Parte II
Ya habían pasado dos meses desde que
se convirtieron en Cazadores y habían realizado la caza con éxito de un Dragón
Plateado de gran ferocidad que había atacado a una de las aldeas a las que
habían jurado proteger. Sin embargo, el chico no había vuelto a ver al pequeño
Dragón Arcoíris. Eso lo desilusionaba bastante, pero ZiTao no se daría por
vencido tan fácilmente.
El verano había llegado por fin
cálido tras ese invierno y esa primavera tan fríos y atípicos de aquella
región. Los huesos de la gente del poblado lo agradecían, sobre todo los de los
más ancianos. Las estaciones anteriores se habían cobrado una decena de vidas y
en la aldea no podían permitirse demasiadas muertes, apenas eran un centenar de
hombres y si aquel frío hubiera continuado los Cazadores sufrirían bastante e
incluso podrían llegar a quedar tan pocos que tendrían muchas probabilidades de
extinguirse.
Los enterramientos se habían ido
sucediendo a lo largo de estas dos estaciones y los rituales en los que se oraba
por la llegada del buen tiempo se repitieron una y otra vez. La vida tal y como
la había conocido el grupo de Cazadores de Dragones había mutado completamente
y se habían vuelto más supersticiosos.
Los ánimos estaban cada vez más
caldeados y los hombres cada vez estaban más seguros de que la culpa de todo lo
que sucedía la tenía el Dragón Arcoíris, aunque nadie más que ZiTao lo había
visto —y esperaba que eso siguiera así por una
buena temporada o los demás lo matarían y ese ser no se merecía morir—. Sin embargo, este
no pensaba que aquel Dragón fuera culpable de nada, era demasiado hermoso para
ser tan mortífero, de hecho, cada día que ZiTao tenía libre aprovechaba para
escaparse unas cuantas horas de la aldea y de sus compañeros para ir a aquel
bosque en busca del pequeño Dragón Arcoíris.
El sol dejó caer sus rayos a través
del ventanuco circular que tenía la cabaña en la que vivían los cuatro chicos —a
pesar de haber superado su primera caza con éxito seguían viviendo en la misma
cabaña, no sería hasta que tuvieran algunas buenas cazas más que no les
asignarían otra vivienda más grande en la que no tuvieran que apiñarse—. ZiTao ya llevaba
despierto bastante tiempo, pero sus compañeros fueron despertando perezosamente
a medida que los rayos del sol tocaban sus rostros.
Cuando todos estuvieron levantados
se vistieron y se dirigieron al centro del poblado, donde encontrarían un poco
de pan y queso para desayunar. Pero a mitad de camino, fueron detenidos por
CanLie, que los saludó alegremente. Los cuatro le devolvieron el saludo y este
se acercó a ellos.
—Cuánto tiempo sin veros —comentó—.
¿Cómo os va la vida de Cazadores?
Ellos se miraron unos momentos. No
les iba mal del todo, ahora tenían otras tareas y responsabilidades muy
diferentes de las que ostentaban cuando eran aprendices, pero estaban bien. Aun
así, todavía caía sobre ellos el peso de no haber sido capaz de completar su
primera misión, aunque sabían que el fracaso en la misiones de los Cazadores era
mucho más común que el éxito.
—¿Todavía estáis decepcionados por
aquel incidente? —averiguó y BaiXian asintió lentamente—. Cómo se nota que sois
novatos —dijo con una amplia sonrisa—, si yo tuviera que decepcionarme por cada
caza que no sale como debe, estaría aún más amargado que Kris.
—Pero… —comenzó a protestar Chen.
—Sois Cazadores de Dragones, debéis
aprender a convivir con el fracaso y a no esperar el éxito de cada misión —dijo—.
Ya debéis saberlo, el éxito y la gloria solo está reservado para algunas
ocasiones.
Los chicos asintieron y el Cazador
los despeinó a todos antes de despedirse de ellos. CanLie parecía más maduro
que cuando se lo habían encontrado la última vez, aunque seguía sonriendo igual
de amplio que anteriormente. No era mucho mayor que ellos, unos cinco años a lo
sumo, pero había vivido más como Cazador y los últimos tiempos habían sido algo
duros para su grupo.
El rugido del estómago de Kai les
hizo recordar que habían salido de su cabaña para desayunar y no para quedarse
a mitad de camino pensando en cosas que no les iban a quitar el hambre, así
que, se dirigieron al centro de la aldea. En aquel lugar se encontraban algunos
Cazadores y otros tantos aspirantes. Cogieron su comida y se sentaron en el
lugar de los Cazadores, aun se les hacía raro sentarse en ese espacio, pero
tenían que ir acostumbrándose. Habían dejado de ser niños y ahora eran miembros
de la comunidad más temida de toda la región, solo por debajo de los Dragones.
Después del desayuno fueron a
entrenar un poco para no perder la forma física y estar así en perfectas
condiciones ante una cacería sorpresa. ZiTao y Kai luchaban con las pesadas
espadas, el metal rechinando cada vez que daban una estocada y se encontraban.
Ambos chicos, a pesar de sus corpulentos cuerpos, eran ágiles y se movían
rápido de un lado a otro fintando, atacando y defendiendo, haciendo que el
combate pareciera una especie de baile. Todavía no eran tan expertos ni tan
vigorosos como Kris o el jefe XiuMin, pero no querían seguir siendo tan débiles,
tenían que enfrentarse a Dragones, que eran criaturas mucho más fuertes, y
vencer.
ZiTao hizo una finta y lanzó una
estocada a su líder, que la esquivó ágilmente y colocó su pierna de una forma
que desestabilizó al otro chico y lo hizo caer al suelo de espaldas al suelo.
Antes de que pudiera incorporarse, Kai se acercó a él, con la punta de su
espada rozando su mentón y con una expresión victoriosa en su rostro, su
sonrisa torcida dejando claro que si ZiTao intentaba moverse aunque fuera un
solo milímetro le cortaría la garganta.
—Me rindo —dijo
finalmente el mayor y Kai retiró su espada, tendiéndole luego la mano para
ayudarlo a levantarse.
En cuanto estuvo en pie, ZiTao se
alejó de su líder y fue a ver la práctica de sus otros dos compañeros. Chen
lanzaba flechas a una diana que debía estar a unos cien pies con una precisión
implacable, no por nada era el arquero en su grupo, además del curandero. El
chico del Norte buscó a BaiXian con la mirada y lo halló un poco alejado de
aquel lugar, tirando puñales contra un muñeco que se asemejaba a la figura de
un dragón hecho de paja, dando con gran acierto en los puntos en los que les
haría daño a los reales: los ojos, las uniones entre el cuerpo y las patas y
las alas.
