Título: Tiger Inside
Autora:
Riz Aino
Pareja:
MarkYong (TaeYong + Mark) (NCT)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, mithology, historical, romance, drama, fluff
Número de palabras:
1.454 palabras
Resumen:
la verdadera forma de MinHyung es la de un tigre blanco, el protector del
Oeste… pero desciende a la tierra en su forma humana tan solo por un humano.
Notas: en las notas
finales habrá un montón de contexto histórico y varias explicaciones
mitológicas. Por el momento, solo tengo que decir que uso el nombre coreano de
Mark para esta historia porque un nombre inglés en un fic histórico en un
tiempo en el que ni siquiera se había formado el inglés como lengua, pues no
pega mucho.
Comentario de autora:
no había hecho nada histórico todavía en esta enorme colección y se me ocurrió
que era el momento de hacerlo. Espero que os guste.
Tiger
Inside
La primera vez que MinHyung bajaba a
la tierra después de tanto tiempo en los cielos se encontró con un mundo
absolutamente cambiado, de las pequeñas tribus y clanes que se dispersaban por
un extenso territorio que había visto en su anterior descenso ya no quedaba
nada y eran incipientes ciudades las que comenzaban a poblar el territorio
extenso que él protegía como uno de los Cuatro que guardaban el cielo, ciudades
en las que los todos tenían un papel en la comunidad y en las que un gobernante
feroz y decidido era quien mantenía aquella sociedad a la que todavía le
quedaba demasiado por aprender. Desde la colina desde la cual observaba aquella
ciudad que debía ser la capital, el centro de la sociedad que daba sus primeros
pasos en un nuevo mundo, MinHyung en su forma de tigre blanco quiso dejar un
regalo a aquellos que guardaba y que en aquellos momentos ultimaban los
preparativos para venerar a los dioses y agradecerles por la cosecha de aquel
año; sin embargo, un regalo le fue entregado a él en la forma de un niño
curioso que subió a la colina y se plantó ante él, sin miedo aparente por la
bestia que tenía enfrente y con sus castaños ojos redondos reflejando su
curiosidad y algo que intrigó a MinHyung desde el primer instante… ternura.
Aquella
fue la primera vez que MinHyung descendía a la tierra, al mundo de los humanos,
en mucho tiempo… pero no fue la última.
Cada
año, aprovechando los días previos y posteriores al Dongmaeng, ya que gracias a
él sus poderes se acrecentaban, MinHyung descendía hasta aquellas tierras
inhóspitas en las que vivía el pueblo que había conformado el reino de Goguryeo
para asistir al festival de la cosecha y observar cómo el lugar se llenaba de
color, de música, de baile, de felicidad por un próximo año sin preocupaciones
por la comida, que en algunas ocasiones escaseaba, y por la cual sufrían como
los mortales que eran. MinHyung descendía a aquel lugar con el pretexto de ver
a los humanos que lo veneraban y cuidarlos… pero ese pretexto solo se extendía
a una persona, aquel niño de ojos curiosos que no había sentido temor alguno en
su presencia a pesar de que, en su forma de tigre blanco, era imponente y
feroz. MinHyung no podía evitar descender a aquel lugar para verlo y así
asegurarse de que éste estaba bien, que seguía creciendo, poco a poco
convirtiéndose en un joven con un enorme futuro por delante. Y no habían sido
pocas las ocasiones en las que el chico había adivinado que él se encontraba
allí y había pasado horas y horas de su mortal vida junto a MinHyung, hablando
de todo y de nada a la vez, de él mismo, de su familia, de sus vecinos, de sus
amigos, del rol que debía aspirar a cumplir más adelante en aquella sociedad,
provocando que la curiosidad del Tigre Blanco del Oeste se acrecentara y que
todos los años descendiera para seguir descubriendo más y más cosas de éste.
