miércoles, 4 de junio de 2014

Dragons' Slayers

Parte II


            Ya habían pasado dos meses desde que se convirtieron en Cazadores y habían realizado la caza con éxito de un Dragón Plateado de gran ferocidad que había atacado a una de las aldeas a las que habían jurado proteger. Sin embargo, el chico no había vuelto a ver al pequeño Dragón Arcoíris. Eso lo desilusionaba bastante, pero ZiTao no se daría por vencido tan fácilmente.

            El verano había llegado por fin cálido tras ese invierno y esa primavera tan fríos y atípicos de aquella región. Los huesos de la gente del poblado lo agradecían, sobre todo los de los más ancianos. Las estaciones anteriores se habían cobrado una decena de vidas y en la aldea no podían permitirse demasiadas muertes, apenas eran un centenar de hombres y si aquel frío hubiera continuado los Cazadores sufrirían bastante e incluso podrían llegar a quedar tan pocos que tendrían muchas probabilidades de extinguirse.

            Los enterramientos se habían ido sucediendo a lo largo de estas dos estaciones y los rituales en los que se oraba por la llegada del buen tiempo se repitieron una y otra vez. La vida tal y como la había conocido el grupo de Cazadores de Dragones había mutado completamente y se habían vuelto más supersticiosos.

            Los ánimos estaban cada vez más caldeados y los hombres cada vez estaban más seguros de que la culpa de todo lo que sucedía la tenía el Dragón Arcoíris, aunque nadie más que ZiTao lo había visto —y esperaba que eso siguiera así por una buena temporada o los demás lo matarían y ese ser no se merecía morir—. Sin embargo, este no pensaba que aquel Dragón fuera culpable de nada, era demasiado hermoso para ser tan mortífero, de hecho, cada día que ZiTao tenía libre aprovechaba para escaparse unas cuantas horas de la aldea y de sus compañeros para ir a aquel bosque en busca del pequeño Dragón Arcoíris.



            El sol dejó caer sus rayos a través del ventanuco circular que tenía la cabaña en la que vivían los cuatro chicos —a pesar de haber superado su primera caza con éxito seguían viviendo en la misma cabaña, no sería hasta que tuvieran algunas buenas cazas más que no les asignarían otra vivienda más grande en la que no tuvieran que apiñarse—. ZiTao ya llevaba despierto bastante tiempo, pero sus compañeros fueron despertando perezosamente a medida que los rayos del sol tocaban sus rostros.

            Cuando todos estuvieron levantados se vistieron y se dirigieron al centro del poblado, donde encontrarían un poco de pan y queso para desayunar. Pero a mitad de camino, fueron detenidos por CanLie, que los saludó alegremente. Los cuatro le devolvieron el saludo y este se acercó a ellos.

            —Cuánto tiempo sin veros —comentó—. ¿Cómo os va la vida de Cazadores?

            Ellos se miraron unos momentos. No les iba mal del todo, ahora tenían otras tareas y responsabilidades muy diferentes de las que ostentaban cuando eran aprendices, pero estaban bien. Aun así, todavía caía sobre ellos el peso de no haber sido capaz de completar su primera misión, aunque sabían que el fracaso en la misiones de los Cazadores era mucho más común que el éxito.

            —¿Todavía estáis decepcionados por aquel incidente? —averiguó y BaiXian asintió lentamente—. Cómo se nota que sois novatos —dijo con una amplia sonrisa—, si yo tuviera que decepcionarme por cada caza que no sale como debe, estaría aún más amargado que Kris.
            —Pero… —comenzó a protestar Chen.
            —Sois Cazadores de Dragones, debéis aprender a convivir con el fracaso y a no esperar el éxito de cada misión —dijo—. Ya debéis saberlo, el éxito y la gloria solo está reservado para algunas ocasiones.

            Los chicos asintieron y el Cazador los despeinó a todos antes de despedirse de ellos. CanLie parecía más maduro que cuando se lo habían encontrado la última vez, aunque seguía sonriendo igual de amplio que anteriormente. No era mucho mayor que ellos, unos cinco años a lo sumo, pero había vivido más como Cazador y los últimos tiempos habían sido algo duros para su grupo.

            El rugido del estómago de Kai les hizo recordar que habían salido de su cabaña para desayunar y no para quedarse a mitad de camino pensando en cosas que no les iban a quitar el hambre, así que, se dirigieron al centro de la aldea. En aquel lugar se encontraban algunos Cazadores y otros tantos aspirantes. Cogieron su comida y se sentaron en el lugar de los Cazadores, aun se les hacía raro sentarse en ese espacio, pero tenían que ir acostumbrándose. Habían dejado de ser niños y ahora eran miembros de la comunidad más temida de toda la región, solo por debajo de los Dragones.

            Después del desayuno fueron a entrenar un poco para no perder la forma física y estar así en perfectas condiciones ante una cacería sorpresa. ZiTao y Kai luchaban con las pesadas espadas, el metal rechinando cada vez que daban una estocada y se encontraban. Ambos chicos, a pesar de sus corpulentos cuerpos, eran ágiles y se movían rápido de un lado a otro fintando, atacando y defendiendo, haciendo que el combate pareciera una especie de baile. Todavía no eran tan expertos ni tan vigorosos como Kris o el jefe XiuMin, pero no querían seguir siendo tan débiles, tenían que enfrentarse a Dragones, que eran criaturas mucho más fuertes, y vencer.

            ZiTao hizo una finta y lanzó una estocada a su líder, que la esquivó ágilmente y colocó su pierna de una forma que desestabilizó al otro chico y lo hizo caer al suelo de espaldas al suelo. Antes de que pudiera incorporarse, Kai se acercó a él, con la punta de su espada rozando su mentón y con una expresión victoriosa en su rostro, su sonrisa torcida dejando claro que si ZiTao intentaba moverse aunque fuera un solo milímetro le cortaría la garganta.

            —Me rindo —dijo finalmente el mayor y Kai retiró su espada, tendiéndole luego la mano para ayudarlo a levantarse.

            En cuanto estuvo en pie, ZiTao se alejó de su líder y fue a ver la práctica de sus otros dos compañeros. Chen lanzaba flechas a una diana que debía estar a unos cien pies con una precisión implacable, no por nada era el arquero en su grupo, además del curandero. El chico del Norte buscó a BaiXian con la mirada y lo halló un poco alejado de aquel lugar, tirando puñales contra un muñeco que se asemejaba a la figura de un dragón hecho de paja, dando con gran acierto en los puntos en los que les haría daño a los reales: los ojos, las uniones entre el cuerpo y las patas y las alas.

            Se acercó a él, esperando a que se le acabaran todos los puñales para poder comenzar una conversación con él y, quizás una lucha cuerpo a cuerpo en la que saldría ganando, pero con la cabeza saturada por los comentarios sarcásticos del chico sobre sus movimientos y sobre lo fácil que le sería a un adversario un poco más corpulento que él derribarlo en un par de minutos. Cuando BaiXian lanzó el último puñal se giró hacia él con una sonrisa.

            —¿Has venido a ver mi perfecta puntería? —le preguntó y ZiTao negó con la cabeza.
            —He venido a ver cómo te entrenas —contestó—. Para ver la perfecta puntería de alguien solo tengo que acercarme a Chen cuando está con su arco.

            En ese momento, ZiTao vio un destello plateado volando en su dirección y tuvo la suficiente capacidad de reacción para echarse a un lado y esquivar el puñal, que se clavó en la tierra varios metros más atrás de su cuerpo. El chico respiró aliviado, aquello podría haberle dado en algún lugar y haberse clavado en su carne. Después, le dirigió una mirada de reproche a BaiXian, que se reía escandalosamente.

            —¡Podrías haberme matado! —gritó—. ¿Quién te protegerá si no estoy yo?
            —Para eso está Kai —respondió el otro simplemente—, que, además, es más fuerte y bueno con la espada que tú.
            —Pues, a partir de ahora, que te proteja Kai —dijo ZiTao, herido en su orgullo. BaiXian se acercó a él y lo abrazó, intentando que lo perdonara por haberle lanzado el puñal, pero el chico no se ablandó aun cuando el otro comenzó a hacerle monerías.
            —Anda… Perdóname~.
            —No.
            —Por favor…
            —No.
            —Solo estaba poniendo a prueba tus reflejos…
            —No.

            Y así siguieron hasta que ZiTao, cansado —y porque realmente no estaba tan enfadado con su compañero de grupo—, le dijo que lo perdonaba y comenzaron con la lucha cuerpo a cuerpo que desde el principio el otro había ido buscando cuando fue al encuentro de BaiXian. Acabó ganando, como siempre, pero esta vez BaiXian no lo molestó diciéndole que cualquiera con más fuerza podría ganarle, sino que le dio un par de consejos sobre cómo atacar a su oponente y desequilibrarlo para hacerlo caer al suelo. Aquel movimiento le recordó al que Kai había realizado con él en su anterior combate y supo inmediatamente que ambos habían estado entrenando y el líder había recibido el mismo consejo que él.

