Título: Sweet Crazy Love
Autora: Riz Aino
Pareja: LipSoul (JinSoul + Kim Lip) (LOONA)
Calificación: PG–13
Géneros: AU, summer holidays, romance, fluff
Número de palabras: 3.349 palabras
Resumen: Jungeun pensaba que aquellas vacaciones con
sus amigas no iban a ser muy diferentes de las del año anterior… hasta que
conoció a Jinsol.
Notas: historia escrita para el MV Fest del 2022 a través del MV
de April “Now or Never”.
Comentario de autora: de todos los mvs que se me dejaron como
prompt, decidí usar uno veraniego porque la fecha de entrega era en verano y
hacía tiempo que quería hacer algo de este estilo, aunque no se me haya quedado
especialmente bien. Espero que os guste.
—Apagad vuestros móviles y metedlos aquí —dijo Haseul,
señalando un cofre abierto que se encontraba en la mesa del salón—. Sin peros
—añadió al ver cómo Yeojin abría la boca para replicar—. Se supone que estamos
aquí para pasarlo bien y para desconectar y hemos traído un montón de cámaras,
analógicas y polaroids, no os hacen falta los móviles para nada.
Jungeun escuchó en el grupo algunas protestas, pero al final,
una a una fue apagando su móvil y dejándolo dentro del cofre hasta que la
última —Yeojin que lo hizo muy reticentemente— lo soltó y el cofre fue cerrado
con llave, una llave que Haseul se colgó del cuello. Otras protestas, esta vez
de Hyejoo se dejaron oír sobre un juego al que debía entrar todos los días o
perdería sus recompensas, pero Jungeun no hizo ningún caso a estas y
simplemente fue hacia la cocina para echarse un vaso de agua fresquita del
grifo. No le hacía especial gracia tener que dejar atrás su teléfono porque
estaba segura de que iba a tener mono o se iba a aburrir como una ostra
aquellos días que iban a estar en la casa de la playa de la familia de Haseul,
pero sabía perfectamente que si esta les había pedido que los soltaran era
porque había preparado un montón de cosas para ellas. Mientras se echaba el
agua, Jungeun pensó que las vacaciones que había pensado que no serían muy
distintas a las del año anterior, probablemente lo iban a ser un poquito.
Perdida en sus pensamientos no se había dado cuenta de que una de las chicas la
había seguido hasta el lugar, así que, cuando vio a Jinsol, una de las
compañeras de clase de Haseul, con la que no tenía mucho trato, a tan solo unos
pasos de ella, se llevó un susto de muerte y casi tiró el vaso al suelo. En el
último milisegundo se recompuso y agarró con más fuerza el vidrio, llevándose
la otra mano al pecho, sintiendo cómo su corazón latía rápidamente dentro de
éste por el sobresalto.
—Madre mía, Jinsol, casi me matas de un susto —le dijo,
provocando que la mayor esbozara una sonrisa.
—Eres muy joven como para morir de un susto —replicó,
sentándose sobre la encimera frente a ella.
Jungeun frunció su nariz en una mueca dirigida a la mayor
que provocó que ésta volviera a sonreír, esta vez de forma más amplia, haciendo
que, en aquella ocasión, su corazón se saltara un latido. Confusa, pero no
queriendo saber qué era lo que aquello significaba, comenzó a beber agua para
calmar su sed y para no tener que pensar en nada más, sobre todo, para no tener
que pensar en Jinsol ni en aquella preciosa sonrisa suya.
~
—¿Qué combinación más extraña es esta? —comentó Yerim,
viendo quiénes eran sus compañeras de habitación. Le había quitado la pregunta
de la boca a Jungeun. En el lugar, además de ellas dos, se encontraban también
Jinsol y Kahei, dos personas a las que ninguna de las dos conocía especialmente
bien, es más, Jungeun ni siquiera conocía tan bien a Yerim. El grupo que se
había ido de vacaciones a la casa de verano de Haseul había aumentado en tamaño
aquel año y, aunque todas tenían relación porque se habían visto varias veces
antes, realmente no tenían tantísima relación como para poder estar en grupos
más pequeños y no sentirse un poco nerviosas e incómodas.
