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martes, 28 de enero de 2020

[Part Three] 그러다 봄 (Spring Again) {SeungWooSeok}


Part Three

            Una suave melodía recibió a WooSeok cuando salió del ascensor y no pudo evitar fruncir el ceño, confuso, porque aquella música procedía de su piso. Se suponía que aquella tarde no iba a estar nadie en el lugar y por eso el chico había decidido cambiar sus planes iniciales de trabajar en la biblioteca de la facultad por trabajar en casa, por eso estaba sorprendido de escuchar la música salir del lugar. SeungYoun o HanGyul tenían que haber cambiado sus planes también y haber vuelto a casa antes de lo esperado. Ya no podría trabajar allí con tranquilidad, así que estuvo tentado a darse media vuelta y dirigirse a una cafetería cercana que a aquellas horas no solía tener mucho ajetreo, pero antes decidió que, ya que había llegado hasta el piso, podía entrar y coger un libro que se había dejado con las prisas aquella mañana, porque no le iba a quitar mucho más tiempo.

jueves, 7 de septiembre de 2017

[Capítulo 3|Final] Answer Me 1994 {JaeSeong}



Part III
Seoul boy in Busan City


InSeong le sonrió de forma encantadora y después se acercó hasta él lentamente, cada vez más y más hasta que sus rostros se quedaron solo a unos centímetros el uno del otro. JaeYoon inspiró hondo, sintiendo cómo su corazón latía rápidamente dentro de su pecho, esperando con anticipación a que el mayor terminara de acortar aquella escasa distancia. InSeong se acercó un poco más, lo suficiente como para que sus narices se rozaran y sus respiraciones se mezclaran, pero no como para que sus labios se encontraran definitivamente. JaeYoon se sintió frustrado, mucho más cuando notó la sonrisa pícara del otro, y no pudo hacer otra cosa más que terminar él mismo con aquella maldita distancia para besar sus labios de una vez por todas, sintiendo la suavidad de éstos contra los suyos, sintiendo una corriente eléctrica recorriéndole todo el cuerpo.

martes, 7 de febrero de 2017

[Capítulo 3] We can dance tonight {SuChen|ChenMi} [FINAL]



Capítulo 3


            Kim JongDae caminaba por la calle en dirección al Playboy. Había salido de la estación del metro hacía unos pocos minutos y se dirigía a su lugar de trabajo después de pasarse la mañana y la mayor parte de la tarde en la facultad haciendo cosas productivas para su futuro. Estaba bastante cansado porque casi no dormía entre los trabajos y la confusión que sentía por culpa de aquel cliente que lo había besado varios días atrás y que lo había hecho sentir de aquella forma tan extraña, así que apenas miraba por dónde iba porque de todas formas se sabía el camino más que de sobra y podría hacerlo hasta con los ojos cerrados. Sin embargo, aquella tarde debía haberse fijado en todo lo que lo rodeaba para poder evitar encontrarse con la persona a la que menos quería ver en aquellos momentos, cuando se encontraba a solo una manzana del club en el que estaba trabajando como stripper.

miércoles, 21 de enero de 2015

[RANDOMLAND] Escritora frustrada sube pedazos de sus fics para terminarlos 3

Hola, Hermosas Criaturas

Aquí me tenéis de nuevo en esta tercera entrega de "quiero terminar ya los malditos proyectos que tengo empezados porque sino me voy a pegar un tiro y me voy a arrojar por las vías del tren". Todas sabéis de mi incapacidad para centrarme en una sola cosa y terminarla, soy demasiado volátil y tengo demasiadas ideas, entonces voy picoteando de una y de otra, empiezo diez y acabo dos. Pero quiero que eso se acabe ya de una vez por todas.

Por este motivo, hago esta entrada (otra vez) en la que subiré pedazos de los fics que tengo comenzados en mi ordenador y que quiero terminar de una vez por todas (las anteriores veces pude terminar algunos de los que os puse y otros los descarté porque no me llevaban a ninguna parte, así que esto realmente me sirve).

No me matéis, por favor, pensad que no lo haría sino fuera necesario, pero lo es. Así que... aquí van las ideas que me traen por la calle de la amargura.

lunes, 19 de enero de 2015

Black Cat

Parte 3

            Si se concentraba y se aislaba de todo lo demás, YiFan aún podía sentir el cosquilleo en los labios que le había dejado el leve beso de Tao días atrás. Sabía que había hecho aquello en agradecimiento, pero no estaba acostumbrado a esa clase de muestras de afecto.

            El hombre movió su mano sobre la frente de Tao, retirando el pelo que caía sobre esta desordenadamente. YiFan sonrió levemente al ver la sonrisa que se formó en los labios del híbrido por el contacto y cómo se removía en busca de más. Al ver su reacción, YiFan quiso ir un poco más allá y llevó su mano hacia las orejas de gato que tenía sobre la cabeza. Desde hacía un tiempo quería acariciarlas, porque le parecían suaves, pero nunca se había atrevido, pero en aquel momento se sentía muy valiente.


lunes, 10 de noviembre de 2014

TaeYeon en el País de las Pornopesadillas

Parte III

            TaeYeon se despertó sintiendo un gran dolor en su vagina. Abrió sus ojos, pero parecía que no los tenía abiertos porque solo había oscuridad. Eso la asustó bastante porque en casa, aunque fuera noche cerrada siempre había alguna que otra luz que la tranquilizaba. En casa.

            En ese momento, TaeYeon recordó todo lo que había pasado, desde que SeoHyun le había dicho que iba a tener que irse a vivir con el señor Byun hasta el sombrerero HeeChul con el que había mantenido sexo contra la mesa llena de pasteles y las cartas metiéndole las lanzas por su vagina hasta que finalmente no pudo soportar el dolor y se desmayó. Por cómo le dolía allí abajo, TaeYeon podía decir con toda seguridad que lo que había pasado después de que se metiera en la madriguera del conejo había sido completamente real.

            La chica suspiró y luego intentó moverse un poco, porque la posición en la que se encontraba era bastante incómoda. No obstante, no pudo moverse ni un milímetro. Al parecer estaba atada de brazos y piernas, con estas últimas encogidas y algo levantadas. Por cómo sentía la piedra contra su trasero y su espalda, y por el frío, TaeYeon también podía decir que estaba desnuda.

            Solo esperaba que todo aquello se acabara para volver a casa, aunque tuviera que irse con el señor Byun.

            En aquel instante, comenzaron a escucharse pasos a lo lejos y luego una llave contra una cerradura. Apenas unos segundos después, una puerta metálica era desplazada con un chirrido y otra vez pasos cada vez más cerca de donde ella se encontraba.

            TaeYeon abrió sus ojos y vio una leve luminosidad procedente del exterior, recortando a una silueta femenina que se había quedado ante ella, justo a unos paso de donde se encontraba con las piernas abiertas, mostrando todo su ser.

            —Bienvenida a mi castillo, TaeYeon —dijo la mujer, haciendo que le recorriera un escalofrío por aquella voz tan impersonal y fría—. Espero que hayas disfrutado de todo tipo de atenciones mientras estuviste en mis territorios.
            —¿Por qué he llegado aquí? —preguntó la chica. Quería respuestas porque los demás extraños personajes con los que se había topado en aquel extraño lugar no le habían dicho más que meras tonterías.
            —¿Cómo has llegado aquí? —cuestionó la mujer—. Eso solo lo puedes saber tú —se escuchó una risa algo cínica—. Pero si preguntas cómo llegaste a mi castillo, te trajeron mis cartas.
            —¿Por qué?
            —Porque eres un peligro para mi reinado —la mujer se acercó un poco más a TaeYeon y la chica sintió cómo comenzaba a jugar con sus dedos en sus partes—, y no puedo dejar suelto a nadie que sea un peligro para mí —apretó su clítoris y TaeYeon cerró su boca con fuerza, mordiéndose el labio inferior.
            —Solo soy una prostituta normal y corriente —murmuró—. No soy amenaza para nada ni para nadie.
            —Oh… claro que sí eres una amenaza —la reina le introdujo tres dedos de golpe en su maltratada vagina y la chica tuvo que contener el grito que quiso abrirse paso por su garganta—. Por eso acabaré contigo, para que no puedas hacerme ningún daño.

            El hielo que había en la voz de aquella mujer hizo que un escalofrío de miedo recorriera el cuerpo de TaeYeon. Ella no tenía que estar pasando por eso, no tenía que haber corrido tras el conejo y haberse metido por aquel agujero. Si no lo hubiera hecho ahora estaría en casa.

            —Por cierto —escuchó decir a la mujer justo después de desalojar sus partes—, por cada pregunta que hagas, por cada oración que digas, por cada intento por justificarte y por cada sonido que salga de tu boca, tendrás algo dentro de ti, follándote. Así que disfrútalo.

