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viernes, 30 de agosto de 2013

Shanghai Romance

Shanghai Romance




Shanghái, 1929


Bajé de aquel barco mareado y verde como una lechuga. El viaje desde Corea no me había sentado nada bien y eso que no habían sido muchos días los que había tardado aquel transporte en atravesar el mar. Mientras bajaba por la pasarela intenté recobrarme y alzar mi cabeza, para que se notara que era de una distinguida familia, y también para buscar a aquella persona que supuestamente me llevaría hasta la casa en la que me hospedaría durante mi estancia en la ciudad y donde firmaría un gran negocio.

Busqué con la mirada a alguien que me fuera conocido entre todas las personas que había en el embarcadero, pero no logré hallar a nadie.

En cuanto pisé tierra firme, me hice a un lado, para no acabar arrastrado entre la marea humana, dejé mis pesadas maletas en el suelo -no estaba hecho para acarrear cosas de peso- y me dispuse a esperar.

Esperé y esperé.

El puerto se fue quedando poco a poco vacío y el sol fue descendiendo lentamente hacia su ocaso. La temperatura en aquel lugar comenzó a descender a una velocidad demasiado rápida para mi gusto, así que me abracé a mí mismo fuertemente para entrar en calor.

Ya era de noche cuando al fin aparecieron un par de muchachos vestidos con la ropa típica de aquel lugar. Me levanté de la maleta en la que hacía horas me había sentado y caminé hacia ellos con paso decidido, probablemente pudieran decirme algún lugar dónde poder hospedarme e indicarme. Pero antes de que me diera cuenta de lo que pasaba, ellos me apresaban y no me dejaban hacer ningún movimiento.

-Hermosa…-. Dijo uno de ellos rozando mi rostro con sus dedos. Le giré la cara y luego intenté morderle cuando él volvió a acercar su mano-. Vaya, tiene carácter-. Me agarró firmemente por la barbilla-. Me gusta.
-Nos darían un buen precio por ella-. Comentó el que me retenía por la espalda y yo pataleé para librarme del agarre, sin éxito alguno.
-No-. Contestó el otro mirándome fijamente y yo le escupí a la cara-. Será para mi propia diversión-. El miedo comenzó a invadirme el cuerpo. Aquellos dos tipos querían hacerme cosas malas y yo no podía librarme de ellos, eran demasiado fuertes.
-Soltadme-. Conseguí decir, pero ellos rieron-. ¡Ayuda!-. Grité.

De repente, el que estaba frente a mí cayó al suelo con una mueca entre dolor y sorpresa en su cara. Tras él, se encontraba un muchacho con la mano alzada a la altura en la que antes había estado la nuca del tipo y el ceño y los labios fruncidos.

-Suéltalo, ShiYuan[1]-. Dijo y el que estaba sujetándome dejó de hacerlo rápidamente-. Llévate a JianRen[2], no quiero veros cerca de este joven nunca más-. Su tono era muy autoritario y el chico hizo todo lo que le ordenó antes de salir corriendo, arrastrando a su compañero-. ¿Te encuentras bien?-. Me preguntó una vez ellos se perdieron de vista.
-Oh… eh… sí-. Contesté en mi idioma y luego me di cuenta de que él me había hablado primero en coreano-. ¿Cómo sabías que era coreano?-. Él sonrió durante un segundo y luego inclinó su cabeza y se echó al suelo rápidamente, postrándose a mis pies de rodillas.
-Lo siento mucho-. Dijo, ya en chino-. Tenía que haber venido a recogerlo hace mucho tiempo, pero el maldito invento con ruedas de occidente se estropeó y no sabía cómo arreglarlo, por lo que tuve que venir andando.
-¿Quién eres?-. Él levantó su cabeza del suelo y me miró con una gran sonrisa que me exasperó.
-Mi nombre es HanGeng. Soy el criado de ZhouMi xiansheng[3], con quien usted se viene a reunir para sus negocios-. Asentí convencido de su identidad ya que sólo nuestras familias sabían de mi viaje a Shanghái.
-Bien, levántate del suelo-. Le pedí y él lo hizo rápidamente-. Coge mis maletas y busquemos un lugar donde pasar la noche y mandar un telegrama a la casa de ZhouMi para avisarles del contratiempo que hemos sufrido.
-Sí, Kim xiansheng-. Contestó.

Fue hacia las maletas y las tomó, para luego comenzar a andar. Solté un suspiro y después lo seguí. Atravesamos las calles con aquella fría noche como testigo hasta llegar al lugar en el que podría mandar el telegrama a la casa de ZhouMi y avisarles de toda la situación.

El hombre que había en el lugar se sorprendió, ya que el aviso por telégrafo, por las noches, sólo era utilizado en casos de emergencia. Vi cómo HanGeng hablaba con él unos segundos en chino de una manera tan rápida que no pude entender nada y después se giró hacia mí con una sonrisa.

-Ya puede utilizar el telégrafo, Kim xiansheng.

Apenas tardé en escribir en aquella máquina, de forma concisa, lo que había sucedido y también pedir que a la mañana siguiente fueran a la ciudad a recogernos, ya que la casa de ZhouMi estaba alejada de esta. Salimos del lugar tras despedirnos del amable y regordete hombre y comenzamos a andar de nuevo por las solitarias calles.

