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sábado, 17 de enero de 2015

Wild Kiss

Título: Wild Kiss
Pareja: KangChul (KangIn x HeeChul) (SJ)
Clasificación: R
Géneros: humor, smut
Número de palabras: 1.080 palabras
Resumen: las bromas de KangIn comienzan a ser demasiado para HeeChul, que solo quiere matarlo.
Notas: fic escrito desde 2012 y que nunca me atreví a subir. Mucho tiempo después y con varios retoques para adaptarlo a mi nuevo estilo, aquí está.
Comentario de autora: hace tiempo que llevo pensando en quitarme de en medio todos aquellos fics que o bien escribí y no me gustaron, o bien tengo a medias desde hace demasiado tiempo antes de comenzar otros nuevos. Espero que os guste esta cosa random, sino, me vuelvo a Narnia.


miércoles, 7 de mayo de 2014

Pride

Pride

            Habían pasado algunos años desde que había comenzado a tener una relación con JongIn, pero parecía que aquello no era lo que él quería desde hacía algunos meses, por lo que finalmente había acabado dejándolo y yendo al lugar en el que seguramente recuperaría su amor.

            Hacía un par de meses había comenzado a trabajar en una tienda de ropa y el dueño era un tipo algo extravagante. Era peligroso, pero también alguien en quien confiar; un poco alocado y brabucón,  pero serio en su trabajo, aunque nada humilde.

            Kim HeeChul era el chico perfecto y por eso iba a su casa, a proponerle que comenzáramos a salir.

            Cuando la puerta se abrió, esperaba encontrarme con mi jefe, pero no era él, sino un chico alto de rostro amable, que puso una expresión extraña al verme allí. Unos segundos después, aparecía HeeChul en la puerta, dándole un apretón en el trasero al chico y un beso en la mejilla, dejándome muy claro que mantenía una relación con aquel chico.

            —TaeMin —dijo—. ¿Qué te trae por aquí?
            —Bueno… Quería hablar contigo unos momentos…
            —Claro, pasa —HeeChul se hizo a un lado y me dejó pasar—. Hannie, cariño, ve preparándote en la habitación, no tardaré mucho —gritó, y después, se giró hacia mí—, ¿y bien? —en ese momento, mi móvil comenzó a sonar. Miré la pantalla y en esta vi el nombre de JongIn, así que corté la llamada y dirigí mi atención a HeeChul de nuevo—. ¿No era ese tu novio? —preguntó.
            —Lo era. Lo acabo de dejar y venía para proponerte una relación —contesté—, pero veo que no va a ser posible.
            —Un momento, ¿acabas de cortar con él y vienes a pedirme eso? —asentí—. Primero, tengo que decirte que no porque ya has visto al morenazo que tengo en mi habitación y segundo, ¿por qué? Parecíais muy enamorados.
            —La única manera que tengo de mantener a JongIn a mi lado es mi orgullo, así que debo hacer esto.
            —No lo entiendo.
            —No esperaba que lo entendieras, solo que me ayudaras —murmuré—, pero viendo que no es posible, tendré que buscarme a otro.
            —¿Por qué no eres sincero con él?

            —Porque entonces él dejaría de buscarme —contesté, saliendo de aquella casa, escuchando cómo mi teléfono móvil comenzaba a sonar y sabiendo perfectamente que era JongIn quien llamaba.

viernes, 18 de abril de 2014

A Man in Love

A Man in Love

            Kim HeeChul siempre había sido alguien diferente a los demás, él no escondía lo que le gustaba, lo que hacía, lo que pensaba. No podía estarse callado antes las injusticias y aunque su lengua lo había llevado a tener que rendir alguna que otra cuenta con la gente que le pagaba, él nunca se retractaría de sus palabras, porque para Kim HeeChul era mucho más importante decir lo que pensaba que quedarse callado y aguantarse.

            Por esta razón, tenía una almohada japonesa de una chica de anime medio en bolas y no se avergonzaba de ello, había posteado una imagen de la almohada en internet y dijo que era su mujer perfecta, porque era verdad, era la única que no le replicaba nada. De esta forma, también había dicho varias veces que se había obsesionado con SoHee, una de las chicas de Wonder Girls y por mucho que chillaran sus fans, porque esta sí era una chica de carne y hueso, él no se iba a retractar, porque era verdad.