—Una encantadora para que podamos conocernos todas mejor
—le dijo Jinsol en respuesta a Yerim, no obstante, su mirada estaba fija en
Jungeun.
No pudo hacer otra cosa más que desviar su mirada y hacer
como que observaba la habitación que les tocaba compartir. Tenía cuatro camas
pequeñas en ella y un enorme armario donde podían guardar toda la ropa que se
habían llevado para los días que iban a estar allí. Tampoco necesitaban mucho
más, no es como si fueran a pasar mucho tiempo dentro porque la casa de la
playa de la familia de Haseul era literalmente la casa de la playa, porque
tenía acceso a una pequeña cala privada a la que no se podía acceder desde
ningún otro sitio que no fuera el camino que llevaba a aquella enorme casa que,
además, tenía una piscina en el jardín, por si algún día había demasiadas olas
y no podían meterse en el mar. Por todo aquello y porque seguro que Haseul
había planeado mil cosas más para hacer, no creía que fueran a pasar tanto
tiempo en la habitación como para que su estancia en el lugar fuera incómoda
por no conocerse demasiado ni saber si tenían o no cosas en común.
~
A pesar de que Jungeun se encontraba tumbada en una
hamaca bajo la sombra que le proporcionaba un pequeño techado que habían
colocado con algunas telas y soportes leyendo tranquilamente un libro mientras
las demás jugaban al vóley playa o se bañaban en el mar, el calor y la flama
del sol reflejándose en la arena blanca a sus pies, hacía que la chica sintiera
que su piel quemaba como si el sol le estuviera dando directamente sobre ella,
provocándole quemaduras y que esta se volviera completamente roja, como si
fuera el caparazón de un cangrejo. Sabiendo que, aunque el sol no le estuviera
dando directamente, el calor del ambiente también podía hacer que se quemara de
aquella forma, no tuvo más remedio que soltar el libro y echarse crema para
protegerse del sol por tercera vez en la mañana. Primero la cara, con una crema
especial para la zona, y luego los brazos, el pecho, el estómago, las piernas,
repartiendo bien la crema por todas las zonas, quedándole solo la espalda, que
era el único lugar en el que tenía que hacer malabares para poder echarse la
crema y, aun así, probablemente no se la pusiera bien. Aquella mañana, Jiwoo se
la había puesto para que no tuviera problemas y luego había corrido a ponerse
bajo el sol, jugando en el agua con Sooyoung, después, Jungeun las había
perdido de vista a ambas y, por experiencia, sabía que cuando aquellas dos
desaparecían, era muchísimo mejor no buscarlas —todavía tenía pesadillas de la
vez que había cometido el error de hacerlo, encontrándose a Jiwoo desnuda y a
Sooyoung con la cara metida entre sus piernas—. Jungeun estaba a punto de
levantarse para pedirle a Chaewon, que se encontraba a la sombra con ella bajo
el techado, que le pusiera ella la crema por la espalda cuando ante ella
apareció repentinamente Jinsol, con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Quieres que te ayude a ponerte la crema en la espalda y
luego me ayudas tú a mí? —le preguntó—. El sol empieza a picar mientras juego
al vóley con las demás y no quiero quemarme.
