lunes, 31 de agosto de 2015

No Pain, No Love

Capítulo 2
Inicios de la convivencia


            Jessica había quedado muy sorprendida por las reacciones que había mostrado la hija de los Choi cuando fue a buscarla para llevarla a casa, era una chica bastante interesante, aunque también muy malcriada y consentida; pero quizás era eso lo que hacía que le resultara de aquella forma. Tras dejarla en su casa, se dirigió a la suya propia. Condujo despacio, intentando aclarar las cosas en su mente, buscando alguna forma de hacer que la chica pudiera entender la situación y aceptarla, pero no se le ocurría absolutamente nada. Al llegar a casa, sus padres ya estaban allí, esperándola en el salón para preguntarle cómo le había ido con Krystal.

            —¿Qué ha dicho? ¿La has convencido para que dé su aprobación? —le preguntó su madre, levantándose del sofá y caminando hacia ella.
            —Creo que solo necesita tiempo, solo hay que dejarla un poco tranquila para que se acostumbre y se haga a la idea de que su vida va a cambiar —respondió.
            —¿Crees que puede decir que sí? —cuestionó su padre. Jessica asintió y ambos dejaron escapar el aire que habían estado conteniendo.
            —Llamaré a los señores Choi para contarles esto —dijo su madre, retirándose de la habitación.

~.~.~

            Los días pasaron rápido en su casa, había mucho ajetreo. Sus padres ya habían firmado los papeles del divorcio y los señores Choi también, aunque lo habían hecho en secreto para que su hija no se diera cuenta y volviera a oponerse claramente, sin siquiera pensar más allá de un futuro inmediato. Tanto su madre como su padre, a pesar de estar trabajando y apenas tener algo de tiempo, se habían puesto manos a la obra para adecentar un poco las habitaciones que no se utilizaban de aquella casa, ya que la familia Choi se mudaría allí en cuanto Krystal diera su visto bueno. Jessica también estuvo ayudando, renunciando a sus últimos días de vacaciones antes de que comenzara de nuevo el instituto, para acabar más rápido con todo lo que había que hacer. La chica esperaba sinceramente que la hija de los Choi aceptara todo aquello porque si no habría sido trabajo desperdiciado, y también, porque en el fondo siempre había querido una hermana pequeña.

☆☆☆

            Los días fueron pasando y Krystal se negaba a aceptar su nuevo destino cada vez que algo le indicaba que iban a hablarle del tema. Para ella seguía siendo extraño y algo bizarro, el hecho de que sus padres vivieran en una casa ajena con sus nuevas parejas y ella junto a una "hermana mayor" le molestaba. ¿Por qué no puedo seguir viviendo como antes? Esas personas les han lavado el cerebro. La morena se ponía a pensar demasiado cuando estaba sola en casa y Tiffany había visto a Krystal más veces en su casa en una semana que no en medio año. Suspiró una vez más y se acurrucó contra su almohada, abrazándola con fuerza, estrujándola.

            —Hija, tenemos que irnos.
            —No quiero —sus padres le dijeron nada más llegar a casa una semana antes que se mudarían de casa, pero como siempre, la menor se opuso a ello al primer momento de escuchar la propuesta.
            —No seas infantil, ¿qué crees que pensarán de ti la familia Jung? Cuánto más durará este cuento?
            —Pero no quiero que...
            —¡Choi Soojung! —Su padre entró dando fuertes pisadas dentro de su habitación y tomó su muñeca tirando de ella y alzándola con facilidad—. ¡Vas a ir te guste o no!
            —¡No quiero!

            A pesar de todos sus reproches, cuando quiso darse cuenta estaba frente la puerta de la gran casa de los Jung, mirando el edificio de arriba a abajo. Sus brazos estaban cruzados y su mirada era furiosa; su ceño estaba fruncido pero su corazón no latía a modo de enfado, era extraño... Más bien latía excitado y nervioso, preguntándose miles de cosas en un solo segundo.

