Título: L.O.V.E.
Autora: Riz Aino
Pareja: MiMoSa (Mina x Momo x Sana) (TWICE)
Clasificación: PG–13 | R
Géneros: AU, romance, fluff, humor, drama, smut
Número de
palabras: 3.394 palabras
Resumen: ¿qué significa el amor para la japan-line de TWICE?
Aclaraciones: no se trata de una historia lineal, solo son algunas
pequeñas situaciones pertenecientes a diferentes historias que no tienen nada
que ver.
Advertencias: algunas de las mini-historias pueden contener cosas
pervertidas.
Notas: historia escrita por el cumpleaños de mi preciosa
Sandra Mo, que espero que siga siendo igual de preciosa siempre. ¡Te quiero, mi
amor! ♥
Comentario de
autora: quería escribirte
algo, pero no sabía qué era lo que podía hacerte más ilusión, entonces recordé
que tú por las Tuaisu matas (?) y pensé que algo de ellas tenía que ser la
solución a todos mis quebraderos de cabeza XD ¡Espero que te guste!
El amor.
El amor es definido por
el diccionario como el sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su
propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser;
también, como el sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y
que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da
energía para convivir, comunicarnos y crear. Pero… el amor no significa lo
mismo para todas las personas, el amor es completamente diferente según quienes
lo experimentan, según las circunstancias... hay miles de millones de tipos de
amor, tantos como personas hay en el mundo.
Entonces... ¿Qué es lo que
significa el amor para Momo, Sana y Mina?
Lust
La habitación se
encontraba a oscuras casi en su totalidad, solo las pequeñas rendijas de la
persiana sin terminar de bajar dejaban pasar un poco de la luz blanca de las
farolas en el exterior, pero con éstas no era suficiente para poder apreciar en
conjunto la escena que se desarrollaba sobre la gran cama de matrimonio. Solo se
podían apreciar tres figuras sobre el colchón, a veces moviéndose con algo de
celeridad, otras veces dedicándose a marcar un ritmo lento. Tampoco se
escuchaba demasiado, solo algunas respiraciones aceleradas, algunos gemidos débiles,
algunas risitas de complicidad… pero en general, la habitación del hotel que
habían alquilado con el dinero de las tres, no era nada ruidosa.
Sana apretó las sábanas
en sus manos y encogió los dedos de sus pies. Su cabeza se inclinó hacia atrás
contra la almohada y sus talones se hundieron en el colchón a la vez que su
espalda se arqueaba levemente y sus labios dejaban escapar un gemido débil,
pero profundo, cuando el orgasmo le sobrevino aquella vez. Durante unos
segundos, su mente se quedó en blanco y en sus ojos podía ver luces brillando
que no se encontraban allí, mientras trataba de regular su respiración a un
ritmo normal. Aquella era la segunda vez en esa noche que experimentaba unas
sensaciones tan magníficas y estaba completamente segura de que no iba a ser la
última.
Cuando pudo volver a la
realidad, se encontró viendo cómo sus dos amigas, las dos que la habían
arrastrado allí en un primer momento para que cumpliera su promesa, se besaban
profundamente mientras sus manos no paraban quietas sobre el cuerpo ajeno. Sana
al principio se había negado a cumplir con la promesa que les había hecho a
ambas un día que estaba demasiado borracha, pero ahora que estaba allí y que
había experimentado todo aquello, no tenía ningún arrepentimiento.
Las chicas dejaron de
besarse, separándose con un sonido de succión que Sana se había acostumbrado a
escuchar en esa noche, y se giraron hacia ella. Tanto Mina como Momo la habían
hecho pasar unas horas increíbles y estaba agradecida y avergonzada, porque no
sabía realmente cómo iba a mirar a la cara a sus dos amigas una vez finalizara
aquella lujuriosa noche, no sabía cómo iba a comportarse con ellas después de
que ambas le hubieran hecho perder la virginidad. Siempre había sentido algo
por ellas. Cariño por llevar toda la vida juntas, por ser amigas desde siempre,
por haber compartido los momentos importantes. Eso era lo que la chica se había
dicho desde el primer momento… pero después de aquello, ya no tenía nada claro.
