Título: You’re the
best
Autora: Riz Aino
Pareja: VerKwan
(SeungKwan + Vernon) (SEVENTEEN)
Clasificación:
PG–13
Géneros:
romance, fluff, drama
Número de palabras:
1.034 palabras
Resumen:
HanSol está muy preocupado por SeungKwan.
Notas:
one shot escrito para María.
Comentario de autora:
yo quería que hubiera un poquito de perversión, pero me puse a escribir y
salieron cosas demasiado cuquis y adorables y después esa retahíla de
unicornios vomitando arcoíris no podía meter nada de serso salvaje. I’m so sorry. Espero que os guste.
You’re the best
SeungKwan llevaba varias horas encerrado en
una de las salas vocales de la empresa ensayando sin parar, sin darse un mínimo
descanso, ni siquiera para beber agua y humedecer un poco su seguramente
adolorida garganta. HanSol llevaba las mismas horas, pegado a la puerta de
aquella misma sala, sentado en el suelo, moviendo nerviosamente su pierna,
debatiéndose si debía entrar o no a aquel lugar y decirle al chico que se
detuviera. Todavía no lo había hecho, pero no porque le faltaran las ganas,
sino porque sabía que intentar convencerlo de que dejara de ensayar iba a ser
completamente inútil. SeungKwan había
recibido una mala crítica por parte de uno de los profesores en las
evaluaciones mensuales que se habían realizado aquella mañana y eso era suficiente
para que el mayor se encerrara en la primera habitación que se encontrara para
practicar.
HanSol dejó caer su cabeza contra el marco de
la puerta. Quería hacer algo por él, pero no sabía qué iba a animarlo.
Poco a poco, la sala de ensayo se fue quedando
vacía a medida que los demás miembros del proyecto SEVENTEEN comenzaron a irse
uno detrás de otro al dormitorio que todos compartían, hasta que solo se
encontraron en ella SeungCheol y él. El mayor se acercó hasta donde se
encontraba y se agachó a su altura, poniéndole una mano en la rodilla antes de
hablarle.
—Intentad no volver muy tarde a casa, ¿vale?
—HanSol asintió lentamente—. Tened cuidado.
—No te preocupes, hyung.
SeungCheol esbozó una sonrisa cansada y se
alzó. Recogió sus cosas de donde las había dejado y después salió del lugar,
despidiéndose de él una última vez en la puerta. HanSol volvió a suspirar por
centésima vez aquella tarde. Quizás era hora de entrar a la sala en la que se
encontraba SeungKwan y hacerlo entrar en razón, pedirle que dejara de ensayar
una y otra vez, recordarle que, a pesar de ser uno de los pequeños, era el que
mejor voz tenía de todos ellos.
HanSol se levantó del lugar que había ocupado
prácticamente todo el día y sintió sus piernas débiles porque no las había estado
moviendo más que lo necesario para que no se le quedaran dormidas. Tuvo que
apoyarse unos segundos en la pared verde de la sala hasta que por fin pudo
sostenerse él solo y después, sin darle muchas más vueltas al tema, entró
lentamente. Lo primero que vio fue a SeungKwan sentado en una de aquellas
incómodas sillas, con un micro en su mano derecha y palmeando su pierna
izquierda al ritmo de la música que sonaba desde el equipo. HanSol no pudo
evitar quedarse prendado mientras escuchaba su dulce voz salir de sus labios y
resonaba en la habitación. Realmente, la voz de SeungKwan era como la de los
mismísimos ángeles y él era demasiado débil a aquella voz, siempre lo había
sido, desde que la escuchó la primera vez.
Sin embargo, el chico salió de su ensimismamiento
cuando la canción finalizó y la voz del mayor dejó de escucharse. HanSol
inspiró profundamente y se acercó a SeungKwan antes de que pudiera comenzar a
cantar de nuevo, colocándole las manos sobre los hombros y masajeándolos
levemente, solo haciendo un poco de presión en ellos, lo mínimo para hacerse
notar. El chico ronroneó.
—SeungKwan… vámonos a casa…
—No… tengo que ensayar… —murmuró, casi sin
voz.
—Ya has ensayado lo suficiente por hoy —le
dijo—. Vamos a casa.
La sala se quedó en completo en silencio.
HanSol esperaba impaciente su respuesta, pero ésta le llegó en forma de hipidos
y al chico se le encogió el corazón. No dudó ni un segundo en pasarle los
brazos por el cuello y lo abrazó con cariño antes de plantarle una serie de
besos suaves en su mejilla y en su cuello, una y otra vez, diciéndole palabras
de ánimo, susurrándole las cosas que no podía decir en voz alta o cuando había
personas a su alrededor. Poco a poco, SeungKwan dejó de llorar y HanSol pudo
respirar otra vez con normalidad.
—Te quiero… —murmuró HanSol—. Y eres
perfecto… no necesitas ensayar más…
—Pero… el profesor…
—El profesor está amargado porque lo dejó su
mujer por un tío más joven, no le hagas mucho caso —le respondió, intentando
quitarle hierro al asunto—. Tú eres el mejor de todos los que estamos aquí…
deberías saberlo ya —rozó su nariz con la todavía húmeda mejilla ajena.
—Tú… que me ves con muy buenos ojos…
HanSol no pudo contradecirle aquello porque
en parte tenía razón. Para él, SeungKwan era perfecto en todos los sentidos.
—Vámonos a casa, anda, antes de que se haga
más tarde —le dijo en cambio. Dejó de abrazarlo y se colocó frente a él y secó
con sus dedos los restos de las lágrimas que habían surcado el rostro del
mayor—. Te quiero —repitió, mirándolo a los ojos. Una sonrisa preciosa apareció
en el rostro de SeungKwan y HanSol no pudo evitar besarla dulcemente durante
algunos segundos antes de separarse de él—. Eres el mejor.
—Gracias, HanSol… muchas gracias —murmuró—.
Yo también te quiero.
Después de aquello, ambos recogieron sus
cosas y salieron del edificio de la empresa cuando ya era noche cerrada y la
mayoría de los locales tenían las luces apagadas y los carteles rezando
“cerrado”. Los dos chicos caminaron en silencio, muy juntos, pero sin llegar a
tomarse de las manos, en dirección al dormitorio que compartían con los demás para tomarse una
noche de merecido descanso.
Notas finales:
—HanSol
es el nombre coreano de Vernon y el nombre por el cual lo llamaban mientras
estaba en el SEVENTEEN Project, por lo que por eso lo uso.
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