            —Bienvenidos —la señora Jung abrió la puerta y les dejó pasar. La menor se quedó un rato más en el jardín de la entrada antes de atreverse a poner un pie en esa casa: la atmósfera era cálida pero ella se sentía incómoda—. Si me quieren seguir, les enseñaré las habitaciones para que puedan dejar su equipaje allí y luego ya tendremos tiempo para conocer bien la casa —la mujer hizo una pausa y miró a la menor, sonriendo con ternura al verla tan distraída con todas las fotografías que había en el mueble cerca de la entrada—. Tu también Krystal, ven, tu vas a dormir con Jessica.

☆☆☆

            Jessica había tenido que mudarse al cuarto que hasta entonces habían ocupado sus padres porque este era más grande y así cabía una segunda cama para que Krystal tuviera un lugar donde dormir. La casa era bastante grande, pero solo contaba con tres habitaciones y la que antes era suya era mejor que la compartieran sus padres porque contaba con un baño incorporado al que se podía acceder desde la tercera habitación de la casa, que hasta entonces había sido para los invitados.

            La chica estaba organizando la ropa en su armario cuando su madre la llamó y le dijo que bajara porque la familia Choi estaba a punto de llegar. Terminó de colocar un par de cosas y luego descendió a la planta baja justo cuando su madre le contaba a Krystal que iba a dormir con ella. La chica puso cara de pánico ante esta revelación y Jessica rio porque aquella reacción le había parecido adorable.

            —Ven conmigo —le dijo, tendiéndole una mano para ayudarla a subir la maleta, pero la otra le volvió la cara y subió ella misma la maleta. Jessica miró a su madre y a los señores Choi, pero estos simplemente suspiraron cansados, así que la rubia subió las escaleras tras la otra y luego la guio hasta la habitación—. Esta será nuestra habitación —anunció—, puedes elegir la cama que quieras y te he dejado hueco en el armario para que puedas meter tu ropa. Ve instalándote, yo bajaré a por las cajas para ayudar con la mudanza.

            Le dedicó una sonrisa a Krystal y luego salió de la habitación, encontrándose con los dos matrimonios hablando sobre establecer turnos de baño entre ellos para poder llegar a tiempo a sus respectivos trabajos por la mañana. Todavía no se acostumbraba a aquello, pero solo era cuestión de tiempo que la situación se normalizase. Bajó las escaleras y cogió una caja de las que había en la entrada con una etiqueta que rezaba "SooJung" y suspiró. A ella le había tocado la tarea de intentar convencer a Krystal de la nueva situación, ella sería la persona que tendría que lidiar con sus caprichos, sus pataletas y sus problemas y, aunque eso pudiera ser un engorro durante su último año de instituto, Jessica pensó que quizás no estaba tan mal.

            No estaba tan mal porque su aburrida vida se había vuelto patas arriba de repente, dándole un poco de emoción. Afianzó la caja en sus manos y, con una sonrisa, comenzó a subir las escaleras.

☆☆☆

            Krystal subió orgullosamente la maleta hasta el piso de arriba, con esfuerzos para no tropezar y caer, quedando mal frente a su "nueva familia", en especial frente a esa "hermana mayor" que ahora tendría por culpa de los caprichos amorosos de sus padres. Suspiró sonoramente cuando llegó a la habitación que le indicó y Jessica y rápidamente se fue a la cama más grande, tirándose sobre ella y quedando con el rostro escondido contra la almohada.

            —No me importa lo que vayas a hacer, no me moveré de aquí —habló dándole la espalda mientras se acurrucaba contra el colchón—. Mi cama era mucho mejor...

            Susurró para ella mientras empezaba a sentir como sus ojos se humedecían. Le había costado dejar la habitación que la había visto crecer. Se había llevado todas las cosas pero sentía que le faltaba algo, además, nunca se había acostumbrado a dormir con otra persona, ni en las excursiones que hizo con su clase y los profesores en casas de campo alejados de toda tecnología.

