Título: 沒我愛 (Insane Love)
Autora: Riz Aino
Pareja: BoSom (Bora x DaSom)
(SISTAR)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, history,
romance, angst, smut
Número
de palabras:
4.755 palabras
Resumen: Bora y DaSom se
conocen una cálida noche de verano en un lugar del que ambas quieren escapar,
pero no pueden.
Advertencias: relaciones sexuales
explícitas y algo de violencia.
Aclaraciones:
en
el desarrollo de esta historia habrá un poco de trasfondo histórico, por lo
que, en las notas finales, daré algunas referencias para que podáis ubicaros.
Notas: historia inspirada
en el MV 'I like that' (de hecho hay algo de historia que sigue la letra y
algunas escenas del MV) que SISTAR sacó el año pasado y escrita para realizar
un homenaje a este magnífico grupo que hace nada se desintegró.
Comentario
de autora:
creo que son ya varias las historias que tengo escritas en torno a las casas de
putas de Asia bastante atrás en el tiempo, pero me sigue fascinando como el
primer día este tema. Espero que os guste.
Una
joven vestida con vaporosos ropajes de color rojo se encontraba en la puerta
del establecimiento al que estaba confinada en aquella calurosa noche de verano
dándose aire con un abanico del mismo color rojo que su vestido y con el
maquillaje del rostro corriéndose poco a poco debido al bochorno. Allí fuera,
al menos corría un leve viento de vez en cuando que refrescaba a la chica,
dentro, era un calor insoportable el que se vivía y ella no sabía cómo clientes
y trabajadoras lo podían aguantar. Sin embargo, no se encontraba fuera debido
al calor del interior, se encontraba fuera en aquella noche oscura, solo
iluminada por algunas lámparas de aceite que se encontraban a su alrededor,
porque estaba esperando a alguien.
Habían
pasado tres años desde que había sido trasladada a Luoyang y esos mismos tres
años habían sido los que Yuan Hu había pasado visitándola. Tres años en los que
ella había pensado que él la amaba de la misma forma que ella a él; tres años
en los que había sido una ilusa pensando que éste algún día la liberaría de sus
deberes, la sacaría de aquel lugar y podrían vivir felices juntos. Tres años en
los que no había sido más que una tonta. No obstante, aún tenía la esperanza de
que Yuan Hu volviera a por ella, que le dijera que era la única y que la
rescatara.
Diferentes
voces de hombres se escucharon en la lejanía en aquella silenciosa madrugada,
voces que no procedían del interior del local sino que le llegaban desde la
calle que se encontraba a su izquierda. El corazón de la chica comenzó a latir
rápidamente, pensando que quizás, uno de aquellos hombres sería Yuan Hu, y se
levantó de la silla en la que había estado sentada para esperarlo. Las voces se
hicieron más claras a medida que se acercaban hasta donde ella se encontraba
hasta que, finalmente, pudo ver a unos cuatro hombres caminando hacia el lugar
del que ella custodiaba la puerta. Ninguno de ellos era Yuan Hu, por lo que su
corazón se calmó, pero uno de ellos era alguien que la chica conocía muy bien.
—¿No tienes nadie a
quién atender? —le cuestionó él. La joven agachó la cabeza y después hizo un
movimiento negativo con ella—. En ese caso, ayuda a tu compañera a que pasemos
una buena noche.
La chica alzó la
cabeza y vio cómo detrás de todos aquellos funcionarios imperiales se
encontraba una mujer a la que no había visto antes. En la penumbra de la noche
vagamente iluminada no había notado su presencia, pero cuando la mostraron,
supo perfectamente que nunca antes había estado en aquel lugar, por lo que
debía de ser una nueva adquisición del lupanar. Ella asintió, porque no podía
hacer otra cosa más que obedecer a aquellos hombres, y después cerró su abanico
rojo para adelantarse y entrar en la gran casa, seguida de aquellos hombres y
de la chica nueva. Los guio a todos hasta una habitación que estaba vacía y
tras cerrar la puerta se acercó hasta la otra joven y la llevó a una esquina de
la habitación mientras los funcionarios se desnudaban.
