Shanghai Romance
Shanghái,
1929
Bajé de aquel barco mareado y verde
como una lechuga. El viaje desde Corea no me había sentado nada bien y eso que
no habían sido muchos días los que había tardado aquel transporte en atravesar
el mar. Mientras bajaba por la pasarela intenté recobrarme y alzar mi cabeza,
para que se notara que era de una distinguida familia, y también para buscar a
aquella persona que supuestamente me llevaría hasta la casa en la que me
hospedaría durante mi estancia en la ciudad y donde firmaría un gran negocio.
Busqué con la mirada a alguien que
me fuera conocido entre todas las personas que había en el embarcadero, pero no
logré hallar a nadie.
En cuanto pisé tierra firme, me hice
a un lado, para no acabar arrastrado entre la marea humana, dejé mis pesadas
maletas en el suelo -no estaba hecho para acarrear cosas de peso- y me dispuse
a esperar.
Esperé y esperé.
El puerto se fue quedando poco a
poco vacío y el sol fue descendiendo lentamente hacia su ocaso. La temperatura
en aquel lugar comenzó a descender a una velocidad demasiado rápida para mi
gusto, así que me abracé a mí mismo fuertemente para entrar en calor.
Ya era de noche cuando al fin aparecieron
un par de muchachos vestidos con la ropa típica de aquel lugar. Me levanté de
la maleta en la que hacía horas me había sentado y caminé hacia ellos con paso
decidido, probablemente pudieran decirme algún lugar dónde poder hospedarme e
indicarme. Pero antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, ellos me
apresaban y no me dejaban hacer ningún movimiento.
-Hermosa…-. Dijo uno de ellos
rozando mi rostro con sus dedos. Le giré la cara y luego intenté morderle
cuando él volvió a acercar su mano-. Vaya, tiene carácter-. Me agarró
firmemente por la barbilla-. Me gusta.
-Nos darían un buen precio por
ella-. Comentó el que me retenía por la espalda y yo pataleé para librarme del
agarre, sin éxito alguno.
-No-. Contestó el otro mirándome
fijamente y yo le escupí a la cara-. Será para mi propia diversión-. El miedo
comenzó a invadirme el cuerpo. Aquellos dos tipos querían hacerme cosas malas y
yo no podía librarme de ellos, eran demasiado fuertes.
-Soltadme-. Conseguí decir, pero
ellos rieron-. ¡Ayuda!-. Grité.
De repente, el que estaba frente a
mí cayó al suelo con una mueca entre dolor y sorpresa en su cara. Tras él, se
encontraba un muchacho con la mano alzada a la altura en la que antes había
estado la nuca del tipo y el ceño y los labios fruncidos.
-Suéltalo, ShiYuan[1]-.
Dijo y el que estaba sujetándome dejó de hacerlo rápidamente-. Llévate a
JianRen[2],
no quiero veros cerca de este joven nunca más-. Su tono era muy autoritario y
el chico hizo todo lo que le ordenó antes de salir corriendo, arrastrando a su
compañero-. ¿Te encuentras bien?-. Me preguntó una vez ellos se perdieron de
vista.
-Oh… eh… sí-. Contesté en mi idioma
y luego me di cuenta de que él me había hablado primero en coreano-. ¿Cómo
sabías que era coreano?-. Él sonrió durante un segundo y luego inclinó su
cabeza y se echó al suelo rápidamente, postrándose a mis pies de rodillas.
-Lo siento mucho-. Dijo, ya en chino-.
Tenía que haber venido a recogerlo hace mucho tiempo, pero el maldito invento
con ruedas de occidente se estropeó y no sabía cómo arreglarlo, por lo que tuve
que venir andando.
-¿Quién eres?-. Él levantó su cabeza
del suelo y me miró con una gran sonrisa que me exasperó.
-Mi nombre es HanGeng. Soy el criado
de ZhouMi xiansheng[3], con quien usted se viene
a reunir para sus negocios-. Asentí convencido de su identidad ya que sólo
nuestras familias sabían de mi viaje a Shanghái.
-Bien, levántate del suelo-. Le pedí
y él lo hizo rápidamente-. Coge mis maletas y busquemos un lugar donde pasar la
noche y mandar un telegrama a la casa de ZhouMi para avisarles del contratiempo
que hemos sufrido.
-Sí, Kim xiansheng-. Contestó.