-¿En qué lugar pasaremos la noche?-. Le pregunté. Él se quedó unos minutos en silencio mientras se detenía. Debía estar pensando en algún sitio dónde resguardarnos.
-Creo que hay tres opciones-. Contestó al final-. Una, dormir en la calle-. Negué con la cabeza a la primera opción-. Me lo temía-. Dijo con una sonrisa-. Dos, dormir en una casa de Placer-. Volví a negar. Tampoco me gustaba la idea de pasar la noche en un lugar como ese-. Es ese caso solo nos queda la opción número tres: ir a la casa de mis padres.
-Que así sea-. Le dije tras sopesar de nuevo todas las opciones.
-No es nada magnífico ni espectacular, solo una casa de trabajadores-. Comenzó mientras volvía a andar-. Pero tiene un techo bajo el que guarecerse.

Lo seguí de nuevo por las calles de aquella ciudad en auge, aunque desierta a esas horas, hasta que, tras unos minutos, él se detuvo frente a una casa. Esta era pequeña, destartalada, y en definitiva, nada parecida a lo que yo estaba acostumbrado.

Él abrió la puerta y entró, dejándome paso. Me quité mis zapatos occidentales y lo seguí por el estrecho pasillo hasta que deslizó un panel de papel que daba a una habitación. Entró a ella y dejó mis maletas en el suelo. Después, se giró hacia mí para hablarme.

-Le sacaré la cama y lo dejaré descansar tranquilo-. Anunció y fue hacia un armario empotrado para sacar las cosas.
-¿Quiénes eran los chicos de antes?-. Le pregunté al recordar que él los había llamado por sus nombres. Con todo lo que había pasado antes no había caído en preguntarle, pero ahora lo había recordado de pronto y no quería quedarme con la duda. Además, que supiera el nombre de aquellos maleantes no me dio mucha confianza.
-Antes eran amigos míos-. Contestó extendiendo en el suelo el futón-. Pero se fueron por el mal camino y me alejé de ellos para encontrar un buen trabajo y tener una buena vida-. Se giró hacia mí y me sonrió-. Ya está todo listo-. Se levantó del suelo y echó a andar hacia la puerta.
-Gracias-. Murmuré y él se detuvo un segundo. Asintió y tras hacer una reverencia, salió de la habitación. Me quité mis ropas occidentales para tumbarme sobre el poco blando colchón y quedarme dormido poco después.


Desperté cuando el sol ya entraba por la pequeña ventana de la habitación y rozó mi rostro con sus rayos. Me incorporé y salí de entre las sábanas para volver a vestirme. Cuando me estaba colocando la chaqueta, el panel que hacía de puerta de la habitación se deslizó y en el hueco apareció el chico que me había llevado hasta allí. HanGeng se llamaba si mi memoria no me fallaba.

-Buenos días, Kim xiansheng-. Saludó con una sonrisa-. ¿Ha dormido bien?
-He tenido noches peores-. Contesté y él asintió.
-Vendrá a recogernos Henry-. Comentó-. No tardará mucho en llegar.
-Me alegra oír eso.

Tras esta pequeña conversación, él recogió mis maletas y me guio de nuevo por los pasillos de la pequeña casa hasta llegar a una habitación en la que había una pequeña y baja mesa cuadrada, con varios cuencos con arroz y otras cosas. No fue el desayuno más suculento, ni tampoco más abundante de mi vida, pero fue suficiente y se lo agradecí a aquel chico, internamente, claro.

Después, salimos a la calle, en dirección a aquel lugar desde el cual la noche anterior había mandado el telegrama a la casa, ya que allí era donde les había indicado que nos recogieran. No tuvimos que esperar mucho tiempo, cuando Henry, el otro socio de ZhouMi, apareció montado en un coche que echaba un humo negro que no me hacía presagiar nada bueno.

-NiHao[4]-. Saludó alegremente en cuanto detuvo el coche frente a nosotros. Este hizo un ruido horroroso-. Subid-. El chico lo hizo rápidamente, arrastrando con él mis maletas, pero yo me quedé donde estaba, negándome a subir a aquella tartana-. Vamos, HeeChul, no seas supersticioso.
-No soy supersticioso-. Le contesté-. Tu coche no me da confianza-. Él sonrió intentando darme confianza, pero negué con mi cabeza.
-Este era el coche antiguo, es normal que haga ruidos raros-. Comentó-. El nuevo fue el que se le rompió ayer a HanGeng y aunque he dejado a YiXing[5] arreglándolo en el camino, no sé cómo pueda quedar, por eso he tenido que venir en esta antigualla.
-¿Te dejaste a YiXing arreglándolo?-. Preguntó el chico y Henry asintió-. Entonces dalo por perdido, YiXing es bastante manazas…
-No había nadie más disponible-. Murmuró Henry con un puchero, luego se giró hacia mí-. ¿Subes o no?
-Qué remedio…

En cuanto me senté en la parte trasera del coche, Henry arrancó y el coche volvió a hacer un ruido muy extraño que me asustó todavía más de lo que ya estaba, aunque nunca admitiría que estaba asustado, al menos no en voz alta. El automóvil comenzó a avanzar lentamente por las calles de la ciudad hasta que cogió un poco de velocidad. No mucho después de empezar la marcha, salimos a campo abierto, dejando atrás la ciudad y las novedosas fábricas.

El camino lo hicimos en silencio, aunque de vez en cuando, Henry intercambiaba un par de palabras con nosotros y luego volvía a atender a la vereda que era considerada camino principal. Cuando llevábamos un tiempo atravesando campos y campos de arroz, pude divisar un coche el margen del camino, con un chico arreglándolo, el tal YiXing, supuse. A ese chico tampoco lo conocía, debía ser nuevo, como HanGeng, ya que en mi anterior visita a aquella casa, ninguno de los dos estaba. Henry detuvo el coche junto al otro.

