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sábado, 6 de mayo de 2023

[One Shot] History of KINGDOM (part II): The things I do... (only for you) {Vanthur}

Título: The things I do... (only for you)

Autora: Riz Aino

Pareja: Vanthur (Arthur + Ivan) (KINGDOM)

Clasificación: PG

Géneros: AU, romance, fluff, humor

Número de palabras: 1.050 palabras

Resumen: aunque su naturaleza tsundere le impida verbalizar lo mucho que Yunho quiere a Yoosung no duda en complacer todos sus deseos... incluso aunque estos sean un riesgo para su vida.

Notas: historia escrita usando las casillas del bingo “fluff”, “pollen allergy” y “Sakura tulip festival. Japan”.

Comentario de autora: siempre había tenido ganas de escribir algo muy fluffly de los dos y vi mi oportunidad con este bingo primaveral. Espero que os guste.

 

The things I do

only For you

 

¡ACHÚS!

 

El estornudo que le salió a Yunho de lo más profundo del alma se tuvo que escuchar en varios kilómetros a la redonda porque no solo su novio se giró hacia él, sino que lo hicieron también varias de las personas que estaban en los alrededores. Un poco avergonzado porque el volumen de su estornudo había sido tan fuerte que ahora lo estaba mirando mucha gente, Yunho notó cómo se le ponían las puntas de las orejas calientes y agachó su cabeza, abriendo su mochila y metiendo la cabeza en ella para esconderse de las miradas de la gente, además de rebuscar en ella un paquete de pañuelos desechables con el que poder limpiarse los mocos. Maniobrar con una mano para poder sujetar la mochila, levantarse la mascarilla y sonarse los mocos fue un poco complicado, pero para cuando lo hizo, unos momentos después, y se re-colocó de nuevo la mascarilla, guardándose el pañuelo sucio en el bolsillo de los pantalones, la gente ya había dejado de mirarlo, pero su novio seguía plantado ante él, con una expresión de preocupación en su adorable rostro.

 

¿Estás bien de verdad? le preguntó Yoosung. Podemos volver al hotel si esto es demasiado para ti.

Estoy bien, estoy bien respondió él, esbozando una sonrisa que esperó pudiera verse en sus ojos, el único rasgo de su cara que no quedaba cubierto por la mascarilla. Me he tomado la pastilla de la alergia antes de salir, un poco de polen y unos estornudos no me van a matar.

¿Seguro? inquirió el chico, no pareciendo muy seguro.

Segurísimo replicó. Si veo que no puedo más con ello, te aviso para que volvamos corriendo para el hotel, no te preocupes le dijo, tratando de tranquilizarlo.

 

Yoosung lo miró durante unos momentos fijamente, como si estuviese tratando de ver si lo que decía era verdad o mentira y Yunho le aguantó la mirada sin ningún problema hasta que su chico esbozó una sonrisa, encantado, y le tendió la mano para que siguieran caminando por el lugar. Yunho no pudo evitar que otra sonrisa se instalase en su rostro ante la adorabilidad que desprendía siempre su novio y tomó su mano, dejándose arrastrar por aquel campo lleno de preciosos tulipanes de mil y un colores que, en algún momento de la mañana, acabaría siendo la causa de su muerte.

 

Cuando Yunho había escuchado la propuesta que Yoosung le había hecho unos pocos días antes, no había dado crédito a lo que había oído, parpadeando de forma rápida una y otra vez, tratando de procesar las palabras de su novio. Porque este le había pedido nada más y nada menos que, ya que estarían en Tokio algunos días y era primavera, se acercasen al Sakura Tulip Festival y, a pesar de que se había quedado completamente paralizado durante unos momentos, sin saber qué hacer o qué decir, al final había acabado asintiendo y diciéndole a Yoosung que no había ningún problema y que podían ir. Obviamente Yunho no sabía en lo que se estaba metiendo porque no sabía prácticamente nada de inglés y cuando su chico le había dicho que era el “Sakura Tulip Festival” él había pensado en que habría alguna especie de festival por los cerezos, porque japonés sí que sabía lo suficiente como para saber que “sakura” significaba cerezo, una flor a la que no era tan alérgico, pero por alguna razón, su mente no había captado la palabra “tulip” en el nombre del festival al que su chico quería ir y cuando había llegado a aquel campo lleno de tulipanes, lo único que había podido hacer había sido colocarse una mascarilla y echarle ganas y fuerza de voluntad para no morirse allí mismo.

 

Porque Yunho era alérgico al polen, entre muchas otras cosas que tampoco venía al caso citar en aquellos momentos, y aunque las pastillas que se tomaba regularmente lo ayudaban bastante en su día a día, estar en un lugar en el que el polen abundaba en el ambiente no era lo más recomendable para él y su alergia; no obstante, ya que habían hecho el viaje hasta allí y ya que su novio había tenido tantísimas ganas de ir hasta aquel lugar, no iba a hacerlos volver al hotel en Tokio. Además, aunque a Yunho le costase verbalizar sus sentimientos por Yoosung (según su amigo Sungho no era más que un tsundere) haría cualquier cosa porque su novio fuera feliz y complacía todos sus deseos... incluso aunque éstos fueran un riesgo para su vida, porque quería a Yoosung demasiado y la enorme sonrisa que tenía en su cara mientras caminaba entre los tulipanes, haciendo fotos de absolutamente todo, no tenía precio.

