sábado, 27 de enero de 2024

[One Shot] Day by day {KyuJung}

Título: Day by day

Autora: Riz Aino

Pareja: KyuJung (KB + Yoojung) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, romance, established relationship, fluff

Número de palabras: 3.627 palabras

Resumen: a veces, Taeyeob desea que la mañana tenga muchas más horas para poder pasar un rato más con Kyubin antes de ir al trabajo.

Notas: historia inspirada por este vídeo en el que Kyubin anuda la corbata de Yoojung.

Comentario de autora: tengo (1) un serio problema con estos dos siendo domésticos y tenía que salir por algún lado. Espero que os guste.

 


 

Taeyeob abrió los ojos ante el insistente ruido de la alarma de su móvil que no paraba de sonar y se removió todo lo que pudo en la cama para sacar uno de sus brazos de las sábanas, tanteando a ciegas la mesita de noche con la mano hasta que dio por fin con su teléfono. Taeyeob lo cogió y rápidamente lo llevó hasta su campo de visión para apagar la maldita alarma, suspirando profundamente en el momento en el que la habitación volvió a quedarse en silencio. Eran las seis de la mañana y realmente no tenía ganas de levantarse de la cama, donde estaba calentito, para salir al frío de la calle... pero era lunes y tenía que estar en la oficina a las ocho, así que, no era algo que se pudiera permitir. Taeyeob cerró sus ojos durante unos segundos, suspirando de nuevo y bostezando, antes de coger las energías suficientes para poder levantarse; sin embargo, tenía un gran problema, un gigante de hecho, que lo mantenía aprisionado en el lugar, un problema con el que debía de tratar si lo que quería era levantarse de la cama para hacer su vida en el exterior. No es que le apeteciera mucho hacer esa vida, pero si no iba a la oficina lo echarían y el único dinero que entraba fijo en aquella casa era el que él aportaba.

 

A Taeyeob no le gustaba molestar a su novio cuando estaba profundamente dormido, le gustaba molestarlo cuando estaba despierto y podía meterse con él, para así ver cómo éste ponía pucheros o cómo le respondía socarronamente a todos sus comentarios con otros, así que, lo primero que intentó para librarse de los férreos brazos que lo mantenían atado en la cama, fue desembarazarse de ellos. Había días en los que conseguía reunir las fuerzas suficientes para escaparse del abrazo de oso en el que dormía cada noche, a veces funcionaba simplemente empujando un poco al mayor para que él mismo se diera la vuelta en sueños y lo dejase libre por su cuenta, otras veces tenía que usar toda su fuerza para levantar el brazo que lo rodeaba y así escabullirse sin despertarlo. No obstante, aunque esa mañana trató ambos métodos, ninguno de ellos fue efectivo y Taeyeob sabía que los minutos seguían corriendo y cuanto más tiempo pasase en la cama, menos tiempo tendría para arreglarse y salir de allí. Tenía cerca de una hora de camino en metro, eso si conseguía entrar en el primer tren que pasase, porque a aquellas horas de la mañana estaba lleno siempre hasta la bandera. El chico volvió a suspirar y al final decidió que, aunque no le gustase hacerlo, porque estaba seguro de que este no habría dormido más que un par de horas, tenía que despertar a su novio.

 

Kyubini murmuró, rozando su hombro con la mano que había podido sacar antes de su agarre para parar la alarma. Kyubini... tengo que ir al trabajo.

 

Como siempre, Kyubin no se movió. Solía tener insomnio, por eso decía que la noche era mucho mejor para él para dedicarse a su trabajo, pero cuando caía dormido, caía tan rendido, que era muy complicado despertarlo, y a Taeyeob de verdad que no le gustaba molestarlo en aquel estado, cuando su rostro se encontraba totalmente en calma, sin arrugas en su ceño, con una media sonrisa en sus carnosos labios... pero no le quedaba otra, al menos tenía que conseguir que estuviera lo suficientemente despierto y consciente para entender que lo único que necesitaba de él era que no lo siguiera abrazando más y lo dejase salir para arreglarse e ir al trabajo. Taeyeob lo intentó varias veces más, susurrando su nombre y moviéndolo levemente, acariciando su rostro e incluso tapándole la nariz, pero esto último lo único que hizo fue que el mayor roncase fuertemente al respirar por su boca y Taeyeob finalmente tuvo que sacar el último as que tenía en su manga: los besos.