-¿Cómo vas, YiXing?- le preguntó y este bufó.
-Esto no tiene arreglo alguno, Henry xiansheng-. Al oír eso, HanGeng se bajó rápidamente del coche y comenzó a inspeccionar el automóvil estropeado.
-Sí que tiene arreglo-. Comentó tras unos minutos-. Sólo necesitamos a GuiXian[6] para arreglarlo.
-Yo puedo solo-. Dijo YiXing cruzándose de brazos, ofendido.
-Déjate de rivalidades con GuiXian-. Dijo Henry-. HanGeng, sube, os llevo a la casa y recojo al chico para que venga a arreglarlo.

Después de que HanGeng estuviera de nuevo subido en el coche, Henry arrancó y en silencio hicimos el resto del camino. Tras atravesar más y más campos de arroz, por fin pudo verse en la distancia la casa en la que vivía ZhouMi con sus sirvientes y a veces también con su familia, aunque esta pasaba más tiempo fuera haciendo negocios, como la mía.

En cuanto el coche se detuvo, HanGeng bajó de él con mis maletas y se adentró rápidamente en la gran casa. Mientras yo descendía del coche, el chico volvió a salir, esta vez acompañado de otro chico al que sí conocía, LiXu[7].

-Bienvenido, Kim xiansheng-. Saludó con una sonrisa amable-. Es un honor tenerlo aquí-. Hizo una reverencia de 90º-. Espero que su viaje haya sido bueno.
-Bueno no se puede decir que haya sido-. Contesté-. Ya sabes que el mar y yo no nos llevamos bien-. Él sonrió dulcemente-. Y el contratiempo del coche no mejoró mucho el viaje.
-Entonces espero que la estancia aquí sea mucho mejor y cubra por completo los estragos del viaje.
-Eso espero-. LiXu asintió.
-Lo llevaré a su habitación, Kim xiansheng-. Dijo HanGeng, que hasta ese momento se había mantenido al margen de la conversación.

LiXu se alejó tras hacerme otra reverencia y el chico comenzó a guiarme por los pasillos de aquella antigua casa china hasta la habitación que siempre había ocupado cuando me hospedaba en aquel lugar. En cuanto llegamos, deslizó el panel y me dejó paso, soltando mis maletas en algún lugar, para luego retirarse haciendo una reverencia. Apenas llevaba unos minutos en la habitación, cuando alguien apareció en el hueco de la puerta.

-Kim xiansheng-. Me llamó un chico que también conocía. LiTe[8], se llamaba si recordaba bien- ZhouMi xiansheng lo espera en el patio-. Anunció y yo asentí. Tras una reverencia, él se retiró.

Me dirigí entonces hacia el otro panel de la habitación, tras el que se ocultaba la entrada al patio interior de aquella casa. Lo deslicé, para poder salir al exterior. En cuanto lo hice, encontré a ZhouMi, sentado en la tarima de madera, jugando al weiqi[9] junto a un chico que tampoco conocía. Mi socio se percató de mi presencia al momento, aun sin levantar su mirada del tablero del juego.

-Bienvenido, Kim HeeChul-. Saludó-. Siéntate por aquí y disfruta de esta gran partida de weiqi, ShengMin[10] es un gran jugador.
-Eso veo-. Comenté sentándome junto a ellos-. Te está ganando.
-Es un digno rival-. Dijo-. Casi tanto como GuiXian.
-Entonces es bastante bueno-. Murmuré en el momento en el que mi socio hacía un movimiento que lo declaraba como vencedor de aquella partida-. Aunque por lo visto no lo suficiente…
-ShengMin, puedes retirarte-. El chico se levantó y se fue de allí. ZhouMi hizo un movimiento indicándome que me sentara en el lugar que antes ocupaba el chico y así lo hice-. ¿Una partida?-. Propuso y yo negué con la cabeza.
-Mejor no. No puedo competir contigo, perdería estrepitosamente-. Contesté y él sonrió.
-Entonces, ¿comenzamos a hablar de negocios?


Mis negocios seguían yendo tan bien en China que me sorprendí. ZhouMi era fiel y buen socio. Al igual que nuestros padres, anteriormente, nosotros habíamos hecho buenas migas y las relaciones no eran para nada forzadas, como me ocurría en Corea con la familia Lee. El pequeño de los hermanos, DongHae, hacía que mis estancias en aquella casa fuera soportables, pero quién llevaba el negocio no era él, sino su hermano mayor, HyukJae, y él, era un verdadero dolor de muelas.

Después de pasarme toda la tarde hablando de negocios con ZhouMi, me propuso que nos relajásemos. Nos lo merecíamos, más yo, después del viaje tan desastroso que había tenido. Así que, una vez que alguno de los criados preparó nuestro baño, y tras la llegada de Henry, sucio a más no poder, ya que al final había acabado ayudando en el arreglo del coche, nos metimos en la relajante agua caliente y conversamos de todo y nada a la vez.


Apenas llevaba un par de semanas en la casa cuando ya me había enterado de todos y cada uno de los cotilleos del lugar. La última vez que estuve en la casa también fue así, ya que aunque esta era grande, las finas paredes no eran un buen aislante de conversaciones secretas. No es que yo fuera cotilla, pero me gustaba saber qué era lo que se cocía a mi alrededor.