            Tras aquel duro entrenamiento en el que se les fue toda la mañana, cogieron un poco de agua del río en unos baldes y los llevaron hasta la parte trasera de su cabaña, donde se lavaron para quitarse el sudor y el olor que se les había quedado en el cuerpo tras la práctica. Tras esto, se dirigieron al centro de la aldea, donde la comida estaría siendo servida.

            Ya no tenían más obligaciones por el resto del día, por lo que podían relajarse durante toda la tarde, o bien, seguir ejercitándose. Todavía eran muy novatos como para poder enseñarles a los aspirantes y los días anteriores habían realizado sus tareas para con la comunidad de Cazadores, así que, esa tarde era solo para ellos y ZiTao, mientras se comía con voracidad su cuenco de estofado de uro, tenía muy claro dónde iba a pasar su tiempo libre.



            ZiTao se dirigió, tras despedirse de sus compañeros y asegurarle a BaiXian que no tardaría demasiado ni se iría demasiado lejos, a la cabaña del anciano SuHo. Hacía tiempo que no visitaba al hombre porque todo su tiempo libre lo había pasado en el bosque, subido a la copa de un árbol esperando por el Dragón Arcoíris. Todo el tiempo allí le parecía un poco desaprovechado y a partir de ese día iría a visitar más seguido a aquel hombre que tanto le había enseñado cuando era más pequeño y que ahora podía satisfacer su curiosidad acerca del Dragón con el que se había obsesionado.

            Llamó con sus nudillos a la puerta de madera y cuando escuchó la voz del anciano diciendo “adelante” la abrió para ingresar a la cabaña. Todas las viviendas eran iguales: circulares, de una única habitación y con un hogar en el centro para calentarse. La única diferencia entre estas era el tamaño, mayores para los Cazadores con grandes logros y pequeñas para los demás. El anciano SuHo fue un gran Cazador en su época, por lo que en aquel momento contaba con una cabaña enorme para él solo, ya que sus compañeros de grupo habían ido pereciendo a lo largo de los años, el último lo había hecho el invierno pasado a causa de las bajas temperaturas.

            El hombre estaba sentado sobre una silla de mimbre junto a la ventana de su habitación, con un trozo de arcilla en sus manos. ZiTao sabía que en aquellos pedazos de acilla se podía encontrar la leyenda de fundación de los Cazadores de Dragones, al igual que la Creación del mundo por los Dioses y de todos los seres vivos que habitaban en él. También, un registro de los nombres de todos los jefes de los Cazadores y los miembros más destacados de la comunidad, la contabilidad de las muertes y de los tributos o recursos ofrecidos por las demás aldeas para su protección. En aquel lugar estaba todo el saber sobre medicinas y técnicas de combate, todo escrito para poder enseñárselo a los aprendices y para que no cayera en el olvido.

            SuHo le indicó que fuera hacia él y se sentara en el suelo a sus pies, como cuando era pequeño y le contaba las historias de las grandes hazañas de antiguos Cazadores y ZiTao lo hizo obedientemente. El anciano acarició su cabello, una vez estuvo en el suelo, con una gran sonrisa en su rostro.

            —Te echaba de menos, ZiTao —le dijo.
            —Lo siento mucho, SuHo.
            —No pasa nada, pequeño —el hombre dejó la tablilla de arcilla en el suelo con sumo cuidado—. Te ascendieron a Cazador y has debido estar muy ocupado, por lo que te lo puedo perdonar —el chico sonrió un poco culpable por no haber ido antes a verlo—. ¿Qué te trae por aquí?
            —Tenía curiosidad por la leyenda que nos contaste a principios de este invierno —dijo ZiTao sin dar rodeos, a aquel hombre no le gustaba que se le dieran vueltas a los asuntos por los que se le iba a preguntar, quería las cosas claras para ahorrar tiempo. El tiempo era muy valioso para los ancianos de la aldea y no podían perderlo con tonterías.
            —Te estaba esperando… Aunque has tardado más de lo que pensaba.
            —¿Cómo?
            —Aquel día vi cómo se te iluminaba el rostro al escuchar la historia, así que supe inmediatamente que era un tema que te interesaba bastante —aclaró SuHo.
            —Parece que me conoce muy bien —comentó.
            —Claro que te conozco bien —dijo el anciano—. Te he visto crecer desde que tenías siete años —ambos sonrieron, recordando historias pasadas en las que ZiTao, como buen niño, se metía en problemas y SuHo siempre era el encargado de regañarlo o cuando todos los aprendices eran sentados alrededor de la hoguera cerca del Santuario del Dios Guerrero Nuth y escuchaban atentamente las historias de los Cazadores de Dragones—. ¿Qué es lo que quieres saber del Dragón exactamente? —le preguntó SuHo.
            —No lo sé… —murmuró—. Cuénteme todo lo que sepa.

            SuHo esbozó una sonrisa cálida y después comenzó a relatar todo lo que había leído en las tablillas de arcilla referente al Dragón Arcoíris. Cómo su nacimiento era el que traía las desgracias al mundo de los hombres y cómo este se producía sólo una vez cada mil años. De qué se alimentaba, cuáles eran sus hábitos, sus etapas de crecimiento y cómo se lo mataba. El anciano le había contado todo y más de lo que ZiTao se había imaginado.

            El Dragón Arcoíris era algo único, una gran belleza creada por la naturaleza solo en contadas ocasiones y el chico se sentía muy afortunado por haber podido verlo con sus propios ojos, pero quería poder verlo de nuevo, admirar su belleza más de cerca, poder tocar sus coloridas escamas y sentir su rugido vibrar en su pecho.

            —¿Ha aclarado esto tus dudas, pequeño? —le preguntó SuHo tras acabar.
            —Sí, muchas gracias SuHo —contestó. El anciano le revolvió el pelo y ZiTao se levantó del suelo para darle un abrazo de agradecimiento—. Lo volveré a visitar pronto —le prometió antes de salir por la puerta.



            A la mañana siguiente, los cuatro chicos fueron despertados por el ruido que hizo la puerta de madera de su cabaña al chocar contra la pared. ZiTao se levantó rápidamente, poniéndose en posición de ataque y pegándole una patada a Kai en el proceso. Su líder se quejó, aún más dormido que despierto, provocando la risa de la persona que los había despertado de aquella forma. ZiTao abrió sus ojos al escuchar aquella risa, encontrándose al hacerlo con LuHan.

            —Oh —fue lo único que el chico pudo decir.

            En esos momentos, BaiXian, Chen y Kai comenzaban a despertar y a ser conscientes de lo que les rodeaba poco a poco. Cuando estuvieron algo más despiertos y vieron al Cazador en la puerta, tuvieron la misma reacción que ZiTao. No sabían qué decir porque, a pesar de que LuHan fuera cercano a ellos, era algo muy extraño que se presentase así en su cabaña cuando apenas había salido el sol. El primero en salir del trance fue Chen, que fue también la persona que le preguntó sobre su inesperada visita.

            —¿Ha ocurrido algo malo?
            —No —contestó el otro.
            —¿A qué se debe tu visita entonces?
            —Hay una buena noticia para vosotros —dijo con una sonrisa—. Vestíos y equiparos para una caza. Kris os quiere frente al Santuario antes de que el sol termine de salir.

            Y tras decir aquello, se fue del lugar, cerrando la puerta con un portazo que terminó de espabilar a los residentes —aunque Kai se volvió a echar sobre el suelo para seguir durmiendo y tuvieron que despertarlo dándole algunos golpes que le dejarían marca—. Se colocaron sus trajes de caza y cogieron sus armas, equipándose para lo que les esperaba, pero sin cargar con demasiado peso su cuerpo, ya que no sabían cuánto iban a andar antes de llegar a su destino. Después de esto cogieron algunas provisiones y luego fueron a paso ligero hasta el Santuario del Dios Guerrero Nuth, lugar en el que ya se encontraban los miembros del otro equipo.

