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lunes, 31 de agosto de 2015

No Pain, No Love

Capítulo 2
Inicios de la convivencia


            Jessica había quedado muy sorprendida por las reacciones que había mostrado la hija de los Choi cuando fue a buscarla para llevarla a casa, era una chica bastante interesante, aunque también muy malcriada y consentida; pero quizás era eso lo que hacía que le resultara de aquella forma. Tras dejarla en su casa, se dirigió a la suya propia. Condujo despacio, intentando aclarar las cosas en su mente, buscando alguna forma de hacer que la chica pudiera entender la situación y aceptarla, pero no se le ocurría absolutamente nada. Al llegar a casa, sus padres ya estaban allí, esperándola en el salón para preguntarle cómo le había ido con Krystal.

lunes, 17 de agosto de 2015

No Pain, No Love

Capítulo 1

El primer encuentro


            La semana pasó tan rápido para Jessica que apenas se dio cuenta de que los días avanzaban. Estaba de vacaciones, aprovechándolas al máximo porque en apenas dos semanas tendría que comenzar su último curso en el instituto y, aunque estaba emocionada por ello —más concretamente lo estaba por el baile—, no quería volver a las aburridas clases. El viernes a mediodía todavía se encontraba tumbada en su cama tecleando en su cama mientras hablaba con sus amigas, cambiando de posición de vez en cuando para que sus músculos no se agarrotaran.

lunes, 24 de noviembre de 2014

No Pain, No Love

Título: No Pain, No Love
Autoras: Ajumma (Krystal) y Minako (Jessica)
Pareja: JungSis (Jessica x Krystal) (F(Girls))
Clasificación: NC –17 (porque en algún momento contendrá escenas de sexo)
Género: AU, romance, angst, drama, incest
Número de palabras: (…) palabras
Número de capítulos: Prólogo + 5/?? Capítulos
Avisos: sexo explícito (cuando lo haya)
Resumen: Todo era normal en la vida de Jessica y Krystal hasta que sus caminos se cruzaron bruscamente y no porque ellas quisiesen precisamente.
Comentario de Minako: es el primer rol que hacemos Ajumma y yo (de hecho es mi primer rol XD), así que espero que os guste el resultado ^^
Comentario de Ajumma: me encanta rolear y me encanta el JungSis, así que estoy ilusionada con el proyecto. PD: ¿Alguien adivina en qué manga está basado el rol? Besos <3




Prólogo


            Escuchando la lista de reproducción que había organizado aquella misma mañana en su nuevo reproductor, Jessica se dispuso a ver el último número de la revista On Style, aquel por el que llevaba esperando tanto tiempo.

            Con una pequeña sonrisa, la abrió y leyó todos los contenidos del índice, mirando con ojo crítico los diseños que aparecían en aquella página y encantándole de sobremanera un vestido blanco de gasa, ceñido a la cintura con un cinturón negro de hebilla plateada y falda de volantes. Tenía un escote en U no demasiado abierto y sisas que la chica podría llevar perfectamente al baile de graduación ese mismo año sin tener que avergonzarse por el poco pecho que poseía y que a todas sus compañeras con mucha más talla que ella les encantaba remarcar. Dobló la esquina superior de la página y le hizo una cruz al lado con el bolígrafo negro al que le mordisqueaba el capuchón entretenida, apuntándose mentalmente pedírselo a sus padres poniendo ojitos de cordero degollado cuando estos regresaran de su segunda luna de miel en Hawaii aquella noche.

            Las horas se pasaron volando. Enfrascada como estaba en los vestidos, no se dio cuenta de que ya no estaba sola en casa hasta que su madre no apareció por su habitación, sobresaltándola de sobremanera al abrir la puerta. La chica se quitó los auriculares, molesta porque no había llamado antes de entrar, pero no pudo hacer nada más porque la mujer se abalanzó sobre ella y le dio un abrazo que casi la deja sin respiración.

            —¡No sabes cuánto te he echado de menos, mi princesita! —le dijo dándole besos por toda la cara.
            —¡Mamá! —la chica la apartó, con algo de esfuerzo todo hay que decirlo, de sí mirándola con reproche—. Deja de llamarme princesita.
            —Eres mi princesita —su madre sonrió, acercándose para darle un beso en la mejilla—. Y lo seguirás siendo pase lo que pase —le colocó correctamente el flequillo, aunque Jessica intentó resistirse a ello—. Cuando quieras bajas a cenar, tu padre y yo tenemos que contarte muchas cosas que han pasado durante el viaje —le giñó un ojo y salió de la habitación.

