martes, 18 de octubre de 2016

[One Shot] BTS Ask Drabbles: Our Destiny {VJin}



Título: Our Destiny
Autora: Riz Aino
Pareja: VJin (V + Jin) (BTS)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, histórico, fantasía
Número de palabras: 2.600 palabras
Resumen: debido a una maldición enunciada en el albor de los tiempos JinSeok y TaeHyung nunca podrán estar juntos…
Notas: drabble escrito para Nadia (aunque en realidad me quedó largo y no es un drabble al uso)
Comentario de autora: me quebré bastante la cabeza para sacar esto adelante, pero después de todo, me encantó el resultado. Espero que os guste.


Our Destiny


Hace 10.000 años aprox.

Un grupo humano compuesto por no más de medio centenar de personas de todas las edades se encontraba alrededor de una gran hoguera ritual. En breves, la estación de lluvias y frío comenzaría y la tribu le pedía a su dios protector, el Fuego, que los resguardara de las inclemencias y que ninguno de los miembros cayera enfermo en su viaje hacia el campamento sureño. No podían permitirse que alguien de la familia pereciera, ya que, el invierno anterior, habían sufrido la pérdida de muchas de las mujeres en edad fértil por complicaciones en el parto y de algunos de los miembros de más edad.


También habían tenido otra gran pérdida, la mitad de su grupo había cedido a sus deseos más oscuros y los habían abandonado, no habían querido seguir junto a ellos pese a que todos eran una gran familia. Carne de su carne, sangre de su sangre, todos ellos habían perdido a alguien en aquella estación por unas causas u otras.

El Fuego siempre los había ayudado, pero a veces era cruel con ellos y devastaba toda su confianza en él. Sin embargo, todavía tenían fe en él.

Los adultos danzaban en torno a la hoguera; los niños observaban la escena desde un círculo exterior, un lugar en el que no podían sufrir daños por el fuego; el chamán estaba de pie, muy cerca de las llamas, bajo la luz de la luna llena, y repetía una y otra vez su incesante canto, su conjuro para invocar a su dios. El Fuego debía protegerlos de todos los peligros, el Fuego no debía dejar que nada malo le ocurriera a su gente ni a sus descendientes.


En otro punto de aquel territorio, otra hoguera ritual se alzaba hacia el cielo nocturno plagado de plateadas estrellas y de una brillante luna llena. Otra danza era acometida por los adultos del grupo humano que allí se encontraba, pero esta era diferente, mucho más salvaje, mucho más desenfrenada y desordenada. Los niños también se encontraban en un círculo exterior, pero no quietos observando las llamas, sino siguiendo con la mirada el baile de los mayores. Su chamán igualmente se encontraba ante la gran hoguera, casi siendo quemado por las llamas debido a la cercanía. Cantaba, decía su conjuro, uno diferente, uno oscuro.

Todo era diferente en aquel lugar. Las personas que allí se encontraban no reverenciaban al Fuego como purificador, como protector; ellos lo reverenciaban como Fuego destructor. Deseaban la destrucción de todo lo que les rodeaba, de todo lo que les había hecho sufrir; ansiaban la destrucción de las personas que hasta hacía solo unos meses habían sido su familia, sus hermanos, sus amigos. El daño había sido demasiado, el agravio demasiado feroz y ellos solo querían venganza.

En el conjuro que el chamán recitaba en un idioma antiguo, desconocido para la mayoría de los presentes, le pedía al Fuego que destruyera a aquellos que los habían dañado, que lo hiciera lentamente, pero que fuera definitivo. No les importaba ser destruidos ellos mismos si con ello podían acabar con sus ahora enemigos, no les importaba nada más que la consecución de su venganza.

"Cuando la familia volviera a reunirse, cuando una persona de la luz y otra de la oscuridad se amasen, el mundo comenzaría a marchitarse hasta finalmente destruirse".


En la actualidad...

Un chico caminaba por las calles de Seúl nada atento a lo que le rodeaba. Iba demasiado concentrado en su teléfono móvil, tanto, que se movía al ritmo de las personas que iban a su lado, se dejaba llevar por ellas, sin fijarse hacia dónde se dirigía exactamente. De una manera u otra acabaría llegando a su destino, así que, no le importaba realmente. El chico movía sus dedos sobre la pantalla, apretando diferentes botones según lo que el juego le pedía. Estaba a punto de conseguir su máxima puntuación y no podía dejarlo pasar.

En algún momento, el chico había dejado de caminar con la gente, en algún momento, el mar de personas que lo rodeaban dejaron de hacerlo. En algún momento, TaeHyung se vio solo en mitad de la calle, con el sonido del claxon de los coches resonando en sus oídos, cada vez más cerca de él. Cuando el chico acertó a reaccionar, sabía que era demasiado tarde, que ya no tenía ninguna escapatoria y se dispuso a aceptar su muerte, porque la muerte no era más que una etapa de la vida.

