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domingo, 27 de enero de 2013

¿Jugamos?


¿Jugamos?


   Cerré mis piernas fuertemente y me mordí el labio inferior tan fuerte, que me sangró, mientras un orgasmo exquisito, me recorría el cuerpo, mandándome el placer a todos los poros de mi cuerpo. Pero no podía gemir, ni gritar, ni siquiera demostrarlo en mi rostro, porque, estaba en clase, y lo que había hecho que me corriera de una manera tan impresionante, había sido el vibrador que ella me había puesto entre las piernas.

   Cuando volví a respirar con normalidad, giré mi cabeza hacia atrás, hacia el sitio en el que estaba ella sentada y ella me sonrió de esa manera maliciosa que tanto me gustaba en algunas ocasiones, pero que en ese momento odié, debido a que en sus manos, estaba el control del vibrador que llevaba entre mis piernas, y apretó el botón de encendido de nuevo.

   Volví a sentir esa sensación tan deliciosa, que me volvía loca, amplificada por mi reciente orgasmo, y maldije el momento en el que una media hora antes, en el descanso entre clase y clase, me metí en el baño con ella, y le tuve que hacer caso a Krystal y a sus juegos.



~.~.~

   -¡Krystal!- llamé tras recoger un paquete que el cartero acababa de dejar- ¿qué es lo que has pedido esta vez?
   -No lo abras, quiero abrirlo yo- dijo apareciendo y llevándose el paquete de mis manos, desapareciendo por el pasillo de aquel pequeño apartamento que ambas compartíamos, y adentrándose en nuestra habitación.

   La seguí como la buena chica curiosa que era, y entré al lugar, viéndola sentada sobre la cama, con las piernas a lo buda y el paquete sobre ellas. Tenía unas tijeras en las manos y comenzaba a quitarle la cinta adhesiva que llevaba la caja de cartón. Me acerqué a la cama y me senté frente a ella, esperando a que sacara aquella cosa misteriosa que había pedido.

   Las solapas de la caja fueron retiradas lentamente de su lugar y dejó al descubierto el contenido de su interior. Lo que había allí era toda una colección de juguetes sexuales, vibradores de todas clases y tamaños, esposas, y algunas cosas que ni siquiera sabía lo que eran. Por una parte me entraron ganas de salir corriendo y esconderme de mi novia, pero por otra parte, quería probar todo aquello.

   Krystal sacó una cosa larga y gruesa de la caja, que no sabía lo que era, pero que me imaginaba para lo que servía y me miró con una perversión absoluta, mientras se la pasaba de una mano a otra.

   -¿Jugamos?


~.~.~

  Sus suaves y dulces labios se estrellaron contra los míos, a la vez que mi cuerpo lo hacía contra la fría pared de azulejos de aquel cubículo estrecho del baño de señoras del centro comercial en el que nos habíamos metido. Noté sus manos moverse por mi cuerpo, desesperadas, en busca de piel que tocar, hasta que encontró la de mi espalda, y comenzó a moverlas sobre ella, de arriba abajo, mientras su lengua entraba en mi boca y no dejaba un lugar sin explorar.

   Nos separamos unos momentos para recuperar el aire y volvimos a besarnos desesperadamente. Cuando dejó mis labios casi inservibles, atacó mi cuello y me hizo jadear. Me mordí la lengua para no volver a hacer ruido, ya que estábamos en un lugar público. Entonces, además de sus besos en mi cuello, noté sus dientes y su lengua, y volví a jadear irremediablemente.

   -Mmm… Sulli… suenas tan bien…- la escuché decir y me sonrojé- quiero volver a oírte gemir- y dicho esto, me mordió el lóbulo de mi oreja.


~.~.~

   Me encontraba sobre nuestra cama, desnuda, sentada, con las piernas abiertas, y mirando casi con miedo aquella enorme cosa de látex con forma de pene gigante que mi chica tenía entre sus manos. Su sonrisa, aquella sonrisa maliciosa que adoraba, me ponía sobre aviso, sobre lo que ella pensara hacerme con eso.

   La vi acercarse a mí, y cerré mis piernas de forma instintiva, pero ella no tardó en abrírmelas de nuevo y separarlas al máximo, para después, meterse entre ellas, con aquella monstruosidad por delante, y comenzó a tocarme con ella, aquella parte tan sensible de mi cuerpo, haciéndome suspirar y gemir. Pasó un buen rato así, moviéndolo lentamente y dejándome sentir un placer infinito. De repente, esa cosa comenzó a empujar para entrar en mi vagina y aparté rápidamente a Krystal.

   -Ni se te ocurra- le dije, pero ella sólo sonrió y saltó de nuevo sobre mí, para volver a poner aquella cosa de donde yo la había apartado- eso no cabrá por ahí.
   -Tranquila, mi inocente Sulli…- murmuró empujando y haciendo que comenzara a entrar la punta en mi interior- seré dulce…


~.~.~

   Estaba sentada en un banco del parque, esperando a que ella llegara, tarde, como siempre. Me rodeaban un montón de niños, que corrían, jugaban, se molestaban, y, en definitiva, se lo pasaban la mar de bien. Con una sonrisa en mis labios me encontró ella cuando llegó por fin al lugar en el que habíamos quedado, y comenzó a disculparse por su tardanza.

   -Lo siento, Sulli, cariño- dijo juntando sus palmas y poniendo cara de circunstancias- lo siento mucho, de verdad, pero había un atasco del quince a esta hora y no he tenido otra más que esperar.
   -No pasa nada- murmuré aun con mi sonrisa.
   -¿No estás enfadada porque llegué tardísimo?- preguntó y yo negué con mi cabeza y miré a los niños que estaban a nuestro alrededor.
   -Me he entretenido viendo jugar a los niños- contesté.


