Título: Lust
Autora:
Riz Aino
Parejas:
KyuSung (KB + Love) (OnlyOneOf)
Clasificación:
NC–17
Géneros:
AU, smut, pwp
Numero de palabras:
3.270 palabras
Resumen:
entregarse a la lujuria y al deseo de sus corazones esa noche era algo que no
habían planeado… pero que no pudieron contener.
Advertencias:
alcohol, deseo sexual apenas contenido, algo de exhibicionismo, blowjobs,
en definitiva, relaciones sexuales bastante explícitas.
Notas: historia
escrita gracias a la letra de la canción Dream of You de ChungHa. No la sigue
por completo, pero sí está inspirada por ella.
Comentario de autora:
la canción me estuvo persiguiendo durante mucho tiempo hasta que decidí hacer
algo con ella para quedarme tranquila de una vez por todas. Espero que os
guste.
Lust
Por lo cual también
Dios los entregó a la inmundicia,
en las concupiscencias*
de sus corazones,
de modo que deshonraron
entre ellos sus propios cuerpos.
Romanos 1:24
Therefore God gave them
over
in the lusts of their
hearts to impurity,
so that their bodies
would be dishonored among them.
Romans 1:24
JiSung había sentido la mirada de un tío desde que había
entrado al pub. La había sentido desde el primer momento en el que se había
sentado en la barra y había pedido algo para beber. No le había hecho caso porque
aquella noche no tenía los ánimos para nada que no fuera emborracharse hasta
caerse redondo, ni siquiera había mirado en la dirección de aquella mirada
penetrante. Era extraño en él porque, generalmente, cuando iba a aquel pub o a
alguno del estilo —en sitios escondidos, alejados del paso, lugares a los que
solo se podía ir si sabías que estaban allí, llenos de buena música, buena
bebida, tíos buenos con los que follar una noche— siempre era para ligar y lo
más normal era que no pudiera apartarse a los tíos de encima por ello, siempre
exudando por todos sus poros su deseo sexual y su lujuria, vistiéndose de forma
provocativa, a veces incluso maquillándose de forma suave, pero acentuando
todos los rasgos atractivos de su rostro. Aquel día no. Aquel día solo había
ido a beber, a beber como si el mundo ya no tuviera salida para él, esperando
que, con el nuevo día, todo le pareciera diferente y mejor, ahogándose en aquel
agridulce licor que le arreglaría todos los problemas.
—De parte de aquel tío de allí.
La voz del camarero que estaba detrás de la barra hizo
que JiSung levantara la cabeza de su vaso en el que los hielos se habían casi
derretido mientras se perdía en sus propios pensamientos, observando cómo éste
le había dejado sobre la barra otro vaso con lo mismo que se había pedido un
rato antes. Miró entonces en la dirección que el camarero le señalaba,
encontrándose al final de su dedo a uno de los tíos más sexys que había visto
jamás. Su mirada oscura y penetrante estaba fija en él y no la apartó a pesar
de saber que JiSung lo estaba mirando, algo que lo hizo sentir un leve
escalofrío. Tenía el pelo ondulado y un poco largo, lo suficiente como para
poder entremezclar los dedos en él, e iba vestido con una chaqueta vaquera sin
abrochar y con una camiseta transparente debajo que dejaba entre ver un cuerpo
trabajado.
JiSung
no pudo evitar tragar saliva, dándose cuenta de que había estado conteniendo la
respiración durante los segundos en los que lo había observado. Cogió aire de
nuevo, justo cuando en los labios algo gruesos del otro apareció una sonrisa
pícara que mandó otro escalofrío por todo su cuerpo. Con todo el vello de su
cuerpo erizado, le dedicó una sonrisa en respuesta y aceptó la copa a la que
había sido invitado, tomando el vaso con su mano derecha y llevándolo a sus
labios, bebiendo de él sin dejar de mirar a aquel tío, dándose cuenta de que
contenía la respiración mientras lo observaba beber. Conscientemente, dejó que
un par de gotas resbalaran por la comisura derecha de sus labios, recorriendo
su mentón y mandíbula hacia su cuello cuando paró de beber y, tras dejar el
vaso de nuevo en la barra, se secó con el pulgar los restos que habían quedado
en su mentón.