No sabía si lo que sentía por ellas era cariño o era amor.
Se sentía muy confusa
por aquel tema y no sabía cómo iba a poder solucionarlo sin que alguna pudiera
salir herida.
Sana no pudo darle
muchas vueltas al tema, porque antes de que pudiera recobrar del todo la
cordura, los labios y las manos de las chicas ya se encontraban de nuevo sobre
su cuerpo, tocando y besando cada trozo de piel que tenían a su alcance. La chica
sintió sus roces como fuego contra su piel y notó cómo volvía a sentir aquella anticipación
a lo que iba a suceder justo después.
Fue Mina esta vez la
que trazó un camino de besos descendente por su cuerpo hasta llegar a su
entrepierna y también, la que aquella vez se encargó de tocarla profundamente
mientras Momo la estimulaba de otras maneras. Las dos chicas se habían estado
intercambiando los papeles toda la noche para hacerla sentir bien de todas las
maneras posibles y Sana se sentía en el paraíso una y otra vez sin poder dejar de
jadear débilmente a pesar de que no estaba realizando ningún esfuerzo físico.
Cuando a veces su mente
se clarificaba durante algunos momentos, pensaba en lo que sería de ellas tres
después de esa noche, pero solo eran pequeños momentos de lucidez que no
tardaban en ser sofocados entre inmensas sensaciones enviadas a través de su
sistema nervioso que solo la invitaban a disfrutar de todo sin plantearse nada.
Disfrutar del amor que estaba recibiendo por parte de Momo y Mina, disfrutar de
lo que tenía en ese momento, disfrutar hasta que todo se hiciera añicos o se
envolviera en fuego antes de consumirse y que solo quedaran las cenizas.
Aquel amor solo estaba
compuesto de lujuria… y la lujuria nunca había sido un sentimiento demasiado
duradero…
Oportunity
Mina se encontraba
encaramada encima de una verja, haciendo todo tipo de equilibrios para no
caerse de ella, intentando sujetarse lo mejor que podía a los barrotes sin
hacerse daño con las afiladas puntas que coronaban aquella verja que la
separaba de la persona que más quería. Gracias a su habilidad escurridiza,
adquirida a lo largo de los años, la chica pudo finalmente alcanzar la parte de
arriba de la verja y comenzó a descender rápidamente por el otro lado, cayendo
dentro de la propiedad que acababa de asaltar por la puerta trasera. Generalmente
había muchos guardias de seguridad en todos los puntos de acceso a la gran casa
de los Minatokazi, pero aquel día era diferente y solo quedaban un par de ellos
en toda la casa. Aun sabiendo que era poco probable que la cazasen dentro de
aquellos dominios, Mina corrió lo más rápido que pudo hasta ponerse al amparo
del edificio y luego fue rodeando la casa hasta que llegó al lugar que quería.
Esa mañana había
hablado con Sana y ésta le había comentado que por fin iban a tener una
oportunidad de verse después de bastante tiempo, ya que sus padres se iban a
una importante reunión de yakuzas y
su casa iba a dejar de ser un búnker bien vigilado. Mina se alegró de poder
volver a verla muchísimo, así que, lo habían dispuesto todo para que la chica
pudiera entrar a la casa con suma facilidad una vez pudiera atravesar la verja
trasera.
Mina empujó con cuidado
la ventana que su chica le había dejado abierta con anterioridad y se coló en
la casa sin problema ninguno, cerrando una vez que estuvo en el interior. La chica
miró a un lado y a otro, buscando asegurarse de que no hubiera nadie por allí
cerca que la pudiera encontrar y después caminó rápidamente e intentando no
hacer ruido hasta que llegó a las escaleras que llevaban a la planta superior,
donde se encontraban todos los dormitorios y, especialmente, el de Sana. La chica
escuchó algunos pasos cerca del lugar, así que, se apresuró a subir las
escaleras y llegó a la planta de arriba sin ser captada por nadie.