—¿Es la primera vez
que haces esto? —le preguntó, haciendo que la otra negara con su cabeza—.
Entonces sabes perfectamente lo que hacer. Mi nombre es DaSom, por cierto.
—Bora —respondió la
otra.
DaSom tuvo una leve
sensación de reconocimiento ante un nombre que había sido bastante común en el
lugar en el que se había criado, algo que la hizo estremecer porque alguien de
su misma procedencia se encontraba allí también; pero la chica trató de alejar
aquello de su mente, de la misma forma que alejó el recuerdo de Yuan Hu para
que nada pudiera distraerla.
El trabajo era el
trabajo y antes del amanecer debía dejar a todos aquellos hombres satisfechos
de atenciones, así que, la chica dejó caer sus vestiduras desde sus hombros
hasta el suelo a sus pies y dejó a la vista su níveo cuerpo para que éste fuera
disfrutado por quienes se encontraban ante ella. A su lado, la joven llamada
Bora hizo lo mismo que ella y no hubo de pasar más que unos pocos segundos para
que ambas comenzaran a ser manoseadas por aquellos hombres que tenían el
miembro duro como una piedra, listo para usar sus cuerpos una y otra vez hasta
el amanecer.
沒我愛
Generalmente,
la casa de placer en la que vivía desde hacía un tiempo era un remanso de paz
por las mañanas, cuando los últimos clientes por fin se marchaban del lugar y
los madrugadores eran pocos. Prácticamente no había nadie despierto y, las
habitaciones que en la noche eran bulliciosas, a aquellas horas no se escuchaba
ni el más mínimo ruido procedente de su interior. Era el momento en el que
quienes habían trabajado durante toda la noche obtuvieran su tan merecido
descanso… pero también el momento en el que se podía hablar sin tapujos, sin
miedo a que alguien pudiera escuchar una conversación.
No
hacía más que una semana que Bora había llegado al lugar, pero después de la
primera noche que habían compartido junto a algunos oficiales, les habían
pedido varias veces que trabajaran juntas para aplacar los deseos de algunos
caballeros a los que les encantaba el sexo en grupo. Una chica no era
suficiente para aquellos menesteres, dos eran las justas y necesarias para que
todos se divirtieran y ambas habían congeniado de una manera que no creían que
pudiera ser posible cuando no se conocían de nada. Sin embargo, su origen, su
procedencia, la forma en la que ambas habían acabado como forma de vida, las
había unido solo en ese poco tiempo… y sus honestas conversaciones al alba, en
la habitación que ambas habían acabado compartiendo, antes de dejarse vencer
por los sueños, las habían unido todavía más.
—¿Por qué hay veces
en las que lanzas suspiros al viento? —le preguntó Bora.
Ambas estaban
desnudas sobre el colchón que compartían, la mayor apoyando su cabeza sobre los
pechos de la menor y ésta acariciando levemente su cabello, mirando sin mirar
al fondo de la habitación. Segundos antes de la pregunta había suspirado porque
hacía semanas que Yuan Hu no iba a visitarla y ella necesitaba verlo para poder
seguir pensando que, a pesar de todo lo malo, tenía algo bueno en su vida.
—Yuan Hu —respondió—.
Suspiro por Yuan Hu, mi gran amor.
—Cuéntame —le pidió
la mayor—. ¿Cómo es?
—Es un oficial joven
que antes solía venir mucho por este lugar y, desde la primera vez que lo vi,
me enamoré de él —contó—. Cada vez que nos hemos acostado ha sido muy dulce
conmigo y nunca ha tomado a otra de las chicas para satisfacerse.
—No hay muchos
hombres así hoy en día —murmuró Bora—. ¿Has pensado en echarle el gante?
Casarse con algún oficial, ascender en la sociedad y solo tener que satisfacer
a un hombre y no a cientos es el deseo de todas las que estamos aquí.