 

Por eso, aunque los estornudos no cesaron durante toda la mañana y los ojos le empezasen a picar, Yunho aguantó como todo un campeón en aquel lugar, con una sonrisa en su rostro mientras caminaban por aquel campo lleno de preciosos tulipanes de todos los colores, haciéndole fotos a Yoosung cuando el chico menos se lo esperaba y haciéndose fotos junto a él también para conmemorar aquel momento y dar envidia a todos sus amigos cuando las subiesen a instagram porque aquel lugar era completamente precioso y las fotos quedaban increíblemente bien en aquella escena primaveral.

 

(Poco le importó que cuando llegaron al hotel a medio día apenas pudiera respirar porque tenía las fosas nasales inundadas en mocos y los ojos completamente rojos porque Yoosung le dijo que lo cuidaría durante el resto del día para compensar el mal rato que le había dado esa mañana y Yunho se dejó cuidar por su novio con una sonrisa imborrable en su rostro).

 

jueves, 7 de abril de 2022

[Chapter VII] Kingdom of Rain {Dannthur}

 

Chapter VII: feelings

 

            —¿Quieres aprender a luchar? —la pregunta pilló a Arthur desprevenido, que no pudo evitar alzar su dedo índice y señalarse a sí mismo—. ¿A quién le iba a hacer la pregunta si no? —cuestionó MuJin en respuesta.

            —No creo que se me de bien, nunca lo he hecho —contestó.

            —JaHan tampoco lo había hecho antes y no lo está haciendo mal —le dijo el otro.

 

            Arthur tuvo que concederle que en aquello tenía la razón. Desde esa mañana, habían estado ambos practicando con la espada porque JaHan había hecho un comentario, a priori inocente, que había desatado la pasión por la enseñanza en MuJin de todos sus conocimientos en esgrima y el manejo de la espada. El chico simplemente había comentado cómo lo que MuJin era capaz de hacer era algo increíble mientras éste entrenaba y el aludido había decidido que JaHan tenía que aprender a luchar porque él no iba a estar siempre pendiente de Arthur y quién mejor para protegerlo que su más fiel y leal sirviente, alguien del que no se esperarían que tuviera dichas habilidades. JaHan había tratado de negarse durante un buen rato, pero MuJin había insistido tanto que, al final, había acabado accediendo a que le enseñara y Arthur suponía que ahora que JaHan estaba sin aliento y con dolor en todos los músculos de su cuerpo, le tocaba a él. El chico había aguantado bastante bien, era fuerte y tenía mucha resistencia, sus reflejos eran buenos —eso era lo que le había estado diciendo MuJin mientras le enseñaba— pero no había podido mantenerse al mismo ritmo que el otro, que entrenaba todos los días con la espada y, además, hacía muchísimo ejercicio. Arthur lo había visto correr alrededor del castillo algunos días, dándole varias vueltas sin cansarse, por lo que, no creía que hubiera nadie que pudiera aguantar tanto como él entrenando y, además, imaginaba que, en una pelea de verdad, en plena batalla, alguien tan ágil y ducho como él, debía de ser de temer. Tenerlo como mentor seguro que era una gran ventaja por si alguien quería hacerle daño, algo que Arthur no dudaba que pasaría en cualquier momento si todo lo que habían descubierto era cierto y él era el heredero al trono del Reino de la Lluvia. Si alguien se enteraba de aquello y quería matarlo para hacerse con el poder, él no podría defenderse y MuJin no podía protegerlo en todo momento porque había ocasiones en las que tenía que cumplir también con sus obligaciones como guerrero del reino y tenía guardias en el castillo. No obstante, Arthur no era nada atlético. Estaba seguro de que no tendría talento alguno en el manejo de la espada y que se cansaría al instante.

 

            —No creo que yo pueda estar al nivel de JaHan —replicó finalmente.

            —Nadie nace sabiendo hacerlo todo —contestó MuJin—. Y no te preocupes, no seré muy duro contigo porque no quiero que Dann pida mi cabeza.

 

            MuJin señaló tras él y Arthur se giró, siguiendo su dedo, encontrándose con que Dann estaba allí, dando un paseo con Ivan por el patio, hablando distendidamente, pero con su vista fija en su posición, vigilante. Sus ojos se encontraron, de hecho, y Dann lo saludó con un leve asentimiento de cabeza que Arthur correspondió. No se había percatado de que éste estaba por allí, observándolos.

 

            —¿Qué me dices? ¿Lo intentamos? —le preguntó entonces MuJin.

 

            Arthur quiso negarse porque sabía que no se le iba a dar bien, pero en el fondo sabía que solo iba a perder el tiempo intentando que MuJin desistiera, así que, al final no tuvo más opción que asentir. Quizás si el otro veía que se le daba fatal, desistiría de intentar enseñarle y solo se dedicaría a ayudar a JaHan con el entrenamiento que a partir de aquel momento había decidido que debía recibir porque tenía potencial, según el mismo MuJin. Una sonrisa apareció en el rostro del noble y Arthur acabó levantándose de la caja de madera vacía sobre la cual había estado sentado hasta el momento, solo dedicándose a observar la escena ante él, sin querer molestar ni inmiscuirse por si MuJin le comenzaba a dar lecciones a él también. No le había salido bien la jugada. Estaba claro que como estratega tampoco tenía mucha madera.

 

            —Bien, primero tienes que conseguir una postura decente —comenzó MuJin cuando Arthur llegó hasta él, colocando una mano en la parte baja de su espalda para que ésta estuviera completamente recta, empujando después un poco sus hombros hacia atrás—. Tienes una postura horrible, ¿no te ha enseñado nadie que debes caminar erguido?

            —La vieja Jill me lo decía a todas horas de pequeño —respondió—. Me lo sigue diciendo ahora de vez en cuando también.

            —Veo entonces que eres un caso perdido con la postura.