Fue hacia las maletas y las tomó,
para luego comenzar a andar. Solté un suspiro y después lo seguí. Atravesamos
las calles con aquella fría noche como testigo hasta llegar al lugar en el que
podría mandar el telegrama a la casa de ZhouMi y avisarles de toda la
situación.
El hombre que había en el lugar se
sorprendió, ya que el aviso por telégrafo, por las noches, sólo era utilizado
en casos de emergencia. Vi cómo HanGeng hablaba con él unos segundos en chino
de una manera tan rápida que no pude entender nada y después se giró hacia mí
con una sonrisa.
-Ya puede utilizar el telégrafo, Kim
xiansheng.
Apenas tardé en escribir en aquella
máquina, de forma concisa, lo que había sucedido y también pedir que a la
mañana siguiente fueran a la ciudad a recogernos, ya que la casa de ZhouMi
estaba alejada de esta. Salimos del lugar tras despedirnos del amable y
regordete hombre y comenzamos a andar de nuevo por las solitarias calles.
-¿En qué lugar pasaremos la noche?-.
Le pregunté. Él se quedó unos minutos en silencio mientras se detenía. Debía
estar pensando en algún sitio dónde resguardarnos.
-Creo que hay tres opciones-.
Contestó al final-. Una, dormir en la calle-. Negué con la cabeza a la primera
opción-. Me lo temía-. Dijo con una sonrisa-. Dos, dormir en una casa de Placer-.
Volví a negar. Tampoco me gustaba la idea de pasar la noche en un lugar como
ese-. Es ese caso solo nos queda la opción número tres: ir a la casa de mis
padres.
-Que así sea-. Le dije tras sopesar
de nuevo todas las opciones.
-No es nada magnífico ni
espectacular, solo una casa de trabajadores-. Comenzó mientras volvía a andar-.
Pero tiene un techo bajo el que guarecerse.
Lo seguí de nuevo por las calles de
aquella ciudad en auge, aunque desierta a esas horas, hasta que, tras unos
minutos, él se detuvo frente a una casa. Esta era pequeña, destartalada, y en
definitiva, nada parecida a lo que yo estaba acostumbrado.
Él abrió la puerta y entró,
dejándome paso. Me quité mis zapatos occidentales y lo seguí por el estrecho
pasillo hasta que deslizó un panel de papel que daba a una habitación. Entró a
ella y dejó mis maletas en el suelo. Después, se giró hacia mí para hablarme.
-Le sacaré la cama y lo dejaré
descansar tranquilo-. Anunció y fue hacia un armario empotrado para sacar las
cosas.
-¿Quiénes eran los chicos de
antes?-. Le pregunté al recordar que él los había llamado por sus nombres. Con
todo lo que había pasado antes no había caído en preguntarle, pero ahora lo
había recordado de pronto y no quería quedarme con la duda. Además, que supiera
el nombre de aquellos maleantes no me dio mucha confianza.
-Antes eran amigos míos-. Contestó
extendiendo en el suelo el futón-. Pero se fueron por el mal camino y me alejé
de ellos para encontrar un buen trabajo y tener una buena vida-. Se giró hacia
mí y me sonrió-. Ya está todo listo-. Se levantó del suelo y echó a andar hacia
la puerta.
-Gracias-. Murmuré y él se detuvo un
segundo. Asintió y tras hacer una reverencia, salió de la habitación. Me quité
mis ropas occidentales para tumbarme sobre el poco blando colchón y quedarme
dormido poco después.
Desperté cuando el sol ya entraba
por la pequeña ventana de la habitación y rozó mi rostro con sus rayos. Me
incorporé y salí de entre las sábanas para volver a vestirme. Cuando me estaba
colocando la chaqueta, el panel que hacía de puerta de la habitación se deslizó
y en el hueco apareció el chico que me había llevado hasta allí. HanGeng se
llamaba si mi memoria no me fallaba.
-Buenos días, Kim xiansheng-. Saludó
con una sonrisa-. ¿Ha dormido bien?
-He tenido noches peores-. Contesté
y él asintió.
-Vendrá a recogernos Henry-.
Comentó-. No tardará mucho en llegar.
-Me alegra oír eso.
Tras esta pequeña conversación, él
recogió mis maletas y me guio de nuevo por los pasillos de la pequeña casa
hasta llegar a una habitación en la que había una pequeña y baja mesa cuadrada,
con varios cuencos con arroz y otras cosas. No fue el desayuno más suculento,
ni tampoco más abundante de mi vida, pero fue suficiente y se lo agradecí a
aquel chico, internamente, claro.
