Esa tarde habían salido temprano del
instituto para poder comenzar cuanto antes la búsqueda de cualquier indicio
para poder encontrar a ZiTao y a SeHun. Se habían dividido el trabajo entre los
ocho para así ser más rápidos y no llamar tampoco tanto la atención de ninguno
de los profesores del colegio, sus padres o de la policía. Debían averiguar
todo lo que pudieran en el mínimo tiempo posible.
—Entonces… tenemos que buscar cosas
sobre fantasmas —murmuró YiFan cuando se sentaron en el autobús que los
llevaría a su casa, donde tenía el ordenador.
—Eso mismo —respondió YiXing—.
Aunque no sé si podemos fiarnos de lo que salga en internet…
—Hay muchos mitos por la red —coincidió
el alto—, por eso tenemos que seleccionar solo lo que de verdad creamos que
puede ser interesante.
—Va a ser bastante complicado
encontrar algo bueno entre tantas cosas… —el chico suspiró, girando su cabeza
para mirar por la ventanilla—, pero no podemos perder la esperanza tan
rápidamente.
—Eso mismo —YiFan le pasó un brazo
por los hombros para acercarlo a su cuerpo, dándole igual que hubiera bastante
gente en el autobús.
—Es raro en ti esto —murmuró YiXing,
refiriéndose a aquella acción—. Creí que no te gustaban las muestras de afecto
públicas.
—Y no me gustan —sonrió el otro—,
pero no estamos haciendo nada extraño, solo es un abrazo… y no quiero separarme
mucho de ti en los próximos tiempos.
—¿Por si el fantasma decide llevarme
a mí también? —cuestionó, medio en serio, medio en broma y el agarre que
mantenía YiFan sobre su cuerpo se intensificó.
—No dejaré que eso pase nunca.
Una sonrisa se instaló en el rostro
de YiXing después de escuchar aquello y no se fue de su rostro hasta que no
llegaron a la casa de su novio y saludó a los padres de este. El padre de YiFan
nunca lo había visto con buenos ojos porque intuía que su hijo era homosexual y
que estaba saliendo con él y, aquello era algo que el hombre no quería. YiFan
había tenido que estar asistiendo en los últimos tiempos a diversas citas con
chicas para que su padre lo dejara tranquilo, pero no había funcionado del
todo.
—Tu padre me odia —dijo YiXing una
vez se encontraron en el cuarto del mayor y la puerta estuvo cerrada tras ellos
y con pestillo, para que nadie pudiera molestarlos.
—No te odia —le aseguró él, dejando
su mochila en el suelo junto a la
ventana y tomando su portátil—. Me odia a mí en realidad —se giró hacia él
esbozando una pequeña sonrisa—, así que no te preocupes y pongámonos manos a la
obra.
YiXing asintió y soltó su mochila
junto a la de su chico antes de seguirlo hasta la cama y sentarse entre sus
piernas, sujetando él el ordenador y sintiendo cómo las manos de YiFan rodeaban
su cintura y su barbilla afilada se posaba en su hombro. En ese momento, el
chico decidió que daba igual que el padre de YiFan no aprobara lo suyo, él solo
iba a disfrutar de todo aquello durante el máximo tiempo posible.
En la biblioteca del instituto no
había ni un alma. Nunca había habido mucha gente en aquel lugar porque la
mayoría de los alumnos no la frecuentaban, pero ese día no estaba ni siquiera la
profesora de Historia, Yoona, quien generalmente se encargaba de la biblioteca.
Eso era bastante extraño y no ocurría con mucha frecuencia, solo cuando los
profesores tenían una reunión especial y en esos momentos siempre estaba
cerrada, pero ese día estaba abierta.
—Vaya… no me esperaba que tuviéramos
esto solo para nosotros —comentó JongDae—. Podríamos hacer cualquier cosa… —el
chico le guiñó un ojo y JunMyeon lo miró severamente.
Quizás estuvieran solos allí, pero
no podían hacer nada prohibido en aquel lugar y por cómo lo había mirado su
chico sabía que no estaba precisamente pensando en cosas puras e inocentes.
—No pienso acostarme contigo en la
biblioteca, Kim JongDae —dijo—, además, hemos venido aquí para buscar
periódicos antiguos.
El instituto siempre guardaba los
periódicos en los que salían artículos sobre él, ya fueran diciendo cosas
buenas o malas, así que los chicos esperaban poder encontrar algo allí sobre
las desapariciones de chicos homosexuales a lo largo de los años. Lo más probable
era que no encontrasen mucho, pero cualquier pequeño dato era importante para
poder encontrar a SeHun y ZiTao.