 

            El chico chasqueó la lengua, disgustado, pero Arthur trató de mantener aquella postura mientras le explicaba lo mismo que le había estado explicando a JaHan durante la mañana. La forma en la que debía de agarrar el mango de la espada, la forma adecuada de sacarla y guardarla de su funda para que ésta no se dañara y para que no se cortase con su filo y simples directrices básicas sobre cómo moverse y cómo mover la espada.

 

            —A veces, luchar es como bailar —comentó MuJin mientras le enseñaba algunos pasos—. Solo que tienes que usar los movimientos de tu adversario en su contra, en lugar de seguirlos, tú sí sabes bailar, ¿verdad? —Arthur negó con la cabeza, haciendo que MuJin dejara escapar un suspiro profundo—. Bueno… no soy de los que se rinden ante un desafío.

 

            Arthur no pudo evitar reír ante aquello, pero trató de ponerse serio enseguida para que MuJin no se sintiera ofendido por ello. Intentaría hacerlo todo lo mejor que pudiera y, si no tenía talento alguno, imaginaba que, al final, el chico se cansaría de tratar de enseñarle cómo se manejaba la espada, pero por el momento, lo daría todo de sí mismo para no decepcionarlo y, sobre todo, para tratar algo nuevo que nunca antes había podido aprender y que podría ayudarlo en la nueva vida que tenía por delante, porque un rey que no sabía luchar, no era merecedor de su trono.

 

~

 

            Después del intensivo entrenamiento al que MuJin lo había sometido, a Arthur se le despertó el interés por las espadas unos días después. Sabía que había leído en alguna parte algo sobre una espada mágica que pertenecía a la familia real del Reino de la Lluvia, una espada tan legendaria como los mismos inicios de aquella familia, que se había perdido demasiadas generaciones atrás como para que nadie la recordara. Sentado sobre la cama, con varios de los libros que se habían salvado del fuego, no paraba de pasar páginas, tratando de dar con aquellos pasajes en los que mencionaban cosas sobre la espada. Quería probar primero de aquella forma, aunque era más probable que encontrara otros libros que lo pudieran ayudar en la pequeña biblioteca que tenía el castillo o en la sala en la que se encontraban los documentos más importantes, porque aquellos libros habían sido los que lo habían ayudado y guiado durante toda su vida y sabía que en ellos también había algo de información, la suficiente como para tener un acercamiento a la espada; además, ni MuJin ni JaHan estaban con él en esos momentos, por lo que no podía estar merodeando por el castillo.

 

            —Excalibur —murmuró en cuanto encontró el pasaje de uno de los libros—. Así era como se llamaba.

 

            El chico continuó leyendo lo que aquel libro decía sobre la espada porque había un par de párrafos sobre ésta. Era una espada fabricada con magia, casi tan antigua como el mismo reino, creada por y para la familia real, solo reconociendo a los miembros de ésta, a los herederos legítimos del trono, como sus dueños. La espada se había perdido mucho tiempo atrás y nadie sabía cuál podía ser su paradero, solo había alguna descripción de cómo era, su hoja de acero con unas inscripciones que solo podían leerse cuando la magia manaba de ésta, una empuñadura de madera recubierta de cuero, con algo de oro y engarzada en piedras preciosas. Una espada hecha solo para la realeza, una espada pesada y a la vez ligera, una espada con un filo tan mortal que nadie que hubiera sido herido con ella había sobrevivido. Arthur se quedó maravillado con lo que acababa de leer y cerró aquel libro, buscando en otro de los que había cogido más cosas sobre la espada, más datos que lo pudieran ayudar a imaginarse mejor cómo era ésta, encontrando descripciones similares de Excalibur y también alguna que otra explicación más sobre su origen o sobre los reyes que la habían portado hasta que ésta había desaparecido de la faz de la tierra. Todos los libros decían que su poder reconocía la magia que corría por las venas de la familia real del Reino de la Lluvia y que solo éstos podían empuñarla y ningún ser humano más podía hacerlo.

 

            Arthur tuvo entonces una idea… una idea extraña y casi estúpida porque Excalibur llevaba perdida siglos, pero si, por alguna razón, pudiera dar con aquella espada, sería la prueba que necesitarían para saber de verdad si él era o no el verdadero heredero al trono del Reino de la Lluvia. Si lo era, cargaría con el peso que le traería ser reconocido por la espada, si no lo era, podrían usarla para encontrar al verdadero heredero.

 

            Tan metido estaba en sus propios pensamientos que Arthur no se dio cuenta de que la puerta de la habitación se abría, hasta que no apareció Dann ante él y le habló, provocando que el chico se sobresaltara.

 

            —No sabía que estabas aquí —fue lo que le dijo.

            —MuJin tenía esta noche guardia y JaHan tenía que ayudar en la cocina.

 

            Arthur respondió aquello después de unos momentos que usó para recomponerse del susto, esperando que con aquella explicación fuera suficiente para Dann. El guerrero había indicado que tenía que estar siempre en compañía de alguien de confianza, al principio porque no se fiaba de él y después de descubrir que debía de ser el heredero al trono del Reino de la Lluvia paraque estuviera protegido en todo momento. Arthur le agradecía los esfuerzos que estaba haciendo con todo, la ayuda que estaba brindando a todo el mundo y la forma en la que se estaba encargando de absolutamente todo y por eso había decidido que realmente no le importaba estar vigilado porque eran JanHan y MuJin quienes se encargaban de ello y eran dos personas con las que se llevaba bien y con quienes estaba formando un vínculo increíble a pesar de que el mundo pudiera verlo extraño porque Arthur nunca había tenido conciencia sobre los estamentos sociales y tampoco le importaban demasiado.

