YiXing estaba tumbado sobre el
césped del instituto, con su cabeza apoyada sobre las piernas de su novio,
YiFan, mientras este pasaba las manos por su cabello castaño
despreocupadamente. Había otros seis chicos a su alrededor, pero a ninguno les
importaba esta inocente acción, después de todo, ellos eran mucho peores.
Las conversaciones que estos
mantenían eran tan dispares que el chico apenas podía seguir el hilo, solo
distinguía la voz grave de ChanYeol diciendo gilipolleces junto a SeHun, Tao y
KyungSoo y la voz profunda de su novio, porque ésta la reconocería en cualquier
parte, haciendo la conversación con JunMyeon y JongDae una completa batalla de
conocimientos —no por nada ellos tres, junto a Lu Han, eran los alumnos con
mejor ranking de aquel instituto—.
En el momento en el que ChanYeol se
reía y superaba con creces los decibelios permitidos, MinSeok y Lu Han se
unieron al grupo. El segundo despeinó la cabeza de su hermano menor y luego se
sentó entre este y su novio —o amigo con derecho a roces, como preferían
llamarlo ellos—. Al rubio, que aparentaba tener mucha menos edad de la que
realmente tenía, nunca le había gustado ZiTao.
—Hay algo que tenemos que contaros
—comenzó MinSeok, sentándose tras LuHan y abrazándolo cariñosamente.
Seguramente luego vendrían besos en
el cuello que hacían que al pelirrojo se le ladearan las gafas redondas. A
YiXing las muestras de afecto en público no le gustaban demasiado y a YiFan,
menos; Lu Han era de la misma opinión que ellos, pero en cuanto el mayor de los
que allí estaban comenzaba a mostrarse cariñoso con él en cualquier lugar,
simplemente cedía.
—¿Lu Han está embarazada? —dijo
ChanYeol soltando una carcajada en la que lo siguió KyungSoo, su mejor amigo
—aunque todos sabían que había algo más que amistad entre aquellos dos, pero
era mejor no contradecirlos o podrías sufrir severas consecuencias. Nunca podía
fiarse uno de Do KyungSoo porque un instante podía ser un chico muy alegre y al
siguiente parecer el mayor asesino en serie de todos los tiempos—.
MinSeok le echó una mirada asesina a
través de sus gafas redondas, aunque realmente esas eran las gafas que llevaba
hacía al menos unos cuantos años, pero se le habían roto las nuevas —los allí
presentes sospechaban que había sido Lu Han en uno de sus arranques pasionales
en vez de la versión oficial en la que se le habían caído al suelo y luego las
había pisado sin querer—. Con aquellas gafas parecía el típico empollón que
salía en las películas americanas de miedo y que luego era el primero en morir.
—Hoy no estoy de buen humor para
aguantar tus tonterías, ChanYeol –dijo solamente tras inspirar unas cuantas
veces para calmarse.
—Entonces, ¿qué es? —preguntó
JunMyeon bastante interesado.
—Hemos escuchado que en la noche de
Halloween han desaparecido en el instituto, a lo largo de las décadas, varias
parejas de homosexuales —explicó Lu Han.
—Ese rumor circula por la escuela
todos los años por estas fechas —dijo JongDae—. Es solamente un rumor, nada por
lo que preocuparnos.
—A mí me parece más que un rumor
—contestó MinSeok mirando a su hermano seriamente—. Los chicos que lo decían
hablaban de que nada a había salido a la luz gracias a los contactos del
director Lee —y añadió—. Además, nunca hemos venido a la fiesta que organiza el
instituto por Halloween, no podemos estar seguros de que no pase nada realmente.
—Kim MinSeok, habla claro y deja de
dar rodeos —fue lo que dijo YiFan cuando habló, ganándose la atención de todos
los demás—. Quieres ir a investigar y quieres arrastrarnos contigo a la fiesta
para eso, ¿o me equivoco? —el chico negó y YiXing vio como una sonrisa de
satisfacción se instalaba en el rostro de su novio.
—A veces pienso que me conoces mejor
que yo mismo —comentó el chico con una sonrisa, pero inmediatamente se puso
serio—. Entonces… ¿quién se apunta a la aventura?
Casi no había terminado de decir la
frase cuando ChanYeol levantaba su mano como una exhalación. YiFan lo siguió
poco después, junto a SeHun y a KyungSoo. YiXing estuvo dudando unos momentos,
pero también levantó su mano. JongDae suspiró y alzó su mano y la de un ya
asustado JunMyeon para unirse a aquella expedición. Solo quedaba Tao por
decidir y parecía estar debatiéndose entre su novio —o lo que fuera SeHun—, y
su miedo a todo.