 

Despertar a Kyubin a besos era quizás el movimiento más rastrero que podía hacer en un día laboral, porque cuando el mayor se despertaba de aquella forma y lo miraba con aquellos ojos llenos de infinito cariño y deseo, a Taeyeob le fallaba todo su sistema motor y nervioso, su cabeza dejaba de funcionar cómo debía y sus rodillas se le volvían de gelatina, aun estando tumbado sobre el colchón. Sin embargo, aquel era su último recurso y tendría que lidiar con las consecuencias de sus actos porque no se podía permitir faltar al trabajo de ninguna forma. Por eso, a pesar de todo, era lo único que podía hacer y Taeyeob se inclinó sobre Kyubin para comenzar a dejar besos en su nariz, en su frente, en sus mejillas, en su mentón, sobre sus ojos cerrados, uno tras otro, evitando hábilmente sus labios para que la cosa no escalase demasiado hasta que comenzó a conseguir su objetivo. No fue inmediato, por supuesto que no lo fue, con Kyubin, por las mañanas, nada era inmediato, pero poco a poco, éste comenzó a revolverse en su sueño, cada vez sintiendo más y más qué era lo que pasaba en el mundo real, hasta que finalmente, sus pestañas revolotearon y sus ojos se abrieron, tan solo una pequeña rendija, pero lo suficiente para así ver a Taeyeob sobre él, llenándolo de besos y sonreír.

 

Buenos días, bello durmiente murmuró Taeyeob, esta vez dejando un corto beso en sus labios antes de alejarse de él y dejar caer su cabeza de nuevo sobre la almohada. Necesito que me dejes salir de la cama, tengo que ir al trabajo.

 

Durante unos momentos, Kyubin simplemente lo observó en completo silencio, sus ojos todavía solo levemente abiertos, su boca esbozando aquella preciosa sonrisa que Taeyeob besaría una y otra vez si tuviera más tiempo entre sus dedos, lo observó mientras su cerebro terminaba de despertarse lo suficiente para entender qué era lo que le estaba diciendo el chico ante él y cuando finalmente lo hizo, asintió y retiró el brazo de la cintura de Taeyeob, aquel que lo había mantenido firmemente apretado contra él toda la noche, no sin antes inclinarse hacia él y atrapar sus labios en un cálido beso de buenos días que provocó escalofríos recorrer todo el cuerpo de Taeyeob. Cuando se separó de él y le dejó vía libre para que se levantase de la cama, el chico se encontró no queriendo irse de allí, sabía que iba a estar muchísimo mejor allí, junto a Kyubin, metido en la cama, que en la oficina escuchando gritar a su jefe directo como si un demonio lo hubiera poseído, pero tenía que ser fuerte y responsable y tenía que ganar dinero, así que, tras solo unos segundos de vacilación, Taeyeob finalmente se incorporó y salió de entre las sábanas.

 

No hace falta que te levantes tú también le dijo a Kyubin, sentado en el filo de la cama mientras se ponía las zapatillas de andar por casa. Sigue durmiendo, anoche seguro que te acostaste tarde porque no te sentí llegar a la cama.

 

Como respuesta obtuvo una especie de gruñido grave afirmativo. Kyubin no era de muchas palabras recién levantado, aunque durante el resto del día no se estuviese callado ni un solo instante. Taeyeob se detuvo solo un momento antes de comenzar su día de firme, subiéndose sobre la cama de rodillas para darle un último beso a Kyubin, notando la sonrisa del mayor contra su boca por el contacto, y después simplemente se dirigió hacia el baño.

