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lunes, 27 de abril de 2015

Sex Toy

Título: Sex Toy
Autora: Minako Aino (Riz Aino / Annalovesasianboys) (@sbeaea)
Pareja: XiuBaek (XiuMin x BaekHyun) y leve mención a KrisBaek (Kris x BaekHyun) (EXO)
Clasificación: NC–17
Géneros: UA, cárcel, drama, leve romance y smut
Número de palabras: 3.476 palabras
Resumen: la vida dentro de aquel centro penitenciario es mucho más dura y salvaje de lo que MinSeok había pensado que sería antes de entrar a él.
Avisos: un poco de sexo sin consentimiento y algo de violencia.
Notas: escrito para la Undécima Gala de Rey de una Noche (Doce Reyes), que tiene como protagonista a XiuMin (parece mentira que ya solo quede una más).
Comentario de autora: llevaba siglos con esta idea en mente, pero nunca me atreví a hacerla (no sé por qué), así que cuando se me dio la oportunidad de hacer esta pareja no pude evitar pensar en que tenía esta idea por ahí rondando desde hace un tiempecillo. Espero que os guste esta nueva historia que eso traigo ^^

martes, 24 de junio de 2014

I Wish to Stop the Time (And Go Back to when You Smiled)

Título: I Wish to Stop the Time (And Go Back to when You Smiled)
Pareja: ChenYeol (Chen x ChanYeol) (EXO)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, songfic (?)
Número de palabras: 3.486 palabras
Resumen: ChanYeol está arrepentido por todo lo que hizo y lo único que desea a es regresar al momento en el que JongDae era feliz.
Notas: historia escrita para la octava edición de Doce Reyes (12eyes) que tiene como Rey de una Noche a Chen.
Comentario de Autora: esta historia está inspirada en las canciones Miracles in December y My Turn to Cry – EXO; Paradise y Tic Toc – Infinite. Os animo a escucharlas, son preciosas y ambientan muy bien para el sentimiento que quiero expresar. Espero que os guste ^^


I Wish to Stop the Time
(And Go Back to when You Smiled)




            Hacía un calor agradable dentro de su hogar a pesar de que fuera hacía un frío invernal. Estaban a finales de Noviembre, así que no era de extrañar, aunque según las previsiones para las próximas semanas, el frío iba a aumentar en la ciudad de Seúl. ChanYeol agradecía que su profesión no lo obligara a salir de casa, ya que los cuadros los pintaba perfectamente en la habitación que habían destinado para tal fin.

            Dejó el pincel suspendido en el aire unos momentos mientras observaba cómo avanzaba su última obra. Le habían encargado que pintase un cuadro sobre mitología occidental al estilo de los autores italianos del cinquecento y él había elegido el pasaje de la infidelidad de Venus con Marte a Vulcano, así que, una mujer de cabellos dorados desparramados sobre la almohada le devolvía la mirada desde el lienzo mientras un hombre se acercaba a la cama con una expresión lujuriosa.

            En ese momento, el chico tuvo la idea de añadir algunos destellos dorados y plateados por el cuerpo de ambos personajes para que parecieran dioses, desprendiendo luz propia. Comenzó a mezclar en su paleta los colores hasta que obtuvo lo que deseaba, levantó el pincel y, cuando estaba a punto de aplicar el color, sintió unos brazos abrazándose a su cuello, dejando una bufanda de lana sobre este. Del susto, casi acabó pintando una raya sobre el cuadro, destrozándolo, pero controló su mano antes de que rozara el lienzo.

            —Feliz cumpleaños —escuchó decir a la voz de su novio en su oído. Esto tendría que haber aplacado su creciente furia por casi echar a perder el cuadro en el que llevaba trabajando desde mediados de Septiembre, pero lo que hizo fue aumentarla porque algo así lo podría haber hecho cuando él no estuviera pintando.
            —¿Eres idiota? ¡Casi haces que destroce mi cuadro! —le gritó.
            —Yo… Lo siento… —murmuró el otro, encogiéndose un poco por el grito—. No quería que pasara nada malo, solo darte una sorpresa con la bufanda… Fui con tu hermana cuando te compró los guantes que te ha dado esta mañana y yo compré la bufanda compañera.
            —Vale, muchas gracias —dijo bruscamente—. Ahora vete porque tengo que terminar esto.
            —Pero he hecho una cena para celebrar tu cumpleaños —protestó JongDae.
            —Más tarde estará fría y…
            —Más tarde —volvió a decir. Su chico asintió lentamente y se fue de la habitación, dejando lo solo, aunque ChanYeol creyó que escuchó murmurar algo parecido a “JunMyeon tiene razón”, pero hizo oídos sordos y siguió pintando.

♡♡♡

            Park ChanYeol abrió la puerta del bloque de apartamentos en el que vivía con su novio y entró en él, cerrando rápidamente para que no se escapara el calor que hacía en el interior y para que no entrara ni una gota del frío que hacía en el exterior. En el mes de Diciembre había llegado el frío a la ciudad de Seúl en forma de una ola gélida procedente de Siberia.

            El chico cruzó el hall y se dirigió al ascensor, quitándose los guantes de piel que le había regalado su hermana por su vigésimo tercer cumpleaños no hacía muchos días. Cuando entró en el elevador se despojó de la bufanda y se miró en el espejo que cubría una de las paredes de aquel cubículo. Tenía las mejillas rojas por el frío y no se sentía la nariz. Esperaba que en casa la calefacción estuviera encendida y JongDae le hubiera cocinado algo rico y calentito.