 

            —La lectura es una actividad mucho más distendida que el entrenamiento con espadas, pero no sabía que se podían leer cinco libros a la vez —comentó Dann, dando la vuelta a la cama y sentándose sobre el colchón, una sonrisa divertida apareciendo en sus labios.

 

            Arthur apretó sus labios formando un puchero porque estaba claro que Dann había decidido tomarle el pelo ese día, pero después le entregó uno de los libros que tenía abiertos, señalándole el pasaje en el que hablaba de Excalibur.

 

            —Después de haber estado entrenando con MuJin he recordado que había leído algo sobre una espada mágica que le había pertenecido a la familia real y que solo podía ser usada por aquellos que eran los herederos legítimos del trono del Reino de la Lluvia, así que, he estado buscando entre los libros que se salvaron del incendio lo que podía encontrar de ella —le explicó—. Seguro que hay más material en la biblioteca, pero no quería bajar sin que nadie me acompañara.

 

            Dann asintió a sus palabras, pero no levantó la vista del libro que tenía entre sus manos hasta que acabó de leer lo que Arthur le había señalado.

 

            —Había leído antes sobre esto de pasada —comentó—, pero no sé si es solo una espada legendaria o si existe de verdad —Dann le entregó de nuevo el libro—. Podemos preguntarle a Ivan de todas formas para ver si él sabe algo sobre esto.

            —No lo había pensado —murmuró Arthur—. Es cierto que Ivan debe de saber si existe o si es simplemente una leyenda más.

 

            Arthur comenzó entonces a recoger todos los libros de la cama, porque ya había encontrado en ellos todo lo que había escrito sobre Excalibur, cerrándolos y dejándolos después sobre el baúl a los pies de la cama, simplemente estirándose sobre el colchón para no levantarse, a la mañana siguiente los volvería a dejar en el lugar del cual los había cogido antes.

 

            —¿Cómo ha ido el entrenamiento? —le preguntó entonces Dann—. Solo he podido estar presente unos momentos.

           

            Arthur se sorprendió porque no se había esperado que le preguntara por aquello, aunque había estado presente al inicio del entrenamiento, era normal que le preguntara por ello porque seguro que había despertado su interés verlo haciendo algo que no se esperaba que hiciera, si Arthur se hubiera observado a sí mismo hacer aquello, seguro que también habría preguntado. No obstante, aunque la pregunta tenía sentido, Arthur no sabía cómo podía contestarle a ella sin quedar como un idiota. Había tratado de hacer lo que MuJin le enseñaba, de la forma en la que éste le mostraba, pero, tal y como había previsto, no era especialmente bueno en ello. JaHan, por el contrario, había sido bastante aplicado y le había ido muy bien con el primer día de entrenamiento; no obstante, Arthur no se iba a rendir tan pronto, seguiría tratándolo hasta que MuJin se cansara de intentar enseñarle.

 

            —Creo que… mmmmm… me queda mucho que aprender… —acabó diciendo, provocando que una sonrisa apareciera en el rostro de Dann—. Nunca antes había cogido una espada y según MuJin tengo una postura horrible, así que, primero estamos tratando de corregir eso y avanzar poco a poco desde ahí —no pudo evitar suspirar profundamente, siendo sincero al final con el otro—. No creo que acabe siendo un gran guerrero, pero al menos espero poder defenderme si en algún momento tuviera que hacerlo —Dann no le respondió nada, solo se le quedó mirando fijamente y Arthur sintió cómo el color le subía a la cara, así que, carraspeó y le preguntó—: ¿sucede algo?

            —No, no —respondió Dann, pareciendo salir de un pequeño trance—. Solo estaba pensando en que habías sido adorable en lo poco que he podido ver de tu entrenamiento —Arthur abrió los ojos como platos al escuchar aquello y por el calor que sentía en sus mejillas y en sus orejas, sabía que se había tenido que poner completamente rojo—. Aunque ahora mismo también estás bastante adorable.

 

            Dann señaló su rostro completamente rojo y Arthur no pudo evitar llevarse las manos a éste para ocultarlo. Su corazón estaba latiendo demasiado rápido dentro de su pecho y sabía perfectamente que se debía a la forma en la que Dann estaba hablando con él en aquellos momentos, en lo que le estaba diciendo y que sus reacciones estaban delatando que estaba sintiendo algo, algo que quizás no debería de sentir, pero no podía controlarlo. Dann siempre había sido amable con él, siempre había estado protegiéndolo y cuidando de él desde el momento en el que se habían encontrado y se sentía cómodo con él, casi de la misma forma que se sentía cómodo con JaHan, pero había algo más, había algo mucho más hondo, mucho más intenso, mucho más especial, había algo dentro de él que lo hacía ponerse nervioso cada vez que Dann estaba sin ropa ante él, algo que en aquellos momentos también estaba saliendo a la luz porque éste lo había llamado “adorable”. Arthur se sentía seguro junto a él, pero en esos momentos sentía que esa seguridad se había convertido en nerviosismo por la forma en la que Dann se estaba comportando con él aquella noche, siendo más amable y risueño de lo habitual y, sobre todo, haciéndole aquel tipo de cumplidos.

            —Por lo que veo no te han hecho muchos cumplidos —comentó Dann, haciendo que Arthur se quitara las manos de la cara un poco para observarlo, con curiosidad por lo que iba a decir después—. No sé cómo vas a poder lidiar con las adulaciones de la gente cuando subas al trono y todo el mundo caiga rendido a tus pies.