Jungeun abrió la boca para responderle que no hacía
falta, pero acabó cerrándola porque no podía tampoco rechazarla de aquella
forma simple y llanamente porque se sentía un poco nerviosa estando alrededor
de la mayor y no sabía si iba a poder aguantar la sesión de echarse crema la
una a la otra. Asintió finalmente a lo que Jinsol le había dicho y ésta le
quitó el tubo de crema de las manos y se colocó tras ella, comenzando a rozar
delicadamente la piel de su espalda con la yema de sus dedos, provocando que
Jungeun sintiera un escalofrío recorrer toda su columna vertebral de arriba
abajo. Tuvo que apretar los dientes durante el minuto escaso que duró aquello
porque los dedos de Jinsol eran largos y quemaban contra su piel a pesar de que
la crema estaba más bien fría y tuvo que contener a sus propias manos de no
hacer nada innecesario cuando Jinsol se sentó frente a ella, en la arena,
dándole la espalda, para que le devolviera el favor porque lo que sus
intrépidas manos más querían eran tocar más y más de aquella blanca y fina
piel.
Jinsol le agradeció la ayuda y después se echó ella misma
crema por el resto de su cuerpo antes de volver bajo el sol para seguir jugando
al vóley con las demás y Jungeun cogió su libro y trató de recuperar el hilo de
lo que había estado leyendo hasta el momento… no obstante, cierta figura
jugando al vóley playa frente a ella no la dejó concentrarse de nuevo en el
maldito libro.
~
—Muy bien encantadoras amigas —dijo Haseul dando una
palmada al aire para llamar la atención de todas—. Como bien sabéis quienes
habéis estado aquí otras veces es tradición hacer una guerra de pistolas de
agua en la piscina y hoy es el día.
Su amiga dijo aquello con gran excitación, una excitación
que contagió solo a la mitad de las presentes. Jungeun había ido a aquella casa
otros años y habían tenido aquella guerra de pistolas de agua para echar el
rato y pasárselo bien y la realidad es que las horas se pasaban volando
mientras jugaban en el agua, pero la chica prefería no tener que estar
compartiendo el espacio con Jinsol más de lo necesario —desde el incidente de
la crema solo había estado en el mismo espacio que ella para comer y para
dormir porque era inevitable— y, en la guerra de pistolas de agua estarían en el
mismo lugar, en la piscina, y muy probablemente tuvieran que interactuar aunque
no hubieran caído en el mismo equipo. Un rato antes, mientras todavía el sol
picaba demasiado como para salir bajo él, habían hecho tiempo en casa después
del almuerzo para dividirse en dos equipos de seis y por obra y gracia del
destino, Heejin la había elegido a ella para su equipo mientras que Hyunjin
había elegido a Jinsol, por lo que, al menos no iban a tener que planear
estrategias juntas. No obstante, Jungeun tenía la sensación de que a pesar de
que intentase evitar lo máximo posible acercarse a Jinsol, la mayor iba a hacer
todo lo posible por hacer lo contrario. Escaquearse no era una opción, lo único
que le tocaba era aguantar el chaparrón y tratar de disfrutar del juego y olvidarse
de la extraña forma en la que ésta la hacía sentir.
Hinchar a pulmón las colchonetas con forma de trozos de
pizza que usarían como barricadas en el juego fue una tarea ardua que se pasó
volando mientras todas ayudaban y se iban turnando para no quedarse sin aire y
preparar las pistolas de agua para tenerlas cargadas para la primera ronda del
juego fue divertido porque siempre había alguna de las chicas que hacía
travesuras y empezaba a mojar a las demás con la excusa de “mantenerlas
fresquitas” porque hacía mucho calor. Fue divertido, tanto las preparaciones
como la guerra de pistolas de agua, Jungeun se lo pasó realmente bien a pesar
de que en varias ocasiones acabó tragando agua por culpa de ataques demasiado
certeros de Jinsol y a pesar de que quizás y solo quizás, estos habían sido tan
certeros porque no se había podido concentrar en el juego, simplemente
quedándose embobada viendo a la mayor brillar bajo el sol cada vez que reía con
ganas.
