La Chica del Otro Lado del Teléfono
Todavía no sabía exactamente cómo había
accedido a hacer aquello, pero necesitaba la pasta, o si no, no podría terminar
de pagarme los estudios, y sólo me quedaba un año de Universidad. Estaba muy
mal de dinero y mi amiga me lo propuso, podía trabajar desde casa y me sacaba
buenos ingresos, por lo que no pude decir que no. Pero ahora, que sonaba el
teléfono, lo miraba con miedo. Respiré hondo y lo descolgué, lo llevé a mi
oreja y dije la frase que me habían enseñado.
-Lolitas calientes, le atiende Deyanira,
¿qué desea?
-No, no, no- escuché la voz de mi amiga al
otro lado de la línea y me relajé- tienes que decirlo con más garbo, con una
voz más sensual, que les haga a los tíos ponérsela dura nada más oírte.
-Sí… sí… ya lo sé…
-Pues esmérate- dijo y me colgó. Suspiré y
volví a dejar el teléfono en su lugar. Nada más soltarlo, comenzó a sonar de
nuevo. Cogí aire y me dispuse a poner la voz más sensual que podía para
demostrarle a mi amiga que podía hacerlo bien. Descolgué.
-Lolitas calientes, le atiende Deyanira,
¿qué desea?
-Yo…- escuché una voz masculina al otro lado
de la línea- creo que… me he equivocado… mis… mis amigos me dieron… este
número… porque… me dijeron… que me ayudarían… con mis problemas…- suspiró- pero
ya… veo que me han… tomado el pelo… lo siento- noté cómo iba a colgar, y algo
en mi interior me hizo detenerlo. Parecía muy desesperado por algo.
-Espere- dije- yo… bueno… podría hablar con
usted de lo que necesite… lo escucharé…- durante unos momentos sólo escuché su
respiración al otro lado, pero luego contestó.
-¿Podría ayudarme…?- preguntó y lo noté
asustado, no por nada estaba estudiando Psicología, si podía ayudar a ese
hombre, lo haría.
-Haré todo lo que pueda.
A partir de ese momento, comencé a hablar a
cada momento con él. Tenía unos problemas bastante grandes. Se había escapado
de casa, estudiaba con lo que ganaba de un trabajo que apenas le dejaba tiempo
para nada y vivía en un bloque de mala muerte. Además, su vida amorosa era un
verdadero poema, cuando se fue de casa, lo hizo porque su novia se quedó
embarazada, pero luego era mentira y lo dejó, desde ahí, su vida amorosa había
ido de mal en peor. La verdad, no lo entendía, parecía un buen chico, tenía una
voz agradable, era educado y muy majo.
Sonreí tras colgar el teléfono, el quinceavo
día consecutivo. Quince días llevaba de trabajo y quince días hablando con él
en los ratos que no tenía que trabajar o estudiar, y ya no podía estar más
pillada por él.
Salí de mi apartamento, en aquel lugar de mala
muerte, y a la vez que yo, salía mi amargado vecino de enfrente, con una
sonrisa radiante. Suspiré, porque seguro que me diría cualquier cosa extraña y
empezaría a bromear y a ser odioso. Pero nada de eso pasó.
-Buenos días, KyungSora- saludó con esa
radiante sonrisa y yo me quedé un poco pillada.
-Buenos días, YoungWoon- contesté con
recelo, pero la cotilla que había en mí no podía pasar sin saber, qué le había
pasado para tener esa sonrisa- ¿te ha pasado algo bueno, vecino?- pregunté
mientras ambos bajábamos las cochambrosas escaleras del edificio.
-Oh, sí, me ha pasado algo muy bueno-
contestó- he conocido a una chica impresionante- me quedé aún más pillada-
estoy pensando en pedirle una cita…
-Oh, vaya…
-Tú también tienes una sonrisa hermosa, ¿te
pasó algo?- preguntó.
-Conocí a un chico- contesté refiriéndome al
chico con el que hablaba.
-Me alegra eso- dijo- nos vemos otro día- y
se despidió de mí. Todo me dejó sumamente confusa, pero bueno, él, por muy hijo
de puta que fuera, también merecía ser feliz, ¿no?
-oooOOOooo-
Cuando llegué a casa esa noche, cogí
rápidamente el teléfono y me dispuse a llamar a esa chica, Deyanira. Pero mis
dedos no marcaban, estaba muy nervioso. Quería pedirle una cita, pero no me
atrevía. ¿Y si ella no quería verme? Suspiré una y mil veces hasta que al
final, sí marqué. Esperé tres tonos y luego escuché su voz.
-Lolitas calientes, le atiende Deyanira,
¿qué desea?
-Deyanira… hola, soy… soy yo… KangIn…-
contesté. En realidad, no me llamaba así, pero no quería decirle mi verdadero
nombre, también, ella no me había dicho su verdadero nombre, porque Deyanira,
seguro que tampoco se llamaba.
-Oh, KangIn, me alegra escucharte- dijo
ella- ¿cómo estás?
-Eh… bien… sí… mucho mejor, desde que hablo
cada día contigo.
-Me alegra oír eso- dijo ella. En ese
momento, me armé de valor para pedírselo.
-Me gustaría… esto…- me rasqué la cabeza-
bueno… me gustaría verte… poder conocerte… o sea… salir… ya sabes… a tomar
algo… y… y eso…- acabé por decir.
-No sé si estaría bien…- contestó ella y yo
me decepcioné- pero eres un chico muy majo… así que… bueno… me gustaría mucho…-
su voz sonaba avergonzada.
-Wow, genial, eso es genial- me puse muy
feliz al escuchar sus palabras- ¿te… vendría bien este Sábado?- pregunté- es el
único día que tengo libre esta semana…
-Claro- dijo- ese día me viene perfecto.
-oooOOOooo-
Me pasé toda la semana como loca. No me
concentraba en nada de lo que hacía, sólo pensaba en mi encuentro con KangIn
ese Sábado y cuando el día llegó, me pasé toda la tarde arreglándome y
poniéndome guapa, hasta que llegó la hora de salir de mi piso.
Llegué al restaurante que él me dijo y
pregunté al camarero por la mesa reservada por KangIn y él me llevó hasta ella.
En la mesa, ya estaba sentado él, de espaldas a mí. Mi corazón comenzó a latir
rápidamente y respiré hondo antes de andar hacia él. Cuando lo vi, me quedé
completamente en shock, al igual que él, pero luego, después de unos segundos,
comencé a reírme y me senté frente a él.
-Si es que no puede ser…- murmuré- debe ser
el karma… YoungWoon…
-O el destino, KyungSora…