sábado, 16 de diciembre de 2017

[One Shot] GOT7 Ask Drabbles: The Lost Island {JinYeon}



Título: The Lost Island
Autora: Riz Aino
Pareja: JinYeon (JinYoung + NaYeon) (GOTWICE – GOT7 + TWICE)
Clasificación: R
Géneros: zombies!AU, romance, drama
Número de palabras: 1.395 palabras
Resumen: la vida en la isla era totalmente tranquila… hasta que los zombies aparecieron en ella repentinamente.
Aclaraciones: la clasificación no es porque haya cosas sensuales, sino porque hay muertos vivientes (?)
Notas: historia escrita para mí porque a lo largo de mis años como escritora le he dado oportunidad a muchas criaturas… pero todavía no lo había hecho con los zombies.
Comentario de autora: espero que os guste esta historia aleatoria con una de las otps que más me gusta a pesar de que sean totalmente ignorados por el mundo. Espero que os guste.

The Lost Island

—Shhhhh... —la otra persona que se encontraba encerrada con ella en aquel armario le tapó la boca con su mano mientras emitía ese débil sonido—. Si nos encuentran, estamos perdidos.


NaYeon asintió, moviendo su cabeza de arriba abajo levemente. Su corazón iba a mil por hora y su respiración era demasiado fuerte, por lo que trató de relajarse, trató de pensar en cosas bonitas para no delatar su posición. Sobre todo, la joven trató de alejar su mente del hecho de que fuera de aquel armario, en la habitación, había una docena de zombies que estaban buscándolos.

Zombies. Todavía se sentía rara al pensar en aquello. Los zombies eran reales y habían aparecido en aquella isla alejada de todo en la que estaban llevando unas investigaciones acerca de cómo obtener cura para algunas de las enfermedades del mundo moderno. Habían aparecido dos noches atrás y habían arrasado con la mayoría de la población de aquel pequeño pueblo de pescadores, los pocos que quedaban con vida se habían apontocado en el gimnasio a la espera de que alguien pudiera rescatarlos. NaYeon había ido a eso, a tratar de llevar a la mayoría de los ciudadanos hasta el laboratorio, donde las medidas de seguridad eran más que suficientes para mantener a los zombies a raya. Había ido con JinYoung, uno de los guardias de seguridad del complejo para que la gente del pueblo confiara en ellos y fueran a dónde les decían —algo que no iba a pasar solo porque fuera el chico—. A NaYeon la conocían, ella había estado ayudándolos desde hacía meses y con ella allí el trabajo de evacuación había sido mucho más fácil... pero la noche se les había echado encima y habían tenido que esconderse en la primera casa que habían visto.

NaYeon todavía lo sentía todo demasiado irreal, como si fuera un sueño, una pesadilla de la que no podía despertar por mucho que lo intentaba. Y sin embargo, estando allí en ese momento, escondida en el armario con JinYoung, la joven lo sentía todo muy real. Podía escuchar la débil respiración del otro contra su oreja derecha, podía sentir la leve presión de su mano contra sus labios y su pecho subiendo y bajando lentamente cada vez que inhalaba. Eso era lo único que NaYeon sentía real de todo aquello: la presencia del mayor cuidándola.

Desde que todo aquello había comenzado, dos noches atrás, el guardia no se había separado de ella en ningún momento, ni siquiera cuando estaban a salvo dentro del laboratorio. JinYoung la había seguido hasta su habitación y había hecho guardia con el sillón que allí había, tapando la puerta y él sentado encima, siempre alerta para que no le sucediera nada. Y NaYeon podía haber protestado, podía haberle dicho que estaba bien y que no necesitaba que estuviera a su lado cada segundo del día... pero aquello sería una mentira muy grande porque la joven científica había comenzado a depender de él y no se sentía segura si no lo tenía cerca. No sabía realmente cómo había pasado, pero lo había hecho.