Algunas cosas eras simples nimiedades, sin embargo había otras que eran demasiado escabrosas o, ¿cómo decirlo?, no muy agradables de saber, pero que aun así, merecían saberse. Me enteré hablando por aquí y por allí con los criados de que ShengMin y HanGeng, dos de los chicos nuevos, estaban en la casa en función de guardaespaldas, ya que la casa había sido atacada un par de veces en aquel año. No eran buenos tiempos.

A pesar de todo esto, pasaba todo el tiempo que no ocupaba en los negocios con ZhouMi y Henry, ni intentando enterarme de cosas, paseando por los hermosos jardines de la casa, sentado bajo la sombra del naranjo del patio o yendo a la ciudad a mandar telegramas tanto a Corea como a Estados Unidos. A veces, hacía todas estas cosas acompañado por el callado HanGeng, que se unía a mí cuando menos lo esperaba y me hacía compañía aunque no dijera muchas palabras, ya llenaba yo todos los silencios con mis habladurías.


Una noche, en el baño, los tres estuvimos cotilleando acerca de los temas amorosos de la casa, ya que tanto hombre junto, a veces había roces; además, no teníamos mucho más de lo que hablar. Hacía unos días que habíamos enviado un telegrama a Estados Unidos, donde se encontraban en esos momentos nuestros padres y mi hermano menor, para informarles que debían mover algunos hilos allí, así que mientras esperábamos una respuesta afirmativa, no podíamos hacer mucho más.

Me enteré que YiXing estaba enamorado en secreto de GuiXiang y por eso se llevaban a matar, porque no se atrevía a decirle nada. También que LiTe tenía un amor en el puerto, no dijeron si chica o chico, porque no lo sabían, pero supuse bien, que se trataba de una persona que se dedicaba al placer. No hablaron de lo que había entre LiXu y ShengMin, pero se veía a la legua lo que había, ya que uno gravitaba siempre en torno al otro. Tampoco hizo falta que me confirmaran que ambos mantenían una relación, esas miradas que se daban no eran miradas de amigos… y menos de socios.

En un momento dado, ZhouMi se excusó del baño alegando que se convertiría en una pasa si seguía allí dentro y Henry lo siguió poco después. Una vez me quedé solo, suspiré y me sumergí lentamente en el agua, ahora ya más tibia, para entrar en calor la parte superior de mi cuerpo. Allí estuve bastante tiempo, mirando a la nada y pensando en nada, hasta que el agua se quedó fría y tuve que salir.

En ello estaba cuando la puerta se abrió de golpe y por ella entró HanGeng, medio desnudo. Ambos nos quedamos estáticos unos momentos, mirándonos con los ojos abiertos como platos. Su cuerpo era musculoso, muy bien formado y me encontré observándolo con descaro, todavía desnudo. No recordé que estaba sin nada encima hasta que sentí su mirada sobre mi cuerpo y lo vi mordiéndose el labio inferior.

-¿Pero qué…?-. Murmuré al salir de mi estupefacción y rápidamente me metí bajo el agua de nuevo.
-Lo siento, lo siento-. Se inclinó varias veces de una manera rápida y muy pronunciada-. No era mi intención, Kim xiansheng-. Volvió a inclinarse varias veces bajo mi atenta mirada-. Yo… Henry me dijo que ya podía utilizar el baño, que no había nadie dentro-. Se dio la vuelta y salió-. Lo siento-. Lo volví a escuchar decir mientras se alejaba corriendo por el pasillo, seguramente en busca de Henry para decirle unas cuantas palabras.


Esa noche no pude dormir bien. En mi cabeza parecía que solo había espacio para el momento en el que había aparecido HanGeng en el baño. A la mañana siguiente, estaba en mi habitación mirando algún que otro papel, pero no tenía cabeza para eso, todavía recordaba lo que había pasado la noche anterior. Me estremecí nada más pensar en ello. Todavía no sabía cómo iba a poder afrontar aquello.

De pronto, escuché algunos sonidos en el patio, no eran muy fuertes, pero puesto que me encontraba en silencio los pude oír perfectamente. Me levanté lentamente y me dirigí al panel que daba al lugar, para deslizarlo  y así poder ver qué era lo que provocaba aquellos sonidos silbantes. En mitad de aquel lugar, bajo el naranjo, se encontraba la causa de mi desvelo y de mi dolor de cabeza, HanGeng.

Llevaba una larga vara en sus manos y la movía de un lado a otro, lanzando golpes. Poco después, su cuerpo semidesnudo acompañó a la vara, dando saltos, patadas y haciendo movimientos extraños con este. Artes marciales, o algo así, se llamaba aquello que hacía, no lo sabía con seguridad. Tampoco sabía cómo era cuando se hacía bien o mal, pero me parecía que lo hacía bastante bien, con razón ZhouMi lo tenía allí como guardaespaldas.

De repente, sentí un peso en mi espalda y me tensé. No me esperaba algo tan repentino. Tenía que gritar, llamar a HanGeng o a ShengMin, porque alguien extraño se había subido a mi espalda. Sin embargo, cuando me dispuse a gritar, escuché una risa cantarina que no podía ser más que de Henry y me relajé.