—También es mi deseo
—dijo, jugando con los mechones de pelo negro de la otra—, y creo que el suyo,
pero hace tiempo que no viene por aquí y jamás me dio una explicación de por
qué no vendría.
—Quizás… está
demasiado ocupado y no tiene tiempo para poder venir hasta aquí.
—Quizás…
DaSom quería creer
que aquello que había dicho Bora fuera la verdad, quería creerlo porque las
alternativas a aquello no eran demasiado esperanzadoras para ella… pero en el
fondo de su corazón DaSom sentía que Yuan Hu la había abandonado porque no era
lo suficientemente buena para él. Era un oficial joven, probablemente no
tuviera siquiera esposa, tomarla a ella como primera esposa no sería bien visto
por la sociedad, a pesar de que sí lo estaba que la segunda o tercera o cuarta
esposa fueran prostitutas.
—Yo también te he
escuchado suspirar muchas veces —comentó la menor, tratando de dejar de pensar
en Yuan Hu, porque desde que hacía semanas que no aparecía, la deprimía pensar
en él—. ¿Por qué suspiras? ¿Tienes también un hombre al que eches de menos?
Bora rio levemente
ante su pregunta y la vibración de su risa se extendió por todo el cuerpo de
DaSom, haciéndola sentir un escalofrío.
—No, en mi caso no es
un hombre al que echo de menos —respondió de forma tranquila—. Echo de menos a
quien consideraba mi mejor amiga en la anterior casa de placer en la que
trabajaba antes de ser traída hasta aquí.
—¿Qué pasó?
—cuestionó.
—Era una joven muy
lista, muy exótica a la vista y encandilaba a todos sus clientes —empezó—, pero
había un hombre que no la trataba bien durante el tiempo que compartían juntos
y ella lo amenazó con contar los secretos de la corte que éste le había
confesado. Él amenazó también, pero con matarla, y aunque tratamos de
protegerla… no hubo forma de hacerlo cuando los soldados entraron y se la
llevaron a la fuerza.
—Lo siento —murmuró
DaSom.
—No lo sientas, no es
tu culpa —respondió la mayor girando su cabeza levemente hacia ella para
dedicarle una sonrisa—. Tenías todo el derecho de preguntar y yo podía haber elegido
no responder.
Aquella
mañana en la que no se escuchaba ni un solo sonido desde el interior de la casa
del placer, DaSom le abrió los más profundos temores de su corazón a Bora y la
mayor había hecho lo mismo con los suyos antes de quedarse ambas dormidas en
brazos de la otra por el cansancio de haber permanecido toda la noche en vela
realizando su trabajo.
沒我愛
—Los jóvenes de hoy
en día no entienden que para hacer lo correcto hay veces que se deben hacer
cosas que no son agradables…
La voz del hombre de
pelo cano resonaba en la estancia engalanada con telas de diversos colores de
la misma forma que lo hacían los leves gemidos de DaSom. Obviamente, ni ella ni
Bora le estaban prestando realmente atención a lo que aquel oficial de edad
avanzada les decía, porque estaban mucho más atentas a darse placer la una a la
otra, disfrutar y mostrar su disfrute, que era lo que aquel hombre había pagado
y lo que quería de ellas. Demasiado mayor como para poder mantener relaciones
sexuales porque era incapaz de seguir el ritmo, pero necesitado de satisfacer
todos sus deseos y ellas estaban allí para ello.
A aquel hombre le
gustaba mirar cómo dos chicas se deshacían en gemidos en brazos de la otra y
eso era lo que le estaban dando. Al principio habían estado algo dudosas porque
lo que estaban acostumbradas a tocar era el cuerpo masculino, pero ambas sabían
cómo satisfacerse ellas como mujeres y, titubeantes, habían comenzado a besarse
a rozar con las yemas de sus dedos la piel de la otra y a buscar las zonas erógenas
que más placer les daban. Y en aquellos momentos, Bora estaba sobre ella,
besando su cuello mientras masajeaba uno de sus pechos y DaSom era incapaz de
pensar con toda la claridad que debía porque aquella era la primera vez que
estaba disfrutando realmente del sexo.