La chica suspiró. Siempre
era complicado poder encontrarse porque ambas pertenecían a dos familias de yakuzas que habían comenzado un
enfrentamiento hacía solo unos pocos años por culpa de una traición. Antes de
eso, la familia Minatokazi y la Myoui se habían apoyado mutuamente en sus
negocios y Sana y Mina habían sido amigas desde siempre por tener edades
similares, habían crecido juntas y habían descubierto que se amaban. Sin embargo,
después de la traición, para poder seguir viéndose, habían tenido que remover
cielo y tierra y sus encuentros eran bastante escasos y algo peligrosos. No obstante,
ninguna de las dos se había rendido y habían buscado todo tipo de oportunidades
para poder encontrarse y continuar con aquella relación que había comenzado de
forma titubeante, pero que ambas habían conseguido que saliera adelante.
Mina continuó con su
periplo dentro de la casa que conocía casi tan bien como la suya propia y se
dirigió hacia el ala este, donde se encontraba la habitación de Sana. Ya no
estaba muy lejos, solo unos metros más y estaría a salvo entre los brazos de su
chica, así que, avanzó rápidamente hasta la puerta y la golpeó suavemente con
sus nudillos, rezando porque nadie más que ella escuchara su llamada. No tuvo
que esperar más que un par de segundos para que la puerta se abriera rápidamente
y la mano de su chica la agarrara de la camiseta y la introdujera con celeridad
en el dormitorio. La puerta fue cerrada con pestillo inmediatamente, para no
ser molestadas en ningún momento y Mina se vio rodeada por unos cálidos brazos
que hacían que todos aquellos riesgos por verse merecieran totalmente la pena.
—Te he echado tanto de
menos —le susurró, abrazándola fuertemente contra su pecho—. Necesitaba verte
pronto, sentía que cada día que pasaba separada de ti moría un poco por dentro.
—Yo también te he
echado muchísimo de menos —respondió Mina, con una sonrisa de felicidad en su
rostro porque por fin estaban juntas de nuevo—. Ojalá hubiera más reuniones
como esta para tener más oportunidades de vernos.
Aquel amor estaba
basado en pequeñas oportunidades de encuentros, pero quizás, porque no podían
verse de forma tan seguida, la llama de éste no se extinguiría pronto.
Vicrtory
—Bien, chicas —llamó
JiSoo, la líder del equipo de animadoras—. Tenemos que animar muy fuerte para
que los chicos ganen este partido.
—Es la final, así que
nada puede salir mal —recordó NaYeon.
Todas asintieron, sabían
que aquel partido era el más importante de la temporada y JYP tenía que salir
victorioso sí o sí. Momo miró a su alrededor, a sus ocho compañeras. Todas estaban
muy serias porque la situación lo requería, pero había alguien que estaba mucho
más seria que de costumbre: Mina. No es que la chica siempre fuera un par de
castañuelas, pero generalmente, cuando estaban todas juntas no tenía aquella
expresión en su rostro, esa expresión la guardaba para las demás personas, pero
no para ellas, y menos para Momo. La mayor pensó que quizás se debiera a la
tensión por el partido, así que, si cuando todo terminara seguía de aquella
forma, se acercaría a la chica para ver qué le pasaba.
JeongYeon fue la
primera en colocar su mano en el centro del círculo que estaban formando y las
demás fueron poniendo las suyas una detrás de otra hasta que estuvieron todas. Momo
fue la última en hacerlo porque todavía seguía observando la seriedad de Mina,
pero cuando todas gritaron “Fighting!” al unísono, se unió al coro de voces y
luego corrió hacia la pista, donde un estadio lleno de padres que deseaban ver
a sus hijos alzarse con la copa del torneo esperaban que salieran al campo a
animar a su equipo.
Las chicas presentaron
una de las coreografías que habían preparado para aquel evento con la música
siendo ensordecida por los gritos de los espectadores y tras esto se colocaron
en la salida de los vestuarios haciendo un pasillo para que los jugadores de JYP
salieran uno tras otro al campo mientras ellas los animaban con gritos y
moviendo los pompones. Momo tenía justo
en frente a Mina, como siempre, pero ésta, en vez de sonreírle ampliamente,
como era costumbre, siguió con su rostro serio mirando a la nada, pero aun así,
haciendo lo que debía, agitar los pompones y dar saltos. Era un poco
preocupante aquello, nunca se había comportado así.