Después, salimos a la calle, en
dirección a aquel lugar desde el cual la noche anterior había mandado el
telegrama a la casa, ya que allí era donde les había indicado que nos
recogieran. No tuvimos que esperar mucho tiempo, cuando Henry, el otro socio de
ZhouMi, apareció montado en un coche que echaba un humo negro que no me hacía
presagiar nada bueno.
-NiHao[4]-.
Saludó alegremente en cuanto detuvo el coche frente a nosotros. Este hizo un
ruido horroroso-. Subid-. El chico lo hizo rápidamente, arrastrando con él mis
maletas, pero yo me quedé donde estaba, negándome a subir a aquella tartana-.
Vamos, HeeChul, no seas supersticioso.
-No soy supersticioso-. Le
contesté-. Tu coche no me da confianza-. Él sonrió intentando darme confianza,
pero negué con mi cabeza.
-Este era el coche antiguo, es
normal que haga ruidos raros-. Comentó-. El nuevo fue el que se le rompió ayer
a HanGeng y aunque he dejado a YiXing[5]
arreglándolo en el camino, no sé cómo pueda quedar, por eso he tenido que venir
en esta antigualla.
-¿Te dejaste a YiXing
arreglándolo?-. Preguntó el chico y Henry asintió-. Entonces dalo por perdido,
YiXing es bastante manazas…
-No había nadie más disponible-.
Murmuró Henry con un puchero, luego se giró hacia mí-. ¿Subes o no?
-Qué remedio…
En cuanto me senté en la parte
trasera del coche, Henry arrancó y el coche volvió a hacer un ruido muy extraño
que me asustó todavía más de lo que ya estaba, aunque nunca admitiría que
estaba asustado, al menos no en voz alta. El automóvil comenzó a avanzar
lentamente por las calles de la ciudad hasta que cogió un poco de velocidad. No
mucho después de empezar la marcha, salimos a campo abierto, dejando atrás la
ciudad y las novedosas fábricas.
El camino lo hicimos en silencio,
aunque de vez en cuando, Henry intercambiaba un par de palabras con nosotros y
luego volvía a atender a la vereda que era considerada camino principal. Cuando
llevábamos un tiempo atravesando campos y campos de arroz, pude divisar un
coche el margen del camino, con un chico arreglándolo, el tal YiXing, supuse. A
ese chico tampoco lo conocía, debía ser nuevo, como HanGeng, ya que en mi
anterior visita a aquella casa, ninguno de los dos estaba. Henry detuvo el
coche junto al otro.
-¿Cómo vas, YiXing?- le preguntó y
este bufó.
-Esto no tiene arreglo alguno, Henry
xiansheng-. Al oír eso, HanGeng se bajó rápidamente del coche y comenzó a
inspeccionar el automóvil estropeado.
-Sí que tiene arreglo-. Comentó tras
unos minutos-. Sólo necesitamos a GuiXian[6]
para arreglarlo.
-Yo puedo solo-. Dijo YiXing
cruzándose de brazos, ofendido.
-Déjate de rivalidades con GuiXian-.
Dijo Henry-. HanGeng, sube, os llevo a la casa y recojo al chico para que venga
a arreglarlo.
Después de que HanGeng estuviera de
nuevo subido en el coche, Henry arrancó y en silencio hicimos el resto del
camino. Tras atravesar más y más campos de arroz, por fin pudo verse en la
distancia la casa en la que vivía ZhouMi con sus sirvientes y a veces también
con su familia, aunque esta pasaba más tiempo fuera haciendo negocios, como la
mía.
En cuanto el coche se detuvo,
HanGeng bajó de él con mis maletas y se adentró rápidamente en la gran casa.
Mientras yo descendía del coche, el chico volvió a salir, esta vez acompañado
de otro chico al que sí conocía, LiXu[7].
-Bienvenido, Kim xiansheng-. Saludó
con una sonrisa amable-. Es un honor tenerlo aquí-. Hizo una reverencia de
90º-. Espero que su viaje haya sido bueno.
-Bueno no se puede decir que haya
sido-. Contesté-. Ya sabes que el mar y yo no nos llevamos bien-. Él sonrió
dulcemente-. Y el contratiempo del coche no mejoró mucho el viaje.
