sábado, 20 de mayo de 2023

[One Shot] History of KINGDOM (part II): Sundrop flower {LouVan}

Título: Sundrop Flower

Autora: Riz Aino

Pareja: LouVan (Louis + Ivan) (KINGDOM)

Clasificación: PG

Géneros: AU, fantasy, romance, fluff

Número de palabras: 1.539 palabras

Resumen: en lo más recóndito del bosque vive un ser mágico que protege una flor especial, una flor nacida de una gota de sol que cayó a la tierra, una flor con propiedades curativas que el príncipe Dongsik necesita.

Notas: historia escrita usando las casillas del bingo “sunflower drop (tangled)” y “flower-related lore in mv”. (Make me love you de Taeyeon).

Comentario de autora: la idea para escribir esto la tuve montada en solo unos minutos, pero hasta que un día no tuve una epifanía, me fue muy complicado escribirlo. Espero que os guste.

 

Sundrop Flower

 

En lo más recóndito del bosque, cerca de un pequeño lago de aguas cristalinas, vive un ser mágico que protege una flor especial, una flor nacida de una gota de sol que cayó a la tierra, una flor con propiedades curativas por la que muchas personas se han embarcado en una larga e infructuosa travesía a lo largo de siglos, una flor que el príncipe Dongsik necesita desesperadamente si quiere poder curar a su madre, la reina, de la enfermedad que lleva años postrándola en la cama. El príncipe sabe perfectamente que el viaje es difícil y que es muy complicado, casi imposible, que acabe encontrando aquel lugar legendario, pero todavía más que el ser que guarda aquella flor le conceda su deseo de poder usarla para curar a su madre, pero nunca le ha gustado darse por vencido ni rendirse, por lo que no le importa nada lo que diga todo el mundo ni lo que él mismo, en lo más profundo de su ser, piense sobre lo que quiere hacer ni lo estúpido que es por ello. Los médicos ya han dado por perdida toda esperanza de poder curar a su madre, después de años tratando de encontrar la causa de su enfermedad en vano, pero Dongsik no quiere perder la esperanza, no cuando todavía queda algo que pueden hacer por ella, aunque aquello sea ir en busca de una flor legendaria que muchos tachan de una simple fantasía.

 

Por todos aquellos motivos, Dongsik decide que su viaje es necesario que sea en la más absoluta discreción y sale del palacio de madrugada, montado en su caballo, cuando no hay nadie que lo pueda detener ni hacer entrar en razón y se dirige, galopando casi sin descanso, hacia el bosque en el cual todo el mundo señala que se encuentra aquel lugar recóndito. Un bosque sagrado en el que no muchos se atreven a entrar porque todo aquel que lo hace, teniendo malas intenciones o su corazón corrompido, no son capaces de salir de allí, perdiéndose entre la inmensidad del lugar para siempre. Dongsik no tiene miedo de que le pase nada, siempre ha seguido las enseñanzas de sus maestros en el deber, en la bondad, en la humildad, a pesar de que cuando su padre le deje el trono será el máximo representante de su reino, la persona más importante y más rica. No tiene miedo de que los seres sagrados lo castiguen por adentrarse en sus terrenos sin que lo hayan invitado, por lo que, tras varios días de viaje, baja del caballo y les pide permiso para poder entrar antes de finalmente hacerlo.

 

Llevando a su montura de las riendas, pero sin subir sobre ella, Dongsik avanza lentamente por el bosque sagrado no sabiendo realmente el camino que tiene que seguir, simplemente guiándose por lo que le dice su instinto, simplemente dejándose llevar y deseando con todas sus fuerzas llegar hasta el lugar que tanto ansía encontrar. La travesía por el bosque es dura, la niebla a veces no lo deja ver hacia dónde se dirige ni dónde pisa con sus pies y son muchas las veces en las que el príncipe tropieza y cae, pero todas ellas se levanta y continúa su camino, no se rinde y sigue avanzando, solo parando para comer y descansar. Los días pasan y se le hacen eternos, pero Dongsik no desespera y sigue a pesar de que sabe que está totalmente perdido en el lugar porque volver sin lo que desea no es una opción. No pierde la fe porque no la puede perder y, cuando finalmente los árboles se abren a un pequeño claro, el príncipe respira profundamente, con una sonrisa en su rostro porque ha llegado.