Se acercó a él, esperando a que se
le acabaran todos los puñales para poder comenzar una conversación con él y,
quizás una lucha cuerpo a cuerpo en la que saldría ganando, pero con la cabeza
saturada por los comentarios sarcásticos del chico sobre sus movimientos y
sobre lo fácil que le sería a un adversario un poco más corpulento que él
derribarlo en un par de minutos. Cuando BaiXian lanzó el último puñal se giró
hacia él con una sonrisa.
—¿Has venido a ver mi perfecta
puntería? —le preguntó y ZiTao negó con la cabeza.
—He venido a ver cómo te entrenas —contestó—.
Para ver la perfecta puntería de alguien solo tengo que acercarme a Chen cuando
está con su arco.
En ese momento, ZiTao vio un
destello plateado volando en su dirección y tuvo la suficiente capacidad de
reacción para echarse a un lado y esquivar el puñal, que se clavó en la tierra
varios metros más atrás de su cuerpo. El chico respiró aliviado, aquello podría
haberle dado en algún lugar y haberse clavado en su carne. Después, le dirigió
una mirada de reproche a BaiXian, que se reía escandalosamente.
—¡Podrías haberme
matado! —gritó—. ¿Quién te protegerá si no estoy yo?
—Para eso está Kai —respondió
el otro simplemente—, que, además, es más fuerte y bueno con la espada que tú.
—Pues, a partir de ahora, que te
proteja Kai —dijo ZiTao, herido en su orgullo. BaiXian se acercó a él y lo
abrazó, intentando que lo perdonara por haberle lanzado el puñal, pero el chico
no se ablandó aun cuando el otro comenzó a hacerle monerías.
—Anda… Perdóname~.
—No.
—Por favor…
—No.
—Solo estaba poniendo a prueba tus
reflejos…
—No.
Y así siguieron hasta que ZiTao,
cansado —y porque realmente no estaba tan enfadado con su compañero de grupo—,
le dijo que lo perdonaba y comenzaron con la lucha cuerpo a cuerpo que desde el
principio el otro había ido buscando cuando fue al encuentro de BaiXian. Acabó
ganando, como siempre, pero esta vez BaiXian no lo molestó diciéndole que
cualquiera con más fuerza podría ganarle, sino que le dio un par de consejos
sobre cómo atacar a su oponente y desequilibrarlo para hacerlo caer al suelo.
Aquel movimiento le recordó al que Kai había realizado con él en su anterior
combate y supo inmediatamente que ambos habían estado entrenando y el líder
había recibido el mismo consejo que él.
Tras aquel duro entrenamiento en el
que se les fue toda la mañana, cogieron un poco de agua del río en unos baldes
y los llevaron hasta la parte trasera de su cabaña, donde se lavaron para
quitarse el sudor y el olor que se les había quedado en el cuerpo tras la
práctica. Tras esto, se dirigieron al centro de la aldea, donde la comida
estaría siendo servida.
Ya no tenían más obligaciones por el
resto del día, por lo que podían relajarse durante toda la tarde, o bien,
seguir ejercitándose. Todavía eran muy novatos como para poder enseñarles a los
aspirantes y los días anteriores habían realizado sus tareas para con la
comunidad de Cazadores, así que, esa tarde era solo para ellos y ZiTao,
mientras se comía con voracidad su cuenco de estofado de uro, tenía muy claro
dónde iba a pasar su tiempo libre.
ZiTao se dirigió, tras despedirse de
sus compañeros y asegurarle a BaiXian que no tardaría demasiado ni se iría
demasiado lejos, a la cabaña del anciano SuHo. Hacía tiempo que no visitaba al
hombre porque todo su tiempo libre lo había pasado en el bosque, subido a la
copa de un árbol esperando por el Dragón Arcoíris. Todo el tiempo allí le
parecía un poco desaprovechado y a partir de ese día iría a visitar más seguido
a aquel hombre que tanto le había enseñado cuando era más pequeño y que ahora
podía satisfacer su curiosidad acerca del Dragón con el que se había
obsesionado.
Llamó con sus nudillos a la puerta
de madera y cuando escuchó la voz del anciano diciendo “adelante” la abrió para
ingresar a la cabaña. Todas las viviendas eran iguales: circulares, de una
única habitación y con un hogar en el centro para calentarse. La única
diferencia entre estas era el tamaño, mayores para los Cazadores con grandes
logros y pequeñas para los demás. El anciano SuHo fue un gran Cazador en su
época, por lo que en aquel momento contaba con una cabaña enorme para él solo,
ya que sus compañeros de grupo habían ido pereciendo a lo largo de los años, el
último lo había hecho el invierno pasado a causa de las bajas temperaturas.
El hombre estaba sentado sobre una
silla de mimbre junto a la ventana de su habitación, con un trozo de arcilla en
sus manos. ZiTao sabía que en aquellos pedazos de acilla se podía encontrar la
leyenda de fundación de los Cazadores de Dragones, al igual que la Creación del
mundo por los Dioses y de todos los seres vivos que habitaban en él. También,
un registro de los nombres de todos los jefes de los Cazadores y los miembros
más destacados de la comunidad, la contabilidad de las muertes y de los
tributos o recursos ofrecidos por las demás aldeas para su protección. En aquel
lugar estaba todo el saber sobre medicinas y técnicas de combate, todo escrito
para poder enseñárselo a los aprendices y para que no cayera en el olvido.
SuHo le indicó que fuera hacia él y
se sentara en el suelo a sus pies, como cuando era pequeño y le contaba las
historias de las grandes hazañas de antiguos Cazadores y ZiTao lo hizo
obedientemente. El anciano acarició su cabello, una vez estuvo en el suelo, con
una gran sonrisa en su rostro.
—Te echaba de
menos, ZiTao —le dijo.
—Lo siento mucho, SuHo.
—No pasa nada,
pequeño —el hombre dejó la tablilla de arcilla en el suelo con sumo cuidado—.
Te ascendieron a Cazador y has debido estar muy ocupado, por lo que te lo puedo
perdonar —el chico sonrió un poco culpable por no haber ido antes a verlo—.
¿Qué te trae por aquí?