            Aunque sus amigas fueran silenciosas, ella siempre iba a oír algo que la despertaría, y como no, empezaría a quejarse como una señora mayor cascarrabias y desesperante que solo quería estar sola. Empezó a ver cajas con su nombre dentro de la habitación y las arrinconó todas cerca de su nueva cama. Cuando vio a Jessica que volvía a entrar en la estancia, la señaló con el dedo y frunció el ceño.

            —Mis cosas no se tocan, ¿entendido? Deberás pedirme permiso aunque sea por un simple cepillo —señaló las cajas—. Todo esto es mío, ¿ves?

☆☆☆

            Jessica encaró una ceja al escuchar aquello que había dicho Krystal y luego suspiró antes de dejar la caja que llevaba en sus brazos en el suelo. Era simplemente una niña mimada que siempre parecía hacer lo que le daba la gana y que se enfadaba y hacía pataletas por todo, así que no le iba a prestar ninguna atención, ningún tipo de ayuda o lo que fuera.

            —Pues si no quieres que toque tus cosas serás tú la que suba las cajas que te quedan abajo —dijo alzando la voz. La rubia salió de la habitación dando un portazo y bajó las escaleras hasta la planta inferior murmurando.

            —Encima de que le subo las cajas para que no tenga que hacer mucho esfuerzo, encima de que intento tratarla bien —se detuvo frente a una de las cajas que llevaba la etiqueta con el nombre de la chica y le dio una patada—. La próxima se la daré a ella —dijo muy convencida saliendo por la puerta de la casa.

            Jessica sabía que la convivencia en un principio no iba a ser nada fácil. Primero tendrían que hacer que su nueva hermanastra cooperase y aceptase de una vez por todas lo que los dos matrimonios habían decidido y hasta que lo hiciera iba a ser bastante duro; pero ella no se iba a dejar manejar por una niña malcriada. Jamás lo haría, por muchos pucheros que la otra hiciera y muchas caras de enfado adorable que pusiera.

            "¿Adorable?" se preguntó ella misma, no entendiendo de dónde había salido aquella palabra para referirse a la persona con la que compartiría cuarto a partir de ahora "No, esa niña no es adorable. Para nada".

☆☆☆

            Krystal se sentó en la cama cuando vio como Jessica se iba de la habitación con un tremendo portazo y  bajó la cabeza mirando sus muslos vestidos por unos shorts de color negro. Empezó a jugar con sus manos, perfilando sus uñas durante largos minutos, en silencio, escuchando tan solo su respiración y las agujas del pequeño despertador que había en la mesita que marcaba el tiempo de una forma que, para la morena, parecía más lenta de lo normal.

            Miró hacia la ventana, el sol brillaba más que nunca y eso la mosqueó. No pienso poner buena cara tan pronto. Frunció el ceño y empezó a abrir sus cajas, colocando los objetos y la ropa con calma en el armario y los cajones que le pertenecían. La habitación estaba dividida en dos partes prácticamente iguales y cada una de las chicas tenía los mismos muebles, a excepción del armario, el cual estaba en la parte derecha de la estancia y que era para ambas muchachas.

            Unos golpecitos a la puerta atrajeron la atención de la menor y su madre apareció lentamente, sonriéndole.

            —¿Cómo va tu relación con Jessica?
            —¿Acaso la ves aquí?
            —La vi bajar enfadada, ¿qué le dijiste? —La mujer cerró la puerta tras ella y suspiró cruzándose de brazos—. Krystal, te pido un poco de paciencia en todo esto, eres la única que se opone y se queja. ¿Crees que para ella es fácil? Piensa en Jessica, también le cuesta aceptar que sus padres...
            —¿Qué piense en Jessica? Yo no le dije nada como para que se fuera de ese modo, si es una malcriada, ¿qué quieres que le haga? Ya tengo suficientes problemas como para ahora preocuparme de mi estúpida hermanastra.
            —Oye jovencita, no toleraré los insultos hacia esa familia, ¿entendido? —Krystal abrió la boca para seguir protestando pero su madre negó con la cabeza, consiguiendo un suave gruñido y un suspiro—. Hay otra cosa que debo advertirte.
            —¿Qué es?
            —No te enamores de Jessica.





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