            —Presentad vuestros respetos al Dios y preparaos para la caza —ordenó Kris. Los chicos asintieron y dejaron sus ofrendas y oraciones frente al santuario.
            —¿Qué vamos a cazar? —se atrevió a preguntar el líder.
            —¿Recordáis al Dragón Dorado que entorpeció vuestra primera misión? preguntó LuHan y los chicos asintieron. A Kai le cambio el semblante y BaiXian le puso una mano en el hombro para tranquilizarlo. Habían pasado apenas dos meses y el chico seguía teniendo la marca en su brazo de la herida que aquel Dragón le había hecho y la tendría durante toda su vida porque le había dejado una cicatriz.
            Claro que lo recordamos acabó diciendo Chen ante el mutismo de sus compañeros.
            Nos han mandado cazarlo, a todos nosotros, como una nueva oportunidad dijo YiXing. El jefe XiuMin tiene granes esperanzas puestas en vosotros y cree que esto es algo bueno para que podáis desarrollaros como Cazadores.
            No hay de qué preocuparse dijo Kai. Esta vez no fallaremos sus ojos reflejaban una ira infinita y una determinación que ZiTao solo había visto una vez en su líder, cuando ambos lucharon por aquel puesto en la adquisición de roles antes de la formación definitiva de su equipo. Acabaremos con él.
            —Si tan claro lo tenéis —comentó Kris llamando la atención de los grupos—, no esperemos más y salgamos a cazar a ese Dragón.

            Se escuchó una respuesta afirmativa unánime y las siete personas que componían aquel equipo de caza emprendieron la marcha, guiados por Kris. El grupo echó a andar por la orilla del río Sif, buscando el vado para cruzar al otro lado, internándose así directamente en el bosque. ZiTao se sabía de memoria aquel camino ya que era el que tomaba cada vez que podía escaparse y podía ir a buscar al Dragon Arcoíris. El recorrido duraba poco tiempo, por lo que tras cruzar el río, acabaron prácticamente dentro de aquel bosque.

            En aquel momento, Kris le dejó paso a YiXing y este fue el que guio a la comitiva, porque era el que más conocía aquel terreno. Los árboles los rodeaban y sus ramas bajas entorpecían un poco su camino, pero no demasiado. Las hierbas que crecían a los pies de estos se enredaban en las piernas de los Cazadores y solo ZiTao y YiXing eran capaces de evitarlas correctamente.

            Dime tu secreto le pidió BaiXian a ZiTao cuando descubrió que el chico no se quedaba atrapado como los demás.
            Solo intenta evitar las hierbas más altas le aconsejó con una sonrisa. El chico asintió y comenzó a seguirlo lentamente. Chen y Kai hicieron lo mismo.

            Los animales del bosque eran los únicos que producían sonidos al alejarse de su camino ya que los Cazadores habían sido entrenados para amortiguar sus pasos, acallar el sonido de su respiración y, en general, no provocar ningún sonido que pudiera delatarlos a sus presas. Al igual que habían aprendido a camuflar su olor humano con el del entorno para no ser olfateados. ZiTao todavía recordaba la vez que se había tenido que rebozar en los excrementos de los uros para que no notaran su presencia por un cambio de la dirección del viento y lo mal que lo había pasado cuando tuvo que quitarse aquel desagradable olor. Estuvo cerca de una semana frotando con poco éxito ya que parecía haberse incrustado en su piel y solo había dejado de hacerlo cuando Chen le dijo que si no paraba se iba a quedar sin piel y él no lo iba a curar después.

            ZiTao dejó de pensar en aquellos desagradables eventos del pasado para enfocarse en el camino que estaban recorriendo. Aquel lugar le recordaba a la primera y única, vez que había visto al Dragón Arcoíris. Sin embargo, también le recordaba a aquel Dragón Dorado con el que ahora iban a acabar y que en aquel momento los había atacado, abocando así, al fracaso su primera misión como Cazadores, igual que recordaba la herida del brazo de su líder y lo mal que lo había pasado los primeros días porque se le había infectado un poco. Aquellos recuerdos parecían muy lejanos, pero no habían pasado ni dos meses de los sucesos.

            Tras un largo tiempo de caminata, YiXing propuso tomar un descanso para comer un poco y recuperar fuerzas, ya que les quedaba poco para llegar al pie de las Montañas de Fuego y a partir de ahí el camino se volvía bastante escarpado. Lo más probable es que acabaran escalando por la pared en algunos tramos, como les había ocurrido en su segunda misión.

            Después de llenar sus estómagos reemprendieron la marcha y, no mucho después, el grupo llegó al final del bosque. Había un tramo de unos cien pies al descubierto para llegar hasta la base de las montañas. Aquel era el único camino de acceso por ese lugar, por lo que tenían que correr lo más rápido posible al otro lado sin ser detectados y de uno en uno. ZiTao miró al cielo y se encontró con una vista magnifica pero a la vez terrorífica. Había cuatro dragones cada uno de un color diferente —escarlata, zafiro, esmeralda y plateado—, vigilando seguramente que ningún cazador accediera a sus dominios sin ser detectado.

            Seguidme dijo YiXing.

            El Cazador echó a correr velozmente hasta el otro lado, cruzando el espacio en unos segundos. Ya resguardado de la vista de los dragones que surcaban los cielos, llamó con la mano al siguiente. BaiXian fue quien se aventuró a cruzar y llegó bajo las montañas a salvo momentos después. Kai y Chen fueron los siguientes.

            Ya solo quedaban por cruzar ZiTao, LuHan y Kris. El pequeño tuvo algunas dudas antes de cruzar, pero finalmente lo hizo. LuHan lo siguió en cuanto quedó bajo la sombra de las montañas, pero un rugido cortó el aire y el Cazador se quedó paralizado en el sitio, sin hacer ningún movimiento que pudiera delatarlo. Otro rugido, esta vez más fuerte y más cercano encogió los corazones de todos de miedo. Si los dragones lo veían claramente él solo no era rival para ellos. ZiTao tragó saliva. Si aquello sucedía tendrían que dejarlo atrás, eso era lo que les habían enseñado a hacer.

            Otro rugido y ZiTao pudo ver a la imponente figura de Kris emerger de los árboles, corriendo en dirección a LuHan. En unos segundos llegó a su lado y lo cogió de la cintura con un solo brazo, echando a correr de nuevo cargando con él hasta el lugar en el que se encontraban los demás llegando sanos y salvos.

            Un suspiro de alivio colectivo se escapó del grupo, opacado por el rugido de un Dragón. Ninguno de los siete se quedó a comprobar si la bestia los había descubierto o no, simplemente corrieron hasta estar completamente a salvo, en la entrada del escarpado camino que llevaba a las oquedades que habitaban los dragones y que estaba oculta de la vista desde el cielo.

            —¿Estás bien? —le preguntó YiXing a LuHan, visiblemente preocupado por lo ocurrido.
            —Sí —murmuró el Cazador.
            —Haré que me lo creo —YiXing se acercó a él—. Si te encuentras mal por esto solo tienes que avisarme —LuHan asintió—. En marcha —dijo y todos comenzaron la ascensión.
            —¿Qué es lo que ha ocurrido ahí? —escuchó ZiTao que preguntaba Kai a BaiXian.
            —Hace años, cuando murió el líder de su grupo, LuHan asumió que había sido culpa suya —explicó el chico en voz baja—. A pesar de que ha pasado el tiempo, sigue pensando igual y cada vez que se encuentra solo ante algún Dragón se paraliza.
            —Eso es terrible —comentó Kai.
            —Sí, por eso no YiXing y Kris nunca lo dejan ir solo a las misiones de reconocimiento.

            Después de saber el motivo de lo ocurrido unos instantes atrás, ZiTao dejó de escuchar la conversación ajena y se dedicó a avanzar en silencio, siguiendo a Kris y a LuHan, que estaba constantemente pendiente de este último, por si necesitaba ayuda de algún tipo.



            Al sol no le quedaba mucho tiempo para su ocaso cuando finalmente los siete Cazadores llegaron a su destino después de una ascensión más bien accidentada. Habían resbalado, habían caído y habían estado a punto varias veces de tener que abortar la misión por culpa de contratiempos en el camino —se habían desprendido varias rocas y las habían tenido que escalar uno a uno con un cuidado infinito para no acabar en el suelo, que estaba ya a bastante distancia—.

            Kris les indicó que  lo siguieran en el silencio más absoluto y que pisaran los mismos lugares que él pisaba. La cueva de aquel Dragón Dorado era muy amplia y la luz del día todavía entraba por la apertura, por lo que tuvieron muchísimo cuidado para no ser descubiertos. Una respiración pesada reverberaba en las paredes, opacando cualquier sonido que ellos pudieran hacer. El Dragón estaba dormido y ellos iban a aprovechar aquella oportunidad para matarlo rápidamente, sin que este pudiera alertar a los demás Dragones.

            ZiTao vio al Dragón. Era imponente, hermoso, sus escamas doradas brillaban como si fueran el oro más puro y parecían irradiar luz propia. El chico estaba embelesado, pero negó con la cabeza para salir de su ensimismamiento. No estaba allí para admirar al Dragón, estaba allí para matarlo. A la señal de Kris, todos sacaron sus armas y eligieron un punto vital donde lanzarlas. La segunda señal enviada por el Cazador fue suficiente para que en un par de segundos, dejara de escucharse aquella respiración.