 

Lo bueno de llevar viviendo junto a su novio los últimos cinco años era que, al final, Taeyeob se había acostumbrado a una rutina en la que sus horarios se compenetraban para tratar de entorpecer lo mínimo al otro en el día a día. Tras cinco años de convivencia, Taeyeob había aprendido que por las mañanas podía dormir un poco más o remolonear durante algunos minutos sobre la cama con el mayor si éste no lo dejaba salir de su abrazo de oso si ponía el despertador a las seis y se duchaba por las noches. Así disponía de un poco de tiempo y éste no se le escurría entre los dedos, por lo que, por las mañanas lo único que el chico tenía que hacer era lavarse la cara, vestirse y peinarse, mientras dejaba que se hiciese el café en la cocina. No necesitaba más que unos cuarenta o cuarenta y cinco minutos para hacer aquello con tranquilidad, ir terminando de despertarse hasta que el sueño finalmente se alejase de él mientras se preparaba y salir a la calle sin que se le hubiese olvidado coger nada. Siempre había sido muy despistado, en los primeros años en aquel trabajo, cuando Taeyeob todavía no se había acostumbrado a nada, solía dejarse el móvil, la cartera, el maletín, los papeles que necesitaba para el día y, en más de una y de diez ocasiones había tenido que molestar a Kyubin para que éste le llevara lo que se le había olvidado coger por haber salido con prisas. No obstante, ahora era una persona responsable que salía de casa todas las mañanas impecable y, además, completamente listo para comenzar el día a pesar de que ir al trabajo en sí no lo ilusionase demasiado.

 

Cuando salió del baño, sin legañas en los ojos, sintiéndose algo más despejado después de echarse agua fría para terminar de despertarse y con la vejiga vacía, se dirigió hacia la cocina para ponerse el café. No obstante, antes de llegar a la cocina, se detuvo frente a la puerta abierta del estudio de Kyubin, encendiendo la luz y echando un vistazo dentro para comprobar que todo estaba lo más recogido posible y que cuando el otro se levantase y se dirigiese al lugar no se tropezase con ninguno de sus materiales y formase un estropicio a veces, todavía tenía pesadillas con la vez que éste se había dejado un bote de tinta abierto sobre el escritorio que se le había volcado por la noche cuando se iba a dormir y no se había dado cuenta, más dormido que otra cosa y el horror que había sido limpiar la tinta del mueble y de los suelos de madera. Aquel día estaba todo bien, el suelo estaba despejado por lo menos y en el escritorio tenía diferentes botes de tintas, todos cerrados, y varios pinceles en un vaso con agua, pero lejos de su rango de movimiento cuando se volviera a sentar allí para dibujar. Al lado del escritorio tenía un lienzo en un caballete, a medio terminar porque, según le había dicho ese fin de semana, la inspiración se le había desvanecido de pronto y no se sentía capaz de acercarse de nuevo al lienzo y delante de las puertas del armario, apoyadas contra estas tenía algunos otros lienzos ya finalizados que esa semana debía de llevarse para vender. Todo parecía en orden, a pesar del desorden, así que, Taeyeob apagó la luz y salió, cerrando la puerta, para finalmente prepararse su café, no pudiendo evitar que su mente siguiera divagando sobre Kyubin y su profesión.

 

Mientras echaba unas cucharadas de café molido en la cafetera, la llenaba de agua y la ponía al fuego, su mente divagó hacia cómo su novio había decidido dejar atrás la acomodada vida que llevaba para dedicarse en cuerpo y alma a la pintura. No había sido fácil para ninguno adaptarse a la nueva situación, pero tenían los suficientes ahorros y Taeyeob tenía un trabajo fijo, así que podían seguir adelante sin demasiados problemas, además, Kyubin había seguido manteniendo sus contactos en las altas esferas, por lo que eso lo ayudó bastante a abrirse un pequeño hueco en el mundo del arte y sus obras se vendían bien. No era una fuente constante de dinero, ya que solo eran unas pocas veces al año las que se ponían sus obras a la venta u organizaba una pequeña exposición con éstas para después sacarlas a subasta, pero la apuesta le había salido bien y el mayor parecía mucho más feliz desde que se estaba dedicando a pintar que lo que lo había sido en sus años como alto ejecutivo, a pesar de los muchos bloqueos creativos y las noches sin dormir.