            Y dicho esto, TaeYeon comenzó a sentir cómo por su vagina empezaban a ser introducidas las mismas lanzas que le habían hecho perder el conocimiento, una tras otra, hasta que la chica volvió a verlo todo negro y no precisamente porque la puerta se hubiera cerrado.

            La siguiente vez que TaeYeon abrió los ojos se dio cuenta de que seguía en la misma celda de la primera vez y eso no le gustó nada. Comenzó a darle vueltas a todo lo que le habían dicho los distintos personajes que se había topado por el lugar, lo que había hecho con ellos y lo que la reina de corazones le había comentado. Lo único que la chica tenía claro era que aquella mujer era una sádica y que prefería mil veces volver a casa junto a SeoHyun, e incluso irse con el señor Byun.

            Ahora entendía por qué aquel país tan extraño tenía tal nombre. Todo lo que le había pasado al principio había sido tan erótico, pero ahora solo quería despertar de aquella pesadilla.

            Apenas había estado con los ojos abiertos unos minutos, cuando volvió a escuchar los pasos que le indicaban que alguien se acercaba. Internamente, la chica deseó que fuera alguno de aquellos personajes que habían estado con ella a lo largo de sus peripecias por aquel país tan extraño, pero sabía que no podía ser posible. Así que cuando vio la silueta de la reina Tiffany recortándose con la luz del exterior, no se extrañó… solo tuvo miedo.

            —¿Cómo has pasado la noche, mi querida prostituta TaeYeon? —le preguntó, pero la chica no contestó, porque si por cada cosa que dijera tendría una tortura, no valía la pena hablar—. Parece que has aprendido la lección —escuchó la misma risa cínica que la vez anterior—, pero lo que no sabes es que eres mi prisionera y de igual que digas o no algo, voy a jugar contigo hasta no sepas quién eres, de dónde vienes o por qué estás aquí. Solo serás consciente del dolor y el placer del sexo.

            En ese momento, TaeYeon quiso gritarle que era una maldita tramposa y que no tenía derecho a hacer nada con ella, pero era su prisionera y seguramente aquello haría que lo que le tuviera preparado fuera mucho peor de lo que seguramente ya era. Así que apretó los dientes fuertemente.

            —Vamos a pasar un buen rato, TaeYeon —le dijo.

            Varias cartas entraron al lugar en el que se encontraba y comenzaron a desatar sus ataduras. TaeYeon forcejeó, intentando librarse del todo, pero los soldados de la reina tenían demasiada fuerza como para que ella pudiera hacer algo. Finalmente, cuando estuvo liberada, Tiffany les hizo una señal a las cartas y estas, manteniéndola firmemente sujeta, comenzaron a andar, saliendo de la celda  y entrando a un largo pasillo de puertas metálicas.

            La chica miraba a su alrededor, buscando a alguien que la pudiera ayudar a escapar, pero en su camino hacia donde fuera, solamente encontró a cartas que miraban su cuerpo desnudo con lascivia. A TaeYeon no le gustaba aquel lugar nada y solo quería salir de allí lo más pronto posible.

            Tras algunos minutos caminando por numerosos pasillos, llegaron a una especie de caverna. En aquel momento, la reina Tiffany se giró hacia ella y TaeYeon pudo ver por primera vez el bello rostro de su captora, enmarcado por una mata de pelo cobrizo. Su piel era blanca y fina y sus rasgos delicados. Era una belleza, una belleza mortífera y venenosa, pero al fin y al cabo belleza.

            —Eres la segunda invitada que tiene nuestra pequeña mascota —anunció la reina con una sonrisa—. Si eres de su agrado te dará placer infinito.
            —¿Mascota? —preguntó la chica con miedo.
            —Sí, mascota —la mujer se dio la vuelta y echó a andar de nuevo, adentrándose en la oscuridad de la cueva y las cartas que la agarraban no tardaron en seguirla. Caminaron de nuevo durante algunos minutos entre la negrura hasta que comenzaron a escucharse olas romper contra tierra firme.
            —¿Dónde estamos? —cuestionó TaeYeon.
            —En un lugar muy especial —contestó la reina—. Podéis soltarla ya —les dijo a las cartas y estas dejaron de ejercer aquel férreo agarre que la mantenía presa. En cuanto la chica se vio libre, intentó echar a correr, pero algo se le agarró al tobillo y la hizo caer contra la arena bocabajo.
            —¿Qué…? —no le dio tiempo a terminar su pregunta porque en aquel momento fue alzada por los aires y sujeta por sus tobillos y muñecas por algo que le recordó a los tallos de las plantas que se había encontrado en su camino, pero más viscoso y húmedo.
            —Disfruta de este regalo para tus sentidos —escuchó decir a Tiffany algunos metros por debajo de donde ella debía encontrarse—. Ten por seguro que yo disfrutaré muchísimo viendo el espectáculo.
            —No…

            Pero la chica no pudo decir nada más que eso porque aquella cosa con ventosas comenzó a recorrer su cuerpo, asqueándola. Le abrió las piernas y las dejó en una posición algo forzada. TaeYeon sabía lo que se avecinaba, lo sabía y no quería. Las plantas habían sido delicadas, pero aquel ser que debía ser un calamar gigante no lo sería, lo notaba y no le gustaba aquello. Sin embargo, tuvo que ceder y dejar que aquellos tentáculos llenos de ventosas entraran en su cuerpo una y otra vez, a través de su vagina, de su recto y de su boca, penetrándola salvajemente hasta dejarla sin aliento, e incluso siguiendo después, tratándola como una muñeca que no se podía romper, aunque TaeYeon sentía que lo haría como aquella cosa siguiera con ello mucho tiempo.

♥♥♥

            TaeYeon intentaba conciliar el sueño en aquella incómoda tabla. Desde aquella vez con el pulpo gigante, la reina Tiffany no la había visitado y, aunque la chica en aquella reinante oscuridad no podía llevar la cuenta de nada, debían haber pasado algunos días. Cuando cerró sus ojos por fin, para adentrarse en el mundo de los sueños, buscando salir de aquella pesadilla, escuchó los pasos firmes de la reina dirigiéndose hacia su celda y TaeYeon quiso morirse para que ella no pudiera hacerle nada de nuevo.

            —Ha llegado el momento —le dijo. TaeYeon no preguntó qué momento, de todas formas, no podría librarse de que sucediera—. Ven conmigo.

            Las cartas la desataron de nuevo de aquella posición tan vergonzosa en la que la tenían y luego la llevaron a rastras, porque ella no podía moverse por tener el cuerpo adormecido. Caminaron por los pasillos del castillo de la reina y ascendieron muchísimas escaleras. Cada paso que daban, parecía que los llevaban a la superficie. Hacía mucho tiempo que TaeYeon no veía la luz del sol, así que cuando la luminosidad se hizo presente tuvo que cerrar sus ojos para que esta no la deslumbrara y luego ir abriéndolos poco a poco para poder ver con claridad.

            Cuando ya se había acostumbrado, la chica pudo ver cómo salían de los muros del palacio hacia una gran plaza llena de gente en la que había una tarima de madera. En ella se encontraba el sombrerero HeeChul con varias cartas custodiándolo. TaeYeon quiso ir hacia él, pero quienes la retenían no la dejaron.

            Subieron hasta la plataforma y la tumbaron sobre otra más pequeña, después, la ataron tal y como la tenían atada en su celda. Seguidamente, empujaron al  sombrerero contra ella y le arrancaron la ropa que vestía para que se quedara desnudo como ella.

            —TaeYeon —murmuró—. Siento mucho lo que pase a partir de ahora.
            —¿Qué va a pasar?
            —Lo siento.

            La chica no vio lo que había hecho, pero lo sintió en su vagina. Una cosa viscosa y larga se abría paso por ella, empujando más y más para llegar a la boca de su útero. TaeYeon intentó expulsarla, pero en ese momento, el sombrerero HeeChul comenzó a penetrarla salvajemente.

            TaeYeon solo podía escuchar los gritos de la gente, animando al sombrerero a que lo hiciera más fuerte, los gimoteos de este pidiéndole perdón y sentía el placer mezclado con el dolor que le estaba haciendo sentir con aquella cosa en su interior. Lo único que la chica podía ver, era cómo la reina Tiffany se masturbaba una y otra vez, frotando sus dedos contra su clítoris con una expresión de máximo placer.

            ¿Cuántas veces se corrió dentro de ella el sombrerero HeeChul? TaeYeon jamás lo supo. Lo único que tenía claro era que habían sido muchas, demasiadas quizás y que probablemente hubieran pasado desde el amanecer hasta el anochecer teniendo sexo delante de la población del País de las Pornopesadillas.

