Capítulo 4
Adiós
ChangBum llegó a su casa con el
corazón todavía latiendo como loco dentro de su pecho por aquello que había
presenciado algunos momentos antes. Estaba seguro de que aquella persona debía
ser MinWoo aquel del que tanto le había hablado su profesor, aquel que tanto lo
había atormentado en su pasado y que seguía atormentándolo en su presente,
aquel del que el mayor tenía tanto miedo pero al que no había dudado en
lanzarse a sus brazos a la primera oportunidad que se le había presentado.
No. De manera consciente él no
habría hecho algo como aquello.
El profesor Kim le tenía miedo,
tenía pánico de él, nunca lo habría hecho sin haber sido coaccionado, sin que
algo ajeno a su persona lo hubiera hecho tomar aquella decisión. Estaba
completamente convencido de aquello aunque solo había pasado una semana escasa
en su compañía. Kim ChanYong no habría cedido a aquel beso tan fácilmente.
Entonces lo recordó. Lo que había
visto. Lo que lo había hecho salir corriendo de aquella casa. Lo que lo había
aterrorizado tanto como para no pensar siquiera en sus actos y solo en escapar,
en salir lo más pronto de aquel lugar, aunque eso significara dejar algo importante
atrás, a su merced.
—Sus ojos… —susurró.
Aquellos ojos no eran normales,
aquellos ojos no eran humanos, y ChangBum estaba seguro que su color, rojo como
la sangre, no era solo un mero reflejo de la luz del solo porque la habitación
se encontraba en penumbra cuando había llegado. Ese color no se daba en la
naturaleza, ese color no era producto de la genética, era el producto de una
maldición.
Aquel que su profesor había llamado
MinWoo no debía ser humano. De hecho, debía ser considerado un monstruo.
ChanYong no se sentía libre dentro
de su cuerpo, quería realizar unas acciones, su cerebro daba las órdenes, pero
no se producía ningún cambio en su cuerpo y eso lo asustaba y lo frustraba a
partes iguales. El hombre quería salir de los brazos del recién llegado, quería
correr, ir en busca de la calidez que le reportaba ChangBum, pero no podía
hacer nada, solo podía dejarse tocar y dejarse llevar por todo lo que el otro
quería, solo podía entregarse a él, con toda su alma y todo su corazón porque
no había ninguna otra alternativa para él, solo estaba aquella en la que MinWoo
era dueño de todo su ser sin ninguna oposición por su parte.
Su ropa desapareció, y su dignidad
lo hizo con ella, porque ChanYong se encontró a sí mismo pidiendo que aquel que
solo había regresado para hacerle daño lo tocara, lo bañara en besos y en
caricias antes de adentrarse en su interior, desgarrando su alma y su cuerpo a
partes iguales.
ChanYong quiso, rogó, que todo
aquello fuera un mal sueño, como los muchos que había tenido en aquella semana…
pero sabía que por más que deseara que aquello no fuera real, lo era, y mucho,
tan real como que MinWoo había regresado y su cuerpo quería sus atenciones, su
corazón pugnaba por ser amado de nuevo por él, por entregarse… pero su mente
solo quería escapar de aquella prisión en la que había sido encerrada.
“ChangBum”
se encontró pensando “Te necesito. Quiero
que vuelvas conmigo. Quiero que me alejes de este mal”.
Sin embargo, cuando el orgasmo
estalló en su cuerpo, ChanYong ya no tuvo más pensamientos para ChangBum…
porque ya no podía pensar en otra cosa que no fuera la persona que tenía
delante, sonriendo con aquella preciosa sonrisa cínica y aquellos hermosos ojos
de color escarlata.
ChangBum se encontró deseando el
siguiente día de clase para volver a hablar con su profesor, para intentar
alejarlo de las garras de aquel demonio. Por eso mismo, fue el primero en
llegar al instituto y, por ese motivo, simplemente se dirigió a su despacho,
dispuesto a esperarlo hasta que llegase, tuviera que esperar lo que tuviera.
