domingo, 12 de junio de 2022

[One Shot] breathless {JunRie}

Título: breathless

Autora: Riz Aino

Parejas: JunRie (Rie + Junji) (OnlyOneOf)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, romance, drama, fluff

Número de palabras: 2.036 palabras

Resumen: Sungho y Junhyung se quedan sin aliento estando el uno con el otro.

Notas: historia escrita por los 1111 días de OnlyOneOf, que era una cifra tan genial y perfecta que no podía dejar de utilizar. Ojalá OOO siga brillando hasta los 2222 o los 3333 días para poder seguir haciendo historias por esos días.

Comentario de autora: cuando pensé en esta historia veraniega estábamos en pleno invierno y no encontré la vibra que debía para escribirla, en cuanto llegó el calor, lo único en lo que pude pensar fue en ella y hacerla. Espero que os guste.

 


            Sungho no había visto nunca en su vida a Junhyung llorar de aquella forma, sus ojos hinchados inundados en lágrimas, sus mejillas llenas de surcos de lágrimas secas, su nariz roja y sus labios temblando, tratando de contenerse de seguir llorando, sorbiendo los mocos que trataban de resbalarse de su nariz. Se le partió el corazón a ver a Junhyung de esa manera y lo único que pudo hacer fue correr hacia él, salvando la poca distancia que los separaba y abrazándolo con fuerza, sosteniendo los pedazos que amenazaban con desmoronarse del chico, temiendo que, si no lo sostenía con fuerza, éste se terminara de romper. Junhyung se agarró a él como si fuera su salvavidas, hundiendo sus dedos en su cintura, abrazándolo tan fuerte y apretándolo contra su cuerpo que Sungho casi se quedó sin respiración, sintiendo cómo el menor dejaba caer su cabeza sobre su hombro y seguía llorando, temblando entre sus brazos, mojando su camiseta con sus lágrimas y sollozando sin poder parar. Sungho no sabía qué era lo que le había podido pasar, solo había respondido a la llamada desesperada de Junhyung y había corrido hacia aquella playa, buscándolo hasta hallarlo de aquella forma, llorando desconsoladamente, mecido por la brisa marina y con el claro y azul mar a sus espaldas.

 

            —Ya está… ya está… —murmuró Sungho contra su oído, acariciando su espalda, tratando de consolarlo de alguna forma—. Estoy aquí, no va a pasar nada, ya estoy aquí contigo.

 

            Junhyung sollozó de nuevo y se abrazó aún más fuerte a su cuerpo, cerrando sus manos en puños, agarrando la tela de la camiseta de Sungho, arrugándola y el mayor solo pudo seguir acariciando su espalda, su cabeza, enredando levemente sus dedos en el pelo largo y rizado de Junhyung, susurrándole al oído palabras de ánimo a pesar de que no sabía qué era lo que lo mantenía en aquel estado. No tenía ni idea de qué era lo que le había podido pasar porque era la primera vez que lo veía de aquella forma en los cinco años que llevaban conociéndose y no se le ocurría qué era lo que había sido. No obstante, aunque no lo supiera, él estaría allí, abrazándolo con toda la fuerza del mundo hasta que Junhyung se calmara lo suficiente como para contarle qué había sucedido y si no se lo contaba, tampoco pasaba nada, seguiría apoyándolo y consolándolo hasta que el menor estuviera un poco mejor sin reservas, sin preguntas que lo pudieran presionar, solo estando allí para él, para que se agarrase fuertemente a él, para sostenerlo entre sus brazos y recoger sus pedazos rotos antes de que se cayesen y perdiesen entre la arena blanca de la playa… porque para eso estaban los amigos… aunque Sungho hubiera querido ser algo más que su amigo durante mucho tiempo, se conformaba con poder estar con él de aquel modo, apoyándolo, estando a su lado, siendo la primera persona a la que Junhyung había llamado para que fuera junto a él cuando estaba en aquel estado.

