Título: Silken Captive
Autora: Riz Aino
Pareja: ChamWoong
(Jeon Woong + Park WooJin) (AB6IX)
Clasificación: NC–17
Géneros: AU, royalty, romance, smut, bondage, pwp
Número de palabras: 1.633 palabras
Resumen: en el palacio no se habla nunca de las
tendencias sexuales del príncipe Woong, pero todo el mundo se hace una idea de
lo que sucede en sus aposentos cuando WooJin, su guardia personal, entra en
ellos.
Advertencias: tan solo decir que
esto tiene cosas pervertidas y que, si no sois muy amigos de las perversiones,
quizás es mejor que salgáis de aquí, porque no quiero más traumas sobre mi
consciencia.
Notas: escrito a raíz de la generación de títulos random
en esta página, porque estaba
buscando títulos para algunas historias a las que no sabía cómo llamar y esto
me salvó la vida y me dio muchas más ideas.
Comentario de autora: llevo como demasiado tiempo queriendo
hacer una historia de estos dos, pero al final nunca me ponía a ello. Después
de haberme atrevido a darle caña a esto, espero escribir tres mil quinientas
historias sobre ellos por lo menos. Espero que os guste.
Silken Captive
WooJin camina con premura por los suelos de mármol del palacio,
sus pasos repicando y creando eco debido a la amplitud del espacio. Lo siguen
las miradas de los criados y el joven puede escuchar también algunos cuchicheos
a su paso, voces quedas, débiles, demasiado temerosas de alzar la voz por si
son despedidos de sus puestos, eso como mínimo, porque desde el palacio les
pueden arruinar la vida si quisieran. WooJin sabe perfectamente lo que dicen a
pesar de que no escucha realmente sus palabras… porque, aunque en el lugar no
se habla nunca en voz muy alta sobre las tendencias sexuales del príncipe
Woong, todo el mundo se hace una idea de lo que sucede en sus aposentos cuando
él, su guardia personal, se dirige a ellos. A WooJin no le molestan los
cuchicheos, nunca lo han hecho, el personal puede hablar de lo que quiera,
mantenerse entretenidos de aquella forma… mientras que aquello no salga de los
muros del palacio.
Al llega a la enorme puerta doble de
madera tras la cual se encontraban los aposentos del príncipe Woong, WooJin se
detuvo unos segundos, inspiró profundamente y después llamó con sus nudillos a
la puerta. Tan solo tuvo que esperar un momento a que una voz suave y cálida le
diera el permiso para entrar al lugar. Solo entonces, entró a aquel espacio
inmenso, como todo en aquel palacio, al que tan acostumbrado estaba,
encontrándose al hacerlo con el príncipe, sentado sobre la cama, con una bata
de seda negra y dorada anudada a la cintura, y el portátil sobre sus piernas, tecleando
algo. WooJin se queda junto a la puerta tras cerrarla y echar la llave, que
siempre está puesta por dentro en la cerradura, esperando otra orden del
príncipe.
—No te quedes ahí parado —dice el
príncipe, levantando la mirada de su portátil, pero tecleando igualmente—.
Tenemos que aprovechar esta noche porque a partir de la semana que viene tengo
apariciones públicas todos los días.
WooJin asiente, sabiendo perfectamente
a lo que se refiere. Empieza la semana de actos oficiales de la corona y tanto
el príncipe, como los demás miembros de la familia real y todo el personal de
seguridad, iban a tener unos días moviditos en los que tenían que estar alerta
las veinticuatro horas del día. Después de aquella semana, comenzarían también
las clases en la universidad privada a la que asistía el príncipe y no tendrían
muchas oportunidades para estar juntos de aquella forma debido a los horarios.
WooJin odia admitirlo, pero el príncipe tiene razón y aquella noche es la única
que pueden dedicarse el uno al otro, sin preocupaciones, sin prisas.
WooJin camina hacia la cama a la vez
que Woong baja la tapa de su portátil, dejando la chaqueta del uniforme de guardia
real en una silla tapizada, de madera dorada que hay cerca de la cama. El
príncipe le dedica una sonrisa pícara, que a la vez parece inocente y calmada,
debido a sus ojos cerrándose en dos medias lunas. En ocasiones, a pesar de los
años que han compartido juntos, a pesar de todo el tiempo que llevan
conociéndose, cuando Woong le sonríe de aquella forma, WooJin no puede evitar
sentir que todo su cuerpo se vuelve de gelatina y su corazón comienza a latir
mucho más rápido.
Cuando se sienta sobre la gigantesca
cama, frente al príncipe, su peso hunde un poco el colchón y sus cuerpos se
quedan un poco más cerca. Casi sin pensarlo, WooJin se inclina hacia delante
para tomar los labios de Woong en un beso suave y corto, separándose casi al
instante, aunque quedándose cerca, dejando que sus narices se rocen y que sus
respiraciones se mezclen la una con la otra.
