jueves, 25 de octubre de 2012

Vampire Stories


Capítulo 2
La Universidad


   El silencio de la noche se transformó en un abrir y cerrar de ojos en cuanto llegó la mañana y los despertadores comenzaron a sonar.

   Ana estaba en el baño grande y Lorena en el pequeño, al que entraba desde su habitación. Inma estaba en su cama intentando despertarse y Lourdes en el pasillo junto a las puertas del baño y la habitación de Inma, que estaban justo enfrente una de la otra.

-*Inma, levántate- dijo llamando a la puerta de la habitación-*¡LORENA! ¡Quieres salir ya del baño!
-*Cinco minutos más...- murmuró Inma durmiendo.
-*¡Ya voy!- gritó Lorena.
-*¡Eso llevas diciendo media hora!
-*Es que me estoy haciendo la plancha.
-*Dimito- murmuró Lourdes. Lorena tenía el pelo muy largo y tardaba muchísimo en alisarse el pelo- ¡Ana! ¡Sal del baño!
-*Voy, ya voy- contestó ésta saliendo.
-*Y ve a avisar a Inma, que a mí no me hace caso.
-Ok.

Lourdes entró en el baño y Ana se dirigió hacia la habitación de Inma, allí, sin ni siquiera llamar, entró.

-*Venga, Inma, levanta- le dijo. Inma no contestó, así que, Ana se acercó a su cama y vio que estaba profundamente dormida- pues si que coge el sueño pronto- murmuró Ana para sus adentros.
 
   Después de un rato de estar allí sin que la otra hiciera algún movimiento, se hartó. Reunió todas las fuerzas posibles, cogió el colchón y lo levantó. Inma cayó al suelo y finalmente se despertó.

-*¡Vamos!- exclamó Ana colocando el colchón de nuevo- llegaremos tarde.
-*Vale- dijo Inma suspirando y cogiendo la ropa que tenía preparada en la silla.
-*Te quiero vestida, peinada y desayunada en 10 minutos.

   Y como Ana lo dijo, se vistió y salió de su habitación, camino al cuarto de baño. Se peinó y después entró en la cocina para desayunar. Todo lo hizo en los 10 minutos reglamentarios. Cuando Inma entró a la cocina, Lorena salió del baño, ya arreglada.

   Desayunamos corriendo y cuando todas estuvimos listas, hacia las diez y media, salimos del apartamento y bajamos las escaleras. Nos encontramos a nuestro casero barriendo la entrada mientras silbaba alegremente.

-Hola- saludamos todas.
-Buenos días- nos contestó con una sonrisa.
-*Dios, cada vez que lo veo me gusta más- comentó Ana una vez salieron del recinto de los apartamentos.
-*Oye, ¿a ti que no te gustaba el de la tienda "24h"?- preguntó Lourdes.
-*Oh, ese también.
-*¡Sí, vamos a la Uni!- dijo de repente Inma motivada, cambiando el tema de conversación. Todas la miraron raro.
-*Y... ¿alguien se acuerda cómo llegar?- preguntó Lorena.

   Todas nos miramos y un silencio incomodo se produjo entre nosotras.

-*Ah...- dijo Lourdes- creo que yo me acuerdo, pero que sepa llegar es otra cosa.

   Echamos a andar por el barrio. Todos se nos quedaban mirando, pero no hacíamos ningún caso. Tras media hora dando vueltas y habernos perdido unas tres veces, llegamos por fin al complejo de la Universidad. No hace falta decir que al final acabamos preguntándole a un señor mayor que nos encontramos y nos dijo dónde estaba el lugar.

   Comenzamos a buscar al señor que nos había presentado nuestra directora, pero allí no había nadie así, solo un muchacho de la edad de nuestro casero, o poco más mayor.

-*Oye, Lorena, ¿seguro que era a las 11?- preguntó Inma.
-*Sí, vamos, eso dijo por teléfono- contestó ella- aunque... ahora que lo pienso tenía una voz seductora...
-Chicas...
-*… justo como esa…

   Nos quedamos pilladas durante unos segundos. A nosotras se acercaba el muchacho. Era algo más bajo que nuestro casero, pero es que nuestro casero era bastante alto. Tenía el pelo tintado de castaño muy claro y una gran sonrisa en el rostro que hacía que se le formase un hoyuelo muy mono en el lado izquierdo.



-*¿Habéis visto lo bueno que está?- preguntó Ana.
-*Sí- contestaron las demás mientras se les caía la baba, literalmente…
-Hola- respondieron todas a la vez, intentado reponerse por la impresión que aquel chico les había causado e intentando no parecer unas pervertidas.
-Soy Park JungSoo- se presentó- pero me podéis decir LeeTeuk oppa, me hace ilusión- sonrió.
-Sí, claro, como quiera- contestó Lorena.
-¿Comenzamos la visita?- preguntó él sonriendo todavía.
-*Ay, que me da un ataque- dijo Ana hiperventilando interiormente.
-Claro- contestó Lourdes- ¿qué vamos a ver?
-Os enseñaré la biblioteca, la cafetería, algunas aulas y los talleres.
-¡Qué bien! Yo quiero ver la biblioteca- comentó Lorena emocionada- tiene que haber muchísimas cosas.
-Libros sobre todo- murmuró Lourdes.
-Lo veremos todo- comentó LeeTeuk y echamos a andar.

   No había nadie más que nosotros en la Universidad, aquello estaba desierto. Nos esperábamos que fuera como nuestro instituto, que en los días previos al comienzo de las clases era un hervidero de gente.

   Nada más entrar, enfrente, se encontraban las oficinas administrativas. A cada lado había grandes escaleras que llevaban a la planta superior, y a parte de tablones y algunas ventanas, aquel recinto ya no tenía nada más.

-A la derecha tras las escaleras se encuentra la cafetería y tras las de la izquierda la biblioteca- dijo LeeTeuk- arriba están las clases y los talleres.
-Y, ¿dónde vamos?- preguntó Lourdes.
-Primero a la biblioteca.

