Título: Me Gustas Tú
Autora: Riz Aino
Pareja: YeJu (YeRin + YuJu) (GFRIEND)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, romance, smut, pwp
Número de palabras: 3.434 palabras
Resumen: YeRin y YuNa tienen una forma bastante especial de
decirse lo mucho que se gustan la una a la otra.
Advertencias: relaciones sexuales explícitas a cascoporro.
Notas: primer fic de GFRIEND, no me matéis por lo que vais a
leer a continuación, por favor.
Comentario de autora: al principio me negaba a escribirlo porque el porno yuri
y yo no nos llevamos del todo bien, pero la idea no terminaba de salir de mi
cabeza y claro, al final lo tuve que hacer. Espero que os guste.
Como cualquier adolescente normal en Corea del Sur, YeRin
y YuNa se pasaban prácticamente todos los días de la semana encerradas en el
instituto, desde por la mañana hasta por la noche entre las clases de las
materias, las actividades en los clubes y las horas de estudio. Prácticamente
vivían en aquel edificio de hormigón armado encajonado entre diversos edificios
del barrio que se había quedado pequeño y empezaba a tener problemas para
albergar a todas las alumnas inscritas en él. Ambas muchachas —y en realidad
todas las alumnas del último curso de aquel centro para chicas— tenían aquel
edificio y las demás instalaciones aborrecidas y demasiado vistas porque
llevaban en aquel lugar tantos años que podrían recorrer sus pasillos con los
ojos cerrados y llegar a cualquier destino sin perderse y sin chocarse contra
paredes o puertas. Después de todos esos años allí, sabían también cuáles eran
los lugares más superpoblados, los más recónditos, e incluso aquellos a los que
las estudiantes no solían ir por diversos motivos.
Lo sabían todo de su instituto… y por eso, YeRin y YuNa
podían hacer lo que les diera la gana en las horas libres teniendo la absoluta
certeza de que nadie las iba a encontrar.
En el instituto había una leyenda que contaba que en el
lugar en el que se guardaban los materiales de gimnasia, una chica se había
suicidado una decena de años antes y por eso, aquel lugar solía estar
totalmente desierto —con la sola excepción de cuando quienes impartían la
materia iban a coger junto a algunas alumnas lo que iban a necesitar para la
clase del día—. La primera vez que las chicas entraron fue acompañando a su
profesor de gimnasia en su primer año en aquel instituto y vieron que era
simplemente un lugar lleno de chismes que básicamente nadie por voluntad propia
frecuentaba que se cerraba con llave para que nadie pudiera robar los
materiales. La segunda vez que entraron fue en ese mismo año, pero en aquella
ocasión lo hicieron solas y solo para poder hablar tranquilamente sin que nadie
las molestara y ayudadas simplemente por una de las horquillas de pelo de las
que YeRin solía llevar para recogerse los mechones que se le escapaban.
Tras aquella incursión, había sido costumbre para las dos
entrar a hurtadillas en el sitio, ya fuera para hablar de cosas importantes, o
solo porque querían estar alejadas del barullo del resto de estudiantes. En
aquel cuarto de los materiales, ambas habían vivido toda clase de situaciones —alegres,
tristes, extrañas— pero sobre todo, en ese lugar las chicas habían
experimentado. Sin un solo chico en los alrededores y sin profesores jóvenes
con los que llenar sus cabezas de fantasías en las que dar rienda suelta a su
imaginación y a sus hormonas adolescentes, YeRin y YuNa habían encontrado la
una en la otra todo lo que necesitaban para poder sobrevivir a aquella etapa.
Al principio solo habían sido cosas inocentes, curiosidades
que debían ser satisfechas… pero con el paso de los años, todo había tomado
otro cariz completamente distinto. YeRin y YuNa habían tenido su primer beso en
los labios en aquel lugar y más tarde también habían tenido su primera
experiencia sexual, dándose placer la una a la otra hasta que habían acabado
viendo estrellas en sus ojos, sintiendo sus cuerpos pesados y teniendo la mente
en blanco, incapaz de pensar en nada más que en volver a experimentar eso.