♥♥♥

            TaeYeon ya no sabía cuantos días llevaba en el País de las Pornopesadillas. Había ido perdiendo la cuenta progresivamente a través de las continuas vejaciones a las que la sometía la reina Tiffany. No sabía en el día en el que vivía, ni tampoco si era de día o de noche. Su cuerpo estaba adolorido y su cabeza era un caos, la chica jamás había pensado que el sexo ininterrumpido podría llegar a hacerle aquello.

            En la oscuridad de su celda, TaeYeon volvió a llorar, tal y como hacía desde que aquel calamar gigante había jugado con ella. Solo quería salir de aquel lugar, le daba igual el precio que tuviera que pagar. Pensando en aquello, escuchó pasos dirigiéndose hacia donde ella se encontraba y segundos más tarde la puerta abrirse. TaeYeon cerró los ojos y quiso llorar más fuerte. ¿Acaso la reina no la podía dejar descansar unos pocos minutos? Sin embargo, su sorpresa fue máxima cuando no fue una voz femenina, sino masculina la que escuchó.

            —TaeYeon —la chica abrió los ojos, descubriendo así al jefe de las cartas. ¿Qué hacía allí? ¿Acaso la reina lo había mandado para que fuera por ella y seguir con sus juegos?—. He venido a sacarte de aquí.
            —¿Qué? —preguntó sorprendida, porque aparte de decir aquellas palabras, estaba desatándola.
            —Lo que oyes —respondió—. No tenemos mucho tiempo, así que apúrate a llegar hasta la habitación de la reina Tiffany —el jefe de las cartas la ayudó a levantarse y le puso algo de ropa—. Si le haces a la reina algo de lo que ella te ha hecho a ti, podrás librarnos a todos de su malvado reinado.
            —Pero... —TaeYeon había asentido a sus palabras, pero todavía no le cuadraba que quien se suponía debía ser el más fiel a la reina, fuera quien la estuviera traicionando—. ¿Por qué?
            —Porque yo una vez la amé y odio en lo que se ha convertido —le respondió—. Vamos, corre. Su habitación está en la planta más alta de este castillo, intenta confundirte entre la nobleza y todo estará bien.
            —Gracias —dijo ella sinceramente—. ¿Cuál es tu nombre?
            —Nichkhun.
            —Muchas gracias, Nichkhun —pronunció antes de echar a correr.

            TaeYeon no podía creerse que fuera ya libre y que pudiera salir por fin del País de las Pornopesadillas. Regresaría por fin a casa y se acabaría toda aquella locura.

            Caminó por los pasillos del palacio intentando no atraer las miradas de la gente de la corte, caminando con decisión en dirección a la planta más alta de aquel enorme lugar. Le haría pagar a la reina por todo lo que le había hecho. Llegó hasta el sitio que Nichkhun le había indicado y entró a la habitación de Tiffany con sigilo. Esta estaba tumbada sobre la cama durmiendo plácidamente. TaeYeon aprovechó aquella situación para coger el primer objeto que encontró por el lugar y estampárselo en la cabeza a la reina, dejándola inconsciente.

            Después, aguardó hasta la llegada de la noche para tomar a la reina y avanzar por los pasillos de nuevo, cargando con ella. No recordaba exactamente el camino, pero TaeYeon sabía que tenía que adentrarse en lo más profundo del castillo, hasta llegar a aquella caverna en la que se encontraba el monstruo que la había penetrado una y otra vez. le haría probar a la reina Tiffany por toda la eternidad lo que ella había sufrido.

            Finalmente, encontró el camino y anduvo hasta llegar al filo del agua. Dejó a la reina sobre la arena y gritó para llamar al pulpo gigante. TaeYeon podía haberse quedado para ver como el gigantesco monstruo tomaba a la mujer como si fuera una muñeca, la despojaba de su ropa y comenzaba a penetrarla una y otra vez, pero decidió que con escuchar los gritos desgarradores de la reina desde la distancia, mientras se alejaba, dejándola allí, era mucho mejor.

            Por fin había acabado todo.

♥♥♥

            Cuando TaeYeon abrió los ojos se dio cuenta de que se encontraba en el bosque que había al lado de casa, tumbada justo bajo el árbol por el que había entrado a aquel extraño mundo, completamente desnuda. Ni siquiera se cuestionó si todo lo que había pasado había sido un sueño o real, lo único que quería hacer era olvidar toda aquella experiencia,

            La chica se levantó tambaleándose y caminó entre los árboles, en dirección hasta la casa So Nyuh Shi Dae, donde debían estar esperándola porque debía ser cerca del mediodía. Al salir de aquel lúgubre y húmedo lugar y TaeYeon pudo ver por fin la que había sido su casa desde hacía tanto tiempo, sintió un poco de nostalgia. Se iría de allí y se iría a vivir con el señor Byun.

            Entró a la casa a hurtadillas y subió a su habitación, tal y como había salido de ella. SoonKyu seguía dormida, espatarrada sobre la cama, así que intentó no hacer ruido cuando se quitó el camisón y se puso el vestido más nuevo y bonito que tenía en su armario. Unos minutos más tarde, unos leves golpes en la puerta llamaron su atención y la chica fue rápidamente hacia esta para abrirla. Al hacerlo, se encontró de frente a SeoHyun.

            —¿Estás preparada? —le preguntó y TaeYeon asintió—. Entonces vamos allá.
            —Un momento —la chica caminó hacia el interior de la habitación de nuevo y le dio un pequeño beso en la frente, después siguió a SeoHyun hasta la planta inferior de la casa.

            Su vida cambiaría radicalmente a partir de aquel momento y ella no sabía si estaba preparada o no, pero era la única forma para poder asegurarse un buen futuro. Y además, si había pasado por todo lo que había pasado y sobrevivido, aquello no tendría que ser algo que la asustara, aunque por el momento no estuviera preparara, seguramente lo afrontaría todo.




Notas finales:
—He tardado tantísimo en hacerlo porque era demasiado pervertido y extraño y me volvía loca cada vez que no sabía qué hacer.
—Nunca volveré a hacer caso a ningún anon de ask que me pida cosas así.
—Espero que os haya gustado esta cosa random, disfrutad de ella porque no creo que vuelva a hacer nada parecido a esto en mi vida.

—Pido disculpas al autor de ‘Alicia en el País de la Maravillas’ por hacer esta versión de su bonito cuento.

miércoles, 2 de julio de 2014

Dragons' Slayers

Parte III


            ZiTao salió de su asombro y de su estupor cuando escuchó un quejido por parte del chico que tenía delante. Rápidamente se acercó a él y observó sus heridas con detenimiento, buscando en su mente los conocimientos que le habían enseñado cuando era aprendiz sobre cómo tratarlas. Estudió si estas eran profundas o superficiales a partir de lo que quedaba visible de las flechas y se decidió por intentar retirar algunas y desinfectar las heridas, después de eso, tendría que ser tratado por alguien que supiera lo que hacía.

            El Cazador miró a su alrededor, recordando aquella zona del bosque y buscando el camino más rápido hacia el río para poder hacer aquello. Cuando supo hacia dónde ir, ZiTao intentó coger el cuerpo del chico para poder cargarlo, pero este, a pesar de la poca fuerza que tenía en aquellos momentos, se resistió, haciéndose aún más daño.

            —Por favor —murmuró ZiTao—. Sabes que no voy a hacerte daño —el chico de pelo arcoíris lo miró fijamente, con unos ojos castaños que lo hacían temblar por dentro, como los del Dragón.

            El otro estuvo reticente, pero finalmente, dejó de resistirse y ZiTao lo cargó en sus brazos intentando no rozar las flechas, que continuaban clavadas en su cuerpo, para no hacerle más daño. Avanzó rápidamente a través del bosque en dirección al río y poco tiempo después llegaba a la orilla de este. Con infinito cuidado, dejó al chico sobre el suelo y se colocó junto a él después de lavar sus manos en el río.

            —Te va a doler que te las saque —avisó—, pero sentirás alivio en cuanto te cure las heridas.

            Y dicho esto, arrancó una de las flechas escuchando el grito desgarrador que el otro profirió. Rápidamente, e intentando que el chico dejara de moverse y de hacerse daño, ZiTao comenzó a lavar las heridas a medida que iba retirando las flechas que sabía que podía quitar sin riesgo alguno para él. Notaba la penetrante mirada ajena de color marrón fija en todo lo que hacía y sentía, de vez en cuando, escalofríos que recorrían su cuerpo provocados por aquellos ojos.

            Un poco después, había terminado de curarle las heridas de una forma bastante rudimentaria, pero para que estas no se le infectaran debía volver al pueblo rápidamente y que alguno de los curanderos lo atendiera en condiciones, preferiblemente Chen o YiXing, ya que no harían tantas preguntas como los demás. No obstante, antes de eso, tenía que hacer que el chico confiase en él para poder llevarlo hasta allí.