Momo decidió que en
lugar de esperar a que el partido finalizase, hablaría con ella en cualquier
oportunidad que tuviera para hacerlo. Sin embargo, aquella oportunidad no
llegaba.
Primero fue DaHyun la
que la hizo sentarse junto a ella en el banco que tenían reservado, muy lejos
de Mina como para siquiera intentar establecer una conversación; después fue
Sana, colgándose de su brazo cada dos por tres y restringiendo sus movimientos
cada vez que intentaba acercarse a la otra chica. ChaeYoung también se pasó
todo el partido junto a ella, celebrando cada punto que metía su equipo dándole
una palmada en el muslo, haciendo creer a la mayor que jamás volvería a
circularle la sangre correctamente en la pierna izquierda. Y por último, fue
Tzuyu la que se pasó el partido enganchada a Mina, sin soltarla ni un solo
segundo, imposibilitando cualquier acercamiento por su parte.
Momo se sentía tan
paranoica por todo aquello que incluso pensó que sus amigas tenían algún tipo
de complot en contra de ella, pero seguramente solo fuera su imaginación, que
le jugaba malas pasadas solo porque no
podía estar junto a Mina cuando quería.
Finalmente, los últimos
minutos del partido llegaron. Su equipo iba perdiendo por poco, pero los chicos
no se iban a rendir hasta el final, porque ese era su lema y porque llevaban
currándoselo toda la temporada y no podían echar todo por la borda en el último
momento. Las chicas se levantaron todas a la vez y se colocaron en la banda del
campo para comenzar a animarlos más ferozmente de lo que lo habían estado
haciendo durante todo el partido, deseando que todos los esfuerzos que habían
realizado se convirtieran en éxito.
Los minutos pasaron,
lentos como si fueran horas… y JYP pudo finalmente ponerse por delante justo
antes de que el encuentro finalizara.
Las gradas se pusieron
en pie, los miembros del equipo corrieron a tirarse encima del chico que había
anotado el último tanto y las animadoras no pudieron evitar saltar de alegría y
buscarse las unas a las otras para abrazarse. Momo miró a su alrededor,
buscando a Mina, y hallándola a pocos centímetros de ella, con una sonrisa
enorme ocupando su rostro. Momo se sintió aliviada al verla sonreír y le quiso
preguntar qué era lo que le había pasado antes, pero no pudo, porque los labios
ajenos se estrellaron contra los suyos y ella no pudo hacer más que responder
al beso y sonreír.
Momo sintió que su
amor, como aquel partido, había salido victorioso, y le dio igual que el fotógrafo
de la escuela les hiciera una foto que luego acompañó en la portada a la
noticia de la victoria de su equipo, porque por fin Mina había dejado de esconderse
de todos.
Emotion
La gran casa se sentía
vacía desde que ella se había ido. Ya no había risas ni juegos, ya no había
nadie por quién esperar, nadie a quien acompañar en su día a día y Sana se sentía
sola y desanimada desde entonces. Quizás no era correcto que se sintiera de esa
forma, quizás ni siquiera hubiera sido correcta la forma en la que ambas se habían
tratado desde el principio, quizás lo mejor que podía hacer ella era olvidarlo
todo y dejarlo atrás. Y sin embargo, a pesar de que sabía que eso sí era lo
correcto, era lo único que la sirvienta no podía hacer. Echaba muchísimo de
menos a su dama, a la chica con la que prácticamente había crecido y con la que
había ido descubriendo el mundo poco a poco, echaba de menos a Momo… pero no
había ningún modo de recuperarla.
Solo hacía unos meses
que todo había comenzado. Momo pertenecía a una de las grandes familias de la
corte real, su padre era un importante miembro del consejo del rey y solo había
sido cuestión de tiempo que la hermosa hija de los Hirai fuera reclamada para
ser una de las candidatas a ser la esposa del príncipe heredero. Momo nunca había
querido entrar en esa selección de jóvenes, ella solo amaba las artes, la
danza, la lectura… pero nunca estuvo en su mano tomar tal decisión. Ahora Momo
se encontraba en el palacio, muy lejos de ella, sin poder siquiera tener acceso
a volver a verla porque jamás la dejarían poner un pie fuera del recinto
palacial y a ella jamás la dejarían poner uno dentro de aquellos muros.