-Ya era hora-. Murmuró.
-¿Hora de qué?-. pregunté sin entender a qué se refería y él rio.
-Su entrenamiento-. Aclaró-. Lleva desde que llegaste a la casa sin entrenarse y siempre es un gran espectáculo.
-¿Gran espectáculo?
-Toda la casa se queda inactiva mientras él entrena-. Dijo-. Si te fijas bien, verás cómo en cada puerta o ventana que da a este patio, hay una o varias cabezas asomando.

No me hizo falta mucho tiempo para asomar un poco más mi cabeza por la rendija y mirar alrededor. Tal y como Henry decía, todas las actividades de la casa habían pasado a un segundo plano y todos estaban observando al chico moverse de una manera impresionante en aquel lugar.

-¿Celoso?-. Susurró el norteamericano y yo negué con la cabeza. Aunque me molestaba un poco que todos pudieran ver el torso del chico mientras el sudor lo iba perlando.
-¿Por qué debería estarlo?-. Conseguí articular tras pasarme la lengua por mis resecos labios.
-Porque todos están viendo algo que solo está reservado para tu disfrute personal…

En ese momento me giré rápidamente y él se deslizó de mi espalda, cayendo al suelo con un golpe sordo. Antes de que pudiera quejarse me coloqué sobre él y le tapé la boca con las manos para que no pudiera emitir ruido alguno.

-Tú y yo todavía no hemos tenido una charla con respecto a lo de ayer-. Le dije-. ¿Por qué tuviste que decirle que fuera al baño cuando sabías perfectamente que yo estaba allí?
-Porque es obvio que os gustáis y quería daros un empujoncito-. Contestó con una sonrisa.
-¿Y de dónde sacas esa idea tan disparatada?-. Le pregunté encarando una ceja.
-De vuestros paseos a solas por los jardines, de vuestras tardes a la sombra del naranjo, de vuestros días enteros en la ciudad…
-Es un guardaespaldas.
-ShengMin también y se pasa el día pegado a LiXu-. Suspiré y me levanté de su pequeño cuerpo.
-Vete antes de que me cabree de verdad, enano-. Él se levantó y fue hacia la puerta, no sin antes girarse para decirme unas últimas palabras que me enervaron de nuevo.
-Algún día me lo agradecerás.

Suspiré de nuevo y me asomé por última vez al patio, para justo encontrarme con los ojos de HanGeng mirándome fijamente, con una sonrisa en su rostro, respirando entrecortadamente por el esfuerzo y con gotas de sudor recorriendo su torso desnudo. Tragué saliva de cuando noté que comenzaba a acercarse a mí y sentí a mi corazón golpear rápidamente contra mi pecho cuando sus pies tocaron la tarima de madera del porche y se sentó en el suelo, tal y como yo estaba, frente a mí.

-¿Le ha gustado, Kim xiansheng?-. Me preguntó.
-¿Qué debería gustarme?-. Dije confundido.
-Mi entrenamiento-. Negué con la cabeza mientras intentaba normalizar mi ritmo cardiaco, pero las gotas de sudor recorriendo su cuello no me ayudaban a calmarlo-. Pues parecía que le gustaba o por lo menos a mí me dio esa sensación.

Volví a negar y él sonrió de una manera encantadora. Se puso de rodillas como si fuera a levantarse de aquella tarima, sin embargo lo que hizo fue acercarse un poco más a mí y rozar con sus labios mi mejilla. Después, se retiró rápidamente y con aquella sonrisa, se alejó para seguir con su entrenamiento.

Durante unos segundos no pude hacer ningún movimiento debido a la impresión, pero en cuanto pude hacerlo, la sangre comenzó a hervirme y a colorearme las mejillas. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que me pasaba, cerré el panel de golpe, haciendo mucho ruido, mientras murmuraba improperios.


Durante las siguientes semanas, aunque intenté ignorarlo por completo, siempre se daban situaciones en las que acabábamos quedándonos solos y en las que, cuando se despedía de mí, me daba un pequeño beso en la mejilla y un apretón en la mano. Cuando hacía esto, mi corazón se aceleraba y muchas veces me encontraba deseando que aquellos besos en la mejilla dejaran de ser tan castos. Últimamente no me entendía a mí mismo.


Días después, estaba en mi habitación, intentando concentrarme en algunos papeles que tenía que leer y firmar si me convencía la oferta, pero no podía concentrarme. Por la mañana, HanGeng se había despedido de mí, porque debía hacer algo en la ciudad, con un beso en la comisura de los labios. Aquello me había descolocado tanto que, horas después, todavía no me lo podía sacar de la cabeza. Me tumbé en el suelo para intentar despejarme y apenas unos segundos después, el panel que daba al pasillo se deslizó inesperadamente y en el hueco, apareció HanGeng respirando entrecortado.

-¿Qué…?-. Comencé a preguntar, pero él no me dejó terminar.
-Ha llegado un telegrama urgente para usted de Estados Unidos y debe verlo inmediatamente.

Nada más escuchar estas palabras me levanté corriendo del suelo y olvidándome de todo salí disparado hacia la sala en donde me debía estar esperando el correo. Cuando llegué, me encontré a Henry y ZhouMi en la habitación.