            El ascensor se detuvo en su planta y él salió. Atravesó los metros que lo separaban de la puerta de su apartamento y luego introdujo la clave en el panel para poder entrar en casa. Nada más poner un pie en el lugar supo que algo no iba bien. Las luces de la entrada estaban apagadas y ChanYeol tuvo que encenderlas para poder cruzar el pasillo y dirigirse a las demás dependencias del piso. Llegó al salón y le dio al interruptor para que la lámpara que colgaba del techo iluminara la habitación.

            En el sillón más alejado, con la mirada perdida en el mar de luces que se veía por la ventana, se encontraba su novio. Hacía días que el chico estaba un poco lúgubre y pensativo, ChanYeol lo había achacado a que él se había pasado las últimas semanas intentando acabar un cuadro que le habían encargado y no había podido prestarle la atención que se merecía, pero a partir de aquel momento y hasta que no le encargaran otra cosa estaría solo para él.

            Se acercó al sillón y se colocó frente a él, dándose cuenta en ese momento de que JongDae estaba llorando silenciosamente. Llevó una mano a su mejilla, para limpiar sus lágrimas con sus dedos, pero el otro se apartó bruscamente, como si el roce de ChanYeol le hubiera provocado una descarga eléctrica nada agradable.

            —JongDae —llamó—. ¿Pasa algo? —durante unos minutos, el chico no respondió, se limitó a mirarlo fijamente con las lágrimas recorriendo su rostro—. Jong…
            —¿Quieres saber qué me pasa? —preguntó, alzando la voz en cada sílaba—. Sabes perfectamente qué me pasa y aun así te atreves a preguntarme.
            —JongDae…
            —¡Pasa que esto no va a ninguna parte! —gritó el chico, levantándose del sillón—. ¡Para ti yo ya no soy nada más que un estorbo, alguien a quien no merece la pena prestarle atención! ¡Parezco un objeto más de esta casa!
            —Claro que no… —ChanYeol intentó acercarse, pero el otro no lo dejó, apartándolo con un manotazo.
            —¡Encima te atreves a negarlo! —la mirada de JongDae era penetrante y oscura, a pesar de la humedad de sus ojos—. ¡Me voy! ¡No puedo soportarlo más! —pasó por el lado de su chico, en dirección a la puerta del apartamento. ChanYeol alzó la mano para detenerlo, pero luego lo pensó mejor y la bajó.
            —Esto es por culpa de JunMyeon —murmuró. JongDae se giró rápidamente para encararlo de nuevo.
            —Él no tiene nada que ver con esto —siseó.
            —Mientes.
            —¡Vete a la mierda, Park ChanYeol! —gritó JongDae—. ¡Lo nuestro ha terminado!

            Diciendo estas palabras, el chico avanzó por el pasillo y luego cogió su abrigo antes de salir por la puerta. Los pies de ChanYeol echaron a andar hacia aquel lugar, pero se detuvieron a medio camino. Si quería dejarlo, que lo hiciera.

            —Ya vendrá llorando para que vuelva con él —dijo para sí mismo, como si estuviera auto-convenciéndose de ese hecho. JongDae regresaría arrastrándose a él, pidiéndole su perdón, así que no se iba a rebajar a correr tras él en aquella noche tan fría de primeros de Diciembre.

♡♡♡

            ChanYeol caminó por el salón apartando con sus pies la ropa sucia que se había ido acumulando en el suelo los anteriores seis días. No tenía ganas de meterla en el cesto cuando se la quitaba, simplemente la tiraba al suelo, dejando que cayera donde fuera. Desde que JongDae se había ido no había nadie que le pusiera pegas por ello ni que la recogiera, así que, ¿por qué iba a molestarse?

            Fue hacia la cocina a prepararse un café, pero al abrir el armario se dio cuenta de que no le quedaban más vasos limpios. Miró el montón de platos sin lavar que había en el fregadero y enseguida se le quitaron las ganas del café. Se dirigió entonces hacia la nevera y cogió el cartón de leche, ignorando que estuviera caducada, y bebió a morro mientras se dirigía de nuevo al salón y se sentaba en el sillón en el que había estado su novio justo antes de irse.

            En el momento de la ruptura, ChanYeol hubiera pensado que al día siguiente iba a tenerlo de nuevo en casa pidiendo perdón, pero ahora veía la posibilidad de que JongDae no volviera nunca y eso lo aterraba. Llevaban viviendo juntos prácticamente desde que empezaron la universidad y habían comenzado a salir poco después. Siete largos años de convivencia en los que habían pasado por buenos y malos momentos, pero nunca habían sido tan malos como los últimos días para el chico.

            —Te extraño… JongDae… —murmuró para sí mismo, pensando que si lo repetía una y otra vez su chico aparecería por la puerta.

            ChanYeol había descubierto que no podía vivir sin él, que lo necesitaba a su lado para poder sobrevivir y no se había percatado de eso en ningún momento. Dejó el cartón de leche en el suelo, ya vacío, y se dedicó a mirar por la ventana, con la mirada perdida en los transeúntes que, vivían sus vidas aceleradamente, ajenos a que él los observaba buscando a una persona en particular, teniendo la esperanza de que regresara.

♡♡♡

            ChanYeol se despertó alarmado por el sonido de su despertador. Rápidamente lo apagó porque aquella canción, aunque le gustaba, era demasiado ruidosa por las mañanas. Se levantó de la cama y se preparó para ir a la universidad. Había elegido Arte finalmente, aunque también había estado pensando en elegir Música, pero su imposibilidad para hacer la escala musical cantando lo había decantado por la otra carrera. Lavándose los dientes mientras tomaba todo lo que necesitaba para aquel día el chico sintió que aquel iba a ser un gran día.