—Tenía curiosidad por la leyenda que
nos contaste a principios de este invierno —dijo ZiTao sin dar rodeos, a aquel
hombre no le gustaba que se le dieran vueltas a los asuntos por los que se le
iba a preguntar, quería las cosas claras para ahorrar tiempo. El tiempo era muy
valioso para los ancianos de la aldea y no podían perderlo con tonterías.
—Te estaba esperando… Aunque has
tardado más de lo que pensaba.
—¿Cómo?
—Aquel día vi cómo se te iluminaba
el rostro al escuchar la historia, así que supe inmediatamente que era un tema
que te interesaba bastante —aclaró SuHo.
—Parece que me conoce muy bien —comentó.
—Claro que te conozco bien —dijo el
anciano—. Te he visto crecer desde que tenías siete años —ambos sonrieron,
recordando historias pasadas en las que ZiTao, como buen niño, se metía en
problemas y SuHo siempre era el encargado de regañarlo o cuando todos los
aprendices eran sentados alrededor de la hoguera cerca del Santuario del Dios
Guerrero Nuth y escuchaban atentamente las historias de los Cazadores de
Dragones—. ¿Qué es lo que quieres saber del Dragón exactamente? —le preguntó
SuHo.
—No lo sé… —murmuró—. Cuénteme todo
lo que sepa.
SuHo esbozó una sonrisa cálida y
después comenzó a relatar todo lo que había leído en las tablillas de arcilla
referente al Dragón Arcoíris. Cómo su nacimiento era el que traía las
desgracias al mundo de los hombres y cómo este se producía sólo una vez cada
mil años. De qué se alimentaba, cuáles eran sus hábitos, sus etapas de
crecimiento y cómo se lo mataba. El anciano le había contado todo y más de lo
que ZiTao se había imaginado.
El Dragón Arcoíris era algo único,
una gran belleza creada por la naturaleza solo en contadas ocasiones y el chico
se sentía muy afortunado por haber podido verlo con sus propios ojos, pero
quería poder verlo de nuevo, admirar su belleza más de cerca, poder tocar sus
coloridas escamas y sentir su rugido vibrar en su pecho.
—¿Ha aclarado esto
tus dudas, pequeño? —le preguntó SuHo tras acabar.
—Sí, muchas gracias SuHo —contestó.
El anciano le revolvió el pelo y ZiTao se levantó del suelo para darle un
abrazo de agradecimiento—. Lo volveré a visitar pronto —le prometió antes de
salir por la puerta.
A la mañana siguiente, los cuatro
chicos fueron despertados por el ruido que hizo la puerta de madera de su
cabaña al chocar contra la pared. ZiTao se levantó rápidamente, poniéndose en
posición de ataque y pegándole una patada a Kai en el proceso. Su líder se
quejó, aún más dormido que despierto, provocando la risa de la persona que los
había despertado de aquella forma. ZiTao abrió sus ojos al escuchar aquella
risa, encontrándose al hacerlo con LuHan.
—Oh —fue lo único
que el chico pudo decir.
En esos momentos, BaiXian, Chen y
Kai comenzaban a despertar y a ser conscientes de lo que les rodeaba poco a
poco. Cuando estuvieron algo más despiertos y vieron al Cazador en la puerta,
tuvieron la misma reacción que ZiTao. No sabían qué decir porque, a pesar de
que LuHan fuera cercano a ellos, era algo muy extraño que se presentase así en
su cabaña cuando apenas había salido el sol. El primero en salir del trance fue
Chen, que fue también la persona que le preguntó sobre su inesperada visita.
—¿Ha ocurrido algo malo?
—No —contestó el
otro.
—¿A qué se debe tu visita entonces?
—Hay una buena
noticia para vosotros —dijo con una sonrisa—. Vestíos y equiparos para una
caza. Kris os quiere frente al Santuario antes de que el sol termine de salir.
Y tras decir aquello, se fue del
lugar, cerrando la puerta con un portazo que terminó de espabilar a los
residentes —aunque Kai se volvió a echar sobre el suelo para seguir durmiendo y
tuvieron que despertarlo dándole algunos golpes que le dejarían marca—. Se
colocaron sus trajes de caza y cogieron sus armas, equipándose para lo que les
esperaba, pero sin cargar con demasiado peso su cuerpo, ya que no sabían cuánto
iban a andar antes de llegar a su destino. Después de esto cogieron algunas
provisiones y luego fueron a paso ligero hasta el Santuario del Dios Guerrero
Nuth, lugar en el que ya se encontraban los miembros del otro equipo.
—Presentad vuestros
respetos al Dios y preparaos para la caza —ordenó Kris. Los chicos asintieron y
dejaron sus ofrendas y oraciones frente al santuario.
—¿Qué vamos a
cazar? —se atrevió a preguntar el líder.
—¿Recordáis al Dragón
Dorado que entorpeció vuestra primera misión? —preguntó LuHan y los
chicos asintieron. A Kai le cambio el semblante y BaiXian le puso una mano en
el hombro para tranquilizarlo. Habían pasado apenas dos meses y el chico seguía
teniendo la marca en su brazo de la herida que aquel Dragón le había hecho y la
tendría durante toda su vida porque le había dejado una cicatriz.
—Claro que lo
recordamos —acabó diciendo Chen ante el mutismo de sus
compañeros.
—Nos han mandado cazarlo,
a todos nosotros, como una nueva oportunidad —dijo YiXing—. El jefe XiuMin
tiene granes esperanzas puestas en vosotros y cree que esto es algo bueno para
que podáis desarrollaros como Cazadores.
—No hay de qué preocuparse
—dijo
Kai—.
Esta vez no fallaremos —sus ojos reflejaban una ira infinita y una
determinación que ZiTao solo había visto una vez en su líder, cuando ambos
lucharon por aquel puesto en la adquisición de roles antes de la formación
definitiva de su equipo—. Acabaremos con él.
—Si tan claro lo
tenéis —comentó Kris llamando la atención de los grupos—, no esperemos más y
salgamos a cazar a ese Dragón.
Se escuchó una respuesta afirmativa
unánime y las siete personas que componían aquel equipo de caza emprendieron la
marcha, guiados por Kris.
El grupo echó a andar por la orilla del río Sif, buscando el vado para cruzar
al otro lado, internándose así directamente en el bosque. ZiTao se sabía de
memoria aquel camino ya que era el que tomaba cada vez que podía escaparse y
podía ir a buscar al Dragon Arcoíris. El recorrido duraba poco tiempo, por lo
que tras cruzar el río, acabaron prácticamente dentro de aquel bosque.