Sin embargo, antes de que todo finalizara, TaeHyung se vio arrastrado por unas manos grandes y fuertes hacia atrás, hacia la seguridad de la acera. El chico fue rodeado por aquellos brazos durante unos pocos momentos y luego fue soltado por ellos, cuando los coches ya habían pasado frente a él y había salido totalmente ileso. TaeHyung sintió cómo su corazón golpeaba contra su caja torácica fuertemente, cómo su ritmo era irregular, también sintió el frío sudor del miedo recorrerle la espina dorsal hacia abajo. Sin poder evitarlo, se giró, buscando quién podía ser la persona que lo había salvado, encontrando a un joven un poco más alto que él, de facciones delicadas y de mirada pura y clara. TaeHyung se quedó sin aire en los pulmones durante unos segundos al verlo y tuvo que boquear en busca del tan ansiado oxígeno.

—Eres un inconsciente —le dijo—. ¿Cómo puedes ponerte a cruzar esta calle con el semáforo en rojo? ¿Cómo puedes valorar tan poco tu vida?

El otro le estaba gritando, casi regañando, pero aun así, era un completo desconocido. Y sin embargo, TaeHyung sentía en lo más profundo de su ser que aquel muchacho no era un desconocido, era alguien importante, alguien preciado. Unas imágenes de una época diferente, de un lugar diferente, aparecieron en su mente y se llevó las manos a la cabeza, confuso y dolido. ¿Qué estaba sucediendo?

—¿Estás bien? —escuchó la voz del muchacho más cerca de lo que recordaba, más suave de lo que lo había hecho antes, con un leve toque de preocupación—. Yo... no quería gritarte, estaba...

TaeHyung alzó la mano y lo hizo detener sus atropelladas palabras sellando sus labios con sus dedos. Su voz lo hacía recordar algo que estaba enterrado en lo profundo de su mente, su rostro le evocaba diferentes sentimientos, algunos de ellos encontrados. El chico se sentía raro, mareado. Sentía como si aquel encuentro hubiera sido predestinado, como si ellos dos ya se hubieran encontrado anteriormente y como si todo hubiera estado predispuesto para que se volvieran a encontrar. Pero claro, eso era algo que no podía decir en voz alta, era algo por lo que lo tacharían de loco, algo por lo que lo harían someterse a exámenes y exámenes psicológicos.

—Estoy bien —pudo decir, retirando con un poco de reticencia los dedos de los suaves labios del otro. Su voz sonó mucho más grave de lo que estaba acostumbrado a escucharla y fue extraño, así que se aclaró la garganta—. Solo me siento un poco mareado.

La ciudad había vuelto a bullir a su alrededor. Las personas que habían estado allí unos momentos antes ya no lo estaban, ahora solo había un ir y venir de gente, y ellos dos en el mismo lugar, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos dos, como si nada más pudiera interferir en aquel encuentro que se había producido entre ambos. Encuentro no, reencuentro. TaeHyung sentía aquello en lo más profundo de su ser.

—¿Quieres que te lleve al hospital más cercano? —le preguntó el otro—. Debes de sentirte bastante mal en estos momentos y, sobre todo, impresionado. Igual se te han descolocado los niveles de todo en tu cuerpo.
—Estoy bien, estoy bien —aseguró, aunque no creía que bien fuera la palabra que describiera como se sentía en esos momentos. Confuso y curioso describían mucho mejor su estado—. Solo necesito una taza caliente de algo y saber el nombre de la persona que me ha salvado la vida.

Una leve sonrisa apareció en los labios del chico. Parecía contento, aliviado de que estuviera bien. Aquella expresión en su rostro hizo que el corazón de TaeHyung se saltara un latido, que las puntas de sus dedos comenzaran a hormiguear y que todo se ralentizara más todavía a su alrededor.

—Mi nombre es SeokJin —lo escuchó decir—, y como agradecimiento me podrías invitar a un té calentito, conozco el sitio perfecto.

TaeHyung sonrió y asintió a aquellas palabras... pero su mente, al escuchar el nombre del muchacho, había comenzado a volar muy lejos, a una época pasada, a un tiempo en el que su encuentro no había sido destinado por el casi accidente de tráfico que los había unido en aquella ocasión.


En torno al siglo XIV de nuestra era...

En la oscuridad de la noche y en la profundidad del bosque, Kim SeokJin esperaba sentado sobre el musgoso suelo y apoyando su espalda contra el tronco de uno de los miles de árboles del lugar a que él apareciera. No había encendido ningún fuego, tal y como acostumbraba a hacer, porque tenía miedo de que la luz atrajera a personas no deseadas a su encuentro, un encuentro que no debía estar dándose. No es que estuviera prohibido, pero su familia le había recomendado no acercarse demasiado a aquel joven recién llegado a su pequeña aldea, aquel joven de cabellos largos, de mirada traviesa y de palabras embaucadoras. Su abuela, que era la persona con más poder mágico de la familia, se lo había comentado, que aquel chico no era un ser de luz, sino de oscuridad, y que le haría daño… pero SeokJin no opinaba de la misma forma.

