Anonymous
Ese día fue uno de los más aburridos de mi
vida. Tenía unas inmensas ganas de que terminara ya y poder regresar a casa,
pero el destino es cruel y el profesor de la última hora nos castigó por haber
sido la peor clase durante el anterior trimestre. Me tuve que quedar otras dos
horas más atrapado en aquel lugar, más aburrido que una ostra y arrugándome
como una pasa por momentos. Cuando al fin nos dejó salir, suspiré aliviado y me
dirigí a mi taquilla lo más rápidamente que pude para coger mis zapatos y mis
cosas y no volver a pisar ese lugar hasta la mañana siguiente.
Al abrir la puerta de la taquilla me
encontré con una agradable e inesperada sorpresa. Una nota del tamaño de una
cuartilla cayó a mis pies y mirando a un lado y a otro, me agaché a recogerla,
cuando me incorporé de nuevo, la desdoblé, abriendo mis ojos al máximo a leer
su contenido.
Querido
desconocido,
Sé que tú no me
conoces, que no sabes nada de mí, al igual que yo tampoco sé nada de ti, solo
sé que ésta es tu taquilla, que me encanta tu sonrisa y tus ojos, y que te amo.
Sé que todo esto te puede resultar una broma o algo así, pero es como realmente
me siento, también siento no tener el valor suficiente como para acercarme a ti
y decírtelo, pero soy un cobarde. Espero algún día poder reunir el valor para
hacerlo, mientras tanto, te ama,
Anonymous.
Me quedé un rato en el sitio, sin saber que
hacer o que decir, hasta que sacudí mi cabeza, muy confundido, me guardé la
nota en el bolsillo de mi chaqueta, saqué mis cosas de mi taquilla, me cambié
los zapatos y salí rápidamente del instituto, con mi corazón latiendo a mil por
hora y mis mejillas ardiendo y encendidas como un semáforo.
A la mañana siguiente, me levanté con unas
ojeras impresionantes por no haber podido dormir, por culpa de haber estado
dando vueltas por la cama, pensando en mi admirador secreto, porque encima no
era admiradora, o sea, que era un chico. Que yo supiera, no era gay, bueno, la
verdad, es que desde nunca me había interesado esa cosa tan ambigua que es el
amor, pero que yo supiera, eran las mujeres las que me atraían, era lo normal,
¿no? Cuando me encontré con mi mejor amigo en la calle, de camino al instituto,
él me miro de una manera muy rara.
-¿Qué
te ha pasado KyungSoo?- me preguntó- hoy tus ojos están más saltones de lo
habitual- se cachondeó y yo le di un capón en la nuca- ay- se sobó el lugar donde
le había pegado- eso duele- se quejó mirándome mal.
-Eso te pasa por meterte conmigo, JongIn-
contesté y seguí mi camino, pero él no iba a dejar eso así, por lo que me
siguió y se colocó a mi lado, poniendo su cara morena a escasos centímetros de
la mía y dándome un susto de muerte.
-Ya
sabes que soy un bruto para estas cosas- murmuró- así que no me pidas ser
sensible, ya me conoces- sonrió- desembucha todo lo que no te deja dormir, que
sabes que yo te escucharé- lo miré mal, pero luego suspiré y comencé a
contarle.
-Ayer me encontré una carta de un admirador
secreto en mi taquilla que dice que me ama- conté mientras entrabamos al
recinto del instituto.
-Wow,
pero eso es genial- dijo abrazándome por los hombros, orgulloso de mí- yo
recibo miles cada día- claro, él era el chico más popular del instituto, no era
de extrañar, yo solo era uno del montón.
-JongIn...
he dicho admirador... -or- enfatice
la última sílaba- un chico, JongIn, un chico.
-Bueno...
eso tampoco es tan raro, yo también recibo de chicos- contó.
-Tú,
JongIn, que eres popular- contesté- estamos hablando de mí- me señalé a mí
mismo- no tiene razón de ser que alguien se fije en mí, no tengo nada de
encanto, soy borde, y mi cara es corriente- enumeré mis defectos uno por uno
mientras nos dirigíamos a las taquillas.
-Vamos KyungSoo, no te tengas en tan poca
estima- me abrazó fuertemente durante unos momentos- tienes muchas cualidades-
se separó de mí y me sonrió dulcemente- no te menosprecies- y abrió su
taquilla.
Asentí
y me dirigí a la mía, en cuanto la abrí, otra nota salió volando. Me agaché y
la recogí del suelo, cuando me disponía a abrirla, noté una presencia detrás de
mí y me giré, para encontrarme con la nada. Miré fijamente el lugar desde el
cual había sentido que me observaban, pero al no percibir ningún otro
movimiento, me encogí de hombros y desdoblé la nota.
No quiero asustarte ni nada de eso, solo
quiero decirte lo mucho que te amo, por favor, no me odies,
Anonymous.
-Wow,
impresionante- escuché decir a JongIn detrás de mí- yo quiero que me lleguen cartas
así, y no las que me llegan- puso un puchero mientras yo me guardaba la carta
en el bolsillo- las mías dicen: ¡Oppa saranghae! ¡Estás muy bueno! Ah, de
verdad, oppa, ¡sal conmigo!- puso voz de chica histérica mientras movía las
manos de forma graciosa y ponía cara de motivación- o las que me llegan de
tíos, que me dicen: vayámonos a un motel, quiero follarte hasta que te sangre
el culo- puso cara de mala hostia- yo no pienso ocupar esa posición en ninguna
relación- comentó y yo sonreí- no te rías- pero yo seguí riéndome- ¿por qué te
ríes?
