Título: breathless
Autora: Riz Aino
Parejas: JunRie (Rie + Junji)
(OnlyOneOf)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, drama, fluff
Número de palabras: 2.036 palabras
Resumen: Sungho y Junhyung se
quedan sin aliento estando el uno con el otro.
Notas: historia escrita por los 1111 días de
OnlyOneOf, que era una cifra tan genial y perfecta que no podía dejar de
utilizar. Ojalá OOO siga brillando hasta los 2222 o los 3333 días para poder
seguir haciendo historias por esos días.
Comentario de autora: cuando pensé
en esta historia veraniega estábamos en pleno invierno y no encontré la vibra
que debía para escribirla, en cuanto llegó el calor, lo único en lo que pude
pensar fue en ella y hacerla. Espero que os guste.
Sungho no había visto nunca en su
vida a Junhyung llorar de aquella forma, sus ojos hinchados inundados en
lágrimas, sus mejillas llenas de surcos de lágrimas secas, su nariz roja y sus
labios temblando, tratando de contenerse de seguir llorando, sorbiendo los
mocos que trataban de resbalarse de su nariz. Se le partió el corazón a ver a
Junhyung de esa manera y lo único que pudo hacer fue correr hacia él, salvando
la poca distancia que los separaba y abrazándolo con fuerza, sosteniendo los
pedazos que amenazaban con desmoronarse del chico, temiendo que, si no lo
sostenía con fuerza, éste se terminara de romper. Junhyung se agarró a él como
si fuera su salvavidas, hundiendo sus dedos en su cintura, abrazándolo tan
fuerte y apretándolo contra su cuerpo que Sungho casi se quedó sin respiración,
sintiendo cómo el menor dejaba caer su cabeza sobre su hombro y seguía
llorando, temblando entre sus brazos, mojando su camiseta con sus lágrimas y
sollozando sin poder parar. Sungho no sabía qué era lo que le había podido
pasar, solo había respondido a la llamada desesperada de Junhyung y había
corrido hacia aquella playa, buscándolo hasta hallarlo de aquella forma,
llorando desconsoladamente, mecido por la brisa marina y con el claro y azul
mar a sus espaldas.
—Ya está… ya está… —murmuró Sungho
contra su oído, acariciando su espalda, tratando de consolarlo de alguna
forma—. Estoy aquí, no va a pasar nada, ya estoy aquí contigo.
Junhyung sollozó de nuevo y se
abrazó aún más fuerte a su cuerpo, cerrando sus manos en puños, agarrando la
tela de la camiseta de Sungho, arrugándola y el mayor solo pudo seguir
acariciando su espalda, su cabeza, enredando levemente sus dedos en el pelo
largo y rizado de Junhyung, susurrándole al oído palabras de ánimo a pesar de
que no sabía qué era lo que lo mantenía en aquel estado. No tenía ni idea de
qué era lo que le había podido pasar porque era la primera vez que lo veía de
aquella forma en los cinco años que llevaban conociéndose y no se le ocurría
qué era lo que había sido. No obstante, aunque no lo supiera, él estaría allí,
abrazándolo con toda la fuerza del mundo hasta que Junhyung se calmara lo
suficiente como para contarle qué había sucedido y si no se lo contaba, tampoco
pasaba nada, seguiría apoyándolo y consolándolo hasta que el menor estuviera un
poco mejor sin reservas, sin preguntas que lo pudieran presionar, solo estando
allí para él, para que se agarrase fuertemente a él, para sostenerlo entre sus
brazos y recoger sus pedazos rotos antes de que se cayesen y perdiesen entre la
arena blanca de la playa… porque para eso estaban los amigos… aunque Sungho
hubiera querido ser algo más que su amigo durante mucho tiempo, se conformaba
con poder estar con él de aquel modo, apoyándolo, estando a su lado, siendo la
primera persona a la que Junhyung había llamado para que fuera junto a él
cuando estaba en aquel estado.
Las olas rompiendo contra la costa,
el graznido de las gaviotas, los sollozos de Junhyung y sus susurros fueron la
banda sonora de aquel fuerte abrazo cuyo tiempo fue imposible de medir a través
de los métodos conocidos. Duró lo suficiente como para que Junhyung se fuera
calmando poco a poco hasta que dejó de llorar y finalmente se comenzó a separar
de Sungho, no demasiado, solo lo necesario para limpiarse las lágrimas con la
manga de su camisa verde de cuadros, refregándose los rojos e hinchados ojos
con ella.
