Tren de Medianoche
Capítulo 1
-Todavía no sé por qué narices tengo que
acompañarte a esto, JongIn- dijo mi amigo poniendo los brazos en jarra delante
de mí, en medio de la estación de tren de la línea Gyeongbuseon.
-Porque eres mi mejor amigo y yo no tenía
con quién venir- contesté intentando quitármelo de en medio para subir al tren.
-Pero…- puso un puchero y se plantó en el
suelo para que no pudiera moverlo.
-Vamos, Hunnie… te lo pasarás bien…
-Ja… eso no te lo tragas ni tú…- dijo- has
sido invitado a un tren en el que se va a cometer un asesinato, JongIn, eso no
es divertido- se quejó.
-Un asesinato ficticio y que probará mis
habilidades como detective- dije dándome aires, porque el que te invitaran a
una cosa de aquellas, significaba, que eras muy bueno.
-No te pongas flores, anda- murmuró y en ese
momento, sonó la sirena del tren, que anunciaba su próxima puesta en marcha.
-Déjate de cháchara, que se nos va el tren-
le contesté agarrándolo de la mano y tirando de él hasta la puerta, donde había
un revisor.
-Sus billetes, por favor- dijo un muchacho
bajito, con el pelo tintado de rojo oscuro, que tenía un rostro amable, y por
lo que ponía en la chapa de su traje, se llamaba SuHo. Rebusqué en mi chaqueta,
hasta que di con los dos billetes y se los entregué- detective Kai y su
acompañante, vagón 6, cabina D, espero que tengan una estancia agradable
durante nuestro trayecto a Busan- se hizo a un lado y después de que nosotros
entráramos, lo hizo él, cerrando la puerta- es hacia la derecha- nos indicó y
ambos nos inclinamos y fuimos en la dirección en la que nos dijo.
-A ver…- murmuré mirando todas las puertas
del vagón número 6, hasta que di con la que sería nuestra cabina durante todo
el viaje- aquí está- abrí la puerta y le dejé paso a mi amigo, que nada más
entrar, puso una cara de asombro, como un niño pequeño, vamos, lo que era.
-Wow- murmuró- esto es súper lujoso.
Y no era para menos su asombro y su
comentario. La cabina era muy, muy lujosa. Tenía dos pequeñas camas pegadas a
la pared, separadas por una silla tapizada, que más tarde nos dimos cuenta que
servía como un baúl donde guardar la ropa. Frente a la puerta, contra la gran
ventana, había una mesa de escritorio de madera de roble y una silla tapizada
con una tela estampada. Las paredes, ricamente decoradas. Todo era, demasiado.
-Es lo que me merezco- acabé diciendo,
ganándome un codazo de mi amigo, que soltó su maleta sobre la cama que pegaba a
la ventanilla, por lo que me dejaba a mí la otra. Me dirigí a la que sería mi
cama y comencé a deshacer mi maleta, cuando unos golpes en la puerta, me
alertaron.
-Ya voy yo- dije y fui hacia ella.
Cuando abrí la puerta, me encontré con que
no había nadie en el vagón, miré a un lado y a otro, pero nada. Me dispuse a
entrar de nuevo a mi habitación, cuando descubrí una nota en el suelo. Me
agaché y la recogí, ingresando de nuevo a la cabina. SeHun se acercó a mí con
cara rara.
-¿Qué es eso?- preguntó emocionado.
-Ni idea, todavía no la he abierto- dije
mientras desdoblaba la nota, quedándome de piedra ante lo que vi.
-“Enhorabuena,
ha sido usted elegido para ser el detective en este juego de rol- comenzó a
leer mi amigo- se requerirá su presencia
en el vagón 7, cabina B, dentro de 10 minutos”- terminó de leer y me miró-
wow- dijo- increíble.
No dije nada, simplemente volví a releer la
nota una y otra vez, hasta que la dejé caer sobre la cama, y yo comencé a dar
vueltas por todo el compartimento, como un león enjaulado, nervioso y mirando
la hora en mi móvil cada dos segundos.
-Oh, para ya- me dijo mi amigo, desesperado-
por mucho que mires el móvil los minutos no van a correr más rápido.
-Eso ya lo sé- contesté- pero…- volví a
mirar el móvil y vi que habían pasado los 10 minutos, cogí la nota y la guardé,
luego, abrí la puerta corriendo- ahora vuelvo, Hunnie- y salí de la cabina,
dirigiéndome al vagón 7, cabina B.
