lunes, 17 de agosto de 2015

No Pain, No Love

Capítulo 1

El primer encuentro


            La semana pasó tan rápido para Jessica que apenas se dio cuenta de que los días avanzaban. Estaba de vacaciones, aprovechándolas al máximo porque en apenas dos semanas tendría que comenzar su último curso en el instituto y, aunque estaba emocionada por ello —más concretamente lo estaba por el baile—, no quería volver a las aburridas clases. El viernes a mediodía todavía se encontraba tumbada en su cama tecleando en su cama mientras hablaba con sus amigas, cambiando de posición de vez en cuando para que sus músculos no se agarrotaran.


            Una de las veces que se puso en movimiento, su madre entró en su habitación apremiándola a que se levantara porque el almuerzo estaba servido en el comedor y porque aquella tarde no la podía pasar tumbada en la cama sin hacer nada, tenía que arreglarse para la cena con los señores Choi.

            —Nosotros tenemos que estar allí sobre las siete para tratar algunos asuntos —le dijo—, así que tú puedes llegar a las ocho, cenaremos y hablaremos un poco para que los conozcáis y también para que te hagas amiga de su hija. Se llama Krystal y es una chica muy mona por lo que vi en las fotos.

            Tras decirle esto, su madre salió por la puerta de su habitación, dejándola sola de nuevo. Jessica se levantó de la cama con pesadez y aún con su pijama, que consistía en un pantalón de estampado de pequeños corazones de colores y una camiseta ancha blanca, caminó descalza hasta el espejo de cuerpo entero para observarse. No tenía que estar despampanante para la cena de esa noche, con cualquier cosa un poco formal que tuviera en su armario le bastaba y un poco de maquillaje para realzar un poco sus rasgos.

            No quería impresionar a la otra familia. Durante aquella semana había estado meditando y simplemente le daba igual lo que sus padres hicieran con su vida, ya eran mayorcitos y podían hacer lo que quisieran, como de todas formas lo habían hecho desde que ella tenía memoria.

            Bajó al comedor con su mejor cara de póker y almorzó con sus padres, respondiendo a todas las preguntas que estos le hacían y entablando un poco de conversación trivial mientras la televisión estaba puesta de fondo. Al acabar de comer, la chica subió de nuevo a su habitación y abrió su armario para ver cuál era la ropa escogida para aquella noche. Desde allí mismo, comenzó a descartar algunas cosas porque eran demasiado informales, como la ropa que utilizaba para ir al instituto, y sus vestidos para salir de fiesta demasiado despampanantes.

            Finalmente, acabaron sobre la cama dos conjuntos. El primero era una falda negra de gasa que le quedaba por encima de la rodilla y una camiseta blanca de manga corta con un corazón estampado en negro sobre el pecho y poco escote. El segundo, una camiseta de hilo azul marino oscuro a la sisa con unos pantalones pitillo que parecían ser de cuero, pero que realmente eran vaqueros, todo rematado con una chaqueta de estampado de leopardo por si de noche refrescaba.

            Tras mucho pensar y meditar cuál iría mejor para la cena, se decidió por el de la falda porque no quería llamar demasiado la atención.

            Sobre las cinco de la tarde, Jessica fue al baño que tenía incorporado su habitación y que también pertenecía a uno de los dormitorios de invitados que tenía la casa y se dio un baño, lavando su cabello castaño claro también. Casi una hora después, salía desnuda hacia su cuarto, ya que no tenía que pasar por el pasillo, y buscó en su cómoda unas braguitas y un sujetador que no se trasparentase a través de la camiseta blanca.

            Luego se vistió y comenzó a maquillarse. Un poco de bb cream como base para tapar cualquier imperfección, una sombra de ojos clara, rímel y brillo de labios que les daba un poco de color rosa a sus finos labios. Era un maquillaje ligero, parecido al que se ponía cuando iba al instituto y que se parecía muy poco a los que generalmente utilizaba para salir.