 

El ruido de la cafetera indicándole que su café estaba listo sacó a Taeyeob de sus pensamientos y el chico lo vertió en una taza, echándole una cucharada de azúcar y un poco de leche, removiéndolo lentamente durante unos pocos minutos antes de bebérselo, caminando hacia la ventana del salón y viendo cómo la ciudad a sus pies estaba cubierta por una fina capa de nieve que no tardaría en derretirse y convertirse en hielo, sintiendo el líquido caliente bajar por su garganta de una forma reconfortante. Cuando se le acabó el café, Taeyeob dejó la taza en el fregadero junto a los cacharros de la cena de la noche anterior y volvió al baño para lavarse los dientes. Su rutina de todas las mañanas acaba con él entrando en la habitación que compartía con Kyubin para quitarse el pijama calentito y ponerse el traje para ir a la oficina. Ese día, se fijó al entrar en que Kyubin le había hecho caso y seguía sobre la cama, sus ojos cerrados y respirando regularmente, como si estuviese en un profundo sueño, por lo que Taeyeob trató de hacer el mínimo ruido posible mientras se cambiaba de ropa, no tenía que abrir cajones ni puertas del armario porque había dejado todo sacado la noche anterior, desde los calcetines hasta la corbata, pasando por el traje y la camisa, por lo que no le fue muy difícil simplemente vestirse en silencio hasta que estuvo más o menos listo.

 

Taeyeob se miró al espejo de pie que tenía frente a él para arreglarse con sus dedos los mechones de pelo rebelde que no terminaban de quedarse como él quería porque estaban ya más largos de lo que debían y no había encontrado aún tiempo para pedir cita en la peluquería. No obstante, con un poco de paciencia y otro poco de fijador, el chico finalmente se dio por satisfecho con el resultado y se echó un poco de perfume en las muñecas y en la base de su nuca para después comenzar a pelearse con la corbata azul marino con algunas rayas blancas y otras de un azul un poco más claro, que hacían juego con el traje simple azul marino que llevaba aquel día. Nunca había sido muy bueno con los nudos, por eso sus corbatas siempre tenían el nudo hecho y él solo tenía que aflojarlo y ponérselo por la cabeza antes de ajustárselo al cuello, pero aquella corbata se la había regalado Kyubin por navidades y todavía no había tenido ocasión para ponérsela, algo que quería que comenzase a cambiar. Sin embargo, a pesar de que le dio varias vueltas a la tela, mirándose al espejo, como había aprendido a hacer, ese día sus manos no parecían estar haciendo algún paso bien y cuando se le deshacía entre los dedos, Taeyeob no pudo evitar suspirar frustrado todas las veces.

 

Probablemente fueran aquellos suspiros de frustración en el silencio sepulcral de la habitación lo que provocaran que Kyubin se terminase de despertar, levantándose de la cama y caminando hacia él, abrazándolo por la espalda, sus manos rodeando su delgada cintura con suavidad y cariño, su nariz hundiéndose en la base de su nuca para aspirar el olor de su perfume. Taeyeob no se dio cuenta de que se había despertado hasta que no lo tuvo encima, pero por una vez no se sobresaltó, solo se dejó envolver por el repentino calor que emanaba del cuerpo del mayor, dejando que su espalda descansara contra su ancho pecho durante unos momentos.

 

Vas a llegar tarde si sigues peleándote con la corbata murmuró Kyubin, su voz grave, todavía más de lo que era habitual, tomada por el sueño, contra su oreja, provocando que un escalofrío recorriera toda la columna vertebral de Taeyeob. Deja que lo haga yo.

 