-Entonces espero que la estancia
aquí sea mucho mejor y cubra por completo los estragos del viaje.
-Eso espero-. LiXu asintió.
-Lo llevaré a su habitación, Kim
xiansheng-. Dijo HanGeng, que hasta ese momento se había mantenido al margen de
la conversación.
LiXu se alejó tras hacerme otra
reverencia y el chico comenzó a guiarme por los pasillos de aquella antigua
casa china hasta la habitación que siempre había ocupado cuando me hospedaba en
aquel lugar. En cuanto llegamos, deslizó el panel y me dejó paso, soltando mis
maletas en algún lugar, para luego retirarse haciendo una reverencia. Apenas
llevaba unos minutos en la habitación, cuando alguien apareció en el hueco de
la puerta.
-Kim xiansheng-. Me llamó un chico
que también conocía. LiTe[8],
se llamaba si recordaba bien- ZhouMi xiansheng lo espera en el patio-. Anunció
y yo asentí. Tras una reverencia, él se retiró.
Me dirigí entonces hacia el otro
panel de la habitación, tras el que se ocultaba la entrada al patio interior de
aquella casa. Lo deslicé, para poder salir al exterior. En cuanto lo hice,
encontré a ZhouMi, sentado en la tarima de madera, jugando al weiqi[9]
junto a un chico que tampoco conocía. Mi socio se percató de mi presencia al
momento, aun sin levantar su mirada del tablero del juego.
-Bienvenido, Kim HeeChul-. Saludó-.
Siéntate por aquí y disfruta de esta gran partida de weiqi, ShengMin[10]
es un gran jugador.
-Eso veo-. Comenté sentándome junto
a ellos-. Te está ganando.
-Es un digno rival-. Dijo-. Casi
tanto como GuiXian.
-Entonces es bastante bueno-.
Murmuré en el momento en el que mi socio hacía un movimiento que lo declaraba
como vencedor de aquella partida-. Aunque por lo visto no lo suficiente…
-ShengMin, puedes retirarte-. El
chico se levantó y se fue de allí. ZhouMi hizo un movimiento indicándome que me
sentara en el lugar que antes ocupaba el chico y así lo hice-. ¿Una partida?-.
Propuso y yo negué con la cabeza.
-Mejor no. No puedo competir
contigo, perdería estrepitosamente-. Contesté y él sonrió.
-Entonces, ¿comenzamos a hablar de
negocios?
Mis negocios seguían yendo tan bien
en China que me sorprendí. ZhouMi era fiel y buen socio. Al igual que nuestros
padres, anteriormente, nosotros habíamos hecho buenas migas y las relaciones no
eran para nada forzadas, como me ocurría en Corea con la familia Lee. El
pequeño de los hermanos, DongHae, hacía que mis estancias en aquella casa fuera
soportables, pero quién llevaba el negocio no era él, sino su hermano mayor,
HyukJae, y él, era un verdadero dolor de muelas.
Después de pasarme toda la tarde
hablando de negocios con ZhouMi, me propuso que nos relajásemos. Nos lo
merecíamos, más yo, después del viaje tan desastroso que había tenido. Así que,
una vez que alguno de los criados preparó nuestro baño, y tras la llegada de
Henry, sucio a más no poder, ya que al final había acabado ayudando en el
arreglo del coche, nos metimos en la relajante agua caliente y conversamos de
todo y nada a la vez.
Apenas llevaba un par de semanas en
la casa cuando ya me había enterado de todos y cada uno de los cotilleos del
lugar. La última vez que estuve en la casa también fue así, ya que aunque esta
era grande, las finas paredes no eran un buen aislante de conversaciones
secretas. No es que yo fuera cotilla, pero me gustaba saber qué era lo que se
cocía a mi alrededor.
Algunas cosas eras simples
nimiedades, sin embargo había otras que eran demasiado escabrosas o, ¿cómo
decirlo?, no muy agradables de saber, pero que aun así, merecían saberse. Me
enteré hablando por aquí y por allí con los criados de que ShengMin y HanGeng,
dos de los chicos nuevos, estaban en la casa en función de guardaespaldas, ya
que la casa había sido atacada un par de veces en aquel año. No eran buenos
tiempos.
