Monster
Me desperté de mala gana aquella
mañana, como todas las mañanas me levantaba desde que había dejado a mi novio.
Me gustaba dormir abrazándolo por las noches y, después de tantos años de
relación, me había acostumbrado a ello. Pero una cosa buena no quitaba todo lo malo
que había hecho a lo largo de los años.
SungRi era un chico encantador
cuando quería, pero claro, no siempre quería ser y la mayoría de las veces su
vida se basaba en meterse en conversaciones ajenas y acabar haciendo o diciendo
algo para que las otras dos personas acabaran peleados. Al principio aquello me
parecía algo entretenido de ver o de escuchar cuando me lo contaba, pero poco a
poco me fui dando cuenta de que él disfrutaba en demasía con ello, de que él
era un monstruo.
Otra de las cosas que siempre me
había molestado era acerca de nuestras relaciones sexuales. A pesar de que lo
hacíamos casi a diario, cambiando los roles de vez en cuando, él se empeñaba en
ver porno a todas horas y masturbarse, como si lo que hiciera conmigo no fuera
suficiente para él, como si ser desconsiderado conmigo cuando tomaba el papel
dominante cuando lo hacíamos no fuera suficiente para él. Como si yo no fuera
suficiente para él.
Pero lo peor de todo fue cuando
hicimos una escapada de fin de semana a Tokyo y él acabó enrollándose en
nuestra cama en el hotel con una japonesa que era más bien poca cosa y lo
pillé. SeungRi ni siquiera se disculpó, solo dijo algo que se me había quedado
grabado en la mente todos los meses que hacía que lo habíamos dejado:
—Entiéndeme, YiJong, tengo mis
necesidades y me dejé el porno en casa.
Aquello había sido demasiado para mí
y lo dejé en el acto, recogiendo todas mis pertenencias y regresando a Seúl,
dónde cogí todo lo que él tenía en mi apartamento y lo metí en cajas, para
cuando volviera que se lo llevara todo. Sin embargo, a pesar de que habían
pasado varios meses él no había aparecido. En otro tiempo, aquello me habría
preocupado…
¿A quién quería engañar? Me
preocupaba mucho que SeungRi no hubiera regresado a casa, no saber dónde
estaba, no saber qué hacía, si estaba bien o no. Después de todo, los
sentimientos que tenía por él aún no se habían desvanecido y si me pidiera
adecuadamente volver con él lo haría sin dudar, aunque le diría que tendría que
pensármelo unos días para hacerlo sufrir un poco, porque a pesar de todo lo
malo, seguía queriéndolo como el primer día.