            Jessica miró el reloj en su móvil. Las siete de la tarde. Se puso rápidamente unas converse negras, cogió su bolso —también negro—, de diario y metió en él el monedero, el móvil y las llaves de casa, puesto que el pequeño estuche de maquillaje ya lo llevaba por norma allí. Bajó las escaleras al trote, recordando cuál era el nombre del restaurante que su madre le había dicho durante la comida y cuando llegó a la entrada, tomó las llaves de su coche —un mini que había pertenecido hacía unos años a su madre y que ante la falta de uso había cedido a sus caprichos y se lo había entregado para que pudiera ir con él al instituto—, y salió de casa.

            Abrió el coche, dejó su bolso sobre el asiento del copiloto y se miró en el espejo retrovisor buscando alguna imperfección en su maquillaje, sin hallar nada fuera de lugar. Ajustó el espejo, metió las llaves en el contacto y las giró, escuchando al momento el ruido del motor. Puso la marcha atrás y miró una última vez por el retrovisor, esbozando una sonrisa triste.

            —A conocer a la familia Choi —murmuró.

☆☆☆

            Cuando una cosa empezaba a no gustarle, el resto de acciones que debía hacer, decir o pensar, solían ser malas, incluso nefastas. Krystal había tropezado más veces por la calle que en toda su vida, se había vuelto a pelear con sus padres al negarse que quisieran divorciarse y volverse a casar, esa mañana le había entrado champú en los ojos, se había levantado de la cama con una fuerte contractura en sus cervicales, y un puñado de cosas más que prefería olvidar.

            —Hija... ¿sigues enfadada? —La madre de la joven era una mujer calmada y dulce, no solía enfadarse con nadie y solía mostrarse temerosa cuando le enviaban una mirada de odio o enfado, justo como lo estaba haciendo ahora Krystal—. Recuerda que esta noche tenemos la cena y...
            —¡Ya lo sé! Déjame sola —se acurrucó en su cama y le dio la espalda a la mujer, escuchando como la puerta se cerraba lentamente y sus padres empezaban a discutir.
            —¡Deberías enseñarle quién manda aquí! ¡Siempre te hace bajar la cabeza! -Su padre era un hombre alto y algo grueso, tenía una potente voz al gritar pero nunca había llegado a dirigirse con ella hacia Krystal. Era la niña de sus ojos, su hija, la única hija... hasta ahora—. Sabes qué ocurrirá con su hija y la nuestra, ¿cierto? Se van a matar.
            —No seas exagerado, solo deben darse tiempo para acostumbrarse, yo las entiendo, ha sido todo muy... de golpe —la muchacha escuchó de nuevo unos pasos acercándose a su habitación y la puerta se abrió. Ella cerró los ojos, acurrucándose aún más—. Hija, a las siete iremos hacia e restaurante, deberías prepararte, ¿no?
            —Ya lo haré más tarde, seguramente no tardaré tanto como vosotros.

            La puerta se cerró y las discusiones siguieron hasta que la hora deseada para unos y odiada para otros había llegado. Nada más entrar en el restaurante, una elegante pareja alzaron sus manos para atraer a los padres de Krystal junto con ella hasta la mesa, esta llevaba un vestido negro ceñido al cuerpo que llegaba por encima de las rodillas y una fina chaqueta blanca con las mangas dobladas hasta sus codos por encima.

            —Krystal, ellos son el matrimonio del que te hablamos, el señor y la señora Jung —los tres hicieron una reverencia, aunque la muchacha suspiró al momento de inclinarse y se sentó antes que nadie, cruzando sus piernas—. Soojung, deberías esperar a que ellos se sentaran primero.
            —Te dije que no me llames por ese nombre —la morena simplemente sacó el móvil del pequeño bolso y se puso a jugar—. ¿No se supone que tienen una hija? ¿Dónde está?
☆☆☆

            Jessica sabía que llegaba tarde, lo sabía porque sus padres le habían indicado que como muy tarde debería estar allí a las ocho de la tarde, pero ya eran y media y aún le faltaban por lo menos otros veinte minutos para llegar. Estaba de los nervios, porque ella lo había intentado todo por llegar a la hora acordada, pero no se esperaba encontrarse con un atasco a la entrada de la autopista porque un coche había tenido un accidente.

