Nothing Matters (when you're in love)

Capítulo 5

Malentendido

            Cuando a la mañana siguiente me desperté me sentía un poco mejor, pero todavía estaba muy asqueado conmigo mismo por no haber sido capaz de detener a aquel tipo. Su mano tocándome era algo que no iba a poder olvidar en mucho tiempo y rememorarlo me hacía tener náuseas y ganas de llorar. Odiaba lo que había pasado y odiaba al que me lo había hecho con todas mis fuerzas y aunque quería contarle a Fan lo que había pasado, un nudo se instalaba en mi garganta y no me dejaba hablar.

              Sin pensar más en aquello, intenté salir de los brazos de mi chico sin despertarlo en el proceso y, cuando lo conseguí, me puse lo primero que encontré por la habitación que tapaba lo máximo posible mi piel por si me encontraba con JunMyeon para que no se me quedara mirando. Después, salí de mi habitación en dirección a la cocina para desayunar un poco, ya que el día anterior no había comido en todo el día. Al entrar en aquella estancia, me encontré con que allí estaban mi primo YiXing y MinShuo, hablando en un tono de voz muy bajo. Carraspeé un poco para hacerme notar y ambos alzaron su cabeza.

            —Lu… —murmuró YiXing, levantándose de la silla y caminando hacia mí para darme un abrazo de oso—. MinShuo me acaba de contar lo que pasó ayer, lo siento mucho, tenía que haber hablado con JunMyeon, pero entre unas cosas y otras se me pasó y por mi culpa…

           —Tranquilo, Xing, no es tu culpa —lo corté antes de que siguiera diciendo cosas como aquella—. La culpa es de él, que por más que le dije que me dejara hizo lo que le dio la gana.

            —Sí, también… pero… —murmuró.

            —Nada de peros.

            —Vale —claudicó. Generalmente era muy tozudo, así que me sorprendió convencerlo tan rápido—. A partir de ahora no vas a tener que preocuparte por él, yo me encargaré de todo.

            —Yo también —dijo MinShuo—. Sabes que le tengo que dar una paliza por esto, no puede quedar impune.

            —No sabía que fueras tan violento, bollito —comentó mi primo, separándose de mí y volviéndose hacia su novio.

            —Bueno, cuando le hacen daño a las personas que quiero no puedo evitarlo —respondió—. El verano pasado amenacé a vuestro primo Fan para que dejara en paz a Lu Han, aunque luego no sirvió de nada porque este cabeza hueca se lanzó a sus brazos en cuanto me di la vuelta —mi amigo se acercó a mí y me dio un corto abrazo—. Sabes que nos tienes a todos, ¿verdad? —asentí—. Te vamos a ayudar con esto para que no tengas que preocuparte y para que puedas dedicarte a querer a Fan con todas tus fuerzas.

            —Gracias —murmuré—. Sois los dos encantadores.

            Ambos me sonrieron y luego salieron de la habitación, dejándola libre para ir seguramente a buscar a JunMyeon y dejarle las cosas claras de una maldita vez. Aproveché que me encontraba solo para hacerme un desayuno rico, suculento y abundante porque estaba demasiado hambriento. Cuando terminé de prepararlo, apareció por la puerta Fan, seguramente guiado por el rico olor y me sonrió ampliamente al ver lo que había hecho.

            —Mmmm… me encanta como huele —murmuró, acercándose a mí para darme un corto beso en los labios, aprovechando que no había nadie a la vista—. Supongo que el sabor será mucho mejor.

            —Supones bien —respondí, dándole otro beso yo—. ¿Quieres probar?

            —Es tu desayuno…

            —Creo que es suficiente para los dos —comenté—. Tenía mucha hambre, pero creo que me he pasado haciendo cosas —señalé la mesa de la cocina en la que había suficientes platos para alimentar a más de una familia numerosa—, y creo que yo solo no voy a poder con todo.

            —Entonces, si te parece bien, te ayudaré a comer —sonrió, tirando de mí hasta la mesa, sentándome en una de las sillas y luego haciendo él lo mismo en la de al lado—. ¿Te sientes ya mejor? —preguntó y yo asentí.