Taeyeob asintió levemente con su cabeza y no opuso resistencia cuando Kyubin lo giró entre sus brazos hasta que quedaron cara a cara, con muy poco espacio entre ellos, solo el suficiente para que Kyubin pudiese maniobrar con comodidad para hacer el nudo de su corbata. Taeyeob tragó saliva al ver al hombre ante él, completamente concentrado en la tela, moviendo hacia un lado y después hacia otro sus extremos para comenzar a hacer lentamente el nudo, experto en aquella tarea porque había pasado demasiados años de su vida haciéndose los nudos de sus propias corbatas antes de salir a trabajar. La vista de Taeyeob se desvió de su rostro, de sus labios que formaban un ligero puchero en concentración, hasta sus manos, que giraban y giraban la tela de la corbata, luego miró hacia el resto de la habitación, sin poder dejar sus ojos quietos en un solo punto. Su corazón latía rápidamente dentro de su pecho, la presencia de Kyubin lo ponía nervioso siempre, tenerlo a escasos centímetros, haciendo algo tan doméstico por él como hacerle el nudo de la corbata, lo ponía feliz, pero también lo excitaba de sobremanera y Taeyeob no quería que se le notase todo lo que el mayor le estaba provocando en esos momentos, porque si lo hacía, si Kyubin se fijaba en cómo estaba conteniendo la respiración, era muy posible que no lo dejase ir, que lo volviese a llevar hasta la cama y lo desnudase, solo dejándole la corbata puesta, follándolo hasta que las piernas de Taeyeob dejaran de sostenerlo, hasta que ninguno de los pudiera seguir adelante. No sería la primera vez que pasaba, tampoco sería la última. En muchas ocasiones, mientras se arreglaban para salir, ya fuera a una cita o a alguna quedada con sus amigos, al final no habían salido de casa porque había pasado algo similar, pero Taeyeob no podía dejar que eso pasase, no cuando tenía que estar en el trabajo en poco más de una hora y tenía que coger el metro.

 

Ya estás listo dijo Kyubin, terminando de ajustarle la corbata al cuello, arreglándole también el cuello de la camisa. Estás perfecto para comerte el mundo.

 

Taeyeob alzó la mirada hasta que sus ojos se encontraron con los del mayor, viendo en ellos una mezcla de cariño, orgullo y deseo que lo dejó sin respiración y con el corazón latiéndole aún más fuerte, sintiéndolo incluso en su cerebro. El chico se tuvo que recordar que tenía que respirar y que tenía que reaccionar para irse a trabajar, así que, le dedicó una sonrisa agradecida a Kyubin, murmurando incluso un “gracias” que apenas resonó en la habitación porque los labios del otro se estrellaron contra los suyos en un beso mucho más demandante que los que se habían dado en esa mañana, un beso que podía poner en peligro que Taeyeob llegase a tiempo a la oficina, algo que debía de importarle que no pasase, pero durante unos momentos se perdió en ese beso, en la forma en la que las manos grandes de Kyubin le sujetaban con firmeza la cintura y lo mantenían en su sitio. No obstante, antes de que llegase a más, antes de que comenzaran a desnudarse, comiéndose el uno al otro, Taeyeob reunió toda la fuerza de voluntad suficiente para alejarse de aquellos labios que lo llevaban al paraíso una y otra vez, alejándose también del cuerpo de Kyubin, tambaleándose un poco al hacerlo y agradeciendo que su novio no hubiese retirado todavía las manos de su cintura porque lo ayudó a estabilizarse.

 

Tengo que ir a la oficina le recordó a Kyubin. Por mucho que quiera no hacerlo y quedarme contigo todo el día en la cama, tengo que ir.

Lo sé respondió él, con una sonrisa pícara asomando en sus labios. Nada me gustaría más que te quedases conmigo, pero sé que tienes que irte y no te lo puedo impedir Kyubin se acercó de nuevo a él para dejar un cariñoso beso de despedida sobre su frente. Ten un buen día y avísame si pasa algo le dijo.

Lo haré respondió Taeyeob asintiendo. Vete de nuevo a dormir, descansa todo lo que puedas.

 

Kyubin también asintió y después soltó la cintura de Taeyeob. El chico le sonrió cálidamente antes de ir hasta donde había dejado su móvil tras apagar la alarma esa mañana y después cogió su maletín y salió de la habitación, viendo cómo su novio se metía de nuevo en la cama y se acurrucaba en las sábanas para tratar de recuperar el sueño. Taeyeob miró la hora en su teléfono y se mordió el labio inferior antes de correr hacia la entrada y ponerse rápidamente los zapatos. Iba demasiado justo de tiempo y le tendría que rezar a todos los dioses habidos y por haber para poder coger el primer tren que pasase o sino llegaría tarde... pero si era inevitable que llegase unos minutos tarde al trabajo, se escabulliría para que su jefe no lo viese. Esa mañana había sido un poco más accidentada que de costumbre, pero Taeyeob no la cambiaría por llegar en punto a la oficina.

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