sábado, 2 de diciembre de 2017

[One Shot] GOT7 Ask Drabbles: A sus órdenes, Majestad {MarkSon}



Título: A sus órdenes, Majestad
Autora: Riz Aino
Pareja: MarkSon (Mark + Jackson) (GOT7)
Clasificación: R
Géneros: AU, historic, romance, drama
Número de palabras: 1.172 palabras
Resumen: lo único que debe estar en la mente de JiaEr mientras custodia al emperador debe ser la seguridad de éste… aunque es difícil concentrarse en ello debido a la belleza del muchacho ante él.
Aclaraciones: voy a usar los nombres chinos de Jackson y Mark, que se llaman Wang JiaEr y Tuan YiEn, respectivamente y voy a reflejar una época histórica de China, por lo que habrá notas finales con más información.
Notas: historia escrita para Haneul.
Comentario de autora: me gusta la historia, me gustan los chinos, me gusta la historia de China… no necesito nada más para ponerme a escribir como loca cosas como esta. Espero que os guste.

A sus ordenes, majestad

Año 522 de gobierno de la Dinastía Shang

El silencio era sepulcral en aquella cueva natural en la que se encontraba el rey, dentro del estanque sagrado que era utilizado para purificar su cuerpo antes de que el ritual diera comienzo. JiaEr debía estar allí junto al monarca, para protegerlo por si algún enemigo osaba atentar contra la vida de su gobernante, pero el general de la guardia real apenas podía mantener sus ojos abiertos debido al joven que se encontraba desnudo bajo las cristalinas aguas. JiaEr era su guardia personal, por eso debía acompañarlo a cualquier lugar que fuera, pero cuando tenía que ir a los rituales, lo pasaba realmente mal. Tener que verlo desnudo en cada ocasión, tener que contenerse, alejar de su mente los pensamientos impuros que a ella llegaban, todo aquello era demasiado duro para él.


Porque JiaEr deseaba con toda su alma el cuerpo de su majestad… pero no podía tenerlo en aquellos momentos y eso lo enloquecía.

—General Wang —lo llamó el rey, haciendo que saliera de sus pensamientos.
—Majestad, ¿qué desea? —preguntó.

JiaEr abrió sus ojos y observó cómo el otro se levantaba lentamente y comenzaba a salir del estanque, dejando que el agua recorriera su delgado cuerpo hacia abajo. Sin poder detenerse, el general observó aquella escena durante unos momentos, hasta que el rey carraspeó para llamar su atención de nuevo y él se enfocó en su rostro, aquel rostro de gran belleza que mostraba una pícara sonrisa.

—Si sigues observándome de esa manera, creo que tendré que entrar de nuevo al estanque para purificarme otra vez —comentó.

El general se sintió estúpido por haberlo observado de aquella forma tan clara, haciendo que el monarca se percatara de que su interior se removía por aquella total desnudez.

—Discúlpeme, su majestad.
—Estamos solos, JiaEr, puedes llamarme por mi nombre y dejar los formalismos —le pidió, saliendo finalmente por completo del estanque y caminando hacia él para tomar la bata de seda con la que cubrió su desnudez.
—No me gustaría faltarle al respeto en un lugar sagrado como este, su majestad —le respondió a su mandato, ahora un poco menos alterado puesto que el cuerpo del joven ya no era mostrado.

El monarca simplemente esbozó una sonrisa antes de dirigirse hacia la otra parte de la cueva, al fondo de ésta, donde se encontraba aquel hueso oracular al que le tenía que realizar la pregunta sobre si era prudente atacar a aquel pueblo del sur que estaba presionando sus fronteras o simplemente resistir sus envites era lo único que necesitaban hacer. JiaEr no estaba autorizado a ver cómo aquel ritual era realizado, por eso no lo siguió hasta el final de la cueva, pero todavía podía ver la sombra creada por su silueta proyectada en las paredes cavernosas, por lo que no tenía que preocuparse por nada hasta que no viera algo extraño.

El general se mantuvo en su puesto, vigilante hasta que el rey apareció de nuevo frente a él, un poco más pálido de lo que era habitual en él y apretando su mano, aquella que había recibido el corte con la daga de bronce que se encontraba en el altar junto al hueso oracular y el fuego sagrado. JiaEr se acercó hasta él y lo ayudó a vestirse de nuevo con las ropas que había llevado hasta el lugar, también detuvo el sangrado de su mano y lo ayudó a caminar hasta llegar a la salida de la cueva. Allí los esperaban los demás miembros de la escolta y el palanquín real, donde el monarca se subió antes de comenzar el regreso al palacio.


Ya era noche cerrada cuando el rey requirió su presencia en su habitación y el general no dudó en ir hacia el lugar y entrar, tal y como se le había mandado. Allí solo se encontraba el monarca, esperándolo sentado sobre su cama, y solo le hizo una señal con la mano para que se acercara a él. JiaEr caminó hasta quedarse frente a él, a apenas medio metro de distancia, con la cabeza gacha y una rodilla contra el suelo.

—Me alegra que vengas cada vez que te llamo, JiaEr —murmuró, alargando su mano para rozar con la yema de sus dedos el rostro del general.
—Es mi deber, majestad —respondió él, disfrutando de aquella caricia cálida.
—¿Cómo te he dicho que me llames cuando estemos a solas? —lo regañó.
—Lo siento, YiEn… —susurró.

El rey lo hizo alzar su cabeza y mirarlo. Sus ojos se encontraron unos segundos antes de que el monarca se acercara lentamente a su rostro para atrapar sus labios en un breve beso antes de volver a retirarse, dejando a JiaEr con el corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho. Todavía no se acostumbraba a que el otro hiciera aquello, todavía no se acostumbraba a pasar algunas noches compartiendo la misma cama que él, todavía no se acostumbraba a tocar su cuerpo, a internarse en él. JiaEr siempre había pensado que su deseo por YiEn era algo que debía retener y no mostrar, pero el rey había visto ese deseo y había dejado que lo complaciera… porque él también deseaba a JiaEr.

—Pasa la noche conmigo, General Wang… —susurró el monarca—. No me abandones hasta el amanecer.
—Sus deseos son órdenes para mí, majestad —murmuró él en respuesta.







Notas finales:
—La Dinastía Shang es la segunda dinastía de la Historia de China cuya cronología abarca desde el 1.766 al 1.122 a.C., aunque es la primera de la que se tienen datos concretos que le dan autenticidad.
—El rito realizado por Mark era una ceremonia de adivinación con un hueso oracular (generalmente de caparazón de tortuga) a través de la piromancia. Se realizaban consultas sobre un determinado tema, se vertía un poco de sangre y luego el hueso se sometía a una enorme temperatura hasta que éste se iba quebrando. Dependiendo del lugar en el que aparecían las grietas, éstas se iban leyendo para conocer la respuesta a esa cuestión. En los inicios de la Dinastía, el rito era realizado por el rey y un adivino, pero en los últimos siglos, fue solo el rey quien se encargaba de ella.




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