            —Mi nombre es ZiTao —murmuró en voz baja, para no sobresaltarlo. Esperó una respuesta, pero no la obtuvo, por lo que continuó—. Todavía no entiendo cómo ha podido suceder esto que ha sucedido, así que, me vendría bien alguna explicación —otra vez el silencio y la mirada penetrante del chico frente a él—. ¿Sabes hablar? ¿Entiendes mi idioma? —esta vez hubo un leve asentamiento y ZiTao sonrió—. Tengo que llevarte al poblado para que te curen y que no se te infecten las heridas —anunció, pero en ese momento notó el cabello arcoíris del chico—, aunque antes tendré que hacer algo con ese pelo.

            ZiTao se levantó del suelo y dio un par de pasos, alejándose del chico, en busca de unas hierbas que utilizaban para cambiar las tonalidades del cabello. LuHan y BaiXian lo utilizaban mucho y había visto a este último prepararlo demasiadas veces, así que sabía qué era exactamente lo que tenía que hacer. Sin embargo, no había podido hacer mucho, cuando escuchó pasos apresurados en el bosque y voces que reconoció como las de sus compañeros de equipo y de otros Cazadores de la aldea, cada vez más cerca de la posición en la que se encontraba.

            Rápidamente regresó al lugar en el que había dejado al chico, quitándose la parte superior de su traje de cazador, que consistía en una chaqueta de cuero ajustada pero algo larga con una capucha a su espalda. Vistió al chico con ella y le echó la capucha, justo en el momento en el que casi una decena de Cazadores irrumpía en el lugar.

            —ZiTao —dijo Kai—. ¿Dónde está el Dragón?
            —Busqué por el bosque el lugar en el que había caído —contestó—, pero cuando llegué solamente encontré los destrozos que había provocado este al caer, no había ningún rastro de él —Kai lo miró fijamente, intentando determinar si mentía o decía la verdad, y ZiTao le aguantó la mirada hasta que BaiXian notó al chico que tenía a sus pies.
            —¿Quién es él? —preguntó acercándose.
            —No lo sé —contestó con naturalidad—. Estaba buscando al Dragón cuando apareció cubierto de heridas y lo traje corriendo hasta aquí para curarlo.

            Chen se acercó rápidamente al escuchar aquellas palabras al chico, pero cuando fue a tocar una de las heridas de sus brazos, este le gruñó y se aferró a la pierna de ZiTao, haciendo una mueca de dolor por el movimiento tan brusco. Este se agachó hasta él, dejándose mirar por aquellos ojos castaños y le acarició la mejilla. El chico cerró sus ojos unos segundos y ZiTao sonrió levemente.

            —No tengas miedo de las personas que hay aquí —le susurró—. No quieren hacerte daño —pero aunque  le dijera eso, el chico no dejó que Chen se le acercara.
            —ZiTao —llamó Kris—. Averigua quién es este chico y YiXing, quédate con ellos a ver si a ti te deja acercarte —el otro asintió—. Los demás venid conmigo, tenemos que encontrar a ese maldito Dragón Arcoíris.

            BaiXian, Chen, Kai, LuHan, QuingZhu y CanLie lo siguieron cuando Kris se adentró en el bosque de nuevo y YiXing se acercó a ZiTao.

            —¿Sabes cómo se llama? —negó con la cabeza—. ¿Ha dicho algo desde que lo encontraste? —volvió a negar—. Quizás haya pasado por alguna situación traumática y por eso ahora no puede hablar —se acercó hasta el chico con una sonrisa amable en su rostro—. No voy a hacerte daño, solo quiero ayudarte —le dijo con voz calmada y tranquilizadora—. Mi nombre es YiXing —se presentó, tendiéndole una mano al chico. Este simplemente lo miró, no se alejó, así que el Cazador lo tomó como una invitación a acercarse y así lo hizo—. ZiTao, ¿te importaría ir a por unas hierbas que te voy a decir?
            —En absoluto.

            Escuchó con atención qué era lo que YiXing necesitaba y luego fue en busca de todo, dejándolos a solas a pesar de que no quería alejarse demasiado del chico. Buscó por los alrededores y encontró todo lo que le había pedido, además de las plantas para decolorar el cabello. Unos minutos más tarde, volvía al lugar en el que había dejado a los otros dos y se acercaba a ellos. YiXing había hecho avances con el chico y estaba curando sus heridas mejor de lo que ZiTao lo había hecho y, cuando le dejó las hierbas al lado, el Cazador comenzó a aplicarlas sobre estas.

            —Creo que no nos has contado toda la verdad —dijo YiXing rompiendo el silencio, haciendo que ZiTao se tensara—. Sabes que no soy tan cerrado de mente como Kris y Kai, así que puedes contarme lo que sea.

            El chico suspiró. Sabía que si le contaba a YiXing lo que había visto le ayudaría a intentar entender las cosas que se le escapaban. El Cazador no era como los demás, él lo sabía; tenía un aura extraña a su alrededor que hacía que la gente confiase en él, pero ZiTao no podía permitirse desvelar lo que había descubierto así como así. La vida del Dragón Arcoíris estaba en sus manos ahora y no podía permitirse que lo mataran.

            —Yo…
            —Sé que este chico es el Dragón Arcoíris —lo cortó, mirándolo por primera vez en ese tiempo a los ojos—, y si no quieres que los demás lo descubran, tienes que contármelo todo.
            —¿Vas a ayudarme?
            —Sí.
            —¿Por qué?
            —Porque él no ha hecho nada malo para que quieran matarlo —murmuró mirando al otro chico—. ¿Tienes las plantas para decolorar el cabello? —ZiTao asintió—. Déjame hacerlo a mí, tengo experiencia con LuHan.



            Cuando el sol estaba en su punto más alto, ZiTao y YiXing ayudaron al otro a levantarse y luego hicieron que se apoyara en ellos para caminar e ir al poblado. Todavía no sabían que decir sobre él, ni lo que iban a hacer exactamente al llegar; pero estaba bastante claro que no podía volver a convertirse en Dragón por las heridas que tenía por todo su cuerpo, por lo que no había ningún peligro por el momento. El chico aún no había dicho ni una sola palabra, pero a pesar de eso, ambos intuían las cosas que no habían sido dichas.

            Lo llevaron hasta la aldea y luego, bajo la atenta mirada de muchos de los Cazadores y aprendices, lo condujeron hasta la cabaña que ZiTao compartía con sus compañeros. Habían decidido que era mejor que se quedase allí porque Kris iba a sospechar demasiado si se quedaba con él. Lo recostaron sobre las mantas de piel que había tendidas en el suelo y luego salieron del lugar para dejarlo descansar, quedándose en la puerta para poder estar pendiente de él y además hablar con tranquilidad.

            —¿Cómo sabías…? —comenzó ZiTao, deteniéndose antes de acabar la frase porque uno de los Cazadores estaba pasando por su lado en aquel momento.
            —Lo intuía —contestó YiXing—. Sé bastante acerca de los Dragones. Cuando era pequeño me pasaba los días junto a SuHo escuchando las historias que tenía que contar de estos y de nuestros antepasados y cuando me convertí en Cazador, dejó que manipulara sus tablillas de arcilla y leyera por mí mismo las cosas que quería aprender —esbozó una pequeña sonrisa—. Creo que a ti te pasó lo mismo, pero SuHo todavía no confía tanto en ti como para dejarte las tablillas.
            —Exactamente —confesó—, de hecho, me sorprende que le deje sus tablillas a alguien.
            —Es muy celoso con esas cosas, pero a mí hace tiempo que me considera alguien responsable —comentó—. Leyendo aquellas tablillas aprendí mucho sobre el tratamiento de todo tipo de heridas y también sobre los Dragones, llamándome especialmente la atención el Dragón Arcoíris —dijo—. Es un Dragón muy especial, ¿sabes? Es el único que puede transformarse en humano si su cuerpo no puede soportar ser un Dragón.
            —No lo comprendo.
            —Ser Dragón consume mucha energía y, en determinadas ocasiones, cuando necesitan mucha más energía de la que disponen, se convierten en humanos para poder sobrevivir —aclaró—. Suele pasar cuando están gravemente heridos, por eso pensé que el Dragón que todos están buscando en estos momentos es el chico que está en tu cabaña.
            —¿Qué podemos hacer con él?
            —¿Por ahora? Solo esperar a que se recupere e intentar en este tiempo que se comunique, al menos que lo haga contigo —ZiTao asintió—. Intenta también que no te descubran tus compañeros y que Kai no sospeche nada.

            Después de decir esto, se despidió de él y se alejó hacia su propia cabaña a esperar a sus dos compañeros. ZiTao inspiró hondo y entró a la suya propia, encontrando al chico sentado en el mismo lugar en el que lo habían dejado, mirando a su alrededor como si todo fuera nuevo para él. Se acercó lentamente y luego se sentó frente a él.