—No lo sé —murmuró, su voz había
sonado unas octavas más agudas de lo que solía—. Yo… no lo sé… —SeHun cogió su
mano entre las suyas y la apretó, como si le estuviera infundiendo valor con
este simple contacto. Luego le dedicó una sonrisa que habría hecho caer
imperios en otra época y el chico finalmente asintió—. Está bien, iré.
Y levantó su mano, completándose
así, el club de los poetas muertos.
SeHun estaba sentado junto a Tao en
todas las clases y aprovechaban cada momento en el que podían tomarse un
respiro de coger notas y notas en las clases para susurrarse cosas y hablar de
los temas más variados. Habían acordado que irían a las mismas asignaturas
incluso para no tener que separarse en ningún momento a lo largo de la mañana y
normalmente se pasaban el día hablando. Sin embargo, desde que hacía un par de
días habían decidido que irían a investigar sobre el tema de los fantasmas, el
chico estaba sumido en un mutismo del que ni siquiera él había sido capaz de
sacarlo.
—ZiTao… —murmuró en el intercambio
del profesor de Música y el de Lengua—. ZiTao, ¿te pasa algo? —su amigo se giró
hacia él y negó con la cabeza, esbozando una sonrisa.
—No es nada, no te preocupes —le
contestó y no hablaron mucho más ese día.
Cuando SeHun llegó a casa, su
hermano parecía llevar allí bastante tiempo ya porque estaba tumbado en el sofá
del salón viendo One Piece mientras comía algunas palomitas. El chico se acercó
a Lu Han y se sentó en el sofá —más concretamente, encima de sus piernas hasta
que el otro las retiró—, y se quedó mirando la pantalla fijamente, a pesar de
que aquel anime no le hiciera especial gracia.
—¿Qué quieres SeHun? —le preguntó su
hermano, al verlo allí sin decir absolutamente nada y con la mirada perdida.
—¿Es completamente necesario que
tengamos que ir a ver si es verdad lo de las desapariciones de la escuela?
—cuestionó el menor.
Lu Han puso en pausa el anime y se
incorporó en el sofá, quedándose sentado para estar a la altura de este y
mirarlo a los ojos seriamente.
—¿Estás asustado? —SeHun negó con la
cabeza.
—Yo no… —respondió—, pero creo que
Tao sí que lo está… —se mordió el labio inferior levemente—, y mucho.
—Estará bien —Lu Han pasó su brazo
por los hombros de su hermano menor juguetonamente, atrayéndolo hacia su
cuerpo—. Un poco de acción siempre es necesaria en esta vida.
—No sé yo…
—No te preocupes tanto por él
—dijo—. ¡Ni que fuera tu novio!
Tras escuchar aquellas últimas
palabras, SeHun se separó del brazo de su hermano y se levantó del sofá,
después, caminó a paso rápido hacia su habitación, ignorando completamente a Lu
Han. No. Tao y él no eran novios. Nunca habían utilizado aquella palabra para
definir su relación y por el momento tampoco les había hecho falta definirla.
Simplemente eran amigos que de vez en cuando se besaban y que, de vez en cuando
también, se tocaban un poco para liberar tensiones, como cualquier adolescente
de su edad haría —aunque ellos lo hacían juntos para variar—.
No eran nada especial, pero SeHun se
preocupaba por él y si Tao iba a estar aterrado mientras hicieran aquello, él
no iba a seguirles el juego a los demás.
YiFan estaba con la cabeza echada
sobre su pupitre a primera hora de la mañana y medio adormilado cuando escuchó
cómo las patas de la silla de delante chirriaban al ser arrastradas contra el
suelo y cómo un cuerpo caía como peso muerto sobre el asiento de madera antes
de escuchar la voz de Lu Han alzarse sobre el runrún de los alumnos que ya
habían llegado a clase.
—SeHun y ZiTao probablemente se van
a rajar —anunció.
Sabiendo a lo que se estaba
refiriendo el chico, YiFan alzó su cabeza para mirarlo, descubriendo que
también había llegado a clase MinSeok aunque no lo hubiera escuchado.
—Y si se rajan ellos, JunMyeon
también lo hará y JongDae no podrá hacer nada por convencerlo de que vaya
—comentó este—, y si JunMyeon se raja, JongDae no lo va a dejar solo.
—De todas formas serían cuatro
contra seis —murmuró YiFan—, si hacemos una votación, ganaremos nosotros y
todos tendrán que ir, quieran o no.
—Eso es cierto —dijo Lu Han—. La ley
de la votación democrática para las excursiones del grupo la impuso JunMyeon,
así que no podrá estar en contra de lo que haya decidido la mayoría.