Pero entre su primer beso y su primera experiencia sexual
habían pasado años en los que se habían ido conociendo poco a poco la una a la
otra, en los que habían ido descubriendo cada vez más aspectos de sí mismas y
de sus cuerpos y en los que habían realizado el acuerdo mutuo de satisfacer de
todas las formas posibles los deseos provocados por las revueltas hormonas. Y
de la misma manera que habían acordado aquello, YeRin y YuNa habían acordado
también los días y los momentos en los que podían adentrarse en el cuarto de
los materiales para poder dar rienda suelta a todo sin poder ser molestadas o
vistas por nadie.
Ese día, era uno de los acordados para los menesteres que
las ocupaban en aquel lugar. Hacía bastante calor en la época en la que la
primavera estaba dejando paso al verano y en la que todavía tenían algunas
horas de estudio que podían aprovechar para encontrarse antes de que comenzara
el periodo de exámenes y no pudieran encontrarse. Las dos sabían que después de
las seis de la tarde no había nadie cerca del pabellón porque los clubes
deportivos habían acabado más de media hora antes todas sus sesiones de
entrenamiento y los profesores de gimnasia tampoco pisaban aquel lugar más
tarde de esa hora.
YeRin se sentía excitaba desde que se había despertado
por la mañana antes de ir a clases y, de hecho, aprovechando que siempre se
ponía el despertador para tener tiempo para remolonear sobre la cama antes de
levantarse, se había tocado bajo las sábanas hasta llegar al orgasmo. Sin
embargo, a pesar de que eso en otras ocasiones la había aliviado y la había
hecho sentirse feliz durante el resto de la jornada, aquel día no había
funcionado más que durante algunas horas y a media mañana, Jung YeRin no podía
estar más caliente. No sabía a qué se debía aquella repentina necesidad de
pasar cada momento del día tocándose para aliviarse, no tenía ni idea de qué lo
habría podido causar… pero YuNa se había dado cuenta de su condición y se había
pasado todo el tiempo haciendo que se sintiera cada vez más y más necesitada.
Durante las clases, YuNa había estado jugando con su
salud mental usando sus dedos para recorrer arriba y abajo su muslo izquierdo
aprovechando que las dos se sentaban juntas y en la última fila, sin que nadie
se diera cuenta del calvario que YeRin estaba sufriendo. Más tarde, durante la
hora del almuerzo se había pasado el tiempo jugando con sus dedos en su cuello,
en un acto que era normal entre ellas y que sus otras amigas no veían para nada
extraño. El cuello siempre había sido su zona descubierta más sensible y
aquella que a YuNa le encantaba atacar siempre que podía, por lo que mientras
estuvo jugando con su cuello, YeRin comenzó a sentir poco a poco cómo su
entrepierna se calentaba más y más e incluso comenzaba a mojarse, preparándose
para una actividad que tardaría bastante todavía en llegar, para disgusto suyo.
Pero lo peor no había sido eso, lo peor era lo que había
sucedido en clase de gimnasia porque aquel preciso día, el profesor había
decidido que iban a aprender cómo hacer masajes de relajación muscular. YuNa
puso tanto empeño ese día en seguir la clase y en hacerla sentir bien que sin
que la mayor tuviera que tocarse, acabó corriéndose sin poder evitarlo
siquiera. Mientras seguía respirando de forma entrecortada, aunque tratando de
cubrir su reciente orgasmo a las demás personas que se encontraban en la clase,
YeRin vio en la sonrisa de YuNa que aquello lo había hecho totalmente a
propósito y que estaba encantada con haber cumplido su objetivo.
—Esto no es más que el principio —le había dicho en ese
momento—. Prepárate para lo bien que te voy a hacer sentir más tarde.
YeRin siempre había pensado que justo después de tener un
orgasmo era imposible volver a sentirse totalmente excitada, pero en ese
momento, las palabras susurradas de YuNa con aquel tono en la voz que la
incitaba a pecar una y otra vez, su entrepierna volvió a calentarse de nuevo.
Para cuando las clases finalmente terminaron y comenzaron los horarios de los
clubes, la mayor tuvo que encerrarse en el baño para masturbarse, introduciendo
incluso sus dedos en su caliente interior para llegar al clímax por tercera vez
en aquel día y tratar de aliviar de nuevo aquel ardor.