DaSom estaba
acostumbrada a que su trabajo era servir y satisfacer a los hombres que habían
pagado por sus servicios, estaba acostumbrada a desvivirse por hacer todo lo
que ellos le pedían y a veces disfrutaba de sus caricias o de sus embestidas.
Pero aquella era la primera vez que era ella la que estaba disfrutando de todas
las atenciones y casi no cabía en sí de gozo, por eso los gemidos que salían de
sus labios y rebotaban en las paredes de la habitación eran gemidos verdaderos,
que salían de lo más profundo de su garganta y que eran provocados por los
expertos labios de Bora en su cuello… y de su mano juguetona sobre su pecho.
—En mis tiempos, si
había que matar a alguien para mantener el orden se mataba a la persona en
cuestión sin ningún miramiento porque era el deber para con esta nación…
Un gemido agudo,
cargado de puro placer llenó la habitación procedente de los labios de DaSom,
acallando las palabras que el señor estaba pronunciando. La joven no había
podido contenerse porque la otra mano que Bora no estaba usando de repente
había descendido hasta su entrepierna y le tocaba el clítoris, mandándole
oleadas de placer a todo su cuerpo, haciéndola estremecer y comenzando a notar
cómo la zona de su bajo vientre se calentaba y humedecía, respondiendo de la
mejor forma a los toques de la mayor. Aquel gemido sirvió para que el hombre
dejara de hablar finalmente de cosas que no les interesaban a ninguna de las
dos y comenzara a tocarse mientras las observaba fijamente y también sirvió para
que Bora se centrara totalmente en su entrepierna, sin más juegos preliminares,
dejando también de prestarle cualquier tipo de atención al hombre que se
encontraba con ellas en la habitación y prestándosela solamente a ella.
—Voy a ser cuidadosa
contigo —murmuró contra su oreja, después de haber trazado un camino de besos
ascendiendo hasta ella—, pero voy a hacer que disfrutes.
—No necesito… que
seas cuidadosa con mi… con mi vagina… —jadeó la menor, lo más bajo que pudo,
mientras sentía los dedos de la otra tanteando su entrepierna—. Ha sido
utilizada… demasiadas veces…
—Aun así, quiero ser
cuidadosa contigo —replicó Bora.
Y sus labios se
alejaron de su oreja para viajar hasta la boca de DaSom, compartiendo ambas un
beso húmedo en el que quedaban levemente ahogados los gemidos de la menor
cuando Bora introdujo dos de sus dedos en su interior y comenzó a penetrarla
con ellos lentamente. DaSom estaba disfrutando demasiado de aquella noche, de
aquel sexo con la chica que se había convertido en su confidente y amiga y el
único pensamiento que cruzaba su mente era que quería más, que lo quería todo y
que el orgasmo era su máxima prioridad… para Bora debió ser de la misma forma,
puesto que no paró de tocarla hasta que lo alcanzó, dejando escapar un gemido
que probablemente se escuchó en toda la casa.
Todavía jadeando, con
la electricidad del orgasmo recorriendo aún partes de su cuerpo y con la
entrepierna más húmeda de lo que jamás recordaba haberla tenido, la prioridad
de DaSom cambió para poder hacerle sentir a Bora, lo mismo que ella le había
hecho sentir.
沒我愛
Durante
el verano en la capital, había algunos días en lo que la casa de placer se
encontraba totalmente vacía de clientes y quienes en ella vivían podían vagar
durante el día y la noche sin tener la preocupación de que en algún momento
pudieran ser reclamadas para hacer compañía a uno o varios hombres. Aquel era
uno de esos días en los que no había ni una sola presencia masculina en la
casa, un día en el que nadie se atrevía a salir a la calle porque si lo hacían
no iban a poder dar más que un par de pasos antes de quedar totalmente
empapados.