Aquella noche había ido al pub a ahogar sus problemas en
el agridulce alcohol, pero acababa de cambiar de opinión. Ser un seductor era
el juego al que mejor se le daba jugar y tenía a alguien demasiado interesado
en él como para que lo dejara correr. Sus problemas seguirían allí, en realidad
nunca había esperado que desaparecieran, solo olvidarse de ellos con la bebida
durante unos momentos… algo que también podía hacer con un poco de sexo con un
desconocido que, además de sexy, era guapo. Solo de pensar en tocar su cuerpo y
que el otro tocara el suyo con aquellas manos grandes y huesudas, su garganta
se quedó completamente seca y tuvo que agarrar de nuevo el vaso para beber, en
aquella ocasión sintiendo cómo el ardor del alcohol quemaba levemente su
garganta al bajar.
El juego de miradas penetrantes, llenas del fuego del
deseo, ansiosas, de sonrisas pícaras, de pequeñas invitaciones a compartir el
mundo del otro durante los momentos que tardaran en correrse se sucedieron
durante varios minutos, bajo las luces de colores cambiantes del pub, con la
música fuertemente resonando en sus oídos. Le gustaba aquel pequeño juego a
distancia porque ambos se estaban tentando el uno al otro con sus gestos, sin
dejar de observarse ni un solo segundo y tomando notas mentales de qué era
aquello que provocaba más reacciones en el otro. JiSung se dio cuenta de que la
mirada penetrante de aquel tío se detenía en sus labios una y otra vez y no
pudo evitar usarlo como ventaja, tocándoselos, mojándoselos con la lengua,
mordiendo levemente su labio inferior incluso.
Era
divertido y excitante… pero JiSung tenía ganas de mucho más, apenas podía
contenerse ya y quería que el juego continuara y avanzara, por eso, acabó
llamando al camarero.
—¿Puedes preparar una copa de lo que se está tomando
aquel tío? —le preguntó, señalando con algo de disimulo en la dirección en la
que él estaba, siendo lo suficientemente abierto como para que el otro viera
desde su posición.
El otro tío lo miró con expresión interrogante, no
entendiendo al principio cuáles podían ser sus intenciones, pero cuando el camarero
dejó la copa justo al lado de la de JiSung, éste lo invitó a ir hacia él con un
leve movimiento de su dedo índice. Una sonrisa divertida apareció en el rostro
del otro cuando por fin entendió qué era lo que quería y se levantó de su
puesto en la barra, yendo después hacia él, evitando al gentío de la pista de
baile, caminando con lentitud y clase hasta que llegó a donde JiSung se
encontraba, quedándose durante unos segundos parado ante él. JiSung no pudo
evitar pasear su mirada por aquel cuerpo escultural que desde lejos se
insinuaba, pero que de cerca parecía ser como una roca. Tragó de nuevo saliva,
la boca repentinamente seca, y aquello tuvo que complacer al otro porque apenas
pudo contener la sonrisa que se extendió por su rostro.
—KyuBin —le dijo, sentándose en el taburete vacío a su
lado. Su voz era profunda y reverberó en los oídos de JiSung—. ¿A quién tengo
el placer de agradecerle la invitación a esta copa? —preguntó, levantando el
vaso que había pedido para él y bebiendo de este, sin dejar de mirarlo.
—JiSung —respondió.
—JiSung… —murmuró, como si estuviera saboreando su nombre
en sus labios—. Gracias por la copa.
JiSung asintió levemente. Su boca seca de nuevo, las
ganas de beber algo lo atacaron otra vez, pero lo que más se le antojaba en
aquellos momentos era beber de la boca de KyuBin. Aquel pensamiento cruzó su
mente como un rayo y lo hizo quedarse en blanco durante unos segundos. Había
sido demasiado repentino y se había sentido como si hubiera estado perdido en
el desierto durante demasiado tiempo y acabase de encontrar un pequeño oasis
con el cual poder saciar su sed o un vampiro recién mordido, con sed de sangre.