   Y giramos a la izquierda. Detrás de unas grandes puertas de madera se encontraba la biblioteca. Era enorme. A la entrada estaba el mostrador donde podías sacar los libros y enfrente, un montón de filas de mesas para estudiar. Al fondo se apilaban filas y filas de estanterías llenas de libros. A todas se nos pusieron dientes largos, nunca habíamos visto tanto libro junto.

   Estuvimos dando vueltas por el lugar durante un buen rato, flipando y cogiendo de vez en cuando un libro para ojearlo. Cuando nos hartamos, salimos de allí y subimos las escaleras.

   Hacia la derecha estaban las aulas, y hacia la izquierda, todos los talleres. LeeTeuk nos abrió la primera puerta que encontró de un aula. Era bastante grande. Tenía varias filas de mesas de dos en dos, una mesa para el profesor y una gran pizarra. Por las paredes, había algún que otro póster de obras de arte muy conocidas y en los rincones esculturas de muñecos de madera para el estudio de las proporciones.

   Después, nos dirigimos hacia el taller de enfrente. Allí había un montón de materiales; había caballetes dispuestos por toda la habitación, una pizarra nada más entrar y al fondo había un gran armario. Inma, la cotilla, salió corriendo a abrir el armario, y allí se encontró con pinceles, vasos, paletas, lienzos y pinturas. También había herramientas para trabajar la piedra y la madera.

   Salimos del taller después de verlo todo, todo, sin dejarnos ni un solo rincón.

   Estábamos muy motivadas. LeeTeuk nos hizo bajar por las otras escaleras y nos guió a la administración, allí, cogió unos cuantos papeles y se volvió hacia nosotras.

-Bien- dijo- me tenéis que rellenar unos papeles.
-En casa ya rellenamos una barbaridad junto con el director- comentó Lorena sin ganas de escribir nada.
-Un momento- dijo Ana atando cabos- si el director era el hombre con el que hablamos en Antequera- se volvió hacia LeeTeuk- ¿quién eres tú?- preguntó como si se tratara de una novela de misterio.
-Eso- dijo Lourdes- ya decía yo que no me cuadraba algo.
-Y que sea la más despistada después de mi la se de cuenta- murmuró Inma.
-Ah, bueno- dijo LeeTeuk- ese hombre es el verdadero director, pero siempre está de viaje cazando talentos- aclaró- así que, yo, como su hijo, me encargo de organizar esto.
-*Acabáramos- dijo Ana.
-Y, ¿tan joven ya te encargas de todo esto?- preguntó Lorena sorprendida.
-En realidad no soy tan joven...
-Es verdad- dijo Ana- andará cercano a los treinta, es un viejales.

   LeeTeuk sonrió y echó a andar hacía la cafetería y nosotras tras él. Lourdes se acercó a Ana y le susurró:

- *Sí, sí, sí, un viejales, pero bien que te gusta.
-*Shhh, calla - contestó mirando a todos lados a lo Homer Simpson.

   Entramos a la cafetería y nos sentamos en una de las mesas que poblaban el lugar. En el lateral izquierdo, se encontraba la barra para pedir. Una vez instaladas y los papeles repartidos, LeeTeuk se levantó.

-¿Que queréis tomar?- preguntó.
-Un refresco de cola- contestó Lourdes.
-Otro para mí- dijeron Lorena y Ana a la vez.
-Pues yo quiero un zumo de piña- saltó Inma de repente y todas la miramos con cara rara- ¿qué?- preguntó.
-Nada, nada- dijo Lorena.
-Bien, tres colas y un zumo de piña- contó LeeTeuk.
-Un momento- dijo Ana- ¿no te damos el dinero para pagar?
-No- contestó él- invito yo, no creo que me arruine por pagar eso- y se fue.
-*Encima de guapo, rico- comentó Ana.
-*¿A ti no te gustaba el casero? - preguntó Lorena.
-*¿No era el dependiente de la tienda? - dijo Inma.
-*¿Pero vosotras no sabéis que a Ana le gustan todos? - contestó Lourdes.
-*Todos no- contestó ella- sólo los guapos.
-*Ya, ya- dijo Lourdes.
-*Es que Corea del Sur es el paraíso de los hombres guapos.

LeeTeuk llegó en ese momento a la mesa sonriendo y se sentó.

-¿Que decías de Corea? - preguntó.
-Ah, es...- titubeó- Corea es un lugar maravilloso- terminó de decir Ana.
-No tanto- contestó él- bien, mientras esperamos, podemos ir rellenando los papeles.
-Vale- contestamos todas.
-Si no entendéis algo me lo preguntáis- dijo.

   Comenzamos a rellenar todas las cosas, felices, pero de repente, Ana echó la cabeza sobre el hombro de Lourdes, mareada.

-*¿Qué te pasa, lapa? - preguntó ella.
-*La presión.

Y es que Ana, cada vez que viajaba en avión, al día siguiente pasaba un día de perros. Sino era un dolor de cabeza insoportable hasta que se acostumbraba a la presión a nivel del suelo, sangraba por la nariz durante un buen rato. Y esto último fue lo que pasó. Una gota de sangre salió de la nariz de Ana y cayó sobre la mesa. LeeTeuk se tensó.

-Toma, Ana- dijo Inma dándole un pañuelo.
-Gracias.

Ana se puso el pañuelo en la nariz y estuvo así por lo menos unos diez minutos hasta que paró de sangrar.

-Lo siento- dijo al ver a LeeTeuk un poco tenso- no hace falta que te preocupes, me pasa cuando viajo en avión, es por los cambios de presión.
-Oh, me quedo más tranquilo- murmuró él- ¿os importa que me retire un momento?
-No- dijo Lourdes.
-Vuelvo en un momento- y se fue de la cafetería rápidamente.

   Poco después, llegó un hombre con las bebidas en una bandeja y las fue dejando sobre la mesa. Cuando vio el goterón de sangre sacó una bayeta de su bolsillo y la limpió rápidamente.