—¿Mejor? —no pudo evitar preguntar
Sungho, llevando después su mano izquierda al rostro de Junhyung para
delicadamente terminar de limpiar los restos de lágrimas de éste. El menor
abrió la boca para responderle, pero al abrirla y cerrarla varias veces,
inspirando hondo, llenándosele los ojos de lágrimas de nuevo, simplemente acabó
asintiendo—. Vale… ¿quieres que nos sentemos un poco mirando al mar para que
termines de relajarte? —Junhyung le dedicó una pequeña sonrisa y después volvió
a asentir.
Sungho le respondió a su sonrisa con
otra y lo ayudó a sentarse sobre la arena seca, mirando al mar, dejándose caer
a su lado, pegándose a su cuerpo y abrazando su cintura para seguir siendo un
pequeño apoyo moral para el chico. Junhyung apoyó su cabeza sobre su hombro y
cerró los ojos, suspirando profundamente y dejándose arrullar por el sonido de
las olas rompiendo contra la costa, que rompían el silencio que se había
instalado entre ellos y que Sungho no se atrevía a romper con palabrería, no
ahora que Junhyung había dejado de llorar y estaba mucho más calmado y
tranquilo, simplemente estando allí hasta que éste decidiera o pudiera hablar,
el tiempo deteniéndose entre ambos y no existiendo absolutamente nada más a su
alrededor.
—Hyung… —murmuró Junhyung, de una
forma tan suave que su voz casi fue llevada por el viento—. Gracias por… por haber
venido… sin cuestionar nada y… solo abrazándome y… yo… gracias… yo… aunque tú… —Junhyung
sollozó entre las palabras y comenzó a llorar de nuevo, esta vez alejándose de
su cuerpo y hundiendo su rostro entre sus manos.
—Junhyung… —lo llamó él, de la forma
más dulce que supo—. Junhyung mírame —le pidió, pero éste siguió ocultando su
rostro, llorando, negando con su cabeza—. Sabes perfectamente que no tienes
nada que agradecerme… soy tu amigo, siempre estaré aquí para ti…
—No es verdad… —murmuró Junhyung,
provocando que Sungho frunciera su ceño, confuso—. No lo es… no estarás aquí…
siempre…
—¿Por qué dices eso? —le preguntó,
todavía más confuso.
—Yongsoo me lo… ha contado… Yongsoo…
—el chico se detuvo unos momentos para inspirar hondo un par de veces antes de
continuar—. Yongsoo me ha… contado que… te ibas… a Seúl… un trabajo… y no… ibas
a… no… hyung… no ibas a estar… más aquí…
Sungho parpadeó varias veces,
rápidamente, tratando de procesar lo que acababa de escuchar, no pudiendo
evitar que una pequeña risa acabara escapándose de sus labios ante lo absurdo
de la situación. Era verdad que había recibido una oferta de trabajo de la
capital, de la misma forma que había fallado estrepitosamente en la entrevista
y le habían dicho que no contarían con él. No era la primera vez que le pasaba,
había ido a demasiadas entrevistas en varias partes del país y en ningún lugar
finalmente lo habían aceptado, aquel empleo en la capital lo había emocionado
un poco y se lo había contado a Yongsoo porque éste había estado con él en el
momento de la llamada, pero no se lo había dicho a Junhyung porque éste estaba
estresado estudiando para los exámenes de la facultad y no había querido
distraerlo con aquello porque de todas formas, aunque hubiera conseguido el
trabajo, habría ido a casa todos los fines de semana porque no creía que
pudiera estar demasiado tiempo separado de Junhyung. Claro que, este no sabía
qué era lo que le pasaba por la cabeza, además de no tener ni idea de lo de la
entrevista ni de lo de que había fallado ni de que no podía estar separado de
él y tenía derecho a estar triste por ello. Sungho abrió sus ojos como platos
ante el último pensamiento que había tenido. No podía ser verdad… no podía ser
cierto que el motivo por el que Junhyung estaba tan destrozado y llorando de
aquella forma fuera porque había pensado que no iba a estar mas a su lado… no…
eso no podía ser verdad… no obstante, Sungho tenía que preguntar.