            La universidad era siempre un hervidero. Chicos y chicas jóvenes, aunque también algunos más mayores, iban de un lado a otro del campus y ChanYeol siempre se veía arrastrado por esta masa. Se dirigía hacia la biblioteca para tomar algunos libros que le harían falta para sacar apuntes cuando escuchó gritar su nombre entre la multitud. Rápidamente se giró, viendo a su mejor amigo agitando su mano para que lo viera.

            Ir a la biblioteca enseguida pasó a un segundo plano y el chico se dirigió hacia su amigo, aunque a mitad de camino se dio cuenta de que este no estaba solo, sino que lo acompañaba un chico de mirada risueña y sonrisa felina.

            —Buenas, Baek —saludó al llegar a su altura.
            —Hey, Yeol —le respondió—. Te presento a JongDae —le señaló al chico que iba  con él—. Es nuevo en la ciudad, así que habrá que enseñarle cada rincón.
            —Encantado, soy ChanYeol —se presentó, dirigiéndole al nuevo una sonrisa enorme plagada de dientes y el chico se la devolvió, aunque fue una más tímida y cálida.


            ChanYeol se despertó de golpe. Había soñado con el primer día que vio JongDae, de nuevo. Hacía varios días que le pasaba lo mismo y se despertaba sobresaltado por el sueño. No podía estar tranquilo ni dormido ni despierto ya que cuando abría sus ojos, le parecía ver a su chico en todos los lugares de la casa, a veces sonriendo, otras veces llorando, como la última vez que lo vio.

            El corazón del chico se encogió de dolor. Quería que volviese con él, que lo abrazase por las noches y lo consolase cuando no encontraba comprador para sus pinturas. Necesitaba a JongDae para conservar la poca cordura que aún le quedaba. Sin poder retenerla más, una lágrima cayó por su mejilla y a esta le siguieron otras más, no había llorado desde que murió su abuela, se había prometido no llorar más, pero lo echaba tanto de menos.

♡♡♡

            ChanYeol se había levantado aquel día pulcro y no quería que el lugar en el que vivía siguiera siendo una pocilga. Comenzó recogiendo la ropa del suelo y metiéndola luego en la lavadora por colores, como su madre le había enseñado cuando se había ido a vivir solo. Después comenzó a limpiar la suciedad de dos semanas, lavó los platos sucios y fue a tirar las bolsas de basura que había acumulado. A medida que la lavadora iba acabando con una tanda de ropa la iba tendiendo para que se secara y metía otra para que se lavase.

            Al final de la mañana, el chico consiguió que el lugar pareciese al menos habitable. Sin más que hacer y sin ganas de pintar nada que no fuera un lienzo en negro completamente, como sus sentimientos, se sentó en el sillón y comenzó a mirar a la gente pasar. Tan ensimismado estaba en eso, que casi no escuchó cómo la puerta del apartamento se abría y algunos pasos que atravesaban el pasillo. Con el corazón en un puño, se giró esperanzado al ver a JongDae entrando al salón.

            El recién llegado apenas había puesto un pie en el interior cuando ChanYeol ya estaba levantado y caminaba con decisión hacia él, abrazándolo fuertemente contra su pecho segundos después. JongDae se dejó abrazar, pero no se lo devolvió, por lo que el otro se separó, mirándolo a los ojos, pidiendo una explicación.

            —Solo he venido a recoger mi ropa y mis cosas —anunció.
            —No… Por favor… —murmuró, su corazón rompiéndose en pedazos—. No te vayas, quédate conmigo. Prometo que cambiaré, pasaré más tiempo contigo, te cuidaré… Por favor, no te vayas…

            A pesar de que le suplicó, JongDae no mostró signos de ablandarse y querer volver con él, y ChanYeol se preguntó cuándo se había acabado su amor por él para que ni siquiera sintiera pena al verlo de aquel modo.

            Sumido en sus pensamientos depresivos, observó cómo JongDae sacaba toda su ropa de los cajones, del armario y la metía en un par de maletas y en cajas, al igual que hacía con sus demás pertenencias, todo lo que había ido atesorando en sus siete años juntos. Cuando acabó el proceso y comenzó a bajar todo, ChanYeol se acercó a ayudarlo, pero este no lo dejó y, con la última caja en sus brazos, se despidió de él para siempre.

            —Viviré feliz —prometió—. Encuentra a alguien a quien hacer feliz y que te quiera.

            La puerta se cerró y por ella salió su primer y único amor sin que pudiera detenerlo. Las lágrimas recorrían sus mejillas mientras se preguntaba cuándo su relación se había convertido en una rutina, cuándo JongDae había dejado de sonreír por él, cuándo lo había descuidado tanto y por qué lo había hecho cuando estaba perdidamente enamorado de él. ChanYeol no encontró un momento exacto porque desde hacía años no veía una sonrisa sincera en los labios de su, ahora confirmado, ex novio. Cerró sus manos en puños y golpeó la pared antes de dejarse resbalar por ella y caer al suelo llorando sin consuelo.

            “Ojalá pudiera cambiar el pasado” pensó, “ojalá pudiera regresar a los momentos en los que él era feliz y no cometer los mismo errores”.

♡♡♡

            Había recibido un encargo el día anterior, tenía que pintarle a un empresario rico un retrato que luego seguramente colgaría en su despacho para alardear de su poder, pero el lienzo seguía en blanco delante de él. Hacía menos de una semana que JongDae se había ido para siempre de su vida y no podía concentrarse en nada. Se pasaba los días y las noches llorando, no cogía las llamadas preocupadas de su madre, de su hermana, ni siquiera respondía a las de BaekHyun, simplemente se hundía más y más en su miseria. Quiso rechazar la oferta de hacer el retrato, pero en un momento de lucidez recordó que necesitaba dinero para vivir aunque lo único que quisiera hacer fuera abrir la ventana y dejarse caer desde el duodécimo piso.