Hasta
que un año decidió dejar de descender en su verdadera forma, para hacerlo como
un humano, un humano joven de cabello blanco como la nieve y unos ojos azul
claro que dejaban totalmente clara su naturaleza divina y antigua y su
pertenencia al Oeste, aquellas tierras lejanas que guardaba. Con aquella
aparición ante el niño que a lo largo de los años había ido creciendo y
convirtiéndose en un joven lo único que deseaba era presentarse ante él como un
antiguo amigo con el que, por primera vez, podría hablar con él y mantener una
conversación. No obstante, cuando en aquel año apareció ante MinHyung, como
siempre lo había hecho, el joven se quedó observándolo durante unos momentos,
para después correr a sus brazos y besar sus labios. El corazón del ser
inmutable y antiguo que vivía en su interior comenzó a latir con fuerza y
rapidez, como nunca antes lo había hecho en todos sus eones de existencia y,
por primera vez, entendió a aquellos dioses que se enamoraban de humanos a los
que protegían y rendían pleitesía como si dichos humanos fueran más importantes
que ellos mismos hasta el momento de su misma muerte. Él había bajado a la
tierra tantas veces en los últimos años debido a aquel niño que se había
acercado a él sin temor y que le había provocado curiosidad… pero hasta ese
mismo instante en el que sus labios danzaban con los del joven, no había
comprendido la profunda naturaleza que había impulsado sus actos todo aquel
tiempo.
—Sé
que un tigre mora en tu interior… —susurró el joven contra sus labios—. Sé que
eres el tigre blanco que ha estado visitándome estos años.
—Lo
soy —respondió, buscando de nuevo los labios de éste. No había forma de negar
aquella afirmación, era él, el dios BaekHo al que los humanos le rendían
tributo y veneraban en el festival que se celebraba a sus pies, en la ciudad
que había ido creciendo y expandiéndose por el valle, el mismo que había bajado
tantas veces a la tierra en Otoño para asistir al Dongmaeng desde aquella
colina y encontrarse con él—. Siempre lo he sido.
No
hubo más palabras entre ambos, solo besos, besos a veces torpes, besos a veces
húmedos, lenguas que se encontraban la una con la otra y que se deleitaban en
el ardor de aquellos besos que nunca antes se habían dado pero que parecía que
fuera lo único que hubieran hecho desde sus primeros encuentros, tanto tiempo
atrás. Algo imposible, pero que, a la vez, tenía todo el sentido del mundo,
porque enamorarse de un humano era así, imposible, pero a la vez fácil y familiar.
Tras
aquel Dongmaeng, MinHyung descendió muchos otros, pero todos ellos con su forma
humana, todos ellos encontrándose con aquel muchacho, como siempre lo había
hecho, aquel joven que poco a poco iba creciendo y convirtiéndose en un hombre,
un guerrero que no deshonraba a su pueblo, alcanzando la gloria y el lugar más
alto en el reino, llevando su nombre, TaeYong, a los anales de la historia de
Goguryeo.
Notas finales:
—El Tigre Blanco, denominado BaekHo en coreano, es
uno de los Cuatro Símbolos que guardan el cielo según la mitología china,
dividiéndolo en los cuatro puntos cardinales y asociando constelaciones a cada
uno de estos seres, siendo el Tigre Blanco el protector del Oeste. También está
asociado cada uno a una estación del año y Tigre Blanco representa la del
Otoño.
—En cuanto al contexto histórico, no está inspirado
en ningún evento fijo, ni en un año en concreto, sino simplemente enmarcado en
algún momento del reino de Goguryeo, un antiguo reino que se extendió por la
ahora zona de Manchuria y Corea del Norte entre los siglos II-I a.C y el VI
d.C. Eran un reino guerrero que le plantó cara a los ejércitos de las dinastías
Han y Tang de la actual China y a los reinos del sur de la península coreana
Baekje y Silla.
—Obviamente, no hay ningún rey TaeYong en la lista
de reyes de Goguryeo, pero a mí se me ha antojado que lo hubiera al hacer este
fanfic.
—Sin embargo, en el contexto religioso y cultural sí
que he tomado algunas cosas para la historia. La población de Goguryeo, como la
mayoría de la gente de los reinos que se encontraban en su entorno, celebraban
un festival anual de la cosecha en el décimo mes lunar, que coincide con
octubre y el otoño, para agradecer a los dioses por la cosecha de ese año. En
Goguryeo era llamado Dongmaeng.
—En algún momento de mi vida escribiré algo con esta
historia, más largo, más bonito, probablemente con otros protagonistas, pero he
investigado demasiado como para dejarlo estar solo con esto.
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