            Se había encaprichado de ella y hasta que no la tuviera no iba a parar.

            Quizás cualquier otra persona, después de verlo cómo se movía y lo que hacía cuando estaba ella delante no lo llamaría capricho, sino amor, pero Kim HeeChul se negaba a haberse enamorado de una persona, porque las personas eran demasiado complicadas, pero él lo era más y ninguna lo entendía.

            Quizás el único momento en el que HeeChul no fue completamente sincero con él mismo y con los demás fue cuando se dio cuenta de que sí que se había enamorado de SoHee, pero no dijo nada, porque  pesar de que Kim HeeChul no pudiera mantener su boca cerrada con nada, para esto parecía tener un candado y es que el estar enamorado, era algo que no había entrado en sus planes y tenía que pensarlo bien antes de poder hablar de ello.



jueves, 3 de abril de 2014

Chocolate Body Paint

Chocolate Body Paint

            La próxima vez que vayas de cena romántica con tu pareja, no pidas postre. Espera a llegar a casa para utilizar esta pintura comestible con sabor y olor a chocolate. No es pringosa y además no llenarás las sábanas de manchas de comida imposibles de limpiar. Es la manera más elegante y menos grasienta de mezclar la gastronomía y el sexo.

            La pintura está especialmente pensada para ser utilizada sobre el cuerpo e incluye un pincel de púas suaves con el que puedes extender la pintura, crear dibujitos o escribir mensajes. Y para quitarlo del cuerpo sólo tendrás que comértelo… O ducharte, que tampoco es mala idea.

            Cuando Kim HeeChul vio aquel anuncio en internet supo inmediatamente que tenía que hacerse con un bote de esos de pintura corporal de chocolate. Él no tenía pareja, ni falta que le hacía, podía llamar a varias personas con las que mantenía relaciones de vez en cuando para ello.

            Sacó su teléfono móvil de su bolsillo y llamó a dos personas con las que le había subido la libido al pensar en ellas recubiertas de chocolate y clamando por su lengua sobre sus cuerpos. Un escalofrío de placer le recorrió toda la columna y el chico sonrió.

            Cuando las dos personas estuvieron de acuerdo en probarlo todo con él no pudo caber más en sí mismo de gozo. Iba a recorrer los dulces cuerpos de MinSeok y SoHee a la vez con su lengua y los tres lo iban a pasar de muerte durante toda la noche.



domingo, 17 de febrero de 2013

I'm Your Man


I'm Your Man


   Acababa de salir de la Universidad, cabreada con un profesor porque me había suspendido un examen que yo tenía aprobado. Estaba que echaba humo y saltaba con la mínima, estaba segura que como viera que un coche se saltaba un semáforo en rojo, mataba al conductor.

   Por suerte, llegue al apartamento que compartía con mi novio  sin haber cometido ningún asesinato, aunque no me faltaron ganas de darle su merecido a un par de inútiles que pasaron por mi lado y se me quedaron mirando, comiéndome con los ojos.

   Entré al apartamento y me lo encontré vacío. Las luces estaban apagadas, así que las encendí y luego camine por el pasillo, asomándome a cada habitación que me encontré en mi camino, buscando a mi novio, hasta que lo hallé en nuestra habitación.

   Vale, por aquella visión merecía la pena suspender todos los exámenes por el resto de mi vida.

   HeeChul estaba sobre la cama, desnudo, en un lecho de pétalos de rosa y metiéndose una fresa en la boca de una manera tan sensual y provocativa que comencé a excitarme casi de inmediato. ¿Y quién no lo haría ante semejante visión erótica?

   -¿Qué pasa, Katia? ¿Te comió la lengua el gato?- tragué saliva y di unos pasos hacia la cama- ¿o es que me deseas tanto que quieres pasar de las palabras y lanzarte directamente a comerme a mí?
   -Hum... en realidad ya me ha dado un poco de hambre...- me senté en la cama y él se incorporó un poco- no sería mala idea comenzar por el postre- y ataqué sus labios.

   Sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo mientras nuestros labios estaban unidos de una manera excitante. Acabé subida a su cuerpo desnudo, sentada sobre sus piernas y disfrutando de él, como ya llevaba tiempo sin hacerlo, puesto que con los exámenes lo había tenido a pan y agua, bueno, y yo también.

   Estaba deseosa de él y él, él lo sabía perfectamente, por lo que, ¿para qué perder tiempo? Él estaba desnudo ya, y yo lo estaría en cuanto sus largas manos pervertidas se pasearan unas cuantas veces más por mi cuerpo.

   Y no me equivocaba. A la vez que sus labios me hacían delirar, ahora en mi cuello, sus manos me quitaban la chaqueta de cuero negra, dejándola resbalar por mis brazos. Mi camisa siguió su camino poco después, pero antes de eso, sus dientes fueron los que me desabrocharon los botones, mientras sus labios rozaban mi piel y me hacían lanzar suspiros una y otra vez, además de dejarme un leve cosquilleo en cada lugar por el que pasaba. Una vez sin camisa, acabó tumbándome en la cama y desabrochándome los pantalones para sacármelos, aunque se encontró con un problema... mis zapatos.

   -¿Tanto te costaba quitarte los zapatos en la entrada?- preguntó algo molesto por el pequeño inconveniente y yo sonreí.
   -Es que me gusta que me desnudes tú completamente... incluso que me quites los zapatos.
   -Cómoda.
   -Protestón.
   -Hermosa.
   -Pervertido.
   -Hey- se quejó divertido- yo te he dicho una cosa buena.
   -Y yo también.
   -Pues si soy un pervertido… verás lo que te voy a hacer…
   -Hazme lo que quieras… estoy a tu completa disposición… soy tu chica…
   -Y yo soy tu chico…

   Y se inclinó hacia delante para comenzar a besar mis piernas, ahora desnudas, puesto que mientras estábamos en nuestra pequeña conversación, me había quitado los zapatos y había deslizado mis pitillos por mis piernas dejándome ya sólo en ropa interior. Subió besándolas, hasta llegar a mi entrepierna, y me dio un lametón por encima de mis braguitas, rozando una parte de mi anatomía que me hizo delirar. Si ya estaba excitada, en ese momento, me excité mil veces más y no podía esperar a sentirlo dentro de mí. Lo vi coger una fresa y metérmela en la boca, para luego comenzar a besarme y que así, la fruta fuera para ambos. Cuando se alejó de mí y cogió otra fresa, lo detuve.

   -Déjate de fresas y de fresos y hazme delirar cómo tú sólo sabes- murmuré y vi una sonrisa pícara.
   -Fresos no existe…
   -Lo sé, pero me da lo mismo, quiero tenerte entre mis piernas…- le contesté y él alzó una ceja mientras bajaba por mi cuerpo dando besos, hasta que llegó a mi entrepierna. Separó un poco mis braguitas de la piel y luego introdujo un dedo en ellas para rozar mi clítoris una y otra vez.
   -¿Así?- preguntó mientras yo me retorcía de placer entre las sábanas.
   -Oh… sí…- jadeé.

   Su mano salió de mi prenda y me hizo incorporarme, pasándomela por la cintura, para luego llevarlas al cierre de mi sujetador y desabrocharlo con maestría a la vez que me daba un beso húmedo, que me dejó con ganas de más cuando se apartó. Luego me volvió a dejar sobre la cama y se colocó sobre mí. Sus manos volvían a jugar con mis partes bajas, ahora que también se había librado de mis braguitas sin que yo apenas me diera cuenta de ello y mis gemidos eran audibles por todo el apartamento que ambos compartíamos en el centro de Seúl.

   A partir de ese momento no hubo ningún juego, ninguna palabra más, sólo nos concentrábamos en sentir. Me hizo llegar al orgasmo y un placer exquisito se extendió por todo mi cuerpo durante unos momentos, a la vez que temblaba. Intenté recobrar la respiración para hacerle algo a él que sabía que le encantaba, y además, no me iba a llevar yo todo el placer esa noche.

   Pero él no lo veía así. Ya se había colocado el condón y su miembro erecto pugnaba por entrar en mi interior. Intenté incorporarme, intenté hablar, intenté mil cosas, y digo intenté porque un segundo antes de que las pudiera realizar, él ya me había penetrado y comenzaba a embestirme.