            —Sí, ya estoy mejor.

            Ir al supermercado con los abuelos no era un plan que se pudiera considerar muy animado, pero hacía unos días que no quería pasar mucho tiempo en casa y llevarlos a la compra era mejor que el plan de quedarme en mi habitación, a veces a solas, a veces con Fan, leyéndome algunos libros, jugando en el ordenador o simplemente haciendo el vago. Desde que había pasado lo de la piscina, había evitado por todos los medios a JunMyeon y este parecía también evitarme un poco desde el día que apareció con un ojo morado. A los abuelos y a los demás les había explicado que se lo hizo con el pomo de la puerta, pero yo sabía que había sido por el puño de MinShuo. Después de eso, ya no se acercaba a mí, pero seguía mirándome como si yo fuera su presa o algo parecido, así que prefería alejarme de él lo más posible y no quedarme nunca solo cuando él estaba por allí pululando.

            Un repentino choque contra una espalda que conocía demasiado bien me hizo salir de mis pensamientos, a la vez que me tambaleaba un poco por el golpe. Sacudí mi cabeza para despejarme y le presté atención a Fan, que me estaba hablando.

            —Estás muy distraído hoy —observó.

            —Estoy pensando —murmuré. Él alzó una de sus pobladas cejas.

            —¿En qué piensas?

            —En que estaría bien comprar helados —dije, rápidamente. Fan pareció no creerse que mi ausencia tuviera que ver con los helados solamente, así que me acerqué a su cuerpo para susurrarle—, para utilizarlos… en la cama, digo —él abrió sus ojos como platos por lo que acababa de escuchar.

            —¿Estás seguro de eso? —preguntó y yo asentí.

            —Hace calor… y hace tiempo que no tenemos una aventurilla —murmuré, tocando su pecho sensualmente y mordiéndome el labio inferior con deseo.

            —Le diré a la abuela que queremos helados, ¿de qué sabor lo quieres? —dijo.

            —Del que combine con tu piel —le susurré, guiñándole un ojo.

            Inmediatamente, él se fue de mi lado en busca de nuestra abuela para decirle lo de los helados y yo comencé a reír. Había sido una idea peregrina para salir del paso, pero ahora que le daba vueltas una y otra vez no me parecía que fuera demasiado mala. Necesitaba que las manos y la boca de Fan recorrieran mi cuerpo hasta que este no recordase de nuevo la sensación que me dejó JunMyeon.

            —Habitación cerrada con pestillo, ventana cerrada, condones, lubricante y helado a la mano, cama deshecha y mi chico desnudo sobre esta —enumeró Fan mientras se iba quitando la ropa también, haciéndome reír quedamente porque no me esperaba que saliera con esas cosas justo antes de empezar a hacer el amor—. Perfecto, creo que lo único que falta aquí soy yo para que podamos comenzar.

            —Eres idiota —murmuré—, pero eres mi idiota y te tengo aprecio —él rio, dejando sus bóxeres por cualquier parte y sentándose en la cama, colocándose sobre mí.

            —Bueno, tú no eres la alegría de la huerta, pero también te tengo aprecio —observó.

            —Vale… y como nos tenemos aprecio, ¿qué tal si comenzamos con esto?

            —No hace falta que me lo digas dos veces.

            En ese momento, Fan se echó sobre mí para comenzar a besarme hambriento, como llevábamos demasiado tiempo sin hacer. Seguí su beso y jugué con su lengua mientras abría mis piernas para que él se pudiera posicionar sin ninguna incomodidad entre ellas. Me gustaba cómo se sentían sus labios sobre los míos y cómo sus manos grandes acariciaban cada centímetro de mi cuerpo con infinito amor y cariño, haciéndome sentir en el paraíso solo con unos pocos roces. Adoraba lo que Fan me provocaba y no quería perderlo por nada del mundo, así que yo también comencé a hacerlo sentir bien, tocándolo igualmente.

