Título:
Feathers
Autora:
Riz Aino
Pareja:
YuNa (Yuta + Mina) (NCTWICE – NCT & TWICE)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
AU, drama, fantasy
Número de palabras:
2.394 palabras
Resumen:
en una noche blanca de Navidad, además de nieve, del cielo caen plumas…
Notas:
la verdad es que comencé a escribir esta historia en el año 2013, con HeeChul y
TaeYeon de protas, pero después de mucho tiempo y de ver que no avanzaba más
allá de las primeras líneas, acabé decidiendo usar otra pareja y de repente me
vino la idea de que fueran estos dos quienes ocuparan ese honor (?).
Comentario de autora:
probablemente sea yo la única shipper de esta pareja, pero como me gustan tanto
a pesar de que no sé siquiera si se conocen realmente, no pude evitar hacer que
esta historia fuera para ellos. Espero que os guste esta historia y... ¡FELIZ AÑO NUEVO!
Osaka,
31 de Diciembre de 2016
Hacía un frío seco en las casi desiertas
calles de la ciudad, un frío que cortaba la piel expuesta a aquel clima extremo
de varios grados bajo cero. También estaba nevando en aquella noche previa al
día de Navidad y los copos que se pegaban al cuerpo del chico que caminaba
rápidamente de vuelta a casa le hacían sentir que aquel día estaba siendo más
helado de lo que en realidad debía ser. Pero cosas como aquella no le importaban
a Yuta realmente, lo único que quería era resguardarse en su cálido hogar y no
salir de él hasta que las fiestas terminaran.
Nunca le había gustado la Navidad y nunca le
gustaría. En aquella época, la ciudadanía generalmente disfrutaba de la compañía
de sus familiares, amigos o parejas, pero Yuta no tenía nada de aquello, por lo
que en la Navidad no tenía absolutamente nada que celebrar.
El chico se detuvo en un semáforo en rojo,
teniendo que esperar un poco para poder cruzar la calle. Ya solo le quedaban
unos minutos para llegar a casa, de hecho, desde aquel lugar, se podía ver el
edificio en el que vivía. Yuta no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su
rostro porque estaba a punto de llegar a su hogar, dejando atrás aquel ambiente
helado y quedándose al abrigo del suelo radiante y envuelto en alguna manta
mientras cambiaba una y otra vez de canal, buscando algo que realmente
mereciera la pena ver en la televisión. El semáforo se puso en verde para los
peatones y Yuta salió de sus pensamientos para echar a andar de nuevo, deseando
llegar pronto a su destino, porque la nieve que lo había acompañado durante
todo el camino, estaba comenzando a caer de una forma mucho más fuerte; por
eso, el chico se subió la capucha del chaquetón que llevaba puesto y se
protegió un poco más del frío y de la nieve.
Apenas había avanzado unos metros, cruzando
el pequeño parque que había justo ante su apartamento, cuando además de nieve,
vio algo más caer del cielo. Yuta no estaba prestando demasiada atención a lo
que lo rodeaba, por lo que al principio no pudo identificar qué era aquello que
había descendido hasta el suelo frente a su rostro, pero estaba seguro de que
no era nieve. El chico alzó sus hombros, porque tampoco es que le importara
demasiado y se dispuso a echar a andar de nuevo, pero en cuanto dio un paso,
otra vez aquella cosa que no había identificado volvió a caer frente a él. En
ese instante, el chico alzó su mano y atrapó lo que caía, dándose cuenta de que
era una pluma blanca del tamaño de su palma.
Los pájaros con plumaje claro no solían salir
de noche porque eran demasiado visibles para ser presas de las demás aves
nocturnas, por lo que al chico le extrañó y miró hacia el cielo, buscando al
animal del que eran originarias aquellas plumas que caían. Mientras subía su
cabeza, la nieve comenzaba a caer por su rostro y el chico tuvo que ir
quitándosela para no quedarse sin ver nada y cuando finalmente encontró qué era
aquello que estaba dejando caer plumas, Yuta tuvo que parpadear varias veces
porque no podía creérselo.
Justo sobre su cabeza se encontraba
una chica, con unos ropajes blancos ceñidos a su cuerpo, sosteniéndose en el
aire gracias a unas grandes alas cubiertas por plumas blancas que salían de su
espalda y que se movían lentamente, agitando la nieve a su alrededor.