KyuBin pareció ver el cambio en su rostro porque su ceño se frunció levemente
mientras lo observaba, pero JiSung no dijo nada y KyuBin tampoco dijo nada,
solo se miraron fijamente unos momentos más. JiSung nunca se había sentido tan
al borde del abismo con solo unas miradas intensas. Ahora que estaba tan cerca
de KyuBin podía ver perfectamente el color castaño de sus ojos y cómo el fuego
se avivaba en ellos cada instante que pasaba y podía casi verse reflejado en
ellos, con la misma expresión de deseo mal contenido. No creía que tardaran
demasiado tiempo en entregarse a la lujuria, donde fuera y como fuera… y aquel
pensamiento se hizo realidad cuando justo después KyuBin colocó una de sus
manos en su muslo y se acercó a él para susurrarle al oído algo que provocó que
su cuerpo se estremeciera de arriba abajo.
—Quiero comerte entero.
Era una simple frase que ya había escuchado en alguna que
otra situación, pero susurrada con aquella voz profunda, le puso todo el vello
de punta y un jadeo estuvo a punto de escapar de sus labios. Había sido
demasiado erótico, demasiado sensual, demasiado todo y JiSung no quiso que
perdieran el tiempo con más juegos. Simplemente quería y necesitaba que todos
los deseos que él y KyuBin tuvieran sobre el otro, se hicieran realidad en
aquel mismo instante.
Sin pensárselo, JiSung simplemente agarró la mano que
KyuBin había posado en su muslo y se levantó del taburete, sorprendiéndolo con
su reacción, porque los ojos de aquel tío se abrieron como platos. No obstante,
JiSung no iba a dar explicaciones, necesitaba descargar la tensión que se había
ido acumulando en su interior durante todo aquel rato que habían estado jugando
el uno con el otro en la distancia antes de que terminara estallando allí en
medio, donde todos los podían ver —lo cual tampoco era una mala idea, porque ya
estaban allí y allí mismo podían comerse el uno al otro de inmediato, apagando
el fuego que habían encendido y que parecía que iba a ser complicado de apagar—.
Atravesaron el pub, esquivando a toda la gente que, bailando y bebiendo,
metidos en su propio mundo, se les puso por delante, hasta que finalmente
salieron del lugar. KyuBin no dijo ni una palabra y solo lo siguió, sabiendo
probablemente cuáles eran sus intenciones.
JiSung
giró a la izquierda al salir del pub, caminando por las estrechas calles que le
eran tan conocidas, buscando un lugar lo más apartado y oscuro posible, donde
nadie pudiera encontrarlos y sorprenderlos. Demasiado deseoso de acabar con
aquel fuego que se acumulaba en su interior a niveles casi desconocidos para
él. No sería el mejor lugar para hacer nada demasiado elaborado, pero sí para liberarse
mutuamente de la presión, que en aquellos momentos era casi insoportable. JiSung
siguió buscando un lugar propicio durante algunos momentos, cambiando de un
callejón mal iluminado a otro, hasta que finalmente lo encontró. En ese
momento, ni siquiera tuvo que decir nada porque en el instante en el que se detuvo,
el otro soltó su mano y puso sus manos en sus hombros, pegándolo contra la
pared del callejón con suavidad, a pesar de que por dentro debía de sentirse
tan incontrolable como él mismo. Y, entonces, KyuBin lo besó.