            Con un suspiro, mojó el pincel en uno de los colores de la paleta sin fijarse mucho y comenzó a pintar, dejando su mente volar al hacerlo. Solo volvió en sí cuando se dio cuenta de que a quien estaba pintando no era al empresario de la foto que había colocado en una de las esquinas del lienzo, sino que estaba dibujando a JongDae. Se levantó del taburete, dispuesto a tirarlo o romperlo en mil pedazos, pero un sentimiento de nostalgia se lo impidió y se sentó de nuevo para seguir pintando.

            Al final del día había acabado su retrato, pero cuando lo miró, aunque era JongDae, no había captado su esencia, lo que le hacía ser la persona de la que ChanYeol estaba enamorado. Gritó frustrado y tiró el lienzo al suelo. No podía seguir así, JongDae había pasado página, JongDae se había ido y él iba a hacer lo mismo.

♡♡♡

            La noche se convirtió en su día y las discotecas en su segunda casa. Primero fue BaekHyun, luego LuHan y más tarde JongIn; todos pasaron por su cama y no compartieron más que un par de noches a lo sumo. ChanYeol quería olvidar el tacto de JongDae en su piel, el olor de su pelo, el sonido de su voz; quería olvidarse de todo lo que tuviera que ver con él, dejar de estar enamorado.

            La bebida lo ayudó, al igual que el sexo, pero solo tenían una duración determinada y sus efectos cada vez se pasaban más rápido. Una vez que ChanYeol volvía al mundo real, no podía parar de llorar porque sabía que estaba echando su vida a perder porque no podía dejar de amarlo. Lo dejó todo y de nuevo volvió a esconderse en su casa, asustado de sí mismo.

♡♡♡

            Esa noche hacían seis meses desde que JongDae lo había dejado y ChanYeol estaba demasiado susceptible. Cogió un botellín de cerveza de su nevera y se asomó al balcón de su habitación, había escuchado por la tele que habría un eclipse total de luna y no quería perdérselo porque su madre le había dicho una vez que los eclipses totales tenían poderes mágicos.

            Hacía años que no creía en la magia, desde que había dejado de esperar que le llegara la carta de admisión en Hogwarts, pero necesitaba magia, o un milagro, para poder dejar de pensar en JongDae. Apoyó los codos en la barandilla de hierro forjado y miró al cielo, quedándose embobado durante todo el tiempo que la luna tardó en ser cubierta por el otro cuerpo celeste. Un halo de luz plateada brilló en torno a la oscuridad reinante en el cielo y ChanYeol pidió su deseo.

            “Quiero volver al pasado, regresar al momento en el que JongDae era feliz y detener el tiempo para no hacerlo sufrir de nuevo”.

            El chico observó cómo la luna iba apareciendo de nuevo en el firmamento poco a poco hasta que minutos después brillaba con toda su fuerza. ChanYeol terminó de beberse la botella de cerveza pensando que era un estúpido por pedirle un deseo al eclipse y se fue a dormir.

♡♡♡

            ChanYeol se despertó alarmado por el sonido de su despertador. Rápidamente lo apagó porque aquella canción, aunque le gustaba, era demasiado ruidosa por las mañanas. Se levantó de la cama y miró extrañado su teléfono móvil, hacía años que había tirado aquella antigualla. Se dirigió al calendario y abrió los ojos como platos al ver el día que era.

            —8 de Abril de 2012 —murmuró, recordando en ese momento que aquel fue el día en que BaekHyun le presentó a JongDae—. ¿Qué significa esto?

            ¿Había viajado al pasado? No había otra explicación para que se encontrara en aquel día. El chico se miró en el espejo y se vio a sí mismo con siete años menos, cuando recién empezaba la universidad. ¿Cómo había podido volver al pasado? ¿Y para qué?

            Una luz se encendió en su cabeza. Le había pedido al eclipse volver al tiempo en el que JongDae era feliz y este lo había devuelto al día en que lo conoció, lo que significaba que después de conocerlo, JongDae no volvió a ser feliz. ChanYeol se mordió el labio inferior, conteniendo las ganas de llorar. Si él no hubiera aparecido en su vida, JongDae jamás habría sufrido, así que tomó una decisión. Cuando BaekHyun lo llamara, no se giraría y seguiría su camino hacia la biblioteca.

            Si la felicidad de JongDae significaba que ChanYeol no se cruzara en su vida, haría todo lo posible por no hacerlo, porque no quería que volviera a sufrir y llorar por él.





Notas finales:
—Os dejo los enlaces a las canciones con sus respectivas traducciones.
—Y perdón por hacer esto tan corto, pero con los exámenes apenas he podido ponerme a escribir.


sábado, 7 de junio de 2014

All You Need is LOVE

Título: All You Need is LOVE
Pareja: ChanLay (ChanYeol x Lay), mención a TaoHan (Tao x LuHan) (EXO)
Clasificación: PG–13
Géneros: AU, romance, música.
Número de palabras: 3.781 palabras
Resumen: YiXing lo tenía todo y podía conseguir cualquier cosa que desease solo chasqueando sus dedos, menos la felicidad.
Notas: historia escrita para la séptima gala de Doce Reyes (12eyes), que tiene como Rey de una Noche a ChanYeol.
Comentario de Autora: pitch-hit de última hora al no haber sido entregada la historia correspondiente. La idea para el fic salió de haber estado escuchando la canción All You Need is Love – The Beatles. Espero que os guste, a pesar del poco tiempo que he tenido para realizarlo.
Aclaraciones: los nombres de todos los personajes son sus nombres en mandarín porque la historia está ambientada en China.
—Lay / YiXing.
—CanLie / ChanYeol.
—Kris / YiFan.