Anduve por el estrecho pasillo, sin
encontrarme con nadie, llegué al vagón 7, el que seguía al que yo me
encontraba. Busqué la cabina y cuando la encontré, suspiré ante la puerta,
justo antes de entrar.
Abrí la puerta y me quedé de piedra al ver
la escena que se extendía ante mí. Una persona, ataviada con una capucha, le
pegaba dos tiros a una chica rubia. Abría mis ojos y mi boca, incrédulo, y
justo en ese momento, esa persona, se dirigió hacia mí, y de un empujón, me
apartó de su camino para echar a correr por el pasillo.
Mi momento de shock apenas duró unos
segundos más, porque después, me repuse y salí corriendo detrás de aquella
persona. Lo perseguí, corriendo lo más rápido que pude, pero no llegué a
alcanzar a nadie. Le perdí la pista al entrar en alguno de los vagones.
Podría ponerme a registrar todas las
cabinas, pero eran privadas, y para ello necesitaría permiso de los revisores.
Me giré suspirando y me di un susto de muerte, allí se encontraba un revisor,
de hecho, el mismo que nos había pedido los billetes hacía unos momentos, el tal
SuHo.
-¿Señor, que hace usted aquí?- preguntó- ¿se
ha perdido?- iba a contestarle y a contarle todo lo que había pasado, pero él
me cortó- debería volver a su cabina, ahora van a ser entregados los roles del
juego.
Lo que dijo me dejó congelado. Era
imposible, yo ya había recibido la carta de que… ¿Y si era falsa? ¿Y si el
asesinato que se acababa de cometer había sido real? ¿Y si la chica estaba
muerta de verdad? Mi cerebro comenzó a funcionar rápidamente y salí corriendo,
dejando al revisor en aquel lugar, sin darle ninguna explicación, debía salvar
a aquella chica.
Corrí por el tren hasta llegar al vagón 7 de
nuevo. Entré a la cabina B sin siquiera llamar, encontrándome con una escena
que no me esperaba.
Allí no estaba el cadáver de la chica, como
yo me esperaba, sino que en el compartimento, parecido al que yo tenía junto a
SeHun, se encontraban dos chicos tumbados sobre una de las camas, comiéndose la
boca, mientras que otro, leía muy interesado un libro, hasta que se dio cuenta
de mi presencia.
-¿Quién eres tú?- dijo.
Dejó el libro de lado y se levantó de la
cama, en mi dirección. El pelo negro y corto lo llevaba despeinado y sus ojos,
estaban muy abiertos, por la sorpresa. Cuando los otros dos chicos escucharon
su voz, se separaron rápidamente, ambos sonrojados y con los labios hinchados y
rojos a más no poder. Uno de ellos tenía el pelo castaño y alborotado, mientras
que el otro lo tenía oscuro y algo largo.
-Joder, tío, ¿quién cojones eres tú?-
preguntó el que parecía más alto, puesto que aun sentado, le sacaba bastante al
otro chico.
-Yo… mmm… lo siento… éste es el 7-B, ¿no?-
pregunté algo avergonzado por haber interrumpido aquello.
-No- contestó el castaño- este es el 8-B.
-Oh… mmm… lo siento de nuevo- me incliné y
salí de la habitación- creo que me he equivocado- cerré la puerta escuchando
sus cuchicheos, pero no les hice caso, tenía mejores cosas que hacer.
Caminé hasta el vagón anterior. Me habría
equivocado en mi precipitación por encontrar a la chica, así que me dirigía
hacia allí, cuando de repente, una de las puertas se abrió, sobresaltándome de
nuevo.
-Joder- murmuré cuando vi la cabeza de mi
amigo asomar por la puerta y mirarme sin comprender nada.
-¿Pasa algo, JongIn?- me preguntó.
-Sí, vuelve a entrar ahora mismo- mi amigo
iba a hacerme caso, pero me asaltó una duda- ¿es esta nuestra cabina?
-Claro que sí… últimamente chocheas,
anciano- contestó.
Eso no podía ser posible. Sólo había
retrocedido un vagón desde el de aquellos chicos, no podía estar en el vagón 6,
debería estar en el 7. Imposible. Acababa de cometerse un asesinato real, y el
cuerpo de la chica, junto con el vagón en el que se encontraba, habían
desaparecido.