YiFan sonrió y luego volvió a echar
su cabeza sobre el pupitre. Ese día YiXing no había ido a clase, así que no
había nada interesante que hacer y lo mejor era sumirse en un sueño agradable
hasta que las clases finalizaran, de todas formas, el chico podía permitírselo.
YiFan era el alumno segundo con mejor ranking de toda la escuela y, teniendo en
cuenta que aquel era uno de los peores institutos de la ciudad de Seúl, no le
iba a molestar a ningún profesor que uno de los más listos diera una
cabezadita.
Después de aquella semana, en la que
los diez chicos votaron varias veces sobre lo que harían y tras el resultado
final la decisión de ir se mantuvo, hicieron todos los preparativos para la
noche de Halloween ir a investigar por todo el instituto por si podían
encontrar algo extraño o alguna pista —o encontrarse con aquel ser sobrenatural
que decían que hacía desaparecer a los homosexuales—.
Habían acordado que no se
disfrazarían, sino que simplemente irían con el uniforme del instituto y que
quedarían frente a la puerta principal cerca de las doce de la noche. Cuando
llegaran todos, comenzarían.
El edificio estaba iluminado con
focos que proyectaban en la superficie blanca salpicada de ventanas figuras
escalofriantes y Tao sentía escalofríos por toda la columna vertebral cada vez
que miraba hacia este. Había llegado el primero y no le gustaba demasiado
aquello. La oscuridad le daba miedo, estar solo en ella también se lo daba y
escuchar ruidos perturbadores y gritos de los alumnos que entraban en los
distintos juegos de miedo desde el interior del instituto lo asustaban todavía
más.
Él no estaba hecho para aquellas
experiencias.
No tuvo que esperar mucho tiempo a
que sus amigos llegaron. Los primeros fueron SeHun y Lu Han, y no era de
extrañar que llegaran juntos, eran hermanos después de todo. Tao intentó
acercarse a su “chico” pero el mayor se colocó en medio, como siempre. SeHun le
dedicó una mirada de disculpa que el moreno aceptó e inmediatamente después una
sonrisa cautivadora apareció en el rostro del chico.
Poco después comenzaron a llegar los
demás, MinSeok, JongDae y JunMyeon, unos minutos más tarde, YiFan, YiXing,
ChanYeol y KyungSoo. En cuanto estuvieron todos, entraron al recinto del
instituto, siguiendo el camino indicado por las calabazas con luces en su
interior. Sin embargo, al llegar al vestíbulo, MinSeok, que encabezaba la
marcha, se detuvo.
—Creo que sería mejor que nos
separásemos en parejas —propuso.
—Tú lo que quieres es follarte a Lu Han
en una esquina mientras nosotros recorremos el Instituto de la Muerte —pinchó
ChanYeol, siempre decía cualquier cosa para hacer el ambiente más ameno o para,
en esa ocasión —y en concreto con aquella pareja—, cebarse a costa de pinchar a
los demás.
—¿Por qué el Instituto de la Muerte?
—preguntó YiXing confundido, haciendo caso omiso deliberadamente a la parte
sexual de aquella oración.
—¿No has visto el cartel que había
en la entrada del instituto? —preguntó el chico alto y de ojos grandes y el
otro negó.
—Es un digno hijo de su padre
—comentó KyungSoo, sonsacándoles a los chicos una sonrisa.
—Bien, dejemos las tonterías —YiFan
rompió el ambiente distendido, que se volvió serio de repente—. ¿Nos dividimos
o no?
—¿Tú qué piensas, JongDae? —preguntó
JunMyeon a su novio y también al chico más listo del instituto —por mucho que
los demás intentaran quitarle aquel puesto, nunca lo conseguía y mucho se
temían que no lo conseguirían nunca—.
—Sigo sopesando las posibilidades
que tendríamos como grupo o como dúo —contestó el chico.
—No tenemos mucho tiempo —dijo Lu Han—.
Así que en parejas y cada una de las parejas va a un lugar. De esta forma,
abarcaremos más territorio y nos iremos antes a casa.
—Completamente de acuerdo —coincidió
Tao—. Me pido con SeHun —el rubio lo miró de una manera muy fría y el moreno
solo sonrió—. Has sido tú el que ha dicho que las parejas sería mejor —este se
tuvo que tragar las palabras que había pensado decir porque no podía rebatir
contra eso.
—Bueno, lo que sea —dijo al final—.
MinSeok, conmigo.
—Claro, honey.
Tras unos momentos, las parejas se
decidieron y todos acabaron con su respectiva pareja, ya que ninguno quería
alejarse del otro por ninguna circunstancia. También acordaron, esta vez por
sorteo, a qué lugar del instituto se dirigirían para investigar y, poco
después, los diez chicos partieron hacia su destino.