—Está bien, está bien —suspiró
JongDae—. Nada de acostarnos juntos —el chico se acercó a él para susurrarle al
oído—, pero me gustaría que me empotraras contra una de aquellas estanterías y
me la metieras hasta el fondo.
JunMyeon lo empujó, alejándolo de su
cuerpo antes de que él mismo reaccionara a aquellas palabras dichas de forma
tan sexual. No podían permitirse hacer nada de aquello allí, así que
simplemente se alejó de JongDae, dejándolo atrás para ponerse a buscar en los
cajones de las fichas donde se encontraban los periódicos.
—Lo siento —escuchó que le decía el
chico, acercándose a él—. Ya sé que esto es serio y que debería estar también
serio… pero a veces no puedo resistirlo, ya lo sabes.
—Lo sé, JongDae. Lo sé —le contestó
y después suspiró—. Anda, ayúdame con esto, por favor, que yo solo no puedo.
—A sus órdenes.
MinSeok había estado varias veces en
casa de Lu Han, pero nunca antes había estado allí cuando sus padres se
encontraban en ella. Habían tenido bastante cuidado con aquello para que no los
descubrieran y aprovechaban los pequeños viajes de fin de semana que realizaba
el matrimonio para encontrarse allí, por eso, MinSeok no había conocido a
ZhouMi ni a Qian hasta el día de la desaparición de SeHun y, por eso, no había
sido presentado a éstos hasta aquel momento.
Estaba muy nervioso y en cualquier
otro momento le habría dicho a Lu Han que no quería conocer a sus padres, pero
aquellos días solo quería estar con él para al menos poder sentirse un poco
mejor y no tan hundido en la miseria porque todo aquello había sido su culpa, y
conocer a los padres de su novio desde hacía tres años era un pequeño precio
que estaba muy dispuesto a pagar si con ello podía estar junto a él casi a
todas horas.
—Papá, mamá —llamó su atención Lu
Han y los dos se volvieron hacia ellos. MinSeok estuvo tentado a tomar de la
mano a su chico para dejar de temblar, pero se contuvo de hacerlo porque no
quería problemas—. Él es MinSeok, es un amigo del instituto.
—Estamos encantados de conocerte —murmuró
su madre, esbozando una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos—. Lu Han nos
dijo que lo ayudaste mucho el otro día, así que eres bienvenido a esta casa
siempre que lo desees.
—Gracias… —murmuró él, haciendo una
pequeña inclinación.
—Nos vamos a mi habitación —anunció
el chico y luego le dio un golpecito en el brazo a MinSeok para que lo
siguiera.
Salieron del salón apenas un segundo
después y luego caminaron hacia la
habitación del chico. Lu Han se detuvo en la puerta de su cuarto y miró
a la de al lado un segundo con melancolía antes de abrir finalmente la puerta y
pasar al interior, dejando que MinSeok también entrara allí. En cuanto la
puerta estuvo cerrada, MinSeok lo abrazó fuertemente, meciéndolo un poco y Lu
Han se dejó.
—¿Cómo estás? —le preguntó.
El silencio se extendió entre ellos
como un manto frío y oscuro el tiempo que el chico tardó en responder, pero en
cuanto lo hizo, el ambiente se tornó un poco más cálido.
—No estoy bien —dijo—.Echo de menos
a SeHun… e incluso echo de menos al idiota de ZiTao —Lu Han sonaba un poco
frustrado.
—Lo siento —susurró.
El chico que estaba entre sus brazos
se giró hacia él y lo miró a los ojos fijamente, aprovechando que eran más o
menos de la misma altura, aunque Lu Han era varios centímetros más alto que él.
—¿Por qué dices que lo sientes? —cuestionó.
—Porque todo esto ha sido culpa mía.
—No ha sido culpa tuya… —murmuró el
menor, colocando sus manos en las mejillas de MinSeok—. No es tu culpa. ¿Me
oyes? Nadie podía saberlo.
MinSeok asintió a aquellas palabras,
un poco más aliviado ahora que sabía que Lu Han no lo culpaba de la
desaparición de su hermano, pero el peso que soportaba sobre sus hombros
todavía seguía siendo más o menos el mismo y el chico sabía que no iba a dejar
de sentirlo hasta que no encontraran con vida a SeHun y a ZiTao.
Llevaban al menos tres horas
encerrados en su habitación, buscando en distintos portales de internet acerca
de fantasmas. Habían encontrado varias páginas que merecían la pena porque eran
un poco más serias que las demás, pero tampoco les aclaraban mucho las cosas. Les
decían muchas cosas sobre los fantasmas, sobre las almas en pena, sobre cómo
convocarlas y sobre cómo ayudar a aquellas que tenían asuntos pendientes en el
mundo de los vivos para que finalmente pudieran pasar al mundo de los muertos.