Los
veranos en Luoyang y prácticamente en el resto del país eran así. Las lluvias
torrenciales y el calor asfixiante eran la tónica en aquel lugar, por lo que en
algunos días del verano, no había ni un solo alma en la calle. En días como
aquellos, DaSom y Bora simplemente pasaban el tiempo juntas, hablando de forma
tranquila, conociéndose cada vez más.
—¿Cuándo comenzaste
con esto? —le preguntó Bora, desde la posición en la que se encontraba, tumbada
sobre ella—. ¿Cuándo empezaste a dedicarte a la prostitución como forma de
ganarte la vida?
—A los quince
—respondió la menor—. Cuando mi cuerpo empezó a ser el de una mujer y dejó de
ser el de una niña en el lugar en el que vivía me dieron dos opciones y ésta
era la única que realmente podía hacer.
—¿Cuál fue la otra
opción?
—Dejarme abandonada
en las calles, donde cualquiera podría hacer lo que quisiera conmigo —dijo—, la
prostitución en una casa de placer era la única opción válida para mí porque no
me iban a mantener más.
—¿Dónde vivías?
—En una comunidad de
gente esclava traída desde Goguryo. No éramos muchos, pero nunca nos trataron
bien y siempre tuvimos que buscarnos la vida como podíamos —DaSom esbozó una
sonrisa, pero sus ojos estaban tristes recordando un pasado que no quería
recordar—. ¿Y tú? Tu nombre no es de estas tierras tampoco, sino de las de mis
antepasados, supongo que fue para ti de una forma parecida.
Bora se revolvió
sobre su pecho para quedarse mirándola durante unos instantes, después se alzó
sobre sus brazos para poder rozar con sus labios los de DaSom durante unos
segundos. Tras esto, se alejó y se miraron de nuevo a los ojos, haciendo que la
menor se diera cuenta de que en los de Bora se reflejaba la misma tristeza que
había en los suyos.
—Muy parecida, en
realidad —respondió después de unos momentos—. Casi calcada podría decir. No
había ningún otro camino que pudiera seguir y al menos en un lugar como este
podía optar a subir de posición social si tenía la suerte de encontrar a
alguien que estuviera dispuesto a amarme… o al menos a hacerme el favor de
casarse conmigo para sacarme de este agujero.
—Entonces ninguna de
las dos quería acabar así —murmuró DaSom.
—No… pero al menos no
ha sido del todo malo, ¿verdad? —dijo la mayor—. Hemos aprendido muchas cosas
teniendo esta vida y a través de ella hemos podido conocernos.
DaSom recordó su
primera vez, recordó el dolor y el asco. Recordó también como las siguientes
semanas no hacía otra cosa más que llorar, acurrucada en su lecho, clamando por
su madre, asustada y queriendo acabar con su vida para no tener que sufrir el
mismo tormento otra vez; pero también recordó cómo una de las jóvenes que se
encontraba en la casa de placer y que también había pertenecido a su comunidad
la ayudó y la aleccionó para hacer que aquella vida fuera soportable porque
tendría que vivirla hasta que fuera tan mayor que los hombres ya no quisieran
sus servicios.
Teniendo aquella vida
había pasado por un montón de cosas, algunas buenas y otras no tan buenas, pero
en definitiva, todas la habían hecho madurar hasta convertirse en la persona
que era en aquellos momentos. Y, definitivamente, encontrarse con Yuan Hu y con
Bora habían hecho que sus días en aquel lugar fueran mucho mejor de lo que al
principio había pensado que podía ser.
—Creo que tienes algo
de razón —murmuró DaSom—, aunque no tuviera otra opción más que esta, no ha
sido una vida del todo mala la que he tenido en lugares como este.
Y, tomando la
iniciativa en aquella ocasión, DaSom se acercó a Bora para poder dejar un beso
en sus suaves labios, esta vez mucho más largo que el anterior que habían
compartido en aquella noche monzónica llena de tranquilidad.