Yuta abrió sus ojos como platos al
ver aquella escena, sin poder creerse realmente lo que estaba viendo porque era
algo totalmente inverosímil, algo que solo ocurría en la ficción, en los libros
o en las películas, no en la vida real y sobre todo, no a él. Los ángeles no
existían, eran seres de la mitología cristiana y él ni siquiera practicaba
aquella religión, así que no tenía ningún sentido que un ángel se hubiera
aparecido ante él. Aquello tenía que ser algún tipo de broma para algún
programa de la tele y seguro que había varias cámaras ocultas grabándolo para
enseñar al mundo la cara de gilipollas que tenía en aquellos momentos.
Sin embargo, no parecía ser ninguna
broma porque los minutos comenzaron a pasar y nadie aparecía ante él con un
micro para hacerle una pequeña entrevista sobre cómo se sentía con aquello.
Yuta trató de convencerse entonces de que si no era una broma debía de tratarse
de su imaginación, que aquel ser no se encontraba allí en la realidad y que el
maldito frío que hacía aquella noche le estaba haciendo tener alucinaciones con
ángeles, pero eso tampoco parecía ser factible, porque por mucho que
pestañeara, se refregara los ojos con las manos o intentara aclararse su
cabeza, el ángel no desaparecía de su vista.
El chico trató de calmarse y
enfocarse, pero repentinamente, el ángel comenzó a mover sus alas, descendiendo
lentamente con gracia a través de los copos de nieve que caían hasta posar sus
desnudos pies sobre la nieve, a un escaso metro de él, moviendo un poco el aire
a su alrededor debido al batir de sus alas. Yuta no pudo evitar observar a la
muchacha hermosa que tenía ante sí, con su pelo largo y negro y su piel nívea;
tenía una expresión ausente, pero lo miraba fijamente a los ojos y el chico se
estremeció cuando sus miradas conectaron por un instante. Era tan bella…
—Nakamoto Yuta, ¿cierto? —cuestionó,
con una voz suave que lo dejó sin respiración porque ningún ser tan hermoso
había dicho su nombre de una forma tan delicada y dulce.
—Soy yo… —murmuró, aunque tuvo que
tratar varias veces antes de conseguir que algo pudiera salir de sus labios.
—Me alegra haberte encontrado —dijo
ella—. Soy Minari y me han asignado ser tu ángel de la guarda.
—¿Qué?
Yuta llevaba muy confuso desde que
había visto al ángel flotando sobre su cabeza, pero al escucharla decir
aquellas palabras, se sentía mucho más confuso si cabía. Todo era demasiado
extraño e incluso había comenzado a dolerle la cabeza muchísimo, por el frío y
por la de pensamientos que viajaban de un lado a otro tratando de buscar una
solución lógica a la situación en la que se encontraba, sin éxito alguno, todo
había que decirlo.
—Minari, tu ángel de la guarda
—repitió ella con una enorme sonrisa—. Se suponía que no debía aparecer ante ti
porque tenía que cuidarte sin que te dieras cuenta, pero me pareció muy triste
que pasaras un día tan especial como éste en soledad, por eso me he arriesgado
a hacerte una pequeña visita.
Yuta seguía en shock, por lo que no
atendía realmente a lo que el ángel le decía, solamente podía observarla
atentamente, cómo movía sus labios rojizos para esbozar las palabras que
escuchaba pero que no entendía.
—Por eso, te he regalado una de mis
plumas —Minari se acercó un poco más a él y tomó la mano en la que todavía seguía
aquella pluma que había cazado al vuelo. Yuta se estremeció al contacto de la
piel suave y cálida del ángel—. Con ella puedes pedir que alguien te acompañe
en esta noche especial en la que un año se deja atrás y otro nuevo comienza,
lleno de posibilidades.
El chico trató de respirar hondo
para no decir algo de lo que se pudiera arrepentir, pero él no quería que nadie
lo acompañara, él solo necesitaba estar solo para ser feliz y le daba
absolutamente igual que fuera 31 de diciembre. Su familia lo había abandonado
en Navidades cuando todavía era un niño y había crecido en un orfanato, rodeado
de gente con la que no había podido establecer ningún lazo afectivo. Había
pasado toda su vida en soledad, no necesitaba que nadie estuviera junto a él,
fuera el día que fuera en el calendario.
—Estoy bien solo —respondió,
moviendo una de sus piernas para echar a andar y alejarse de aquel ángel que
solo se había aparecido ante él para que pensara en aquellos recuerdos de su
pasado que siempre había mantenido a raya—. No necesito la compañía de nadie.
—Estás solo, pero no por eso estás
bien —murmuró el ángel, haciendo que se quedara estático por un momento—.
Puedes desear la compañía que necesitas y así comenzar a ser alguien menos
solitario, más abierto, más accesible…
—¿Para que quién tenga acceso me
rompa el corazón? —cuestionó él, sarcásticamente—. No, gracias.