Sus labios chocaron contra los suyos, demandantes, firmes
y JiSung se dejó llevar por aquel ritmo fiero impuesto desde el segundo cero,
contrastando con la suavidad con la que lo había llevado hasta la pared. Un
beso húmedo, con su lengua larga reptando por sus labios para abrirse paso a
través de ellos, buscando más y más de él, algo que JiSung no dudó ni un solo
segundo en darle, separando sus labios para que aquella lengua pudiera
introducirse en su boca. JiSung gimió dentro del beso, más como un jadeo
ahogado que apenas se pudo escuchar. KyuBin se separó un segundo de él para
recobrar la respiración antes de hacer que sus bocas chocasen de nuevo, sus
labios moviéndose rápido sobre los suyos, descoordinadamente por las ansias de
más y más. JiSung llevó sus manos a las anchas espaldas del otro, metiéndolas
por debajo de su chaqueta vaquera, tocando aquella fibra transparenta y fina
que prácticamente era nada contra las yemas de sus dedos, agarrándose firmemente
a ella, pegando su cuerpo mucho más al de KyuBin, para que se fundieran en uno
solo.
A la vez que JiSung se aferraba a KyuBin, éste se pegó
mucho más a su cuerpo, provocando que todas las partes de sus cuerpos
estuvieran en contacto y que, sobre todo, sus entrepiernas chocasen. Una
corriente eléctrica recorrió todo el cuerpo de JiSung de arriba abajo cuando
sus miembros se rozaron, aun con sus pantalones separándolos. No se había dado
cuenta de que estaba tan sensible, prácticamente solo necesitaría un par de
roces como aquellos para que su miembro se pusiera completamente duro y a punto
de estallar. No obstante, JiSung se pegó mucho más a su cuerpo, porque
necesitaba aquel roce, aquel calor que le estaba proporcionando el cuerpo de
KyuBin. Todo era demasiado intenso que se sentía algo mareado, pero agarrado a
la espalda del otro y entre sus brazos, no tenía ningún miedo de caerse.
Los labios de KyuBin repentinamente dejaron los suyos y
viajaron por su mentón y su mandíbula, dejando besos húmedos con aquella lengua
que hacía escasos segundos estaba jugando con la suya dentro de su boca. JiSung
sentía cómo su corazón latía acelerado dentro de su cuerpo y cómo su
respiración era irregular, jadeando levemente sin poder evitarlo. Su piel
quemaba allí dónde los labios de KyuBin lo besaban y no podía evitarlo, quería
más y más, por eso, no podía parar de mover sus caderas al compás de las del
otro, tratando de buscar un ritmo que no los hiciera pensar y los siguiera
enloqueciendo, perdiéndose en la lujuria, destruyéndose a ellos mismos.
—Ahhhh… KyuBin… —jadeó su nombre en la oscura y
silenciosa noche, su voz reverberando en aquel callejón. Inmediatamente notó la
sonrisa de este contra su piel, así que lo hizo otra vez, en aquella ocasión
deliberadamente—. KyuBin.
—Tu voz… —murmuró este contra su cuello—, diciendo mi
nombre… —sus labios se alejaron de él y sus ojos de repente se encontraron con
los de JiSung—. Me altera demasiado.
—KyuBin —dijo de nuevo, sensualmente, ganándose con ello
un beso desesperado y hambriento por ello.
Sus caderas seguían moviéndose, chocándose la una contra
la otra, sus miembros endureciéndose más y más con cada contacto, hasta que
llegó un momento en el que ambos estaban completamente rígidos y dolía. Dolía
porque tenían que liberarse de la caliente y agobiante prisión que eran sus
pantalones. JiSung necesitaba tanto que comenzaran a tocarse mutuamente que
acabó llevando su mano derecha hasta la cinturilla del pantalón vaquero de
KyuBin, metiéndola dentro de sus pantalones y de sus calzoncillos, tocando casi
de forma inmediata su miembro duro, provocando que un jadeo grave saliera de su
boca y detuviera aquel beso con lengua que en aquellos momentos se estaban
dando.
—Wow… —jadeó cuando JiSung envolvió con su mano su
miembro y comenzó a moverla arriba y abajo levemente—. No pensaba que fueras a
hacer esto.
—Y puedo hacer más si me devuelves el favor —respondió,
guiñándole el ojo—. Mucho más.
—Sí, por favor —murmuró KyuBin casi sin aire.