A pesar de todo esto, pasaba todo el
tiempo que no ocupaba en los negocios con ZhouMi y Henry, ni intentando
enterarme de cosas, paseando por los hermosos jardines de la casa, sentado bajo
la sombra del naranjo del patio o yendo a la ciudad a mandar telegramas tanto a
Corea como a Estados Unidos. A veces, hacía todas estas cosas acompañado por el
callado HanGeng, que se unía a mí cuando menos lo esperaba y me hacía compañía
aunque no dijera muchas palabras, ya llenaba yo todos los silencios con mis
habladurías.
Una noche, en el baño, los tres
estuvimos cotilleando acerca de los temas amorosos de la casa, ya que tanto
hombre junto, a veces había roces; además, no teníamos mucho más de lo que
hablar. Hacía unos días que habíamos enviado un telegrama a Estados Unidos,
donde se encontraban en esos momentos nuestros padres y mi hermano menor, para
informarles que debían mover algunos hilos allí, así que mientras esperábamos
una respuesta afirmativa, no podíamos hacer mucho más.
Me enteré que YiXing estaba
enamorado en secreto de GuiXiang y por eso se llevaban a matar, porque no se
atrevía a decirle nada. También que LiTe tenía un amor en el puerto, no dijeron
si chica o chico, porque no lo sabían, pero supuse bien, que se trataba de una
persona que se dedicaba al placer. No hablaron de lo que había entre LiXu y
ShengMin, pero se veía a la legua lo que había, ya que uno gravitaba siempre en
torno al otro. Tampoco hizo falta que me confirmaran que ambos mantenían una
relación, esas miradas que se daban no eran miradas de amigos… y menos de
socios.
En un momento dado, ZhouMi se excusó
del baño alegando que se convertiría en una pasa si seguía allí dentro y Henry
lo siguió poco después. Una vez me quedé solo, suspiré y me sumergí lentamente
en el agua, ahora ya más tibia, para entrar en calor la parte superior de mi
cuerpo. Allí estuve bastante tiempo, mirando a la nada y pensando en nada,
hasta que el agua se quedó fría y tuve que salir.
En ello estaba cuando la puerta se
abrió de golpe y por ella entró HanGeng, medio desnudo. Ambos nos quedamos
estáticos unos momentos, mirándonos con los ojos abiertos como platos. Su
cuerpo era musculoso, muy bien formado y me encontré observándolo con descaro,
todavía desnudo. No recordé que estaba sin nada encima hasta que sentí su
mirada sobre mi cuerpo y lo vi mordiéndose el labio inferior.
-¿Pero qué…?-. Murmuré al salir de
mi estupefacción y rápidamente me metí bajo el agua de nuevo.
-Lo siento, lo siento-. Se inclinó
varias veces de una manera rápida y muy pronunciada-. No era mi intención, Kim
xiansheng-. Volvió a inclinarse varias veces bajo mi atenta mirada-. Yo… Henry
me dijo que ya podía utilizar el baño, que no había nadie dentro-. Se dio la
vuelta y salió-. Lo siento-. Lo volví a escuchar decir mientras se alejaba
corriendo por el pasillo, seguramente en busca de Henry para decirle unas
cuantas palabras.
Esa noche no pude dormir bien. En mi
cabeza parecía que solo había espacio para el momento en el que había aparecido
HanGeng en el baño. A la mañana siguiente, estaba en mi habitación mirando
algún que otro papel, pero no tenía cabeza para eso, todavía recordaba lo que
había pasado la noche anterior. Me estremecí nada más pensar en ello. Todavía
no sabía cómo iba a poder afrontar aquello.
De pronto, escuché algunos sonidos
en el patio, no eran muy fuertes, pero puesto que me encontraba en silencio los
pude oír perfectamente. Me levanté lentamente y me dirigí al panel que daba al
lugar, para deslizarlo y así poder ver
qué era lo que provocaba aquellos sonidos silbantes. En mitad de aquel lugar,
bajo el naranjo, se encontraba la causa de mi desvelo y de mi dolor de cabeza,
HanGeng.
Llevaba una larga vara en sus manos
y la movía de un lado a otro, lanzando golpes. Poco después, su cuerpo semidesnudo
acompañó a la vara, dando saltos, patadas y haciendo movimientos extraños con
este. Artes marciales, o algo así, se llamaba aquello que hacía, no lo sabía
con seguridad. Tampoco sabía cómo era cuando se hacía bien o mal, pero me
parecía que lo hacía bastante bien, con razón ZhouMi lo tenía allí como
guardaespaldas.