—También podría ser para que alguien te lo
sanara —contestó ella—. Desde ahora soy tu ángel de la guarda y estoy aquí para
que tu vida deje de ser de esta forma, para que puedas disfrutar de la calidez
de las personas, para que puedas amar y ser amado.
—No lo necesito.
Yuta dijo aquellas palabras y después echó a
andar, sin mirar al ángel que dejaba atrás ni una sola vez. Sentía su sangre
hirviendo en sus venas por culpa de la conversación que acababan de mantener y
lo único que deseaba era llegar a casa y dejar de pensar en ello, hacer como si
no hubiera ocurrido, olvidar aquel incidente y no recordar absolutamente nada
de lo que había sucedido, lo que habían hablado o quién era Minari. Sin
embargo, a pesar de sus pasos enérgicos y de la furia que sentía contra aquel
ángel, el chico no podía dejar de pensar en lo que le había dicho y se detuvo
tras andar solo unos pocos metros para mirar hacia atrás.
El ángel seguía allí, aunque se había girado
para mirarlo también, como si supiera perfectamente que se iba a volver. Sus
miradas conectaron de nuevo y Yuta la desvió rápidamente, centrándola en
aquella pluma que todavía seguía dentro de su puño.
Había veces en las que había pensado en
volver a abrirse a las personas, en tratar de conseguir amigos, en buscar el
amor… pero siempre lo había acabado desechando porque se encontraba demasiado a
gusto dentro de su microcosmos y salir de él significaba estar desprotegido en
un mundo que le iba a volver a hacer daño.
—Voy a estar velando siempre por ti —dijo el
ángel, como si le hubiera leído los pensamientos—. No voy a dejar que nada te
haga daño a partir de este momento.
Yuta cerró sus ojos y respiró hondo. Una parte
de él quería darse la vuelta y entrar en su apartamento, mientras que la otra
parte quería creer en las palabras del ángel y quería pedir el deseo para no
estar solo nunca más. Era una batalla muy reñida dentro de su mente, pero
finalmente acabó ganando aquella que le decía que se arriesgara una vez más y
que si salía mal de nuevo, solo tenía que volver a lo de siempre, a no confiar
ni acercarse a nadie.
—¿De verdad? —no pudo evitar preguntar al
ángel, sintiéndose como un niño pequeño al hacer aquella pregunta, pero también
sabiendo que debía hacerla para terminar de convencerse.
—Siempre estaré a tu lado —le respondió ella.
—Entonces… me gustaría desear que te quedaras
esta noche a mi lado, Minari —pidió.
Inmediatamente después de decir aquello, la
pluma que tenía en su mano, empezó a desprender algo de calor. Yuta abrió su
mano y vio cómo ésta ardía en llamas que no le hacían ningún daño,
consumiéndose rápidamente hasta desaparecer sin dejar ningún rastro.
—Por supuesto que estaré contigo esta noche
—dijo el ángel, caminando hacia él hasta llegar a su lado—. ¿Vamos?
Yuta llevó al ángel a su apartamento y ambos
pasaron la noche juntos, hablando, riendo, viendo la televisión y celebrando
que acababa un año y que comenzaba otro que iba a ser completamente distinto al
anterior —o al menos, eso era lo que el chico esperaba—.
Cuando a la mañana siguiente se despertó en
el sofá en el que había dormido, se dirigió hacia la habitación para ver si
Minari se encontraba allí o no, pero el ángel ya había desaparecido. Sin
embargo, a pesar de no verla por allí, Yuta sentía que lo estaba acompañando y
gracias a ello, notó cómo le infundía fuerzas para que a partir de aquel día,
comenzara una nueva vida en la que dejara su soledad atrás y disfrutara de la
compañía de las personas y del amor que de éstas podía recibir.
Notas finales:
—Esta
historia está levemente inspirada en el MV ‘Missing You’ de SM The Ballad,
porque no es que haya cogido la trama de ahí, sino que ver el vídeo me inspiró
para sacarla adelante, de una simple idea sin formar en mi cabeza hasta el one
shot que ha terminado siendo (no se parece en nada al MV, en realidad, solo en
que hay un ángel y un muchacho).
—He
ambientado la historia en Osaka porque Yuta es de allí y porque además hace
bastante fresco en invierno y suele nevar bastante, en el resto de Japón no es
de esa forma.
—La
ropa que lleva Mina en el fanfic es algo como esto,
básicamente me encontré con la foto repentinamente y pensé que era el atuendo
de un ángel.
—Para
quienes se hayan quedado un poco locos con el nombre que le he puesto a Mina,
debo decir que simplemente lo he modificado un poco para darle un toque más
“angélico”, pero que tanto su nombre real como el artístico es Mina, no Minari.
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