            El descenso fue peor que el ascenso, ya que al camino en pésimas condiciones se le unió la poca visibilidad que ofrecía la primera luna en forma creciente. Aun así, los Cazadores pudieron bajar de la montaña con solo unos rasguños repartidos por sus cuerpos y algunos golpes que dejarían marca.



            Después de su segunda caza con éxito el jefe XiuMin les dejó libres algunos días y también hizo que se mudaran a un lugar un poco más grande que la cabaña en la que dormían los cuatro apiñados. Era un sitio un poco frío y se agradecía en verano porque a las horas en las que el sol se encontraba en su cénit apenas hacía calor en el interior, pero los chicos sabían que si el siguiente invierno era como el anterior les iban a faltar mantas de piel de oso para echarse por encima.

            ZiTao aprovechó aquellos días libres para ir en busca del Dragón Arcoíris, ahora que ya sabía sus hábitos de vida. No obstante, los primeros días no tuvo ni el más mínimo éxito. Pasaba casi todo el día en el bosque, buscándolo y, a veces, se internaba en algunas de las cuevas de los Dragones por si encontraba alguna pista. Volvía al anochecer al poblado de los Cazadores y sus compañeros de grupo estaban algo preocupados por él. Así se lo hizo saber BaiXian una de las noches cuando llegó cansado después de un día de infructuosa búsqueda.

            —Nos tienes muy preocupados, ZiTao —le dijo, acurrucándose contra él y, llevándose por eso una mirada oscura del líder.
            —No tenéis por qué preocuparos —contestó. El chico hizo un puchero para que el otro se conmoviera y le contara qué era lo que hacía, pero ZiTao sabía que no podía confiar ni siquiera en su mejor amigo para contarle aquello—. No me pongas esas caras, es un asunto privado.
            —¿Has encontrado ya con quien procrear? —preguntó Chen.

            La procreación. Aquello era un deber como Cazador, al igual que matar a los Dragones que atacaban las poblaciones, ya que debía asegurarse de que nacían niños con las capacidades para ser Cazadores y los descartados, aunque intentaran cumplir con eso, no eran lo suficientemente buenos para ello. Por ese motivo, ellos tenían que visitar algunos poblados y acostarse con mujeres para asegurar la pervivencia de su casta.

            Estoy cortejándola —acabó por contestar ZiTao—. Es joven y no quiero que sea algo como lo que hicimos contigo.
            —Oh. Los hombretones del Norte son un encanto en cuanto a relaciones se refiere —se burló, pero el chico no le hizo caso. Era mucho mejor sufrir sus burlas por cortejar a una mujer que declarar que había visto al Dragón Arcoíris y que estaba deseando volver a verlo de nuevo y no precisamente para matarlo.

            ZiTao dirigió su mirada hacia Kai y éste le devolvió una bastante inquietante que le decía claramente que no se había creído su historia. El líder era alguien muy perspicaz y tendría que tener mucho cuidado con él si quería que sus actividades en el bosque siguieran siendo secretas.



            El bosque aún estaba oscuro cuando ZiTao se internó en él. El sol todavía no había salido y la segunda luna no iluminaba demasiado su camino, así que el Cazador agradecía saberse este de memoria, ya que podría recorrerlo incluso con los ojos cerrados. Caminó apartando las hojas y las ramas de los árboles que le estorbaban hasta que acabó en un claro. Se quedó en el refugio que le ofrecían estos y buscó con la mirada el lugar en el que había descubierto el rastro del Dragón Arcoíris.

            El día anterior había vagabundeado por aquel lugar y había encontrado su nido, así que, con la suficiente paciencia, podría ver al Dragón cuantas veces quisiera sin tener la angustia que lo había estado persiguiendo los anteriores meses, aunque con otra preocupación, que su líder lo descubriera y acabara delatándolo por traición y matándolo a él y al hermoso Dragón Arcoíris.

            Se sentó bajo la sombra que le proporcionaban los árboles a esperar. Estaba decidido a quedarse allí hasta que el Dragón apareciera, no se iba a dar por vencido a pesar de todas las complicaciones y los problemas que podía traerle si fuera descubierto en aquel lugar, pero era más fuerte el deseo de volver a ver al Dragón Arcoíris.

            El tiempo pasaba y ZiTao sentía que iba a tener que volver a casa otra vez con una búsqueda infructuosa. Estaba un poco desesperado porque el verano ya hacía semanas que había comenzado y le quedaba poco para terminar. Con la llegada del otoño, el frío no lo iba a dejar hacer aquellas pequeñas excursiones, así que tendría que verlo al menos una vez más antes de su llegada.

            De repente, los árboles comenzaron a mecerse por un viento fuerte y repentino y ZiTao supo que por fin sus plegarias a los Dioses de su patria habían surtido efecto. Unos momentos después, destellos de todos los colores pintaban las copas de los árboles y el magnífico cuerpo del Dragón Arcoíris entraba en su campo de visión. Aquel ser era precioso e impresionante. Los músculos de su pecho eran los que movían sus grandes alas lentamente para descender, haciendo un gran esfuerzo. Había crecido muchísimo desde que el Cazador lo había visto hacía unos meses, siendo así más impresionante y admirable.

            El Dragón se posó en el suelo y este tembló, como si un Dios hubiera sacudido la tierra. ZiTao no pudo contener su fascinación y se levantó del suelo, acercándose a la línea de árboles que lo protegía de la mirada del Dragón Arcoíris. Este se giró, como si hubiera sentido la presencia del chico, en su dirección y lo miró con unos ojos castaños muy profundos que hicieron que las rodillas del Cazador se doblaran bajo su peso. Era una mirada muy clara, una que hizo a su corazón acelerarse y ZiTao estuvo muy seguro de que no eran ni el miedo ni la adrenalina los causantes de sus desbocados latidos.

            El Dragón Arcoíris giró de nuevo su cabeza, prestándole cero atención al intruso y se dirigió a su nido, donde se echó y metió su cabeza bajo su ala, dispuesto a dormir. ZiTao se sintió un poco decepcionado, ya que, a pesar de ser un Cazador bastante imponente entre los demás era muy alto y tenía mucho músculo además de un rostro bastante intimidante, el Dragón no lo había tomado como a una amenaza.

           Este hecho hizo que ZiTao comenzara a avanzar a través de aquel claro, moviéndose lentamente, en dirección al Dragón. Este notó que el Cazador se movía hacia él y abrió un ojo, para observar fijamente cada uno de sus movimientos, aunque no parecía para nada amenazado. El chico llegó muy cerca de él, pero se detuvo a unos cincuenta pies, por si el Dragón decidía finalmente que no era bueno que estuviera tan cerca de él y tenía que echar a correr hacia el poblado.

            Sin embargo, el Dragón Arcoíris no hacía ningún movimiento y, aunque ZiTao sabía que los de su especie eran muy listos y traicioneros, dio un par de pasos más hacia él y luego otros dos más hasta que casi sin darse cuenta había acabado tan cerca del Dragón que si alargaba la mano podía tocar su escamada piel. La bestia rugió débilmente, pero no era un rugido de amenaza, era algo que el Cazador no había escuchado nunca, así que no se alejó de él, sino que alzó su mano y posó la palma sobre una de las escamas, notando una vibración que reverberó en su cuerpo y lo hizo sonreír.

            Era la primera vez que tocaba a un Dragón, la primera vez que se acercaba tanto y la primera vez que pensaba que los Dragones no eran ninguna amenaza para los seres humanos.

            ZiTao se atrevió a tocar un poco más, notando mejor las vibraciones del cuerpo del Dragón Arcoíris y sintiendo como este comenzaba a relajarse bajo su toque hasta que finalmente comenzó a entrecerrar el ojo que mantenía abierto, abandonándose a las caricias del Cazador hasta que una profunda respiración fue lo único que se podía escuchar en aquel lugar ya que el Dragón se había quedado dormido.

            El chico siguió acariciándolo durante unos momentos más, disfrutando de aquello al máximo. Después, se alejó un poco, completamente fascinado por lo que acababa de suceder. Jamás se habría podido imaginar que aquello pudiera pasar y su corazón todavía latía acelerado. Había jugado con fuego y no se había quemado. Aquello animó su espíritu e hizo que ZiTao quisiera volver cada día a tocar las escamas del Dragón Arcoíris.

            La segunda luna acababa de salir cuando ZiTao regresó a la aldea de los Cazadores de Dragones. Se le había hecho bastante tarde porque se había pasado demasiado tiempo decidiendo si quedarse con el Dragón Arcoíris o no hasta que su lado racional había ganado la batalla.