            —Aún no sabemos si soy el heredero legítimo del trono —no pudo evitar contestar porque sentía que, en el fondo, sus poderes proféticos no tenían nada que ver con que él fuera parte de aquella familia de tan importante linaje—. Tampoco sé si seré un buen rey o no porque no sé cómo gobernar, no sé cómo hacer prácticamente nada en realidad, ahora mismo me siento de nuevo cuando era un niño y estaba descubriendo el mundo a mi alrededor —Arthur no pudo evitar dejar escapar un suspiro profundo—. Me gustaría proteger a la gente del reino como he estado haciendo hasta ahora, pero no sé cómo hacerlo…

 

            Arthur se había metido en sus propios pensamientos sobre aquello y no se percató de que Dann se había quedado mirándolo con una expresión extraña en su rostro. El chico no se dio cuenta tampoco de que éste se había inclinado hacia él, acortando la distancia que se interponía entre ambos hasta que Dann no rozó con su mano su mejilla y sus labios se posaron sobre los suyos durante solo unos segundos. Arthur se quedó completamente paralizando, sintiendo la suavidad y calidez de los labios del otro contra los suyos, con su corazón latiendo desenfrenadamente dentro de su pecho y su mente completamente en blanco. Solo fueron unos segundos, un roce breve que tan pronto como había llegado se fue y Arthur se había quedado tan paralizado que no pudo hacer nada cuando Dann murmuró un leve “lo siento” antes de levantarse de la cama y salir de la habitación como alma que llevaba el diablo, dejándolo completamente solo después de lo que acababa de suceder. Arthur tardó bastante en poder reaccionar de nuevo, pero cuando lo hizo lo único que pudo hacer fue llevarse sus manos a sus labios, rozándolos con la yema de sus dedos, sintiendo todavía el contacto de la boca de Dann contra la suya, deseando que aquel sentimiento, que aquel contacto, siguiera siendo real y no un recuerdo de lo que acababa de suceder.

 

🗡 👑

 

            Dann bajó las escaleras del castillo prácticamente corriendo para alejarse lo más rápido posible de la habitación y de Arthur antes de seguir haciendo cosas de las que se arrepentirían ambos, cosas que no podían hacer. No sabía por qué lo había hecho. No sabía por qué lo había besado, porque lo había hecho, lo había besado, pero no sabía por qué, simplemente había sentido el impulso de hacerlo porque en ese instante Arthur le había parecido el ser más adorable y precioso de todo el mundo y no había podido contenerlo, solo se había acercado a él para besarlo. No había sido más que un breve roce de sus labios, pero había provocado demasiadas cosas en su cuerpo, había hecho que todo su ser le gritase que quería más y más de él… de la misma forma que había hecho que Dann sintiera un profundo y terrible miedo esparciéndose por todo su ser como si se tratase de un veneno. Se había alejado rápidamente de Arthur para no hacerle daño a él y para no hacerse daño a sí mismo —aún más daño, porque con aquel beso ya había provocado un daño irreparable en ambos—. Se arrepentía muchísimo de haber hecho aquello a pesar de que todavía pudiera notar la boca del chico contra la suya y a pesar de que lo único que quisiera su cuerpo fuera seguir besándolo una y otra vez. Se arrepentía porque aquello no debía de haber pasado en primer lugar. Se arrepentía porque, a partir de aquel momento, todo cambiaría entre Arthur y él y eso no era lo que Dann había querido. Tan metido en sus propios pensamientos estaba que ni siquiera se dio cuenta de que se cruzó con algunos sirvientes en su camino que lo miraron con preocupación y tan absorto en sí mismo se encontraba, que pasó por el lado de MuJin sin percatarse siquiera de su presencia, no habría advertido que se había encontrado con él de no ser porque el chico lo llamó y lo detuvo.

 

            —Dann, señor —escuchar su nombre fue lo único que lo hizo detenerse y girarse, buscando el origen de aquella voz conocida que lo había llamado, dándose cuenta de que acababa de cruzarse con MuJin por aquel pasillo—. ¿Ha sucedido algo? —preguntó éste, acercándose a él—. Va como alma que lleva el diablo.

 

            Dann se mordió el labio inferior un segundo y después respiró hondo, tratando de calmarse, aunque su interior estaba demasiado revuelto y sabía perfectamente que era imposible para él calmarse enteramente, tenía que intentarlo porque él era el líder de aquel reino en esos momentos, el líder militar y el líder de toda aquella gente del pueblo del Reino de la Lluvia, no podía mostrarse débil ante nadie, ni ante los suyos ni ante el enemigo, no debía de enseñar su cara más vulnerable y tenía que capear absolutamente todos los problemas de forma firme, incluso aquellos que lo estaban perturbando en cuerpo y alma como lo que acababa de suceder con Arthur. Después de inspirar hondo, le dedicó una pequeña sonrisa a MuJin y negó con su cabeza, tratando de mostrarle al chico que se encontraba bien y que no había pasado nada.

 

            —Todo está bien —le respondió también—. Solo buscaba un poco de aire fresco.

            —Si quiere acompañarme en mi guardia —comentó MuJin—. Ahora mismo voy hacia mi ronda en la muralla, ahí da bastante aire fresco.

 

            MuJin le dedicó una sonrisa cómplice y Dann supo perfectamente que, aunque el chico no iba a volver a nombrar lo que había visto al cruzarse con él, ni a preguntar qué era lo había sucedido para tenerlo completamente perturbado, entendía que lo que en esos momentos más necesitaba era distraerse y por eso le había propuesto aquello. Dann hacía bastante tiempo que no hacía guardias ni rondas, pero sabía que eran muy solitarias, la silenciosa noche como única compañía a no ser que se pasaran con alguien, en ese caso, al abrigo de la noche, el mundo se reducía tan solo a las personas que se encontraban en la guardia y todo lo demás dejaba de importar. MuJin debía de sentirse solo en aquellas guardias solitarias cuando se pasaba los días en compañía de Arthur y de JaHan, mucho más cuando era un chico hablador y carismático al que le gustaba estar rodeado de personas y Dann, en aquellos momentos, lo que más necesitaba era distraerse, pensar en otras cosas o, directamente no pensar, para sí alejar su mente de lo que había sucedido con Arthur, del beso que le había dado en la habitación y de lo que esto podía acarrear, todas las consecuencias para ambos que aquello les podría traer. Por ese motivo, Dann asintió a la propuesta de MuJin.