De repente, sentí un peso en mi
espalda y me tensé. No me esperaba algo tan repentino. Tenía que gritar, llamar
a HanGeng o a ShengMin, porque alguien extraño se había subido a mi espalda.
Sin embargo, cuando me dispuse a gritar, escuché una risa cantarina que no
podía ser más que de Henry y me relajé.
-Ya era hora-. Murmuró.
-¿Hora de qué?-. pregunté sin
entender a qué se refería y él rio.
-Su entrenamiento-. Aclaró-. Lleva
desde que llegaste a la casa sin entrenarse y siempre es un gran espectáculo.
-¿Gran espectáculo?
-Toda la casa se queda inactiva
mientras él entrena-. Dijo-. Si te fijas bien, verás cómo en cada puerta o
ventana que da a este patio, hay una o varias cabezas asomando.
No me hizo falta mucho tiempo para
asomar un poco más mi cabeza por la rendija y mirar alrededor. Tal y como Henry
decía, todas las actividades de la casa habían pasado a un segundo plano y
todos estaban observando al chico moverse de una manera impresionante en aquel
lugar.
-¿Celoso?-. Susurró el
norteamericano y yo negué con la cabeza. Aunque me molestaba un poco que todos
pudieran ver el torso del chico mientras el sudor lo iba perlando.
-¿Por qué debería estarlo?-.
Conseguí articular tras pasarme la lengua por mis resecos labios.
-Porque todos están viendo algo que
solo está reservado para tu disfrute personal…
En ese momento me giré rápidamente y
él se deslizó de mi espalda, cayendo al suelo con un golpe sordo. Antes de que
pudiera quejarse me coloqué sobre él y le tapé la boca con las manos para que
no pudiera emitir ruido alguno.
-Tú y yo todavía no hemos tenido una
charla con respecto a lo de ayer-. Le dije-. ¿Por qué tuviste que decirle que
fuera al baño cuando sabías perfectamente que yo estaba allí?
-Porque es obvio que os gustáis y
quería daros un empujoncito-. Contestó con una sonrisa.
-¿Y de dónde sacas esa idea tan
disparatada?-. Le pregunté encarando una ceja.
-De vuestros paseos a solas por los
jardines, de vuestras tardes a la sombra del naranjo, de vuestros días enteros
en la ciudad…
-Es un guardaespaldas.
-ShengMin también y se pasa el día
pegado a LiXu-. Suspiré y me levanté de su pequeño cuerpo.
-Vete antes de que me cabree de
verdad, enano-. Él se levantó y fue hacia la puerta, no sin antes girarse para
decirme unas últimas palabras que me enervaron de nuevo.
-Algún día me lo agradecerás.
Suspiré de nuevo y me asomé por
última vez al patio, para justo encontrarme con los ojos de HanGeng mirándome
fijamente, con una sonrisa en su rostro, respirando entrecortadamente por el
esfuerzo y con gotas de sudor recorriendo su torso desnudo. Tragué saliva de
cuando noté que comenzaba a acercarse a mí y sentí a mi corazón golpear
rápidamente contra mi pecho cuando sus pies tocaron la tarima de madera del
porche y se sentó en el suelo, tal y como yo estaba, frente a mí.
-¿Le ha gustado, Kim xiansheng?-. Me
preguntó.
-¿Qué debería gustarme?-. Dije
confundido.
-Mi entrenamiento-. Negué con la cabeza mientras
intentaba normalizar mi ritmo cardiaco, pero las gotas de sudor recorriendo su
cuello no me ayudaban a calmarlo-. Pues parecía que le gustaba o por lo menos a
mí me dio esa sensación.
Volví a negar y él sonrió de una
manera encantadora. Se puso de rodillas como si fuera a levantarse de aquella
tarima, sin embargo lo que hizo fue acercarse un poco más a mí y rozar con sus
labios mi mejilla. Después, se retiró rápidamente y con aquella sonrisa, se
alejó para seguir con su entrenamiento.
Durante unos segundos no pude hacer
ningún movimiento debido a la impresión, pero en cuanto pude hacerlo, la sangre
comenzó a hervirme y a colorearme las mejillas. Antes de que pudiera darse
cuenta de lo que me pasaba, cerré el panel de golpe, haciendo mucho ruido,
mientras murmuraba improperios.
