ONE SHOT

Título: ONE SHOT

Pareja: DaeJae (DaeHyun x YoungJae) (B.A.P.)

Clasificación: NC–17

Géneros: AU, policiaco, romance, drama, acción, angst, tragedia

Número de palabras: (…) palabras

Número de capítulos: Prólogo + 2/12 Capítulos

Resumen: un disparo, una oportunidad.

Avisos: muerte de algún personaje.

Notas: todos sabéis los problemas que tuve con este fic, estaba escrito al completo en una de mis libretas, pero la perdí, así que lo tuve que reescribir desde el segundo capítulo. No me acordaba muy bien de todo lo que pasaba, pero a grandes rasgos es parecido al original.

Comentario de autora: después de muchísimo tiempo regresé con esta historia, porque cuando ocurrió todo no estaba anímicamente preparada para reescribir otro fanfic. Espero que os guste ^^

Prólogo

            Me desperté aquella mañana muy temprano, alertado por el sonido de mi teléfono móvil. Medio dormido, me estiré hacia la mesita y a ciegas, porque todavía no entraba ninguna luz por mi ventana, y agarré el móvil. Miré la pantalla y me desperté del todo al ver el nombre de mi jefe en ella. Descolgué rápidamente y me llevé el teléfono a la oreja.

            —¿Sí?

            —¡Yu! —contestó él, gritando mi nombre por el altavoz y me lo separé un poco de la oreja.

            —Sí.

            —Te necesitamos ahora —fue lo que dijo. Miré el despertador que estaba en la mesita y abrí mis ojos sin poder creerme la hora que era.

            —¿Ahora? —pregunté.

            —¡Ahora! —gritó y colgó antes de que yo pudiera decirle algo más como respuesta.

            Suspiré y dejé mi móvil caer en el colchón mientras me levantaba de la cama y me estiraba como un gato para despejarme del sueño y para estirar mis músculos agarrotados. Me dirigí al baño a darme mi ducha matutina y así acabar de despertarme.

            Dejé que el agua me cayera fría por el cuerpo, destensando mis músculos. Cuando salí, me puse unos vaqueros y una camisa verde lima, para luego coger todas las cosas que necesitaba y salir pitando hacia la oficina. Necesitaba tomarme un café para acabar de despertarme, pero no tenía tiempo de hacerme uno en casa, por lo que ya me lo bebería en la oficina.

            Bajé en el ascensor de mi edificio de apartamentos para llegar a la cochera, me metí en el coche y arranqué, tras darle al botón de abrir la puerta de la cochera y cuando el coche la atravesó, le volví a dar para cerrarla. Una media hora después, ya había llegado a mi destino, aparcado el coche en la que era mi plaza y subido en el ascensor hasta la planta en la que me esperaban. Recorrí los pasillos, parándome en uno, delante de la máquina de café, para sacarme uno. Cogí el vaso con ese líquido que estaba asqueroso y me dirigí al despacho de mi jefe. Entré dándole un sorbo al café y puse cara de asco mientras mi jefe se levantaba de la silla al verme.

            —¿Por qué sigues bebiendo ese café si sabes que está asqueroso? —me preguntó y yo me encogí de hombros.

            —Necesito algo para despejarme —contesté y le di otro sorbo—. ¿Para qué me querías aquí tan temprano? No son ni las 6- mi jefe se puso serio al momento.

            —Te necesito para una misión que sólo tú puedes realizar —respondió.

            —O sea, algo peligroso a lo que no podéis mandar a nadie más que a mí.

            —Algo así.

            —¿En qué consiste? —dije sentándome frente al escritorio.

            —Tienes que infiltrarte dentro de un grupo mafioso —contestó mi jefe—. Necesitamos tus capacidades para ello —sacó una carpeta de un cajón de su escritorio que tenía una pegatina con letras rojas, en la que rezaba “Información clasificada” y me la pasó—. Son gente muy desconfiada y te necesitamos a ti.

            —Está bien —dije abriendo la carpeta y encontrándome con una serie de fichas de los componentes del grupo con toda la información necesaria de cada uno de ellos. Las miré por encima, dándome cuenta de que eran cinco chicos bastante jóvenes, más o menos de mi edad—. Son jóvenes —comenté.

            —Que no te engañen sus edades —me dijo mi jefe—. No son lo que parecen, al igual que tú, así que haz todo lo posible para hacer bien tu trabajo —asentí—. Puedes irte a casa y mirarte esas fichas, cuando estés preparado, solo tienes que decirlo y comenzará la misión.

            —Bien —cerré la carpeta y me levanté—. Tendrás noticias mías en breve.

            —Magnifico.