 

            —Me vendría bien ese aire fresco.

            —Perfecto —le respondió el chico, dedicándole una sonrisa amplia.

 

            MuJin echó a andar después de aquello por el pasillo y Dann lo siguió, caminando a su lado, en silencio, pero pendiente de todo lo que el chico le comentaba sobre lo que había estado haciendo aquel día junto a Arthur y JaHan. Dann había escuchado aquella misma historia antes de la boca de Arthur, pero no le importó nada volver a escucharla, desde el punto de vista de MuJin esta vez, para distraerse y no pensar en nada más que en lo que éste le contaba mientras recorrían los pasillos del castillo y salían al exterior, subiendo a las murallas y recorriéndolas a paso lento, deteniéndose de vez en cuando para otear el horizonte, en busca de cualquier cambio en la noche, cualquier movimiento, cualquier cosa extraña que no debiera estar allí. La noche era fresca a pesar de que la primavera ya había entrado en el Reino de la Lluvia y los días, cuando no llovía, podían ser un poco más calurosos, pero Dann estaba acostumbrado a otros climas un poco más fríos, por lo que la noche en el lugar, a pesar de que no llevaba mucha ropa, no le resultaba especialmente fría, a MuJin, en cambio, sí parecía resultarle fría porque, de vez en cuando, tiritaba. No obstante, la guardia del chico no duraba toda la noche, por lo que, en cuanto fueron relevados, caminaron ambos de vuelta al castillo, donde las chimeneas, los tapices que cubrían las paredes y las alfombras que cubrían los suelos desnudos de piedra, hacían que la temperatura allí dentro fuera agradable. Una vez allí dentro, MuJin se despediría de él y Dann volvería a vagar por los pasillos del castillo como un alma en pena, incapaz de volver a su habitación junto a Arthur, incapaz de dejar de darle vueltas al beso… pero Dann no quería pensar en ello, solo quería olvidarlo, hacer como si nunca hubiera existido en realidad, como un cobarde.

 

            —Iba a despedirme para dormir algunas horas antes de volver con Arthur —dijo MuJin, deteniéndose ante Dann, sacándolo de nuevo de sus pensamientos—, pero creo que esta noche es mejor que me quede haciéndole un poco de compañía. ¿Vamos a las cocinas? —le preguntó—. Ya que ha acabado mi guardia me apetece beber cerveza para entrar un poco en calor.

 

            Dann se sintió realmente agradecido con MuJin por aquello porque el chico no le estaba haciendo ninguna pregunta sobre lo que le pudiera haber pasado o no, pero estaba tratando de mantenerlo ocupado y con la cabeza en otra parte para no pensar.

 

            —Es un buen plan —respondió.

 

            Ambos echaron a andar de nuevo, esta vez en dirección a las cocinas, bajando por las estrechas escaleras hasta el lugar bajo el castillo, notando el calor de la chimenea encendida nada más entrar a ella. Los barriles de vino y de cerveza se encontraban en la bodega que estaba un poco más allá, pero en el lugar había siempre un par de barriles listos para se abiertos y consumir el alcohol, por lo que, Dann se dirigió directamente hacia uno de ellos con un par de jarras de madera para servirles a ambos. Cuando se giró hacia MuJin el chico ya se había dejado caer sobre una de las sillas alrededor de la enorme mesa que se encontraba en el centro del lugar, donde los sirvientes se solían reunir a comer, así que, dejó una de las jarras ante él y después se sentó justo en frente, dándole un sorbo inmediatamente y sintiendo el sabor amargo de la cebada fermentada bajar por su garganta. Al primer trago le siguió un segundo y un tercero y pronto su jarra se quedó completamente vacía, provocando que Dann suspirara profundamente.

 

            —Sé que quizás no debería preguntar —murmuró MuJin en ese momento—, y que quizás realmente no sea de mi incumbencia, así que no voy a preguntar qué le ha sucedido, pero si sacar todo lo que le preocupa de dentro ayuda para traer paz a su mente, estoy aquí para escuchar.

 

            MuJin había tardado varias horas en tratar de preguntar o de averiguar qué era lo que había pasado, qué era lo que le preocupaba, pero al final lo había hecho y Dann solo suspiró de nuevo y se levantó para llenarse la jarra de cerveza de nuevo y así hacer un poco de tiempo para pensar qué era lo que podía contestarle. No sabía qué hacer. No lo sabia porque contarle lo que había pasado no era la mejor opción, pero tampoco podía inventar ninguna mentira, estaba seguro que los profundos ojos oscuros de MuJin verían a través de él y, al final, le acabarían sonsacando la verdad. No podía mostrarse débil ante nadie, ni siquiera lo había hecho ante Jack, que era la única persona que se había ganado su total confianza y, sobre todo, no podía poner a Arthur ni a él en una situación más comprometedora de lo que ya lo estaban. No obstante, Dann sabía que la pesada carga que tenía sobre sus hombros después de lo que había pasado se volvería un poco menos pesada si lo sacaba todo de dentro… solo tenía que encontrar una forma en la que poder contarla y que ninguno de sus nombres fuera mencionado, además de emborrachar a MuJin lo suficiente para que el chico no pudiera recordar exactamente qué era lo que habían hablado en aquella noche. Esa era realmente la única opción que Dann tenía si quería hablar y su mente le gritaba una y otra vez que tenía que hablar, que tenía que pedir consejo, aunque el consejo que MuJin pudiera darle no le sirviera para mucho, al menos desahogarse le vendría bien, porque no podía pasarse toda la vida huyendo de Arthur y, sobre todo, huyendo de lo que había sucedido entre ellos. Dann nunca había sido un cobarde que había huido por muy fea que la situación se le presentase, siempre había luchado hasta su último aliento y con aquello debía de hacer lo mismo, debía de enfrentarse al problema que había surgido.