            —Sé que eres el Dragón Arcoíris —dijo—, pero debes tener un nombre, ¿cuál es? —ZiTao no se esperaba que le contestara, así que cuando susurró un nombre se quedó boquiabierto y tuvo que pedirle que repitiera lo que había dicho.
            —SeHun… —volvió a murmurar.
            —SeHun… —dijo él también, esbozando una sonrisa—. En este lugar nadie, a parte de la persona que estaba conmigo, YiXing, y yo, no deben saber que eres el Dragón Arcoíris —el chico asintió—. Voy a cuidarte y a protegerte de todo aquel que quiera hacerte daño mientras estés en forma humana —susurró.
            —Gracias.



            Cuando ZiTao sintió que sus compañeros regresaban la segunda luna hacía ya tiempo que había salido. Inconscientemente, rodeó con sus brazos el delgado y magullado cuerpo de SeHun para que nadie pudiera hacerle daño y se hizo el dormido hasta que escuchó la respiración lenta y profunda de los otros tres, indicando que se habían rendido al mundo de los sueños. En ese momento, SeHun se abrazó fuertemente a él, pasando una de sus piernas sobre su cintura y hundiendo su nariz en el cuello ajeno. Esa noche, ZiTao no pudo volver a conciliar el sueño hasta bastantes horas más tarde.

            A la mañana siguiente, ZiTao fue también el primero en despertar. Se encontró entre los brazos de SeHun y tuvo que desembarazarse de él teniendo cuidado de no rozar sus heridas y de no despertarlo, pero haciendo esto último de todas maneras. Sus ojos castaños fue lo primero que vio con claridad y se sumergió en ellos durante más tiempo del que debería. En un primer momento, SeHun se asustó, pero segundos después, al recordar seguramente los hechos del día anterior se relajó en sus brazos y cerró los ojos de nuevo.

            ZiTao aprovechó ese momento para terminar de separarse del cuerpo del Dragón y gateó hasta llegar a donde dormía BaiXian para despertarlo, sacudiendo sus hombros levemente. Haciendo unos ruiditos extraños, como si fuera un cachorro, comenzó a abrir los ojos. Cuando vio al Cazador se incorporó rápidamente y dirigió su mirada hacia SeHun, para después, mirar a ZiTao pidiéndole una explicación.

            El chico le aseguró mudamente que se la daría y luego fue a despertar a Chen, mientras que el otro hacía lo propio con Kai. Cuando todos estuvieron despiertos y arreglados, tres de ellos salieron de la cabaña mientras que ZiTao se quedaba unos momentos con SeHun.

            —SeHun… SeHun… —lo zarandeó un poco hasta que el chico se despertó—. SeHun, tengo que dejarte unos momentos, pero volveré muy pronto —este asintió—. No salgas, por favor.

            Después de eso, salió de la cabaña, cerrando la puerta y fue a desayunar con sus compañeros. Guardó un poco de comida para dársela luego a SeHun y tras esto se dirigieron hacia la cabaña del jefe. XiuMin les había dicho el día anterior que quería hablar con todos, así que, seguramente, el grupo de Kris y el de CanLie también estarían allí. Y, efectivamente, cuando llegaron al lugar, los demás ya habían llegado.

            —Muy bien —comenzó el jefe—. Ya que estáis todos, quiero que comencéis a explicarme lo que ocurrió el día de ayer.

            Kai, como líder, se adelantó y comenzó a explicarle al hombre cómo habían seguido las huellas de ZiTao porque estaban preocupados por su desaparición y cómo habían sido atacados por el Dragón Arcoíris. También, cómo se había ocupado de disparar al Dragón y cómo este había caído a los árboles del bosque. Después le contó que ellos habían ido a la aldea a buscar ayuda y que había sido ZiTao el que había ido en busca del lugar en el que el Dragón había caído, así que luego fue su turno de explicar lo ocurrido.

            —Llegué al lugar en el que había caído el Dragón, pero no había ni rastro de él —comenzó, tragando saliva por los nervios—. Fui a buscarlo, pero en ese momento, apareció el chico que trajimos medio moribundo y tuve que atender sus heridas. En ese momento llegaron los demás y reanudaron la búsqueda del Dragón mientras YiXing y yo nos ocupábamos del chico.

            El jefe XiuMin asintió, pensando en todo lo que había escuchado. Después, se acercó a Kris y le susurró algo que ninguno de los presentes pudo escuchar. El Cazador asintió y salió de la cabaña.

            —YiXing me ha contado antes que el chico no dijo una palabra en su presencia, ¿lo hiciste hablar, ZiTao? —este asintió—. ¿Qué dijo?
            —Su nombre —contestó.
            —¿Nada sobre cómo se había hecho las heridas? —negó con la cabeza.
            —No he querido presionarlo.
            —Cuando se vaya recuperando y vaya sintiéndose a gusto, el chico comenzará a hablar —dijo YiXing.
            —Muy bien —el jefe asintió—. No le quitéis los ojos de encima, no me fío de él.
            —Descuide —murmuró ZiTao—. No me separaré de él.

            Después de esto, la reunión se dio por terminada y todos los Cazadores, excepto ZiTao, fueron a entrenarse. Este se dirigió a su cabaña y entró, encontrando a SeHun tendido en el mismo lugar en el que lo había dejado cuando se había ido, suspiró aliviado. Tenía el pensamiento de que el chico podría haberse ido y eso lo había angustiado un poco el tiempo que había estado fuera. Se acercó a él y lo despertó por tercera vez en esa mañana. SeHun abrió pesadamente los ojos, parpadeando varias veces para quitarse el sueño.

            —Te he traído algo de comer —murmuró el Cazador y sacó la comida que había cogido antes. El chico comió con avidez, en silencio.

            ZiTao aprovechó esos momentos de tranquilidad para observarlo con detenimiento. Tenía la piel raspada en múltiples lugares y algunas de las heridas más profundas habían comenzado a desarrollar una costra protectora. Su cuerpo era muy delgado y parecía aún más escuálido porque todavía vestía la parte superior del traje de Cazador de ZiTao, tendría que buscarle otro tipo de ropa porque cuando él saliera a cazar no podía dejarlo desnudo. Buscó su muda limpia de ropa entre la colada que habían hecho hacía unos días y se la tendió. SeHun acababa de comer y miró la ropa con una ceja alzada.

            —No puedes ir desnudo por el poblado —dijo. El chico asintió y se despojó de lo que llevaba para después intentar ponerse la otra ropa. Sin embargo, no sabía exactamente qué agujero era por el que tenía que meter la cabeza o las piernas y ZiTao acabó ayudándolo a vestirse.
            —Gracias —susurró SeHun, con un rubor apoderándose de sus mejillas.
            —No es nada —el chico sonrió y después bostezó, echándose de nuevo sobre las mantas, cerrando los ojos—. ¿Los Dragones dormís mucho? —le preguntó y SeHun asintió.
            —La mayor parte del día… —murmuró con pesadez.

            El chico solo salió de la cabaña cuando se aseguró de que SeHun se había quedado profundamente dormido. Después, el Cazador se dirigió hacia la zona de entrenamientos y ese día, se dedicó a hacer una competición de puntería de tiro con arco con Chen, que no podía perdonarse no haber podido calmarse y enfocarse en disparar al Dragón el día anterior. Su deber era protegerlos con su puntería, pero no había parado de temblar y tenía que agradecerle a su líder por no haber dicho exactamente lo que había sucedido porque por esa cobardía, lo habrían expulsado inmediatamente del poblado, dejando de ser así, un Cazador de Dragones.

            ZiTao sabía lo que rondaba por la cabeza de su compañero, por eso se dejó ganar, siendo una derrota aplastante y después se acercó a él para abrazarlo por la espalda, como tantas veces había hecho el mayor, para calmarlo y susurrarle al oído que un momento de duda, de miedo, lo tenía cualquiera y que él seguía respetándolo por ser la persona con mejor puntería que conocía. El chico le sonrió amablemente tras dejarse mimar un poco y luego volvió a enfocarse en entrenar, esta vez de una forma decidida.

            Había cumplido con el objetivo que se había marcado y había hecho que el chico dejara de recriminarse lo que había pasado para concentrarse en mejorar y hacerlo mejor la próxima vez.

            —¡ZiTao! —lo llamó su líder en aquel momento, haciendo que el chico saliera de sus pensamientos y se girara hacia el lugar desde el que había salido la voz, encontrándose a Kai con una espada en alto—. ¿Un combate?
            —Claro.

            ZiTao se encaminó hasta donde estaba el otro y tomó una de las espadas, calculando inmediatamente su peso, forma y tamaño; desechó esta por ser demasiado ligera y tomó otra que se adecuaba más a lo que buscaba —su espada propia estaba en la cabaña, como todas las armas de los demás Cazadores, que entrenaban con otras para no desgastarlas a diario—, justo después, encaró a Kai.