~
Querer paz y tranquilidad para poder poner sus
pensamientos y sentimientos en orden en una casa en la que estaba conviviendo
con otras once personas, era algo que Jungeun sabía que era imposible de
conseguir, pero incluso yéndose a la playa de noche para observar la negrura
del mar solo iluminado por la tenue luz que emitía la luna creciente y solo
escuchando el sonido de las olas romper contra la orilla no tenía la paz y
tranquilidad que buscaba. Solo habían pasado un par de minutos desde que se
había sentado sobre la arena seca cuando escuchó pasos detrás suya y vio la
figura de su mejor amiga acercándose a ella. Jungeun suspiró profundamente
porque su momento de paz se había acabado ahora que Jiwoo estaba allí.
—¿Qué haces aquí en la solitaria soledad de la playa? —le
preguntó la chica nada más llegar, sentándose a su lado.
—Pensar.
—¿En Jinsol?
—Sí.
Jungeun se tomó un momento para contestar a la segunda
pregunta, pero respondió con la verdad porque sabía perfectamente que Jiwoo
debía de haber notado que pasaba algo, así que no tenía ningún sentido
esconderlo. Su amiga le dedicó una sonrisa que Jungeun tradujo sin problemas
como “cuéntamelo todo” y al final acabó hablando con ella. Le contó cómo
siempre que se había encontrado con Jinsol porque esta estaba junto a Haseul le
había parecido una chica preciosa y divertida, pero nunca había pensado en ello
más allá de ahí, pero desde que habían comenzado aquellas vacaciones todas
juntas, no había podido evitar darse cuenta de que quizás eso que pensaba y
sentía iba mucho más allá. No había querido reconocérselo a sí misma en
aquellos días, pero probablemente lo mejor que podía hacer era aquello,
expresarlo en voz alta y esperar a que Jiwoo la ayudara a entenderse, porque
estaba claro que estaba hecha un lío y necesitaba aquella ayuda.
—Me imaginaba que debía ser algo del estilo —le respondió
Jiwoo en cuanto acabó de contárselo todo—. Creo que no necesitas que te diga
qué es lo que tienes que hacer porque lo sabes perfectamente —comentó—, pero lo
que sí que debes de saber es que no eres tú sola la que tienes interés en
Jinsol, ella también lo tiene en ti.
Jungeun quiso replicarle que aquello no podía ser
posible, pero la forma en la que Jiwoo lo había dicho, tan convencida, hizo que
se quedara callada y que simplemente volviera a meterse en sus pensamientos,
unos pensamientos que le decían que dejara de huir y que se enfrentase a lo que
tenía delante de ella porque era la única forma en la que todo lo que sentía
cuando estaba Jinsol a su alrededor se resolviera, aunque no era algo fácil y
tenía que pensarlo bien y hacerse a la idea de que todo iba a cambiar, para
bien o para mal.
~
Los pocos días que estuvieron en la casa de Haseul de
vacaciones se le hicieron demasiado cortos a Jungeun aquella vez y ya había
llegado la última noche, al día siguiente volverían a Seúl de nuevo y el tiempo
en la playa quedaría como una memoria más en sus ajetreadas vidas. Hacía apenas
dos días que había hablado con Jiwoo, pero ahora se encontraba ante la
encrucijada de qué debía hacer, si hablar con Jinsol en esa última noche o
dejarlo por imposible… al menos, iba a tener alcohol que la ayudara a
decidirse. El salón lo habían decorado con algunas serpentinas y globos, con la
música a todo volumen resonando en la estancia, y se habían sentado en la
enorme cheslón con las bebidas en la mesa baja que se encontraba frente a este
y, por fin, con sus móviles a mano después de que Haseul los sacara de la caja
momentos antes y se los devolviera, algunas los habían echado más de menos que
otras, Jungeun apenas le había echado cuentas a no tenerlo porque su mente
había estado mucho más enfocada en Jinsol, en observarla y en evitarla, que en
cualquier otra cosa, Jinsol, que en aquellos momentos se encontraba sentada
junto a ella, sus rodillas y sus brazos rozándose cada vez que se movían y
provocando que Jungeun no supiera cómo comportarse, qué hacer, simplemente
rellenando una y otra vez su vaso rojo de plástico con alcohol y con refresco.