Sin embargo, los planes del chico tuvieron que ser abortados cuando el profesor
de Historia salió de su despacho y lo vio allí, esperando en la puerta, sin
intención alguna de ir a clase a pesar de que estas estaban a punto de empezar.
—¿Qué haces aquí? —le
preguntó mientras se acercaba lentamente hasta donde se encontraba—. ¿No
deberías estar en clase ya? Van a empezar en uno minutos.
—Lo sé —contestó—, pero el profesor
Kim me dijo que tenía que hablar conmigo hoy por la mañana antes de clases, así
que lo estoy esperando para eso —el chico intentó que su tono de voz fuera de
fastidio, y más o menos lo consiguió.
—Oh —se sorprendió el profesor—.
Pues el profesor Kim ha llamado esta mañana diciendo que se encontraba indispuesto
y que no iba a poder venir en lo que quedaba de semana.
—Ah… —murmuró él—. Entonces me libro
durante una semana de lo que quiera hacer conmigo.
—Eso parece —sonrió el otro—. ¿Vamos
a clase antes de que nos echen la bronca a los dos?
—Ajá.
ChangBum se dejó guiar por los
pasillos del instituto por el profesor porque no podía escapar de aquello de
ninguna forma, pero lo único que quería hacer era salir corriendo del lugar… en
dirección a la casa del profesor Kim.
No obstante, todo pareció volverse
en su contra aquel día porque absolutamente todo le salió mal y fue castigado
durante una semana a quedarse hasta tarde en el instituto.
Los expertos labios de MinWoo
recorrían el cuerpo de ChanYong, buscando todos aquellos puntos que lo hacían
morir de placer, todos aquellos lugares de los que obtendría un gemido placentero
como recompensa, aparte de aquel infinito amor que le estaba siendo entregado y
que no paraba de hacerlo más y más fuerte. Al principio, el humano que yacía
entre sus brazos se había intentado resistir a él, pero nadie podía hacerlo,
nadie podía resistirse, nadie podía alejarlo de una presa una vez esta cayera
en sus garras, por muy fuerte que fuera su mente. Solo el amor podía detenerlo,
pero aquel patético hombre no tenía nadie que lo amara, así que no se preocupó
de nada y solamente tuvo que forzarlo un poco, tuvo que romperlo por dentro
para poder acceder hasta el rincón más profundo de su cuerpo, pero mereció la
pena porque ahora era suyo de nuevo.
ChanYong convulsionó en sus brazos
otra vez, cuando el quinto orgasmo del día le sobrevino y sus ojos se volvieron
blancos unos segundos, cuando su conciencia lo abandonó. Cada vez que atacaba
su cuerpo para llegar hasta su corazón estaba más débil, pero estaba cumpliendo
el propósito de satisfacerlo, de ayudarlo a ser más fuerte.
A MinWoo le daba igual dejar un
muñeco de trapo a su paso… de todas formas, no iba a ser la primera vez.
La semana fue larga para ChangBum,
pero se suponía que ese día iba a volver a clase el profesor Kim, por lo que
estaba expectante. No había dormido apenas la noche anterior mientras pensaba
en todo lo que había sucedido y entre todos los pensamientos que circulaban por
su cabeza sin orden ni concierto, el chico sacó en claro un par de cosas que,
si todo aquello no hubiera pasado, lo habrían hecho pensar que se había vuelto
completamente loco.
ChangBum había estado dando vueltas
en la cama una y otra vez, pensando en qué era lo que podía hacer para ayudar a
aquel hombre y se preguntó el por qué era tan importante para él ayudarlo. La respuesta
lo conmocionó unos momentos, pero segundos después sabía que era exactamente
eso lo que debía sucederle. No había otra explicación.
Sin quererlo, sin esperarlo, sin
siquiera ser consciente de ello hasta aquel preciso instante… ChangBum podía
decir que se había enamorado de su profesor y que no iba a descansar hasta
separarlo de las garras de quien lo mantenía preso contra su voluntad.