 

            Las olas rompiendo contra la costa, el graznido de las gaviotas, los sollozos de Junhyung y sus susurros fueron la banda sonora de aquel fuerte abrazo cuyo tiempo fue imposible de medir a través de los métodos conocidos. Duró lo suficiente como para que Junhyung se fuera calmando poco a poco hasta que dejó de llorar y finalmente se comenzó a separar de Sungho, no demasiado, solo lo necesario para limpiarse las lágrimas con la manga de su camisa verde de cuadros, refregándose los rojos e hinchados ojos con ella.

 

            —¿Mejor? —no pudo evitar preguntar Sungho, llevando después su mano izquierda al rostro de Junhyung para delicadamente terminar de limpiar los restos de lágrimas de éste. El menor abrió la boca para responderle, pero al abrirla y cerrarla varias veces, inspirando hondo, llenándosele los ojos de lágrimas de nuevo, simplemente acabó asintiendo—. Vale… ¿quieres que nos sentemos un poco mirando al mar para que termines de relajarte? —Junhyung le dedicó una pequeña sonrisa y después volvió a asentir.

 

            Sungho le respondió a su sonrisa con otra y lo ayudó a sentarse sobre la arena seca, mirando al mar, dejándose caer a su lado, pegándose a su cuerpo y abrazando su cintura para seguir siendo un pequeño apoyo moral para el chico. Junhyung apoyó su cabeza sobre su hombro y cerró los ojos, suspirando profundamente y dejándose arrullar por el sonido de las olas rompiendo contra la costa, que rompían el silencio que se había instalado entre ellos y que Sungho no se atrevía a romper con palabrería, no ahora que Junhyung había dejado de llorar y estaba mucho más calmado y tranquilo, simplemente estando allí hasta que éste decidiera o pudiera hablar, el tiempo deteniéndose entre ambos y no existiendo absolutamente nada más a su alrededor.

 

            —Hyung… —murmuró Junhyung, de una forma tan suave que su voz casi fue llevada por el viento—. Gracias por… por haber venido… sin cuestionar nada y… solo abrazándome y… yo… gracias… yo… aunque tú… —Junhyung sollozó entre las palabras y comenzó a llorar de nuevo, esta vez alejándose de su cuerpo y hundiendo su rostro entre sus manos.

            —Junhyung… —lo llamó él, de la forma más dulce que supo—. Junhyung mírame —le pidió, pero éste siguió ocultando su rostro, llorando, negando con su cabeza—. Sabes perfectamente que no tienes nada que agradecerme… soy tu amigo, siempre estaré aquí para ti…

            —No es verdad… —murmuró Junhyung, provocando que Sungho frunciera su ceño, confuso—. No lo es… no estarás aquí… siempre…

            —¿Por qué dices eso? —le preguntó, todavía más confuso.

            —Yongsoo me lo… ha contado… Yongsoo… —el chico se detuvo unos momentos para inspirar hondo un par de veces antes de continuar—. Yongsoo me ha… contado que… te ibas… a Seúl… un trabajo… y no… ibas a… no… hyung… no ibas a estar… más aquí…

 

            Sungho parpadeó varias veces, rápidamente, tratando de procesar lo que acababa de escuchar, no pudiendo evitar que una pequeña risa acabara escapándose de sus labios ante lo absurdo de la situación. Era verdad que había recibido una oferta de trabajo de la capital, de la misma forma que había fallado estrepitosamente en la entrevista y le habían dicho que no contarían con él. No era la primera vez que le pasaba, había ido a demasiadas entrevistas en varias partes del país y en ningún lugar finalmente lo habían aceptado, aquel empleo en la capital lo había emocionado un poco y se lo había contado a Yongsoo porque éste había estado con él en el momento de la llamada, pero no se lo había dicho a Junhyung porque éste estaba estresado estudiando para los exámenes de la facultad y no había querido distraerlo con aquello porque de todas formas, aunque hubiera conseguido el trabajo, habría ido a casa todos los fines de semana porque no creía que pudiera estar demasiado tiempo separado de Junhyung. Claro que, este no sabía qué era lo que le pasaba por la cabeza, además de no tener ni idea de lo de la entrevista ni de lo de que había fallado ni de que no podía estar separado de él y tenía derecho a estar triste por ello. Sungho abrió sus ojos como platos ante el último pensamiento que había tenido. No podía ser verdad… no podía ser cierto que el motivo por el que Junhyung estaba tan destrozado y llorando de aquella forma fuera porque había pensado que no iba a estar mas a su lado… no… eso no podía ser verdad… no obstante, Sungho tenía que preguntar.

