miércoles, 18 de noviembre de 2020

[Capítulo 2] Learning to walk (once again) {MinSung}

 

Saturday cozy

 

            MinHo se despertó en un lío de piernas, brazos y gatos sobre él, que no lo dejaban moverse y casi ni respirar. Generalmente, le gustaba ser un poco perezoso por las mañanas, levantarse poco a poco, acariciar a los gatos que todavía medio dormidos siempre estaban mimosos, mirar un rato el móvil por si tenía mensajes nuevos y ver las noticias importantes de la mañana y moverse a la velocidad de una tortuga para después quedarse sentado mirando a la nada, parpadeando una y otra vez hasta que por fin se decidía a salir de la cama… no obstante, aquel día, lo primero que hizo fue levantarse de la cama, saliendo con cuidado de allí para no despertar a nadie, pero haciéndolo de todos modos porque habría sido una obra del ninja más renombrado salir de ese lío de brazos, piernas y gatos que lo envolvía sin despertarlos.

 

            —Mmmm… —protestó JiSung, abriendo levemente uno de sus ojos, aunque no mucho, porque su cara estaba completamente hinchada.

            —Sigue durmiendo —le contestó, acercando su mano por impulso hasta el ya de por sí revuelto pelo del menor para revolverlo un poco más—. Voy a preparar el desayuno.

            —Mmmm… —volvió a murmurar el chico, acomodándose en la cama, que ahora tenía solo para él.

 

            MinHo no pudo evitar sonreír ante esto porque JiSung siempre había sido adorable, pero medio dormido o con sueño, sus niveles de adorabilidad subían hasta el infinito. Sin embargo, la sonrisa abandonó pronto su rostro cuando se recordó a sí mismo que, aunque aquel que tenía seguía siendo JiSung, no era la persona que él había conocido todo aquel tiempo y que había cambiado mucho en los años que no habían estado en contacto. JiSung había crecido un montón desde que se fue, al menos diez centímetros, pero seguía siendo más bajito que él, además, su cuerpo se estaba moldeando por el trabajo en el gimnasio, aunque este simplemente fuera para mantenerse en buena forma y no para desarrollar músculos. No obstante, aunque JiSung se había hecho mayor y más grande, a MinHo en aquellos momentos no le podía parecer más pequeño y débil. JiSung siempre había sido algo sensible, sus sentimientos siempre habían estado a flor de piel y había habido veces en las que las cosas lo superaban y no podía más, sobre todo cuando estaba en época de exámenes, se esforzaba por hacerlo bien y al final nada salía como él quería, pero nunca había llegado a estar como se lo había encontrado el día anterior, en aquel estado tan caótico y con los ánimos por los suelos. A pesar de que ante las cámaras mostrara que se encontraba perfectamente y sonreía a todo el mundo, estaba completamente claro que no era así y no sabía cómo las personas que se encontraban a su alrededor no lo habían podido ver cuando para él estaba tan claro.

 

            MinHo salió de sus pensamientos cuando una bola peluda rozó su pie y volvió a la realidad para encontrarse a Dori dándole un cabezazo contra su pierna derecha pidiendo atención. El chico le dedico una sonrisa a su mascota y le agradeció mentalmente el desvío de atención mientras se agachaba para cogerla en brazos y darle unos cuantos de arrechuchos y besos hasta que se escapó de sus brazos, completamente harta de su atención, saltando sobre la cama y tendiéndose a lo largo para descansar de nuevo. Viendo que tanto Soonie como Doongie también estaban más en el mundo de los sueños que en el de la realidad, habiendo ignorado por completo que él se hubiera salido de la cama a pesar de que se habían despertado por el movimiento durante un instante, decidió que allí no tenía realmente nada que hacer y salió del lugar, cerrando la puerta con cuidado.

 

            Dejó que el agua de la ducha se llevara todos sus pensamientos, buscando que su mente se quedara en paz y tranquila durante unos momentos al menos, aunque no pudo evitar pensar en JiSung, en que JiSung ahora se encontraba allí junto a él en lugar de en Seúl y en que parecía haber acabado allí simplemente porque necesitaba un lugar seguro donde escapar de todo y solo había podido pensar en él a pesar del tiempo que había pasado.

 

            Tras la ducha, preparar el desayuno fue su prioridad porque su estómago le pidió comida mientras se ponía unos calzoncillos del tendedero, un chándal negro y una camiseta verde fosforito. No tenía nada para hacer un desayuno tradicional y nutritivo porque nunca le había dado demasiada importancia a eso de ponerse a cocinar de madrugada un festín viviendo solo y simplemente teniendo alguna que otra visita muy de vez en cuando, pero tenía pan para tostadas, zumos de varios sabores, cereales y leche, así que con eso era más que suficiente para alimentarlos bien hasta la hora de comer —y si les daba hambre, siempre tenía cosas para picar en uno de los armarios de la cocina, así que, no pasaba nada—. Mientras estaba terminando de preparar las cosas, por la puerta apareció JiSung, cargando a Soonie mientras Doongie y Dori le daban cabezazos en las piernas para que también les diera un poco de amor y cariño.