            Una vez a solas, Jessica se despeinó el flequillo haciendo un mohín. Ya era lo suficientemente mayor como para que dejara de llamarla de aquella manera, con diecisiete años, iba a terminar el instituto la siguiente primavera y se iría a la universidad, así que ya había dejado de ser su princesita. Bufó y miró la revista de soslayo por última vez, antes de apagar su reproductor y levantarse de la silla del escritorio. Esperaba sinceramente que sus padres no le contaran los detalles escabrosos de su segunda luna de miel.

            Salió de su habitación, cerrando la puerta de madera lacada en blanco con cuidado, y después bajó las escaleras hacia el salón, lugar en el que ya la esperaban sus padres, sentados en el gran sofá que había en la estancia. Se acercó a ellos por detrás y les hizo saber de su presencia con un carraspeo, ya que sus pasos casi nunca eran escuchados por estos. Muchas veces le habían dicho que era silenciosa como un gato. Su padre se levantó y caminó hasta ella envolviéndola en un cálido abrazo.

            —Vamos, siéntate —le dijo, cediéndole su sitio en el sofá junto a su madre, sentándose él luego en el sillón.
            —¿Nos has echado de menos? —le preguntó su madre. Jessica negó con la cabeza, pero con una pequeña sonrisa en su rostro, dando a entender que sí, pero que jamás lo admitiría en voz alta—. Nosotros a ti sí —la mujer iba a comenzar a tratarla como a un bebé de nuevo, pero fue detenida por su esposo.
            —Cariño, hay otras cosas más importantes —le recordó. Su hija los miró algo confusa, porque repentinamente, el ambiente cálido se había tornado frío y serio, y esto la intimidaba.
            —¿Qué cosas? —preguntó con curiosidad. Ninguno de sus padres le contestó al momento, por lo que alternó su mirada entre uno y otro, como si estuviera viendo un partido de tenis, hasta que su padre se dignó a hablar de nuevo.
            —Hemos decidido divorciarnos.

            Jessica casi pudo sentir cómo un puñal atravesaba su cuerpo, allí donde reposaba su corazón. No podía comprenderlo, sus padres se querían, se habían ido de segunda luna de miel porque querían volver a repetir las experiencias de la primera; muchas veces los había encontrado acaramelados en la cocina, mientras su madre cocinaba, haciendo que se le quemara todo lo que estuviera preparando; se dirigían miradas de amor infinito y sonrisas encantadoras y pícaras. Era algo descabellado que hubieran dejado de quererse tan repentinamente; sin embargo, un recuerdo pasó por su mente en aquel momento y Jessica lo comprendió todo perfectamente.

            —No es porque hayamos dejado de querernos —aclaró su madre, aunque a ella ya no le importaba—. Es solo que la pasión se ha ido y en Hawaii conocimos a un matrimonio que estaba en nuestra misma situación y nos enamoramos perdidamente, yo del hombre y tu padre de su mujer.
            —Lo hablamos todo con ellos y decidimos intercambiarnos las parejas —continuó su padre—, divorciarnos y luego casarnos de nuevo.
            —¿Te parece bien? —preguntó su madre, tomando sus manos entre las suyas—. Estás muy callada.
            —Bueno… Lo importante es vuestra felicidad —dijo, esbozando una pequeña sonrisa por cortesía. Sus padres suspiraron aliviados.
            —La semana que viene tendremos una cena con ellos, tienen una hija que es un año más pequeña que tú, podéis haceros amigas —le comentó la mujer.
            —Sería genial —contestó, intentando que no se le notase en el rosto la locura que le parecía todo eso—. Quiero que llegue pronto la semana que viene, por ahora me voy a dormir, es tarde.
            —Claro, princesita —asintió su madre—. Duerme bien, luego subiré a arroparte y darte el beso de buenas noches.
            —¡Mamá! —protestó y esta rio.

