Título:
Yerushalayim
Pareja:
SuTao (SuHo x Tao) (EXO)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
caballeros!AU, drama
Número de palabras:
893 palabras
Resumen:
SuHo es un caballero medieval con la gran convicción de que debe rescatar
Tierra Santa de las manos de los turcomanos.
Avisos:
violencia leve.
Aclaraciones:
nos movemos en un contexto histórico de la Cruzada de los Príncipes (conocida
como la Primera Cruzada) en la que diversos grupos de la nobleza sitiaron
Jerusalén y la conquistaron, matando a todos los musulmanes y judíos de la
ciudad, sin respetar ni a mujeres ni a niños.
Notas:
historia escrita para la Cuarta Gala de Doce Dioses, en la que se debía hacer
un drabble a partir de la palabra asignada. Yo escogí caballero.
Notas de traducción:
Yerushalayim es el nombre hebreo de la ciudad de Jerusalén que significa algo
así como “Ciudad de Paz”.
Comentario de autora:
las Cruzadas siempre han sido un tema que me ha llamado mucho la atención de la
Historia Medieval, así que espero que se note y que os guste esta pequeña
historia.
Yerushalayim
El calor era insoportable bajo aquel
sol abrasador de mediados de julio que quemaba su blanca piel en los pocos
sitios en los que estaba expuesta. Ya llevaban sitiando aquella ciudad un
tiempo y no tardaría en caer, pero a pesar de eso, su blanca piel no se había
acostumbrado al sol de aquella Tierra Santa para los cristianos que debían
recuperar de las manos de los turcos que se habían hecho con ella. SuHo se
retiró algunas gotas de sudor de la frente con el dorso de su mano, usando la
tela que asomaba del puño de la camisa que vestía debajo de su armadura de
metal para aquel menester. Las
protecciones que llevaba sobre su cuerpo hacían que este se recalentara
aún más, pero sabía por experiencia que eran necesarias, los turcos tenían muy
buena mano con el arco.
Una señal auditiva procedente de los
hombres que avanzaban en la vanguardia del asedio de aquel día le indicó a SuHo
que las puertas de la muralla de la ciudad habían sido abiertas y que era hora
de atacar con todo lo que tenían. El príncipe al que le había prestado
juramento había sido muy claro con ellos en cuanto a lo que debían hacer una
vez la ciudad cayera. Todos los habitantes debían morir, ya fueran musulmanes o
judíos, hombres o mujeres, ancianos o niños.
SuHo corrió todo lo rápido que le
permitió su armadura, ya que su caballo había sido alcanzado algunos días antes
por una flecha certera y todavía no había podido ser repuesto, en dirección a
la ciudad, atravesando las puertas a la vez que sacaba su espada. Con ella
había ganado decenas de contiendas, e incluso con ella había ganado aquella
justa que lo había hecho merecedor de poseer a una de las hijas de un duque
poderoso, a pesar de que aquella chica todavía no despertara ningún deseo
sexual. En parte, SuHo había acabado embarcado en aquella cruzada contra los
infieles no tanto por su fe, aunque esta también había jugado una gran baza en
su decisión, sino con la esperanza de que si regresaba con vida, a su mujer le
hubieran salido al menos algunas curvas deseables.
El caballero blandió su espada,
luchando en la caótica batalla que se sucedía entre los muros de la ciudad,
atacando a todos aquellos infieles que habían mantenido bajo su domino y
matando a aquellos que se interponían en su camino. Al principio, matar había
sido algo difícil, pero tras años luchando, a SuHo ya no le afectaba en lo más
mínimo derramar la sangre de sus enemigos… o eso pensaba.
Había caído la noche en la ciudad de
Jerusalén cuando SuHo se topó repentinamente durante su turno de guardia con un
infiel, agazapado en el estrecho hueco entre dos casas. Parecía un adolescente,
no mucho mayor de lo que lo era su hermano menor SeHun y parecía muy asustado.
No llevaba ningún arma visible, pero eso no hizo que SuHo se acercara con menos
cautela. Hasta el más indefenso de los infieles podía ser mortal. Aquel chico
era claramente un turcomano, tenía todos los rasgos propios de su raza y SuHo
no tenía ninguna duda en que debía matarlo.
El caballero se colocó muy cerca y
alzó su espada, dispuesto a dejarla caer sobre su cuerpo delgado, pero el chico
alzó su cabeza y lo miró con aquellos ojos negros como la noche que mostraban
lo asustado que estaba. En ese momento, SuHo sintió que su corazón se contraía
dentro de su pecho y supo inmediatamente que no podría hacerlo, así que se
agachó junto al chico y le retiró el pelo negro de la frente para poder verlo
mejor antes de decir:
—No tengas miedo… yo cuidaré de ti.
Notas finales:
últimamente he querido hacer fics con un poco de fondo histórico, pero los
oppas son coreanos/chinos y yo tengo más conocimiento de la historia
europea/mediterránea que otra cosa, así que no me atrevía. Luego llegué a la
conclusión de que, bueno, es un fic, aberraciones peores he visto que meter a
gente asiática en un contexto en el que las comunicaciones con ellos no eran
para nada fluidas y era menos común encontrarlos por Europa que a una aguja en
un pajar.
JAJAJAJAJA haz aberraciones, la historia mola. Ellos molan. Si lo juntas puede que salga bien xd
ResponderEliminarLa razón de irse a la batalla de Suho me ha matado completamente jajaja
Jajajajajajajajaja XD Es que no me siento bien conmigo misma cuando empiezo a escribir cosas de estas... me quedo muy tocada porque no los veo XD
EliminarSu razón es la de todos los de la época: hay que rescatar Tierra Santa de las manos de los musulmanes porque no se merecen la ciudad XD