La mañana en la que su puestamente
el profesor Kim regresaba, ChangBum lo esperó de nuevo en su despacho durante
un buen rato antes de que este apareciera por el pasillo. El aspecto que Kim
ChanYong presentaba era de todo menos el de una persona saludable. Estaba muy
delgado y demacrado, se le podían ver a través de la piel color ceniza todos
los huesos de su cuerpo y, sus ojos, que siempre habían tenido un brillo de
maldad para con sus alumnos ahora no mostraban más que una vacía oscuridad.
—Profesor Kim —lo
llamó, interceptándolo en su camino para que no pudiera entrar a su despacho si
él no se lo permitía—. Tenemos que hablar.
—Tengo mucho trabajo atrasado, señor
Woo, ya hablaremos otro día —lo cortó el mayor, intentando apartarlo de la
puerta, pero el chico no se movió—. Váyase a clase.
—No —respondió con
firmeza.
—Tendré que ponerte una amonestación
por no obedecer mis órdenes —amenazó.
—Hágalo entonces —le
replicó.
El profesor lo hizo a un lado
finalmente y se adentró en su despacho, seguido por ChangBum, que cerró la
puerta de este con pestillo para que no fueran molestados. El hombre se sentó
tras su escritorio y ChangBum lo hizo en la mesa, delante de él, este lo miró
sin comprender sus acciones, pero el chico no se sentía tampoco en sus cabales.
Iba a hacer una locura, pero le daba igual, porque si de aquella manera lo
salvaba, lo haría una y mil veces más.
—Bájate de la mesa.
—No.
ChangBum solo dijo esa simple y
corta palabra antes de tomar por la barbilla a su profesor y estampar sus
labios contra los ajenos, buscando que el otro abriera su boca, introduciendo
su lengua y jugando con una que le era desconocida, intentando volcar en aquel
beso todos los sentimientos que había descubierto que tenía por él la noche
anterior.
—Te quiero —susurró contra sus
labios, para después seguir besándolo, esperando que con aquello pudiera solucionar
algo.
ChanYong se vio de repente inundado por
un torrente de amor que no sabía exactamente de donde procedía. Su cerebro
había estado en desconexión porque lo último que recordaba era estar besando
unos labios, pero unos que no eran aquellos que le estaban prometiendo el
mundo, el cielo, todo. El hombre quiso separarse, quiso ver quién era el
propietario de aquellos labios, pero este era muy insistente y parecía no
querer dejarlo escapar, no al menor por el momento.
En cualquier otra situación, se habría
resistido, pero aquel beso se estaba llevando toda la oscuridad que había en su
cuerpo, así que lo correspondió con ganas. Cuando la otra persona sintió que
respondía, se alejó y ChanYong pudo por fin ver que, ante él se encontraba
ChangBum.
—Profesor —jadeó—. Estás
aquí de vuelta.
—Sí… —murmuró, sin comprender muy
bien, pero sabiendo que el chico se lo explicaría—. Estoy de vuelta.
—No sabes cuánto quería que regresaras…
—susurró, besando sus labios de nuevo.
MinWoo no tuvo que ser testigo de
ninguna escena para saber que su sustento le había sido arrebatado, para saber
que sí que había alguien que amaba a aquel patético ser humano y que lo había
reclamado. Suspiró. Lo único que le quedaba era volver a comenzar la búsqueda de
otra persona que le sirviera para su propósito, para seguir joven eternamente.
Notas finales: este fic iba a ser mucho más largo, iba a
explicar muchísimas más cosas e iba a dar un montón de detalles, pero
finalmente ha acabado siendo así porque quería terminarlo de una vez por todas.
—Por
si han quedado algunas dudas, MinWoo es una especie de ser que se alimenta del
amor de las personas, haciendo que estas caigan en sus redes, se enamoren de él
y luego las consume lentamente. Cuando una víctima está en sus últimas, se
aleja para no tener nada que ver con ellas. Para librar a alguien de él, solo
se necesita que otra persona ame a sus víctimas y les hagan ver lo que es el
verdadero amor.
—Espero
que os haya gustado esta historia que tantos quebraderos de cabeza me ha dado a
lo largo de casi dos años.
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