            El chico llegó a su cabaña y entró sin hacer ruido. No quería despertar a sus compañeros, así que, como pudo, se quitó su ropa y luego se tumbó en el suelo, abrazándose a Chen para intentar conciliar el sueño, aunque los recientes acontecimientos lo tenían en un estado de exaltación que jamás había sentido.



            Las primeras palabras que ZiTao escuchó al día siguiente no fueron los buenos días a los que estaba acostumbrado que BaiXian se encargaba de decirle todas las mañanas, sino algo completamente diferente.

            —¿Dónde estuviste ayer durante todo el día? —le preguntó el chico.

            ZiTao aún estaba medio dormido y no podía articular palabra, por lo que no le contestó. Abrió lentamente sus ojos, encontrando a su compañero de grupo sobre él, mirándolo fijamente, exigiendo una respuesta a su pregunta. El chico bostezó y luego hizo que BaiXian se bajara de su cuerpo para poder sentarse y estirarse como se debía antes de responderle.

            —Estuve donde siempre —contestó.
            —¿Y dónde es ese lugar? —inquirió BaiXian.
            —No lo diré —murmuró ZiTao—, sino me quitaréis a la chica.
            —Idiota —protestó el otro dándole un manotazo en el pecho—. Nos tenías muy preocupados.
            —Estoy bien, no me ha pasado nada —aseguró—. No tenéis por qué preocuparos.
            —Somos compañeros —dijo Chen, quien hasta el momento se había mantenido callado, al igual que Kai, que simplemente lo miraba fijamente—. Nos preocupamos los unos por los otros.
            —Lo siento —murmuró avergonzado—. No me volveré a ir durante un día completo sin avisar.

            Con esas palabras, el tema quedó zanjado y aquel día se desarrolló con total normalidad, realizando todas las tareas que debían hacer. No obstante, ZiTao sintió durante toda la jornada la penetrante y oscura mirada de su líder fija sobre él.



            ZiTao no pudo acercarse al bosque durante los siguientes días ya que tenía miedo de que lo descubrieran. Kai estaba muy encima suya y prácticamente no se despegaba de su lado, aquello no le hubiera parecido extraño si hubiera sido BaiXian porque ya estaba acostumbrado, pero su líder no era particularmente cariñoso, ni con él ni con nadie, por lo que cuando le pedía que entrenaran juntos, que comieran juntos o que durmieran juntos, ZiTao se quedaba en silencio unos momentos antes de asentir con su cabeza lentamente.

            A pesar de esto, quería ir a ver al Dragón Arcoíris, poder acariciarlo de nuevo y que esta vez no se quedara dormido para poder ser observado por sus penetrantes ojos castaños.

            Los días pasaron y tuvieron que ir a cazar algunos uros para el consumo de carne del poblado con algunos de los aprendices a los que ya se les había enseñado cómo cazar. Apenas tuvieron problemas para aislar a uno de los miembros de la manada que pastaba al oeste del poblado después de cruzar el río Sif y abatirlo. Los problemas llegaron después al tener que llevar la carne hasta la aldea de los Cazadores, ya que aunque eran ocho personas, era una gran cantidad de carne.

            Al acabar el día, los chicos cenaron con gran avidez la carne que habían llevado y después volvieron a su cabaña, dispuestos a dormir hasta que el sol se volviera a alzar, al menos, tres de ellos tenían esa intención. ZiTao aprovechó que sus compañeros dormían profundamente para levantarse y caminar hasta el bosque, hacia el lugar en el que se encontraba el nido del Dragón Arcoíris.

            A pesar de que era de noche y estaba bastante oscuro, el chico pudo encontrar el camino sin ninguna dificultad y en poco tiempo llegó hasta aquel pequeño claro. Nada más llegar, pudo divisar el colorido resplandor que emitía el Dragón, haciendo que el ambiente fuera mágico. ZiTao se acercó hasta él con lentitud, intentando no hacer ruido alguno que pudiera sobresaltarlo y que lo despertara. El Cazador tenía miedo de que si el Dragón se despertaba sobresaltado pudiera matarlo.

            ZiTao llevó una mano al lomo del Dragón y lo acarició levemente, notando la vibración de su cuerpo de nuevo. Era tranquilizadora, al igual que su respiración pausada y profunda, así que, lentamente, el sueño comenzó a hacer que sus ojos le pesaran y empezaran a cerrarse, hasta que, poco a poco este le venció y acabó quedándose dormido junto al cuerpo del Dragón que desprendía un agradable calor.



            El despertar de ZiTao no fue demasiado agradable. El calor en el que había estado envuelto durante toda la noche desapareció de repente, al igual que el cuerpo que lo emitía. El Cazador abrió sus ojos a tiempo para ver cómo el Dragón Arcoíris emprendía el vuelo y se alejaba de su nido rápidamente, como si sintiera que estaba en grave peligro.

            Aún con el sueño en el cuerpo, ZiTao se levantó y se alejó del nido, borrando las huellas que habían quedado de su paso la noche anterior y adentrándose en el bosque, quedándose luego en el lugar en el que había estado esperando al Dragón el primer día que se había acercado a él, escondiéndose del peligro que había sentido este. Unos momentos después, sus tres compañeros de grupo aparecieron en su campo de visión.

            —Las huellas llegan hasta aquí —anunció Chen—. No hay más, desaparecen de golpe.
            —Hemos perdido el rastro —murmuró BaiXian —, otra vez.
            —Hay que volver a encontrarlo —dijo Kai—, no podemos permitirnos perderlo.

            ZiTao no podía creer lo que veía y escuchaba. Sus compañeros lo habían seguido por las huellas que había dejado en el suelo. Los observó durante unos momentos, mientras pensaba en la excusa que podía inventarse para que no descubrieran su pequeño secreto. En cuanto la mentira le pareció convincente en su mente, salió de su escondite.

            —Chicos —llamó y ellos se giraron rápidamente hacia él. En cuanto BaiXian lo vio, salió corriendo hacia él y comenzó a pegarle.
            —Idiota, inútil, mentiroso —comenzó a insultarlo, diciendo cada vez palabras más fuertes—. Te odio —después de decir aquellas palabras, lo miró mal y se alejó, caminando hacia Kai, a quien se abrazó.
            —ZiTao… Nos debes una explicación —dijo el líder y el chico asintió.
            —Un día vine a explorar el bosque y me encontré este lugar por casualidad —comenzó—. Me gustó la tranquilidad del sitio, así que venía a pensar y a alejarme un poco del bullicio que hay en el poblado —ZiTao caminó hacia el lado opuesto del nido, para que los demás no lo descubrieran, si es que no lo habían hecho ya.
            —¿Nosotros te molestábamos? —preguntó Chen. El chico negó con la cabeza.
            —Me gusta estar solo de vez en cuando —contestó—, cuando éramos aprendices también me escapaba alguna vez que otra.
            —Pero no tan frecuentemente —apuntó el curandero.
            —¿Por qué nos mentiste? —preguntó BaiXian.
            —Porque no quería reconocer que me iba al bosque a descansar y a relajarme, quería parecer alguien responsable.
            —Bueno… —comenzó Kai—, a veces viene bien desconectar… Pero tendrías que habernos dicho la verdad.
            —Lo siento —murmuró ZiTao.
            —No importa —dijo el líder—, pero volvamos a casa.

            Los chicos echaron a andar y se adentraron en el bosque, en dirección al poblado. No llevaban más que unos minutos caminando cuando un fuerte rugido se escuchó sobre sus cabezas y todos se pusieron en guardia. No estaban equipados para la batalla con un Dragón y de hecho, la única arma que llevaban era el arco y las flechas de Chen, que las había cogido para cazar algún conejo o animalillo pequeño.

            Todos se agacharon y agazaparon contra el suelo, arrastrándose luego hasta quedar bajo la protección que les brindaban los grandes troncos y ramas bajas de los árboles. El Dragón había atacado de repente y ninguno sabía cómo iban a poder enfrentarlo. Esperaron unos momentos, conteniendo la respiración hasta que les volviera a atacar. Las copas de los árboles en aquella parte del bosque se juntaban las unas con las otras y era prácticamente imposible que el Dragón las atravesara y tampoco los iba a atacar con fuego en aquel lugar.

            Un destello de varios colores a través de las ramas hizo que el corazón de ZiTao diera un vuelco: era el Dragón Arcoíris. Momentos después, sus compañeros abrían sus ojos como platos al verlo, sin poder creer lo que sus ojos estaban viendo.

            —Imposible —escuchó decir BaiXian a su lado.
            —¡Chen! —gritó Kai, haciendo que este se sobresaltara—. Tenemos que matarlo.

