó a la consulta antes que KyungSoo y yo, estaba en la puerta esperando —contestó.
            —¿Qué te pareció?
            —Desesperado por algo.
            —Exacto. Está desesperado por acostarse conmigo y lo peor, es que normalmente, si su objetivo no está receptivo va a por otro, pero tiene una fijación conmigo impresionante y yo no puedo darle ningún consejo porque solo quiere sexo.
            —Quizás… Si te acuestas con él…
            —ChanYeol! ¡No he guardado mi virginidad por treinta años para luego acostarme con el primero que me lo proponga!
            —Te recuerdo que el primero en proponértelo fui yo —dijo el otro—, y después el bailarín de aquella función que fuimos a ver… El moreno de labios carnosos… ¿Cómo se llamaba…? ¿JongIn?
            —Eso no viene al caso…
            —Claro que viene al caso. BaekHyun, no eres un cura católico, algún día tendrás que perder tu virginidad… No es muy coherente que un sexólogo sea virgen.
            —No lo haré si no es con alguien que me ame.
            —Eso es muy anticuado para lo liberal que te vuelves a la hora de darles consejos sobre relaciones sexuales a los que van a verte.
            —Pero…
            —Deberías aplicarte tus mismos consejos —y dicho esto, le colgó.

            BaekHyun se quedó unos momentos mirando el teléfono, pensando. Era su mejor opción, desde luego, dejar que todo sucediera y ver si así podía curar la adicción que JongDae tenía en cuanto dejara de acosarlo y pasar a ser así sola mente su sexólogo, no la persona a la que quería tirarse.

            Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando alguien llamó al timbre de su puerta. Dejó el móvil en su mesita y se dirigió a la entrada. Cuando miró por la mirilla y vio de quién se trataba tuvo que tomar una decisión muy rápida, pero todavía no estaba seguro de querer dejarlo entrar en su apartamento, entrar en él, aunque eso significara que pudiera finalmente ayudarlo con su problema. No obstante, sabía que el momento final tendría que llegar más pronto o más tarde, no iba a poder conservarse virgen toda la vida como le había dicho ChanYeol.

            Se mordió el labio inferior y tomó una decisión. En cuanto abrió la puerta, sintió un cuerpo contra el suyo, que lo llevó hasta pegarlo a la pared, haciendo imposible su escapatoria, a la vez que comenzaba a recorrer este con manos traviesas. BaekHyun no tuvo tiempo de pensar en nada y simplemente se dejó llevar en cuanto los labios de JongDae aprisionaron los suyos en un beso voraz.

            El chico se separó de él un par de segundos solamente, viendo en la mirada de BaekHyun que podía seguir adelante si eso era lo que quería. Se relamió los labios y luego se mordió el inferior antes de comenzar a atacar el cuello del sexólogo, lamiendo, chupando y mordisqueando. Un gemido se escapó de su garganta sin que pudiera detenerlo y a partir de ahí ya no pudo contener ninguno más.

            Avanzaron casi sin despegarse el uno del otro por el apartamento del mayor, quitándose la ropa y dejándola por cualquier lugar sin que les importase nada donde cayera. Llegaron al dormitorio y cayeron en la cama, ya desnudos. JongDae comenzó a recorrer todo su cuerpo dándole besos cálidos y lamiéndolo. BaekHyun se estremecía con cada roce y se sentía en el paraíso. Notó sus labios sobre su pene, haciéndolo gemir más alto que nunca, pero cuando notó la mano del otro comenzando a tantear su entrada, lo detuvo y se incorporó, alejándose un poco.

            —Prometo no hacerte mucho daño —murmuró quedamente JongDae, intentando tranquilizarlo.
            —Ten mucho cuidado, por favor —pidió.

            El chico asintió, volviendo a tumbarlo sobre la cama, besando sus labios ahora de una forma más lenta y pausada, con devoción infinita y BaekHyun se dejó llevar, notando apenas al principio la incomodidad producida por un dedo de JongDae, pero que acabó convirtiéndose algo más doloroso que el otro tuvo más dedos en su interior. El chico intentaba distraerlo mientras lo preparaba y se lo agradecía. Estaba perdiendo su virginidad y, aunque le estaba doliendo bastante, las otras sensaciones que JongDae le provocaba, estaban sirviendo para considerara que tampoco estaba yendo tan mal.

            Los dedos de JongDae fueron sustituidos por su miembro y comenzó a penetrarlo, primero con lentitud, pero después moviéndose más y más rápido dentro de él, masturbando su miembro a la misma velocidad a la que lo embestía hasta que ambos llegaron al clímax, BaekHyun primero, manchando sus estómagos y más tarde JongDae, saliendo de él antes de correrse. El sexólogo sintió el orgasmo recorrer todo su cuerpo como una corriente eléctrica que lo dejó sin poder moverse, con la respiración y el pulso acelerada y la vista velada.

            JongDae se levantó de la cama y tomó un pañuelo de papel de la caja que había sobre la cómoda, después, volvió a esta y comenzó a limpiar el abdomen de BaekHyun y el suyo propio del semen del primero, que seguía tumbado en la cama sin poder moverse y sin creer qué era lo que había sucedido. Una vez limpios, JongDae se dejó caer sobre BaekHyun con cuidado y comenzó a repartir besos cálidos sobre su rostro, cuello y pecho, acciones que le parecieron extrañas, pero aún más se lo pareció cuando el otro atrapó su pene entre sus manos de nuevo.

            —¿Qué haces? —le preguntó. Todavía no estaba muy coherente, el orgasmo lo había dejado bastante perdido.
            —Excitarte de nuevo.
            —¿Por qué? Ya has terminado, ¿por qué sigues queriendo tener sexo conmigo?
            —Porque creo que me he vuelto adicto a tener sexo contigo —susurró cálidamente en su oreja, lamiéndola y mordisqueándola.
            —¿Eso qué significa?
            —Que jamás me separaré de ti porque no quiero superar mi adicción.

            JongDae se acercó a sus labios y BaekHyun acortó la distancia entre ellos para besarlo con ganas. Le acababa de entregar su virginidad a casi un extraño y este ahora le decía que no quería separarse de él nunca. El sexólogo, en cualquier otro momento, hubiera salido corriendo sin mirar atrás, pero por alguna razón que desconocía, algo en lo más profundo de su ser le dijo que podía pasar perfectamente el resto de su vida entre los brazos de JongDae.





Notas finales: reitero lo dicho al principio, perdón si no era esto lo que esperabas y no te gusta.