            Cuando la temperatura de la habitación parecía ser la misma que la del interior del sol, él se separó de mí, dejando un casto beso en mis labios para ir a por el helado. Había elegido los coloridos pirulos y yo sabía por qué. Nunca había experimentado el sexo de aquella forma, pero el calor de mi cuerpo en contraste con el frío del helado debía ser algo maravilloso. Por ese motivo, me dediqué a sentir y a gemir débilmente cuando el pirulo comenzó a rozar mi miembro, endureciéndolo de una forma que no creía que pudiera ser posible y mandándome unas oleadas de placer infinitas a todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo. Sin embargo, lo que mejor se sintió, fue cuando, después de haberme lubricado previamente, introdujo aquel cilindro en mi cuerpo, haciendo que mi entrada se contrajese una y otra vez porque el frío era demasiado placentero.

            La primera vez que me corrí aquella noche Fan ni siquiera me había masturbado con sus manos, pero me hizo olvidar por completo lo que JunMyeon me había hecho.

            Cuando salí de mi habitación a la mañana siguiente me sentía muy pegajoso. Después de tener sexo generalmente me sentía de aquella forma por la mañana, pero aquel día me sentía especialmente pegajoso por el sudor seco en mi piel y por el rastro que había dejado el helado por todo mi cuerpo, y en especial por mis zonas más íntimas. Había sido maravilloso mientras jugábamos, pero en ese momento me arrepentía muchísimo de haberlo hecho de aquella forma porque no sabía cuánto jabón y agua iba a tener que utilizar para poder quitarme todo aquello.

            Entré al baño y me desnudé, para comenzar a ducharme de una forma exhaustiva, arañándome la piel con la esponja para que saliera mejor y limpiándome absolutamente todas las zonas de mi cuerpo, tanto externas como internas. No sé exactamente cuánto tardé, pero probablemente fue mucho tiempo, porque cuando salí de la ducha, Fan ya se había despertado y me esperaba en la cama con una sonrisa que decía “quiero probar más de ti”.

            —No, no, no —le dije—. Acabo de ducharme, si querías seguir me lo tenías que haber dicho antes.

            —Antes estaba dormido —murmuró.

            —Se siente —él rio gravemente y luego se levantó de la cama para acercarse a mí y darme un corto beso en los labios, dejándomelos pegajosos cuando se retiró.

            —Otro día tenemos que repetirlo —dijo contra mi boca.

            —Y ese día me dejarás que yo tenga el control del pirulo —respondí—, para que sientas cómo el frío te deja prácticamente sin aliento.

            —No sé, no sé —comentó—. No me veo yo en esa posición.

            —Pues yo si te veo —susurré, llevando mi boca a su oreja y mordiéndole el lóbulo.

            —Eres demasiado excitante Lu Han —jadeó—. Demasiado excitante para mi cordura.

            —Pero eso es bueno —contesté—. Tú también eres demasiado excitante para la mía y no por eso me voy quejando… —le di un beso en los labios y luego me alejé de él porque sabía que si seguíamos con aquel peligroso juego acabaríamos de nuevo en la cama y eso era algo que no podía ser—. Me voy abajo con los peques, que los estoy escuchando jugar a algo en el jardín trasero, cuando acabes de ducharte vente.

            —Está bien.

            Después de aquello, me pasé todo el día en el jardín, aprovechando que no hacía demasiado calor, junto a ZiTao y ShiXun, aprendiendo técnicas de wushu de parte del primero mientras que Fan nos observaba desde lejos, riéndose cada vez que a alguno nos salía mal algún movimiento, como si él pudiera hacerlos perfectamente, cosa que dudaba. A mi primo se le daba bien el baloncesto, pero en los demás deportes era un poco negado. A mí, en cambio, se me daban bien bastantes cosas, pero dar patadas al aire no era una de ellas.

            El final del primer mes de vacaciones se acercaba a marchas forzadas y yo me preguntaba qué había hecho con mi vida porque habían pasado tres semanas y yo casi ni me había enterado de ellas. Aprovechando que ahora JunMyeon no se acercaba a mí para nada (tampoco es que le hubiera dado muchas oportunidades de hacerlo), comencé a salir más de mi habitación y a pasar más el tiempo con todos mis primos y mi amigo, aunque este estuviera la mayoría de las veces acaramelado con YiXing de una manera que no dejaba dudas de que no querían ser molestado a pesar de que estaban con todos nosotros.