            El chico asintió y se descolgó el arco para luego armarlo rápidamente con manos temblorosas y colocar una flecha en él. Después, intentó a apuntar a su objetivo tal y como lo hacía todas las mañanas en los entrenamientos, pero no paraba de moverse, así que, la flecha que lanzó no alcanzó su objetivo, de hecho, ni siquiera se acercó a este.

            —Dame el arco —le pidió Kai al ver que el otro estaba demasiado nervioso como para poder acertar. El Dragón Arcoíris era algo de leyenda y ninguno de ellos estaba preparado para enfrentarse a la verdad.

            Chen le tendió el arco y el carcaj con las flechas, el líder colocó una de estas en él y apuntó. La flecha salió volando con gran puntería y se clavó bajo una de las alas del Dragón, haciendo que este se tambaleara en el aire por no poder utilizarla correctamente. Kai volvió a disparar y le alcanzó en una de las patas traseras.

            Con cada flecha que lanzaba acertaba en un lugar clave y hacía que ZiTao sintiera un dolor en su pecho. Kai tenía muy buena puntería y a pesar de que el Dragón se alejaba e intentaba moverse con rapidez no podía hacerle frente a esta. Finalmente, el Dragón Arcoíris cayó contra las copas de los árboles y luego contra el suelo haciendo que este temblara y que los Cazadores tuvieran que aferrarse a los troncos de los árboles.

            —Kai —murmuró BaiXian—. Has matado al Dragón Arcoíris.
            —No creo que esté muerto —comentó el líder—, solo está herido y no puede alzar el vuelo. Tenemos que ir a la aldea a por armas y a avisar a los demás Cazadores. Esto es algo que nos viene grande.
            —Pero alguien debe buscar el cuerpo —dijo Chen—, quedarse junto a él hasta que lleguen los demás para frustrar cualquier intento de huida.
            —Yo me quedaré y lo haré —propuso ZiTao rápidamente—, conozco mejor que vosotros el bosque, después solo tenéis que seguir mis huellas para encontrarme.
            —Perfecto, vámonos —apremió el líder.

            Sus tres compañeros se pusieron en marcha, aunque BaiXian lo miró pidiéndole que estuviera a salvo hasta que ellos volvieran. ZiTao asintió y esperó hasta que se perdieran de vista para comenzar a moverse. Tuvo que apoyarse en el tronco del árbol para poder levantarse, pero en cuanto comprobó que sus piernas podían aguantar su peso, salió corriendo hacia el lugar en el que debía haber caído el Dragón. No podía creer que aquello hubiera sucedido. Su líder había herido a un Dragón pacífico y hermoso; a su Dragón Arcoíris.

            Rápidamente, esquivando las ramas bajas con sus manos e intentando no tropezar con las raíces y piedras del suelo, llegó al lugar donde encontró el cuerpo del Dragón. Este respiraba de forma agitada y tenía una expresión de dolor, lo estaba pasando bastante mal. ZiTao comenzó a acercarse a él con lágrimas en los ojos, no sabía por qué tenía ganas de llorar exactamente, pero no podía retener aquel líquido salado que quería escaparse de sus ojos. Sin embargo, antes de poder llegar hasta el cuerpo del Dragón, una luz brillante procedente de este, lo deslumbró por unos momentos y tuvo que cubrir sus ojos con sus manos para que la luz no le hiciera tanto daño.

            Cuando el Cazador pudo abrir los ojos de nuevo ya no encontró ningún Dragón frente a él, en su lugar, se encontraba un chico más o menos de su edad, con el cabello de un montón de colores, delgado, completamente desnudo y con las flechas de Chen clavadas en los mismos lugares que el Dragón Arcoíris.

            —No es posible —susurró.







Aclaración sobre las edades porque si no creo que os vais a liar un poco:
SuHo ronda los cincuenta años, pero en una comunidad en la que la mayoría de sus miembros no pasan de los treinta y pocos, eso es ser ya un anciano, además de que la esperanza de vida es bastante baja porque la media ronda los cuarenta años.
—XiuMin, Kris, LuHan y YiXing están entre los veinte y pico y los treinta años, lo que sería una persona ya madura.
—CanLie y QuingZhu rondan los veintidós.
—Chen, BaiXian, Kai y ZiTao tienen dieciséis y diecisiete.
—SeHun, en edad Dragón tiene un año y su equivalente en edad humana es dieciséis.


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domingo, 1 de junio de 2014

We Got Married Season 1

Título: We Got Married Season 1
Parejas: KwonIn (Jo Kwon x GaIn) (2AM / B.E.G), KhunToria (Nichkhun x Victoria) (2PM / F(x)) y YongSeo (YongHwa x SeoHyun) (CNBLUE / SNSD)
Clasificación: NC–17
Número de palabras: (…) palabras
Número de capítulos: 1 / 30 capítulos
Resumen:El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde” – Leon Tolstoi.
Notas: Esta historia será escrita a través de las citas sobre el matrimonio que me vayáis dejando en los comentarios, sin ellas no podrá avanzar.
Comentario de Autora: Hacía tiempo que quería hacer un proyecto interactivo y que además tuviera que ver con el programa que lleva este mismo título. Espero que os guste ^^
We Got Married


1st Season


Capítulo 1


El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso;
Si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde.
Leon Tolstoi


♥♡♡

            Dos personas menudas atravesaban las puertas de la gran y climatizada estación de metro de Paldang cuando el frío otoñal les dio de lleno y ambos se encogieron sobre si mismos ante el vendaval que se había levantado de pronto.

            Cuando aquella mañana habían salido de la estación de Sageun-dong en Seúl, el clima era agradable. El sol lucía en su máximo esplendor y se reflejaba majestuoso en los edificios de metal y cristal de la capital, dando calidez a la estampa otoñal que cubría la ciudad.

            Sin embargo, en este lugar era todo lo contrario.

            Aunque solo estaba a unos pocos kilómetros de la capital, parecía que el astro rey jamás había pisado aquellas tierras y el viento helado calaba hasta los huesos, ignorando deliberadamente las capas y capas de ropa que ambos llevaban encima.

            Ella, un poco más pequeña que el chico a su lado, tenía el pelo corto de color rojo sujeto en una coleta baja. El flequillo largo, peinado hacia el lado derecho apenas dejaba apreciar uno de sus rasgados ojos color chocolate. Su rostro era fino, de piel blanca y su cuerpo menudo.

            Él también tenía el pelo corto, pero este era castaño oscuro. Llevaba un pequeño flequillo cortado bastante por encima de las cejas y su rostro se asemejaba al de un suricato.

            Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica y se giró hacia su esposo, mirándolo mal, para después bufar mientras le daba un golpe en el brazo.  Antes de que el chico pudiera protestar, ella comenzó:

            ¿Tú crees que esto es una Luna de Miel? ¿En qué maldito lugar del mundo esto se asemeja a una Luna de Miel? le dio otro golpe en el brazo, esta vez algo más fuerte, mostrándole a su chico que estaba cabreada. ¿Eh? Dime. ¿A quién se le ocurrió la bendita idea de venir aquí?

            Sus gritos se escucharon en toda la plaza que había frente a la estación de metro debido a que, aparte de ellos, no había ni un alma en la calle. Con aquel clima de perros, lo extraño era que hubiera alguien.

            Te recuerdo que estuviste de acuerdo en venir aquí, noona. Yo quería ir a Egipto se excusó él encogiéndose de hombros, enfureciendo aún más a su esposa.
            ¿Cuántas veces te he dicho que no me llames noona? otro golpe, esta vez en el hombro, mientras ella fruncía sus labios cuarteados en una muestra de disgusto. Además, no tenemos dinero para hacer un viaje a Egipto.
            Perdón murmuró él, es la costumbre.
            Bueno, te lo perdono por ahora el chico le dedicó una pequeña sonrisa y ella suspiró.
            Todo habría estado bien si hubiéramos venido la semana que viene como teníamos planeado comentó él rascándose la nuca, pero cuando cambiamos la fecha este maldito tifón no aparecía en el mapa. No es mi culpa, es del hombre del tiempo de la tele, que se equivocó en el pronóstico.
            Muy bien, no es culpa de nadie. Tema zanjado concluyó ella con hielo en la voz. Ahora busquemos un maldito taxi que nos lleve al hotel.
            Quédate dentro e intenta entrar en calor susurró el chico contra su oído antes de darle un pequeño pero sonoro beso en la mejilla, yo buscaré el taxi.
            Está bien murmuró ella con una pequeña sonrisa.

♡♥♥

            Dos chicas paseaban por Gangnam-gu mientras reían animadamente, con varias bolsas de las marcas más conocidas de ropa en sus manos, atrayendo las miradas de todos los hombres junto a los que pasaban. Esto no era de extrañar, ambas eran bastante guapas, de pelo largo castaño y de ojos grandes.

