Capítulo 2
Inicios de la convivencia
Jessica había quedado muy
sorprendida por las reacciones que había mostrado la hija de los Choi cuando
fue a buscarla para llevarla a casa, era una chica bastante interesante, aunque
también muy malcriada y consentida; pero quizás era eso lo que hacía que le
resultara de aquella forma. Tras dejarla en su casa, se dirigió a la suya
propia. Condujo despacio, intentando aclarar las cosas en su mente, buscando
alguna forma de hacer que la chica pudiera entender la situación y aceptarla,
pero no se le ocurría absolutamente nada. Al llegar a casa, sus padres ya
estaban allí, esperándola en el salón para preguntarle cómo le había ido con
Krystal.
—¿Qué ha dicho? ¿La has convencido
para que dé su aprobación? —le preguntó su madre, levantándose del sofá y
caminando hacia ella.
—Creo que solo necesita tiempo, solo
hay que dejarla un poco tranquila para que se acostumbre y se haga a la idea de
que su vida va a cambiar —respondió.
—¿Crees que puede decir que sí?
—cuestionó su padre. Jessica asintió y ambos dejaron escapar el aire que habían
estado conteniendo.
—Llamaré a los señores Choi para
contarles esto —dijo su madre, retirándose de la habitación.
~.~.~
Los días pasaron rápido en su casa,
había mucho ajetreo. Sus padres ya habían firmado los papeles del divorcio y
los señores Choi también, aunque lo habían hecho en secreto para que su hija no
se diera cuenta y volviera a oponerse claramente, sin siquiera pensar más allá
de un futuro inmediato. Tanto su madre como su padre, a pesar de estar
trabajando y apenas tener algo de tiempo, se habían puesto manos a la obra para
adecentar un poco las habitaciones que no se utilizaban de aquella casa, ya que
la familia Choi se mudaría allí en cuanto Krystal diera su visto bueno. Jessica
también estuvo ayudando, renunciando a sus últimos días de vacaciones antes de
que comenzara de nuevo el instituto, para acabar más rápido con todo lo que
había que hacer. La chica esperaba sinceramente que la hija de los Choi aceptara
todo aquello porque si no habría sido trabajo desperdiciado, y también, porque
en el fondo siempre había querido una hermana pequeña.
☆☆☆
Los días fueron pasando y Krystal se
negaba a aceptar su nuevo destino cada vez que algo le indicaba que iban a
hablarle del tema. Para ella seguía siendo extraño y algo bizarro, el hecho de
que sus padres vivieran en una casa ajena con sus nuevas parejas y ella junto a
una "hermana mayor" le molestaba. ¿Por qué no puedo seguir viviendo
como antes? Esas personas les han lavado el cerebro. La morena se ponía a
pensar demasiado cuando estaba sola en casa y Tiffany había visto a Krystal más
veces en su casa en una semana que no en medio año. Suspiró una vez más y se
acurrucó contra su almohada, abrazándola con fuerza, estrujándola.
—Hija, tenemos que irnos.
—No quiero —sus padres le dijeron
nada más llegar a casa una semana antes que se mudarían de casa, pero como
siempre, la menor se opuso a ello al primer momento de escuchar la propuesta.
—No seas infantil, ¿qué crees que
pensarán de ti la familia Jung? Cuánto más durará este cuento?
—Pero no quiero que...
—¡Choi Soojung! —Su padre entró
dando fuertes pisadas dentro de su habitación y tomó su muñeca tirando de ella
y alzándola con facilidad—. ¡Vas a ir te guste o no!
—¡No quiero!
A pesar de todos sus reproches,
cuando quiso darse cuenta estaba frente la puerta de la gran casa de los Jung,
mirando el edificio de arriba a abajo. Sus brazos estaban cruzados y su mirada
era furiosa; su ceño estaba fruncido pero su corazón no latía a modo de enfado,
era extraño... Más bien latía excitado y nervioso, preguntándose miles de cosas
en un solo segundo.