-¿Tienen con lo que hayan taponado la hemorragia?- preguntó el hombre.
-Sí- contestó Ana.
-¿Me permite tirarlo?
-No importa, ya lo tiraré yo cuando me levante.
-No es ninguna molestia- dijo el hombre- yo puedo llevarlo- y como se puso tan insistente, Ana le dio el pañuelo con sangre- gracias- y se fue rápidamente a la cocina.
-*Que amables son aquí todos, ¿no?- dijo Ana.
-*En España ni se hubieran dado cuenta de la gota de sangre- comentó Lorena.
-*Muy cierto- estuvo de acuerdo Inma.
-*Pero - dijo Lourdes- ¿no os parece raro que se pusiera tenso LeeTeuk oppa?
-*A lo mejor estaba preocupado por Ana- concluyó Lorena después de unos momentos.
-*Bien, ¡he ligado!- dijo la aludida.
-*Puede- respondió Lourdes.
-*¿Cómo que puede?- preguntó Ana enfadada- si se preocupa, es porque le gusto, sino, le traería al pairo.
-*Ana y su lógica aplastante- murmuró Inma- aunque nunca tenga lógica ninguna.
-*Oye- se quejó Ana.
-Siento haberos hecho esperar- dijo LeeTeuk volviendo a la cafetería.
-Si no hemos esperado casi nada- comentó Lorena.
-¿Habéis acabado ya con los papeles?- preguntó él.
-Cinco minutos- contestamos todas.



Love Outside Logic


Capítulo 7
Babo

   -Babo, babo, babo, babo…- no paro de repetirme eso desde que llegué a casa de Rose, bueno, desde que BaekHo me trajo hasta allí y como despedida me dio un beso en los labios tan dulce que aún podía sentir incluso su contacto.
   -No lo eres- comentó JieHee- sólo te has dejado llevar por tus sentimientos y no por tu razón.
   -La última vez que hice eso salió fatal- contesté- y esta vez será exactamente igual.
   -Pesimista- dijo Rose.
   -Aguafiestas- siguió JieHee.
   -¿Qué?- pregunté sin comprender- ¿por qué? Yo sólo digo lo que va a pasar- Rose se acercó a mí y me abrazó.
   -Porque una vez pasara algo mal, no tiene por qué ser igual esta vez- dijo- intenta disfrutar de esta nueva oportunidad de enamorarte.
   -Eso, déjate llevar- coincidió mi vecina.

   Tenía que reconocer que nada más llegar estaba de los nervios y martirizándome, pero que una hora después estaba más tranquilo gracias a las palabras y las muestras de cariño de las dos chicas. Definitivamente, él ahora no estaba solo para afrontarlo todo, ya que la última vez, JieHee, no le hizo mucho caso.

   -Y ahora- dijo JieHee sacándome de mis pensamientos- cuéntanoslo todo.

   Suspiré cansado… no había nada qué hacer con aquella chica.

   Ese fin de semana no vi a BaekHo, no habíamos quedado, así que, no nos vimos. Ese tiempo me sirvió como reflexión y para calmarme. Todo había sido demasiado genial y maravilloso y todavía tenía la cabeza en otra parte. También no sabía que hacer exactamente con el problema de mi condición. Yo era un chico, pero él creía que yo era una chica. Y por último, ¿cómo debía comportarme con él ahora?

   Las dos cuestiones existenciales se resolvieron ese lunes, cuando lo vi aparecer por el pasillo.

   BaekHo, nada más verme, sonrió y se acercó a mí muy feliz. Me dio un beso en la mejilla y luego me pasó su brazo por mis hombros atrayéndome a él, no con fuerza, pero sí con firmeza.

   No podía defraudar a una persona como él diciéndole que lo había mentido. Y mis acciones con él, debían de ser igual que las suyas conmigo, para que no pensase que no me gustaba, porque sí, después de todo el fin de semana analizándome dos locas, los tres llegamos a la conclusión de que me había enamorado de BaekHo perdidamente, tal y como lo hiciera hacía un año con J.R.

   Y pasaron mis días con BaekHo muy rápidamente. Él era muy amable, atento y cariñoso, y yo intentaba por todos los medios volver a ser la persona alegre que era antes, y lo estaba consiguiendo, con él y los demás a mi lado.

   Todos en el instituto ya sabían de mi relación, ¿Por qué? Pues porque BaekHo era considerado un pandillero y que una chica se hubiera fijado en él y no estuvieran saliendo por coacción, era motivo de cotilleo para todo el mundo. Incluso para los profesores, ya que el tutor me llamó un día a su despacho.

   -MinKi- dijo- ¿estás seguro de todo?- me preguntó.
   -Sí.
   -¿Le has contado ya a DongHo que realmente eres…?- dejó la frase a medias por si alguien pudiera escucharnos.
   -No… pero…- no me dejó acabar la frase.
   -Minki, yo no quiero ser el malo de la película, pero, está mal hacerle eso, él es un buen chico aunque su apariencia no lo demuestre y…- esta vez fui yo quien no lo dejó terminar.
   -¿Cree que no lo sé?- le pregunté algo alterado- ¿cree que no me siento mal? Pero estoy confuso, no sé qué hacer, yo vine aquí determinado a ser una chica hasta las últimas consecuencias, y ahora un chico se enamora de mí, y yo… yo… yo estoy enamorado de él…
   -Está bien- dijo el tutor- no me meteré en tu vida, pero…
   -Intentaré arreglarlo…
   -Eso espero.

   Decir las cosas siempre es más fácil que hacerlas. Llevo un mes saliendo con BaekHo y él todavía no sabe que soy un chico en realidad. Pero no podía hacer nada, nunca podía hablarlo con él, no podía simplemente soltarlo de repente, tenía que ir tanteando el terreno, pero no sabía cómo. Las chicas me ayudaban, pero no tuve oportunidad de hacerlo, y el día llegó.

   -¿Dónde me llevas?- pregunté. BaekHo me había tapado los ojos con mi pañuelo y no sabía a qué lugar me llevaba.
   -Es una sorpresa.

   Llevábamos por lo menos dando vueltas al instituto. Supongo que lo hacía para que no pudiera averiguar dónde íbamos, pero la cosa es que yo todavía no me orientaba bien en ese lugar, así que, daba lo mismo las vueltas que diéramos. De repente se paró, abrió una puerta y me dejó pasar antes que él. Alcé las manos buscando por si había algún lugar con el que pudiera tropezarme. BaekHo me agarró de la cintura con una mano, y con la otra, me quitó la venda que me cubría los ojos.

  -Abre los ojos- susurró en mi oído.
  
   Hice lo que me pedía y vi que estábamos en el aula de música. Había puesto unas cuantas mesas juntas y les había puesto algo de comida, chucherías y otras cosas más, además de algunos refrescos.

   -Vaya…- dije- ¿y esto?- me giré hacia él.
   -Hoy es nuestro primer aniversario- contó- sé que no es mucho…- agachó su cabeza avergonzado- pero… me gasté todo el dinero que tenía ahorrado en la primera cita…- me giré para abrazarlo y lo apreté fuertemente contra mí.
   -Me ha gustado mucho- susurré.
   -¿De verdad?
   -Sí.

   Noté como me abrazaba más fuerte contra sí, tanto que casi me deja sin aire y sonreí, porque, él, era la mejor persona del mundo, la persona que me quería y a la que yo también quería.

   Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda, a la vez que sus labios me daban pequeños besos en el cuello. No pude evitar soltar una especie de gemido ante estas acciones y sentí como sonreía contra mi piel. Pasó de mi cuello a mis labios para besarme dulcemente. Comenzó, entonces, a andar llevándome hacia atrás, hasta que una mesa nos impidió seguir con nuestro avance. Me recostó sobre ella y metió su mano bajo mi camiseta, acariciando mi piel, haciéndome sentir escalofríos por allí por donde paseaba sus manos. Me estaba abandonando a todo cuando sentí que una de sus manos se dirigía a mi entrepierna. Me tensé e intenté apartar su mano… pero ya era demasiado tarde…


domingo, 21 de octubre de 2012

Love Outside Logic


Capítulo 6
La Cita


   Habían pasado tres días desde que BaekHo me dijo que me iba a conquistar. Apenas se acercaba a mí, pero, cada vez que nuestras miradas se encontraban, me sonreía, y hacía que dentro de mí una tormenta de sentimientos comenzara a descargarse. Pero lo peor no era comenzar a intuir que el chico me gustaba, lo peor era saber que a mi “príncipe”, también le gustaba y que el novio de mi amiga, porque sí, ya consideraba a Rose una amiga, muy loca, pero amiga, sentía celos de mí. Mi vida pendía de un fino hilo que yo sabía que algún día se rompería, porque a cada segundo que pasaba, notaba cómo se resquebrajaba cada vez más. Pero yo no podía hacer nada.

   Mis días pasaron muy rápidamente entre todas las preocupaciones y el viernes llegó casi sin que me diera cuenta. Había quedado con las locas en quedarme a dormir en casa de Rose, y esperaba a ésta en la puerta del instituto cuando sentí una mano que me agarraba delicadamente el brazo. Me volví, y allí me encontré a BaekHo, sonriendo tímidamente.

   -Ya está todo listo- me susurró- te importaría pasar la tarde conmigo.

   Abrí los ojos tanto que seguramente podrían salírseme de las cuencas. No me esperaba que fuera tan pronto. No había planeado nada con Rose ni JieHee, de hecho lo íbamos a planear esta noche. ¿Qué podía hacer? ¿Negarme? No, no podía, yo le había dicho que le daba otra oportunidad… pero… tenía miedo de lo que pudiera pasar. No porque BaekHo fuera a hacerme algo, parecía una persona decente, pero… ¿qué pasaría conmigo después de ver lo que me tuviera preparado? La verdad es que durante toda esta semana había estado ansioso y…

   -Ha… ha… había… quedado con… unas… amigas…- conseguí decir mi excusa, que realmente no era una excusa, era la verdad, pero al ver cómo su cara se tornaba triste, mi corazón dio un vuelco- pe… pero…puedo… cancelar… lo…- sonrió ampliamente y yo sonreí también- un momento…- cogí el móvil y le mandé un Kakao a Rose y a JieHee en el grupo que teníamos creado los tres- listo…- dije y él me cogió de la mano.
   -¿Estás lista para todo lo que tengo preparado?- preguntó.
   -No lo sé…
   -Entonces cuando acabemos la velada, espero que sí lo estés.

   Me llevó de la mano todo el camino a Dios sabe dónde. Me gustaba la sensación que me producía su mano apretando suavemente la mía, el calor que me transmitía, la tranquilidad, era muy agradable. No hablamos, sólo nos dedicábamos tímidas miradas de vez en cuando.

   En poco tiempo, llegamos al lugar al que BaekHo me quería llevar. Era un lugar hermoso, tanto que casi se me salen los ojos de las órbitas.

   Una cafetería que parecía muy cara y muy elegante. Estaba ricamente decorada por todas partes. Los suelos de mármol, las paredes pintadas en colores pastel y decorada con maravillosos cuadros y fotografías de vistas y paisajes espectaculares. Las mesas, con manteles bordados con hermosos dibujos. Todo aquello era demasiado.
 Miré al chico a mi lado, que estaba observándome muy fijamente.

   -¿Te gusta?- preguntó. ¿Acaso no veía en mi cara que estaba tan asombrado que eso no podía significar otra cosa más que me gustaba, y mucho?
   -Sí…- susurré.

    Él me sonrió ampliamente y me guió hasta una mesa. Al llegar, retiró la silla por mí, me hizo sentarme y luego me empujó suavemente hacia la mesa, como todo un caballero. Luego, se sentó frente a mí.

   -Me alegro que te guste este lugar, me ha costado bastante encontrarlo- comentó con una sonrisa.
   -¿Por qué haces esto?- pregunté sin más.
   -Por ti- su respuesta me dejó sin palabras y sin aliento- te dije que lo había hecho todo mal y que tenía que conquistarte, así que… aquí estamos.
   -Gracias- susurré avergonzado.
   -No me las des todavía- contestó- hazlo cuando terminemos la cita.