            Habían salido en busca de ropa elegante ya que ese día tenían una fiesta muy importante a la que asistir. Qian, la mayor, aunque también la más infantil, iba a conocer al chico que sus padres habían elegido para ella como buen esposo y, así, ampliar el negocio familiar. Y JooHyun, la otra chica, como su mejor amiga, tenía que acompañarla en todo momento todo porque la mayor estaba demasiado nerviosa como para hacer algo por sí misma.

            Hacía apenas una semana que había sido anunciado que la chica se casaría con el hijo de uno de los socios más importantes de su familia, Nichkhun y nunca lo había visto, por lo que estaba muy ansiosa por conocerlo.

            Le habían hablado de él y parecía un poco despreocupado por todo. Se dedicaba a vivir la vida y a hacer lo que se le antojaba sin que nadie pudiera detenerlo. Por eso, Qian también estaba algo preocupada. Sin embargo, aquellos pensamientos se fueron disipando a medida que fue pasando el día.

            Las chicas habían pasado toda la mañana fuera de casa, de compras. Habían estado en las mejores tiendas de la ciudad y ya habían comprado todo lo que necesitaban para lucir espectaculares esa noche, así que, en ese momento, se dirigían al Ritz[1] a almorzar y descansar sus adoloridos pies.

            Apenas llegaron al lujoso lugar cuando ya les dieron una mesa apartada en la que conversar de forma tranquila y privada y el camarero, un chico alto, de pelo algo largo y flequillo tapándole uno de sus ojos castaños, al igual que su cabello les llevó la carta, esperando pacientemente a que pidieran. En cuanto las chicas lo hicieron, este se retiró con una pequeña reverencia.

            Ambas se permitieron relajarse por unos minutos antes de que la comida fuera servida. Durante toda la mañana habían estado bastante aceleradas e intranquilas por las compras para la cena.

            De repente, la suave melodía que Qian tenía como tono de llamada en su teléfono móvil se dejó escuchar en el restaurante y ella rebuscó en su bolso hasta que encontró el aparato y lo descolgó, deslizando su dedo por la pantalla, a la vez que fruncía el ceño.

            ¿Yeobosseo?
            ¡Unnie! el grito al otro lado del teléfono casi la deja sorda, por lo que tuvo que alejarse el móvil de la oreja.
            SooJung contestó y escuchó una risita cantarina. ¿Qué querías, pequeña?
            ¿Ya tienes tu vestido, unnie?
            Ne~.
            Quiero verlo ya.
            En cuanto llegue a casa lo verás.
            Pero yo quiero verlo ya.
            —Vamos, no seas así. En unas horas lo verás —contestó la mayor.
            —Está bien… Pero quiero ser yo la primera en verlo —ordenó SooJung.
            —Perfecto.
            —Gracias unnie.
            —Nos vemos —murmuró Qian antes de colgar.
            Me alegra ver que te llevas bien con SooJung… A pesar de que no sois completamente hermanas comentó JooHyun con una sonrisa en cuanto la otra terminó la llamada y volvió a dejar el móvil en el bolso.
            Sí, SooJung es un encanto.
            ¿Qué tal las relaciones con SooYoung? preguntó con cierta timidez la menor.
            Ni la nombres cortó Qian. Esta noche va a venir y se va a pavonear como solo ella sabe la chica suspiró. Sería mejor que se quedara en Los Ángeles donde tan bien vive y tan bien le va.
            Por tu reacción parece que estáis igual o peor.
            Nunca nos hemos llevado bien, ya lo sabes, así que no creo que nos llevemos bien en un futuro próximo.

            En ese momento, el mismo camarero que antes les había tomado nota llegó con su comida y ambas dejaron aquella conversación para comenzar a degustar sus respectivos manjares.

♥♡♡

            Jo Kwon la vio alejarse hacia la estación de trenes con una gran sonrisa y se abrazó a sí mismo en cuanto ella desapareció tras las puertas de cristal del edificio. Debía buscar un taxi que los llevara a aquel hotelito rural en el que habían reservado habitación para pasar las dos semanas de su Luna de Miel.

            La tarea, que en Seúl le habría resultado lo más fácil del mundo, en aquel lugar estaba siendo una verdadera odisea. Ahora entendía a ese héroe griego que lo único que quería hacer era volver a casa pero siempre se encontraba con obstáculos que se lo impedían. Sin embargo, el chico no esperaba tardar tanto como él, veinte años era demasiado tiempo.

            Cuando estaba por rendirse y buscar a su mujer para que le cortara la cabeza o le torturara de la peor forma, un taxi apareció doblando la esquina de la calle y comenzó a llamarlo, casi desgañitándose en el proceso y moviendo las manos como si fuera un loco, hasta que el vehículo se detuvo ante él. La ventanilla de la puerta del copiloto se abrió y un señor de unos cuarenta años, se presentó ante él.

            ¿Dónde quiere que lo lleve? preguntó el hombre.
            Al albergue de Paldang contestó. Pero espere unos momentos, tengo que avisar a mi esposa para que salga de la estación.
            Está bien. Pero si tarda más de diez minutos le cobraré un recargo.
            No tardaré mucho.

            Y diciendo esto, el chico sacó su teléfono móvil y buscó el número de su esposa. Le dio a llamar y se llevó el aparato a la oreja. El primer pitido no se hizo esperar y después le siguieron varios más antes de que la voz impersonal del robot de la compañía con la que tenía contratada la línea su esposa le informara que el número marcado estaba apagado o fuera de cobertura.

            Kwon hizo una mueca mientras escuchaba aquello y luego colgó para salir corriendo hacia la estación. No entendía aquella manía que tenía su esposa de tener el móvil siempre apagado. Cuando llegó al pie de las escaleras, su teléfono móvil comenzó a sonar y lo descolgó, subiendo los peldaños.

            —¿Yeobosseo?
            —Kwon —dijo una voz al otro lado que el nombrado reconocería en cualquier parte.
            —Khun, ¿qué pasa? —preguntó.
            —Acabo de enterarme que mis padres me quieren casar con una niña pija para ampliar el negocio —contestó el chico y Jo Kwon se quedó estático, a mitad de la subida.
            —¿Cómo puede ser eso posible en estos tiempos? —cuestionó—. ¿Acaso tus padres no piensan en tu felicidad?
            —Ya sabes que no, Kwon.
            —No puedo comprenderlo.
            —Yo tampoco —murmuró con voz cansada el otro. Pasaron unos segundos en silencio, que fueron aprovechados por el menor para continuar subiendo la escalinata que llevaba a la estación de metro—. Te envidio, Kwon.
            —¿Por qué?
            —Te has casado con tu mejor amiga, con la chica de la que llevabas enamorado toda tu vida —explicó—, yo no tendré esa suerte.
            —No creo tener tanta suerte —murmuró Kwon—, ya te contaré. Pero me extraña que el gran Nichkhun Buck Horvekjul se haya rendido tan pronto.
            —No me he rendido.
            —Entonces… ¿Por qué suenas como si ya lo hubieras hecho?
            —¡No me he rendido! —gritó el chico.
            —Así me gusta —comentó—. Khun, tengo que dejarte, ¿hablamos más tarde?
            —¿Estás con GaIn-noona?
            —Tengo que encontrarla porque acabo de coger un taxi.
            —No lo entiendo.
            —Ya te contaré.
            —Arasso.

            JoKwon colgó  y entró a la estación en busca de su esposa. No tardó mucho en encontrarla tomando un chocolate caliente en la cafetería y la apremió a que terminara para poder irse rápidamente de allí ahora que tenían un vehículo.

            Apenas tardaron unos minutos en llegar al albergue en el que habían reservado la habitación para las dos próximas semanas. Debido al mal tiempo, las calles estaban completamente desiertas y por la carretera no circulaban más que algunos coches y el taxi en el que se habían montado. Al bajar del vehículo, tras pagarle al conductor la suma que marcaba la tarifa, notaron el frío de nuevo en contraste al calor que hacía dentro del coche, así que, después de sacar las maletas del maletero, salieron corriendo hacia el edificio que tenían enfrente.

            Era una casa antigua, la típica coreana, transformada en un albergue para viajeros. Tuvieron que llamar al portón de madera para que les dieran la entrada al espacioso patio, alrededor del cual se encontraban todos los módulos que conformaban la casa.

            Ambos se dirigieron, tras echarse una mirada de alivio por haber llegado al fin, al lugar en el que estaba señalada la recepción. Al entrar a la estancia sintieron de nuevo una agradable calidez y Jo Kwon, que siempre había sido algo dado a resfriarse con frecuencia, pensó que le quedaba poco para pasar toda una semana en cama por tantos cambios bruscos de temperatura.