 

            —Junhyung… ¿es por eso que estás llorando? —le preguntó, pero el chico no le contestó, así que decidió continuar—. No es verdad que me vaya a ir a la capital y que no esté aquí —le dijo, provocando que Junhyung girara la cabeza levemente en su dirección y uno de sus gatunos ojos apareciera entre sus dedos, observándolo—. Es verdad que recibí una oferta de trabajo, pero también lo hice fatal en la entrevista y no me cogieron —le contó—, pero si por algún casual, me hubieran cogido, habría venido todos los fines de semana para estar contigo porque no creo que pudiera estar muchos días sin verte.

 

            Sungho esbozó una pequeña sonrisa al decir aquello y esperó que sus sentimientos por el menor no se hubieran visto totalmente expuestos con aquella perorata porque, aunque la forma en la que Junhyung estaba le daba algunas esperanzas sobre que el chico pudiera sentirse de una forma similar a la que él se sentía, no creía que pudiera ser posible, que aquello fuera la realidad.

 

            —Junhyung… —lo volvió a llamar, esta vez llevando sus manos hasta el rostro del chico y tomando sus manos entre las suyas para retirarlas de su cara, sin que este opusiera ninguna resistencia.

            —Hyung… —susurró Junhyung, con las lágrimas corriendo de nuevo por sus mejillas, sus ojos vidriosos que lo miraban fijamente—. Hyung… yo… te quiero…

 

            Junhyung dijo aquellas palabras, aquellas palabras que provocaron que en el pecho de Sungho revolotearan unas cuantas mariposas, pero antes de que pudiera reaccionar debidamente a ellas, preguntar a qué se refería exactamente, cuál era su significado para estar completamente seguro, Junhyung lo sacó de toda duda con sus acciones. Llevó sus manos al rostro de Sungho y se acercó rápidamente a su rostro, uniendo sus labios en un intenso beso que le mojaba las mejillas al mayor y que sabía a salado, un beso que se alargó durante varios minutos porque correspondió gustosamente, moviendo sus labios a la par que los de Junhyung, hasta que ambos tuvieron que separarse, faltos de aire, respirando entrecortado, Sungho sin poder dejar de sonreír ante aquello. Ni en sus más fantasiosos sueños había pensado que Junhyung sintiera algo por él, algo como lo que él sentía por el menor, algo que lo hacía levitar, que le provocaba mariposas y que lo dejaba sin respiración.

 

            —Junhyung… —murmuró, llevando sus manos a su rostro de nuevo, limpiando las lágrimas que no dejaban de correr por sus mejillas—. Junhyung no llores… no me voy a ir a ninguna parte… y yo también te quiero mucho… ¿vale? No llores… no llores…

 

            Junhyung asintió a sus palabras, pero sus lágrimas no cesaron y al final, Sungho acabó acercándose más a él para abrazarlo con fuerza, apretándolo contra su cuerpo, sintiendo cómo las manos del menor se aferraban de nuevo a su camiseta como si esta fuera lo único que lo mantenía a salvo, arrugando la tela entre sus dedos, hundiendo su rostro en su cuello y escuchándolo murmurar mientras sollozaba que pensaba que lo había perdido para siempre, que se iba a ir y lo iba a dejar atrás, que no lo quería y que simplemente iba a desaparecer de su vida y por eso se había puesto a llorar de aquella forma y que en aquellos momentos no lloraba porque estuviera triste, sino que lloraba de felicidad. Sungho murmuraba sus respuestas a todo aquello y acariciaba levemente su espalda, entremezclando sus dedos en su cabello rizado con una sonrisa que no podía borrar de sus labios, porque la realidad era muchísimo mejor que los sueños y porque, sin importar lo que pasase, él seguiría al lado de Junhyung todo el tiempo que éste lo dejara, deseando compartirlo todo con él y queriendo muchos más de aquellos besos que lo dejaban sin respiración, aunque esperando que estos no supieran salados otra vez.

 

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