Por todo aquello que había sucedido a lo largo de la
jornada escolar, YeRin se sentía más expectante que nunca ante el hecho de
pasar un largo rato junto a YuNa en su lugar secreto, sin que nadie las
molestara, para que por fin su excitación acabara de atormentarla gracias a una
buena ronda de sexo. Si eso no la terminaba de calmar, la chica ya no sabía qué
era lo que iba a poder hacer para que su tormento finalizara, para que sus
hormonas la dejaran en paz durante un tiempo, porque si no estaba totalmente
segura de que acabaría convirtiéndose en una ninfómana, siempre buscando
mantener su vagina ocupada.
Las dos chicas se encontraron a la hora acordada frente
al pabellón deportivo en el que estaba el cuarto del material y entraron a este
asegurándose de que no había nadie en los alrededores y de que nadie las había
visto, después, simplemente se adentraron en el lugar hasta que llegaron a la
puerta indicada. Acostumbrada a llevar horquillas, YeRin se quitó una de las
que le sujetaban el pelo y se la pasó a la menor, quien siempre había tenido
mucha más maña a la hora de forzar la cerradura, y ésta no tardó más de unos
segundos en abrirla. Las dos se miraron unos momentos a los ojos y sonrieron
antes de cruzar el umbral de la puerta y cerrarla a sus espaldas, echando el
pestillo para que, aunque alguien quisiera entrar, no pudiera hacerlo de
ninguna forma.
—¿Estás preparada? —le preguntó YuNa en el momento en el
que el cuarto estuvo asegurado—. ¿Estás preparada para que te haga sentir en el
paraíso una y otra vez, mi pequeña pervertida?
YeRin le tuvo que haber contestado algo cortante, para
que la menor sintiera que no iba a tener el total control… pero aquel día
estaba tan caliente, tan necesitada y la voz de YuNa sonaba tan excitante en
sus oídos que no pudo hacer otra cosa más que emitir un jadeo como respuesta.
—Veo que sí —sonrió la otra, de forma pícara, acercándose
a su cuerpo. YeRin retrocedió un par de pasos hasta que se vio acorralada
contra el potro y no pudo hacerlo más—. ¿Cuántas veces te has corrido hoy? —le
cuestionó, a pocos centímetros de sus labios.
—Tres —susurró.
—Buena chica.
Aquellas últimas palabras la desconcertaron un poco, pero
no pudo hacer nada por tratar de aclarar su confusión debido a que la boca de
YuNa sobre la suya no se hizo esperar y YeRin besó aquellos labios como si le
fuera la vida en ello porque se sentía demasiado caliente y demasiado sedienta —y
aunque aquel beso en el que sus lenguas se encontraron y sus labios acabaron
rojos e hinchados aplacaron un poco su sed, no hizo más que agravar el problema
que tenía entre las piernas—. Cuando se separaron, lo hicieron para respirar,
pero solo durante unos pocos segundos antes de besarse de nuevo, esta vez de
forma un poco más calmada, saboreándose la una a la otra totalmente antes de
dejarse escapar.
El primer gemido de YeRin resonó en aquel espacio
abarrotado en el momento en el que los labios de la menor abandonaron sus
labios y trazaron un camino de besos hasta llegar a su cuello, dejándola
totalmente sin respiración justo después. Odiaba y a la vez adoraba el momento
en el que ambas se habían dado cuenta de que su cuello la hacía encenderse más
rápido que una cerilla. En otras ocasiones, la mayor disfrutaba de los momentos
que YuNa pasaba jugando con aquella parte de su anatomía porque elevaba la
temperatura de su cuerpo y, sobre todo, de su entrepierna, pero en aquellos
momentos, el calor era demasiado insoportable y YeRin lo único que quería era
tocarse de nuevo —o que lo hiciera la menor— para poder aliviar el fuego que no
paraba de crecer en su interior.
—Parece que estás a punto de correrte otra vez —comentó
YuNa contra su cuello, haciendo que se le erizara la piel con su cálido aliento—,
como lo has hecho en la clase de gimnasia.
—Estás muy orgullosa de que eso haya pasado en clase
gracias a ti, ¿verdad? —cuestionó ella en cambio, tratando de alejar su mente
de pensar en la sensación que había tenido en la clase.