            —¿Saben los abuelos que están saliendo juntos? —le pregunté a ZiTao un día, señalándole a aquellos dos tortolitos que se besaban debajo del árbol del jardín sin ninguna preocupación.

            —Creo que la abuela los pilló besándose en la entrada un día que se estaban despidiendo porque MinShuo tenía que irse a casa —comentó él—. Entonces se lo tuvieron que explicar.

            —Vaya, ahora entiendo por qué últimamente no se separan el uno del otro como si fueran un par de pegajosas lapas —comenté—. Gracias, ZiZi, no estaba enterado de esto.

            —No hay de qué —mi primo menor me sonrió.

            —Por cierto, ¿cómo te va con ShiXun?

            —Bastante bien —respondió—. No para de sonreír como si de verdad estuviera ilusionado con todo y es muy cariñoso y adorable conmigo, aunque él lo niegue y diga que no es adorable para nada.

            —No sabes cuánto me alegra oír eso —comenté, esbozando una sonrisa y despeinando a mi primo.

            —¡LuZi! —se quejó, pero yo no paré hasta tenerlo completamente despeinado—. Eres un idiota.

            Después de recibir aquel insulto, que realmente no lo era tanto, me alejé de mi primo y me fui dentro de casa. Era casi medio día y Fan no había aparecido por la planta inferior, así que tenía que despertarlo o se pasaría el día durmiendo como el perezoso que era. Saludé a mi abuela, que se encontraba ya en la cocina preparando de comer y le dije que bajaría en unos momentos a ayudarla. Ella me sonrió cálidamente, amenazándome con que si después de ofrecerme no bajaba, me iría a buscar con una de las paletas de metal al rojo vivo. Asegurándole que volvería pronto, subí las escaleras hasta la planta superior para ir a la habitación que compartía con Fan y despertarlo. Sin embargo, mis planes se vieron truncados cuando la figura de JunMyeon me cortó el paso en mitad del pasillo. Intenté pasar, pero él hizo todo lo posible para no dejarme hacerlo.

            —¿Te importa? —pregunté.

            —Mucho, en realidad —respondió—. Hace mucho tiempo que no puedo tenerte para mí solo y hay algunas preguntas que quiero hacerte.

            —¿Si preguntas y te respondo me dejaras pasar? Tengo algo de prisa —dije, cruzándome de brazos—, aunque creo que también puedo llamar a MinShuo por la ventana y entonces no hará falta nada de esto.

            —Le prometí tanto a tu amigo como a tu primo que no me volvería a acercar a ti con las intenciones de tocar tu cuerpo de nuevo como la otra vez —contestó—, pero hoy solamente quiero hablar, así que si respondes, te dejaré en paz.

            —Muy bien, dispara.

            —YiXing me dijo cuando habló conmigo que yo no te gustaba y que ya estabas saliendo con otra persona —empezó—, pero en el tiempo en el que he estado aquí solo te he visto ser cariñoso con tus primos, lo que me hace pensar que fue una excusa que os inventasteis para que yo no me volviera a acercar a ti, y si es así, no me parece muy bien.

            —Estoy saliendo con alguien —dije—. Ninguno mentía, así que, aclaradas tus dudas, déjame pasar.

            —No están aclaradas todas —replicó—. ¿Quién es?

            —Eso no es algo que te incumba —contesté.

            —Eso es porque no tienes pareja alguna y simplemente querías que me alejara de ti.

           JunMyeon se acercó a mí rápidamente mientras decía aquellas palabras y yo no lo pude esquivar, por lo que mi espalda acabó chocando contra la pared mientras él buscaba mis labios de forma de desesperada. Comencé a moverme para alejarme de él porque no quería que aquello volviera a repetirse de nuevo, pero por más que forcejeé, no pude librarme de él y, finalmente, tomó mis labios a pesar de todo.