Título: 꼬맹아 (Baby)
Autora: Riz Aino
Parejas: SeNiel (Kim SeJeong + Kang
Daniel) (I.O.I + Wanna One | Gugudan)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, fluff
Numero de palabras: 1.224 palabras
Resumen: Daniel se enamora de la chica de ciudad que aparece ese
verano en su pueblo y que no es tan delicada como parece.
Notas: hace años vi un programa en el que Daniel decía esta
palabra y como era la primera vez que la escuchaba y me gustó cómo sonaba para
título de fanfic.
Comentario de
autora: esta historia es el
equivalente al “moza, tengo tierras” coreano y me encanta haber hecho algo así.
Espero que os guste.
꼬맹아 (Baby)
—Me gusta SeJeong —dijo Daniel,
haciendo que tanto SeongWu como MinHyun se giren hacia él, extrañados y
sorprendidos por lo que acaba de decir—. Que me gusta un montón, joder. Es la mujer
de mi vida.
—¿No decías hace una semana que la
odiabas porque era una finolis? —le preguntó MinHyun.
—Lo mismo decía de ti la primera vez que te traje al pueblo —contó SeongWu, haciendo que MinHyun se ofendiera con Daniel y lo mirara mal.
—A ver, no te lo tomes a mal —comenzó—.
Es que la primera vez que te trajo fueron muchos cambios… ya no éramos solo él
y yo y a veces os comíais los morros delante de mí y además hablabas super fino
y correcto y no te gustaba mancharte la ropa, siempre como un pincel… —fue
contando—, eras la definición perfecta de finolis de ciudad en el campo y no me
apasionaba la idea de tenerte por aquí porque SeongWu y yo al final somos más
bastos que un arao de palos… pero ahora te mezclas bien con ambos y no tengo
ninguna queja.
—Que sepas que el año que viene no
te pienso traer ningún regalo finolis de la ciudad cuando venga —le advirtió
MinHyun y Daniel hizo una mueca de dolor por la puñalada que acababa de
recibir. Los regalos de MinHyun siempre eran los mejores.
—Tranquilo, de aquí al año que viene
se le habrá olvidado que lo habías ofendido y te traerá un regalo maravilloso —dijo
SeongWu—. Pero ahora cuéntanos qué es eso de que te gusta SeJeong.
—Pues… eso… que me gusta… —contestó,
sin aclarar nada, exasperando a sus dos amigos, pero nunca había sabido
expresarse bien, así que, aquello era lo único que podía decirles en aquellos
momentos.
SeJeong había aparecido en su vida a
inicios de aquel verano, siendo la nieta de la vecina de la casa de al lado a
la suya. Venida de la ciudad, con un vestido vaporoso, unas sandalias de marca
y una pamela, a Daniel le había dado las mismas vibras que MinHyun la primera
vez que lo había visto repinado, con camisa y zapatos. Era una pija. Una
finolis venida de la ciudad al campo a la que seguramente habían mandado allí
como castigo. Además, hablaba de la misma forma que MinHyun, con ese acento
super neutro y todo lo que decía le repateaba porque no era nada coherente.
Estaba completamente claro que su sitio no estaba allí y cada vez que la veía,
a Daniel le hervía la sangre porque él era un chicarrón de campo, con la piel
tostada por el sol y hecho a estar trabajando la tierra, aquella muchacha
delicada estaba seguro de que lloraría si se rompiera una de sus largas uñas.
Se había pasado medio verano
odiándola en secreto —y no tan en secreto porque cuando se la cruzaba, no podía
evitar torcer el gesto— pero hacía solo unos pocos días que su percepción de
SeJeong había cambiado por completo.
Hacía cuatro días, la abuela de la
chica lo había visto sacar el tractor para ararle las pocas tierras que la
pobre mujer todavía conservaba y quitarle las hierbas, tal y como solía hacer
de vez en cuando para ganarse unos dinerillos, y había mandado a su nieta a
ayudarlo. Era todavía bastante temprano, el sol apenas había asomado por el
horizonte y SeJeong había aparecido medio dormida, con el pelo revuelto y ropa ancha
y arrugada. Tan solo aquella visión tan natural de la muchacha había provocado
que Daniel sintiera algo muy dentro, pero fue lo que ocurrió a lo largo de
aquella mañana lo que terminó haciendo que bebiera los vientos por ella.
SeJeong había estado todo el tiempo ayudándolo, no importándole mancharse las
manos o la ropa, no importándole el creciente calor y no importándole que el
trabajo fuera duro. La chica hizo todo lo que Daniel le pidió e incluso se
sentó con él en el pequeñísimo tractor, para aprender a manejar la máquina. En
el escaso espacio de la cabina, ambos estuvieron muy juntos, sus cuerpos
tocándose por todas partes y sus respiraciones jadeantes por el calor y el
trabajo que habían estado realizando toda la mañana… y aquello había hecho que
las cosas que había comenzado a sentir por ella se intensificaran. Desde aquel
momento, solo había podido pensar en ella y en lo mucho que le gustaba.
—¿Le vas a pedir salir? —le preguntó
MinHyun, sacándolo de sus pensamientos.
—¿Pa qué? —cuestionó él en respuesta—.
Si se va a ir en unas semanas de nuevo a Seúl y probablemente no vuelva al
pueblo.
—Pero al menos pasaréis unas semanas
de dulce amor veraniego —le dijo SeongWu—. Y lo mismo si la tientas lo
suficiente, venga cada vez que tenga vacaciones a verte.
—Seguro que no… además, si no soy ni
guapo —replicó—. ¿Cómo voy yo a encandilar a una Venus como ella?
—No eres feo… —murmuró MinHyun, pero
antes de que pudiera añadir algo más, SeongWu lo cortó.
—Mira, muy fácil —dijo—. Le dices “¡Moza,
tengo tierras!” y te digo yo que la conquistas, así fue cómo hice que MinHyun
se metiera en la cama conmigo.
—¿Qué dices, gilipollas? —replicó
MinHyun, dándole un golpe en el pecho, ofendido, aunque Daniel no supo si había
sido por la estupidez que acababa de soltar o porque había hablado de que se
habían acostado juntos de aquella forma tan natural.
—Da igual… si no se lo voy a decir —acabó
decidiendo.
Pero obviamente Daniel no había
contado con que sus amigos eran unos pesados de mierda y, al final, acabó
cediendo a los pocos días, acercándose a SeJeong para decirle que le gustaba
muchísimo y que si quería salir con él. La chica lo miró un poco incrédula y
sorprendida, como si lo que acababa de escuchar salir de sus labios no se lo
hubiera esperado por nada del mundo. Al menos no parecía ofendida o disgustada
y eso era una pequeña victoria que Daniel se pensaba apuntar. No obstante, la
respuesta que recibió, fue algo que no se esperaba para nada.
—Casi dos meses has necesitado para
darte cuenta —le dijo, con una sonrisa divertida—. Pero ahora no quiero ser tu
novia, primero tendremos que hablar más y conocernos… así que, te doy mi
teléfono y tienes diez meses para encandilarme antes de volver a pedírmelo el
verano que viene.
Daniel sonrió, porque no supo qué
otra cosa hacer aparte de aquello, mientras en su mente no podía evitar pensar
que aquella preciosidad también estaba interesada en él y que, si lo hacía bien,
acabaría siendo su novia.
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