            Le llegó el quinto mensaje de la noche en el que su madre le preguntaba cuánto tardaría en llegar y ella le explicó que no tardaría demasiado porque los automóviles que había delante de ella comenzaban a moverse poco a poco. Tamborileó los dedos contra el volante y soltó un suspiro. Lo único bueno de aquel atasco y el consecuente retraso era que así pasaría menos tiempo con el otro matrimonio y su hija.

            Cerca de las nueve de la noche, Jessica llegó al restaurante y dejó el coche en la acera de enfrente. Fue hasta la máquina y pagó la tarifa por aparcar en la zona azul un par de horas, cogió el ticket y lo colocó dentro del coche, en la luna delantera. Después, cruzó la calle y entró en el edificio con algo de premura.

            Caminó entre las mesas del lugar hasta que vio cómo su madre alzaba una mano, indicándole dónde estaban sentados. La chica tomó aire antes de avanzar decidida hacia allí. Podía ver a la perfección a sus padres y también a los señores Choi, que se encontraban frente a ella, pero a la hija solo podía verle la espalda. Era morena y tenía el pelo largo, más o menos como el suyo, por debajo de los hombros. Una vez llegó hasta la mesa, hizo una leve inclinación.

            —Lo siento por el retraso —dijo—. Hubo un accidente en la carretera y la cortaron.
            —No te preocupes —le comentó la señora Choi—, lo importante es que ya estás aquí.
            —Estos son los señores Choi —los presentó su madre—, y esta señorita es Krystal —señaló a la chica que aún le daba la espalda.
            —Encantada —contestó, esbozando su sonrisa más perfecta. En ese momento, la morena se giró hacia ella y la miró. Tenía una expresión de fastidio en su rostro que por un segundo la dejó paralizada, pero esta cambió casi inmediatamente a una que le pareció de estupor. Jessica frunció el ceño, confundida por aquella acción, pero le sonrió lo más agradablemente que pudo—. Yo soy SooYeon, pero desde que vivimos en Los Ángeles me conocen como Jessica.
            —Siéntate y comencemos con la cena —y así lo hizo.

            El tiempo pasó agradablemente, tanto sus padres como los señores Choi hacían que la conversación fuera distendida y nada aburrida. Le preguntaron por el instituto, por sus amistades, por sus hobbies y Jessica contestó lo mejor que pudo. No obstante, cuando le preguntaban a la chica que había a su derecha —envuelta en un aura oscura—, esta contestaba sin delicadeza, escupiendo las palabras. A Jessica le parecieron un poco interesantes las acciones de la chica y no pudo evitar estar prácticamente durante toda la cena observándola de reojo.

☆☆☆

            Krystal estuvo toda la cena prácticamente sin despegar la vista de su teléfono móvil. Quería que todo eso acabara para volver a casa y encerrarse en su habitación; seguramente sus padres la veían que estaba actuando como una niña pequeña pero a ella no le hacía ni pizca de gracia tener que conocer unos padres nuevos y una hermanastra. Y encima mayor que yo. Suspiró resignada y dejó el teléfono por unos minutos para beber agua y enderezarse un poco cuando llegó el postre. Miró fijamente a Jessica y frunció el ceño, mirando después a sus padres y a los padres de la muchacha.

