Las clases de Literatura del
profesor SungMin siempre se le habían hecho eternas por las mañanas a primera
hora a JongDae y sin quererlo, siempre acababa bostezando y, a veces incluso,
dando cabezadas. El hombre tenía muy buena fe al explicar la materia, pero la
forma en la que lo hacía dejaba a JongDae más dormido que despierto. Por ese
motivo, el chico no se dio cuenta de que la clase se detenía porque el profesor
salía unos momentos, ni tampoco se dio cuenta de que el motivo de aquella
salida había sido que una pareja de policías se encontraba en el pasillo hasta
que escuchó su nombre, dicho por la voz soporífera del profesor.
—JongDae, sal un momento, por favor.
El chico se levantó de su pupitre
rápidamente y luego caminó por entre las demás mesas de sus compañeros,
sintiendo sus miradas sobre él hasta que salió por la puerta. En el pasillo, se
encontraban ya ChanYeol, KyungSoo, JunMyeon y YiXing junto a una pareja de
agentes, los mismos que habían ido al instituto el sábado anterior cuando
llamaron para denunciar la desaparición de SeHun y ZiTao. Si JongDae no
recordaba mal, se llamaban JongHyun y SooJung.
—¿Sucede algo? —preguntó el chico.
—Solo queríamos hablar con vosotros
de nuevo —le respondió la mujer—. Hay algunas cosas que queremos saber.
—Claro, todo sea por ayudaros a
encontrar a nuestros amigos lo más pronto posible.
Después de aquello, se dirigieron al
piso de los de tercer curso y sacaron a MinSeok, Lu Han y YiFan de su clase.
Ninguno de los que estaba allí tenía idea de lo que podían querer los policías
porque no habían dicho absolutamente nada y aquello tenía a JongDae bastante
mosqueado. Pocos minutos después, se encontraban en la sala de reuniones de la
junta escolar, junto con el director Lee, quien se encontraba sentado a la
cabecera de la mesa y el sentimiento de mosqueo de JongDae se acrecentó.
—Sentaos —les dijo el hombre—. He
sido informado de lo sucedido y hay algo que me gustaría deciros a vosotros
antes de hablar con vuestros padres.
—No me lo puedo creer —decía Lu Han
todavía indignado mientras caminaba por los pasillos—. ¿Cómo se atreve a
decirnos eso? ¿Eh? ¿CÓMO?
MinSeok se acercó a él para rodearlo
con un brazo y atraerlo a su cuerpo, pero Lu Han rehuyó su contacto. Estaba
demasiado cabreado como para mimos y no quería tener a nadie cerca porque no
sabía si podría o no contenerse de dar unos cuantos puñetazos. No quería
hacerle daño a nadie y menos a su novio.
—No ha podido decirlo en serio —murmuró
MinSeok y Lu Han lo miró con mala cara porque aquel hombre había dicho todas
aquellas venenosas palabras muy seriamente.
—MinSeok… —YiFan le puso una mano en
el hombro—. Lu Han no necesita que le digas cosas bonitas que no van a hacerse
realidad. Deja que se desahogue tanto como quiera y una vez se calme hablaremos
con él con tranquilidad.
—Gracias, YiFan.
Y tras decir aquello, el chico se
dio la vuelta y caminó en la dirección contraria a la que estaban sus amigos,
bajó las escaleras y luego salió del instituto gracias a la ayuda del conserje
DongHee para dirigirse a su casa. Quería estar solo. Quería pegarle a su
almohada hasta dejarla inservible, poniéndole la cara del director Lee,
imaginando que era a él a quien golpeaba. No podía entender como simplemente
podía ir diciendo que su hermano se habría fugado con ZiTao porque eran
homosexuales y que no iban a buscar más si no aparecían en lo que quedaba de
semana.
Llegó a casa pegando un portazo y
luego fue directamente a la habitación de SeHun, revolvió las sábanas y cogió
el diario de debajo de ellas, dispuesto a leérselo de arriba abajo por si había
cualquier cosa que lo ayudara a entender la desaparición de la persona que más
le importaba en el mundo.
MinSeok estaba sumido en un mutismo
que, aunque era muy propio de él, a YiFan le resultaba extraño porque estaba
cargado de pesimismo y, teniendo en cuenta lo que había pasado anteriormente,
sabía a qué se debía. Probablemente el chico se sintiera culpable por lo que les
había pasado a ZiTao y a SeHun y quería hacer todo lo posible para ayudar a Lu
Han a afrontar lo que había sucedido, pero Lu Han siempre había sido una
persona muy arisca y, aunque en los últimos tiempos hubiera cambiado algo y
fuera más cariñoso con todos, en aquellos momentos, lo último que debía querer
eran mimos.