   Sonaban los muelles de la vieja cama, sonaba el entrechocar de nuestras caderas, sonaba la succión de mi vagina sobre su pene, sonaban nuestras respiraciones aceleradas y entrecortadas, sonaban los gemidos guturales que el pacer nos hacía lanzar en la habitación, hasta que llegamos al clímax y ambos caímos presa de una debilidad enorme.

   -HeeChul…- murmuré- quiero que sepas… que te voy a tener a dos velas para que cuando volvamos a hacerlo sea así de genial…- noté cómo se reía silenciosamente contra mi cuerpo y cuando se alzó, vi una sonrisa maliciosa.
   -No caerá esa breva…- y comenzó de nuevo a atacarme.

   No dormimos mucho esa noche… tampoco me importó, porque estaba con la persona que amaba y que me amaba y, además, haciendo una cosa que básicamente, me encantaba.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Be Ma Girl

Be Ma Girl


   Hace un par de meses, mi vida cambió de un modo radical. Antes de ese día, yo era una chica normal y corriente de instituto, después de ese día, me convertí en una chica normal y corriente de instituto con un novio universitario pervertido y amigo de mi hermano. ¿Qué cómo pasó eso? Es lo que os voy a contar.

   -¡Valeria!- llamaba mi madre desde la planta de debajo de la casa- ¡Valeria! ¡Valeria!- al final apareció en la puerta de mi habitación y me volvió a gritar- ¡Valeria!
   -¿Qué?- pregunté ya harta y antes de que me desgastara mi nombre de tanto llamarme.
   -Tengo que ir al trabajo y ya llego tarde- dijo.
   -¿Y qué haces aun aquí entonces?
   -Tu hermano me ha llamado y ha dicho que necesitaba unas cosas para la Universidad antes de que acabara la clase, y yo no puedo llevárselas, así que…- la corté antes de que pudiera seguir, ya sabía lo que quería que hiciera.
   -Don’t worry, be happy- le dije. Me acerqué a ella y tomé la carpeta que me tendía- ahora voy a llevárselo.
   -Gracias, hija- se despidió de mí y bajó corriendo las escaleras.

   Yo que pensaba que iba a utilizar mi día de fiesta en el instituto para hacer el vago, y ahora tenía que llevarle las cosas al olvidadizo de mi hermano. Dejé la carpeta sobre la cama y comencé a arreglarme. Diez minutos después, ya estaba montada en el autobús que me llevaría a la Universidad en la que estudiaba mi hermano mayor. Bajé del autobús y me acerqué a la secretaría a preguntar dónde podía estar mi hermano y que me indicara la clase. Vagué por los pasillos hasta dar con el aula y cuando tocó el timbre, mi hermano salió por la puerta como alma que lleva el diablo y se asustó al verme allí.

   -Por Dios, qué susto me has dado, Valeria- dijo con la mano en su pecho- ¿qué haces aquí?
   -Mamá tenía que trabajar, así que yo te he traído esto- le mostré la carpeta- babo.
   -Un respeto hermanita- ya empezaba con sus delirios de que tenía que respetarlo porque era el mayor. Me cogió la carpeta.
   -Las tortugas no merecen mi respeto- le saqué la lengua como una niña pequeña y me quedé blanca como una pared al ver cómo tras mi hermano, aparecía un chico alto, de rostro fino y piel blanca, muy, muy guapo. Tenía una sonrisa de satisfacción y me miraba cómo aprobando lo que yo había dicho. Le pasó el brazo por el hombro a mi hermano y lo apretó fuerte contra sí.
   -Bien dicho pequeña- se giró hacia mi hermano y le habló- hasta tu hermana pequeña te pierde el respeto- sonrió y se volvió hacia mí- Kim HeeChul- se presentó.
   -Valeria Kim- contesté, y a partir de ese momento, comenzó mi perdición.