—Bienvenidos —la señora Jung abrió
la puerta y les dejó pasar. La menor se quedó un rato más en el jardín de la
entrada antes de atreverse a poner un pie en esa casa: la atmósfera era cálida
pero ella se sentía incómoda—. Si me quieren seguir, les enseñaré las
habitaciones para que puedan dejar su equipaje allí y luego ya tendremos tiempo
para conocer bien la casa —la mujer hizo una pausa y miró a la menor, sonriendo
con ternura al verla tan distraída con todas las fotografías que había en el
mueble cerca de la entrada—. Tu también Krystal, ven, tu vas a dormir con
Jessica.
☆☆☆
Jessica había tenido que mudarse al
cuarto que hasta entonces habían ocupado sus padres porque este era más grande
y así cabía una segunda cama para que Krystal tuviera un lugar donde dormir. La
casa era bastante grande, pero solo contaba con tres habitaciones y la que
antes era suya era mejor que la compartieran sus padres porque contaba con un
baño incorporado al que se podía acceder desde la tercera habitación de la
casa, que hasta entonces había sido para los invitados.
La chica estaba organizando la ropa
en su armario cuando su madre la llamó y le dijo que bajara porque la familia
Choi estaba a punto de llegar. Terminó de colocar un par de cosas y luego
descendió a la planta baja justo cuando su madre le contaba a Krystal que iba a
dormir con ella. La chica puso cara de pánico ante esta revelación y Jessica
rio porque aquella reacción le había parecido adorable.
—Ven conmigo —le dijo, tendiéndole
una mano para ayudarla a subir la maleta, pero la otra le volvió la cara y
subió ella misma la maleta. Jessica miró a su madre y a los señores Choi, pero
estos simplemente suspiraron cansados, así que la rubia subió las escaleras
tras la otra y luego la guio hasta la habitación—. Esta será nuestra habitación
—anunció—, puedes elegir la cama que quieras y te he dejado hueco en el armario
para que puedas meter tu ropa. Ve instalándote, yo bajaré a por las cajas para
ayudar con la mudanza.
Le dedicó una sonrisa a Krystal y
luego salió de la habitación, encontrándose con los dos matrimonios hablando
sobre establecer turnos de baño entre ellos para poder llegar a tiempo a sus
respectivos trabajos por la mañana. Todavía no se acostumbraba a aquello, pero
solo era cuestión de tiempo que la situación se normalizase. Bajó las escaleras
y cogió una caja de las que había en la entrada con una etiqueta que rezaba
"SooJung" y suspiró. A ella le había tocado la tarea de intentar
convencer a Krystal de la nueva situación, ella sería la persona que tendría
que lidiar con sus caprichos, sus pataletas y sus problemas y, aunque eso
pudiera ser un engorro durante su último año de instituto, Jessica pensó que
quizás no estaba tan mal.
No estaba tan mal porque su aburrida
vida se había vuelto patas arriba de repente, dándole un poco de emoción.
Afianzó la caja en sus manos y, con una sonrisa, comenzó a subir las escaleras.
☆☆☆
Krystal subió orgullosamente la
maleta hasta el piso de arriba, con esfuerzos para no tropezar y caer, quedando
mal frente a su "nueva familia", en especial frente a esa
"hermana mayor" que ahora tendría por culpa de los caprichos amorosos
de sus padres. Suspiró sonoramente cuando llegó a la habitación que le indicó y
Jessica y rápidamente se fue a la cama más grande, tirándose sobre ella y
quedando con el rostro escondido contra la almohada.
—No me importa lo que vayas a hacer,
no me moveré de aquí —habló dándole la espalda mientras se acurrucaba contra el
colchón—. Mi cama era mucho mejor...
Susurró para ella mientras empezaba
a sentir como sus ojos se humedecían. Le había costado dejar la habitación que
la había visto crecer. Se había llevado todas las cosas pero sentía que le
faltaba algo, además, nunca se había acostumbrado a dormir con otra persona, ni
en las excursiones que hizo con su clase y los profesores en casas de campo
alejados de toda tecnología.