   La palabra cita me dejó descolocado, pero la verdad es que eso es lo que era, una cita, entre un chico y otro chico, porque aunque todos pensaran que era una chica, no lo era. Me sentía muy mal por mentirle a BaekHo, pero no podía decirle nada, no me atrevía.

   La tarde pasó muy rápidamente. Tomamos unos pasteles muy ricos mientras hablábamos sobre nosotros y nos contábamos las cosas que nos gustaban y las que no. Todo era muy agradable. La conversación, el lugar, la comida, la compañía. BaekHo, aunque tuviera la apariencia de un pandillero, y también la personalidad, a veces, me había demostrado anteriormente, y ahora todavía más, que no era lo que aparentaba. Era un chico muy dulce y muy simpático.

   Algo se movía en mi interior diciéndome a gritos que aquello que estaba haciendo con él no estaba para nada bien, pero cada vez que él me miraba o me sonreía, todo pensamiento se iba, dejándome sólo su presencia.

   Salimos de la cafetería después de que BaekHo pagara la cuenta. No me dejó ver cuánto le había costado, pero seguro que había sido una cifra desorbitada. Estuvimos paseando por las calles, cogidos de las manos, y se estaba bastante bien así.

   Tras bastante rato, cuando ya casi estaba anocheciendo, BaekHo se detuvo en un parque y nos sentamos en un banco. El silencio nos envolvió como un manto mientras la noche caía, y un precioso atardecer se vislumbraba a través de las siluetas de los enormes edificios de la gran ciudad.

   -Yo…- susurró de repente el chico a mi lado- me… gustaría decirte algo…- se giró hacia mí. Tenía las mejillas adorablemente teñidas de rojo- llevo mucho tiempo dándole vueltas a cómo decirlo y tengo que hacerlo ya porque se hace tarde y… y tendrás que volver a tu casa, sino tus padres se preocuparán y…- estaba muy nervioso porque no paraba de mover las manos inquietas y dijo todo lo anterior casi sin respirar- me estoy desviando del tema…- suspiró- Ren…- cogió mis manos y las apretó mientras me miraba fijamente a los ojos- me gustaría que aceptaras salir conmigo…

   No sé por qué me sorprendió su confesión, porque ya sabía a qué había ido a la cita, pero aun así, un calor agradable se extendió por mi cuerpo y una sonrisa asomó a mis labios sin que pudiera detenerla.

   Todo estaba mal, nada era lo correcto, pero no podía pensar con claridad, sabía que me iba a arrepentir por todo lo que pasaría después, pero no podía dejar de admirar su rostro, su sonrisa, y tampoco podía para de escuchar sus palabras en mi mente una y otra vez.

   -Sí.

jueves, 18 de octubre de 2012

Vampire Stories



Capítulo 1
Comienzo de una nueva vida


   Salimos del aeropuerto tras casi un día de viaje y unas cuantas escalas en medio. Llevábamos las maletas y los bolsos de mano llenos hasta los topes, y pesaban tanto que casi no podíamos con ellos, más los abrigos, porque hacía un frío de mil demonios. Todo era engorroso. Teniendo en cuenta que habíamos cruzado de una punta a la otra del globo terráqueo, llevábamos pocas cosas. El taxi llegó, y como pudimos, metimos las cosas dentro del maletero, luego, entramos al coche.

   ¿El motivo de este largo viaje? Una beca.

   Estábamos en nuestro último curso de instituto cuándo de pronto la directora del instituto nos hizo llamar. Esto nos pareció muy extraño ya que nosotras nunca hacíamos nada malo y nuestras notas eran altas. Al llegar al despacho la vimos sentada con un señor, que llevaba un sobrio traje negro con corbata y parecía bastante caro.

   La directora nos presentó. Parecía ser que este señor era el director de la Universidad de Artes de Seúl y venía a darnos una beca para que estudiásemos allí. Nos sorprendimos mucho, pero no tardamos en aceptar. Poder estudiar en Seúl era un sueño hecho realidad.

   Inmediatamente después de que terminase el curso, nos pusimos a preparar todo lo necesario para el viaje. Desde pasaportes y permisos hasta aprender el idioma, que por cierto, era bastante complicado. Aunque nosotras podíamos mantener una pequeña conversación, necesitábamos un nivel mayor para la Universidad, y además aprenderlo a escribir correctamente, que era lo que más nos costaba.

   Y a mitad de enero cogimos el avión que nos llevaría hasta nuestro nuevo hogar.

   Después de que el taxi nos dejara en nuestra nueva casa, tras dar mil vueltas por la ciudad y quedarnos atascados en varios atascos, soltamos las cosas, y comenzamos a gritar y saltar de alegría.

   La casa, aunque era algo pequeña, había suficiente espacio para las cuatro. Después de gritar lo suficiente alto como para que todos los vecinos se enteraran de que habíamos llegado, llamaron a la puerta. Lourdes, la mayor, fue a abrir. Ésta se encontró con un chico cercano a los treinta (muy guapo, por cierto) que decía ser nuestro casero, y lo hizo pasar.

[N. A: Cuando aparezcan * hablamos en español y cuando no en coreano ^^]

-*Lourdes, ¿quién es? -preguntó Ana apareciendo por la esquina - oh que guapo- comentó al verlo.
-*Dice que es nuestro casero- contestó Lourdes- y que viene a presentarse y decirnos donde están las cosas.

   Mientras el pobre buenorro, seguía en la puerta con cara de seta, ya que no se enteraba de lo que nosotras decíamos, Inma y Lorena llegaron a la puerta corriendo y gritando. Cuando vieron al casero, derraparon en el suelo y se pararon en seco.

-Mmm... esto... soy Choi SiWon, vuestro casero- dijo llamando nuestra atención.