-JongIn… dime qué ha pasado…
-Oh SeHun- dije algo cabreado- por una vez
en tu vida hazme caso y métete dentro- él me miró durante unos segundos,
desafiante, pero luego, agachó su cabeza y se metió dentro del compartimento.
Llevé mis manos a mi cabeza y me despeiné.
Si éste era el vagón 6, el otro en el que había estado debía ser el 7 por
cojones, no me podía haber equivocado al contar. Volví sobre mis pasos y busqué
al revisor de mi vagón. Lo encontré tranquilamente sentado, comiéndose un bollo
de una fiambrera y carraspeé para llamar su atención y así, darme cuenta, de
que tenía cara de bollo. En su placa ponía el nombre de XiuMin.
-Señor- dije- ha desaparecido el vagón 7, en
el que han disparado a la víctima- pero él no me hizo ningún caso.
De repente, una luz se encendió y él se
levantó, sin decirme ni pío, y desapareció por el vagón. Suspiré y me dirigí en
busca del revisor del vagón 7, lo encontré poco después. Éste era castaño y
parecía ser buena persona, no un desentendido, como el de mi vagón. En la placa
ponía que se llamaba Lay.
-¿Qué vagón es éste?- le pregunté.
-El 7- contestó él amablemente.
-Gracias.
Corrí por el vagón, con mi cerebro
funcionando a mil por hora, hasta que llegue de nuevo al compartimento B y abrí
la puerta de golpe, encontrándome con una escena parecida a la anterior, sólo
que ahora, los dos chicos parecían mucho más entretenidos en devorarse el uno
al otro y el otro ahora tenía unos auriculares en sus orejas. Quién se dio
cuenta de mi presencia esta vez, fue el chico alto, que se quitó de encima al
que suponía sería su novio y se acercó a mí, desafiante.
-¿Qué cojones te pasa?- preguntó muy
cabreado.
No podía ser que esto volviera a suceder. De
repente, una idea loca asaltó mi cabeza. Podría parecer imposible, pero, si yo
había recibido una carta diciéndome que era el detective, ellos a lo mejor
habían recibido otra, diciéndoles que debían asumir el papel de cómplices. Sólo
eso podía tener sentido.
-Dejar de fingir- dije, y los tres chicos se
miraron los unos a los otros- ya sé que habéis recibido una nota, una en la que
decía que debíais ser los cómplices del asesinato y debíais cambiar las cabinas
con la víctima- ellos se volvieron a mirar entre ellos.
-¿Cómo lo has sabido?- preguntó el moreno
sacando de su bolsillo una nota parecida a la mía.
-Por eso el asesino salió corriendo en la
otra dirección…- murmuré- para despistarme y que vosotros pudierais cambiar de
habitación con la víctima.
-Eso… es exactamente lo que pone en la
carta…- dijo el castaño del pelo alborotado.
-Vamos a ver al revisor de vuestro vagón-
dije- el del mío no me hace caso.
Y salí de la habitación, seguido por los
tres chicos, en busca del revisor del vagón. Nos lo encontramos nada más dar un
par de pasos.
-¿Sucede algo, señores?- preguntó y yo
asentí- no debían haber salido de sus habitaciones, yo podría haber ido allí si
hubieran pulsado el botón para llamarme.
-Es urgente- contesté- ya he averiguado el
misterio del vagón desaparecido- él me miró sin entender.
-No sé de qué está hablando, señor, los
papeles para el rol todavía no han sido repartidos- me respondió, yo saqué mi
carta del bolsillo y el chico moreno le tendió la suya- estos… son los papeles
que íbamos a utilizar para el juego… pero… esto no es lo que estaba previsto-
su cara se tornó seria.
-Deberíamos ir a la 8-B y preguntarle a la
chica que cambió habitación con nosotros- dijo el castaño, y todos estuvimos de
acuerdo.
Mientras, en el vagón 8…
La revisora del vagón 8, Amber, miraba el
paisaje nocturno, aburrida, hasta que el tren entró en un túnel y todo lo que
había al otro lado de la ventanilla se volvió oscuro. En ese momento, se dio
cuenta que la luz del compartimento A, se había encendido. Se levantó y caminó
por el vagón hasta llegar allí. Tocó a la puerta, pero nadie contestó. Puso
mala cara y volvió a tocar de manera insistente.