 

            —Me siento traicionado —murmuró, señalando a sus mascotas—. Desde que has llegado no me hacen ni caso.

            —Buenos días —respondió JiSung, en cambio, obviando sus palabras, con la voz todavía tomada por el sueño—. Huele bien.

            —Suelta al gato, lávate las manos y la cara y a comer —le dijo.

            —Sí, señor —respondió el chico, como si le estuviera hablando a un cargo del ejército.

 

            MinHo acabó poniendo los ojos en blanco mientras JiSung dejaba a Soonie en el suelo y acariciaba un par de veces a Doongie y Dori con una sonrisa enorme y adormilada antes de salir de la cocina hacia el baño y lavarse concienzudamente para poder desayunar. MinHo aprovechó para rellenarles a sus gatos de comida y agua sus platos para que también comieran y, cuando JiSung volvió a la cocina, se sentaron a comer. No se dedicaron más palabras que las necesarias cuando alguno necesitaba algo que no alcanzaba en la mesa para que el otro se lo pasara, demasiado temprano para poder tener una conversación coherente, así que, desayunaron en relativo silencio y recogieron los platos también sin hablar demasiado. Solo cuando se sentaron en el sofá, después de todo, el menor ya mucho más despierto, rompió aquel cómodo silencio para tratar de mantener una conversación con él.

 

            —¿Qué sueles hacer los sábados por la mañana? —le preguntó.

           —Mmmm… depende de si tengo turno o no en la cafetería y de a qué hora lo tengo —contestó, sin saber exactamente qué decir porque la pregunta le había pillado desprevenido. No se había esperado que JiSung quisiera saber qué era de su vida los sábados por la mañana—. A veces estoy en la cafetería, otras veces duermo, otras pongo lavadoras con la ropa de la semana, otras voy a hacer alguna compra —enumeró—. En alguna ocasión he ido a ensayar o a dar alguna clase a la academia, aunque no es lo que más he hecho.

            —¿Sigues bailando? —preguntó JiSung, sus ojos grandes y redondos brillando con interés.

            —No con frecuencia —contestó—. Tiene que haber un concurso o algo en el que a HyunJin y a mí nos interese participar y tengamos tiempo libre para prepararlo.

            —Imagino que habréis ganado un montón porque sois buenísimos —comentó el chico—. Seguro que después de los concursos os llegan muchas agencias interesadas en vosotros, para que os dediquéis profesionalmente.

            —Con bastante frecuencia —confirmó MinHo—, pero… aunque seamos buenos en esto, dedicarnos profesionalmente no es algo que queramos.

            —Recuerdo que siempre lo decíais —murmuró JiSung, jugando con sus dedos, mirando a la nada, sin mirar realmente—. A veces os preguntaba si queríais venir conmigo cuando me preparaba para las audiciones y todas las veces decíais que no.

 

            A pesar de que habían pasado muchos años de aquello, de las veces en las que JiSung se iba a la capital con sus padres a hacer audiciones para todas las empresas de idols que se encontraba y siempre les preguntaba a él y a HyunJin antes de ir si querían acompañarlo y probar suerte porque bailaban de lujo y, además, eran guapos, MinHo podía recordar todas y cada una de ellas como si hubieran sucedido ayer. Habían sido muchas y en todas ambos le habían dicho que no se presentarían a audiciones porque no creían que fuera lo mejor. Ellos se divertían bailando, se desestresaban con ello de cualquier cosa que les sucediera a diario y eran felices teniendo el baile a su disposición cada vez que lo necesitaran. Dedicarse profesionalmente a ello lo habría convertido en una obligación y su fuente de diversión y relax se habría tornado su principal fuente de estrés y aquello era algo que siempre habían tenido claro que no querían. JiSung, en cambio, siempre había querido dedicarse a ello, ser idol, convertir su rap y sus letras en algo que todo el mundo pudiera escuchar. Lo había tenido claro desde que descubrió que se le daba bien y que con un poco de esfuerzo y de guía, podía ser alguien en el mundo de la música y tanto MinHo como HyunJin, lo habían apoyado en ello e incluso habían ayudado a convencer a sus padres para que lo llevaran a las audiciones, ya que no lo dejaban viajar a Seúl solo mientras estaba en el instituto. Viendo al JiSung actual, no obstante, cansado de lo que siempre había sido su sueño, le ocasionaba el pensamiento de qué hubiera pasado si simplemente se hubiera dedicado a ello como HyunJin y él al baile, de forma esporádica y para olvidar los problemas de sus vidas. Cómo de diferente hubieran sido sus vidas si JiSung se hubiera quedado allí en Gimpo.