Sana sabía que su dama
había sido elevada a la más alta posición que podía aspirar, que aquello era
todo un logro para su familia, para el ascenso social, para que en la casa en
la que servía no se volvieran a sufrir ningún tipo de penalidades, pero eso no
era algo que le pudiera provocar alegría, ya que el único motivo por el cual
sonreía cada día era Momo y Momo iba a ser muy infeliz en palacio, alejada de
sus seres queridos.
En lo más profundo de
su corazón, Sana albergaba la esperanza de que la joven también la estuviera
extrañando a ella, pero era algo estúpido pensar así. Probablemente, todo lo
que habían vivido juntas no había significado nada para su dama, probablemente,
Sana no hubiera dejado ninguna marca en el corazón de Momo, al contrario de lo
que había sido para ella, ya que su dama se había incrustado en lo más profundo
de su alma. Quizás fuera mejor así, para que no sufriera lo mismo que ella
estaba sufriendo, pero muy en el fondo, Sana quería pensar que en algún
momento, Momo había sentido algo por ella.
Momo caminaba bajo la
luz de la Luna por el patio delantero del pabellón del palacio que le había
sido cedido como sus aposentos, el lugar en el que viviría por el resto de sus
días hasta que falleciera y que solo abandonaría cuando el futuro rey se lo
pidiera. Aquel era su hogar ahora y la joven no tenía manera de volver el
tiempo hacia atrás para no ser elegida y tener que seguir ese destino que no
deseaba. Lo único que Momo deseaba era poder regresar a casa, al lugar al que sí
pertenecía, el sitio en el que se encontraba su familia y en el que había
alguien que la estaría esperando.
Sana. La echaba tanto
de menos. No había pasado ni una sola noche en palacio en la que no recordara
las veces que ambas habían compartido su lecho y habían dormido la una en los
brazos de la otra. Sentía tanto tener que haberla dejado atrás de aquella
forma, sin siquiera haber podido despedirse de ella de la forma correcta… pero
ni siquiera había algo que pudiera hacer. Las separaban los gruesos muros de
palacio y la sólida guardia real que no dejarían a ningún extraño entrar en
palacio ni a ella salir de allí. Momo se encontraba en una gran encrucijada y
no había ninguna salida posible para ella, porque a partir de aquel entonces,
ya no formaba parte de la sociedad, simplemente se encontraba alejada de todo…
incluso de la persona que más amaba.
Momo sintió cómo algo
se clavó en lo más profundo de su corazón, como si fuera una flecha bien
afilada que entró directamente en su órgano y lo retorció. Nunca más sería
capaz de ver a Sana
.
La joven intentó
respirar hondo, intentó desechar aquella percepción, pero no pudo hacerlo porque
el intenso amor que había compartido con Sana había estado cargado de emociones
y de sentimientos que no había podido contener en ningún momento. No podría
olvidar a Sana jamás, no podría hacer como si su amor no hubiera existido… Momo
no podría sacar a la chica de su mente nunca.
No soy fan de Twice, en realidad no les he escuchado pero reconozco a Momo (y entiendo lo guapa que es) ya por ella debería stannearlas. El caso es que, curiosidad supongo, o impulso, no sé bién, vine a leer y puffff que precioso todo. Aunque son drabbles diferentes, se sienten hechos con el mismo ritmo, impregnados con el mismo sentimiento. Se desenvuelven de una manera que me parece fluida y poética, incluso el primero.
ResponderEliminarA veces, aunque no sigas a un grupo, si tienes ganas de leer algo, todo lo que venga es bueno ^^ Me alegra mucho que se vea cumplido el objetivo final que quería cuando hice esta colección, porque quería que todo tuviera el mismo ritmo y los mismos sentimientos porque a fin de cuentas todo forma parte de una misma idea. Muchas gracias por leer y comentar <3
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