Very Hot, Too Hot
Mi chica era muy caliente. Todos los
tíos del país querían acostarse con ella, incluso los más gays. Pero ella era
solo mía. Su cuerpo me pertenecía a mí y sus calenturas las provocaba yo.
Estaba sobre ella, con el bote de
nata en la mano, agitándolo mientras la miraba a los ojos. GaIn parecía
suplicarme por más, pero yo la iba a hacer sufrir un poquito antes de poder
seguir con aquello. Llevé mi mano libre a su clítoris y comencé a apretarlo,
observando con dedicación las expresiones de placer que surcaban el rostro de
mi chica y escuchando sus jadeos ahogados. Después, me aparté y ella me miró
con reproche.
—Miryo —jadeó.
—Solo un momento más —agité el bote
de nata de nuevo y luego puse la boquilla sobre su ombligo, para justo después,
apretar el difusor.
La nata comenzó a salir y a
amontonarse sobre su cuerpo, haciéndolo más dulce a la vista y al gusto. Me
incliné hacia delante y comencé a lamer, escuchando sus jadeos y su risita
nerviosa cada vez que le hacía cosquillas.
Apenas había comenzado la noche y ya
la tenía a mi completa merced, en unas horas, volvería a reclamarla como su
dueña, porque ella era mi chica caliente y era solo mía.