—Junhyung… ¿es por eso que estás
llorando? —le preguntó, pero el chico no le contestó, así que decidió
continuar—. No es verdad que me vaya a ir a la capital y que no esté aquí —le
dijo, provocando que Junhyung girara la cabeza levemente en su dirección y uno
de sus gatunos ojos apareciera entre sus dedos, observándolo—. Es verdad que
recibí una oferta de trabajo, pero también lo hice fatal en la entrevista y no
me cogieron —le contó—, pero si por algún casual, me hubieran cogido, habría
venido todos los fines de semana para estar contigo porque no creo que pudiera
estar muchos días sin verte.
Sungho esbozó una pequeña sonrisa al
decir aquello y esperó que sus sentimientos por el menor no se hubieran visto
totalmente expuestos con aquella perorata porque, aunque la forma en la que
Junhyung estaba le daba algunas esperanzas sobre que el chico pudiera sentirse
de una forma similar a la que él se sentía, no creía que pudiera ser posible,
que aquello fuera la realidad.
—Junhyung… —lo volvió a llamar, esta
vez llevando sus manos hasta el rostro del chico y tomando sus manos entre las
suyas para retirarlas de su cara, sin que este opusiera ninguna resistencia.
—Hyung… —susurró Junhyung, con las
lágrimas corriendo de nuevo por sus mejillas, sus ojos vidriosos que lo miraban
fijamente—. Hyung… yo… te quiero…
Junhyung dijo aquellas palabras,
aquellas palabras que provocaron que en el pecho de Sungho revolotearan unas
cuantas mariposas, pero antes de que pudiera reaccionar debidamente a ellas,
preguntar a qué se refería exactamente, cuál era su significado para estar completamente
seguro, Junhyung lo sacó de toda duda con sus acciones. Llevó sus manos al
rostro de Sungho y se acercó rápidamente a su rostro, uniendo sus labios en un
intenso beso que le mojaba las mejillas al mayor y que sabía a salado, un beso
que se alargó durante varios minutos porque correspondió gustosamente, moviendo
sus labios a la par que los de Junhyung, hasta que ambos tuvieron que
separarse, faltos de aire, respirando entrecortado, Sungho sin poder dejar de
sonreír ante aquello. Ni en sus más fantasiosos sueños había pensado que
Junhyung sintiera algo por él, algo como lo que él sentía por el menor, algo
que lo hacía levitar, que le provocaba mariposas y que lo dejaba sin
respiración.
—Junhyung… —murmuró, llevando sus
manos a su rostro de nuevo, limpiando las lágrimas que no dejaban de correr por
sus mejillas—. Junhyung no llores… no me voy a ir a ninguna parte… y yo también
te quiero mucho… ¿vale? No llores… no llores…
Junhyung asintió a sus palabras,
pero sus lágrimas no cesaron y al final, Sungho acabó acercándose más a él para
abrazarlo con fuerza, apretándolo contra su cuerpo, sintiendo cómo las manos
del menor se aferraban de nuevo a su camiseta como si esta fuera lo único que
lo mantenía a salvo, arrugando la tela entre sus dedos, hundiendo su rostro en
su cuello y escuchándolo murmurar mientras sollozaba que pensaba que lo había
perdido para siempre, que se iba a ir y lo iba a dejar atrás, que no lo quería
y que simplemente iba a desaparecer de su vida y por eso se había puesto a
llorar de aquella forma y que en aquellos momentos no lloraba porque estuviera
triste, sino que lloraba de felicidad. Sungho murmuraba sus respuestas a todo
aquello y acariciaba levemente su espalda, entremezclando sus dedos en su
cabello rizado con una sonrisa que no podía borrar de sus labios, porque la
realidad era muchísimo mejor que los sueños y porque, sin importar lo que
pasase, él seguiría al lado de Junhyung todo el tiempo que éste lo dejara,
deseando compartirlo todo con él y queriendo muchos más de aquellos besos que
lo dejaban sin respiración, aunque esperando que estos no supieran salados otra
vez.
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