~.~.~

   Era demasiado excitante. Y sólo a ella se le podría haber ocurrido semejante cosa. Krystal tenía en sus manos un bote de kilo de helado de chocolate, y una cuchara. Estábamos en la cocina, desnudas ambas, me había dejado sentada en la encimera, y me miraba con una lujuria, que me hacía sentir ese contraste de miedo/placer que tanto me gustaba.

   Ella metió la cuchara en el bote y la llenó de helado de chocolate, ya medio derretido, y me dio un poco, para luego comenzar a besarme y dejar en ambas ese sabor. Metió de nuevo la cuchara y ésta vez, en vez de darme, la paseó desde mi cuello hasta mi clavícula, mandándome escalofríos a todo mi cuerpo por el contraste frío/calor, y luego, lamió toda la extensión. Gemí sin poder controlarme y ella sonrió.

   Volvió a introducir la cuchara en el bote y la llenó, dirigiéndola ahora a mi pezón derecho. Ésta vez gemí sin siquiera sentir su lengua allí, todo aquello era demasiado excitante, y cuando su lengua retiró todo resto de helado, no me pude controlar más. La agarré fuertemente y la besé, mordiéndole los labios, y jugando con su lengua de chocolate y cuando nos separamos, no me pude estar callada.

   -Déjate de juegos y méteme ya lo que sea ahí abajo- y ella sonrió complacida.


~.~.~

   Estábamos en la discoteca. Bastantes personas se agolpaban a nuestro alrededor mientras nosotras bailábamos y reíamos como locas después de algunas copas de más. En algún momento de aquella larga noche, Krystal me sacó de la marea humana y me llevó a la parte superior de aquel establecimiento, que estaba menos abarrotada. Allí, me eché sobre la barandilla, para ver a la gente de abajo.

   De repente, noté los brazos de mi novia en mi cintura y sonreí, cuando su cabeza se instaló en el hueco entre mi cuello y mi hombro. Pero me quedé a cuadros, cuando una de las manos que estaban en mi cintura, comenzó a bajar y se coló por mi falda, hasta llegar a mis bragas.

   -¿Qué haces?- pregunté.
   -¿No puedo jugar un rato con mi novia?- contestó, y siguió tocándome.

   Al principio, sólo me tocó por encima de la tela, pero ya me hacía suspirar levemente. Cuando su mano se introdujo en la prenda, gemí al estar en contacto piel con piel, pero cuando ya no pude más fue cuando sentí sus dedos moverse en el interior de mi vagina, penetrándome una y otra vez. Cuando me corrí, ella llevó sus dedos a su boca y los lamió de una manera completamente excitante. Esa maldita y excitante Kryistal iba a hacer que algún día enloqueciera con sus juegos.


~.~.~

   Me había metido una cosa inmensamente grande en la vagina, y después de hacer que llegara al orgasmo, no la sacó, sino que la dejó allí, mandándome aún más placer a mi cuerpo. Creí que ya se había acabado su hora de jugar y ahora me tocaba a mí. Cuanto me equivocaba.

   Estaba tumbada bocabajo sobre las sábanas, por lo que no la vi llegar con aquella otra cosa, hasta que la noté intentando entrar por mi ano.

   -Ni se te ocurra- murmuré.
   -Será divertido- contestó ella y yo me giré y me saqué el otro juguete de mi interior, soltando un leve gemido al hacerlo.
   -Claro... para ti... porque ahora me toca a mí.


~.~.~

   La tenia contra la pared, ahora era ella la arrinconada y yo la que quería jugar con ella. Fui bajando por su cuerpo, dando besos y lametazos, hasta que llegué a su parte baja. Le quite las bragas por fin y dejé a mi vista sus partes.

   Le abrí las piernas para tener mejor acceso, y comencé a chupar. Nada más pasear mi lengua por allí, ella comenzó a gemir incontrolablemente mi nombre una y otra vez. Seguí chupando, hasta que se corrió y subí por su cuerpo dando besos de nuevo, satisfecha. Llegué a sus labios y los ataqué.

   -Ahh... Sulli...- murmuró- eres tan... excitante...
   -Tú también, Krystal.


~.~.~

   Estaba tras el edificio principal del instituto, escondida de las miradas de la gente, esperándola a ella para decirle, que no solo quería jugar, yo quería algo más que simplemente eso. La vi llegar, con una  sonrisa picarona.

   Antes de que me diera cuenta ya me había empujado contra la pared y me besaba y me tocaba. La intenté apartar durante un buen rato, hasta que lo conseguí, y ella me miro un poco mal.

   -Te dije que vinieras por otra cosa, no para jugar- conseguí decir entre jadeos.
   -¿Para qué?- preguntó cruzándose de brazos.
   -Para decirte que te amo- ella abrió sus ojos, sorprendida ante mi repentina declaración, pero luego sonrió y se lanzó sobre mí para darme un abrazo de oso.
   -Yo también te amo, Sulli, pero no me atrevía a decírtelo- susurró, y yo destensé mi cuerpo, aunque no me había dado cuenta de cuando me había tensado.
   -Entonces, ¿todo esto no es un juego?- pregunté, ella se separó de mí y negó con la cabeza- no sabes cuánto me alegra saber eso- la abrace por el cuello unos momentos, y luego le de un pequeño beso en los labios.



~FIN~