All You Need is LOVE


            Zhang YiXing tenía todo cuanto quería y podía conseguirlo relativamente rápido. Era el único hijo y heredero de la compañía de entretenimiento Zhang que lanzaba al estrellato cada año a decenas de artistas en todos los campos —música, cine, televisión—, y sus padres siempre lo habían consentido en demasía desde que comenzó a hablar e incluso desde antes. Sin embargo, a pesar de todo, el chico no era feliz.

            Con sus veintitrés años recién cumplidos, YiXing se dio cuenta de que tenía un vacío en el lugar en el que debía latir con fuerza su corazón que no podía ser llenado con nada que el dinero pudiera comprar y el chico no sabía qué hacer para llenarlo. Lo había intentado todo en los últimos meses, pero nada le daba resultado.

            YiXing se dejó caer con pesadez sobre la cama de su mejor amigo y se tumbó ella lanzando un suspiro.

            —No sé qué hacer, de verdad —murmuró—. No hay nada que llene este vacío que siento.
            —Vamos, vamos, no desesperes —dijo LuHan dándole unos golpecitos en la pierna—, seguro que habrá algo que se pueda hacer.
            —¿El qué? —preguntó YiXing desesperado.

            Su amigo se sentó en la cama junto a él y cruzó las piernas mientras miraba a la pared de enfrente como si el color blanco inmaculado fuera la cosa más interesante del mundo. Durante unos minutos, el silencio que reinó en la habitación solo fue roto por los sonidos ahogados por las ventanas de doble cristal del tráfico de la calle. Cuando YiXing comenzaba a desesperarse por el mutismo de LuHan, este dio una palmada a la vez que esbozaba una sonrisa de satisfacción.

            —Lo tengo —dijo.
            —¿Qué?
            —¿Y si trabajas? —el chico abrió los ojos como platos, sin poder creerse lo que había escuchado.
            —¿No estarás hablando en serio?
            —A ver, lo has intentado todo y has conseguido todo cuanto querías, pero nada ha sido con tu esfuerzo, todo te ha venido desde arriba —explicó—, así que, ¿por qué no intentar conseguir las cosas con tus propios medios como las personas corrientes? Quizás así, sientas que el vacío se llena.
            —Está loco, no pienso ponerme a trabajar como cualquier persona de clase media o baja.
            —Tú piénsalo.
            —Jamás.



            Jamás digas jamás. YiXing no entendió el significado de aquella frase hasta que entró en una pequeña tienda de música tras ver en el cartel que había en la puerta que se necesitaba un dependiente. Una pequeña campanita colgada de esta, indicó su presencia en el lugar e inmediatamente salió un chico de la trastienda. Era bastante alto, tenía los ojos grandes para ser asiático y orejas de duende; su sonrisa también era muy amplia y a YiXing, a pesar de que supiera que a LuHan le hubiera parecido escalofriante, le transmitió un sentimiento cálido.

            —Bienvenido a XOXO —le dijo con una voz grave que lo sorprendió—. ¿Puedo ayudarlo en algo? —durante algunos segundos, el chico estuvo ordenando sus ideas en la cabeza, por lo que no contestó al momento.
            —He visto un cartel en la puerta y yo…
            —Oh, ¿quieres trabajar aquí? —lo cortó el chico. YiXing asintió—. ¡Genial! Tengo que avisar a mi hermano, que es el dueño de la tienda, y tú necesitas traer un curriculum… Por cierto, ¿Cómo te llamas? Yo soy CanLie —se presentó, tendiéndole la mano.
            —YiXing —contestó estrechándosela con una sonrisa en sus labios que le marcaba un hoyuelo en la mejilla derecha.
            —YiXing, ¿me das tu número de teléfono para poder contactar contigo y decirte la hora de la entrevista?
            —Claro.

            Horas después, cuando YiXing ya estaba en su casa diciéndose tonto por haberle hecho caso a LuHan, recibió un mensaje de un número desconocido que lo citaba en la tienda de música al día siguiente, a media mañana. En ese momento, el chico recordó que él no tenía un curriculum y que no tenía ni la más remota idea de cómo hacer uno. Así que, y sin que sirviera de precedente, se conectó a Weibo y le mandó un mensaje privado a LuHan preguntándole cómo se hacía uno. No habían pasado ni cinco minutos cuando ya tenía su respuesta, además de un gran párrafo en el que se jactaba de tener razón, como siempre. YiXing supo que había tardado más en recibir su respuesta por este párrafo que por lo que había tardado su amigo en explicarle cómo se hacía un curriculum vitae.



            A la mañana siguiente YiXing se encontraba sentado muy recto en una silla de madera frente a una mesa que hacía las veces de escritorio en la trastienda teniendo una entrevista de trabajo con un chico algo más mayor que él y que era el dueño de la tienda, se llamaba YiFan, o eso había entendido, ya que el chico se lo gruñó antes de comenzar con las preguntas. Tenía cara de malas pulgas y el ceño siempre fruncido durante todo lo que duró esta y lo que tardó en leer su curriculum y ver que era el único heredero de la empresa Zhang, después, una gran sonrisa —aunque no tan amplia como la que su hermano menor siempre parecía tener en su rostro—, apareció y le dio la bienvenida a la tienda como trabajador para, seguidamente, comenzar a hablar de los términos del contrato.