 

            —¿Eres un hombre de fe, MuJin? —le preguntó al volver a la mesa, después de encontrar una manera de enfocar el asunto que le favoreciera un poco.

            —Como todos, supongo —le respondió el chico—. Voy a la iglesia en las fechas más importantes y rezo de vez en cuando. ¿Por qué?

            —Yo soy un hombre de fe —contestó y, viendo que la jarra del chico estaba vacía, la tomó y fue a llenarla también, no dejando de hablar—. Vine al Reino de la Lluvia porque sentía que una fuerza mayor me guiaba hasta aquí y hacía que mi camino fuera fácil, sin enfrentamiento, sin muerte —con la jarra llena volvió a la mesa y la dejó frente a MuJin, sentándose de nuevo—. Dios siempre ha sido una parte bastante importante de mi vida y las sagradas escrituras han sido objeto de mi lectura cuando me sentía perdido en este basto mundo.

            —¿Está perdiendo su fe después de conquistar el Reino de la Lluvia? —preguntó MuJin, mirándolo con seriedad y dándole un trago a su cerveza.

            —No —respondió él—, pero las costumbres de este lugar son muy diferentes a aquellas con las que yo me he criado y, aunque las escrituras sean las mismas para todos nosotros, en cada Reino hay algunas costumbres que no cejan de existir o algunas prácticas que son consideradas normales que en otros reinos son castigadas con pena de muerte —MuJin asintió—. Las relaciones entre dos hombres, por ejemplo, los besos.

 

            Dann se detuvo allí, esperando la reacción de MuJin, pero éste no dijo nada en un primer momento, simplemente dándole un par de tragos más a su jarra, pensativo. Él había expresado el problema de una forma bastante diferente y creía que había hecho un buen trabajo para ejemplificar lo sucedido sin contarlo, sin dar nombres, sin hablar de la situación, sin decirle que su problema era que había besado a Arthur y que no solo lo había besado, también le había gustado. Dann había retorcido el problema convirtiéndolo en un choque de culturas, utilizando a su favor que él no era de aquellas tierras y quería saber y buscar soluciones a situaciones o problemas que pudieran acontecerle porque las sagradas escrituras eran claras en cuanto al sexo, a la atracción entre iguales, a los pecados. Los pecadores acabarían en el Infierno sin alcanzar la Gloria del Cielo tras su muerte, por mucho que se arrepintieran de sus pecados había algunos que no podían ser perdonados y aquellos que tenían que ver con la carne, con el deseo, con la lujuria, con la lascivia, eran los más terribles de los pecados. No obstante, Dann, a pesar de ser un hombre de fe, a pesar de saber que lo que había hecho con Arthur era uno de esos pecados, realmente no estaba demasiado preocupado por ello, lo que le preocupaba era cómo enfrentarse a lo que había sentido en su interior cuando lo había besado y enfrentarse a Arthur, probablemente a su furia, por haber hecho aquello. Nunca había querido deshonrarlo, nunca había querido hacer su voluntad sobre su cuerpo de la misma forma que había pretendido hacerlo el anterior rey, antes de que Dann lo matara.

 

            —El amor no es un pecado —contestó MuJin tras unos momentos, sacándolo de sus pensamientos—. Y creo que Arthur siente lo mismo.

 

            Dann abrió los ojos como platos sin poder creerse qué era lo que acababa de escuchar. ¿Cómo había podido llegar a aquella conclusión cuando en ningún momento él había nombrado a Arthur ni había hablado de una situación que directamente le afectara a él?

 

            —¿Perdona? —no pudo evitar decir.

            —Sé que puede ser confuso, el amor, quiero decir —respondió MuJin—, pero al fin y al cabo es amor y no debería pensar demasiado porque estoy bastante seguro de que Arthur también siente algo.

            —No… esto no… —Dann intentó justificarse, intentó negar que aquello fuera lo que pasaba, negar lo evidente, pero su tartamudeo no lo ayudó en nada y al final claudicó porque no tenía sentido negarlo cuando MuJin sabía perfectamente que se estaba refiriendo a ambos—. No podemos —terminó diciendo.

            —No quiero sonar muy repetitivo, pero es lo que realmente pienso —dijo el chico, dedicándole una sonrisa amable—. El amor no se puede detener por mucho que uno lo intente y, a pesar de que seáis dos hombres, el amor también puede darse perfectamente y los besos entre aquellos que se aman son totalmente normales.

            —Las sagradas escrituras… —comenzó Dann, tratando de justificar el por qué algo como aquello era imposible, pero MuJin lo cortó.

            —Las sagradas escrituras están anticuadas, ha pasado cerca de un milenio desde que fueron escritas —fue lo que le dijo—. Soy un hombre y las respeto, pero también sé que hay cosas contra las que no se puede luchar porque son completamente normales —su mirada mientras decía aquello fue clara, fue profunda y Dann pudo ver en ella cómo él no lo juzgaba, cómo era sincero y cómo lo que le decía era lo que pensaba—. El amor es confuso y entiendo que necesitase aclararse un poco las ideas esta noche, pero mi consejo es que lo deje estar, que deje que fluya, que no huya del amor porque al final no solo va a sufrir usted, señor Dann, Arthur también sufrirá.