-¿Dónde está?-. Pregunté y ZhouMi me entregó un papel. En ese momento comencé a leer en voz alta-. “La Bolsa de Nueva York ha caído. Lo hemos perdido todo. Padre se ha suicidado. Quédate con ZhouMi. KiBum.”
-Debería ir a América-. Murmuró Henry después de que acabara mi lectura.
-Será lo mejor-. Secundó ZhouMi y el chico salió de la habitación-. Puedes quedarte el tiempo que quieras-. Me dijo y yo me negué a su oferta.
-Por ahora iré a Corea a intentar que nuestros negocios no se hundan allí por la desconfianza que esto pueda haber causado-. Él asintió.
-Sabes que aquí tienes una casa y puedes volver cuando lo necesites, antes que socios somos amigos-. Asentí-. Moveré algunos hilos para que aquí tampoco falle nada.
-Muchas gracias, ZhouMi-. Tras esto, me despedí de él y volví a mi habitación, encontrando a HanGeng todavía allí.
-¿Qué ha pasado?-. Preguntó.
-Vuelvo a Corea-. Contesté y comencé a guardar mis cosas para partir.
-No-. Lo oí susurrar-. No se vaya, por favor-. Lo miré fijamente, pero no le respondí-. No se vaya-. Dio unos pasos hacia mí-. No me deje-. Me envolvió entre sus brazos y yo me dejé. Aunque no lo demostrara, porque no sabía cómo, estaba roto por dentro y sus brazos estaban conteniendo mis pedazos-. No me deje.
-Debo irme.
-Lo amo-. Un escalofrío recorrió mi cuerpo y HanGeng me apretó más contra él-. No se vaya-. Me miró con los ojos vidriosos-. Lo amo.

Nada más decir esto, estampó sus labios contra los míos. Al momento, le correspondí y el beso se tornó húmedo y salado, por las lágrimas que escapaban de nuestros ojos.

-Debo irme…-. Volví a decir y lo besé de nuevo-. Pero volveré.



Shanghái, 1932


Bajé del barco mareado. Odiaba aquel medio de transporte, pero era en el que menos tardaba en llegar a mi destino. Me quedé esperando en el muelle y unos minutos más tarde, un coche aparcó frente a mí. Su conocido conductor bajó y me abrió la puerta para que subiera, ayudándome con las maletas. En cuanto estuve subido, se sentó en el asiento del conductor y arrancó de nuevo.

Una vez lejos de la bulliciosa ciudad, detuvo el coche y se inclinó hacia mí rápidamente para besar mis labios con desesperación y yo le respondí de igual forma. Cuando nos separamos, apenas me quedaba aire para respirar.

-Todavía no puedo creer que esté aquí-. Murmuró contra mis labios, acariciando mi mejilla, mirándome a los ojos con devoción.
-Créelo…-. Susurré antes de besarlo de nuevo-. He vuelto.







[1] ShiYuan: Nombre chino de SiWon.
[2] JianRen: Nombre chino de KangIn.
[3] Xiansheng: Señor en chino.
[4] NiHao: Hola en chino.   
[5] YiXing: Nombre chino de YeSung.
[6] GuiXian: Nombre chino de KyuHyun.
[7] LiXu: Nombre chino de RyeoWook.
[8] LiTe: Nombre chino de LeeTeuk.
[9] Weiqi: Juego tradicional chino. Más información Aquí.
[10] ShengMin: Nombre chino de SungMin.

viernes, 7 de junio de 2013

Lady HeeHee? Are You Fucking Kidding Me?



Lady HeeHee? Are You Fucking Kidding Me?



   Había ido al Super Show 3. Aunque no podía cantar por aquel problemilla que tenía con la agencia, sí que podía ir a ver a mis amigos, a mis compañeros y a mi novio. Todo el concierto se desarrolló genial, las ELFs cantaban y gritaban como locas, y los chicos daban todo de sí mismos para que todo resultara perfecto. Me encantó cómo quedaba, hasta que de repente, cuando a mi novio le tocaba hacer su solo, escuché una música que me hizo temerme lo peor.

   Él salió desde el suelo, cantando Poker Face – Lady Gaga, vestido de ella, con una falda demasiado corta que mostraba a todo el mundo sus hermosas piernas, unas medias de rejilla negras y unas botas. A cualquiera le hubiera dificultado caminar esa minifalda, pero él se movía y se contoneaba como “la mujer que era”. Mi cara fue de poema en esos momentos. Por un lado, me estaba poniendo de una manera que casi ni sabía que me pudiera poner, y por otro lado, sólo quería que se tapase un poco.

   En cuanto desapareció del escenario, me dirigí al lugar en el que se suponía, debía de estar, y allí lo encontré. Tenía diez minutos para hacerle el amor como un loco, porque después, tendría que salir de nuevo al escenario. Me acerqué a él rápidamente y él, al girarse y verme, me dirigió una sonrisa.

   -¿Te ha gustado mi actuación, Hannie?- preguntó, yo lo abracé fuertemente contra mi cuerpo, dirigiéndolo casi sin que se diera cuenta hacia un lugar oscuro de todo aquel entramado de debajo del escenario, para que nadie nos viera ni molestara- parece que sí te ha gustado- murmuró divertido.
   -Hagámoslo- dije solo y noté cómo su cuerpo se tensaba al yo empezar a saborear la piel perlada de sudor de su cuello.
   -Oh, no, Hannie- intentó apartarme, pero yo era más fuerte que él, mucho más fuerte- en un cuarto de hora tengo que estar allí arriba- dijo para intentar convencerme.
   -En diez minutos vas a estar clamando por más- susurré y lo empotré contra una de las paredes.

   Afuera se escuchaba todo el jaleo del concierto, mientras yo le subía la falda hasta la cintura y le rajaba las medias. Me encontré con unos boxers negros que apretaban su pene de una manera que me excitó mucho y los aparté, dejando su miembro al descubierto, y su entrada rogando porque se la metiera. Lo toqué rápidamente, hasta que estuvo duro del todo y luego, me saqué mi miembro de mis pantalones. No estaba muy erecto, pero ya se pondría mejor dentro de su cuerpo.