            Cuando salió de la trastienda, YiFan le anunció a su hermano que ya podía quitar el cartel de la puerta porque habían encontrado a la persona perfecta para el puesto. CanLie le sonrió ampliamente.

            —Espero que podamos llevarnos bien —le dijo y YiXing asintió, esperando no arrepentirse luego de hacer aquello.



            Su primer día de trabajo fue un par de días después y la mayor parte del tiempo lo pasó memorizando dónde estaba cada cosa en el lugar para poder darle inmediatamente al cliente lo que buscaba. Los CDs que vendían estaban organizados por temática y después por autor en orden alfabético, así que no había mucha pérdida, pero con la gran cantidad de estanterías y de música que había en la tienda, el chico creía que iba a volverse loco.

            CanLie lo ayudaba en todo lo que podía y, cada vez que se equivocaba, lo corregía suavemente, indicándole el lugar correcto y dándole algunos trucos o reglas mnemotécnicas para que lo aprendiera. YiXing pensaba que trabajar era algo aburrido y cansado, pero aunque en lo segundo tenía razón —porque cuando llegó a su casa se tiró sobre la cama más muerto que vivo—, en lo primero se había equivocado completamente, ya que cuando se quedó dormido, agotado, lo hizo con una sonrisa en los labios.



            —¿Qué música te gusta? —le preguntó CanLie un día que la tienda estaba desierta—. Quiero decir, estás trabajando en una tienda que vende CDs, así que presupongo que te gusta la música —YiXing le sonrió antes de responder.
            —Me gusta la música tradicional, las baladas y son fan de algunos de los artistas pop del momento. ¿Qué es lo que te gusta a ti?
            —Me gustan todos los estilos, pero el hip hop es mi preferido… Aunque el rock es bastante bueno también —miró a YiXing—. Nuestros estilos no coinciden para nada, podríamos intercambiar grupos y escuchar las canciones que le gusten al otro —propuso y el chico estuvo de acuerdo, porque cuando CanLie le decía algo con una sonrisa ilusionada no se veía capaz de decirle que no a nada.

            Los siguientes días, YiXing los pasó forzándose a escuchar la lista de reproducción que CanLie le había dado cuando llegaba a casa. A pesar de estar agotado, siempre se quitaba una media hora de sueño y la aprovechaba para escuchar aquellos grupos, descubriendo que el rock inglés era algo que le gustaba también. En sus jornadas laborales, hablaba con el otro sobre la música que había escuchado la noche anterior y ayudaba a las personas que iban buscando algo concreto.

            Por primera vez en su vida, Zhang YiXing sentía que el vacío que había en su pecho estaba siendo llenado de alguna manera y le gustaba el sentimiento.



            Un fin de semana como otro cualquiera, dos meses después de que comenzara a trabajar en la tienda de discos XOXO, YiXing recibió la visita de su amigo LuHan en casa. Hacía bastante tiempo que no se veían porque el chico trabajaba duro y cuando llegaba a casa lo único que quería era dormir. Igual ocurría los fines de semana, ya que los tenía libres, aprovechaba para descansar como era debido y LuHan no se había pasado a molestarlo, pero eso se había acabado.

            —¿Por qué no vienes a verme? —le preguntó nada más entrar en la habitación—. Me siento muy solo ahora que no estás conmigo.
            —Fuiste tú quien propuso la idea de que trabajara —respondió YiXing, tapándose con las sábanas a pesar de que en la habitación hacía calor.
            —Ya, pero una cosa es trabajar y otra abandonarme completamente… ¿No será que tienes a alguien y por eso ya no me quieres?
            —Ve a contarle a ZiTao tus paranoias, que seguro que le hace ilusión y a mí déjame dormir —se echó las sábanas por la cabeza, esperando que el sonrojo que había subido a sus mejillas no fuera notado por su amigo, pero LuHan ya lo había visto y no quería perder la oportunidad de sonsacarle algo.
            —Tienes a alguien —repitió—. No estáis saliendo pero te gusta.
            —No digas tontería, LuHan.
            —Soy tu mejor amigo desde que ambos tenemos memoria, así que no me mientas porque te conozco mejor que a mí mismo… Y eso ya es decir —durante unos momentos, YiXing pensó que si se quedaba callado y quieto podría desaparecer y que LuHan diera por perdida aquella batalla, pero luego recordó que era LuHan y que con él no serviría jamás aquel truco.
            —¿Recuerdas que comencé a trabajar para llenar el vacío que sentía en mi pecho? —murmuró—. Se está comenzando a llenar. Me lo paso genial en la tienda ayudando a la gente y hablando con CanLie de miles de cosas sobre música.
            —Así que se llama CanLie…
            —Es un chico encantador, le gusta el rock inglés y sabe muchísimo sobre bandas coreanas.
            —Mi pequeño se ha enamorado —dijo LuHan dramáticamente, haciéndose el compungido. Rápidamente, YiXing se quitó la sábana de la cabeza y se levantó.
            —¿Qué? ¡NO!
            —Niégalo lo que quieras, pero yo siempre tengo razón.



            YiFan, el hermano de CanLie, salía por la puerta justo después de hacer su revisión semanal para ver si la tienda seguía en buenas condiciones y todavía no la habían quemado, arrasado o tirado por un puente, cuando CanLie se volvió hacia YiXing. El chico estaba colocando unos CDs en las estanterías que habían llegado hacía unos minutos, así que no se dio cuenta de la fuerte mirada del otro hasta que se giró y lo pillo in fraganti.