            La habitación estaba conformada por un mostrador y un panel lleno de llaves de aspecto antiguo. Aparte de esto, tenía un par de cuadros que mostraban escenas cotidianas y el suelo estaba cubierto por una gran alfombra. Tras el mostrador, frente a la puerta, se encontraba una mujer que no podía ser mucho mayor que ellos vestida con un hanbok y el pelo castaño y largo recogido en un moño con palillos.

            —Bienvenidos —saludó haciendo una pequeña reverencia.
            —Annyeong–haseyo —contestaron ambos devolviendo la inclinación, haciendo ésta un poco más pronunciada.
            —Tenemos una reserva hecha a nombre de Jo Kwon y Son GaIn —dijo el chico. La mujer asintió y comenzó a mirar en un libro que había en el mostrador hasta que dio con los nombres que le habían dicho y los señaló con el dedo.
            —Aquí están —murmuró—. Una reserva de dos semanas, ¿me equivoco? —ambos negaron—. ¿Luna de Miel? —preguntó y los recién casados se miraron y sonrieron.
            —Nos casamos ayer —contestó GaIn.
            —¡Felicidades! —la mujer sonrió ampliamente y luego se giró para buscar en el panel la llave que correspondía a la habitación que les habían asignado—. Aquí tenéis —les tendió la llave—, vuestra habitación es la número cuatro. Disfrutad de vuestra estancia en este lugar a pesar de que este tifón salido de la nada haya afeado un poco estos días.
            —Sí… Gracias —murmuró Kwon y, tras hacer una reverencia, ambos salieron de la estancia.

            Al regresar al patio, el panorama gris y ventoso que habían dejado se había convertido en uno mucho más oscuro y gotas de lluvia habían comenzado a caer. Los dos se miraron y suspiraron antes de salir corriendo hacia el módulo indicado con un cuatro enorme en números arábigos para no mojarse demasiado y no hacer que aquel día fuera aún más horroroso.

            Jo Kwon introdujo la antigua llave en la vieja cerradura de latón y la giró hasta que se escuchó un leve clic. El chico se giró hacia su esposa y tomó la maleta que ella portaba para dejarla con la suya junto a la puerta. Luego, tras dedicarle una amplia sonrisa, se agachó y la tomó entre sus brazos como si fuera una princesa.

            —¡Ah! ¿Qué haces, Yeobo? —gritó sorprendida por la repentina acción.
            —Te cargo hasta la cama —contestó él—. Es una fantasía mía.

            Entró a la habitación y cerró la puerta con el pie, tambaleándose un poco y perdiendo el equilibrio unos momentos, pero logró mantenerse y reafirmó su pose lanzando un suspiro. Luego comenzó a avanzar hasta la cama, donde dejó con cuidado a su esposa para subirse sobre su cuerpo y comenzar a besar su cuello, escuchando su cantarina risa.

♡♥♡

            Tras almorzar, las chicas se separaron y cada una tomó un camino distinto para regresar a sus respectivas casas, donde se arreglarían para estar a punto para la cena de esa noche. Qian fue directa gracias a que su chófer fue a recogerla, sin embargo, JooHyun prefirió dar un paseo antes de que fueran a por ella.

            Le gustaba dar paseos por la ciudad, mezclándose con las personas que realizaban sus jornadas rápidamente. También le encantaba andar por las orillas del río Han a través de los diversos parques en los que en aquella época del año, las hojas comenzaban a teñirse de ocre y el paisaje era precioso. Pero la chica tenía otra razón para ir a un parque en concreto.

            Hacía un mes que iba allí cada vez que podía escapar de sus obligaciones. Pasaba por el parque y se detenía junto a la fuente, desde donde podía escuchar con claridad aquella suave y dulce voz y ver esas callosas manos rasgar una y otra vez las cuerdas de una guitarra española. Todavía podía recordar con claridad el primer día que lo encontró.

            JooHyun caminaba por el parque. Había salido de casa para respirar un poco de aire fresco y despejarse. A veces, su familia le exigía demasiado y con el recital de piano a la vuelta de la esquina, era muy agobiante. La chica lo daba todo por complacerlos, pero en algunos momentos sentía que se asfixiaba en aquella gran casa, por eso había acabado en aquel lugar.

            Se sentó en el borde de una fuente, cansada. El sol calentaba aun siendo mediados de Septiembre como si fuera pleno verano y el agua refrescaba el ambiente. Cuando la chica comenzó a relajarse una suave y dulce voz y los acordes de una guitarra empezaron a escucharse cerca de donde ésta estaba y JooHyun se giró para ver a quién pertenecía aquella voz. Un chico joven de pelo oscuro tocaba y cantaba una canción[2].


Buscando un lugar en donde permanecer
Hay un largo camino por recorrer al soñar la vida

Cuando de noche parece ser, sólo el temor a la libertad
Entrelaza momentos del pasado

¿Cómo intentar alcanzar la meta?

Con todas las palabras que pudieras decir
Mirando hacia el Cielo
Cuenta la historia de lo que ves
Sólo sé que todos lo dicen en estos casos
Ya que existe sólo un Cielo Azul
Podríamos ver, tal vez,
Las mismas nubes al mismo tiempo
Aunque sea en diferente día


            Su corazón comenzó a latir rápidamente en su pecho y un sonrojo brillante se apoderó de su rostro. Nunca había sentido nada parecido y tuvo miedo, por lo que salió corriendo llamando la atención, sin saberlo, del chico de la guitarra.

            Perdida en sus recuerdos, JooHyun llegó a aquel lugar y se extrañó al no ver al chico de la guitarra, ya que, normalmente, a aquellas horas, siempre se encontraba allí. Miró a su alrededor varias veces, buscándolo, pero al no hallarlo por ningún lado, suspiró y se dio por vencida. Ese día no lo vería.

            Sacó su teléfono móvil para llamar a su chófer y así regresar a su casa para arreglarse y se giró. En ese momento, su corazón se saltó un latido. Frente a ella, con una sonrisa encantadora en su rostro, se encontraba el chico de la guitarra.

            —¿Me buscabas? —la chica no supo ni pudo contestar, su voz no quería salir de su garganta—. He notado que vienes a verme casi todos los días, por eso pregunto —aclaró sin perder su sonrisa, aunque esta se había vuelto un poco traviesa—. Por cierto, mi nombre es YongHwa, ¿cómo te llamas? —preguntó y ella sintió el corazón golpeando contra sus costillas de una manera ensordecedora—. ¿Eres muda? —cuestionó al ver que no contestaba. JooHyun salió de su trance, negando rápidamente con la cabeza—. Entonces, ¿cómo te llamas?
            —JooHyun… Seo JooHyun… —susurró sin poder creerse que estuviera hablando con él.
            —Encantado —dijo—. ¿Quieres salir conmigo? —ella se quedó estática ante la pregunta y no pudo reaccionar hasta varios segundos después, cuando asimiló del todo las palabras.
            —Yo… Yo… Tengo que irme —acabó diciendo antes de salir corriendo del lugar.

♡♡♥

            La tarde pasó en un suspiro para Qian cuando llegó a casa. Nada más entrar, subió a su habitación seguida por su hermana menor, que quería ver el vestido que se había comprado y tras enseñárselo y que la pequeña quedara contenta, comenzó a arreglarse. Todo fue un ir y venir constante. Solo horas después, cuando ya estaba perfecta, pudo relajarse.

            La fiesta comenzó al caer la noche y la chica se puso nerviosa de nuevo. Quería conocer al que sería su futuro marido de una vez por todas. Tras unos minutos deambulando por el gran salón de su casa, que habían adornado para la ocasión y no mostraba el ambiente sobrio de siempre, vio a su amiga JooHyun a lo lejos, pero no pudo acercarse a ella porque su padre llegó con una sonrisa.

            —Qian, cariño —dijo—. Él ya ha llegado —el hombre la tomó por los hombros y la guio por el gran salón. El corazón de la chica latía rápidamente cada vez que daba un paso y se acercaba a la puerta, hasta que llegaron a esta—. Este es Nichkhun.

            El chico era alto y esbelto, pero su torso se veía fuerte a través de la camisa blanca que vestía. Su pelo era oscuro y corto, sus ojos grandes y castaños. Era guapo, muy guapo y Qian sintió que él era el hombre de su vida. Lentamente se acercó a él y se inclinó levemente para saludarlo. El chico sonrió y le devolvió el saludo, después, se acercó hasta que sus labios rozaron la oreja de la chica y le susurró:

            —No pienso casarme contigo, niña pija.





[1] No sé si hay un hotel Ritz con restaurante en Gangnam, pero me apetecía que lo hubiera.
[2] La canción escrita aquí es una parte de la letra traducida de Blue Sky – CNBLUE.