-Porque
todos te están mirando como si estuvieras loco- le señalé a todas las personas
que había en aquel lugar y él se sonrojó un poquito.
-¿Por
qué no me lo has dicho antes?- me preguntó.
-Lo
siento... pero es que... era demasiado divertido- comencé a reírme como loco y
él me dio una hostia en la nuca, pero yo no paré de reírme, y al poco rato, ya
estaba él riéndose conmigo, y andando por los pasillos como dementes,
dirigiéndonos a nuestras respectivas clases.
La semana pasó exactamente igual. Tanto por
las mañanas, al llegar al instituto, como por las tardes, cuando me iba a casa,
me encontraba notas en mi taquilla de ese chico que decía que tanto me amaba.
Casi me sentía ansioso por recibirlas, y sí, casi, porque nunca reconocería que
estaba llegando a sentir algo por aquel chico misterioso que me enviaba
aquellas notas con tanto sentimiento. A la siguiente semana me llegué a poner
un poco paranoico y estaba ojo avizor, buscando entre los 2.000 alumnos
masculinos de aquel instituto, el que pudiera ser el tal Anonymous. Pero claro,
eso era misión imposible… ¿o no?
-¿Qué?- preguntó mi amigo con clara
incredulidad ante mis palabras.
-Lo que has escuchado- contesté haciendo un
mohín, y es que, después de mucho tiempo pensando y con mi curiosidad por saber
quién era aquel chico misterioso, ésa era mi única opción, ante la indecisión
de aquel chico a mostrarse.
-Repítelo, que es que creo no haber
escuchado bien lo que decías- se metió un dedo en la oreja e hizo como si se
sacara la cera que le dificultaba el escucharme, pero yo sabía que me había
escuchado perfectamente, aun así, se lo repetí.
-He dicho que voy a vigilar mi taquilla por
las mañanas, muy temprano, hasta que vea quien es el chico- le dije- necesitas
un sonotone, abuelo- puso mala cara por lo último que le dije y yo reí.
-No tiene ni puta gracia- dijo poniendo un
puchero- soy menor que tú, y además, lo que estás pensando hacer es una locura.
-Locura o no… quiero saber quién es ese
chico.
-¿Te gusta?- preguntó casi con miedo. Yo no
sabía qué responderle, porque no sabía quién era aquel chico y no podía haberme
enamorado de él, ¿o sí? En esos momentos estaba muy confuso acerca de lo que
sentía, pero mi cabeza pensaba fríamente y me decía que lo que iba a hacer, era
lo correcto, así que le contesté a JongIn.
-Lo sabré cuando lo vea.
Y allí me encontraba, eran las 7:30 a.m., el
conserje acababa de abrir las puertas de entrada al colegio y yo ya me
adentraba al lugar, yendo a las taquillas, para esconderme y así esperar a esa
persona que me escribía esas hermosas notas en las que me decía que me amaba.
Me sentía como un animal cazando, esperando a que su presa se acercara para
lanzársele encima y comérsela, claro que, yo sólo pensaba acercarme para
hablarle, no para comérmelo.
A las 7:45, un chico entró al lugar y mi
corazón comenzó a latir rápidamente, hasta que me llevé el chasco del siglo,
porque el chico se dirigió a la que sería su taquilla y no a la mía, y se
cambió los zapatos. Suspiré decepcionado, pero seguí con la mirada al chico,
que en vez de salir de allí y dirigirse a cualquier lado, se quedó parado en
mitad del pasillo, respirando hondo. Algo en mi interior se removió al verlo
avanzar hacia mi taquilla y dejar caer la nota dentro.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente al
ver a este chico, moreno, de piel clara y rostro de porcelana, meter la nota en
mi taquilla. Casi sin pensarlo, mis piernas hicieron que avanzara hacia él. Cuando
me vio, abrió sus ojos sin poder creérselo e intentó desaparecer del lugar,
pero mis ojos, fijos en los suyos, lo hicieron desistir.
-¿Eres tú el que me escribe esas notas?-
pregunté sin poder contenerme y él asintió casi imperceptiblemente- ¿cuál es tu
nombre?
-Kim JunMyeon.
-Yo soy Do KyungSoo- me presenté y con el
corazón en un puño, dije lo siguiente- y me gustaría conocerte.
Enserio eres muy buena. Yo bien creida que era JongIn quien escribia las cartas...poff, sorpresaa.y aqui se habre otra historia de amor xD
ResponderEliminarPd. Me encantan los titulos que les pones alas historias. Le van a todas muy bien.
>_< Gracias >_< Se abren muchas historias de amor en mi blog XD Prácticamente solo escribo de eso XD
EliminarPD: Gracias >_<
El SuSoo es una pareja muy tierna, me da mucha dhsakdjl en el cocoro y así. ¿?
ResponderEliminarFue muy boni, me gustó. ; - ; <3
¡Saludos!
Son completamente adorables <3
EliminarMe alegra mucho que te gustara ^^