            —¿Tengo algo en la cara? —preguntó intentando no sonrojarse, aunque sin mucho éxito. Si CanLie le preguntaba el motivo podía achacarlo al calor que hacía.
            —No.
            —¿Entonces? —CanLie pareció dudar si decir algo o no—. Puedes decírmelo —lo animó con el corazón latiendo a mil por hora y recordando la conversación que había tenido con LuHan el domingo anterior.
            —Te quería preguntar si este domingo estabas libre —dijo finalmente.
            —Sí, no tengo nada que hacer.
            —¿Te importaría venir conmigo a un concierto?
            —¿Es de alguno de los grupos que me has enseñado? —CanLie asintió—. ¿Quién?
            —Prefiero que sea una sorpresa —sonrió—. ¿Vienes?
            —Por supuesto.


            Los días se le pasaron volando y el domingo llegó antes de que se diera cuenta. YiXing salió de su casa y a la hora acordada llegaba frente al estadio en el que se iba a celebrar el concierto. Pancartas y carteles por todos lados anunciaban que el grupo que actuaba aquella noche era One OK Rock, un grupo japonés que a CanLie le encantaba y del que YiXing había escuchado algunas canciones y le habían gustado. Tras unos minutos de espera, llegaba el chico en cuestión agitando unas entradas con una gran sonrisa en su rostro.

            —¿Has esperado mucho? —YiXing negó con la cabeza—. ¿Te gusta el grupo? —le preguntó señalándole los carteles.
            —Me gusta.
            —Entonces no perdamos más tiempo —CanLie lo tomó de la mano y lo guio al interior del estadio ignorando el cosquilleo que provocaba en YiXing esta acción.

            Horas después, con la voz ronca por haber estado cantando a pleno pulmón y los pies molidos después de que los de delante se pasaran todo el concierto saltando y pisándolos, decidieron que lo mejor que podían hacer era sentarse en uno de los bancos que había cerca del estadio y descansar un poco antes de emprender la marcha a casa. CanLie se ofreció a comprar unos helados de un quiosco que había visto en el otro lado del estadio y por mucho que YiXing se negara y le dijera que él era el mayor y por lo tanto quien debía ir, el otro lo ignoró y fue a comprarlo. Unos minutos después volvía con dos helados en la mano y le tendía el de vainilla a YiXing.

            —¿Te ha gustado el concierto? —le preguntó.
            —Me ha encantado —dijo el otro sinceramente. Ambos se sonrieron y cuando CanLie estuvo a punto de hablar de nuevo, una voz demasiado conocida para YiXing lo llamó.
            —¡YIXING! —el nombrado maldijo su suerte al ver llegar a LuHan arrastrando a ZiTao hasta donde estaban ellos.
            —Hola, LuHan —dijo el chico—. ¿Qué haces aquí?
            —Bueno, ZiTao quería dar un paseo y vinimos aquí —dijo, pero YiXing no se creyó aquella historia y cuando volviera a casa le preguntaría a su madre si le había hablado de su paradero a su amigo—. ¿Quién es este chico tan alto y tan mono? —preguntó señalando a CanLie.
            —Es CanLie, mi compañero de trabajo, ya te hablé de él —presentó—. CanLie, este es mi amigo LuHan y su… ¿Novio? ¿Amigo con derecho a roce? ¿Qué sois?
            —Amigos —contestó LuHan mirándolo de forma asesina—. Solo amigos.
            —Bueno, pues, su amigo ZiTao.
            —Encantado —dijo CanLie.
            —Bueno… ¿Y vosotros qué hacíais aquí? —preguntó ZiTao, hablando por primera vez.
            —Vinimos a ver un concierto, acaba de terminar y como estábamos cansados nos hemos sentado un rato —respondió YiXing.
            —Oh… Perdonad por interrumpir vuestra cita —murmuró compungido—. Ya nos vamos… —cogió a ZiTao de la mano—. Hacéis muy buena pareja, ojalá que duréis mucho.

           En ese momento, YiXing deseó que la tierra lo tragase por las palabras que acababa de decir LuHan. ¿Cómo se atrevía?

            —No le hagas mucho caso a LuHan… —murmuró—. Su hobby es emparejar a todo ser viviente, pero él no es capaz de asimilar que está colgado por ZiTao.
            —No pasa nada —contestó CanLie dándole un bocado a su helado con una sonrisa—. Es un tío gracioso.



            Los siguientes días a las palabras de LuHan fueron algo incómodos para ambos chicos, ya que no sabían que hacer o decir el uno al otro. Tropezaban con cualquier cosa que se interpusiera en su camino y, en general, eran mucho más torpes que de costumbre. Sin embargo, a pesar de esto, YiXing se sentía muy a gusto en compañía de CanLie y se preguntaba si en realidad no tenía sentimientos por el otro chico.

            —Voy a desempaquetar los CDs que trajeron esta mañana —le dijo CanLie un día y el chico asintió, viendo como desaparecía en la trastienda con un par de cajas en sus brazos.

            YiXing se dedicó entonces a pasar un trapo por el mostrador aprovechando que eran horas bajas porque este estaba lleno de marcas de dedos. Estaba tan concentrado en su tare que cuando escuchó la campanita que avisaba de la entrada de algún cliente, no le prestó mucha atención y simplemente dijo “bienvenido” sin levantar la mirada del cristal que limpiaba con esmero. Solo se dio cuenta de que algo iba mal cuando notó metal frío contra su frente.

            —¡Dame todo el dinero de la caja! ¡Ahora mismo! —le gritó una voz. YiXing alzó lentamente la cabeza, encontrándose con un tipo con la cara cubierta por un pasamontañas y una pistola contra su cabeza.
            —Yo… —consiguió articular, pero el otro lo interrumpió, apretando la pistola más contra su carne.
            —¡Qué me lo des ya, hijo de puta!
            —Sí… —susurró.