—Hoy tenía pensada otra cosa —murmura
Woong, sus labios chocando casi contra los suyos—, aunque me encanta cuando te
pones soft.
Cualquiera pensaría que es WooJin
quien tiene comiendo de su mano al príncipe, pero es al revés. Woong siempre lo
ha tenido comiendo de su mano, siempre ha hecho lo que ha querido con él y
WooJin siempre ha hecho todo, absolutamente todo lo que el príncipe ha deseado
con él, no porque fuera el príncipe, no porque le debiera lealtad, no por
obligación, sino porque simple y llanamente lo quería hacer. Y, en aquella
ocasión, en aquel momento, vuelve a ceder a los deseos de Woong.
Sus ojos tapados con una de las
corbatas que valen más que su propia vida del príncipe, sus manos atadas a su
espalda con el lazo de la bata que éste llevaba puesta hasta hace unos
momentos. WooJin no puede ver ni tocar el cuerpo de porcelana de Woong, pero
siente sus manos delicadas y fuertes, sus dedos expertos, recorriendo su
cuerpo, deteniéndose en sus pectorales, en sus abdominales, tocando allí donde
la camisa recientemente abierta dejaba su torso al descubierto. También siente
sus labios, sus besos, sus dientes, su lengua… por toda su piel, a veces en su
rostro, a veces en su cuello, a veces en sus pezones, a veces recorriendo su
trabajado abdomen. Torturándolo. Porque aquello es una lenta tortura que, en el
fondo, WooJin no sabe si quiere que acabe, ya que, aunque quiere más y más,
aunque quiere tocar y besar a Woong, que éste gima bajo su cuerpo, recorrer la
porcelana de su piel… aquello es una agradable novedad, sentirse cautivo por la
seda que lo retiene de hacer todo lo que quiere mientras se encuentra a la
merced del príncipe.
Cuando por fin las manos de Woong
viajan hasta sus pantalones, WooJin se da cuenta de que, ha estado tan perdido
en el resto de sensaciones que no se ha percatado de lo duro que está. Su
miembro está erecto en sus pantalones y cuando el príncipe los desabrocha y
roza aquella sensible zona de su cuerpo, WooJin no puede evitar gemir
levemente. Sabe que también está húmedo dentro de sus calzoncillos y que no le
queda mucho para correrse, que en cualquier momento acabará, aunque Woong no lo
toque directamente. No obstante, el príncipe lo toca. Le retira los
calzoncillos y saca su miembro. Está caliente, está demasiado caliente, los
dedos de Woong lo masajean, arriba y abajo, sus yemas acarician su punta, cada
vez más sensible, y el pre semen lo usa como lubricante para hacer los
movimientos de su mano más fáciles.
WooJin gime débilmente, gravemente.
Le sobra su propia piel porque está demasiado caliente y lo único que necesita
es correrse y tocar a Woong de la misma forma que lo está tocando a él. Quiere
soltar sus manos del nudo marinero que ha hecho con el lazo de la bata, quiere
quitarse la corbata de los ojos y quiere disfrutar del príncipe, quiere,
quiere, quiere, lo quiere todo… pero Woong no está dispuesto a dárselo y los
movimientos de su mano son lentos, son una tortura, son algo por lo que WooJin
desea gritar, pero no lo hace, no lo hace y solo jadea levemente, cada vez más
cerca de un creciente orgasmo que no termina de llegar.
—Por favor…
Le pide, le ruega, aunque WooJin lleva sin
rogar y sin pedir las cosas “por favor” a nadie desde hace daño y casi puede
ver la sonrisa que se forma en los labios de Woong, una sonrisa de la cual sale
una risa clara que resuena en la habitación. Y, solo entonces, el príncipe
comienza a mover su mano sobre su erección rápido, cada vez más rápido,
provocando que el fuego que se ha estado acumulando en WooJin, finalmente
escape y el orgasmo le llegue como una oleada de debilidad que le recorre todo
el cuerpo después de una mínima tensión durante unos segundos. No es el mejor
orgasmo de su vida porque ha habido otros anteriormente que han sido
increíbles, pero WooJin se siente como no se ha sentido en un tiempo, frágil,
volátil… y cuando los labios suaves de Woong se encuentran con los suyos,
responde al beso entre jadeos mientras recupera el completo control de sus
acciones y de su cuerpo.
—Esto no ha hecho más que comenzar… —murmura
Woong contra su boca, provocando un escalofrío que recorre todo su cuerpo,
expectante, demandante de más, de todo lo que Woong le quiera dar.
Notas
finales:
—Me
decidí a hacer la ambientación en un palacio y con príncipe y tal después de
que saliera el concepto del álbum Salute. De hecho, hasta una portada
muy aleatoriamente para esto (bueno, más bien tres versiones de la misma, solo
cambiando el fondo).
—Y
muy aleatorio todo, pero lo he escrito durante una lista de reproducción de las
canciones cutes de GFRIEND.
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