 

            —Te acompañamos a una —dijo, tratando de alejar su mente de aquello.

            —Y me preguntaron al menos trescientas veces quiénes eran los dos chicos guapos que venían conmigo y por qué no entraban para hacer la audición —replicó JiSung, sonriendo al recordar aquella anécdota.

 

            Las continuas audiciones habían marcado el último año de JiSung en el instituto, el único año que MinHo no había estado con él y con HyunJin, ya que se había graduado el año anterior —realmente era dos años mayor que sus dos amigos, pero había tenido que repetir su último año tras caerse por las escaleras y romperse la mitad de los huesos del cuerpo. Tras meses de recuperación en el hospital y de constantes citas de rehabilitación, MinHo había acabado perdiendo el curso de una manera irremediable—, así que, JiSung aprovechaba cuando terminaba las clases en el instituto para ensayar allí. En el edificio cada vez iban quedando menos y menos personas porque sobre todo eran personas mayores que iban muriendo o que se iban a vivir con sus hijos, por lo que ensayaba sin molestar a nadie con la música y, aunque MinHo trabajara, JiSung aparecía por allí porque sabía la clave para entrar al piso. Cuando se hartaba de ensayar, jugaban o hacían el idiota juntos hasta que JiSung tenía que volver a su casa.

 

            Aquella visita, en algunos términos, le recordaba a aquella época porque parecía que no había cambiado y que habían vuelto a ser adolescentes que no sabían nada de lo que les deparaba el futuro, con muchos sueños y mucha ilusión por éste. Le recordaba a la época en la que su corazón latía fuertemente cada vez que se encontraba a solas con JiSung y no podía dejar de mirar sus labios cuando le hablaba, como estaba haciendo en aquellos momentos. MinHo se había sentido así por JiSung durante bastante tiempo, pero al final no había dado el paso para que su relación cambiara, teniendo miedo de que cambiara, pero para mal y dejaran de hablarse y se distanciaran. Aquello había ocurrido, aunque MinHo jamás hubiera dicho nada sobre cómo se sentía y él solo había tratado de seguir su vida, no queriendo que sus sentimientos por JiSung se descontrolaran y buscando alguna que otra persona con la que estar para olvidarlo. Y, sin embargo, allí estaban, años después y con el mismo problema, su corazón latiendo fuerte al tener al menor cerca y, sobre todo, el recuerdo vívido del pasado común en el que sus sentimientos habían sido fuertes por él.

 

            —Recuerdo también que a veces me iba con vosotros a la sala donde ensayabais porque tenía un espejo grande y podía practicar expresiones —continuó JiSung, sacándolo de sus pensamientos—. Después de eso siempre nos íbamos a comer pizza, en vez de volver a casa directamente.

—Cierto —respondió MinHo, obviando todo aquello que estaba sintiendo en su interior—. HyunJin siempre protestaba porque se tenía que montar en un bus diferente para volver a casa y no podía seguir las conversaciones con nosotros.

            —Y cuando te mudaste aquí decía que se alegraba porque los tres teníamos que coger diferentes autobuses y podíamos seguir hablando en el chat.

            —También se molestaba cuando se enteraba que habías pasado el fin de semana aquí y no lo habíamos llamado para que viniera —añadió MinHo—, aunque cada vez que lo avisábamos siempre decía que no podía venir.

 

            JiSung rio y su risa reverberó en el lugar, tal y como lo había hecho varios años atrás, cuando se había mudado allí después de terminar el instituto y el chico se quedaba algunos fines de semana. La situación en la que se encontraba, le recordaba irremediablemente al pasado, aquel pasado que habían compartido y le recordaba demasiado a cuando JiSung volvía de Seúl todavía siendo trainee y pasaba algún día con él, contándole cómo eran las cosas en la empresa, las tareas que tenía que hacer y las clases. El chico solía volver una vez al mes, después de realizar la evaluación mensual y conseguir la oportunidad de seguir en la empresa, cuando le daban varios días libres, pero cuando sus opciones para debutar se volvieron más serias, dejó de volver todos los meses y solo lo hizo en un par de ocasiones antes de su debut. Después de debutar, JiSung solo había vuelto a casa en Año Nuevo y Chuseok y en ninguna de aquellas ocasiones había tenido tiempo para ver a MinHo, incluso cuando él mismo pasaba las fiestas con sus padres y vivían en al lado. JiSung había dejado de contestar a sus mensajes y se había alejado de su vida y MinHo había tratado de olvidar que una vez había tenido un amigo que ahora era una estrella de la música, un amigo que había hecho latir su corazón con celeridad, tal y como lo estaba haciendo ahora, mientras los recuerdos se abrían paso en su mente.