YiXing recargó la cabeza contra su
pecho y sus piró a la vez que se restregaba los ojos, cansado. Al chico se le
cansaba la vista muy rápidamente cuando estaba delante de alguna pantalla que
desprendía algo de luz, y llevaba mucho tiempo delante de su portátil, así que
YiFan decidió que lo mejor que podían hacer era dejarlo por aquel día y
descansar.
Sin que YiXing se lo esperara, le
quitó el portátil de las piernas y lo cerró, dejándolo sobre la cama. El chico
se giró hacia él inmediatamente, con reproche en su mirada.
—¿Qué haces?
—Será mejor que lo dejemos por hoy —dijo—.
Tú estás cansado y yo estoy cansado, y además, tenemos que hacer los deberes
para mañana.
YiXing bufó e hizo varios pucheros,
pero tras unos momentos claudico y dejó que YiFan se saliera con la suya por
aquella vez porque sabía que tenía toda la razón.
—Está bien —murmuró finalmente.
—Perfecto —YiFan esbozó una pequeña
sonrisa antes de darle un beso en la sien—. Ve sacando tus cosas, yo voy por
algo de beber y de comer a la cocina para poder echar el resto de la tarde.
YiXing asintió y se levantó de su
cuerpo para dejarlo salir de la cama, antes de dirigirse al lugar en el que
habían soltado sus mochilas. YiFan lo miró durante unos segundos antes de abrir
la puerta de su habitación y dirigirse a la cocina. Su casa estaba muy
silenciosa, por eso pensó que no había nadie y, por eso se asustó cuando vio
que su padre estaba sentado en la mesa de la cocina, como si fuera un fantasma,
terriblemente serio, observando todos sus movimientos.
—Sabes que no puedo tolerar este
comportamiento, YiFan —le dijo, llamando su atención—. Soy un pastor y debo dar
ejemplo en mi propia familia.
—No tienes de qué preocuparte —le
contestó, para intentar evitar la misma conversación que tenían cada vez que
YiXing iba a su casa.
—Eso espero.
YiFan cogió un par de bebidas y unos
bocadillos que su madre había dejado preparados para después salir de la cocina
sin mirar atrás. No quería volver a ver el ceño fruncido de su padre ni su
mirada acusatoria de nuevo.
La mañana del martes parecía que
sería una igual a las demás en el instituto, pero KyungSoo se equivocaba
bastante en aquello. No iba a ser para nada normal, y lo supo nada más poner el
pie en el pasillo de las clases de segundo curso. Él iba a primero junto a
SeHun y ZiTao, pero los demás estaban en cursos superiores y ahora que los
otros dos no estaban allí, KyungSoo se sentía bastante solo, por eso había
salido de clase para visitar a ChanYeol en su clase. Sin embargo, sus
intenciones se vieron truncadas cuando subiendo las escaleras escuchó una
conversación que se desarrollaba en una esquina. Los chicos que cuchicheaban
estaban un poco alejados del tumulto, en la escalera, y KyungSoo iba a seguir
adelante sin prestarles atención, pero las palabras que dijeron lo obligaron a
detenerse a escuchar.
—¿Has oído que han desaparecido dos
maricas más? —decía uno de los chicos.
—Sí, lo he escuchado. Son dos de primero y uno, además de marica,
era chino —contestó otro.
—Se lo tienen bien merecido —dijo el
último de ellos—. No queremos maricas en esta escuela.
KyungSoo apretó los puños,
intentando contener la rabia que se adueñaba de todo su cuerpo, intentando
calmarse para no hacer algo de lo que después pudiera arrepentirse. Pero
simplemente, uno no podía dejar atrás todo lo que era.
El tiempo que había pasado como
pandillero en su anterior instituto volvió a él cuando caminó a grandes
zancadas hacia los chicos que estaban diciendo aquello y no esperó a que se
justificaran antes de lanzar el primer puñetazo, directo a la nariz de uno de
ellos, que crujió satisfactoriamente rota por el impacto.
Y después de un primer golpe vino un
segundo, un tercero y un cuarto. KyungSoo se abstrajo de la realidad y solo
dejó de pegarles la paliza de su vida a aquellos inútiles cuando escuchó la voz
de YoungWoon, el profesor de Educación Física, y cuando sintió el férreo agarre
de sus manos grandes en sus brazos. Solo en ese momento, KyungSoo se sintió
terriblemente mal porque acababa de romper una promesa que no había querido
romper por nada del mundo.
