Entre
Copas
El
club estaba a rebosar de gente que reía y bailaba tras unas copas de más. El
volumen de la música estaba hecho para los sordos y allá adonde fueras, parecía
escucharse tan fuerte como al lado de los altavoces. Canciones de moda sonaban
a través de estos y hacían que la gente que abarrotaba el lugar sufriera
espasmos o algo así, porque a aquello que hacían no se le podía llamar bailar.
Sin
embargo, había dos chicos sentados en la barra de aquel club que lo único que
hacían era beberse unas cervezas tranquilamente para celebrar sus éxitos en sus
carreras profesionales.
–¿Recuerdas
cuando nos conocimos? –dijo el chico.
Era
rubio, tintado claramente, más alto de lo habitual en aquella parte del mundo,
de rostro fino y cejas gruesas. Movía lentamente el poco contenido que aún le
quedaba de la botella de cerveza que tenía en la mano. Su voz había sonado
pastosa incluso para él.
El
alcohol hacía ya tiempo que había comenzado a hacerle efecto, pero era en este
momento en el que se sentía completamente libre de todo, como si pudiera volar
de verdad y no necesitara los efectos especiales que le habían colocado en el
vídeo, o algo parecido.
Ya
no le preocupaba que las sasaengs pudieran verlo en aquel club, ni siquiera le
preocupaba que la chica sentada a su lado pensara algo malo de él, después de
todo, llevaban siglos siendo amigos y lo había visto en peores situaciones.
–¿Cuándo
nos conocimos tu y yo? –preguntó ella, alzando una ceja.
El
pelo rubio y corto se le metió en los ojos por aquella acción y tuvo que retirárselo
de la frente.
–Exacto.
¿Te acuerdas?
–Claro
que me acuerdo –la chica hizo como que rememoraba algo de hacía mucho tiempo,
aunque apenas hacia unos años de aquello–. ¿Cómo podría olvidar el momento en
el que entraste a la clase para aprender a rapear, todo desgarbado y con el
pelo tapándote media cara? –sonrió ante la imagen de un adolescente Kris que
miraba a todos lados como si fuera un cervatillo asustado–. No sabías hablar
muy bien coreano, pero te comunicabas en inglés y en chino perfectamente. Nos
hicimos amigos enseguida.
–¿Cuánto
hace de eso? –preguntó él tras un suspiro.
–Unos
años ya... nos vamos haciendo mayores –la chica rio y le contagio la risa a la
persona ante ella.
–¿Qué
fue lo que pensaste de mi cuando me viste, Amber? –la pregunta la pilló
desprevenida, pero teniendo en cuenta que el otro estaba borracho, no era
tampoco nada raro.
–¿A
qué viene la pregunta? –quiso saber, sin embargo.
–Se
lo que pensaron los chicos al verme... pero no sé qué pudiste pensar tú
–explicó trabándose un poco con la lengua. Estaban hablando en chino y aun así
le costaba expresarse.
Amber
pasó unos momentos en silencio. Intentando hacer memoria de lo que pensó en
aquel momento, hacía ya algunos años. No fue muy difícil, aquel momento no se
le podría olvidar, fue demasiado memorable.
–Pensé
que aunque eras un adolescente desgarbado tenías un punto atractivo –contestó
al final.
–¿Te
parezco guapo? –una simple pregunta que aceleró dos corazones.
–Oh.
Vamos, Kris. A la persona a la que no le parezcas guapo es porque tiene un gran
defecto en la vista.
El
silencio se instaló entre ellos unos momentos, mientras una gran sonrisa se extendía
por el rostro de Kris, que apuraba de una vez aquella cerveza, la quinta de la
noche. Amber le dio un pequeño sorbo a la suya y la dejó sobre la barra.
Miró
su reloj y se dio cuenta de que ya era lo suficientemente tarde como para
regresar a sus respectivos apartamentos. Sus amigos y compañeros estarían
preocupados por ellos y al día siguiente tenían una agenda que cumplir.
–Vamos,
Kris... –murmuró–. Tenemos que irnos.
Como
pudo, levantó a aquella mole de hombre, que aunque estuviera delgado medía casi
dos metros y por muy saco de huesos que fuera, los huesos pesaban.
Lo
sacó del club medio a rastras y luego llamó a un taxi. En cuanto uno de los
coches que pasó ante ellos, se detuvo, lo introdujo intentando que no se diera
con la cabeza contra la puerta o contra el techo, pero al final acabó
chochando. Era demasiado alto. Después, entró ella.
Le
dio la dirección del dormitorio de EXO al taxista y el hombre arrancó el coche
rápidamente, adentrándose en las aun concurridas calles de Seúl. Tras una media
hora de camino, llegaron al lugar y Amber se las apañó de nuevo para sacar a
aquel grandullón del coche y, tras decirle al taxista que la esperase, lo llevó
hasta el bloque de apartamentos.
Cuando
estuvieron frente a la puerta del piso en el que vivían los doce chicos que
conformaban aquel grupo, Kirs se detuvo de golpe y encaró a la chica, mirándola
intensamente bajo sus gruesas cejas.
–Tú
y yo... ¿te imaginas? –preguntó–. Quiero decir, eres guapa y yo soy guapo y nos
llevamos bien...
–No
digas tonterías, Kris... somos amigos –cortó Amber antes de que el borracho
siguiera diciendo más tonterías de las que se arrepentiría al día siguiente,
cuando lo recordara todo y pudiera pensar con claridad.
–Pero...
–Creo
que no te voy a llevar a beber conmigo nunca más –dijo ella divertida, metiendo
la clave correspondiente en el panel para que la puerta se abriera.
–Amber...
–murmuró él.
–Vamos,
entra –le dio un pequeño empujón que lo internó en el apartamento–. Nos vemos
mañana en la empresa –se despidió y cerró la puerta antes de que el otro
pudiera protestar, porque cuando Kris borracho se atestaba en algo, era
completamente insufrible. Después, salió del edificio para encaminarse hacia el
taxi que la esperaba.
La
chica rubia de pelo corto que vestía como si de un chico se tratase, suspiró.
Claro que había pensado muchas veces que a lo mejor pudiera surgir algo entre
ellos y que no fuera precisamente amistad, pero luego lo meditaba mejor y se
daba cuenta de que lo único que tenían ambos era una profunda amistad labrada
entre raps y entre copas.
aww que tierno!!
ResponderEliminarMe gusto mucho este oneshot
Me alegra que te gustara ^^
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