—Por supuesto —YuNa alzó su cabeza para mirarla a los
ojos—. Te he hecho llegar al orgasmo sin tocarte en ningún lugar especialmente
erógeno y encima, en mitad de clase, ha sido algo bastante satisfactorio y
excitante.
YeRin quiso replicarle algo, pero para ella también había
sido excitante, correrse durante la impartición de la clase, delante de todas
sus compañeras y de su profesor. Por ese motivo, simplemente se quedó callada.
YuNa le sonrió y le guiñó un ojo, para después palmear la cubierta del potro,
indicándole de aquella forma que se sentara sobre ésta. La mayor asintió y
después se impulsó hacia arriba, ayudada de la otra y dándose cuenta en ese
momento de que solo necesitaba abrir sus piernas para que YuNa pudiera
acercarse y jugar con su lengua en su entrepierna, porque había quedado más o
menos a aquella altura. YeRin sonrió, encantada, porque adoraba sentir la
respiración de la otra en aquel lugar, a la vez que su lengua.
—Parece que ya sabes lo que voy a hacer —murmuró YuNa—.
Estoy tentada a irme y a dejarte aquí, caliente… pero sé perfectamente que si
hiciera eso jugarías sin mí hasta quedar totalmente satisfecha… —comentó,
acercándose más y más hasta que su rostro rozó con la falda de tablas del
uniforme—. Y no quiero que te diviertas sin mí…
YeRin le sonrió e, inmediatamente después, se tumbó sobre
el potro, abriendo sus piernas. Escuchó la risa de YuNa de fondo durante unos
momentos antes de sentir su cálida respiración contra su entrepierna. Todavía
tenía las bragas puestas, pero éstas estaban tan mojadas por toda la excitación
que había sentido desde primera hora de la mañana, que pudo notar aquella
respiración demasiado bien. La menor se acercó un poco más y dejó un beso sobre
sus bragas, haciéndola estremecer antes de apartarle un poco la tela, justo lo
suficiente como para mostrar su húmeda vulva, esperando ser atendida lo más
pronto posible.
—Estás muy mojada —comentó la menor—, y me encanta.
Justo en ese momento, YuNa se terminó de acercar a su
entrepierna para empezar a besar y lamer
su clítoris, haciendo de esta forma que la chica se retorciera de placer. La
menor sabía perfectamente lo que la volvía loca —al igual que ella sabía lo que
volvía loca a YuNa—, había sido mucho tiempo el que ambas habían recorrido la
una el cuerpo de la otra, aprendiendo lentamente lo que les gustaba o
disgustaba, descubriéndose un nuevo mundo de posibilidades, un nuevo mundo lleno
de placer.
YeRin no pudo parar de emitir débiles gemidos durante
todo el tiempo que la boca de YuNa se entretuvo en su entrepierna, siendo un
poco más audibles cuando aplicaba más presión sobre su clítoris que cuando
aplicaba menos. Sentía mucho placer de aquella forma, le encantaba que la menor
hiciera aquello por ella, pero adoraba aún más cuando la traviesa lengua de la
otra decidía que ya había jugado demasiado con su clítoris y descendió por su
entrepierna, introduciéndose por su vagina lo máximo que podía. En el momento
en el que sintió cómo la lengua de la chica se introdujo en su interior, a
YeRin se le cortó la respiración durante unos segundos. Quizás aquella lengua
no fuera una penetración muy profunda, porque apenas era uno o dos centímetros
los que llegaba a alcanzar, pero la mayor se sentía en el paraíso cuando YuNa
movía su lengua en su interior.
Mientras la lengua de la menor penetraba una y otra vez
su interior, YeRin iba sintiendo más y más cómo el fuego se acumulaba,
notándose muy próxima al cuarto orgasmo de aquel día. No podía parar de gemir
débilmente, encantada con las sensaciones que todos los nervios de su cuerpo
estaban enviándole y, sin poder evitarlo, llevó una de sus manos a su clítoris,
arrugándose la falda en la cintura, para rápidamente masturbarse. En otras
ocasiones dejaba que YuNa la hiciera llegar al clímax, pero ese día, necesitaba
que fuera rápido, así que se tocó mientras la lengua de la menor hacía
maravillas en su interior hasta que finalmente se corrió, segregando fluidos
vaginales que YuNa se encargó de lamer.