—En la biblioteca no hay nada,
JunMyeon —dijo JongDae desesperado—. Por más que busquemos no vamos a encontrar
ningún artículo que hable de las desapariciones de los chicos.
JunMyeon se giró hacia él y en su
rostro pudo ver que estaba tan cansado y desesperado como él por no poder
encontrar nada de utilidad, ya que lo único que habían visto hasta el momento
eran simples recortes en los que hablaban sobre mejoras en el colegio o sobre
cómo ganaban varias competiciones deportivas.
—Tiene que haber algo… —murmuró.
—MinSeok dijo que unos chicos habían
comentado que el director Lee tenía muchos contactos en la policía y en la
prensa y que por eso nunca se había sabido la verdad —contestó—. Probablemente
aquí no haya nada por eso mismo.
—Tienes razón… —dijo JunMyeon—.
¿Dónde sugieres que busquemos, entonces?
JongDae esbozó una sonrisa pícara
porque a ese punto era al que quería que llegasen desde el principio. JunMyeon
era un chico muy listo, pero cuando se le metía algo entre ceja y ceja no podía
ver otras posibilidades; sin embargo, él podía verlas todas… ya fueran legales
o ilegales.
—¿Te sabes la clave de tu madre del
trabajo? —cuestionó y JunMyeon asintió al segundo—. Entonces vamos a hacer una
visita a la biblioteca nacional. Ahí debe de haber algo seguro.
Lu Han llevaba sin entrar a la
habitación de su hermano desde que había desaparecido, pero sentía que debía
entrar a aquel lugar para estar un poco más tranquilo consigo mismo. Por ese
motivo, esperó a que su casa se quedara vacía aquella mañana para entrar a su
dormitorio. La habitación estaba tal y como la recordaba, tenía los mismos
posters de Justin Bieber y Miranda Kerr, tenía las mismas cosas tiradas por
cualquier lugar y la cama sin hacer. Era como si su hermano no hubiera
desaparecido, como si su habitación estuviera esperando a que regresara.
Lu Han esbozó una pequeña sonrisa y
luego se dirigió a la cama, donde se sentó, notando algo extraño al hacerlo.
Inmediatamente se levantó y, esperando encontrarse una revista porno debajo de
las sábanas, las retiró; sin embargo, lo que halló allí fue algo muy diferente:
su diario. El chico estuvo tentado a cogerlo, pero finalmente lo volvió a tapar
con las sábanas porque él no tenía ningún derecho a cotillear los pensamientos
más íntimos de su hermano.
Cuando ChanYeol se enteró de la
noticia salió inmediatamente del instituto camino a la estación de policía más
cercana, sin poder creerse lo que había sucedido todavía. KyungSoo le había
prometido antes de las vacaciones de verano que no volvería a meterse en una
pelea, pero no había cumplido su promesa y eso lo enfadaba a la vez que lo
preocupaba porque no sabía qué pensar.
Por una parte, quería creer que
KyungSoo había dejado atrás aquella vida y que seguramente habría tenido una
buena razón para hacer eso… pero por otra tenía miedo de que hubiera vuelto a
pelear solo porque sí.
ChanYeol llegó a la policía en
apenas unos minutos y después entró, buscando a KyungSoo por todos lados,
hallándolo junto a sus padres, sentado en una mesa hablando con un agente. El
chico esperó pacientemente a que terminaran de hablar y, cuando lo hicieron y
se levantaron de sus asientos, se acercó rápidamente al chico. Los padres de
KyungSoo lo miraron al verlo pasar en su busca y no le quitaron los ojos de
encima cuando lo tomó de la mano y lo sacó de allí hasta que no estuvieron
fuera de su vista.
Silencio era lo único que había
entre ellos cuando salieron a la calle, a pesar de que ChanYeol quería una
explicación. De hecho, estaba a punto de pedirla cuando vio las lágrimas
asomando a los ojos del menor y no pudo evitar estrechar su pequeño cuerpo
entre sus brazos.
—Lo siento, Yeol, lo siento mucho —sollozó—.
Te juro que no quería hacerlo… pero ellos estaban hablando de SeHun y de ZiTao,
de que se merecían lo que había ocurrido y yo simplemente… actué sin pensar —KyungSoo
se abrazó fuertemente a su cuerpo—. Lo siento tanto, Yeol. No quería
decepcionarte. No quería romper mi promesa.
ChanYeol apretó fuertemente el
cuerpo de KyungSoo entre sus brazos y suspiró, calmándose antes de decir:
—No estoy decepcionado… solo estaba
preocupado por ti.
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