De repente, la puerta se abrió de una forma
muy brusca, y salió por ella un chico muy alto, rubio, mirándola con una cara
de mala leche impresionante.
-¿¡Qué cojones quieres, niña!?- preguntó y
la chica se ofendió, porque no era ninguna niña.
-No soy ninguna niña- contestó- soy la
revisora del vagón 8 y usted, me ha llamado.
-¡Yo
no he llamado a nadie!- le volvió a gritar.
La puerta de la cabina de al lado, la B, se
abrió y por ella asomó una chica bajita, con el pelo largo y ondulado, castaño
claro y de rostro agradable, hablando por el móvil y mirando en la dirección en
la que ellos se encontraban.
-No, nada- dijo a la persona con la que
hablaba por teléfono- sólo un problema en el compartimento de al lado, parece
que el revisor se ha confundido- y diciendo esto, volvió a entrar a la cabina.
La revisora volvió a girar su vista hacia el
del A, justo cuando éste le cerraba la puerta en las narices, dando un portazo.
La chica bufó, y volvió a su puesto, para ver cómo la luz del compartimento E
se encendía. Se dirigió hacia allí y llamó a la puerta. Por ella, apareció una
chica de pelo largo y castaño peinado con una raya en medio, y con cara de
póker.
-¿Puedes hacer algo con esto?- preguntó y la
revisora alzó una ceja sin entender lo que le decía.
-¿Con qué?- preguntó.
-Con el ruido extraño que suena- contestó.
La chica aguzó el oído intentando captar algún sonido que no fuera el del tren
avanzando, pero no escuchó nada, y así se lo hizo saber a la chica, que volvió
a insistir- bueno, ahora no- murmuró- pero antes estaba sonando.
La puerta del compartimento D se abrió,
dejando salir a una chica rubia, de pelo largo, en silla de ruedas, con la
pierna derecha escayolada y a una chica de pelo corto y oscuro, empujando la
silla.
-Odio estar aquí sentada- dijo la de la
pierna rota.
-Eso
te pasa por hacer el tonto y dártelas de flexible, unnie- contestó la otra
mientras se dirigían hacia la salida de aquel vagón, para entrar en el 7.
-¿Cuántas veces te he dicho que me llames
Victoria y no unnie?
En ese momento, se escuchó un ruido y la
chica del compartimento E, se sobresaltó.
-¿Ves cómo se escuchaba un sonido?- dijo-
¿cómo es que no se han dado cuenta antes?- preguntó muy indignada.
-Debe de ser algún móvil olvidado- comentó
la revisora intentando entrar al compartimento, pero la ocupante no la dejó
pasar.
-Si es un móvil olvidado, ya lo buscaré yo-
dijo y cerró rápidamente la puerta.
-Joder, la que me están liando hoy- murmuró
más para ella, que para los demás la revisora.
Mientras las chicas del compartimento D,
pasaban por el pasillo, la puerta del C se abrió, y por ella salió un chico muy
alto, moreno y con unas ojeras terribles. La chica volvió a suspirar.
-¿Qué es lo que pasa?- preguntó él.
Volvemos con nuestro protagonista…
Los cuatro salimos corriendo hacia el vagón
8, hacia el compartimento B. El chico alto se dirigió a la puerta y la abrió,
encontrándose con la cadena echada. Cuando volvió a girarse hacia nosotros, su
cara estaba blanca.
-La chica está en el sillón…- murmuró
acercándose al muchacho castaño del pelo alborotado- tiene un tiro en la
cabeza.
Me asomé y la vi. No perdí más tiempo. Cogí
el pomo y comencé a tirar fuertemente hacia afuera, hasta que saltó la cadena y
entré a la habitación como una exhalación. Me acerqué a la chica, la misma que
había visto matar en el otro compartimento y le tomé el pulso. Cerré mis ojos y
suspiré, la chica estaba muerta.
Me fijé en la herida de la cabeza por si
había sido un suicidio, pero ésta no tenía quemaduras. Me giré hacia la puerta
y vi la cadena saltada porque yo la había roto para entrar. Aquello sólo podía
ser de una manera. Me levanté y me giré hacia la gente que estaba en el
pasillo.
-Ha sido un asesinato- dije- a puerta
cerrada.