—Impaciente —murmuró la otra, una vez alejó su rostro de
la entrepierna ajena—. Me dan ganas de castigarte… pero no tengo nada con lo
que hacerlo.
YeRin escuchó aquellas palabras vagamente mientras su cuerpo
seguía sintiendo los efectos de su reciente orgasmo, colmándola totalmente
durante unos momentos. Sin embargo, en el momento en el que recuperó el mando
de su cuerpo, la chica se dio cuenta de que seguía estando muy excitada porque
su vagina se había vuelto a calentar y palpitaba, sedienta de más actividad.
Generalmente, a la mayor no le gustaba demandar cosas, era YuNa quien le pedía
que le hiciera una cosa u otra cuando se encargaba de darle placer, pero aquel
día, necesitaba demandarle a la menor que siguiera encargándose de aquel
problema —daba igual la forma, lo único que YeRin necesitaba era dejar de
sentirse tan jodidamente caliente en todo momento—.
—Más… —fue lo que murmuró al principio de su demanda—.
Quiero más… YuNa… dame más…
—Viciosa —respondió la menor.
Sin embargo, a pesar de decir aquello, aun cuando YeRin
no se había recuperado del todo de su anterior orgasmo, ésta sintió cómo dos de
los dedos de la menor entraban en su interior fácilmente gracias a toda la
lubricación que tenía su vagina. Una y otra vez, los dedos de YuNa la
penetraron, acrecentando su sensibilidad al placer, de la misma forma que la
lengua de la menor había hecho antes, obrando magia en la demanda de YeRin por
más placer con el que poder saciar su libido.
Prácticamente a la vez que la jornada escolar terminaba
en aquel instituto para chicas, YeRin y YuNa salían del cuarto de los
materiales de gimnasia, alejándose del lugar rápidamente y sin mirar atrás
después de mantener relaciones sexuales durante muchas horas, habiendo calmado
al parecer, definitivamente la excitación continua de la mayor de las dos. De
camino a clase para recoger sus pertenencias, se detuvieron en uno de los baños
para arreglarse la ropa y el pelo, tratando de que no hubiera evidencia alguna
de lo que habían estado haciendo, hasta que más o menos lo consiguieron.
—¿Sabes? —murmuró YeRin, mirando a través del espejo a
YuNa—. Creo que cada día que pasamos juntas, cada vez que nos acostamos… me
gustas más y más…
—Tú a mí también me gustas mucho —le respondió la menor
con una amplia sonrisa antes de tomarla de la mano para tirar de ella para
salir del baño y encaminarse a la clase.
Notas finales:
—Seriamente, llevaba muchísimo tiempo sin escribir un yuri con relaciones
sexuales y la verdad es que me costó un poco ponerme a ello, pero después lo
saqué relativamente rápido, así que estoy bastante contenta por ello. No
obstante, no sé realmente cómo ha quedado el lemon porque apenas escribo yuri
de este tipo y estaba ultra oxidada (igual se me ha quedado un poco insulso,
pero escribí todo esto en una noche, no podéis pedirme mucho más).
—YuNa es el nombre real de YuJu, por eso es el que utilizo en la historia.
—A pesar de que YeRin y YuJu realmente se llevan un año, para que me
cuadrara todo bien decidí que ambas iban a tener la misma edad y que así
pudieran estar en el mismo curso y clase. No obstante, a pesar de esto, como
YeRin cumple en Agosto y YuJu en Octubre, he seguido respetando esto y por eso
digo que YeRin es la mayor.
Afwiveueh es la primera vez que leo un fic yuri me ha gustado tantote siendo sincera ,nose si te moleste que te pida otro de ellas :( sería lindo este me ha encantado aparte que es como fuerte entonces más jajajaja eres genial ��
ResponderEliminarAy, me alegra un mundo que fuera tu primer yuri y te gustara ^^ Claro que no me importa!! Pide lo que quieras sobre ellas y yo trataré de escribirlo lo más pronto que pueda ^^ Gracias corazón por tus palabras <33
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