   Un mes después de salidas con mi hermano y sus amigos, y ya no podía estar más pillada por él. Kim HeeChul, ese prepotente, narcisista y egocéntrico me tenía como loca. Ocupaba mis pensamientos, mis sueños, mi vida, y yo no me quejaba ni de sus abrazos posesivos, sus besos cerca de la comisura de mis labios, sus caricias, sus bromas para conmigo, y sobretodo, no me quejaba de su insinuaciones pervertidas de hacer algo no muy decente conmigo en cualquier lugar muy poco privado, susurradas en mi oído con voz ronca y completamente excitante.

   Ése día habíamos quedado de nuevo. Mi hermano no podía venir, por cualquier razón se había acatarrado y ahora estaba en cama, con ojeras de no poder dormir, blanco como la pared y soltando mocos everytime, everywhere. Cuando sus amigos llegaron y lo vieron en aquel estado, prefirieron dejarlo allí a contagiarse, pero a mí, me llevaron con gusto, ya que sino la entrada se perdería y no habían pagado para nada.

   Me llevaron a ver un partido de fútbol, puesto que las entradas las compraron a última hora, nos había tocado en la última fila, en la grada más alejada de todas y en la que sólo se veían monigotes, en vez de jugadores, corriendo detrás de una pelota de tenis. Todo se veía muy pequeño.

   Ya era de noche cuando terminó la primera parte y comenzó a hacer algo de frío. Yendo sólo con una camisa fina, tenía un frío de narices y se me estaban congelando todas las partes de mi cuerpo. HeeChul, que estaba a mi lado, se quitó su chaqueta, me la colocó y luego me envolvió en sus brazos para hacerme entrar en calor.

   -Gracias- le dije.
   -No lo hago por ti, sólo por mí- comenzó con su lado orgulloso- si tiritas de frío, la tortuga de tu hermano puede cabrearse y matarme, y no es que le tenga miedo a ese dongsaeng lento, es sólo que si lo cabreo, no me pasará más los apuntes.
   -Gracias de todos modos.

   Estábamos cerca, muy cerca, cuando empezó la segunda mitad del partido. Los demás chicos estaban muy emocionados porque el partido estaba muy igualado, y estando en esa situación, no me extrañó para nada que HeeChul comenzara a susurrarme cosas pervertidas.

   -¿Qué tal si tú y yo nos escaqueamos un rato al baño, y hacemos eso que tantas ganas tengo de hacer contigo?- reí nerviosamente- te haría pasar el mejor rato de tu vida- y en ese momento, hizo algo que nunca había hecho, me lamió y mordió la oreja suavemente, haciéndome sentir escalofríos- sé que lo estás deseando- comenzó a bajar besando, lamiendo y mordisqueando mi cuello, excitándome y haciéndome suspirar y gemir bajito- quiero comerte… mmm…- su siguiente acción fue dirigirse a mi mandíbula, siguiendo el contorno del hueso, hasta llegar a mi barbilla- bésame- pidió.

   No me pude resistir y ataqué sus labios que desde hacía tanto tiempo me pedían ser besados. Con ansias, con furia, con gula besaba a ese chico que me había robado la razón. No me importaba que estuviéramos en un lugar público, ni que estuviéramos rodeados por tanta gente, inclusive los amigos de mi hermano. Sólo sentía sus labios moverse contra los míos, su lengua penetrando en mi boca y jugando con la mía.

   De repente, una de sus manos agarró mi nuca e intensificó el beso. Su otra mano, fría como el hielo, se metió por dentro de mi camiseta y comenzó a toquetearme la espalda mandándome escalofríos por todo el cuerpo. Tan metida estaba en ello que casi ni noté que era rápidamente separada de HeeChul.

   Me giré con las mejillas rojas como tomates maduros a mirar quién era el que me había apartado y me había quitado el caramelo que yo deseaba desde hacía tanto tiempo. JungSoo nos miraba desaprobatoriamente.

   -JongWoon te va a matar como hagas algo más- dijo.
   -Si la tortuga se llega a enterar, te juro JungSoo, que te haré la vida imposible- amenazó HeeChul muy cabreado.
   -Tranquilo Chul-ah, prefiero conservar mi integridad física, pero lo que haces no está bien, es una niña…
   -Yah, ¿y a ti qué te importa mi vida?- gritó- ella ya es mayorcita para saber lo que quiere y lo que hace, ¡déjanos en paz!- se levantó como un gato airado- me voy.