            —No estoy de acuerdo en que ahora, a esta edad, hagáis esa tontería de divorciaros y casaros de nuevo con el otro —tomó una cucharada de su granizado de mango y se quedó en silencio, mirando a sus padres, esperando una respuesta. De reojo miró a Jessica, buscando algún tipo de expresión suya que grabarse a la mente.
            —Soojung, ya discutimos eso durante una semana, somos lo bastante mayores como para decidir qué hacer con nuestra vida —su padre habló calmadamente, él sabía que su hija no se rebelaría para pedirle que le cambiara el nombre—. Intentemos terminar esta velada tranquilos, ¿quieres?
            —Pues no, no quiero —bufó como gato mosqueado y miró a la que sería su futura hermanastra como no hiciera nada al respecto—. Y estoy segura que tu opinas igual, ¿verdad Jessica? —Se le hacía extraño pronunciar aquel nombre con tanta autoridad.

            La gente del lugar empezó a cuchichear debido al alto tono de voz que empleaba Krystal en las discusiones, solía chillar como un delfín.

☆☆☆

            Jessica estuvo atenta a la conversación que había comenzado la chica a su lado. Tenía un punto de razón en lo que decía, pero ella bien sabía que cuando a sus padres se les metía algo entre ceja y ceja nadie era capaz de hacerlos cambiar de opinión, ni siquiera ella. Se sorprendió cuando Krystal dijo su nombre en la conversación, pidiéndole apoyo para que aquella tontería acabara, pero ella ya había tomado una decisión las semana anterior y no iba a cambiarla solo porque la otra se lo pidiera. Carraspeó para aclarar su garganta y habló:

            —La verdad es que a mí me da igual —contestó, dejando a la chica con los ojos como platos, seguramente sorprendida por no contar con su apoyo, o eso le pareció por la cara de enfado que puso, haciendo morritos y frunciendo el ceño.
            —Pues si la única que se opone es Krystal —dijo su madre—, no tenemos ningún problema. Seguro que es porque no quiere separarse de sus padres —apuntó—. Tranquila, Krystal, viviremos todos juntos y así, aunque cambien las relaciones de parejas, no cambiaran las de padres e hijos.

            Jessica vio como la que a partir de aquel momento iba a ser su hermanastra temblaba, seguramente queriendo llorar pero aguantándose las lágrimas. Todo era un embrollo, una situación muy extraña que no tenía ni pies ni cabeza; pero sus padres ya eran los suficientemente mayores como para hacer lo que les diera la gana sin tener que dar explicaciones sobre su comportamiento. Además, ¿qué más daba? Oponerse solo iba a significar hacer el proceso más duro y complicado, era mejor dejar que todo siguiera su curso y si funcionaba, bien; sino, sería un capítulo más de su vida que años más tarde seguro que sería interesante de contar. No sabía a qué venía tanto sentimentalismo.

            —Por mí perfecto —dijo Jessica—. Así será menos duro el cambio.
            —¿Qué dices tú Krystal?

            La chica miró a Jessica, como intentando suplicarle que se pusiera de su parte, pero esta simplemente se dedicó a tomar una cucharada de su tarta de bizcocho y nata demostrándole indiferencia.

☆☆☆

            La morena se apoyó por completo al respaldo de su silla blanca y abrió los ojos sorprendida y enfadada al mismo tiempo. ¿Cómo se les podía haber ocurrido la loca y horrible idea de vivir todos en la misma casa como si fuera lo más normal del mundo? Se cruzó de brazos y frunció el ceño apartando la mirada, dándose cuenta que más una persona en el restaurante los estaban mirando, curiosos y a la vez extrañados de aquella conversación. Lo que menos se esperaba Krystal es que acabara descubriendo que vivirían todos bajo el mismo techo.

            —¡Esto es de locos, me niego! —Hizo una bola con la servilleta de ropa blanca y la tiró contra la mesa, levantándose arrastrando la silla y tomando el pequeño bolso negro que llevaba con ella. Miró de nuevo a la pareja que había decidido junto a sus padres intercambiar personas y las señaló con el índice—. Ni tu vas a ser mi nueva madre, ni tu vas a ser mi nuevo padre, ¡me niego!