YiFan lo conocía muy bien porque
llevaban siendo amigos más de diez años y MinSeok solo lo conocía desde hacía
tres, así que era normal que no pudiera comprenderlo bien.
—Mañana se le habrá pasado todo —le
dijo al mayor, poniéndole una mano en el hombro, llamando así su atención—.
Solo necesita estar solo y pegarle patadas a las paredes para quitarse la
frustración de encima.
MinSeok asintió y le dio la espalda
de nuevo, intentando concentrarse en los deberes que estaba haciendo en aquella
hora que tenían libre porque la profesora de Arte, YuRi, estaba de baja
maternal y no habían contratado a ningún sustituto ya que ella regresaría para
navidades. YiFan se dedicó a lo suyo también, pensando que la conversación se
había terminado, pero varios minutos después, escuchó la voz de MinSeok.
—Todavía sigo sin entender por qué
me eligió a mí sobre ti cuando tuvo la oportunidad de hacerlo —fue lo que dijo
y YiFan esbozó una sonrisa.
—Porque a mí me quiere… pero a ti te
ama.
JunMyeon estaba sudando a mares y
respirando de forma acelerada sin poder detenerse. Su condición iba a peor
cuanto más se acercaban a la biblioteca y el chico sabía que su cuerpo iba a
seguir hiperventilando como mecanismo contra el nerviosismo por lo que estaba a
punto de hacer. En serio no podía creerse que estuviera a punto de romper la
ley solo porque JongDae se lo hubiera sugerido y lo peor de todo era que el
cerebro maquinante de todo aquello se encontraba más fresco que una rosa, sin
ningún remordimiento y silbando la canción de un anuncio de pasta dental.
—A veces creo que te odio —murmuró
para que su chico lo escuchara y JongDae le guiñó un ojo—. No, no lo creo. Te
odio —declaró.
—Vamos, JunMyeon —el chico lo zarandeó
levemente—. No estés así. ¿Ni que fuéramos a matar a alguien?
—No, no vamos a matar a nadie —JunMyeon
se alejó de él, quitándose sus manos de encima—. Simplemente vamos a violar la
ley, vamos a entrar en el depósito sin permiso y vamos a robar periódicos
antiguos.
—¿Ves? No vamos a matar —respondió
con una sonrisa.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
¡Vamos a robar!
JunMyeon casi gritó lo último algo
histérico y una señora mayor que pasaba por su lado se lo quedó mirando con
gran desaprobación. JongDae le tapó la boca y le dedicó una sonrisa encantadora
a la mujer antes de tirar de él hacia delante para seguir su camino.
—Sí. Vamos a robar —le susurró
cuando ya habían andado unos cuantos de metros—. Pero esta acción me parece
bastante más noble que lo que están haciendo desde la policía, que se dejan
corromper por el dinero del director Lee para no tener problemas.
—Pero…
—No me repliques —contestó el chico—.
Sabes que tengo razón, que nosotros estamos haciendo todo lo posible por
encontrar algo sobre lo que ha estado sucediendo en el instituto y que si
tenemos que romper la ley para poder saber cómo recuperar a SeHun y a ZiTao
creo que es una causa que lo merece.
—Lo entiendo… —murmuró, vencido por
las palabras de su chico, que siempre había sabido lo que tenía que decir en
cada momento—. El fin justifica los medios, ¿no? O eso decía Maquiavelo…
—En realidad esa frase jamás la dijo
Maquiavelo, eso lo pusieron en su boca historiadores del siglo XIX y así ha
llegado hasta nosotros —respondió JongDae, pero JunMyeon lo cortó antes de que
le diera un discurso sobre aquello.
—Ahórrate la clase de Historia —le
dijo—. ¿Cuál era el plan?
—Yo distraigo a la joven
recepcionista con mi seductor encanto mientras tú te cuelas en el depósito con
la clave de tu madre —contestó rápidamente, volviendo a centrarse en lo que les
ocupaba.
—Como mi madre se entere de esto le
diré que tú me obligaste —murmuró JunMyeon, haciendo reír a su chico.
—Entonces tendré que usar mi
seductor encanto con JooHyun también cuando vaya a tu casa.