   Y se fue, dejándome con la palabra en la boca y su chaqueta puesta sobre mis hombros, pero ésta ya se la devolvería, y, además, teníamos que acabar lo que habíamos empezado.

   Nada más llegar a casa lo llamé y concertamos la cita. No pasó ni una semana cuando yo ya estaba saliendo de clases con mi maletín en una mano y la bolsa con su chaqueta en la otra, dirigiéndome a su casa. Entré al lugar en el que vivía y me dirigió a su habitación tras saludar a su madre que iba a salir a hacer unas compras y dijo que volvería tarde.

   Sin más preámbulos que el que tirarme sobre la cama y colocarse sobre mí, seguimos lo que nos habíamos forzado a detener lo que empezamos en el estadio de fútbol.

   Besaba mis labios mientras sus manos acariciaban mis piernas por debajo de la falda de cuadros del uniforme, adentrándose lenta y torturantemente hacia una zona que había sido vetada a todo el mundo, hasta ese momento. Apartó sus manos de mis piernas para dirigirlas a la parte superior de mi cuerpo, dejando de besar mis labios, pasando a mi cuello, mientras los botones de la camisa se iban soltando uno tras otro, dejando expuesta mi piel.

   No sé en qué momento pudo pasar, porque estaba deliciosamente excitada y en mi mundo, sólo sintiendo y no pensando, que cuando me quise dar cuenta ya estaba desnuda sobre su cama, y a él todavía le quedaba una prenda puesta, la única prenda que tapaba eso que mi hermano se empeñaba en ir mostrando por la casa cuando se duchaba sin pudor ninguno.

   Sus manos ahora se adentraban en la parte interna de mis piernas, subiendo cada vez más, sus labios me besaban cada parte de piel que estaba expuesta, ósea, toda y yo no hacía más que gemir, gemir y gemir. Noté cómo me tocaba en esa zona sensible, haciéndome sentir un placer exquisito. De improviso, metió un dedo en mi interior y me contraje por el cambio tan brusco de temperatura, él estaba helado, mientras que yo estaba tan caliente.

   -¿Qué… qué haces…?- dejó de moverse para mirarme.
   -Eres virgen, ¿no?- asentí casi imperceptiblemente- no quiero hacerte daño.

   Volvió a atacar mis labios mientras seguía tocándome allí abajo y hacerme sentir cosas que nunca antes había sentido. Estaba tan bien, que no podía describir exactamente qué era lo que sentía.

   Cuando sus dedos salieron de mí, sentí un enorme vacío en mi interior y abrí mis ojos, que había cerrado para poder sentirlo mejor. HeeChul se bajaba de la cama y se quitaba los bóxers, dejando a la vista su pene erecto. Caminó hacia su armario y yo me incorporé un poco, con un puchero en mis labios porque me estaba dejando sola.

   Al girarse él, pude ver cómo tenía un paquetito cuadrado en su mano que abrió y sacó un círculo de látex. Era un condón. Lo sabía porque mi hermano de vez en cuando los intentaba esconder de mí, sin éxito alguno. Se acercó con él a la cama y se sentó frente a mí, tendiéndomelo.

   -Pónmelo- dijo.

   Y yo obedecí. Lentamente, fui introduciendo su pene en el látex, hasta que llegué a la base, y de repente, HeeChul me volvió a tumbar sobre la cama, llevando su miembro hasta el fondo, quitándome el aire, y haciéndome sentir un placer inmenso de repente, junto con un poco de dolor en esa zona de mi anatomía.

   Comenzó a penetrarme una y otra vez, lenta y torturantemente, al principio, y luego salvaje y desenfrenado. Lo escuchaba gemir en mi oído, escuchaba nuestras respiraciones agitadas, escuchaba el ruido que hacían los muelles de la cama, pero llegó un momento en el que dejé de escuchar, justo cuando un placer inmenso me invadió, y él cayó sobre mi cuerpo, abrazándose a mí, y cubriéndonos con las sábanas.

   -Te quiero- lo oí susurrar.
   -Yo también te quiero.

   Habían pasado dos meses desde que mi vida comenzó a cambiar, y no podía estar más feliz, sobretodo, después de escuchar ése te quiero, de la persona que más amaba en el mundo.