           

   Era tan guapo… La primera en reaccionar fue Lorena que le ofreció ir a la cafetería de la esquina ya que no habíamos podido ir a comprar nada. Él aceptó encantado su ofrecimiento y nos dirigimos allí. Al llegar, todas nos sentamos alrededor de él igual de embobadas que antes.
   Mientras nosotras le mirábamos babeando, él nos lo explicaba todo, desde el funcionamiento de la lavadora hasta donde se encontraba casa tiende en el vecindario. Realmente, su casa era la de debajo de nuestro piso, así que tampoco estaba muy lejos.

   Estuvimos mucho rato hablando con nuestro guapísimo casero. Nos estuvo explicando algunas costumbres básicas en Corea para no meternos en ningún problema. Aunque ya nos sabíamos algunas cosas, no éramos expertas y escucharlas de primera mano de parte de un coreano, nos hizo saber que no teníamos ni idea de la mitad de las costumbres. Así que nos vino muy bien.

   SiWon también nos dio indicaciones sobre cómo movernos por Seúl y cómo llegar a la Universidad, que estaba muy cerca, por cierto. Sólo tras varias horas de cháchara, volvimos al piso.

-Si necesitáis algo- dijo el casero- podéis bajar y pedirme lo que queráis. Mi casa es la puerta de la derecha.
-Muchísimas gracias- le contestamos todas a la vez mientras nos inclinábamos.
-Así me gusta, vais captando lo que hay que hacer- nos alabó y entró en su casa.
-*Dios, que bueno está el casero- dijo Lorena agarrándose al brazo de Ana.
-*¿Cuántos años le echáis?- preguntó Lourdes.
-*Ni idea- contestó Inma.
-*Yo creo que ni debe llegar a los treinta- respondió Ana- Aish si tuviera diez años menos me lo comería- todas la miraron alzando una ceja- bueno, vale, me lo comería de todos modos, me da igual la edad.
-*¿Nos vamos al piso?- propuso Lourdes ignorando a la pervertida.
-*Sí, mejor será- contestó Lorena- y comenzaron a subir las escaleras.
-*Hey, pero no me dejéis atrás- dijo Ana subiendo tras ellas medio corriendo- que si queréis lo comparto- la ignoraron por completo- jo nadie me hace caso- se quejó y entro al piso.

   Vivíamos en un gran apartamento. Según nos había comentado el casero, anteriormente, habían sido dos pisos, pero hizo reformas y los juntó, porque allí, normalmente, lo alquilaba a grupos de estudiantes para la Universidad.

   Nada más entrar, te encontrabas con la cocina, que daba al lavadero; la puerta de después, llevaba al baño grande, y justo al lado, estaba un gran salón. Había una terraza desde el lavadero hasta el salón, donde seguramente nos pondríamos a mirar a si pasaba algún muchacho guapo. El pasillo giraba a la derecha y ahí se encontraban las habitaciones y el baño pequeño.

   Estuvimos discutiendo durante un rato, y al final, nos pusimos de acuerdo en el reparto de habitaciones, que quedó así: Inma, se quedaba con la más cercana al salón; Lorena con la de enfrente, que era la más grande e incluía entrada propia al baño pequeño. Decidimos que como era el más grande, meteríamos allí todo lo que no cupiera en nuestras habitaciones. Ana se quedó con el de al lado de Inma; y Lourdes con el último, que era más estrecho, pero más alargado también.




   Resuelto el conflicto, cada una cogió sus cosas, que estaban tiradas por el salón, y comenzamos a organizarlas por las habitaciones. Todavía faltaban cosas por llegar, pero no se podía tener todo.

   Lourdes como era la más ordenada, fue la que terminó primero. Se dirigió a la cocina y comenzó a hacer una lista de lo que había que comprar. La segunda en terminar fue Ana, que asomó por la cocina, curiosa por ver lo que hacía su unnie.

-*¿Que haces?- preguntó.
-*La lista de la compra- dijo Lourdes.
-*¿Puedo ir contigo?- dijo Ana emocionada- quiero ver si hay algún chico guapo.
-*Haz lo que quieras.
-*¡Inma, Lore!- gritó la otra- nos vamos a comprar, ahora venimos.
-OK- contestaron las dos a la vez.

   Tras terminar la lista, Lourdes y Ana salieron del piso.

-*¿Dónde vamos?- preguntó Ana.
-*Antes he visto al pasar una tienda "24h"-  contestó Lourdes.
-*¿En serio? Ni me había coscado- dijo la otra chica rascándose la cabeza distraídamente.
-*Niña, ¿tu en que mundo vives?- preguntó la mayor-si había un cartel enorme y con lucecitas.
-*¿No será un prostíbulo?
-*Anda, cállate.

   Caminamos por la calle durante unos minutos hasta encontrar la tienda "24h" y entramos. El lugar no era demasiado grande, pero había un montón de productos. Aunque en lo único que se fijó Ana cuando llegó, fue en el guapo dependiente.




   Cuando Lourdes vio la cara que había puesto Ana, dijo:

-*Ahí te quedas.
-*¿Eh?- dijo Ana desorientada- Uhm, hola- saludó al dependiente con una pequeña inclinación y en perfecto coreano. (Hombre, si solo ha dicho hola, para matarla sino lo dice bien.)- y salió en busca de Lourdes, que estaba echando productos de primera necesidad a una cesta.
-*Oye, ¿has visto que chico más guapo?
-*Anda coge- y le soltó la cesta sin miramientos e ignorándola por completo.


   Ana siguió dando la lata con lo guapo que era el muchacho mientras Lourdes cogía las cosas y la cargaba cada vez más.


-*¿Qué paquete de servilletas cojo?- preguntó Lourdes- ¿El de 100 o el de 200?
-*El más grande- contestó. Y así pasaron diez minutos más. Después de terminar se dirigieron al mostrador para pagar.

-¿Sois nuevas?- preguntó el guapo dependiente mientras cogía los productos y comenzaba a cobrar- no os he visto en el barrio antes.
-Sí- contestó Ana- acabamos de llegar hoy para comenzar a estudiar en la Universidad.
-¿En la que hay aquí al lado?
-Sí, vivimos aquí cerca, también.
-Entonces voy a veros mucho por aquí- dijo el muchacho- Son 26.534 wons.
-Aquí tienes. -dijo Lourdes entregándole el dinero.
-Adiós- se despidió Ana tras recoger el cambio.
-*Y además de guapo, majo- comentó al salir de allí- si es que lo tiene todo.
-*Oh, buscan dependiente- murmuró Lourdes leyendo un cartel, pero Ana no la escuchaba.