En aquel momento, Kris le dejó paso
a YiXing y este fue el que guio a la comitiva, porque era el que más conocía
aquel terreno. Los árboles los rodeaban y sus ramas bajas entorpecían un poco
su camino, pero no demasiado. Las hierbas que crecían a los pies de estos se
enredaban en las piernas de los Cazadores y solo ZiTao y YiXing eran capaces de
evitarlas correctamente.
—Dime tu secreto —le pidió BaiXian a
ZiTao cuando descubrió que el chico no se quedaba atrapado como los demás.
—Solo intenta evitar
las hierbas más altas —le aconsejó con una sonrisa. El chico asintió
y comenzó a seguirlo lentamente. Chen y Kai hicieron lo mismo.
Los animales del bosque eran los únicos
que producían sonidos al alejarse de su camino ya que los Cazadores habían sido
entrenados para amortiguar sus pasos, acallar el sonido de su respiración y, en
general, no provocar ningún sonido que pudiera delatarlos a sus presas. Al
igual que habían aprendido a camuflar su olor humano con el del entorno para no
ser olfateados. ZiTao todavía recordaba la vez que se había tenido que rebozar
en los excrementos de los uros para que no notaran su presencia por un cambio
de la dirección del viento y lo mal que lo había pasado cuando tuvo que
quitarse aquel desagradable olor. Estuvo cerca de una semana frotando con poco éxito
ya que parecía haberse incrustado en su piel y solo había dejado de hacerlo
cuando Chen le dijo que si no paraba se iba a quedar sin piel y él no lo iba a
curar después.
ZiTao dejó de pensar en aquellos
desagradables eventos del pasado para enfocarse en el camino que estaban
recorriendo. Aquel lugar le recordaba a la primera —y única—, vez que había visto
al Dragón Arcoíris. Sin embargo, también le recordaba a aquel Dragón Dorado con
el que ahora iban a acabar y que en aquel momento los había atacado, abocando
así, al fracaso su primera misión como Cazadores, igual que recordaba la herida
del brazo de su líder y lo mal que lo había pasado los primeros días porque se
le había infectado un poco. Aquellos recuerdos parecían muy lejanos, pero no habían
pasado ni dos meses de los sucesos.
Tras un largo tiempo de caminata,
YiXing propuso tomar un descanso para comer un poco y recuperar fuerzas, ya que
les quedaba poco para llegar al pie de las Montañas de Fuego y a partir de ahí
el camino se volvía bastante escarpado. Lo más probable es que acabaran
escalando por la pared en algunos tramos, como les había ocurrido en su segunda
misión.
Después de llenar sus estómagos
reemprendieron la marcha y, no mucho después, el grupo llegó al final del
bosque. Había un tramo de unos cien pies al descubierto para llegar hasta la
base de las montañas. Aquel era el único camino de acceso por ese lugar, por lo
que tenían que correr lo más rápido posible al otro lado sin ser detectados y
de uno en uno. ZiTao miró al cielo y se encontró con una vista magnifica pero a
la vez terrorífica. Había cuatro dragones cada uno de un color diferente —escarlata,
zafiro, esmeralda y plateado—, vigilando seguramente que ningún cazador accediera a sus
dominios sin ser detectado.
—Seguidme —dijo YiXing.
El Cazador echó a correr velozmente
hasta el otro lado, cruzando el espacio en unos segundos. Ya resguardado de la
vista de los dragones que surcaban los cielos, llamó con la mano al siguiente.
BaiXian fue quien se aventuró a cruzar y llegó bajo las montañas a salvo
momentos después. Kai y Chen fueron los siguientes.
Ya solo quedaban por cruzar ZiTao,
LuHan y Kris. El pequeño tuvo algunas dudas antes de cruzar, pero finalmente lo
hizo. LuHan lo siguió en cuanto quedó bajo la sombra de las montañas, pero un
rugido cortó el aire y el Cazador se quedó paralizado en el sitio, sin hacer ningún
movimiento que pudiera delatarlo. Otro rugido, esta vez más fuerte y más
cercano encogió los corazones de todos de miedo. Si los dragones lo veían
claramente él solo no era rival para ellos. ZiTao tragó saliva. Si aquello
sucedía tendrían que dejarlo atrás, eso era lo que les habían enseñado a hacer.
Otro rugido y ZiTao pudo ver a la
imponente figura de Kris emerger de los árboles, corriendo en dirección a
LuHan. En unos segundos llegó a su lado y lo cogió de la cintura con un solo
brazo, echando a correr de nuevo cargando con él hasta el lugar en el que se
encontraban los demás llegando sanos y salvos.
Un suspiro de alivio colectivo se escapó
del grupo, opacado por el rugido de un Dragón. Ninguno de los siete se quedó a
comprobar si la bestia los había descubierto o no, simplemente corrieron hasta
estar completamente a salvo, en la entrada del escarpado camino que llevaba a
las oquedades que habitaban los dragones y que estaba oculta de la vista desde
el cielo.
—¿Estás bien? —le
preguntó YiXing a LuHan, visiblemente preocupado por lo ocurrido.
—Sí —murmuró el Cazador.
—Haré que me lo creo —YiXing se
acercó a él—. Si te encuentras mal por esto solo tienes que avisarme —LuHan
asintió—. En marcha —dijo y todos comenzaron la ascensión.
—¿Qué es lo que ha ocurrido ahí? —escuchó
ZiTao que preguntaba Kai a BaiXian.
—Hace años, cuando murió el líder de
su grupo, LuHan asumió que había sido culpa suya —explicó el chico en voz baja—.
A pesar de que ha pasado el tiempo, sigue pensando igual y cada vez que se
encuentra solo ante algún Dragón se paraliza.
—Eso es terrible —comentó Kai.
—Sí, por eso no YiXing y Kris nunca
lo dejan ir solo a las misiones de reconocimiento.
Después de saber el motivo de lo
ocurrido unos instantes atrás, ZiTao dejó de escuchar la conversación ajena y
se dedicó a avanzar en silencio, siguiendo a Kris y a LuHan, que estaba
constantemente pendiente de este último, por si necesitaba ayuda de algún tipo.
Al sol no le quedaba mucho tiempo
para su ocaso cuando finalmente los siete Cazadores llegaron a su destino
después de una ascensión más bien accidentada. Habían resbalado, habían caído y
habían estado a punto varias veces de tener que abortar la misión por culpa de
contratiempos en el camino —se habían desprendido varias rocas y las habían
tenido que escalar uno a uno con un cuidado infinito para no acabar en el
suelo, que estaba ya a bastante distancia—.