            Bufó molesta por la nariz como si fuera un perro y se giró sobre sus talones, clavándolos con fuerza contra el suelo con sonoros pasos hasta la puerta. Tomó el pomo de la puerta y antes de empujarla y salir se giró mirando a la rubia.

            —¡Gracias Jessica! —Empujó con fuerza y giró a la derecha, murmurando para si mientras buscaba algún lugar donde ir.

            Era ya algo tarde por culpa de la muchacha que había encontrado un accidente y no pudo llegar antes así que ciertos lugares ya estaban cerrados, además, Krystal era menor y tenía la entrada restringida en muchos puestos. Su casa quedaba algo lejos a pie, pero si se ponía a andar ahora, seguramente llegaría allí a las doce.

            —¿Pero cómo pueden ser capaces de esto? ¿Justo ahora? ¡Idiotas! —Gritaba para sí, atrayendo las miradas de algunas personas que se preguntaban que hacía una joven como ella, vestida con un vestido quizás algo corto, chillando por la calle con cara de cansada y enfadada.

☆☆☆

            —Lo sentimos —dijeron a la vez los padres de la chica que justo acababa de salir por la puerta como alma que llevaba el diablo—, no creíamos que se comportara de esta manera.
            —No os preocupéis —intervino el padre de Jessica—, es un asunto delicado y es normal que no lo acepte de buenas a primeras.
            —Pero vuestra hija sí lo acepta —contestó la señora Choi.
            —Nuestra Jessica creo que ha aprendido seguirnos el juego —murmuró su madre con una sonrisa.
            —Sois mayores, podéis hacer lo que queráis, yo no me opondré —se levantó de la silla—. Creo que iré a buscar a Krystal, a ninguno de vosotros querrá escucharos, pero puede que a mí sí me haga caso.

            Ambos matrimonios estuvieron de acuerdo en que sería lo mejor y Jessica tomó su bolso antes de salir del restaurante, atrayendo las miradas de todos los que habían escuchado la conversación que se había mantenido en su mesa, las ignoró y salió a la calle. Miró a izquierda y derecha sin hallar el rastro de Krystal. Suspiró y sacó las llaves del coche de su bolso, se montó en él, decidiendo dar una vuelta a la manzana para ver si podía encontrarla más rápidamente. No le hizo falta dar muchas vueltas, ya que poco después de ponerse en marcha la encontró caminando con paso lento por la acera. Se acercó hasta ella y se pegó al bordillo, aminorando la velocidad y apretando el claxon para que la chica se girara y la viera. Jessica detuvo el coche y, antes de que la otra pudiera decir nada, comenzó a hablar.

            —Sé que todo esto es de locos —empezó—, pero piensa en esto como una anécdota que contar cuando seas mayor —la chica vio cómo Krystal abría la boca para replicarle, pero no la dejó—. Durante toda esta semana, ¿te has parado a pensar en la felicidad de tus padres? Sé que no ha sido de una forma muy convencional, pero se han enamorado y solo quieren ser felices; además, no vas a tener que separarte de ninguno de ellos, yo lo veo como una ventaja.

            Un silencio nada incómodo se instaló entre ellas mientras Krystal parecía meditar en las palabras que le había dicho Jessica.

            —No hace falta que te devanes los sesos ahora —murmuró la rubia—. Por ahora sube al coche, te llevaré a casa.

☆☆☆

            Krystal seguía murmurando cosas para ella mientras intentaba buscar una lógica a todo aquello que le estaba pasando. Ella era feliz con sus padres, sus amigas y sus estudios, por qué ahora sus padres debían romper el esquema perfecto? le daba igual que vivieran juntos pero separados, pero le molestaba tener que vivir junto a otro matrimonio y su hija, la cual para ella era demasiado hermosa.