 

            —Cuando volvía de Seúl también solía quedarme aquí una noche, antes o después de visitar a mis padres —comentó JiSung, compartiendo aquellos recuerdos de ambos que tanto se parecían al presente.

            —Hasta que dejaste de hacerlo… —murmuró MinHo, más para sí mismo que para que el menor lo escuchara.

 

            JiSung abrió sus ojos, sorprendido por sus palabras y MinHo supo que había dicho aquello en voz alta y que probablemente había sonado a reproche. En su momento había entendido perfectamente que éste no volviera a casa, siempre había querido aquella vida y tenía que esforzarse por cumplir su sueño, por conseguir su debut, por eso, volver a casa y ver a sus amigos no era lo prioritario en su vida. Y, tras el debut, contestar mensajes cuando el cansancio de una agenda tras otra cada día del año, tampoco lo debía haber sido. En Seúl tenía nuevas amistades, era normal que al final se fuera distanciando de sus amigos de la infancia, de MinHo… le había dolido, por supuesto, le seguía doliendo y, en el fondo, le gustaría reprocharle aquello y pedirle explicaciones porque él no había querido que su relación se cortara. Y, sin embargo, no lo había hecho y no creía que fuera lo mejor hacerlo en aquellos momentos… pero ya era tarde, ya había dicho aquello, y la expresión del rostro de JiSung había cambiado por completo.

 

            El silencio se hizo en la habitación y MinHo podía escuchar hasta la sangre bombear en su cabeza rápidamente. Su mente iba a toda velocidad, pensando en qué podía decir para arreglar aquello o en las consecuencias de lo que acababa de decir. No era más que la verdad, pero JiSung estaba inestable emocionalmente, por eso había ido hasta su casa, aunque su relación había sido nula en los últimos tiempos, porque podía confiar en que MinHo lo acogería sin hacer preguntas y, sobre todo, sin echarle en cara nada. No debía haber dicho aquello.

 

            —Lo siento… —murmuró JiSung, con su cabeza gacha, antes de que él pudiera ordenar sus pensamientos y decir algo para que el chico no se sintiera mal—. Lo siento muchísimo.

            —No… yo no… —trató de explicarse, pero el menor negó con su cabeza y siguió hablando.

            —Sé que no tengo excusa por lo que he estado haciendo —continuó—. No hay ninguna excusa válida para dejar de contestarle a mi mejor amigo, para dejar de verlo, para prácticamente hacer como si nunca hubiera existido en mi vida… no tengo ninguna excusa… —JiSung se mordió el labio inferior—. Eres una de las personas más importantes de mi vida y simplemente te dejé a un lado…

            —JiSung…

            —No… yo… —el chico suspiró profundamente—. Te debo al menos una explicación… aunque sea una excusa barata…

            —No hace falta —replicó MinHo, provocando que JiSung alzara su cabeza de nuevo y lo mirara, con ojos vidriosos—, de verdad que no hace falta, no quería decir eso, no quería reprocharte nada.

            —Tienes derecho a querer reprochármelo todo —murmuró el menor—. Yo… simplemente al principio no tenía tiempo para nada y solo iba de agenda en agenda, a veces se me olvidaba hasta comer y ni siquiera dormía más que una o dos horas al día… así que realmente no hablaba con nadie —JiSung volvió a suspirar y apretó los labios en una fina línea, tratando por todos los medios de no llorar—. No hablaba ni con mis padres, que me tenían que llamar para ver si de verdad estaba vivo o lo que veían por la tele era un espectro o algo —comentó, esbozando una pequeña sonrisa triste—. Al final, no contestar en días se convirtió en no contestar durante semanas o durante meses… cuando veía que había pasado tanto tiempo desde la última vez que te había contestado a algún mensaje, simplemente me sentía mal y no sabía cómo volver a hablar contigo… no sabía siquiera si querías volver a hablar conmigo.

 

            Una lágrima cayó por la mejilla de JiSung y MinHo no pudo dejarlo correr más. Se acercó al chico más y lo abrazó fuertemente contra su cuerpo, sin decir nada porque no sabía realmente qué podía decirle, solo demostrándole de aquella forma que estaba allí junto a él ahora y que era lo único que en realidad importaba. JiSung se abrazó con fuerza a su cuerpo también, encajando su rostro en el hueco entre su hombro y su cuello, pasando sus manos por su cintura y aferrándose a su camiseta mientras comenzaba a llorar desconsoladamente. MinHo sintió cómo su corazón se hacía añicos porque lo último que había querido nunca era hacer daño a JiSung y se lo había hecho con aquel comentario, incluso cuando, en el fondo, sabía perfectamente que, si el chico había acabado cortando su relación, debía haber sido por algo. No le guardaba rencor, le había dolido, muchísimo, pero no le guardaba rencor, menos cuando le acababa de explicar el motivo por el cual lo había hecho.