            Comenzaron a moverse en círculos, tanteándose ambos. Habían luchado tantas veces juntos que sabían perfectamente cuáles eran las virtudes y carencias del otro, cuáles eran sus puntos débiles y fuertes, por lo que cuando alzaron las espadas, su combate fue uno digno de presenciar durante todo el tiempo que duró. Finalmente, cuando se había formado una capa de sudor en sus cuerpos, perlándolos y cuando sus respiraciones agitadas eran demasiado agitadas, ambos decidieron que era mejor detenerse para no sobre esforzarse y dejar aquel combate como empate.

            Cuando dejaron las espadas en sus respectivos lugares, Kai se acercó a ZiTao y le susurró al oído:

            —Me fío de ti porque eres un miembro de mi equipo, pero últimamente has mentido más que hablado; así que no voy a quitarte los ojos de encima, ni a ti, ni al chico ese que está ahora en nuestra cabaña.

            Tras decir esto, Kai se alejó de él y fue en busca de BaiXian porque últimamente, aquellos dos pasaban mucho tiempo juntos —aunque era de esperar, ZiTao ya no le prestaba la misma atención al chico que acostumbraba cuando eran aprendices y este había tenido que buscarse a otra persona—. El chico se dio la vuelta y fue en dirección a la cabaña, cuando llegó, abrió la puerta lentamente para que no hiciera ningún ruido y se aseguró de que SeHun seguía durmiendo antes de ir a la parte de atrás para quitarse todo el sudor del entrenamiento. Una vez aseado, entró en la cabaña intentando no despertar al Dragón y se sentó con la espalda apoyada contra la pared para observarlo dormir. SeHun era precioso tanto en su forma de Dragón como en su forma humana.



           Los días comenzaron a pasar sin ninguna novedad en el poblado de los Cazadores de Dragones. ZiTao se había acostumbrado a despertarse todas las mañanas, enredado en los brazos de SeHun cuando los primeros rayos de sol acariciaban su rostro y a pasar casi todas las horas del día a su lado —menos cuando entrenaba por las mañanas—. Por una parte, estaba siguiendo las instrucciones del jefe XiuMin al pie de la letra; pero por otra, no quería despegarse de SeHun ni un solo momento y no tenía nada que ver con eso. Solo quería pasar el máximo tiempo junto a él. Se había acostumbrado a su presencia y ahora ya no podía estar sin SeHun.

            Todas las tardes, antes de que el sol se pusiera, le curaba las heridas atentamente, intentando que no le doliera mientras le untaba la pasta de hierbas y algunos días, lo ayudaba a lavarse detrás de la cabaña —porque aunque no tuviera mucha actividad ya que se pasaba la mayor parte del día durmiendo, el verano comenzaba a ser caluroso—.

            BaiXian lo observaba a veces y lo molestaba porque él nunca había recibido semejantes cuidados por parte de ZiTao, ni siquiera cuando casi se ahogó en el río algunos años atrás; pero el Cazador simplemente lo dejaba hablar sin prestarle la más mínima atención hasta que su compañero le bufaba e iba junto a su líder, a molestarlo a él, ahora que ZiTao no se dejaba. Las miradas de Kai siempre habían sido oscuras y penetrantes, pero cuando BaiXian se acercaba a él después de estar con ZiTao, estas eran todavía peores, aunque el Cazador se había acostumbrado a ellas en los últimos tiempos.



            El día en el que el Dragón Arcoíris le dijo que sus heridas ya estaban lo suficientemente bien como para salir de casa y hacer un poco de actividad, ZiTao no pudo decirle que no y se lo llevó a sus entrenamientos. SeHun no participó en ninguna lucha, ya fuera cuerpo a cuerpo, con espada o de puntería, simplemente se quedó observándolo todo con los ojos muy abiertos y con leves temblores por todo su cuerpo que no le pasaron desapercibidos al Cazador. Después de esto, ZiTao lo guio hasta el río Sif y dieron un pequeño paseo lejos de los oídos indiscretos que había por todas partes dentro de la aldea para poder hablar con tranquilidad.

            —He estado pensando en una historia que contar para que tu estancia aquí, ahora que estás mejor, sea aceptada por los demás miembros de la comunidad —comenzó, pero se detuvo al ver la expresión que el chico había puesto—. ¿Qué pasa?
            —Ese entrenamiento que has estado haciendo es para estar en forma y poder matar más Dragones, ¿verdad? —le preguntó. ZiTao no quería mentirle, así que simplemente asintió, pero no le dio tiempo al otro para que le respondiera.
            —Los Cazadores no nos dedicamos a matar a todos los Dragones así como así —explicó—. Simplemente lo hacemos con aquellos que han atacado a las aldeas que están bajo nuestra protección.
            —Aun así, matáis a los de mi especie…
            —Igual que matamos a los de la nuestra cuando han cometido algún crimen imperdonable.
            —¿Y quién decide qué es un crimen imperdonable?
            —Los Dioses.
            —Los Dioses no existen —dijo SeHun mirándolo fijamente a los ojos. Hubo un silencio bastante incómodo en el que se sostuvieron las miradas hasta que el Dragón volvió a hablar—. Me voy del poblado.
            —No puedes hacer eso.
            —¿Por qué?
            —Si vuelven a verte, irán a por ti y no podré protegerte —contestó ZiTao con miedo porque el chico se alejara.
            —No necesito que nadie me proteja, soy un Dragón —SeHun dio media vuelta y el Cazador salió corriendo para alcanzarlo y lo sujeto, abrazándolo por la espalda.
            —Aquí estás seguro, por favor, no te vayas.

            Pasaron un tiempo de esta forma, ZiTao apretando fuertemente el delgado cuerpo de SeHun entre sus brazos para que este no pudiera escaparse de su agarre y el otro mordiéndose el labio inferior, decidiendo qué era lo mejor que podía hacer. Lo único que podía escucharse era sonido del agua que llevaba el río Sif y los pasos apresurados de una persona que se acercaba a ellos.

            —Viene alguien —le susurró a SeHun contra su oído—. No te vayas, por favor.

            Se alejó de SeHun lentamente, pero continuó dejando una mano apoyada sobre su cintura para notar que el cuerpo del chico seguía allí, obviando el escalofrío que sintió recorrer aquel cuerpo y se encaró a la persona que venía corriendo hacia el lugar en el que estaban ellos. Era un aprendiz el que había sido enviado en su busca y cuando llegó a unos metros del Cazador, se detuvo frente a él e inspiró el aire que le faltaba tras la carrera. El niño no podía tener más de diez años y a ZiTao no le sonaba mucho por eso, todavía no tenía la edad para comenzar las Cacerías.

            —Cazador ZiTao —dijo—. El jefe XiuMin quiere verlo, también al forastero.
            —En seguida vamos —le contestó. El niño sonrió, feliz por haber entregado el mensaje perfectamente y después se fue haciendo una pequeña reverencia. ZiTao se giró hacia SeHun—. Tenemos que ir a ver al jefe de los Cazadores —murmuró—, y por el camino debemos inventarnos una historia que sea creíble del porqué de tus heridas.
            —Pero…
            —Si después de esto, el jefe XiuMin dice que debes abandonar el poblado, lo debes hacer y conseguirás lo que quieres —lo cortó.
            —Pero tú no quieres que me vaya.
            —No —SeHun suspiró.
            —Llévame hasta ese hombre y explícame lo que tengo que decir.

            Se adentraron en el poblado mientras ZiTao le susurraba al oído todo lo que tenía que decir y SeHun asentía a todo, recordando las palabras que escuchaba salir de los labios del otro. En apenas unos minutos se encontraron ante la cabaña más grande de la aldea, la que pertenecía al jefe y llamaron a la puerta para que les dieran paso antes de entrar al lugar. XiuMin estaba en el lugar, pero también se encontraban con él Kris, SuHo y Kai.

            —Gracias por venir —dijo el jefe—. Kai me informó que el forastero había salido de la casa porque se encontraba mejor y quise aprovechar el momento para conocerlo —se dirigió hacia SeHun—. Mi nombre es XiuMin, soy el jefe de los Cazadores de Dragones, ¿cómo te llamas?
            —Mi nombre es SeHun —murmuró.
            —Y bien, SeHun… Cuéntanos tu historia… —el chico se giró hacia ZiTao, mordiéndose el labio inferior, nervioso.
            —Está bien, a ellos puedes contársela, no te harán daño —SeHun asintió lentamente.
            —Vengo de un pueblo que hay al otro lado de las montañas en las que viven los Dragones —comenzó, captando la atención de los presentes, ya que se sabía que al otro lado había algunos pueblos de hombres, pero no habían mantenido contactos muy frecuentes, de hecho, el último contacto que habían tenido había sido un batalla en la que los Cazadores había perdido muchos hombres hacía al menos medio siglo. Por eso, a partir de entonces se les enseñaba cómo combatir contra otros hombres igual o más fuertes que ellos, además de con Dragones—. Me escapé de allí y ellos me persiguieron durante días. Cuando crucé las montañas y me adentré en el bosque pensé que estaba a salvo, pero en aquel momento aparecieron ellos y me dispararon las flechas. Seguí andando, como pude entre los árboles, escapando de ellos hasta que me encontré con ZiTao y los hombres que me perseguían dejaron de hacerlo.
            —No me creo tu historia —dijo el jefe XiuMin en cuanto la acabó—. Envié a Kris al día siguiente a localizar tus huellas en el bosque y no encontró absolutamente nada.
            —Bueno —intervino SuHo captando todas las miradas—. Según lo que he leído en las tablillas, los hombres del otro lado de las montañas son muy buenos haciendo desaparecer su rastro y si no querían que relacionáramos al chico como uno de los suyos, bien pudieron borrar todo su paso por el bosque, o al menos, las huellas más inmediatas al lugar en el que el chico se encontró con ZiTao.