—¿Cuántas veces te he dicho que no
llames a mi madre por su nombre?
JunMyeon estaba un poco cabreado por
la poca seriedad de JongDae, pero gracias a ello había dejado de hiperventilar
al menos y ya estaba mucho más tranquilo que antes. Lo peor es que se lo debía
todo al idiota de su novio.
ChanYeol se encontraba apoyado junto
a la puerta de la casa de KyungSoo por orden del menor, quien le había dicho
que se iba a ir a su casa durante un tiempo porque sus padres se habían puesto
insoportables desde lo que había sucedido el día anterior. El chico conocía a
RyeoWook y HyoYeon y sabía que ellos solo querían lo mejor para su hijo… pero a
veces sí que eran un poquito pesados y KyungSoo ya se había disculpado con todo
el mundo por lo sucedido y había prometido que no iba a volver jamás a su
antigua vida.
Se escucharon unos pocos de gritos
desde el interior de la vivienda y ChanYeol supuso que la noticia no había
gustado demasiado a los adultos, pero también sabía que era la única opción de
KyungSoo para calmarse y cumplir realmente su promesa. Unos pocos segundos
después, el chico salía por la puerta y miraba hacia donde él se encontraba con
algo de desesperación pintada en sus grandes ojos oscuros.
—¿Ya estás listo? —le preguntó.
—Sí —respondió éste, recolocándose
la mochila antes de echar a andar, alejándose de la casa. ChanYeol miró una vez
atrás, despidiéndose con una inclinación de los padres de KyungSoo,
prometiéndoles silenciosamente que cuidaría de él antes de dar unas cuantas
zancadas y alcanzarlo.
YiXing creía que le iba a dar algo
buscando información sobre fantasmas si no encontraba nada en los próximos
minutos. Llevaba desde el lunes prácticamente viviendo en la casa de YiFan para
intentar encontrar algo, pero no había nada que les sirviera de ayuda y eso lo
frustraba bastante. Además, la cabeza le iba a estallar y los ojos —aunque se
había llevado sus gafas de vista y las tenía todo el rato puestas— se le iban a
resecar si seguía mirando la pantalla, leyendo todas las páginas que abrían.
YiFan había bajado a por algo para
reponer fuerzas hacía unos minutos y lo había dejado solo. Antes de bajar le
había ordenado que lo dejara un poco y que después de comer se volverían a
poner, pero YiXing no le había hecho caso y, simplemente estaba atento a los
ruidos de fuera de la habitación para soltar el portátil en cuanto escuchara
que alguien se acercara a la puerta.
El chico clicó en una de las páginas
y abrió una nueva pestaña para ponerse a leer lo que decían sobre los fantasmas
de aquel foro de historias de misterio.
«Los fantasmas que hacen daño a
personas vivas son generalmente aquellos que sienten odio hacia cierto tipo de
humanos o envidia de ellos. Pueden haber quedado atrapados en nuestro mundo
después de una muerte violenta o porque tengan ciertos asuntos pendientes con
personas que dejaron atrás. Estos fantasmas suelen frecuentar el lugar en el
que fallecieron, aunque también pueden aparecer en cualquier otro lugar,
siguiendo a la gente, y la única manera de hacer que tomen el camino que les
corresponde es hacerles ver que comprendes su dolor y que no tiene nada que
temer si deja definitivamente nuestro mundo».
YiXing estaba tan metido en la
lectura que no se dio cuenta de que YiFan entraba a la habitación hasta que no
lo tuvo encima, soplándole el cuello y haciendo así que casi saltara de la cama
y tirara el portátil por la ventana.
—Te dije que dejaras de torturarte o
tendrías consecuencias —murmuró, antes de comenzar a hacerle cosquillas por
todo su cuerpo.
MinSeok se encontraba tumbado sobre
su cama cuando de repente escuchó la voz de Lu Han en la entrada de su casa y
no le hizo falta más que un par de segundos para incorporarse y dirigirse a la
puerta de su habitación. Justo cuando la abría, descubrió a Lu Han delante de
ella, esbozando una pequeña sonrisa cálida, destinada a ganarse su corazón y su
perdón, sin saber que realmente no estaba enfadado con él por lo que había
sucedido horas antes.
—¿Puedo pasar? —le preguntó.
—Por supuesto.