 

            No supo cuanto tiempo estuvieron de aquella forma, no contó los segundos, ni los minutos, ni las horas. Tampoco es que le importara. Lo único que le importaba en aquellos momentos era que JiSung volviera a sentirse bien y absolutamente nada más.

 

            Solo se separaron cuando MinHo sintió roces en sus pies de alguno de sus gatos y después escuchó maullidos de los tres, pidiendo atención. En ese momento, se dio cuenta de que sus gatos tenían hambre porque era la hora del almuerzo y por eso maullaban.

 

            —¿Qué quieres de comer? —le preguntó a JiSung—. ¿Quieres comer fuera?

 

            El chico se tomó unos momentos para responder, con los ojos rojos e hinchados, de haber estado llorando todo aquel rato y con algunas lágrimas que todavía se escapaban de sus ojos, lágrimas que se secó con la manga de la sudadera.

 

            —Preferiría no salir a comer fuera —dijo finalmente—. Me escapé del piso como si fuera un ladrón, escondiéndome y esquivando a todo el mundo que me podría reconocer, con la gorra calada hasta los ojos, gafas de sol y una mascarilla… no sé si alguna de las fans locas que vigilan el apartamento me ha seguido hasta aquí, pero la verdad tampoco quiero comprobarlo, así que, si podemos comer aquí, sería perfecto.

            —Nada de comer fuera entonces —respondió MinHo, esbozando una sonrisa lo más cálida posible para hacer sentir bien a JiSung—. Yo no tengo ganas de cocinar ahora mismo, así que, podemos pedir algo. Elige lo que más te apetezca, corre de mi cuenta.

 

            MinHo le dio su móvil a JiSung, con la aplicación de entrega a domicilio de comida abierta y total libertad de elegir el menú de ambos para que se entretuviera con ello en lugar de martirizarse con otros pensamientos, mientras él iba a ponerles el almuerzo a los gatos a la cocina. Para cuando terminó y volvió al salón, JiSung ya había pedido la comida y se estaba haciendo selfies con su móvil, probando los filtros de una de sus aplicaciones. MinHo no pudo evitar esbozar una sonrisa antes de volver con él al sofá para hacerse fotos con él, algo que llevaban sin hacer demasiado tiempo, mientras esperaban a que la comida llegase. De esta forma, el tiempo se les pasó volando y, antes de que se dieran cuenta, el repartidor llamó a la puerta, llevando la comida. MinHo abrió y pagó mientras JiSung organizaba la mesa en la cocina para comer la comida china que había pedido y, una vez estuvo todo listo, almorzaron hablando un poco de todo y de nada, sin entrar en ningún tema en profundidad, simplemente disfrutando de la compañía del otro. MinHo había echado mucho de menos aquello y casi podía jurar que JiSung también.

 

            Cuando terminaron de comer, MinHo se encargó de recoger las cosas y JiSung se fue al sofá de nuevo, junto con sus gatos, para jugar con ellos y dejar que se le subieran encima para acariciarlos. O al menos esa había sido su intención, porque cuando MinHo salió de la cocina, el chico estaba tumbado en el sofá, durmiendo plácidamente, con los gatos enroscados en diferentes zonas del sofá y del cuerpo de JiSung, también dormidos. MinHo no pudo contener la sonrisa en sus labios y tampoco pudo contener las ganas de hacerles una foto para el recuerdo.

 

            Después de aquello, sin querer molestar a JiSung ni a Soonie, Doongie y Dori, decidió que lo mejor que podía hacer era poner una lavadora con la ropa de la semana y la ropa empapada del chico que dormía en su sofá, mientras le hacía una llamada de auxilio a HyunJin, para que lo cubriera aquella tarde en la cafetería en la que ambos trabajaban, porque no creía que fuera lo mejor dejar a JiSung allí solo para salir de casa dentro de una hora y no volver hasta pasada la hora de la cena, no tenía corazón para hacer aquello. Por ese motivo, cogió toda la ropa que necesitaba lavar y se metió en la cocina, cerrando la puerta para no molestar, poniendo la lavadora y buscando el contacto de su amigo en el teléfono.

 

           —¿Qué quieres? —fue lo primero que dijo HyunJin al contestar, después de un par de tonos—. Si me llamas es porque quieres algo, así que suéltalo y no des rodeos.