Estaba oscuro y JunMyeon odiaba la
oscuridad más que a nada. Por ese mismo motivo agarraba con su sudada mano la
de JongDae, que la apretaba fuertemente, intentándole transmitir que solo debía
mantenerse a su lado porque él lo protegería. Pero el chico, que siempre había
sido muy asustadizo, no podía calmarse y pegaba brincos cada vez que escuchaba
cualquier ruido que no fuera el de sus pisadas contra el suelo de baldosas
amarillas, el de sus respiraciones o el del martilleo de sus respectivos
corazones.
Tras caminar por el primer pasillo
de la primera planta y llevarse diversos sustos por culpa de los inútiles que
se habían disfrazado de monstruos, YiXing había acabado abrazado a la espalda
de YiFan, intentando esconderse tras ella. La espalda del chico era ancha y
sumando eso a su altura, el chico podía llegar a ser un buen escondite. Sin
embargo, cada pequeño ruido seguía asustando al castaño.
—Odio esto —aseguró apretando más
fuerte la cintura de su chico.
—No tengas miedo —murmuró el otro,
colocando sus manos sobre las de YiXing—. Yo te protegeré de todo.
—¿De verdad piensan que esto es
terrorífico? —preguntó KyungSoo.
—Yo tampoco lo comprendo —contestó
ChanYeol.
Ambos caminaban tranquilamente por
la última planta del edificio. A un lado y a otro se abrían las puertas de las
clases que por las mañanas frecuentaban y que en ese momento estaban
ambientadas como “casas de terror”.
Habían intentado asustarlos varias veces, pero cómo no daba resultado, al final
se habían ido rindiendo y los chicos investigaban tranquilamente, sin que nadie
los molestara.
El sótano. No podría haberles tocado
mejor lugar.
Tao nunca había tenido mucha suerte
en los juegos de azar —por eso nunca jugaba con sus amigos a nada que implicara
que la suerte lo acompañara, ni siquiera el piedra-papel-tijeras—, por eso
había sido SeHun el que había participado; sin embargo, parecía que la pareja
estaba completamente gafada en aquello.
Ambos caminaban muy juntos mientras
bajaban las escaleras de acceso y cuando llegaron al final, encendieron las
luces.
Era un lugar muy amplio en el que
normalmente se guardaban los materiales que no hacían falta, como pupitres o
algunas cosas viejas que era mejor tirar, pero como los conserjes nunca se
pondrían de acuerdo para llevárselas de allí, jamás saldrían de aquel sitio.
Los dos chicos estaban asustados.
Además de no tener mucha suerte, tampoco contaban con gran valor, quizás SeHun
tenía un poco más de valor que ZiTao, pero el menor también estaba temblando
junto a su cuerpo mientras avanzaban lentamente por el suelo de cemento lleno
de polvo. Tenían que haber cambiado de lugar con MinSeok y Lu Han y que ellos
hubieran bajado a aquel sótano. ZiTao tenía su vista clavada en el suelo, en
ver a sus pies caminar hacia el lugar que SeHun lo guiara. Estaba concentrado
en aquello para no ponerse a llorar ni a gritar sin ningún motivo por lo
asustado que estaba el aquel momento.
Cuando las luces se apagaron de
golpe, ambos gritaron como si les fuera la vida en ello y, después, fue todo
oscuridad.
Lu Han y MinSeok caminaban
lentamente por el pasillo de la planta principal, buscando algo que pudiera
estar fuera de lugar y no por la fiesta organizada en los pisos superiores. El
rubio agarraba el brazo de su novio. No tenía miedo, o al menos no reconocería
jamás que tenía miedo delante de nadie. Ninguno de los dos hablaba, no es que
tuvieran mucho qué decir tampoco, simplemente, estaban atentos a cualquier
ruido que no fuera normal en aquel
lugar.
Casi estaban a punto de acabar su
recorrido, sin encontrar absolutamente nada extraño, y llegando al lugar al que
se accedía al sótano por el que habían bajado SeHun y Tao cuando un grito de su
hermano menor rompió el silencio en el que se habían sumido.
Rápidamente, y casi sin pensar, Lu Han
salió corriendo en dirección a aquel lugar mientras su chico lo seguía. Bajaron
las escaleras a la carrera y el pelirrojo comenzó a tocar el panel de las luces
hasta que estas poco a poco se fueron encendiendo, iluminando el lugar.
Pero allí donde tan solo hacía unos
segundos se había escuchado aquel grito desgarrador de SeHun, no había nadie.
Por mucho que los buscaron en aquel lugar, no pudieron encontrar nada.
Parecía como si simplemente los dos
chicos se hubieran desvanecido.
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