   Lo hice agarrarse con sus largas y hermosas piernas a mi cintura, y con mi mano, guie a mi pene hacia su entrada. No lo había preparado, ni falta que hacía, esa mañana ya habíamos tenido nuestra ración de sexo y estaba perfectamente preparado para mí. Me introduje en su interior y comencé a embestir, muy rápidamente desde el principio, apenas nos quedaban unos momentos para que él tuviera que salir al escenario.

   A la vez que lo embestía, una de mis manos maltrataba su miembro, para hacerlo gemir y suspirar mi nombre, al principio en mi oído, pero cuando atrapé sus labios, lo hizo dentro de mi boca, mientras jugueteaba con mi lengua y la mordía. Él se corrió, y después de unas cuantas embestidas más, y de apretones de su trasero por los temblores de su orgasmo, me corrí yo en su interior. Nos quedamos un momentos así, juntos, disfrutando, pero todo el momento se fue a la mierda cuando una voz demasiado conocida comenzó a llamarlo.

   -Heenim hyung, ¿dónde estás?- gritaba como loco ese caballo impertinente que siempre tenía que interrumpirnos.

   Salí de su interior y dejé sus piernas sobre el suelo. Me acomodé mi miembro dentro de mis pantalones y luego me limpié un poco la camisa, que había quedado pringada con su semen. Él mientras, se colocó de nuevo sus boxers y se bajó la falda, con las medias no había reparo posible, así que, sencillamente las acabó por romper y las llevó entre sus manos. Me acerqué a él y le di un excitante beso que lo dejó jadeando y con ganas de más, pero yo lo empujé fuera de aquel lugar, para que no perdiera más tiempo.

   Justo en el momento en el que salía de allí, se encontró con SiWon, que se lo llevó a rastras del lugar para que se cambiara rápidamente y volviera a salir al escenario. Esperé unos minutos, y luego salí, para volver a ser el espectador de aquel concierto que tanto me estaba gustando.

   Cuando el concierto terminó, todos se ducharon, se cambiaron y luego se montaron en diversos coches para poder llegar al hotel. Yo también me monté con ellos, de todas maneras, aún formaba parte de Super Junior. HeeChul iba dormido, recargando su cabeza en mi hombro, de una manera tan tierna, que a muchos de los miembros del grupo les extrañó, pero que a mí, sólo me enterneció, porque solo él podía ser tierno, una bitch, y excitante.

   Lo cargué como la princesa que era hasta la habitación que compartíamos, ya que no había habido manera de despertarlo. Nada más entrar al lugar, sus ojos se abrieron y vi ese brillo juguetón que tanto me gustaba en él. La muy bitch se había hecho el dormido, pero en realidad no lo estaba, y en ese descuido, me tumbó sobre la cama y él se me sentó encima.

   -Eres un salvaje- me dijo y yo sonreí malicioso.
   -Y lo que te gusta a ti que lo sea- contesté, él se encogió de hombros y sonrió.
   -Y a ti lo que te pone que me vista de mujer…- respondió. (N.A.: Ya sabréis a lo que me refiero cuando llegue el cumple de HeeChul y leáis “Babo”)
   -Porque estás más guapo que nunca en esos momentos- HeeChul rió complacido.
   -¿Sabes? Las fans me han llamado Lady HeeHee- alcé una ceja incrédulo- ¿no te gusta?- negué con la cabeza- pues a mí sí me gusta.
   -No me jodas, HeeChul.
   -No, me jodes tú a mí, pero si quieres que volvamos a cambiar…- se acercó a mí peligrosamente y yo lo aparté.
   -Déjalo, no necesito que lo hagas otra vez- dije recordando aquella vez. (N.A.: Lo entenderéis si habéis leído “Intercambio de Poderes”)
   -Entonces… ¿te gusta que me llamen Lady HeeHee?- me encogí de hombros y lo arrastré a la cama, dejándolo debajo de mi cuerpo.
   -Por mí que te llamen lo que les dé la real gana, porque de todas maneras, serás MI Lady HeeHee- y comencé a besar su cuerpo.
   -¿Todavía tienes pilas para otro?- preguntó.
   -Y las que me quedan…





viernes, 3 de mayo de 2013

Las 15 Cosas que me Enamoraron de Kim HeeChul


Las 15 Cosas que me Enamoraron de Kim HeeChul


   Mi nombre es HanGeng, y por ahora, soy el único miembro chino reconocido en el grupo Super Junior, puesto que ZhouMi y Henry sólo tienen actividades en la sub-unidad Super Junior-M y promocionan normalmente en China. Soy una persona tímida y agradecida, que respeta a los demás cuando ellos me respetan a mí, y también, por último, aunque no por eso menos importante, ya que cambió mi vida, soy homosexual, y estoy irremediablemente enamorado de mi raro y extravagante hyung, Kim HeeChul.

   ¿Cómo puede ser eso posible? Eso es lo que seguramente todos os estáis preguntando, así que os responderé. Yo al principio también pensaba igual, no lo tenía muy claro, eran sobre todo dudas lo que tenía en la cabeza, pero ahora, aunque sea ahora, me he dado cuenta de que es lo que siento por él y todo lo que me enamoró, está en esta lista.

