Título:
Falling for an Angel
Autora:
Riz Aino
Pareja:
JiHan (JeongHan + Joshua) (SEVENTEEN)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, romance, drama
Número de palabras:
1.196 palabras
Resumen:
un hermoso ángel se presentó ante JiSoo en su camino, un ángel que le hizo
replantearse demasiadas cosas en su vida.
Notas:
one shot escrito para María, otra vez, sí, que me pidió muchas cositas de
SEVENTEEN.
Comentario de autora:
es el primer JiHan que escribo y no sé si ha quedado del todo como yo quería,
pero la idea me gustó muchísimo y he intentado que fuera al menos algo bonito
de leer. Espero que os guste.
Falling for
an Angel
JiSoo se dejó caer sobre el estrecho y duro
camastro en el que se había acostumbrado a dormir en los últimos meses lanzando
un suspiro al aire y cerrando sus ojos. No podía creerse lo que le había
ocurrido aquella tarde mientras había ido al centro a hacer unos mandados para
la comunidad... todavía no podía asimilarlo… pero había conocido a un ángel. Su
corazón comenzó a latir dentro de su pecho rápidamente, como si acabara de
recorrer demasiada distancia en pocos segundos y su mente no dejó de enviarle
diferentes imágenes de aquel con el que se había encontrado en su camino.
El chico siempre había tenido mucha fe, su
creencia en que Dios siempre estaba con él y en que todo lo malo tenía una
explicación o un motivo había sido su soporte durante demasiados años, por eso
había decidido comenzar a estudiar en el único seminario religioso de su ciudad
y, por eso también, creía firmemente que la persona con quien se había
encontrado por casualidad aquella tarde debía de ser un ángel. Su cabello largo
y plateado, su hermosa sonrisa, su rostro esculpido por el mismísimo Miguel
Ángel… una criatura tan perfecta no podía existir de por sí en la Tierra.
¿Pero por qué ese ángel enviado por Dios a la
Tierra hacía que su corazón se acelerase solo recordando su apariencia? JiSoo
no entendía aquello.
A partir de ese día, tuviera o no que salir
de la congregación, el chico lo hacía y caminaba por el lugar en el que lo
había encontrado por primera vez. Inconscientemente lo buscaba entre la marea
de personas que cruzaban las calles siempre y después volvía a su habitación
arrastrando los pies y con la cabeza gacha, decepcionado. El ángel etéreo había
desaparecido y JiSoo se sentía muy confuso. Como mensajero de Dios, si había
regresado a los cielos significaba que había cumplido la misión que le había sido
entregada, pero JiSoo no podía evitar estar triste porque sentía que, al menos,
quería volver a ver a aquel ángel una vez más, verlo, hablarle, estrecharlo
entre su brazos, besarlo...
Aquellos pensamientos comenzaron a desbaratar
su fe. Como emisario de Dios en la Tierra su cometido era acercar la palabra de
la divinidad al resto de los mortales y su obligación era amar a Dios sobre
todas las cosas. Pero él no podía evitar pensar en aquel ángel que había
encontrado en su camino, no paraba de pensar en que quería mucho de él y no
paraba de soñar con su rostro y con que le hacía cosas que jamás debía haber
imaginado.
—Ave María Purísima —dijo una vez se
arrodilló en el Confesionario, viendo entre la rejilla el rostro del Padre de
su congregación.
—Sin Pecado concebida —le respondió el
hombre.
—Perdóneme Padre, porque he pecado —susurró,
avergonzado y con ganas de llorar.
—¿Qué Pecado has cometido, hijo mío? —le
cuestionó.
—Uno de los peores, Padre —murmuró—.
Pensamientos Lujuriosos se han apoderado de mi mente… y disfruto de ellos…
—Hijo mío…
—Estoy muy arrepentido, Padre, muy
arrepentido… pero no lo puedo evitar…
JiSoo tuvo que contener sus ganas de llorar
tragando saliva mientras veía el rostro del clérigo levente a través de la
celosía. El lugar se quedó en completo silencio mientras éste pensaba en el
castigo que le impondría y el chico solo esperó que no fuera algo demasiado
blando porque sus acciones requerían como mínimo que fuera apedreado.
—Hijo mío, quiero que leas algunos pasajes de
la Biblia y que reflexiones si de verdad quieres estar aquí con nosotros,
porque si tienes dudas, lo mejor que puedes hacer es dejarlo ahora, que todavía
puedes.
—Gracias, Padre.
Y tal como él le dijo, JiSoo se pasó los
siguientes días leyendo los pasajes que le habían sido indicados mientras
reflexionaba sobre qué era lo que quería para su futuro. Sus padres, a pesar de
que eran bastante religiosos, siempre se habían opuesto a que llevara una vida
como aquella, pero él había luchado hasta poder estar allí… y sin embargo,
ahora estaba a punto de tirarlo todo por la borda, por un ángel que no había
vuelto a ver.
El chico decidió en ese instante retomar su
búsqueda del ángel. Si descubría que simplemente era un mortal, como todos los
demás que caminaban por la Tierra, quizás su obsesión se fuera, tan
repentinamente como había llegado. Los días fueron igual de infructuosos que
siempre, a pesar de que buscaba y buscaba, JiSoo no era capaz de encontrar a
aquel ángel; pero no quiso darse por vencido, porque su futuro dependía de
encontrarlo… y lo encontró. Era un día como cualquier otro cuando JiSoo lo vio
caminando por el mismo lugar en el que lo había visto la primera vez y, tras la
impresión que lo dejó clavado en el suelo durante unos segundos, echó a correr
tras él para alcanzarlo.
—¿Perdona? —lo llamó y el ángel se giró hacia
él, todo lleno de belleza que golpeó su corazón y lo dejó sin habla unos
momentos.
—¿Querías algo? —le cuestionó éste, con una
voz bastante más masculina de lo que se había imaginado, y JiSoo tuvo que
recomponerse para poder hablarle.
—Yo… solo… —las palabras no salían de sus
labios como él quería, así que, simplemente optó por hacer la pregunta lo más
directamente que pudo—. ¿Eres un ángel?
El chico rio y JiSoo se sintió ansioso todo
el tiempo que le tardó en contestar a su pregunta.
—Vaya… ¿esta es una nueva forma de ligar o…?
—volvió a reír, como si no pudiera evitarlo—. Bueno, eres mono, así que podría
perdonarte que fueras tan raro.
—¿Lo eres? —volvió a preguntar.
—No. No soy un ángel —el muchacho se acercó a
él bastante y JiSoo pudo oler su champú—. En realidad soy un demonio —el chico
dejó un leve beso en sus labios y después se alejó con una sonrisa pícara en
sus labios—. Si me das tu número de teléfono prometo llamarte.
Casi de forma inconsciente, JiSoo comenzó a
recitar los números que formaban su teléfono móvil y se sonrojó de pies a
cabeza cuando el otro se despidió de él con otro beso breve en sus labios. Ese
día, el chico volvió al que había sido su hogar más confuso que nunca, pero a
la vez, más feliz.
¿Qué debía hacer? ¿Elegir a su Dios o a su
ángel?
Notas finales:
—JiSoo
es el nombre coreano de Joshua y como la historia se desarrolla en Corea, por
eso lo uso.
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