            Tras unos minutos de silencio, en los que el jefe XiuMin pensó en las palabras que habías escuchado de unos y de otros, asintió lentamente, dando así su permiso para que SeHun se quedara en el poblado todo el tiempo que quisiera.

            —Sin embargo, tendrás que realizar algunas tareas para la comunidad, en este lugar no puede quedarse nadie si no aporta nada —le dijo. SeHun asintió lentamente—. Os podéis ir ahora.

            ZiTao asintió también y tomó delicadamente de la muñeca a SeHun para tirar de él y sacarlo de la cabaña del jefe antes de que este pudiera cambiar de opinión. Caminaron por el poblado de este modo hasta que llegaron a la puerta de su propia cabaña, en ese momento, SeHun soltó su mano con un movimiento un poco brusco y lo miró fijamente a los ojos.

            —Sigo queriendo irme de este lugar —murmuró.
            —Aquí estarás a salvo —la mirada castaña de SeHun era muy penetrante y estuvo tentado a desviar sus ojos varias veces y dejar que ganara, pero simplemente no podía hacerlo. Si dejaba que se fuera no se lo perdonaría en la vida, por fin tenía al Dragón Arcoíris con él y no iba a permitir que se alejara de su lado porque en cuanto alzara el vuelo, los demás Cazadores no iban a descansar hasta matarlo.
            —ZiTao… —el Cazador se acercó a él para susurrarle contra el oído.
            —Si vuelves a convertirte en Dragón los Cazadores no descansarán hasta matarte —murmuró—. Creen que eres un peligro que amenaza nuestras vidas y…
            —Eso solo me da más motivos para alejarme de aquí.
            —SeHun, aquí estarás protegido, solo tienes que quedarte así —el chico intentó poner en esas palabras que lo único que debía hacer era quedarse siendo humano y esperó a que el otro las entendiera. Sin embargo, la reacción que se esperaba no fue la que luego tuvo SeHun.
            —¿Estás pidiéndome que renuncie a lo que soy?
            —No… Yo… —intentó explicarse.
            —Gracias por todo lo que has hecho por mí, gracias por haberme cuidado —dijo, alejándose de ZiTao—, pero tengo que irme de aquí.
            —¡SeHun! —gritó yendo tras él. El Dragón se giró y lo miró fijamente.
            —No me sigas, no intentes buscarme. Si lo haces otra vez no dudaré en matarte en vez de dejarte dormir junto a mí.

            Con esa amenaza saliendo de sus labios, volvió a girarse y echó a correr, alejándose del poblado de los Cazadores de Dragones, dejando en él a ZiTao con un vacío en su pecho que no sabía que significaba.



            Los siguientes días para ZiTao pasaron de una forma muy lenta, aunque realmente no era muy consciente del tiempo, simplemente se le hacía eterno cada momento que pasaba y no estaba junto a SeHun. Realizaba sus tareas con la mente en otro sitio y en los entrenamientos, a pesar de que lo daba todo, parecía en otro mundo. No hablaba mucho y, aunque antes tampoco se caracterizase por ser una persona habladora, el Cazador se había sumido en un mutismo del que ni siquiera Chen había sido capaz de sacarle con sus bromas. Sus compañeros de grupo lo habían intentado todo, pero nada había surtido efecto.

            BaiXian estaba un poco preocupado por él, por lo que no pudo aguantar verlo más tiempo de aquella forma en la que se encontraba y se llevó a ZiTao a la cabaña para hablar tranquilamente del porqué de su estado —aunque tuvo que echar a Chen de esta con muy malos modos porque no se quería ir para poder estar completamente solos—.

            —¿Qué te pasa, ZiTao? —le preguntó, pero al no obtener respuesta, continuó—. Estás muy perdido últimamente... Desde que SeHun se fue de la aldea.
            —No me pasa nada —fue lo que contestó el chico tras unos minutos de silencio.
            —No me mientas, ZiTao —dijo BaiXian seriamente—. Estás mal y la partida de SeHun es por lo que parece que siempre estás en tu mundo. ¿Tanto significaba para ti ese chico?
            —Solo quería protegerlo —murmuró cabizbajo—, pero él no quería que lo cuidara, quería irse de la aldea, alejarse de mi lado.
            —Eso me suena a algo… —BaiXian sonrió—. Kai siempre me dice esas mismas palabras y yo le contesto que no hace falta que me proteja, que yo sé cuidarme perfectamente sin la ayuda de nadie.
            —Últimamente estáis muy juntos —comentó ZiTao.
            —Porque somos más que compañeros de grupo —respondió el otro—, compartimos muchas más cosas, al igual que creo que tú las compartías con SeHun antes de que se marchara.
            —No creo que…
            —¿Cómo te sientes ahora que no está aquí? —lo cortó BaiXian. El chico se quedó pensativo unos momentos.
            —Siento como si los días no tuvieran fin… —contestó al fin.
            —¿Y cómo te sentías cuando estabas junto a él?
            —Feliz —dijo sin pensar.
            —Creo que puedo decir más o menos qué es lo que te sucede —murmuró BaiXian.
            —¿Y qué es?
            —Estás enamorado de él y quieres estar a su lado —respondió.

            ZiTao asintió, pero no lo hizo porque pensara que fuera cierto lo que su compañero le había dicho, sino que había asentido para que el otro creyera eso mientras que él se dedicaba a pensar en silencio en sus palabras. No tenía sentido que se hubiera enamorado de SeHun, el Dragón Arcoíris era una criatura hermosa tanto en forma humana como en su verdadera forma y era muy cariñoso, pero de ahí a que ZiTao sintiera aquello, había un gran paso. Solo sentía admiración por él.

            —Creo que iré a pasear por la orilla del río mientras pienso en esto —murmuró. BaiXian le sonrió y le despidió con la mano cuando salió de la cabaña.

            ZiTao caminó con lentitud, atravesando el poblado de los Cazadores de Dragones en dirección al río Sif. Cuando llegó, no pudo evitar fijar su vista en el bosque que se encontraba un poco más adelante. En aquel lugar vio por primera vez al Dragón Arcoíris, durmió por primera vez con él y le curó las heridas que Kai le había hecho al lanzarle las flechas. Echaba de menos a SeHun, lo echaba mucho de menos y la opresión que sentía en su pecho desde el momento en que lo vio marchar se hizo más aguda. Lo extrañaba y lo necesitaba a partes iguales.

            Entonces, se dio cuenta de que quizás BaiXian tenía razón. Si eso era lo que se sentía cuando se amaba a una persona, ZiTao se había enamorado de SeHun.



            ZiTao caminaba por el poblado un poco más tranquilo que los anteriores doce días. Se había acostumbrado a que SeHun no estuviera allí con él, aunque le había costado después de descubrir cuáles eran sus sentimientos hacia el chico; pero eso no quería decir que no lo echara de menos y que quisiera ir a buscarlo a todas horas al bosque en el que sabía que se encontraba.

            Sus días seguían siendo demasiado largos y, aunque intentaba mantenerse ocupado haciendo todas las tareas que debía realizar en el poblado y entrenando a cada momento libre, no podía dejar de pensar en él, en su sonrisa, en sus ojos castaños que lo miraban fijamente y en el calor que emanaba de su cuerpo cuando se abrazaba a él y dormía enroscando sus piernas en la cintura ajena.

            Sin embargo, aquel día fue distinto a todos. ZiTao lo supo en cuanto divisó al anciano SuHo caminando hacia él con decisión. Sabía que le había prometido hace meses que iba a pasar por su cabaña de vez en cuando y hacerle algo de compañía porque al hombre no le gustaba mucho salir de casa y que no había cumplido su promesa, pero el anciano nunca lo había buscado por estos motivos, siempre lo había esperado en casa. Extrañado, cruzó la distancia que lo separaba de SuHo para encontrarse a medio camino y que el anciano no hiciera mucho más esfuerzo con el calor que hacía en el exterior.