 

            Dann abrió su boca para replicarle, pero al final suspiró profundamente y se llevó la jarra a sus labios, vaciándola de nuevo en un par de tragos. Aquella vez, fue MuJin quien se levantó de su sitio para llenar de nuevo las jarras con cerveza mientras Dann no paraba de darle vueltas a la cabeza a lo que éste le había dicho porque una parte de él quería creerlo, quería confiar en él, quería pensar que Arthur sentía algo por él, algo como lo que él había sentido cuando se había acercado para besarlo. Esa parte se asustaba ante la simple mención del amor porque no creía que aquello fuera lo que sentía por el chico, el amor era un sentimiento demasiado intenso, demasiado fuerte, eso no era lo que podía estar sintiendo por el chico; no obstante, esa parte quería creer, creer que estaba bien, que podía volver a besar a Arthur muchas más veces porque era lo correcto. Pero también había otra parte dentro de él que sabía perfectamente que algo como aquello era inviable, inviable porque Arthur debía de ser el heredero al trono del Reino de la Lluvia y no podía permitirse estar con otro hombre de aquella forma.

 

            —¿Sigue siendo correcto incluso cuando Arthur es el heredero al trono?

 

            De sus labios se escapó en voz alta aquel último pensamiento antes de que pudiera detenerlo y cuando se dio cuenta de lo que había dicho, se giró rápidamente hacia MuJin, asustado. El chico se encontraba tras él, había escuchado perfectamente lo que acababa de decir, pero no parecía asombrado ni confuso, solo se acercó a la mesa para dejar las jarras de cerveza otra vez llenas sobre ésta y después se acercó a su cuerpo, cogiéndolo por la solapa de su camisa e inclinándose sobre él para atrapar sus labios con los suyos durante unos momentos antes de separarse de él como si no hubiera ocurrido nada, sentándose de nuevo en el mismo sitio en el que había estado toda la noche, dejando a Dann sumamente confuso por lo que acababa de pasar.

 

            —Esta noche simplemente disfrutemos de la cerveza —le dijo el chico, dándole un trago a su jarra—. Mis labios están sellados y no diré ni una sola palabra de lo que hemos hablado aquí.

sábado, 2 de abril de 2022

[Drabble] History of KINGDOM (part I): I'm gonna make you miss me {2Ho}

Título: I’m gonna make you miss me

Autora: Riz Aino

Pareja: 2Ho (Arthur + MuJin) (KINGDOM)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, romance, fluff, drama

Número de palabras: 967 palabras

Resumen: SungHo estaba demasiado acostumbrado a la presencia de YunHo a su lado y cuando éste se va de viaje, no puede soportar la soledad que siente.

Notas: tuve esta historia en torno a la karma era y no ha sido hasta milenios después que me puse a escribirla.

Comentario de autora: quería hacer algo soft, pero también algo desesperado y me costó un poco de trabajo sacarlo, pero creo que ha merecido la pena el esfuerzo. Espero que os guste.

 

I’m gonna make

you miss me

 

            —Sé que me vas a echar de menos.

 

            Aquello fue lo que YunHo había dicho antes de salir por la puerta del apartamento que habían estado compartiendo durante los últimos tres años de sus vidas. Obviamente, SungHo se había reído de aquello y casi lo había echado del piso a patadas diciéndole que era mejor que no volviera del pequeño descanso que se iba a tomar de todo porque la universidad y el trabajo que había empezado se le había hecho bola y no podía más. Era un tsundere de libro y no le iba a dar el gusto a YunHo de decirle que lo iba a echar de menos, aunque al final probablemente lo echaría un poco de menos.

 

sábado, 26 de marzo de 2022

[One Shot] History of KINGDOM (part I): Sweet rain {Dannthur}

Título: Sweet rain

Autora: Riz Aino

Pareja: Dannthur (Dann + Arthur) (KINGDOM)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, romance, fluff, smut, pwp

Número de palabras: 1.139 palabras

Resumen: SeungBo y YunHo son sorprendidos por una repentina y fuerte lluvia en mitad de su cita que los obliga a volver rápido a casa.

Advertencias: relaciones sexuales explícitas en la ducha.

Notas: otra idea que he reciclado después de pasar años con ella guardada en una carpeta sin siquiera recordar que la tenía.

Comentario de autora: me gusta mucho la dinámica que tienen estos dos idiotas y voy a escribir muchas cosas más en próximas colecciones. Espero que os guste.

 

Sweet rain

 

            Mientras corrían por la calle a toda velocidad, aún de la mano, SeungBo recriminaba a la aplicación del tiempo que tenía instalada en su teléfono móvil por no avisarlo de que a esa hora iba a caer un chaparrón de mil demonios en la ciudad que iba a empaparlos de pies a cabeza. Había planeado al dedillo aquella cita con YunHo, cada uno de sus pasos, sin escatimar en detalles e incluso sin escatimar en gastos porque justo había cobrado el mes… pero aquella maldita lluvia lo había estropeado todo y, al menos, agradecía que el piso en el que vivía YunHo no se encontraba demasiado lejos del lugar en el que ellos estaban en esos momentos, porque así al menos podían ducharse con agua caliente, podían quitarse el frío que les había calado hasta los huesos y probablemente podían pasar el resto de la tarde bajo una manta viendo alguna película, lo cual tampoco era un mal plan —aunque a SeungBo se le hubiera jodido absolutamente todo lo que hubiera planeado para aquella cita por la maldita lluvia—.