 

            MinHo puso los ojos en blanco ante la voz de hastío del chico, a pesar de que éste no pudiera verlo en aquellos momentos. No tenía pensado tampoco darle muchas vueltas al asunto porque la cosa estaba clara, esa tarde no podía ir a trabajar y HyunJin era la persona a la que más fácil le podía cambiar el turno, si éste se negaba, tendría que llamar a SeungMin, otro de sus compañeros en la cafetería, pero a él le tendría que poner alguna excusa barata porque no le podría contar lo que realmente sucedía… y tampoco tenía asegurado que el chico le fuera a cambiar el turno.

 

            —Necesito que me cambies el turno de esta tarde —respondió, directo—. No puedo ir a trabajar.

            —¿No puedes… o no quieres? —insinuó. MinHo se lo podía imaginar levantando una ceja sugerentemente mientras le hacía aquella pregunta.

—Ojalá fuera porque no quiero —replicó.

            —¿Ha pasado algo? —le cuestionó, el tono de su voz cambiando de forma drástica, pasando a ser una pregunta hecha con preocupación.

            —JiSung está en mi casa.

            —¿¡QUÉ!?

 

            MinHo suspiró, preparándose mentalmente para hacerle un resumen lo más breve posible sobre la situación que tenía en casa en aquellos momentos y después comenzó a contarle sobre cómo se había encontrado la noche anterior a JiSung en las escaleras que llevaban al portal mientras se mojaba porque había comenzado a llover, esperándolo; explicándole también el motivo por el cuál el chico había recurrido a él y la forma en la que se encontraba. No quiso entrar tampoco en demasiados detalles porque no podía explicarlo todo y que le diera tiempo a HyunJin a llegar al trabajo, pero le contó lo que más importaba en aquellos momentos.

 

            —Entonces, no puedo dejarlo solo esta tarde —finalizó—. Al menos no esta tarde, mañana veré cómo me las arreglo, pero hoy no puedo.

            —Vale, claro, lo comprendo perfectamente —dijo HyunJin, después de escuchar toda la explicación—. No te preocupes, yo te cubro, ya me estoy vistiendo para salir.

            —Muchas gracias, HyunJin —murmuró.

            —Sabes que no tienes que dármelas —le replicó el otro—. Sois los dos mis amigos… aunque bueno, JiSung lleva sin hablarme mínimo tres años, pero imagino que seguiremos siendo amigos.

            —Estoy seguro de que sigue considerándote su amigo —respondió.

            —Eso espero —contestó HyunJin—, pero… ¿tú cómo estás? Porque me has hablado solo de que JiSung está pasando un mal momento y tal, pero no me has dicho nada de cómo estás llevando tú esto… lo de tener a JiSung en tu casa… después de todo este tiempo.

            —Realmente no sé cómo estoy —respondió con un largo suspiro—. Es extraño volver a tenerlo aquí, hablar con él como si nada hubiera pasado, como si estos últimos años en los que nos habíamos distanciado no hubieran existido, pero… sobre todo es extraño porque parece que nada hubiera cambiado entre nosotros. Yo… —MinHo se mordió la lengua antes de continuar, sin estar seguro de si debía decir lo siguiente o no, pero al final decidiéndose por hacerlo porque sabía perfectamente que HyunJin le había preguntado por cómo se sentía por aquella cuestión en concreto—. Creía que había superado todo esto, que había superado sentirme de esta forma junto a él… pero me he dado cuenta de que nunca he dejado de estar enamorado de JiSung y ahora mismo está en una situación muy vulnerable y no quiero aprovecharme tampoco… pero dios mío, quiero besarlo y decirle lo mucho que lo quiero y que no lo he podido olvidar nunca, que me tiene siempre para todo lo que necesite y que le partiría las piernas a todo aquel que quisiera hacerle daño y sobre todo quiere asesinar a las fans locas esas que le han causado miedo a salir a la calle y a los de la empresa por cargarlo de trabajo y minarle la moral diciéndole que no vale para nada cuando él es increíble en absolutamente todo y además es la persona más preciosa que he visto en su vida.

            —Oye, tío, me ofende eso de que pienses que JiSung es la persona más preciosa que has visto en tu vida porque servidor existe —le replicó HyunJin.

 

MinHo puso los ojos en blanco y se dio la vuelta para sentarse en la mesa de la cocina para seguir con la conversación, porque las piernas se le estaban empezando a cansar de estar de pie. Sin embargo, no pudo hacer nada de aquello porque en la puerta de la cocina se encontraba JiSung, con la mano todavía en el pomo de la puerta y con una expresión de sorpresa e incredulidad en su rostro que evidenciaba perfectamente que había escuchado sino todo, algo de lo que le acababa de decir a HyunJin.