            —ZiTao —lo llamó cuando solo los separaban unos pasos—. Tengo que tratar un tema muy importante contigo —el chico asintió—. Ven a mi cabaña, allí no habrá oídos indiscretos.

            El anciano se dio la vuelta y ZiTao lo siguió, ofreciendo su brazo al llegar a su altura para que el hombre pudiera utilizarlo como apoyo, este lo tomó y le dedicó una pequeña sonrisa agradecida. No tenía ni la más mínima idea de cuál sería ese tema tan importante que tenía que hablar con él y que no podía ser escuchado por los demás Cazadores del poblado. Cuando llegaron a la cabaña del anciano SuHo, este lo hizo entrar y luego ingresó en el lugar tras él.

            —Usted dirá —murmuró ZiTao una vez estuvieron instalados, SuHo en su silla de mimbre y el menor en el suelo junto a él.
            —En el momento en el que vi a SeHun llegar contigo a la reunión con el jefe XiuMin supe que él era el Dragón Arcoíris —el chico contuvo la respiración ante estas palabras—. No dije nada en el momento porque parecía inofensivo y después de eso se fue del poblado, pero XiuMin ha estado viniendo a mi cabaña en busca de información sobre el Dragón Arcoíris y sobre los hombres del otro lado de las Montañas de Fuego. En esta búsqueda descubrió que solo los Dragones Arcoíris tienen la capacidad de transformarse en humanos.
            —Entonces ató cabos —comentó el chico.
            —Nuestro jefe es muy listo y en ese momento me increpó que yo no le hubiera avisado que tenía al Dragón tan cerca —dijo el hombre con gran cansancio—. Simplemente le contesté que no me había leído todas las tablillas que tengo en mi poder y que el Dragón Arcoíris no era un tema que me interesara especialmente —ZiTao asintió lentamente—. Dejó correr el tema en cuanto a que no le hubiera dicho nada, a pesar de que estoy casi seguro de que intuía que yo sabía aquella información; pero no sobre el Dragón y ahora mismo hay una partida de Cazadores buscándolo.
            —Está en grave peligro…
            —No más que si se hubiera quedado en el poblado —contestó el anciano—. SeHun hizo bien en irse.



            Durante los siguientes días ZiTao se sintió desplazado en el poblado y también bastante vigilado. Sabía, porque el anciano SuHo se lo había contado, que estaban mandando partidas de Cazadores en busca del Dragón Arcoíris, pero su equipo no había recibido ninguna misión todavía y eso significaba que el jefe XiuMin no se fiaba de ellos, que no se fiaba de él. Por eso ZiTao les rezaba a los Dioses de su pueblo para que no pudieran encontrarlo, para que este se hubiera ido lo más lejos posible del bosque.

            Sin embargo, sus ruegos y súplicas no se vieron satisfechos. Iba de camino a entrenarse como todas las mañanas, cuando el Cazador YiXing lo tomó por el brazo y lo alejó de sus compañeros, bajo el desconcierto de estos y el del propio ZiTao. Lo guio lejos de la aldea, caminando velozmente y solo cuando se encontraron cerca del vado que cruzaba el río Sif se detuvo y lo encaró.

            —Lo han encontrado —dijo YiXing. El chico abrió los ojos como platos—. Han encontrado a SeHun.
            —No es posible…
            —Lo es y la mayoría de los Cazadores han sido movilizados para matarlo —contestó.
            —Pero…
            —No podemos permitir que lo maten —lo cortó YiXing—. Búscalo y oblígalo a marcharse lejos de aquí… Y vete tú con él o el jefe XiuMin acabará contigo en su lugar.

            Tras decir esto, le dio un fuerte abrazo y se fue de su lado corriendo en dirección al bosque. Seguramente él formaba parte de aquella movilización y lo había avisado de los planes que tenía el jefe arriesgándose a que luego él fuera castigado si descubrían lo que había hecho. YiXing era una gran persona.

            Sin perder más tiempo, ZiTao salió corriendo hacia el poblado en busca de su traje de Cazador y de sus armas, también de algunas provisiones para poder pasar varios días sin tener que preocuparse por la comida. Iba a dejar el lugar que había sido su hogar durante los últimos diez años y no podía dejar de sentirse un poco nostálgico por ello, pero era lo que tenía que hacer para sobrevivir. Entró en su cabaña y tomó todo lo que necesitaba. Pensó en pasarse por la zona de entrenamientos y despedirse de sus compañeros, pero eso solo lo retrasaría y, además, no quería que los involucrasen en aquello, ya que ellos no tenían nada que ver.

            Salió del lugar, intentando no ser visto por los demás Cazadores y luego se fue de la aldea. Corrió lo más rápido que pudo hacia el río y lo cruzó por el vado, mojándose solo hasta por debajo de las rodillas; después, continuó su carrera hacia el bosque, donde debía encontrarse el Dragón Arcoíris. ZiTao no sabía si seguiría estando en el lugar en el que él había descubierto su nido hacía poco más de un mes, pero era el único punto que tenía de referencia de su paradero, así que se dirigió hacia allí velozmente.

            Se adentró en el bosque y avanzó a través de los huecos que dejaban los troncos de los árboles, sorteando raíces y apartando ramas de su camino. Tropezó varias veces por culpa de las altas hierbas que se enredaban en sus piernas y cayó al suelo en contadas ocasiones, raspándose las manos y las rodillas; pero a pesar de todo no se rindió, tenía que encontrar a SeHun antes de que lo hicieran los demás Cazadores.

            En poco tiempo se encontraba en el claro en el que el Dragón había establecido su nido y lo encontraba a él, durmiendo tranquilamente sin tener ni idea de todo lo que se avecinaba. Rápidamente se acercó a él y tocó su piel escamosa, intentando despertarlo del profundo sueño en el que estaba sumido. Llevaba intentándolo unos minutos cuando uno de los grandes ojos castaños del Dragón se abrió y lo miró fijamente, con reproche. Sin embargo, antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, ya fuera para matarlo como había prometido o para al zar el vuelo, ZiTao comenzó a hablar.

            —Por favor, no te vayas, SeHun, tengo que decirte algo importante —el Dragón lo miró dándole a entender que lo escuchaba, así que el Cazador se apresuró a hablar—. Te han encontrado, los demás Cazadores te han encontrado y vienen a matarte, debes irte de aquí lo más rápido posible, irte lejos y no regresar.

            En ese momento, el Dragón emitió una luz cegadora de todas y cada una de sus coloridas escamas y se transformó en el chico del que ZiTao se había enamorado. Casi sin darse cuenta de lo que hacía, lo abrazó fuertemente contra su pecho y suspiró un poco aliviado por volver a tenerlo entre sus brazos.

            —No sabes cuánto te he echado de menos —susurró, aunque fue tan bajo, que si SeHun no hubiera estado escuchando atentamente no lo habría oído.
            —Te dije que no vinieras —siseó.
            —Solo he venido para avisarte del peligro que corres —contestó, apartándose un poco para mirarlo a los ojos—. Ahora me voy lejos de aquí.
            —¿Dónde?
            —No lo sé, pero no puedo seguir aquí… —murmuró—. Me matarán si me quedo —SeHun se mordió el labio inferior fuertemente.
            —Yo no quiero separarme de ti —dijo, haciendo que los ojos de ZiTao se abrieran por la sorpresa—. Si no, me hubiera ido lejos de aquí cuando salí de la aldea.
            —SeHun… —tomó el rostro del otro chico entre sus manos y le acarició las mejillas—. Vámonos juntos… Al lugar que sea… Lejos de aquí —el otro asintió lentamente y ZiTao no pudo soportar más las ganas que tenía de cruzar la distancia que lo separaba de sus labios finos y los besó, transmitiéndole todos los sentimientos que albergaba en su interior por él. SeHun le devolvió el beso de la misma forma y el Cazador pudo notar los mismos sentimientos por parte del Dragón—. Te quiero —susurró.
            —Y yo a ti.

            Ambos querían fundirse en otro beso, pero el tiempo apremiaba, los Cazadores debían estar a punto de encontrarlos. ZiTao se alejó un poco de SeHun y este se volvió a transformar en el hermoso Dragón Arcoíris. Después se echó sobre el suelo y dejó que el Cazador se subiera a su lomo y se agarrara a las escamas de su cuello antes de emprender el vuelo dejando el suelo del bosque atrás y con este, todo el mundo que ambos habían conocido durante sus cortas vidas para comenzar a volar hacia lo desconocido.








Notas finales:
—En unos días veréis por el blog una historia corta sobre la relación del KaiBaek porque aquí no doy muchos detalles de ella.
Comentario final:
—Espero que os haya gustado. Es el primero de todos los proyectos que estoy escribiendo sobre fantasía que termino. Es mi género favorito en cuanto a lectura y los dragones las criaturas fantásticas que más me apasionan, espero que eso se haya notado durante toda la trama. Besos <3