            Jessica salió del salón a paso rápido tras dirigirle una mala mirada a su madre por aquello y subió las escaleras medio trotando hasta llegar a su habitación. Se tumbó en la cama, dándole exactamente igual que el móvil estuviera debajo y se le clavara en el abdomen. Una parte de su corazón le dolía porque sus padres se iban a divorciar, pero a la otra le daba exactamente igual y la chica no sabía a cuál hacerle caso. Finalmente, acabó agarrando su oso de peluche, aquel que le había conseguido su padre en la feria el verano en el que se habían mudado a Los Ángeles en el puesto del tiro con escopeta, y lo abrazó fuertemente, dejando que las lágrimas empaparan la tela del viejo muñeco de color rosa pálido, que en otro momento había sido fucsia.

☆☆☆

            No sabía cuánto rato hacia que esperaba la llegada de sus padres. Se preguntaba tantas cosas dentro de su cabeza que la mayoría de las respuestas se perdían en su propia mente antes de que pudiera responderse a sí misma. Hawaii, el destino elegido por sus padres. Mientras se quedó sola, buscó mucha información sobre el lugar, la gente, la cultura, los gustos y tradiciones. Parecía un lugar agradable y mágico para pasar una segunda luna de miel.

            Dejó el libro que estaba leyendo abierto sobre su cara y cerró los ojos, suspirando contra las páginas, sintiendo su propio aliento chocar contra su rostro antes de dejar sus manos reposando en su abdomen.

            A Krystal siempre le había gustado ser hija única por la razón de que podía estar tranquila cuando sus padres desaparecían y no debía pelear con nadie por sus cosas. Aun así, ella misma se contradecía y quería a alguien para jugar, conversar, charlar de las mismas cosas una y otra vez. La llamaban pesada porque hablaba y hablaba, y cuando no le hacían caso se limitaba a hacer pucheros, a no respirar y a chillar enfadada para atraer de nuevo la atención de la gente.

            Le gustaba estar sola y acompañada al mismo tiempo, era una chica indecisa.

            El sonido de unas llaves la alertó de que sus padres habían vuelto y se levantó corriendo, yendo rápida como un rayo hasta la entrada, sonriendo con aquella inocencia que la caracterizaba tanto.

            —¡Ya era hora! —sus padres sonrieron y dejaron que la muchacha agarrara las maletas, arrastrándolas hasta el salón—. ¿Cómo fue? ¿Hicisteis muchas fotos? ¿Visitasteis muchas cosas? Me habréis traído algún recuerdo, ¿no?
            —Creo que es algo mucho mejor —su madre sonrió algo nerviosa y se sentaron en el largo sofá de color crema que rodeaba el televisor—. Hija, en Hawaii hemos descubierto muchas cosas el uno del otro.
            —¿Y qué son esas cosas?
            —Hemos... Hemos decidido terminar con nuestro matrimonio tal y como lo conoces —Krystal abrió los ojos como platos y sintió que su corazón se helaba por unos instantes—. Sé que no es lo que esperabas oír pero...
            —¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido allí?
            —Hija —su madre acarició una de sus mejillas—. El amor se acaba tarde o temprano y... Tu padre y yo hemos visto que no podíamos seguir juntos como un feliz matrimonio porque no nos queremos como cuando nos conocimos hace ya bastantes años.
            —P-Pero...
            —No te preocupes, nos seguirás viendo, pero lo que de verdad queríamos contarte es que luego nos volveremos a casar —la morena se rascó la cabeza confusa y suspiró frunciendo el ceño—. En Hawaii conocimos a otro matrimonio que parecían nuestra media naranja. Tu padre se casará con la mujer y yo me casaré con el hombre, lo hablamos mucho cuando coincidimos un par de veces en el hotel y en las comidas y parecía que nos entendíamos muy bien porque ellos estaban en la misma situación, así que...
            —¡Pero yo no quiero eso! —Krystal apretó sus sienes y tartamudeó entre gritos—. ¿Q-Qué clase de broma estúpida es esta? ¡No podéis casaros así sin más con unos completos desconocidos!
            —SooJung, escucha, ellos tienen una hija que...
            —¡Me da igual lo que tengan! ¡Y te he dicho mil veces que no me llames así! —la joven se levantó y rodeó el sofá antes de irse con sonoros pasos hasta su habitación, cerrando con un fuerte portazo, gritando antes las palabras que sabía que tanto les dolía a sus padres—. ¡Os odio!