Kris les indicó que lo siguieran en el silencio más absoluto y
que pisaran los mismos lugares que él pisaba. La cueva de aquel Dragón Dorado
era muy amplia y la luz del día todavía entraba por la apertura, por lo que
tuvieron muchísimo cuidado para no ser descubiertos. Una respiración pesada
reverberaba en las paredes, opacando cualquier sonido que ellos pudieran hacer.
El Dragón estaba dormido y ellos iban a aprovechar aquella oportunidad para
matarlo rápidamente, sin que este pudiera alertar a los demás Dragones.
ZiTao vio al Dragón. Era imponente,
hermoso, sus escamas doradas brillaban como si fueran el oro más puro y
parecían irradiar luz propia. El chico estaba embelesado, pero negó con la
cabeza para salir de su ensimismamiento. No estaba allí para admirar al Dragón,
estaba allí para matarlo. A la señal de Kris, todos sacaron sus armas y
eligieron un punto vital donde lanzarlas. La segunda señal enviada por el
Cazador fue suficiente para que en un par de segundos, dejara de escucharse
aquella respiración.
El descenso fue peor que el ascenso,
ya que al camino en pésimas condiciones se le unió la poca visibilidad que
ofrecía la primera luna en forma creciente. Aun así, los Cazadores pudieron
bajar de la montaña con solo unos rasguños repartidos por sus cuerpos y algunos
golpes que dejarían marca.
Después de su segunda caza con éxito
el jefe XiuMin les dejó libres algunos días y también hizo que se mudaran a un
lugar un poco más grande que la cabaña en la que dormían los cuatro apiñados.
Era un sitio un poco frío y se agradecía en verano porque a las horas en las
que el sol se encontraba en su cénit apenas hacía calor en el interior, pero
los chicos sabían que si el siguiente invierno era como el anterior les iban a
faltar mantas de piel de oso para echarse por encima.
ZiTao aprovechó aquellos días libres
para ir en busca del Dragón Arcoíris, ahora que ya sabía sus hábitos de vida.
No obstante, los primeros días no tuvo ni el más mínimo éxito. Pasaba casi todo
el día en el bosque, buscándolo y, a veces, se internaba en algunas de las
cuevas de los Dragones por si encontraba alguna pista. Volvía al anochecer al
poblado de los Cazadores y sus compañeros de grupo estaban algo preocupados por
él. Así se lo hizo saber BaiXian una de las noches cuando llegó cansado después
de un día de infructuosa búsqueda.
—Nos tienes muy
preocupados, ZiTao —le dijo, acurrucándose contra él y, llevándose por eso una
mirada oscura del líder.
—No tenéis por qué preocuparos —contestó.
El chico hizo un puchero para que el otro se conmoviera y le contara qué era lo
que hacía, pero ZiTao sabía que no podía confiar ni siquiera en su mejor amigo
para contarle aquello—. No me pongas esas caras, es un asunto privado.
—¿Has encontrado ya con quien
procrear? —preguntó Chen.
La procreación. Aquello era un deber
como Cazador, al igual que matar a los Dragones que atacaban las poblaciones,
ya que debía asegurarse de que nacían niños con las capacidades para ser
Cazadores y los descartados, aunque intentaran cumplir con eso, no eran lo
suficientemente buenos para ello. Por ese motivo, ellos tenían que visitar
algunos poblados y acostarse con mujeres para asegurar la pervivencia de su
casta.
—Estoy cortejándola —acabó
por contestar ZiTao—. Es joven y no quiero que sea algo como lo que hicimos
contigo.
—Oh. Los hombretones del Norte son
un encanto en cuanto a relaciones se refiere —se burló, pero el chico no le
hizo caso. Era mucho mejor sufrir sus burlas por cortejar a una mujer que
declarar que había visto al Dragón Arcoíris y que estaba deseando volver a
verlo de nuevo y no precisamente para matarlo.
ZiTao dirigió su mirada hacia Kai y
éste le devolvió una bastante inquietante que le decía claramente que no se
había creído su historia. El líder era alguien muy perspicaz y tendría que
tener mucho cuidado con él si quería que sus actividades en el bosque siguieran
siendo secretas.
El bosque aún estaba oscuro cuando
ZiTao se internó en él. El sol todavía no había salido y la segunda luna no
iluminaba demasiado su camino, así que el Cazador agradecía saberse este de
memoria, ya que podría recorrerlo incluso con los ojos cerrados. Caminó
apartando las hojas y las ramas de los árboles que le estorbaban hasta que
acabó en un claro. Se quedó en el refugio que le ofrecían estos y buscó con la
mirada el lugar en el que había descubierto el rastro del Dragón Arcoíris.
El día anterior había vagabundeado
por aquel lugar y había encontrado su nido, así que, con la suficiente
paciencia, podría ver al Dragón cuantas veces quisiera sin tener la angustia
que lo había estado persiguiendo los anteriores meses, aunque con otra
preocupación, que su líder lo descubriera y acabara delatándolo por traición y
matándolo a él y al hermoso Dragón Arcoíris.
Se sentó bajo la sombra que le
proporcionaban los árboles a esperar. Estaba decidido a quedarse allí hasta que
el Dragón apareciera, no se iba a dar por vencido a pesar de todas las
complicaciones y los problemas que podía traerle si fuera descubierto en aquel
lugar, pero era más fuerte el deseo de volver a ver al Dragón Arcoíris.
El tiempo pasaba y ZiTao sentía que
iba a tener que volver a casa otra vez con una búsqueda infructuosa. Estaba un
poco desesperado porque el verano ya hacía semanas que había comenzado y le
quedaba poco para terminar. Con la llegada del otoño, el frío no lo iba a dejar
hacer aquellas pequeñas excursiones, así que tendría que verlo al menos una vez
más antes de su llegada.
De repente, los árboles comenzaron a
mecerse por un viento fuerte y repentino y ZiTao supo que por fin sus plegarias
a los Dioses de su patria habían surtido efecto. Unos momentos después,
destellos de todos los colores pintaban las copas de los árboles y el magnífico
cuerpo del Dragón Arcoíris entraba en su campo de visión. Aquel ser era
precioso e impresionante. Los músculos de su pecho eran los que movían sus
grandes alas lentamente para descender, haciendo un gran esfuerzo. Había
crecido muchísimo desde que el Cazador lo había visto hacía unos meses, siendo
así más impresionante y admirable.