   Apenas unos minutos más tarde, llegaron al piso, donde Inma y Lorena, tenían una buena montada. Ana y Lourdes ignoraron lo que estaban haciendo las otras dos en ese momento y empezaron a guardar la compra en la despensa. Mientras, Inma había desordenado su habitación porque había perdido el móvil y un libro, al que le tenía mucho cariño y aprecio.

-*¿Dónde diablos los he metido?- farfullaba Inma mientras daba vueltas por la habitación.
-*¿Que haces?- preguntó Lorena entrando por la puerta.
-*Es que no encuentro el móvil y mi libro favorito- explicó Inma haciendo un puchero- ¡Ahrg! siempre me ocurre lo mismo- se quejó desesperada.

  Lorena entró por completo en la habitación y echo un vistazo rápido por encima. Todo estaba patas arriba: los zapatos por un lado, camisetas por el otro... Parecía que había pasado un tornado. A continuación Lorena vislumbró una cosa brillante en el escritorio. Se acercó, apartó el montón de libros y papeles que había sobre la mesa y encontró el móvil y el libro.

-¡Ejem!- tosió Lorena para que Inma se diese la vuelta, y efectivamente, ésta lo hizo.
-*Están aquí- dijo Lorena con una sonrisa divertida en los labios.
-*¡Anda!- exclamó Inma.
-*Lo que no te pase a ti...- y las dos rieron por lo ridículo de la situación en la que se habían envuelto.
-* Te ayudaré a ordenar- dijo Lorena.
-*¡Gracias!- agradeció Inma.

   Mientras todo esto pasaba, Lourdes y Ana habían metido en el microondas los paquetes de fideos instantáneos que habían comprado y así, ya tenían la cena preparada. Ana, fue la que fue a avisar a las otras dos locas.

-*Niñas- dijo- que vamos a cenar- anunció.
-*Oh, ¿ya habéis vuelto?- preguntó Lorena.
-*Hace un rato.
-*Pues vamos a cenar- dijo Inma soltando su móvil y su libro y saliendo de la habitación.

   Lourdes ya había llevado los vasos de fideos a la mesa cuando las demás entraron al salón. Todas nos sentamos y comenzamos a comer. Cuando casi habíamos acabado, surgió el tema, ¿cómo ganar dinero para pagar los gastos?

-*Yo pienso que por lo menos dos deberían trabajar- dijo Lourdes.
-*Sí- dijo Ana- ¿pero quienes?
-*Yo no- dijo Lourdes.
-*Yo no dijo Inma.
-*Mierda- se quejó Ana.
-*Jo-dijo Lorena- que asco.
-*Ah- gritó Ana de repente asustando a las demás.
-*¿Que pasa loca?- preguntó Lourdes.
-*Me pido trabajar en la tienda "24 h"- dijo la chica- que ya que buscaban dependiente...
-*¿Y tú cómo lo sabes?- dijo Lourdes.
-*Pues, ¿no me lo dijiste tú?
-*Y yo que pensaba que ni me escuchaba- murmuró ella.
-*Bueno, ya que está decidido...- comenzó Inma.
-*Ni hablar- protestó Lorena- no está decidido.

  Mientras estas dos se peleaban, Ana acabó de comer y fue hacia el sofá, allí, agarró el mando y puso la tele. De repente, gritó.

-*¿Que haces loca? - preguntó Lourdes.
-*¡SHINee! ¡SHINee!

   Las demás de acercaron a la tele, y cuando los vieron se quedaron pilladas.

-Gira SHINee por Corea- decía la tele - el 8, 9, 10 y 11 de junio en Seúl... - la tele seguía hablando, pero ninguna le hizo caso, ya habíamos escuchado lo que teníamos que escuchar.

-*Ya sabéis que vamos a hacer esos días, ¿no? - dijo Lourdes.
-Of course - contestaron las demás.

   De repente, el teléfono que había en la pared del salón, junto a la puerta, comenzó a sonar. Lorena, aún con la emoción de haber visto a los SHINee, lo cogió.

-¿Si? - preguntó.
-¿Sois las chicas del intercambio?- dijo la voz de un hombre al otro lado de la línea.
-Sí, ¿quién es?- dijo ella extrañada y las demás se acercaron al teléfono.
-Soy Park JungSoo- le contestó- el director de la Universidad.
-Ah, encantada, ¿pasa algo?
-No, solo quería que vinierais la Universidad- dijo- así podremos conocernos y os enseño el lugar.
-¿En serio?
-*¿Que pasa?- preguntó Ana.
-*Nada, nada- le contestó ella- estaremos encantadas de ir- dijo en coreano al interlocutor.
-Nos vemos a las 11 en la puerta de la Universidad- propuso él.
-Claro, allí nos vemos- y colgó.
-*¿Quién era?- preguntó Lourdes.
-*El director
-*Ah, ¿a ella si le contestas?- dijo Ana, molesta, haciendo un puchero.
-* Y quiere que mañana vayamos a la Universidad para que nos conozca y para ver el sitio- contestó ignorando a la loca.
-*Oh, que bien- dijo Inma.
-*Pues, ya está- dijo Lorena- Ana y yo nos vamos a dormir, y vosotras os quedáis aquí recogiendo ya que sois tan listas de no querer trabajar fuera, lo haréis en la casa.

   La chica se fue del salón y Ana también tras desear las buenas noches, dejando a las otras dos en el salón.

-*Pues a limpiar se ha dicho - dijo Inma.
-*Jo.

   Tras recoger, las dos fueron a sus habitaciones, y poco después, solo se escuchó el silencio en el piso. Lo que no sabíamos en ese momento, era que nuestras vidas, a partir de ese día iban a cambiar completamente.