Antes del incidente, no eran cercanos, solo se saludaban cordialmente cuando se encontraban de vez en cuando, pero nunca habían entablado una conversación realmente hasta que en la primera noche, cuando todo había comenzado, se encontraron dando un paseo por los alrededores del laboratorio y decidieron compartir su camino. En ese momento,  habían aparecido los zombies y JinYoung la había protegido de ellos, disparándoles una y otra vez con su pistola hasta que llegaron a salvo al laboratorio y las puertas blindadas detuvieron el avance de aquellos monstruos. En ese momento, las piernas de NaYeon no habían soportado más el peso de su cuerpo y había colapsado, cuando a la mañana siguiente había abierto los ojos, JinYoung se encontraba en el sillón, guardando la puerta, y así había sido también la noche anterior.

Un ruido cerca del lugar en el que estaban escondidos sobresaltó a NaYeon, sacándola de sus pensamientos y notando cómo un sudor frío le recorría toda la columna. Tal y como había dicho el guardia, si los encontraban estaban perdidos porque las balas no les hacían nada, solo los detenían por unos momentos, y éstas no los iban a salvar contra una horda de zombies persiguiéndolos. NaYeon contuvo la respiración por un momento, tratando de no hacer ningún ruido que los delatara, tratando de no exponerlos antes aquellas criaturas y sintió cómo a sus espaldas el cuerpo de JinYoung se tensaba, preparado para rechazar un ataque en cualquier momento.

Sin embargo, por más que se acercaron al armario, ninguno de los zombies lo abrió, a ninguno de ellos se le ocurrió mirar dentro y, bastante tiempo después, todos salieron de aquella casa. Pero aunque los dos escucharon que se habían ido, ninguno quiso moverse de la posición en la que se encontraban, porque salir al exterior de noche acarreaba consecuencias nefastas. Lo único que tenían que hacer era esperar a que llegara el amanecer allí dentro, escondidos y rezar porque a ningún otro zombie se le ocurriera entrar en el lugar y abrir la puerta de madera que los separaba de una muerte segura —o peor, de una muerte en vida, convertidos en zombies, como les había pasado a los lugareños de aquella isla—.

Vivir era lo único que importaba, de cualquier forma, salir vivos de aquella isla y con las menores bajas posibles entre la gente del pueblo y los científicos y guardias era la prioridad máxima... y la única solución que no estaba a su alcance porque las comunicaciones habían sido cortadas, destrozadas por los zombies en la primera noche y no habían podido siquiera enviar una llamada de socorro. Lo único que les quedaba era aguantar todo lo posible, esperando que en algún momento llegara algún barco o bien de aprovisionamiento o bien de alguien preocupado porque no respondían a las llamadas —ya fuera desde el cuerpo de seguridad o desde la sede central de los laboratorios.

NaYeon tenía todo su cuerpo en tensión a pesar de que los zombies se habían ido y le dolía cada músculo por la horrible posición en la que se encontraba, por lo que se movió mínimamente, captando la atención de JinYoung, que se puso más alerta todavía.

—Lo siento —susurró ella, tratando de no alzar su voz nada—. Me duele todo el cuerpo.
—Aguanta un poco más —murmuró el otro en su oído—. Te prometo que te sacaré de esta, solo tenemos que aguantar hasta que amanezca para poder volver a ayudar a la gente que queda en el pueblo y regresar y atrincherarnos en el laboratorio.

NaYeon sintió que su corazón se saltaba un latido al escuchar aquellas palabras y después comenzó a latir más rápido y más fuerte, siendo totalmente escandaloso y, sobre todo, siendo escuchado por JinYoung, quien sonrió contra su cuello.

—Una vez que acabe esta pesadilla —susurró, haciendo que su aliento chocara contra su piel y un escalofrío recorriera todo el cuerpo de la científica—, me gustaría poder abrazarte de esta forma... sin tener miedo de que los zombies nos encuentren... solo por el placer de estar el uno en los brazos del otro.

La joven no pudo evitar que una sonrisa se extendiera por su rostro a pesar de la situación en la que se encontraban porque JinYoung le acababa de confesar algo así como sus sentimientos y ella estaba muy feliz porque lo que habían compartido en aquellos pocos días los había hecho demasiado cercanos y dependientes del otro.

—A mí también me encantaría —respondió ella, deseando que acabara pronto aquella pesadilla.


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