Durante las siguientes semanas,
aunque intenté ignorarlo por completo, siempre se daban situaciones en las que
acabábamos quedándonos solos y en las que, cuando se despedía de mí, me daba un
pequeño beso en la mejilla y un apretón en la mano. Cuando hacía esto, mi
corazón se aceleraba y muchas veces me encontraba deseando que aquellos besos
en la mejilla dejaran de ser tan castos. Últimamente no me entendía a mí mismo.
Días después, estaba en mi
habitación, intentando concentrarme en algunos papeles que tenía que leer y
firmar si me convencía la oferta, pero no podía concentrarme. Por la mañana,
HanGeng se había despedido de mí, porque debía hacer algo en la ciudad, con un
beso en la comisura de los labios. Aquello me había descolocado tanto que,
horas después, todavía no me lo podía sacar de la cabeza. Me tumbé en el suelo
para intentar despejarme y apenas unos segundos después, el panel que daba al
pasillo se deslizó inesperadamente y en el hueco, apareció HanGeng respirando
entrecortado.
-¿Qué…?-. Comencé a preguntar, pero
él no me dejó terminar.
-Ha llegado un telegrama urgente
para usted de Estados Unidos y debe verlo inmediatamente.
Nada más escuchar estas palabras me
levanté corriendo del suelo y olvidándome de todo salí disparado hacia la sala
en donde me debía estar esperando el correo. Cuando llegué, me encontré a Henry
y ZhouMi en la habitación.
-¿Dónde está?-. Pregunté y ZhouMi me
entregó un papel. En ese momento comencé a leer en voz alta-. “La Bolsa de
Nueva York ha caído. Lo hemos perdido todo. Padre se ha suicidado. Quédate con
ZhouMi. KiBum.”
-Debería ir a América-. Murmuró
Henry después de que acabara mi lectura.
-Será lo mejor-. Secundó ZhouMi y el
chico salió de la habitación-. Puedes quedarte el tiempo que quieras-. Me dijo
y yo me negué a su oferta.
-Por ahora iré a Corea a intentar
que nuestros negocios no se hundan allí por la desconfianza que esto pueda
haber causado-. Él asintió.
-Sabes que aquí tienes una casa y
puedes volver cuando lo necesites, antes que socios somos amigos-. Asentí-.
Moveré algunos hilos para que aquí tampoco falle nada.
-Muchas gracias, ZhouMi-. Tras esto,
me despedí de él y volví a mi habitación, encontrando a HanGeng todavía allí.
-¿Qué ha pasado?-. Preguntó.
-Vuelvo a Corea-. Contesté y comencé
a guardar mis cosas para partir.
-No-. Lo oí susurrar-. No se vaya,
por favor-. Lo miré fijamente, pero no le respondí-. No se vaya-. Dio unos
pasos hacia mí-. No me deje-. Me envolvió entre sus brazos y yo me dejé. Aunque
no lo demostrara, porque no sabía cómo, estaba roto por dentro y sus brazos
estaban conteniendo mis pedazos-. No me deje.
-Debo irme.
-Lo amo-. Un escalofrío recorrió mi
cuerpo y HanGeng me apretó más contra él-. No se vaya-. Me miró con los ojos
vidriosos-. Lo amo.
Nada más decir esto, estampó sus
labios contra los míos. Al momento, le correspondí y el beso se tornó húmedo y
salado, por las lágrimas que escapaban de nuestros ojos.
-Debo irme…-. Volví a decir y lo
besé de nuevo-. Pero volveré.
Shanghái,
1932
Bajé del barco mareado. Odiaba aquel
medio de transporte, pero era en el que menos tardaba en llegar a mi destino.
Me quedé esperando en el muelle y unos minutos más tarde, un coche aparcó
frente a mí. Su conocido conductor bajó y me abrió la puerta para que subiera,
ayudándome con las maletas. En cuanto estuve subido, se sentó en el asiento del
conductor y arrancó de nuevo.
Una vez lejos de la bulliciosa
ciudad, detuvo el coche y se inclinó hacia mí rápidamente para besar mis labios
con desesperación y yo le respondí de igual forma. Cuando nos separamos, apenas
me quedaba aire para respirar.
-Todavía no puedo creer que esté
aquí-. Murmuró contra mis labios, acariciando mi mejilla, mirándome a los ojos
con devoción.
-Créelo…-. Susurré antes de besarlo
de nuevo-. He vuelto.