沒我愛
El
calor ya no era el clima predominante en la capital aquella noche que DaSom se
encontraba totalmente desocupada y sentada en la puerta del establecimiento con
su vestido vaporoso rojo. La dueña del lugar la dejaba estar allí porque
pensaba que atraía a los clientes que, de madrugada, pasaban por los
alrededores y los convencía para pasar al interior; sin embargo, el propósito
de DaSom al estar allí era bien distinto. Siempre que podía quería estar en
aquel lugar para poder esperar la llegada de Yuan Hu, porque a pesar de que las
dudas cada vez eran mayores en su corazón, la chica no perdía la esperanza de
que en algún momento, vería su figura llegar.
Y
su tenacidad y sus esperanzas se vieron recompensadas cuando esa noche, dobló
la esquina la persona que llevaba esperando desde hacía tantas lunas que DaSom
se había aburrido de contarlas.
—Yuan Hu —lo llamó y
él esbozó una sonrisa en su rostro, una sonrisa que iluminó la vida de la chica
por completo.
—¿Me has echado de menos?
—le preguntó el oficial una vez llegó a su lado, pero ella no contestó, solo se
abrazó a su torso fuertemente—. Parece que sí. Perdona que no me haya pasado
por aquí estos últimos meses, he tenido demasiadas cosas que hacer.
—Lo comprendo
—murmuró ella—. Lo comprendo.
DaSom le sonrió
cálidamente y después lo tomó de la mano para hacerlo pasar al interior de la
casa de placer, guiándolo hasta alguna habitación que estuviera libre para
poder recuperar todo el tiempo que habían perdido. La joven no podía ser más
feliz, su corazón latía de forma desenfrenada y, cuando comenzó a desvestirse
para que Yuan Hu tomara su cuerpo las veces que quisiera y de la forma que
gustara y vio la mirada de deseo del chico sobre su desnudez no pudo sentirse
más amada.
Aquella noche fue
totalmente perfecta. Aquella noche fue todo lo que DaSom siempre había deseado
y, antes de que los primeros rayos de sol aparecieran por el horizonte, ambos
se encontraban totalmente satisfechos.
—Quiero contarte el
motivo por el que he tardado tanto en regresar, mi querida DaSom —murmuró Yuan
Hu—. Desde el primer momento quise volver para verte, pero no se me permitió
hacerlo.
—¿Qué motivo fue ese?
—cuestionó ella, interesada.
—Me tuve que casar con
una joven de alta cuna para satisfacer los deseos de mi familia y después de
eso he estado demasiado ocupado con mi nuevo cargo en el gobierno —contestó
él—, pero ahora vuelvo a ser completamente tuyo todas las noches que pueda.
—¿Tienes una esposa?
Entonces… ¿no deberías pasar las noches junto a ella?
DaSom se sentía un
poco herida porque Yuan Hu se hubiera casado, pero por lo que había dicho había
sido más por una formalidad familiar que porque realmente amara a su nueva
esposa. Eso le daba todavía un poco de esperanzas a la chica, esperanzas de que
la amara a ella, esperanzas de que pudiera sacarla de aquel lugar y tomarla
como esposa, como una segunda esposa.
—Prefiero mil veces
pasar las noches contigo, mi hermosa DaSom —fue lo que respondió él, besándola.
Aquella respuesta
aumentó sus esperanzas todavía más y DaSom no pudo refrenar el deseo de
devolver aquel beso totalmente encantada por él. Yuan Hu la quería mucho más a
ella que a su esposa, por lo que probablemente no era una idea tan descabellada
la que la joven tenía en su mente desde hacía tanto tiempo, la idea de que
quizás podía ascender socialmente gracias a un matrimonio con él, un matrimonio
que haría que su amor fuera todavía más profundo de lo que lo había sido solo
por sus encuentros en aquella casa del placer.
—Me gustaría pedirte
algo en compensación por todos estos meses de espera —murmuró ella—, porque te
he echado demasiado de menos.
—Pide lo que quieras…
te daré lo que desees —respondió Yuan Hu, besando su cuello.
—Tómame como segunda
esposa.