 

En aquel bosque sagrado se abre un claro en el que se encuentra un lago de aguas cristalinas, un lago que está bordeado por vegetación diversa, pero sobre todo, está lleno de flores de todos los colores del arcoiris, flores que Dongsik nunca antes a visto y que brillan con magia contenida. El príncipe no puede evitar admirar toda aquella extensión de color porque es la cosa más hermosa que ha visto en su vida durante unos momentos antes de comenzar a andar de nuevo por el estrecho sendero que hay entre las flores, tratando de que ni él ni su caballo pisen ninguna de éstas, dirigiéndose hacia lentamente hacia el otro extremo del claro, donde se encuentra una pequeña casa y donde Dongsik puede ver, conforme se acerca, a una figura sentada entre las flores. El príncipe se detiene cuando la persona que se encuentra allí gira su cabeza hacia él y lo mira fijamente, tragando saliva, esperando que el ser mágico que guarda aquel jardín le llame la atención por haberse adentrado en el lugar sin su permiso; no obstante, los minutos pasan y el desconocido no dice nada, solo lo observa fijamente, como si estuviera tratando de determinar algo, hasta que, un rato más tarde, habla por primera vez, dirigiéndose a Dongsik.

 

Puedes dejar tu montura junto a la casa y acercarte a mí, príncipe. Te estaba esperando.

 

Dongsik parpadea una y otra vez, sorprendido por las palabras de aquel ser, hasta que finalmente acaba haciendo lo que este le ha dicho. Camina con cuidado por el sendero de nuevo hasta llegar a la casa y ata las riendas de su caballo a uno de los postes antes de volver a emprender su camino, esta vez dirigiéndose hasta aquel ser que parece saberlo todo sobre él y que lo estaba esperando. Cuando llega hasta su lado, Dongsik se da cuenta de que está ante la persona más bella que ha visto nunca, su pelo blanco reluciendo bajo el sol, sus ojos rasgados y oscuros profundos como pozos, su rostro ovalado, fino como la más delicada porcelana, y por un momento se queda completamente paralizado, sin poder hacer otra cosa más observar su belleza.

 

Has hecho un largo viaje hasta llegar aquí, príncipe dice aquel ser mágico que no parece ser más que un muchacho de su edad, pero que en sus ojos parece guardar toda la sabiduría del mundo desde su creación. Imagino que no querrás irte con las manos vacías.

No... murmura Dongsik. He venido porque mi madre, la reina, está muy enferma y no hay cura posible para ella cuenta, solo un milagro en forma de flor puede curarla, una flor nacida de una gota de sol caída a la tierra.

Sundrop responde el joven, levantándose del suelo, apoyándose en la vara blanca que porta, en la que se encuentra un orbe de cristal encajado en su extremo superior. Es una de las flores más preciosas y únicas de este jardín le dice, comenzando a caminar entre las flores e indicándole a Dongsik que lo siga. Dorada y brillante como la estrella de la cual proviene ambos andan por aquel claro lleno de flores durante unos momentos hasta que el ser que guarda el lugar se detiene frente a una única flor, la flor que Dongsik ha ido a buscar. Es muy difícil hacerla crecer y muy preciada, pues es la única que queda... ¿qué es lo que estarías dispuesto a darme por ella, príncipe?

Cualquier cosa que desees replica Dongsik, sin siquiera pensarlo, porque está dispuesto a darlo todo por poder sanar a su madre.

¿Incluso tu vida? inquiere el otro, girándose hacia él y mirándolo de forma fija a los ojos.

Incluso mi vida responde con seguridad.

Bien... bien... murmura el ser mágico, para seguidamente callarse durante unos largos minutos. Te daré la flor tan solo si sellas una promesa conmigo Dongsik asiente. Vuelve a este lugar cada primavera y hazme compañía hasta que una nueva flor Sundrop vuelva a nacer en este lugar.

Lo prometo.

 

Dongsik hace aquella promesa y la sella con aquel ser mágico antes de que éste corte cuidadosamente la flor y guarde sus semillas en un pequeño saco, entregándosela justo después, pidiéndole al príncipe que se vaya de allí y no pierda el tiempo porque las propiedades de la flor no durarán muchos días después de ser cortada y Dongsik se va del lugar, mirando atrás una sola vez y viendo cómo la figura blanca de aquel joven lo observa con melancolía. Con su corazón encogido, pero latiendo rápidamente a la vez, emprende su camino de vuelta, con la certeza de que su madre sobrevivirá gracias a aquella increíble flor y sabiendo que pasará muchas primaveras visitando aquel recóndito lugar, haya florecido o no una nueva flor.

 

 

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