            Salí de la oficina, bajé a las cocheras e hice el camino inverso para regresar a casa. Nada más entrar en mi apartamento, me tumbé en el sofá, dejando caer la carpeta en la mesita de cristal. Miré mi reloj de muñeca y casi me asusté al ver la hora que era, todavía no habían dado las 8:00 y yo ya llevaba tres horas de punta. Mi jefe no tenía ninguna consideración. Descansé unos momentos y luego me puse a revisar aquellas fichas.

            La primera que saqué fue la del líder del grupo. Su apodo era Bang, pero su nombre real era Bang YongGuk. Tenía 28 años, cuatro más que yo. Según lo que decía el papel, su padre había sido el jefe de un gran clan mafioso y él había seguido con la tradición familiar, aun cuando él no había heredado la dirección del clan, sino que este, había pasado a manos de su hermano gemelo YongNam.

            Tenía un gran manejo de las armas, aunque por lo general no las utilizaba, prefería más infundir miedo de otras maneras. Su carácter era fuerte y bastante difícil de tratar. Sobre 1’80 de altura y de complexión delgada aunque estaba bastante musculado, eso era lo que me mostraba la foto adjuntada.

            Dejé esa ficha sobre la mesa tras memorizar todos los datos importantes y cogí la siguiente.

            Moon JongUp, 23 años, conocido como Moon. Se había integrado en el grupo el segundo. Según decía la ficha, no era lo que parecía y no había más datos de él, que una foto en la que aparecía un chico como de 1’70 de altura con una sonrisa encantadora.

            —Tendré que tener mucho cuidado con él —murmuré, ya que no tenía muchos datos sobre él, no debía bajar la guardia. Dejé esa ficha y tomé la siguiente.

            Kim HimChan, conocido como Comandante. 28 años, al igual que el líder, el tercero en unirse al grupo. De carácter fuerte. Tenía grandes conocimientos sobre mecánica y también una gran inteligencia. Por la foto, parecía medir casi 1’80 y alguien con muy malas pulgas, difícil de tratar.

            Suspiré y solté esa ficha. Del líder era de quién había más información, de los demás, por lo que veía, poca cosa. Cogí la ficha que seguía y me quedé de piedra nada más leer lo primero.

            Choi JunHong, más conocido como Zelo, 22 años. El más joven del grupo por lo que veía, hasta el momento. Era el informador del grupo. La fotografía me lo mostraba como un niño de 1’80 de altura más o menos y bastante delgado. No había más datos sobre él, pero el que fuera el informador me hizo tensarme, con él debía marcar las distancias.

            Dejé esa ficha sobre la mesa y cogí la última que había en la carpeta que mi jefe me había dado.

            Jung DaeHyun, conocido como ángel caído, 25 años, uno más que yo. Se encargaba de las relaciones con las otras bandas, tenía don de gentes y de palabra, ya que podía convencer de hacer lo que él quisiera. Además, de eso, él era el cerebro del grupo.

            Miré la foto y me quedé sumamente pillado, realmente tenía el rostro de un ángel y la sonrisa maliciosa que tenía, completaba su apodo de ángel caído. Dejé la ficha con las demás, sobre la mesa y suspiré. Con él era con el que tenía que tener más cuidado que con todos los demás.

            Me dejé caer de nuevo sobre el sofá y suspiré de nuevo, cansado. Aquella misión iba a ser horrible. Ese fue mi último pensamiento antes de quedarme dormido sobre aquel incómodo sofá.

            Llevaba dos meses devanándome los sesos y no había conseguido mucho. No se me ocurría ningún plan en el que yo pudiera acercarme a ellos, infiltrarme y escapar indemne de sus garras cuando los cogieran. No tenía nada, y eso era para mí como un gran fracaso, puesto que normalmente, mi cerebro funcionaba a la velocidad de la luz en estos casos y ahora no tenía nada.

            Bueno, en realidad, tenía algo en mente, algo a lo que llevaba algo de tiempo dándole vueltas, pero que iba a costarles mucho trabajo, esfuerzo y dinero a la Agencia, y no tenía manera de que me aprobaran ese proyecto… aunque, si habían acudido a mí como último recurso, es que estaban desesperados, así que, a lo mejor me aprobaban la idea y podía llevarse a cabo, pero primero, debía hablar con mi jefe de esto.

            Llegué a la oficina y me dirigí directamente al despacho de mi jefe para contarle todo lo que se me había ocurrido y que él me dijera si se podía hacer. Entré al despacho tras escuchar su permiso y me senté en la silla frente a su escritorio.

            —¿Ya lo tienes, Yu? —preguntó y yo asentí—. Cuéntame.