            En otras palabras, la morena estaba celosa de su belleza y de que pudiera quedar en segundo plano. Krystal era una adolescente simpática y cariñosa pero muy posesiva con su propia belleza y algo egocéntrica... por no decir mucho.

            Bufó cruzándose de brazos mientras caminaba y un claxon le hizo dar un pequeño saltito, mirando a la carretera y encontrándose con aquella rubia muy cerca de la acera.
            Escupió sus palabras sin que la menor pudiera replicar nada y esta se quedó en silencio y quieta en medio de la calle cuando Jessica había acabado de dar su discurso digno de un libro de filosofía.

            —¿Has acabado ya? —Le habló de forma prepotente y maleducada— No quiero que me lleves, conozco el camino.

            Le sacó la lengua cual niña pequeña y cuatro pasos más adelante se dio cuenta de que estaba tiritando de frío. Su vestido era demasiado corto y la chaqueta blanca solo le daba calor a sus brazos y a la mitad de su espalda; sabía que cogería un catarro si no subía a aquél coche y se dejaba llevar por la rubia de linda sonrisa y belleza fría.

            Krystal se giró sobre sus tobillos y con sonoros pasos se acercó al coche y entró, cruzándose de piernas y brazos sin decir nada.

            —Tan solo llévame, ¿quieres? No quiero discutir contigo esto, nunca te voy a considerar parte de mi familia, al igual que tus padres... Ni que lo intente podré, es demasiado irreal para mi.

            Ella quería probarlo, dar una oportunidad a todo aquél espiral de sensaciones nuevas que estaba experimentando continuamente desde que sus progenitores volvieron de Hawaii y le contaron la verdad de la forma más calmada posible. La morena era como una niña había reaccionado mal, gritando y llorando, haciendo chantaje emocional, eso que tan bien se le daba desde que era una cría y la consintieron la mayor parte del tiempo.

            Justo como hizo unas horas después de llegar a casa, a las tantas de la madrugada, encerrada en su habitación y susurrando fuerte con su mejor amiga: Tiffany.

            —¡En serio unnie, no puedo! No quiero que esas personas se metan en mi vida con una brillante sonrisa y con el nombre de "familia perfecta" escrita en la cara... ¡Incluso su hija está de acuerdo!
            —¿Pero realmente estás mal con ellos al lado? Prácticamente no puedes saberlo porque como dices, te fuiste del restaurante dejándolos en evidencia.
            —¡Debía hacerlo! Yo solo quiero que vuelva todo a la normalidad... Es demasiado extraño pensar que viviremos los seis bajo el mismo techo... Además... bajo el techo de qué casa? Porque como vengan a mi casa les pienso echar a patadas.
            —¿Y si te toca ir allí?
            —No iré. ¿Podré quedarme en tu casa unnie?
            —No sé... Sería extraño tanto para mi como para mis padres que de un día para otro te instalaras aquí como una Hwang.
            —Venga Tiffany unnie, hazlo por una buena amiga. Dime, aceptarías que viniera si o no?
            —No me has dicho si su hija te pareció correcta y buena persona o no —Krystal suspiró con fuerza y la chica al otro lado de la línea solo sonrió en silencio—. Se llama Jessica, ¿cierto? Dime, ¿te cae bien?
            —Es demasiado perfecta.
            —¿Demasiado perfecta?
            —En sentido de que parece hacerlo todo bien. ¡Todo!




2 comentarios:

  1. Esto ya lo habías subido? O me lo imagino?

    Aunque de lo que estoy segura es que esto viene de un anime o un manga... Porque la historia me suena mucho xd

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    1. Subí el Prólogo hace unos meses XD Ahora comenzaré a subir algunos capítulos de la historia XD

      Sí, es de un manga bastante conocido. Ajumma y yo estamos haciendo una adaptación (creo que lo puse en las notas del prólogo XD)

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