JiSung no pudo evitar la sonrisa pícara que ascendió a
sus labios. Sacó después su mano de la entrepierna de KyuBin y dejó de
aferrarse a su espalda con la otra para desabrochar el botón y la cremallera
del pantalón, bajándolo un poco, bajando también levemente la parte frontal de
sus calzoncillos y sacando su miembro de ellos, duro, hinchado, terriblemente
sensible a su toque porque apenas lo había rozado con la yema de sus dedos
cuando KyuBin se había doblado hacia delante y había acabado apoyándose en la
pared ante él. JiSung se iba a divertir de lo lindo con él, lo tenía claro. Por
eso, comenzó a tocarlo sin ningún pudor, arriba, abajo, jugando con su pene,
con sus testículos, notándolo cada vez más y más duro. KyuBin jadeando contra
su oreja, sin poder hacer nada más, sin poder coordinarse lo suficiente como
para seguir besándolo como hacía antes, completamente débil a su toque. JiSung
notó entonces una pequeña contracción en su mano y supo que KyuBin estaba a
punto de explotar, así que, antes de que lo hiciera, se dejó caer sobre sus
rodillas y tomó su miembro con su boca, primero sus labios envolviendo su
punta, después su lengua bajando por su extensión, siguiendo el contorno de una
de sus venas y, antes de que pudiera seguir haciéndole aquel pequeño favor,
notó una contracción mucho más fuerte que la que había sentido en su mano unos
momentos antes y notó en su lengua el sabor del semen de KyuBin.
JiSung se levantó del suelo escupiendo y sintiéndose
satisfecho con lo que acababa de hacer tras meterle de nuevo su miembro dentro
de sus calzoncillos y cerrarle la cremallera de los pantalones. Frente a él, se
encontró con un KyuBin jadeante, todavía apoyando sus manos contra la pared
para sujetar su peso, pero con una expresión relajada en su rostro, relajada y
satisfecha porque acababa de tener un orgasmo en aquel callejón.
—Eres increíble —murmuró cuando su mente pareció volver a
la realidad, fijando sus ojos castaños de nuevo en los de JiSung.
—Me lo dicen mucho —replicó, con una sonrisa pícara.
—Te lo dicen bien.
KyuBin se acercó a él de nuevo para besarlo de una forma
mucho más perezosa de lo que lo había hecho antes, todavía buscando su lengua
con la suya, pero de manera controlada. JiSung devolvió el inesperado beso,
porque no había pensado que al otro le gustara besarlo después de que le
hubiera hecho una felación.
—Voy a devolverte el favor con creces —susurró contra sus
labios—. ¿Prefieres que vayamos a cualquier hotelucho que encontremos por aquí
cerca o podrás aguantar hasta llegar a mi casa?
—¿A cuánto queda tu casa? —preguntó JiSung, siguiendo el
movimiento de su boca.
—Mmmm… unos diez minutos…
—Puedo esperar si me prometes que va a ser mucho mejor
que lo que te acabo de hacer —le replicó, provocando que KyuBin se alejara de
nuevo de sus labios para mirarlo fijamente a los ojos de nuevo.
—No sé si está bien que yo lo diga… —comenzó—, pero no
vas a querer que pare nunca una vez empiece.
—Me gustaría comprobarlo —replicó.
KyuBin le dedicó una sonrisa pícara antes de darle un
beso corto en los labios y después lo cogió de la mano para guiarlo hasta su
casa, de la misma forma que JiSung lo había guiado antes hacia aquel callejón.
Y JiSung lo siguió sin decir nada ni cuestionarse nada, con aquella promesa a
buen sexo todavía resonando en sus oídos y con unas ganas que apenas podía
aguantarse de estar desnudo en la cama con aquel tío increíble con el que se
había topado aquella noche, desatando toda la lujuria contenida en su interior.
Notas finales:
—Concupiscencia*: deseo
de bienes materiales o terrenales, en especial deseo sexual exacerbado o
desordenado.
—Aun habiendo terminado
esto y sabiendo que le he dado un buen final, no puedo evitar pensar en hacer
una segunda parte en esta misma colección en la que pasen muchas más cosas.
Probablemente lo siga pensando hasta que tome una decisión.
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