El Dragón se posó en el suelo y este
tembló, como si un Dios hubiera sacudido la tierra. ZiTao no pudo contener su
fascinación y se levantó del suelo, acercándose a la línea de árboles que lo
protegía de la mirada del Dragón Arcoíris. Este se giró, como si hubiera
sentido la presencia del chico, en su dirección y lo miró con unos ojos
castaños muy profundos que hicieron que las rodillas del Cazador se doblaran
bajo su peso. Era una mirada muy clara, una que hizo a su corazón acelerarse y
ZiTao estuvo muy seguro de que no eran ni el miedo ni la adrenalina los
causantes de sus desbocados latidos.
El Dragón Arcoíris giró de nuevo su
cabeza, prestándole cero atención al intruso y se dirigió a su nido, donde se
echó y metió su cabeza bajo su ala, dispuesto a dormir. ZiTao se sintió un poco
decepcionado, ya que, a pesar de ser un Cazador bastante imponente entre los
demás —era muy alto y tenía mucho músculo además de
un rostro bastante intimidante—, el Dragón no lo había tomado como a una
amenaza.
Este hecho hizo que ZiTao comenzara a
avanzar a través de aquel claro, moviéndose lentamente, en dirección al Dragón.
Este notó que el Cazador se movía hacia él y abrió un ojo, para observar
fijamente cada uno de sus movimientos, aunque no parecía para nada amenazado.
El chico llegó muy cerca de él, pero se detuvo a unos cincuenta pies, por si el
Dragón decidía finalmente que no era bueno que estuviera tan cerca de él y
tenía que echar a correr hacia el poblado.
Sin embargo, el Dragón Arcoíris no
hacía ningún movimiento y, aunque ZiTao sabía que los de su especie eran muy
listos y traicioneros, dio un par de pasos más hacia él y luego otros dos más
hasta que casi sin darse cuenta había acabado tan cerca del Dragón que si
alargaba la mano podía tocar su escamada piel. La bestia rugió débilmente, pero
no era un rugido de amenaza, era algo que el Cazador no había escuchado nunca,
así que no se alejó de él, sino que alzó su mano y posó la palma sobre una de
las escamas, notando una vibración que reverberó en su cuerpo y lo hizo
sonreír.
Era la primera vez que tocaba a un
Dragón, la primera vez que se acercaba tanto y la primera vez que pensaba que
los Dragones no eran ninguna amenaza para los seres humanos.
ZiTao se atrevió a tocar un poco
más, notando mejor las vibraciones del cuerpo del Dragón Arcoíris y sintiendo
como este comenzaba a relajarse bajo su toque hasta que finalmente comenzó a
entrecerrar el ojo que mantenía abierto, abandonándose a las caricias del
Cazador hasta que una profunda respiración fue lo único que se podía escuchar
en aquel lugar ya que el Dragón se había quedado dormido.
El chico siguió acariciándolo
durante unos momentos más, disfrutando de aquello al máximo. Después, se alejó
un poco, completamente fascinado por lo que acababa de suceder. Jamás se habría
podido imaginar que aquello pudiera pasar y su corazón todavía latía acelerado.
Había jugado con fuego y no se había quemado. Aquello animó su espíritu e hizo
que ZiTao quisiera volver cada día a tocar las escamas del Dragón Arcoíris.
La segunda luna acababa de salir
cuando ZiTao regresó a la aldea de los Cazadores de Dragones. Se le había hecho
bastante tarde porque se había pasado demasiado tiempo decidiendo si quedarse
con el Dragón Arcoíris o no hasta que su lado racional había ganado la batalla.
El chico llegó a su cabaña y entró
sin hacer ruido. No quería despertar a sus compañeros, así que, como pudo, se
quitó su ropa y luego se tumbó en el suelo, abrazándose a Chen para intentar
conciliar el sueño, aunque los recientes acontecimientos lo tenían en un estado
de exaltación que jamás había sentido.
Las primeras palabras que ZiTao
escuchó al día siguiente no fueron los buenos días a los que estaba
acostumbrado que BaiXian se encargaba de decirle todas las mañanas, sino algo
completamente diferente.
—¿Dónde estuviste
ayer durante todo el día? —le preguntó el chico.
ZiTao aún estaba medio dormido y no
podía articular palabra, por lo que no le contestó. Abrió lentamente sus ojos,
encontrando a su compañero de grupo sobre él, mirándolo fijamente, exigiendo
una respuesta a su pregunta. El chico bostezó y luego hizo que BaiXian se
bajara de su cuerpo para poder sentarse y estirarse como se debía antes de
responderle.
—Estuve donde
siempre —contestó.
—¿Y dónde es ese lugar? —inquirió
BaiXian.
—No lo diré —murmuró ZiTao—, sino me
quitaréis a la chica.
—Idiota —protestó el otro dándole un
manotazo en el pecho—. Nos tenías muy preocupados.
—Estoy bien, no me ha pasado nada —aseguró—.
No tenéis por qué preocuparos.
—Somos compañeros —dijo Chen, quien
hasta el momento se había mantenido callado, al igual que Kai, que simplemente
lo miraba fijamente—. Nos preocupamos los unos por los otros.
—Lo siento —murmuró avergonzado—. No
me volveré a ir durante un día completo sin avisar.
Con esas palabras, el tema quedó
zanjado y aquel día se desarrolló con total normalidad, realizando todas las
tareas que debían hacer. No obstante, ZiTao sintió durante toda la jornada la
penetrante y oscura mirada de su líder fija sobre él.
ZiTao no pudo acercarse al bosque
durante los siguientes días ya que tenía miedo de que lo descubrieran. Kai
estaba muy encima suya y prácticamente no se despegaba de su lado, aquello no
le hubiera parecido extraño si hubiera sido BaiXian porque ya estaba
acostumbrado, pero su líder no era particularmente cariñoso, ni con él ni con
nadie, por lo que cuando le pedía que entrenaran juntos, que comieran juntos o
que durmieran juntos, ZiTao se quedaba en silencio unos momentos antes de
asentir con su cabeza lentamente.
A pesar de esto, quería ir a ver al
Dragón Arcoíris, poder acariciarlo de nuevo y que esta vez no se quedara
dormido para poder ser observado por sus penetrantes ojos castaños.
Los días pasaron y tuvieron que ir a
cazar algunos uros para el consumo de carne del poblado con algunos de los
aprendices a los que ya se les había enseñado cómo cazar. Apenas tuvieron
problemas para aislar a uno de los miembros de la manada que pastaba al oeste
del poblado después de cruzar el río Sif y abatirlo. Los problemas llegaron
después al tener que llevar la carne hasta la aldea de los Cazadores, ya que
aunque eran ocho personas, era una gran cantidad de carne.