 

            —HyunJin, tengo que colgar, gracias por cambiarme el turno, te debo una, sabes que me puedes pedir lo que quieras —dijo atropelladamente y no esperó a que el chico le respondiera antes de colgar y guardar el teléfono—. ¿Desde cuándo estás aquí? —le preguntó a JiSung, con miedo de saber su respuesta, su corazón latiendo rápidamente dentro de su pecho, aquella vez por terror y no porque el chico provocara sentimientos que hacía tiempo creía olvidados por él.

            —Desde “me he dado cuenta de que nunca he dejado de estar enamorado de JiSung” —respondió.

 

            Y MinHo no sabía dónde meterse, ni qué decirle para arreglar todo aquel follón porque acababa de confesarle los sentimientos que llevaba guardándose dentro demasiado tiempo y lo había hecho sin pensar que lo escuchaba. Quiso hablar, quiso decirle que no era lo que pensaba, que no estaba hablando de él sino de otro JiSung, pero todas las excusas que se le ocurrían eran cada una más estúpida que la anterior y al final simplemente se quedó boqueando como un pez fuera del agua, tratando de encontrar el oxígeno que le faltaba, pero sin poder hacerlo. Al final, no le dio tiempo a decir nada, ni JiSung tampoco dijo nada antes de acercarse a él y abrazarse a su cuerpo fuertemente. MinHo correspondió el abrazo casi sin pensar, pero su cerebro no paraba de pensar en por qué el otro no le estaba diciendo nada y solo lo estaba abrazando. Se quedaron así un buen rato, hasta que finalmente JiSung se separó de él y en su rostro había una sonrisa cálida que MinHo llevaba bastante tiempo sin ver.

 

            —Yo tampoco he podido olvidarte en todo este tiempo… —murmuró el chico en ese momento—. Y puedes besarme todo lo que quieras porque no te estarías aprovechando de mí de ninguna forma… —JiSung hizo una pequeña pausa en la que sus ojos se encontraron y el corazón de MinHo se saltó un latido, mientras trataba de descifrar qué era lo que éste le estaba diciendo—. Siempre he estado enamorado de ti… aunque nunca me atreví a decirte nada porque creía que pensabas en mí solo como un amigo y… no quería estropear nada.

 

            MinHo tardó unos momentos en procesar toda aquella información y, en cuanto lo hizo, no daba crédito a lo que acababa de escuchar. Era… aquello no podía ser verdad. Simple y llanamente no podía ser verdad. Y, sin embargo, a pesar de buscar en la mirada de JiSung cualquier signo de que lo que había dicho fuera mentira, no encontró absolutamente nada más que sinceridad. MinHo no supo qué decir y menos supo qué era lo que debía de hacer después de aquello, pero JiSung dio un paso delante de nuevo, acortando la distancia que los separaba hasta que sus labios se encontraron por primera vez, apenas un pequeño roce tímido que provocó un escalofrío recorrer el cuerpo de MinHo desde su cabeza hasta la punta de los dedos de sus pies. Aquello iba en serio. Totalmente en serio. Y MinHo acabó acompañando el movimiento de JiSung cuando se separó de sus labios, llevando una de sus manos a su nuca para que no siguiera alejándose de él y besarlo de nuevo, durante algo más que un par de segundos, moviendo su boca contra la del menor mientras éste correspondía al beso con una sonrisa. Cuando se separaron, MinHo todavía tenía ganas de más, sobre todo, cuando se percató de que JiSung tenía las mejillas y la punta de sus orejas de color rojo brillante.

 

            —Adorable —murmuró casi sin darse cuenta.

            —¿Siempre has pensado eso de mí? —inquirió JiSung, con una sonrisa juguetona.

—Siempre —respondió.

 

Aquello provocó que la sonrisa del menor se hiciera mucho más amplia y que él mismo sintiera cómo si se hubiera quitado un peso enorme de encima. Si desde el principio hubiera sabido que todo iba a salir así de bien y que iba a sentir su cuerpo ligero como una pluma después de que JiSung por fin supiera lo que sentía por él, lo habría dicho muchísimos años antes. Pero tampoco quería cambiar lo que tenía en aquellos momentos. La vuelta de JiSung a su vida la había puesto un poco patas arriba, pero estaba significando muchísimo.

 

            A aquel primer beso le siguieron varios esa tarde, allí mismo en la cocina, con la lavadora dando vueltas como sonido ambiente, pero también sobre la cama, donde se tumbaron para seguir dándose besos mientras hablaban en susurros, dándose cuenta de lo tontos que habían sido durante un montón de tiempo porque ambos habían comenzado a sentir algo por el otro en el instituto. Quizás, aquella fue la mejor tarde para MinHo de todas las tardes que había pasado con JiSung, pero esperaba sinceramente que fuera una de las nuevas y muchas mejores tardes que pasaría junto a él.

