Suspiros ahogados se escuchaban
dentro de uno de los cubículos del baño de hombres de la Shindongshin
Industrial High School. Dos chicos se habían encerrado en el lugar aprovechando
que Henry, su profesor de inglés, no había podido ir a impartir su hora y
llevaban allí ya un buen rato juntos, jugando un poco con sus cuerpos.
—Aquí no podemos —susurró por quinta
vez Lu Han, intentando apartar las manos de su novio de su cuerpo, sin embargo,
el pelirrojo ante él solo sonreía y volvía al ataque—. MinSeok…
—Adoro cuando tus labios se mueven
formando las sílabas de mi nombre —dijo el chico antes de volver a besar
aquellos labios finos que le pertenecían, sin hacer ningún caso a lo que el
otro le había dicho anteriormente.
Sabía perfectamente que a su novio
no le gustaba que se besaran o tocaran en lugares públicos, pero desde que
habían comenzado tercero apenas tenían tiempo para ellos y debían aprovechar
cada momento libre que la vida les regalara, aunque fuera en el servicio de la
segunda planta de su instituto.
—MinSeok… ah… —gimió algo más fuerte
de lo debido cuando el otro le mordió el labio inferior.
—Admite que te encanta —murmuró el
mayor de los dos, llevando sus manos hasta el trasero de Lu Han, dándole luego
un apretón juguetón.
—¿Cuándo… he dicho yo… que no lo
haga? —preguntó el rubio, respirando entrecortado.
Comenzaba a hacer calor dentro de
aquel estrecho cubículo y eso que estaban a finales de Octubre y en los baños
del instituto no ponían la calefacción, de hecho, no ponían la calefacción en
ningún lugar de aquel instituto de mala muerte. Lu Han se abanicó con la mano
levemente y luego respondió al beso de su novio con la misma intensidad con la
que el otro lo demandó.
Los suspiros y las respiraciones
jadeantes se mezclaban y los roces entre los dos eran cada vez más frecuentes.
Si seguían de aquella manera, MinSeok conseguiría su objetivo a pesar de las
quejas del chino porque los lugares públicos no eran de su agrado y encima
tampoco eran demasiado salubres.
De repente, la puerta del baño se
abrió de golpe y ambos chicos se separaron rápidamente como un acto reflejo,
aunque estaban dentro y no los podían ver. A pesar de ser 2013 y estar en pleno
siglo XXI, las relaciones homosexuales seguían sin estar bien vistas en Corea y
en casi todos los países del mundo. Los chicos contuvieron la respiración y
esperaron. En el silencio, una conversación interesante llegó a sus oídos de boca
de los chicos que habían entrado al lugar.
—Como lo oyes —decía uno de ellos.
—Todavía no me lo puedo creer
—contestaba otro—. ¿Cómo han podido tenerlo todo tapado? Que desaparezcan de
vez en cuando maricas en la escuela y que nadie les vuelva a ver el pelo es
algo bastante importante… e inquietante.
Lu Han y MinSeok se miraron después
de escuchar aquello, sus ojos estaban tan abiertos que se los podría haber
confundido con sus amigos ChanYeol y KyungSoo.
—Bueno, el director Lee tiene mano
con el Gobierno, la prensa y la poli —aclaraba el primero—. Y además, me enteré
que si a los pocos meses no volvían a aparecer les decían a las familias que
sus hijos simplemente se habían fugado de casa porque eran gays y que no se
preocuparan por ellos.
—Pero todo esto es muy raro —replicó
el segundo—. ¿No me has dicho que todos desaparecían el Día de los Muertos?
—Sí, no se les volvía a ver el pelo
tras ese día.
—¿Cómo es posible?
—Dicen —el primer chico bajó la voz
y MinSeok y Lu Han tuvieron que agudizar más su oído para escuchar las
siguientes palabras que dijo—. Dicen que el causante de las desapariciones es
un ser sobrenatural… un fantasma…
Tras esto, se oyó un tortazo y luego
un par de carcajadas. Poco después, la puerta del baño fue cerrada tras salir
los chicos, dejando a MinSeok y Lu Han dentro del cubículo otra vez solos.
—¿Has oído eso? —preguntó MinSeok
junto al oído de Lu Han, haciendo que este se estremeciera por su cálido aliento—.
¿Tienes miedo?
—No —respondió en un susurro que
disimulaba mal lo que realmente sentía el rubio.
—Quiero venir a investigar —Lu Han
se giró hacia su novio y lo miró fijo.
—No podemos hacer nada como eso solos
—replicó.
—Se lo diremos a los chicos.
—Está bien. Se lo diremos a los
demás.
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