Al acabar el día, los chicos cenaron
con gran avidez la carne que habían llevado y después volvieron a su cabaña,
dispuestos a dormir hasta que el sol se volviera a alzar, al menos, tres de
ellos tenían esa intención. ZiTao aprovechó que sus compañeros dormían
profundamente para levantarse y caminar hasta el bosque, hacia el lugar en el
que se encontraba el nido del Dragón Arcoíris.
A pesar de que era de noche y estaba
bastante oscuro, el chico pudo encontrar el camino sin ninguna dificultad y en
poco tiempo llegó hasta aquel pequeño claro. Nada más llegar, pudo divisar el colorido
resplandor que emitía el Dragón, haciendo que el ambiente fuera mágico. ZiTao
se acercó hasta él con lentitud, intentando no hacer ruido alguno que pudiera
sobresaltarlo y que lo despertara. El Cazador tenía miedo de que si el Dragón
se despertaba sobresaltado pudiera matarlo.
ZiTao llevó una mano al lomo del
Dragón y lo acarició levemente, notando la vibración de su cuerpo de nuevo. Era
tranquilizadora, al igual que su respiración pausada y profunda, así que,
lentamente, el sueño comenzó a hacer que sus ojos le pesaran y empezaran a
cerrarse, hasta que, poco a poco este le venció y acabó quedándose dormido
junto al cuerpo del Dragón que desprendía un agradable calor.
El despertar de ZiTao no fue
demasiado agradable. El calor en el que había estado envuelto durante toda la
noche desapareció de repente, al igual que el cuerpo que lo emitía. El Cazador
abrió sus ojos a tiempo para ver cómo el Dragón Arcoíris emprendía el vuelo y
se alejaba de su nido rápidamente, como si sintiera que estaba en grave peligro.
Aún con el sueño en el cuerpo, ZiTao
se levantó y se alejó del nido, borrando las huellas que habían quedado de su
paso la noche anterior y adentrándose en el bosque, quedándose luego en el
lugar en el que había estado esperando al Dragón el primer día que se había
acercado a él, escondiéndose del peligro que había sentido este. Unos momentos
después, sus tres compañeros de grupo aparecieron en su campo de visión.
—Las huellas llegan hasta aquí —anunció
Chen—. No hay más, desaparecen de golpe.
—Hemos perdido el rastro —murmuró
BaiXian —, otra vez.
—Hay que volver a encontrarlo —dijo
Kai—, no podemos permitirnos perderlo.
ZiTao no podía creer lo que veía y
escuchaba. Sus compañeros lo habían seguido por las huellas que había dejado en
el suelo. Los observó durante unos momentos, mientras pensaba en la excusa que
podía inventarse para que no descubrieran su pequeño secreto. En cuanto la
mentira le pareció convincente en su mente, salió de su escondite.
—Chicos —llamó y ellos se giraron
rápidamente hacia él. En cuanto BaiXian lo vio, salió corriendo hacia él y
comenzó a pegarle.
—Idiota, inútil, mentiroso —comenzó
a insultarlo, diciendo cada vez palabras más fuertes—. Te odio —después de
decir aquellas palabras, lo miró mal y se alejó, caminando hacia Kai, a quien
se abrazó.
—ZiTao… Nos debes una explicación —dijo
el líder y el chico asintió.
—Un día vine a explorar el bosque y
me encontré este lugar por casualidad —comenzó—. Me gustó la tranquilidad del
sitio, así que venía a pensar y a alejarme un poco del bullicio que hay en el
poblado —ZiTao caminó hacia el lado opuesto del nido, para que los demás no lo
descubrieran, si es que no lo habían hecho ya.
—¿Nosotros te molestábamos? —preguntó
Chen. El chico negó con la cabeza.
—Me gusta estar solo de vez en
cuando —contestó—, cuando éramos aprendices también me escapaba alguna vez que
otra.
—Pero no tan frecuentemente —apuntó
el curandero.
—¿Por qué nos mentiste? —preguntó
BaiXian.
—Porque no quería reconocer que me
iba al bosque a descansar y a relajarme, quería parecer alguien responsable.
—Bueno… —comenzó Kai—, a veces viene
bien desconectar… Pero tendrías que habernos dicho la verdad.
—Lo siento —murmuró ZiTao.
—No importa —dijo el líder—, pero
volvamos a casa.
Los chicos echaron a andar y se
adentraron en el bosque, en dirección al poblado. No llevaban más que unos
minutos caminando cuando un fuerte rugido se escuchó sobre sus cabezas y todos
se pusieron en guardia. No estaban equipados para la batalla con un Dragón y de
hecho, la única arma que llevaban era el arco y las flechas de Chen, que las
había cogido para cazar algún conejo o animalillo pequeño.
Todos se agacharon y agazaparon
contra el suelo, arrastrándose luego hasta quedar bajo la protección que les
brindaban los grandes troncos y ramas bajas de los árboles. El Dragón había
atacado de repente y ninguno sabía cómo iban a poder enfrentarlo. Esperaron
unos momentos, conteniendo la respiración hasta que les volviera a atacar. Las
copas de los árboles en aquella parte del bosque se juntaban las unas con las
otras y era prácticamente imposible que el Dragón las atravesara y tampoco los
iba a atacar con fuego en aquel lugar.
Un destello de varios colores a
través de las ramas hizo que el corazón de ZiTao diera un vuelco: era el Dragón
Arcoíris. Momentos después, sus compañeros abrían sus ojos como platos al verlo,
sin poder creer lo que sus ojos estaban viendo.
—Imposible —escuchó
decir BaiXian a su lado.
—¡Chen! —gritó Kai, haciendo que
este se sobresaltara—. Tenemos que matarlo.
El chico asintió y se descolgó el
arco para luego armarlo rápidamente con manos temblorosas y colocar una flecha
en él. Después, intentó a apuntar a su objetivo tal y como lo hacía todas las
mañanas en los entrenamientos, pero no paraba de moverse, así que, la flecha
que lanzó no alcanzó su objetivo, de hecho, ni siquiera se acercó a este.
—Dame el arco —le pidió Kai al ver
que el otro estaba demasiado nervioso como para poder acertar. El Dragón
Arcoíris era algo de leyenda y ninguno de ellos estaba preparado para
enfrentarse a la verdad.