 

Solo se levantaron de la cama cuando el hambre los atacó, bastante pasadas la hora normal de la cena, pero a ninguno de los dos le importó cuando se sentaron a la mesa a comer las sobras que habían quedado de la comida china del mediodía y, mientras cenaban, a MinHo se le ocurrió que si nadie sabía que JiSung se había ido, ni dónde estaba, quizás estarían preocupados por él, a pesar de que éste hubiera hecho aquello porque lo necesitaba y no quisiera tener contacto con nada ni con nadie en Seúl porque era lo que había provocado aquella situación. No obstante, probablemente tendría alguna consecuencia si no daba señales de vida, algo que a MinHo le preocupaba.

 

            —Imagino que no sabe nadie que estás aquí —comentó. JiSung negó con la cabeza—. ¿No estarán preocupados? —preguntó.

—Supongo que sí.

          —¿No deberías encender el móvil para al menos dejarles un mensaje diciendo que estás bien? Yo estaría muriéndome de preocupación.

 

            JiSung dejó los palillos sobre la mesa y lo miró haciendo un puchero, con las mejillas todavía llenas de comida, pero MinHo le dedicó una mirada seria. Entendía perfectamente que no quisiera enfrentarse a nada de aquello de lo que huía, pero huir para siempre tampoco era la mejor solución al problema, así que, al menos avisar que estaba bien era algo que podía hacer.

 

            —Vale… está bien… —claudicó finalmente—. En cuanto acabemos de cenar lo hago.

 

            MinHo le dedicó la sonrisa más tranquilizadora que pudo, para dejarle saber que estaba allí para lo que necesitara y JiSung se la devolvió, para tranquilizarlo. No dijeron nada más de aquel asunto mientras terminaban de cenar, hablando en cambio de algunas de las anécdotas del pasado, contando algunas cosas que habían pasado en sus respectivas vidas en aquel tiempo que no habían estado en contacto —aunque MinHo seguía un poco lo que JiSung hacía con su grupo, incluso se había comprado un par de álbumes al principio— hasta que ya no hubo más comida en sus platos. Solo después de recoger la cocina y tender la ropa que había acabado olvidada en la lavadora durante demasiadas horas, JiSung sacó su teléfono y lo conectó de nuevo. Inmediatamente después de encenderlo, comenzó a llegarle una notificación tras otra sin pausa, dejando el móvil bloqueado incluso durante algunos instantes.

 

            —Sí que estaban preocupados —comentó MinHo al ver cómo en el historial de llamadas aparecían varias decenas de llamadas de los mismos números, que suponía eran de la gente de la empresa, sus managers, y sus compañeros de grupo, y cómo las notificaciones de la aplicación de mensajería también eran varios cientos.

            —Eso parece… —murmuró JiSung. Sin embargo, no pudo decir nada más porque su teléfono comenzó a sonar con una llamada entrante de “Christopher Bang Chan”—. Supongo que tengo que cogerlo, ¿no?

 

            MinHo asintió. JiSung suspiró profundamente y después se levantó del sofá y caminó hacia la habitación para atender a la llamada. El mayor no prestó atención a lo que el chico decía, con la puerta cerrada tampoco se habría enterado de mucho, así que, simplemente se dedicó a jugar con Soonie, Doongie y Dori mientras JiSung terminaba de hablar. Solo pudo escuchar algunos retazos de la conversación, en la que el menor aseguraba que estaba perfectamente, que había apagado el móvil porque necesitaba desconectar y descansar y que estaba con un amigo, solo con aquello ya era suficiente. Cuando JiSung terminó de hablar, no volvió al salón, así que MinHo fue en su busca por si se encontraba bien o necesitaba algo y lo encontró sentado en la cama, mirando a la nada, así que se sentó junto a él y apretó su mano fuertemente hasta que el chico volvió al mundo real, saliendo de sus pensamientos.

 

            —Estoy bien —le dijo—. Solo necesito descansar.

 

            Esa noche ni siquiera hicieron por ver una película, como habían hecho el día anterior, simplemente se cambiaron de ropa y se metieron en la cama, abrazados el uno al otro, para dormir toda la noche, aunque a MinHo le costó coger el sueño porque no paraba de pensar en los eventos de aquel día, sobre todo, en los eventos de aquella tarde. Todavía seguía sin creerse que la mitad de las cosas que habían sucedido fueran reales, porque parecían más propias de una mente de gran imaginación o de un sueño demasiado iluso; no obstante, MinHo no se iba a quejar de ello. Viviría en aquel sueño todo lo que pudiera.

 

 

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