            YiXing fue lentamente hacia la caja registradora sin quitarle la vista de encima al tipo ni al arma. Introdujo los números que le pedía la máquina con dedos temblorosos y cuando estaba a punto de darle al último dígito, vio cómo CanLie salía de la trastienda, intentando no hacer ruido y que el otro no lo viera. YiXing le quiso gritar que saliera de ahí lo más rápido posible, pero no le dio tiempo. Un instante después, CanLie se echaba encima del atracador y lo inmovilizaba contra el mostrador, quitándole el arma y tirándola al suelo, lejos del alcance de nadie.

            —Llama a la policía —le dijo a YiXing y este, aunque le costó un poco reaccionar, cogió su teléfono móvil y marcó el número de la policía, dando parte de lo que había ocurrido en el local.

            Horas después, todo se había solucionado. La policía había llegado a la tienda y se había llevado al atracador, que gritaba como un poseso. Después, les tomaron declaración a ambos y ellos explicaron lo que había pasado. Tuvieron que llamar a YiFan y este se alegró de ver que ni al local, ni a la mercancía, ni al dinero, ni a ellos, les había pasado nada. Luego les ordenó que se fueran a casa y que descansaran ya que al día siguiente no abrirían.

            Los chicos estaban en la parada del autobús, esperando a que CanLie tomara el que lo llevaría a su apartamento, ambos muy callados. No se habían dicho ninguna palabra desde lo ocurrido, pero los dos tenían muchas cosas que decir.

            —Yo… —comenzó CanLie.
            —Has sido muy valiente —lo cortó YiXing—. Yo no hubiera tenido valor para hacer eso… Simplemente me he quedado temblando y he hecho lo que el tipo me ha dicho.
            —También has sido valiente, has mantenido la calma a pesar de todo.
            —Por dentro estaba como un flan —confesó. CanLie le sonrió de una forma cálida que lo tranquilizó y luego, lo abrazó fuertemente contra su pecho.
            —Me alegra que no te haya pasado nada —le susurró en el oído—. He pasado mucho miedo —tras decir esto, se separó de él y se giró, buscando con la mirada a su autobús. YiXing sonrió con un sonrojo apoderándose de sus mejillas.



            —Pero… ¿tú estás bien? —le preguntó LuHan con voz preocupada al otro lado del teléfono.
            —Perfectamente.
            —¿Y el otro chico?
            —También, a ninguno nos pasó nada, gracias al cielo —respondió.
            —Entonces solo ha sido un susto.
            —Solo eso, sí —se escuchó exhalar profundamente y YiXing supo que su amigo había estado conteniendo el aliento todo el tiempo desde que le había dado la noticia.
            —¿Pasó algo más?
            —CanLie me abrazó y me dijo que había pasado mucho miedo —contó, aunque en cuanto lo hizo se arrepintió.
            —¿Solo eso? ¿No te besó ni te dijo que te quería, que sin ti no podría vivir y que si te hubiera pasado algo él te habría vengado y luego se habría suicidado para estar contigo?
            —LuHan, no te montes películas tú solo —lo cortó YiXing—. Somos compañeros de trabajo, nos llevamos bien… Pero ya está… —aquella verdad le dolió decirla, pero sabía que no tendría ninguna oportunidad con él.
            —Eres un soso, YiXing —murmuró LuHan—. All you need is Love~ —cantó.
            —Si sigues por ahí, te cuelgo.
            —Lo siento, pero es la verdad —dijo—. Estáis loquitos el uno por el otro, lo vi el otro día cuando nos encontramos y si lo seguís negando y alargando solo os haréis daño.
            —LuHan… El día que te apliques tus propios consejos, los seguiré yo —fue lo último que dijo antes de colgar.



            Había pasado una semana desde el atraco y estaban solos en la tienda. Ya era de noche y estaban por cerrar. CanLie había estado todo el día nervioso, como si se estuviera debatiendo si decirle algo o no al otro y esto estaba poniendo de los nervios a YiXing. Si tenía algo que decir, lo podía decir, no se lo iba a comer ni nada por el estilo, él siempre había sido una persona muy pacífica.

            —YiXing —lo llamó cuando solo quedaba salir por la puerta y bajar la persiana.
            —Dime.
           —Yo… Tengo algo que decirte —el chico le sonrió, dándole a entender que podía decirle lo que fuera. CanLie se aclaró la garganta antes de volver a hablar—. YiXing… Me gustas.

            Cinco minutos antes, el chico había pensado que dijera lo que dijese no se lo iba a comer, pero en aquellos momentos, lo primero que hizo fue lanzarse contra CanLie en busca de sus labios con un hambre de estos que había sentido repentinamente. Cuando sus bocas se encontraron lo hicieron bruscamente y las lenguas y dientes entraron en contacto desde el primer momento. CanLie al principio no se esperaba aquello, por lo que tardó unos segundos en responder, pero en cuanto lo hizo, fue tan desesperado como YiXing.

            —También me gustas —murmuró el otro cuando se separaron, mirándose fijamente a los ojos.
            —Perfecto —susurró CanLie contra sus labios antes de volver a besarlo—. Pero yo voy arriba…
            —Ya se verá… —contestó YiXing profundizando el beso.

            Hacía algunos meses, Zhang YiXing estaba desesperado por encontrar aquello que pudiera llenar el vacío que se había instalado en su pecho; en aquel momento, sentía que lo había encontrado, porque allí donde latía acelerado su corazón, sentía una enorme calidez que se extendía por todo su cuerpo.





Notas finales: perdón por este bodrio ;;___;;