Espero que os guste este nuevo fic ^^. Las autoras somos: Lou, Lore, Inma y yo ^^

lunes, 15 de octubre de 2012

Una Bolsa De Cheetos


Una Bolsa De Cheetos


Nos quedamos encerrados en la sala de ensayo. ¿Cómo pasó? Pues ni idea. JongUp hyung y yo ensayábamos en el  lugar muy entretenidos y concentrados y cuando terminamos para volver a casa, no pudimos salir. Era bastante tarde, pero tampoco tanto, muchas veces nos habíamos quedado hasta mucho más tarde que hoy y nunca había pasado nada.

 -¿Hyung?- llamé- ¿qué hacemos ahora?- pregunté algo angustiado.
 -Tranquilízate, pequeño- me dijo- llamaré a casa.
 -¿Por qué a casa?- pregunté- ¿no deberías llamar a alguien de aquí?
 -¿Puede ser por qué el único que tiene los números de contacto es YongGuk hyung?- contestó algo molesto. Cogió el móvil y llamó al líder- ¿Hyung? Sí, soy yo. De eso era de lo que quería hablarte. No. No. Que no. Hyung, hazle caso a HimChan hyung y no te alteres. Sí. Respira hondo. Vale, ¿ya estás más calmado? Pues la cosa es... que nos hemos quedado encerrados en la sala de baile. Sí. Lo siento muchísimo- por primera vez durante la conversación, en vez de seguir dando vueltas, se paró y me miró- sí, está bien. ¿Quieres hablar con él? Vale- y me entregó su móvil- YongGuk hyung quiere hablar contigo.
 -¿Hyung?- pregunté, pero ya no me dio tiempo a decir nada más, YongGuk empezó su monólogo.
 -¿Estás bien, pequeño? Sino es así dímelo que le hago entender a JongUp que con mi pequeño espárrago subido no se juega. Le retorceré el pescuezo como si fuera una asquerosa gallina para el puchero y... no, HimChan, no te doy el teléfono. Déjame. Cómo no te estés quieto te meto. Sí, eso es una amenaza- viendo el peligro que el pobre HimChan hyung corría, corté el monólogo.
 -Hyung, ¿me pasas con HimChan hyung?- dije con la voz más dulce que pude.
 -Si me lo pides así...- no tuvo más remedio que aceptar.
 -JunHong- escuché decir a HimChan al otro lado del teléfono.
-Sí, soy yo- contesté- necesitamos que llaméis a alguien de la compañía para que vengan a abrirnos.
-Lo sé, pequeño- dijo él- ¿estáis bien?
-Sí.
-En poco tiempo llegaremos, estad tranquilos y no os preocupéis por nada.
-Muy bien, hasta ahora, hyung- colgué y le di el móvil a JongUp.
-¿Qué dicen?- me preguntó.
-Pues… YongGuk hyung te quiere matar- él puso mala cara- y HimChan hyung dice que en breves vendrán a sacarnos de aquí.
-Oh, bien- dijo- menos por lo de morir- se tocó la garganta con las manos- soy muy joven todavía.

Reímos durante un buen rato y luego, sin saber qué hacer, nos sentamos en el suelo a descansar un poco, echados contra la pared. Yo sostenía mi cabeza con el hombro de JongUp, y tenía los ojos cerrados, en cualquier momento podía quedarme dormido, porque a pesar del cansancio de todo el día bailando, mi hyung mesaba mi cabello con delicadeza. Mi corazón latía a mil por hora, porque sí, me gustaba JongUp, me gustaba mucho. El bonito momento se vio truncado cuando mi estómago comenzó a rugir como un león que llevara varios días sin comer. Mi hyung se sobresaltó.

-¿Tienes hambre?- me preguntó. ¿Acaso no era obvio que sí? A veces podía ser un poco bastante lento.
-Un poco.
-Lo siento.
-¿Por qué te disculpas?- pregunté sin entender.
-Porque es mi culpa que estemos aquí- contestó- sino te hubiera pedido que te quedaras conmigo esto no habría sucedido.
-Babo- dije sin nada de respeto- entonces estarías tú aquí solo, mejor acompañado que solo, ¿no?- le di un golpecito en el brazo y él sonrió.
-Está bien, entonces, déjame que mire una cosa- se levantó del suelo y fue hacia su mochila, estuvo rebuscando allí bastante rato, hasta que dio con lo que quería- ta-dah!!- me enseñó una bolsa de cheetos- comida.
-Wow.

Me levanté corriendo del suelo y me eché sobre él como si fuera mi presa. Estuvimos forcejeando durante un rato, yo intentando quitarle la comida, y él intentando que yo no la alcanzara, hasta que perdió el equilibrio y los dos caímos al suelo, conmigo sobre él.

Nos miramos a los ojos bastante rato, yo no podía apartar la mirada y él, parecía que tampoco. Notaba mucho calor en mi cuerpo, y más aún en mi cara. JongUp estaba sonrojado y su pecho subía y bajaba muy rápidamente. Sin saber lo que hacía, me fui acercando lentamente a su rostro y rocé sus labios con los míos. Me separé muy rápido, pero mi hyung me detuvo. Estaba sonriendo.

-Hazlo de nuevo- susurró.

Me volví a acercar a él, y ésta vez, lo besé, lo besé durante mucho tiempo, no me podía separar de JongUp, sus labios eran adictivos y sólo lo hice cuando ya no podía respirar. Nos separamos y nos volvimos a mirar a los ojos. Abrí la boca para hablar, pero en ese momento, unos ruidos provenientes de la puerta nos alertaron y nos separamos.

Unos segundos después, entraron los demás miembros del grupo atropelladamente y comenzaron a hablar todos a la vez diciendo incoherencias. Después de que se calmaran, salimos de la sala y por el pasillo, conecté mi mirada con la de JongUp.

No hicieron falta palabras. Lo que tuviéramos que decirnos, ya lo haríamos cuando llegáramos al apartamento, pero tuve el presentimiento, de que todo sería bueno, tan bueno como quedarnos encerrados, y tan bueno como pelearnos por una bolsa de cheetos.