   Las 15 Cosas que me Enamoraron de Kim HeeChul:

1.    Su apariencia delicada, casi como la de una hermosa mujer.
2.    Su carácter y su lengua viperina.
3.    Su, aunque la tiene muy escondida, timidez ante algunas situaciones.
4.    Su bipolaridad típica de su sangre AB.
5.    Su cuidada imagen de tipo duro y prepotente aunque realmente fuera una persona encantadora.
6.    Su fortaleza ante la adversidad.
7.    Su ternura con sus dongsaengs.
8.    Su esfuerzo por hacerlo mejor cada día.
9.    Su hacerse querer, incluso entre personas que anteriormente lo odiaran.
10.  Sus ideas claras.
11.  Sus intentos encubiertos de ayuda a los demás para no parecer débil.
12.  Su bondad.
13.  Su particular manera de llamar la atención pasando de todo y de todos.
14.  Su gusto implacable y personal a la hora de vestir.
15.  Su manía por compararnos a todos y cada uno de nosotros con cualquier cosa que se le viniera a la mente, como animales o personajes de las películas Disney.

   Por estas 15 razones, me enamoré de él, aunque pueda parecer raro o malo, pero lo peor, es que no me di cuenta de esto antes, no me di cuenta hasta este momento. Dejé la lista bajo su almohada y suspiré, a partir de ahora tendría que cambiar mi presentación, porque desde este momento ya no hay ningún miembro chino reconocido en Super Junior, aunque sigue habiendo dos en la sub-unidad, Super Junior-M.

   Te amo, Kim HeeChul, por estas quince cosas y por mil más que te hacen único. Adiós.



sábado, 9 de febrero de 2013

Don't Leave Me Again


Don’t Leave Me Again


   Llamaron a la puerta de la habitación del hotel en el que me hospedaba y me levanté lentamente de la cama, cansado, para abrir.

   -¿Quién cojones es ahora?- murmuré hastiado. Los enanos me habían estado dando la lata toda la tarde, yendo de un lado a otro y estaba harto.

   Abrí la puerta para quedarme paralizado al ver a la persona que estaba ante mí. No podía creerlo… él… él… Noté cómo mi vista se nublaba por las lágrimas que comenzaban a aguar mis ojos. Alargué mis manos hacia su rostro lentamente, y cuando sentí su suave piel en contacto con ellas, las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos en cascada, una tras otra. Él colocó sus manos sobre las mías y las apretó suavemente mientras esbozaba una sonrisa tímida. No podía creer que él estuviera allí, no podía creerlo, no podía. Comencé a mover mis manos sobre su rostro, palpando cada rincón a mi alcance.

   -¿Hannie?- susurré- ¿de verdad eres tú?
   -Sí, soy yo- apartó delicadamente mis manos de su cara y las sujetó con una de las suyas, mientras con la otra, limpiaba las lágrimas que caían por mi rostro- soy yo.

   Lo miré a los ojos, y, titubeando, me abracé a él delicadamente, cómo si, sino lo apretaba más fuerte contra mí, fuera a desaparecer, y lloré sobre su hombro durante mucho rato. Ni siquiera noté cómo me guiaba poco a poco hacia dentro de la habitación, ni cuando cerraba la puerta de ésta para que nadie nos viera. Sólo reaccioné un poco cuando noté sus manos sobre mis caderas, apretándolas firmemente.

   -Chul…- lo escuché susurrar y alcé mi cabeza- lo siento tanto…- él iba a seguir hablando, pero lo callé, tapando su boca con mi mano, sintiendo la suavidad y calidez de sus labios bajo mis dedos.
   -No… no… hables…- él asintió y yo volví a rodearlo con mis brazos. Necesitaba sentir que su calor me envolvía después de tanto tiempo. Extrañaba su cuerpo, sus profundos ojos, sus labios suaves, su personalidad, lo extrañaba todo de él, y lo necesitaba tanto…

   No sé cuánto tiempo pasé con él, abrazándolo nada más, sólo sé que mecido por sus brazos, mis ojos comenzaban a cerrarse y el sueño empezaba a invadir mi cuerpo.

   -Te extrañaba tanto- susurré sin poder aguantarme estas palabras.
   -Yo también te he echado muchísimo de menos- murmuró en mi oído.

   Su cálido aliento en esa parte tan sensible hizo estragos en mi cuerpo, provocándome un escalofrío que me recorrió la espina dorsal y me hizo temblar en sus brazos. Llevar tanto tiempo sin estar a su lado, hacía que mi cuerpo reaccionase de una manera exagerada a sus acciones.

   -Sigo queriéndote tanto- me acarició mi mejilla con la suya, rozándolas suavemente mientras seguía hablando- HeeChul… te amo tanto…- alcé mi cabeza para admirar el rostro sincero que tenía delante y llevé mis manos a sus mejillas- lo siento…- cerró los ojos, y una lágrima descendió de su ojo derecho, yendo a parar a mi mano- lo siento muchísimo…- abrió sus ojos para mirarme fijamente- ¿algún día podrás perdonarme?- asentí con la cabeza levemente.
   -Con una condición- él no pareció sorprenderse por lo que yo le había dicho.
   -La que sea- contestó simplemente.
   -No me dejes otra vez- pedí.
   -No lo haré.

   Lentamente salvé la distancia que separaba nuestros labios y lo besé dulcemente, apenas un pequeño roce, como el del ala de una mariposa, un leve contacto para sellar una promesa que no se rompería nunca. Nunca.