Los besos se
detuvieron de forma inmediata y el oficial se separó de su cuerpo para mirarla
con los ojos bien abiertos, como si nunca antes se hubiera planteado aquello
mismo. Todas las ilusiones y las esperanzas que DaSom había albergado sobre su
ascenso social y sobre salir de aquella casa de placer para poder tener una
vida digna se marchitaron bajo la mirada de Yuan Hu, que decía a las claras que
aquello no podía ser… de la misma forma que lo hicieron sus labios poco
después.
—Ese es el único
deseo que no puedo concederte.
沒我愛
Con
el final del verano, también había llegado el final del amor unilateral que
DaSom le había profesado a Yuan Hu durante tanto tiempo. Había sido duro para
ella esperarlo durante el tiempo que había pasado sin pasar por la casa del
placer; pero no fue tan duro dejar de pensar en él y volver a la vida que había
tenido antes de que el oficial llegara a ella. No fue tan duro porque junto a
ella se encontraba Bora, quien no estaba dispuesta a dejar que la tristeza la
embargara y dedicó todo su tiempo a hacerla sentir querida. Quizás, al
principio le doliera ver cómo Yuan Hu se había olvidado de ella tan rápido
había encontrado a una sustituta que satisficiera todos sus deseos, pero
después ya no sentía nada cuando lo veía adentrarse en alguna habitación vacía
con otra de las prostitutas.
Porque
aunque con él hubieran muerto todas sus esperanzas de poder salir de aquel
lugar, gracias a él también podía quedarse junto a Bora el resto de la
eternidad… y eso equilibraba la balanza. Aunque
no tenía nada claro qué era lo que estaba sucediendo entre ellas y aunque sabía
perfectamente que era una locura, DaSom quería seguir disfrutando de esa
locura.
Notas finales:
—La historia está localizada en la ciudad de
Luoyang, que durante un breve periodo en las dinastías Zhou y Tang fue la
capital de la China Imperial. Las dos protagonistas, a pesar de ser coreanas,
tienen una razón para localizarse en este lugar. Ambas son hijas de
prisioneros/as de guerra de Goguryo y Silla y son vendidas como esclavas y
prostitutas a diferentes casas de putas por la antigua capital (Chang’an) hasta
que son llevadas para satisfacer a los funcionarios imperiales y finalmente se
encuentran.
—Esta historia se enmarca solo unos pocos
años después de que la emperatriz Wu ZeTian fuera depuesta y se reestableciera
la dinastía Tang (705 d.C.), con toda su corrupción y vicios, algo contra lo
que se había estado tratando de luchar durante los años de reinado de la
emperatriz.
—Las cortesanas de los funcionarios
imperiales (lo que en este fic son Bora y DaSom) se encontraban en los
prostíbulos y eran propiedad de distintas categorías de funcionarios,
satisfaciendo los deseos sexuales de los altos funcionarios como de algunos
dignatarios que venían de zonas remotas. Estas cortesanas nunca eran remuneradas,
aunque se les solía hacer regalos.
—Nuestro odiado funcionario Yuan Hu no es
otro más que WonHo de MONSTA X con su nombre chino. Fue elegido como personaje
de esta historia a través de una encuesta por twitter, porque de verdad
que no sabía a cuál de los chicos elegir para esto.
—La chica lista y exótica a la que Bora echa
de menos no es otra más que HyoLin, que no la nombro, pero es ella a quien
tenía en mente mientras escribía la escena. De la misma forma, la chica que
ayudó a DaSom para que le perdiera el miedo a la vida de prostituta es SoYou
porque no podía ser otra persona más que ella, siempre encantadora.
—Supongo que lo sabréis, pero por si acaso es
algo que me gustaría comentar. En la mayor parte de China y en el sudeste asiático,
el verano es la época de más lluvias y tormentas debido a los monzones, pero
también época de mucho calor.
—Espero que esta historia os haya gustado
porque ha sido mucho el empeño que le he dedicado a pesar de que al final la
mayoría de las cosas que escribí acerca de la prostitución en la Dinastía Tang
no haya sido visible del todo en la historia. No obstante, estoy más que
contenta con el resultado de ésta porque contiene la esencia de lo que quería
expresar.
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