Cuando se había encontrado la primera vez con TaeHyung, había sentido cómo si su cuerpo hubiera dejado de funcionar correctamente. Su corazón latía con fuerza, sus manos sudaban y su mente fue todo un caos de pensamientos fugaces yendo y viniendo. Fue el otro quien se acercó a él la primera vez y siguió siendo él quien se fue acercando una y otra vez hasta que SeokJin se dio cuenta de que era demasiado tarde y que lo que ambos habían construido en pequeños paseos por las afueras sobrepasaba a la amistad.

Eran totalmente diferentes, TaeHyung tenía el toque de pillería que a SeokJin le faltaba y SeokJin el poco de responsabilidad del que TaeHyung carecía. SeokJin era todo luz, mientras que TaeHyung era todo oscuridad y se complementaban, si se juntaban eran como una sola persona perfecta… pero la perfección no existía y escaseaba allá donde iban ellos.

Al principio fue algo casi imperceptible, pero a raíz de su primer beso, el Reino comenzó a desestabilizarse. Ninguno se dio cuenta de este hecho, ninguno encontró la relación entre su relación y los problemas políticos del monarca, las revueltas, las muertes… solo comenzaron a ser conscientes de todo lo que sucedía cuando las desgracias azotaban a personas con las que habían estado poco antes. Todo era, cuanto menos, extraño y los dos se pusieron a investigar qué podía estar sucediendo.

SeokJin sabía que tenía antecedentes mágicos en su familia, su abuela era la prueba viviente de ello, y él mismo tenía una serie de pequeños dones. Quizás hubiera algún hechizo, alguna maldición sobre su persona que le impidiera enamorarse… pero no halló absolutamente nada. Sin embargo, TaeHyung sí parecía haber encontrado algo en el viaje que realizó hasta su ciudad natal y por eso le había enviado aquella nota pidiéndole que se encontraran en el bosque para poder hablar sobre el tema.

El chico miró hacia el cielo, buscando la luz de la luna entre las hojas de los árboles. No había nubes, pero aun así, no pudo encontrar el cuerpo celeste, que se debía encontrar todavía demasiado bajo como para ser perceptible. Tenía un mal presentimiento sobre lo que iba a suceder aquella noche, incluso había soñado con un mal augurio y, sin embargo, allí se encontraba, esperando a la persona que amaba para intentar detener lo que estaba sucediendo. SeokJin escuchó pasos apresurados que se acercaban más y más hasta él y se tensó, esperando cualquier cosa. No obstante, soltó todo el aire que había cogido y relajó sus músculos al ver que la persona que corría en su dirección no era más que TaeHyung.

—Me alegra verte —le dijo cuando terminó de llegar hasta él, levantándose mientras dejaba que recobrara el aliento—, aunque no tenías que haber corrido para llegar, pensaba esperar toda la noche.
—Esto es importante —replicó TaeHyung, mirándolo a los ojos. Los suyos no eran juguetones como siempre, estaban velados por una sombra de inquietud, incertidumbre, pesar—. No podemos seguir juntos o el mundo acabará por destruirse.
—¿Qué? —SeokJin no entendía lo que quería decirle.
—Hay una maldición —le aclaró—. Una maldición realizada hace miles de años por un antepasado mío y en ella decía que cuando dos personas, una de la luz y otra de la oscuridad, se amaran, el mundo se acabaría. Al parecer, tu familia y la mía eran una sola y ambas le rendían culto al fuego… pero por algo se separaron y mi facción le rindió culto al Fuego destructor y la tuya al Fuego protector, entonces, se creó aquella maldición, para que no pudieran volver a unirse sin consecuencias —relató.

Durante toda la explicación SeokJin estuvo escuchando atentamente y después de que finalizara seguía sin comprenderlo. ¿Por qué ellos no podían amarse? ¿Por qué tenía que ser su amor el causante de la destrucción de todo lo que conocían? ¿Por qué tenían que sacrificar su amor por una maldición basada en rencores de unos antepasados de los que casi ya no quedaban vestigios? Pero debían hacer lo correcto.

—No podemos estar juntos… —dijo, entendiéndolo todo al fin.
—Por eso, esta será la última vez que nos veamos —murmuró TaeHyung. Se había acercado a él y ahora sus rostros se encontraban a escasos centímetros—, pero te prometo que haré todo lo posible para que, si en algún momento futuro nos volvamos a encontrar, podamos estar juntos —y salvó la poca distancia que quedaba entre ellos para besarlo, volcando en aquel contacto todos sus sentimientos, por última vez.
—Es una promesa… —susurró SeokJin—. Recuérdalo.
—Siempre.


En la actualidad…

Dos tazas de té humeantes se encontraban sobre la mesa que dos chicos compartían y en la que intentaban mantener una pequeña conversación. Su encuentro había sido extraño, pero ambos tenían la sensación de que iba a surgir una bonita amistad entre ellos a raíz de aquello. A su alrededor, el local estaba a rebosar de gente y los camareros iban de un lado a otro con las órdenes de los clientes. No muy lejos de donde TaeHyung y SeokJin se encontraban, un vaso se cayó al suelo y la persona que fue a hacerlo se cortó con los cristales, pero ninguno de ellos le prestó especial atención a aquel hecho, ninguno de los dos supo que todo iba a volver a comenzar y que tendrían que buscar la solución a la destrucción del mundo.




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