El chico se echó a un lado,
dejándole paso a Lu Han a su habitación y cerrando después de que este entrara
a ella y se sentara en su cama como si fuera la suya propia. MinSeok lo siguió
y luego se tumbó tal y como había estado antes de la llegada del menor, invitándolo
a hacer lo mismo. Lu Han se quitó las zapatillas y luego se echó a su lado,
apoyando su cabeza en su pecho y dejándose envolver por los brazos de MinSeok.
—Lo siento —murmuró—. Estoy muy
insufrible estos días y no quiero pagarlo con nadie, por eso me alejo antes de
hacer daño a la gente que quiero.
—Lo sé. No te preocupes —le
respondió.
Lu Han asintió contra su pecho y
ambos se quedaron en silencio, disfrutando del contacto mutuo durante unos
momentos.
—Recuérdame que jamás me vuelva a
interponer entre SeHun y ZiTao cuando regresen con nosotros —dijo después de
unos minutos el recién llegado.
—¿Por qué? —cuestionó MinSeok—.
Creía que odiabas a ZiTao con toda tu alma.
—Tú lo has dicho. Lo odiaba —Lu Han
suspiró—. Ahora pienso algo distinto de él.
—¿Y qué es lo que te ha hecho
cambiar de opinión tan drásticamente? —preguntó con curiosidad porque desde que
su chico se había enterado de que su hermano menor mantenía una relación —ya
fuera del tipo que fuera porque ellos nunca se habían aclarado— con ZiTao, le
había tenido bastante ojeriza al chico.
—He estado leyendo el diario de
SeHun… —reconoció el chico—, y me he dado cuenta de lo ilusionado que estaba
SeHun con él, de lo mucho que pensaba en ZiTao y de lo mal que se sentía cada
vez que yo me metía en medio de los dos —hizo una pausa para coger aire—.
También me he dado cuenta de lo mucho que parecía querer ZiTao a mi hermano por
todo lo que hacía para él.
—Vaya —murmuró MinSeok, bastante
sorprendido.
—Por eso le voy a pedir perdón y
también los voy a dejar tranquilos —finalizó Lu Han.
—Creo que es una gran decisión —comentó
y la sonrisa que apareció en el rostro de Lu Han cuando lo miró fue la más
preciosa que había visto en su vida.
Era noche cerrada cuando a ChanYeol
se le ocurrió que quería ir al instituto y buscar en el sótano cualquier cosa
que los llevara a encontrar a SeHun y ZiTao y KyungSoo se habría negado a
acompañarlo, pero el padre de ChanYeol siempre era demasiado cargante y
demasiado perfeccionista, así que el chico no quería quedarse a solas con aquel
hombre en la casa mientras ChanYeol estaba fuera. Por eso, habían acabado los
dos saliendo de la vivienda de los Park y caminando las pocas manzanas que los
separaban del instituto.
Cuando llegaron al lugar se
encontraron las verjas cerradas, lo que indicaba que el colegio había sido
cerrado hacía ya bastante rato, pero eso no les importó a los chicos.
Poco antes de las vacaciones de
verano habían encontrado un pequeño agujero que daba a la calle y por el que
podían salir y entrar cada vez que quisieran. El agujero lo utilizaban cuando
se escapaban a veces de las clases más horribles —cuando a ChanYeol le tocaba
inglés con el profesor Henry y a KyungSoo Matemáticas con KiBum— y también para
cuando llegaban algo tarde y no querían ser castigados a dar vueltas a la
pista.
KyungSoo pasó antes y sin problemas
ya que era bastante más menudo que ChanYeol, quien siempre se atascaba y tenía
que intentarlo varias veces antes de conseguirlo. El menor siempre se burlaba
de él, pero en aquella ocasión no tenía ganas de burlas, así que, simplemente
ayudó al chico a pasar y minutos más tarde ya se encontraban en el interior del
edificio, usando las aplicaciones de linterna de sus teléfonos móviles para
alumbrarse en aquella oscuridad.
El sótano daba muy mala espina, ya
fuera de día o de noche y, aunque ninguno tenía gran miedo a las cosas, desde
que SeHun y ZiTao habían desaparecido eran un poco más cautelosos.
Miraron por todos los recovecos y
llamaron varias veces a los chicos que buscaban, tal y como habrían hecho sus
amigos antes de que ellos llegaran la primera vez, y varias horas más tarde,
salieron de aquel lugar sin haber encontrado absolutamente nada, pero con una
sensación de frío seco en sus huesos que nada tenía que ver con la temperatura
de principios de noviembre de la ciudad de Seúl.
No hay comentarios:
Publicar un comentario