Chen le tendió el arco y el carcaj
con las flechas, el líder colocó una de estas en él y apuntó. La flecha salió
volando con gran puntería y se clavó bajo una de las alas del Dragón, haciendo
que este se tambaleara en el aire por no poder utilizarla correctamente. Kai
volvió a disparar y le alcanzó en una de las patas traseras.
Con cada flecha que lanzaba acertaba
en un lugar clave y hacía que ZiTao sintiera un dolor en su pecho. Kai tenía
muy buena puntería y a pesar de que el Dragón se alejaba e intentaba moverse
con rapidez no podía hacerle frente a esta. Finalmente, el Dragón Arcoíris cayó
contra las copas de los árboles y luego contra el suelo haciendo que este
temblara y que los Cazadores tuvieran que aferrarse a los troncos de los
árboles.
—Kai —murmuró BaiXian—. Has matado
al Dragón Arcoíris.
—No creo que esté
muerto —comentó el líder—, solo está herido y no puede alzar el vuelo. Tenemos
que ir a la aldea a por armas y a avisar a los demás Cazadores. Esto es algo
que nos viene grande.
—Pero alguien debe buscar el cuerpo
—dijo Chen—, quedarse junto a él hasta que lleguen los demás para frustrar
cualquier intento de huida.
—Yo me quedaré y lo
haré —propuso ZiTao rápidamente—, conozco mejor que vosotros el bosque, después
solo tenéis que seguir mis huellas para encontrarme.
—Perfecto, vámonos
—apremió el líder.
Sus tres compañeros se pusieron en
marcha, aunque BaiXian lo miró pidiéndole que estuviera a salvo hasta que ellos
volvieran. ZiTao asintió y esperó hasta que se perdieran de vista para comenzar
a moverse. Tuvo que apoyarse en el tronco del árbol para poder levantarse, pero
en cuanto comprobó que sus piernas podían aguantar su peso, salió corriendo
hacia el lugar en el que debía haber caído el Dragón. No podía creer que
aquello hubiera sucedido. Su líder había herido a un Dragón pacífico y hermoso;
a su Dragón Arcoíris.
Rápidamente, esquivando las ramas
bajas con sus manos e intentando no tropezar con las raíces y piedras del
suelo, llegó al lugar donde encontró el cuerpo del Dragón. Este respiraba de
forma agitada y tenía una expresión de dolor, lo estaba pasando bastante mal.
ZiTao comenzó a acercarse a él con lágrimas en los ojos, no sabía por qué tenía
ganas de llorar exactamente, pero no podía retener aquel líquido salado que
quería escaparse de sus ojos. Sin embargo, antes de poder llegar hasta el
cuerpo del Dragón, una luz brillante procedente de este, lo deslumbró por unos
momentos y tuvo que cubrir sus ojos con sus manos para que la luz no le hiciera
tanto daño.
Cuando el Cazador pudo abrir los
ojos de nuevo ya no encontró ningún Dragón frente a él, en su lugar, se
encontraba un chico más o menos de su edad, con el cabello de un montón de
colores, delgado, completamente desnudo y con las flechas de Chen clavadas en
los mismos lugares que el Dragón Arcoíris.
—No es posible
—susurró.
Aclaración sobre las
edades porque si no creo que os vais a liar un poco:
—SuHo ronda los
cincuenta años, pero en una comunidad en la que la mayoría de sus miembros no
pasan de los treinta y pocos, eso es ser ya un anciano, además de que la
esperanza de vida es bastante baja porque la media ronda los cuarenta años.
—XiuMin,
Kris, LuHan y YiXing están entre los veinte y pico y los treinta años, lo que
sería una persona ya madura.
—CanLie
y QuingZhu rondan los veintidós.
—Chen,
BaiXian, Kai y ZiTao tienen dieciséis y diecisiete.
—SeHun,
en edad Dragón tiene un año y su equivalente en edad humana es dieciséis.
Jajajaja un año dragón es 16 de humanos. Interesante xD.
ResponderEliminarZiTao es un mentiroso y kai debería darse cuenta de que todo es mentira xD aunque que lo pillen justo por las huellas... mal cazador. Jaja
Crecen rápido al principio y luego se estancan XD
EliminarSaben que es todo una mentira, pero no quieren creer del todo que ha traicionado su confianza... ZiTao estaba tan cegado por el Dragón que no se dio cuenta de que dejaba pistas tan claras XD
O____________O Y yo preguntándome a mí misma que dónde estaba el yaoi en un humano y un dragón xD Creo que ya encontré la respuesta (?)
ResponderEliminarA veces esto parece más TaoBaek que TaoHun ¬¬ Pero bueno, no es como si me desagradara xD Y LOL me dio risa lo que se inventó de que estaba cortejando a una chica, no sé por qué xD
Yo preguntando en la primera parte que quién sería el dragón, y luego hice recuento y resultó que sólo podía ser SeHun xD Tendría que pensar más antes de hablar/escribir. Me pregunto qué le pasará, ¡quiero saberlo!
¿Por qué Kai odia tanto a los dragones? Vale, a lo mejor no es odio, pero esa es la impresión que da :/ Ya sé que los dragones arrasan aldeas y asesinan a la gente, pero es una lástima que los cacen con tanta intensidad, con lo chulos que son u.u
Bueh, espero que la tercera parte no tarde tanto como la segunda (?)
Bye bye ^^
Bueno... Lo encontraste ^^
EliminarSí, soy consciente de mis actos XD Creo que las ganas de un poco de TaoBaek no me las quitaba y tenía que hacer mención aquí XD
Bueno, es que era un poco largo y al final ya no sabes ni quién ha salido, así que es comprensible XD Ya mismo lo sabrás ^^
Bueno, Kai es un Cazador en toda regla y, además, tuvo que salvar a Baek en la primera parte de un Dragón llevándose un tajo por ello, así que no les tiene mucho aprecio. Bueno, ellos solo cazan a los que hacen eso, a los demás los dejan tranquilos (menos al Dragón Arcoíris, que es el que les trajo aquel frío invierno)
Te aseguro que no tardará ni un mes ^^ Estoy arreglándole algunas cosillas, pero ya está terminado, al igual que un side KaiBaek ^^
Bye <3
NOOOOO, Tienes que seguir escribiendolo, me dejaste en la mejor parte!, ahora debo esperar, no te tardes, esta buenisimo, sigue así, saludos :)
ResponderEliminarYa está acabado, don't worry, estará subido en algunos días ^^
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