A su alrededor todo empezó a fluir como a un tiempo diferente después de varios
vasos, mucho más rápido de lo que debería y la chica comenzó a sentirse un poco
mareada tras un rato, con demasiado calor como para poder soportar estar en
aquella habitación con tanta gente y al final decidió levantarse y salir de la
casa, hacia el jardín, donde se encontraba la piscina, para tomar un poco de
aire libre. Caminó hasta la piscina y decidió meter las piernas en el agua un
poco para que el frescor de ésta la ayudase.
—¿Estás bien? —le preguntó unos momentos después una voz
conocida. Jungeun se giró hacia la casa, viendo a Jinsol salir de ella y
acercarse hasta el borde de la piscina.
—Algo mejor —respondió, estar allí al aire libre y con
las piernas dentro del agua la habían hecho sentir mejor—. Creo que se me había
subido demasiado rápido el alcohol a la cabeza.
—Te he visto beber una copa tras otra muy rápido —comentó
la mayor, sentándose a su lado en la piscina—. ¿Hay algo que te preocupe o que
no te deje estar a gusto? —le preguntó—. Sé que no somos precisamente amigas,
que solo nos conocemos porque Haseul es amiga de ambas, pero si tienes algo que
quieras sacarte de la cabeza, aquí estoy… a veces es mucho más fácil hacerlo
con alguien desconocido que con un amigo.
Jungeun no pudo evitar quedarse en blanco, simplemente
observando el rostro de Jinsol a su lado, durante unos momentos, sin saber qué
hacer y sin saber qué decir… hasta que de las acciones de su cuerpo tomó el
control la parte demasiado borracha de su cerebro y la hizo hacer una locura.
Jinsol se encontraba sentada muy cerca suya, así que no tuvo que esforzarse
demasiado en inclinarse hacia ella y plantarle un beso en los labios que dejó a
la mayor paralizada, incluso después de que Jungeun se alejara de ella.
—He estado pensando demasiado en ti en estos días y creo
que me gustas, pero no sabía si debía decírtelo o no… como me has dicho que te
podía contar qué era lo que me rondaba por la cabeza… yo… —murmuró, el daño ya
estaba hecho porque acababa de besarla, así que, decirlo era la única opción
que le había quedado—. No espero ninguna respuesta, solo quería decírtelo.
Jinsol pareció salir de su ensimismamiento después de
aquello y le dedicó una sonrisa a Jungeun, una sonrisa completamente
encantadora que provocó que la chica se sintiera mucho más nerviosa de lo que
se había sentido jamás en toda su vida. No obstante, aquel nerviosismo acabó
tan pronto empezó porque Jinsol se inclinó hacia ella, salvando la escasa
distancia que quedaba entre sus cuerpos, dándole un beso corto, suave, dulce,
respondiendo con ello al beso que Jungeun le había dado antes.
—Hace tiempo que me interesas —confesó Jinsol, todavía
tan cerca de su rostro que podía sentir su respiración contra sus labios—. Así
que… mi respuesta es esta… quiero conocerte más, Jungeun.
Jungeun no pudo evitar sonreír ante aquello y, por
primera vez desde que había llegado a aquella casa, se relajó en presencia de
Jinsol. Todavía tenían muchas cosas que hablar, todavía tenían que ver qué era
lo que pasaba entre ellas, conocerse mejor y ver si algo podía funcionar… pero
al menos ahora la mente había dejado de negar qué era lo que sentía estando con
la mayor y había aceptado todo aquel revoltijo de pensamientos y sensaciones
cuando ésta estaba cerca, aunque la forma en la que lo había hecho hubiera sido
un poco locura y cuando se le pasara la borrachera estaba segura de que se
moriría de vergüenza por lo que acababa de pasar; no obstante, estaba contenta
e ilusionada por lo siguiente que pasara entre ellas.
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