Aunque sus amigas fueran silenciosas,
ella siempre iba a oír algo que la despertaría, y como no, empezaría a quejarse
como una señora mayor cascarrabias y desesperante que solo quería estar sola. Empezó
a ver cajas con su nombre dentro de la habitación y las arrinconó todas cerca de
su nueva cama. Cuando vio a Jessica que volvía a entrar en la estancia, la
señaló con el dedo y frunció el ceño.
—Mis cosas no se tocan, ¿entendido?
Deberás pedirme permiso aunque sea por un simple cepillo —señaló las cajas—.
Todo esto es mío, ¿ves?
☆☆☆
Jessica encaró una ceja al escuchar
aquello que había dicho Krystal y luego suspiró antes de dejar la caja que
llevaba en sus brazos en el suelo. Era simplemente una niña mimada que siempre
parecía hacer lo que le daba la gana y que se enfadaba y hacía pataletas por
todo, así que no le iba a prestar ninguna atención, ningún tipo de ayuda o lo
que fuera.
—Pues si no quieres que toque tus
cosas serás tú la que suba las cajas que te quedan abajo —dijo alzando la voz.
La rubia salió de la habitación dando un portazo y bajó las escaleras hasta la
planta inferior murmurando.
—Encima de que le subo las cajas
para que no tenga que hacer mucho esfuerzo, encima de que intento tratarla bien
—se detuvo frente a una de las cajas que llevaba la etiqueta con el nombre de
la chica y le dio una patada—. La próxima se la daré a ella —dijo muy
convencida saliendo por la puerta de la casa.
Jessica sabía que la convivencia en
un principio no iba a ser nada fácil. Primero tendrían que hacer que su nueva
hermanastra cooperase y aceptase de una vez por todas lo que los dos
matrimonios habían decidido y hasta que lo hiciera iba a ser bastante duro;
pero ella no se iba a dejar manejar por una niña malcriada. Jamás lo haría, por
muchos pucheros que la otra hiciera y muchas caras de enfado adorable que
pusiera.
"¿Adorable?"
se preguntó ella misma, no entendiendo de dónde había salido aquella palabra
para referirse a la persona con la que compartiría cuarto a partir de ahora "No, esa niña no es adorable. Para
nada".
☆☆☆
Krystal se sentó en la cama cuando
vio como Jessica se iba de la habitación con un tremendo portazo y bajó la cabeza mirando sus muslos vestidos
por unos shorts de color negro. Empezó a jugar con sus manos, perfilando sus
uñas durante largos minutos, en silencio, escuchando tan solo su respiración y
las agujas del pequeño despertador que había en la mesita que marcaba el tiempo
de una forma que, para la morena, parecía más lenta de lo normal.
Miró hacia la ventana, el sol
brillaba más que nunca y eso la mosqueó. No pienso poner buena cara tan pronto.
Frunció el ceño y empezó a abrir sus cajas, colocando los objetos y la ropa con
calma en el armario y los cajones que le pertenecían. La habitación estaba
dividida en dos partes prácticamente iguales y cada una de las chicas tenía los
mismos muebles, a excepción del armario, el cual estaba en la parte derecha de
la estancia y que era para ambas muchachas.
Unos golpecitos a la puerta
atrajeron la atención de la menor y su madre apareció lentamente, sonriéndole.
—¿Cómo va tu relación con Jessica?
—¿Acaso la ves aquí?
—La vi bajar enfadada, ¿qué le
dijiste? —La mujer cerró la puerta tras ella y suspiró cruzándose de brazos—.
Krystal, te pido un poco de paciencia en todo esto, eres la única que se opone
y se queja. ¿Crees que para ella es fácil? Piensa en Jessica, también le cuesta
aceptar que sus padres...
—¿Qué piense en Jessica? Yo no le
dije nada como para que se fuera de ese modo, si es una malcriada, ¿qué quieres
que le haga? Ya tengo suficientes problemas como para ahora preocuparme de mi
estúpida hermanastra.
—Oye jovencita, no toleraré los
insultos hacia esa familia, ¿entendido? —Krystal abrió la boca para seguir
protestando pero su madre negó con la cabeza, consiguiendo un suave gruñido y
un suspiro—. Hay otra cosa que debo advertirte.
—¿Qué es?
—No te enamores de Jessica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario