Nothing Matters (when you're in love)

Capítulo 6

Separación

            Escuché una puerta de las de la planta en la que nos encontrábamos abrirse e intenté mucho más alejarme de JunMyeon porque era seguro que quien había abierto la puerta era Fan. No había nadie más en aquel lugar. Pero mis esfuerzos solo sirvieron para redoblar la fuerza que me mantenía contra la pared. Sentí unos pasos apresurados a mi derecha y supe que Fan venía para quitarme a aquel tipo de encima, sin embargo, estos se detuvieron de pronto, justo cuando la voz de mi abuela se alzaba en el silencio del pasillo.

            —Esta ya es la segunda vez que veo a uno de mis nietos siendo besado por otro chico —dijo, haciendo que JunMyeon se alejara por fin de mí—, y aunque no logro acostumbrarme del todo, creo que si sois felices así, yo no debería meterme en medio, aunque sí que espero que Fan me dé biznietos antes de que me muera, sería muy triste que nuestra familia se terminase con vosotros —ella se acercó a JunMyeon y lo agarró por las mejillas—. No lo hagas sufrir, JunMyeon.

            —Abuela, no… —empecé a decir, cuando pude salir de mi shock—. No, JunMyeon y yo no…

            —No hace falta que niegues nada, si ya os he visto —rio—. Tampoco hace falta que vengas a ayudarme a la cocina, juega un rato con tu novio.

            —Pero no…

            —Calla, que aunque una es vieja sabe que estas cosas tan modernas están a la orden del día —me cortó—. Disfruta de tu juventud —y tras decir aquello, se marchó.

            Durante algunos segundos, lo único que pudo escucharse en aquel lugar en el que me encontraba fue el resonar de los pasos de la abuela bajando las escaleras. Después, a medida que fui procesando todo lo que había sucedido apenas unos segundos antes y me di cuenta de lo que había pasado, se escuchó a mis dientes rechinar. No podía creer que aquello hubiera pasado de verdad. Mi abuela había visto cómo JunMyeon me besaba en contra de mi voluntad y había creído que estaba saliendo con él, pero lo peor de todo es que no me había dejado replicarle. Aunque lo más horrible de todo aquello era que Fan lo había presenciado todo.

            Con la rabia contenida dentro de mi cuerpo, me giré hacia JunMyeon y con más fuerza de la que jamás había imaginado que tendría, le pegué un puñetazo en la nariz, amenazándolo justo después.

            —Cómo te vuelvas a acercar a mí te juro que te mato.

            En cuanto hice esto, mi di la vuelta y miré al lugar en el que debía estar Fan, viendo cómo se metía en la habitación que compartíamos y cerrando la puerta de un portazo. Sin pensar en nada más y obviando al chico que sangraba abundantemente por la nariz detrás de mí, caminé hacia la habitación, entrando unos segundos después y encontrando a Fan tumbado sobre la cama, con la mirada perdida en el techo blanco de la habitación como si fuera la cosa más interesante del mundo. Con cuidado, con mucho cuidado, me acerqué a él y me senté en la cama, tomándolo con cuidado de la mano para hacerle saber que estaba allí con él.

            —Fan… —murmuré.

            —¿Estás saliendo con el coreano? —me preguntó y yo negué con la cabeza.

            —No estoy con él, Fan —respondí—. Te quiero solo a ti.

            —Pero…

            —JunMyeon lleva desde que llegó intentando algo conmigo, pero lo he mantenido a raya hasta este momento —dije. Era una pequeña mentira, pero no podía decirle todo lo demás que había pasado o sino no podría arreglar lo que teníamos—. Hoy no he podido hacerlo porque me ha pillado de improviso y todo lo que la abuela ha dicho y demás me ha dejado completamente paralizado.

            —La abuela…

            —Lo arreglaremos todo, te lo prometo —apreté fuertemente su mano entre las mías, haciendo que por primera vez me mirara a los ojos—. El verano pasado te dije que nada importaba mientras estuviéramos juntos, que nada importaba aunque fuéramos familia porque te quiero, así que vamos a solucionar esto.

            —Lu Han —me llamó—. Yo te quiero… pero escuchar a la abuela decir aquello ha hecho que me ponga a pensar.

            —Fan…

            —¿Y si lo que estamos haciendo es solo una chiquillada? ¿Y si estamos perdiendo realmente el rumbo? —cuestionó—. ¿Y si realmente no estamos destinados a estar juntos y por eso somos primos?

            Las palabras que salían de los labios de Fan eran como agujas que se clavaban en mi corazón a gran profundidad y no podía detenerlas. Me estaba haciendo daño, mucho daño, pero por las lágrimas que estaban asomando a sus ojos podía saber que su corazón también estaba sufriendo. Y sin embargo, en el fondo de mi ser, sabía que tenía una parte de razón.

            Desde el principio todo había sido una locura, desde aquella primera vez que nos besamos a escasos metros de la puerta después de volver del festival. Pero la única vez que había intentado alejarme de él había sido tan doloroso que cuando por fin pude abrir mi corazón y mirar dentro de él, solo pude ver a Fan. Por eso sabía que aunque era una locura, que aunque fuéramos primos, no podíamos estar separados. Pero aunque sabía todo esto, aún quedaba aquella molesta vocecita dentro de mi cabeza que me recordaba que éramos primos y que no deberíamos sentir más amor por el otro que el que sentíamos por el resto de la familia.

            Las palabras que acababa de decir mi abuela, aquellas en las que se lamentaba a medias de que la familia pudiese terminar si nosotros no continuábamos expandiendo nuestro apellido, haciendo así que el árbol genealógico que llevábamos a nuestras espaldas no tuviera continuidad, me habían calado en lo más hondo de mi ser. Era verdad que los cuatro primos nos habíamos enamorado de personas del mismo sexo y que aquello era un gran contratiempo, pero no se podía luchar contra el amor. Las personas no decidían de quién se enamoraban, simplemente ocurría.

            Yo no había elegido enamorarme de mi primo.

            —Fan, por favor, no digas eso —pedí. Las lágrimas corrían por mis mejillas sin que yo me hubiera percatado de ellas, pero no quería secarlas porque hacerlo significaba soltar la mano de Fan y eso era lo último que quería hacer—. No digas eso, los dos nos queremos, podemos sacar esto adelante.

            —Eso es lo que pensaba hasta ahora, Lu —murmuró—, pero creo que estaba completamente ciego y no veía más allá del momento, más allá de estar contigo.

            —Tú fuiste quien dijo que nada importaba —le recriminé—. Me dijiste que daba igual que fuéramos primos, que podríamos sobrellevarlo y yo te creí —sorbí mis mocos para poder seguir hablando—. Te creí y me enamoré más de ti. Creí en tus palabras y yo mismo las dije, porque si estábamos juntos podíamos con todo. ¿Por qué ahora…? ¿Por qué ahora…?

            —Porque creo que acabo de madurar y de ver las cosas cómo debía haberlas visto hace tiempo —me contestó—. Nunca debí haber regresado aquí, nunca debí haberte buscado y nunca debí hacer que te enamoraras de mí —Fan se incorporó en la cama y se acercó a mí, dándome una abrazo que no sabía que necesitara, pero que respondí de forma estranguladora—. Lo siento tanto, Lu Han.

            —No es tu culpa… no es culpa de nadie…

            —Si yo no te hubiera besado cuando éramos pequeños… si yo no…

            —Shhh… shhh… shhh —me separé de él unos momentos para sellar su boca con mis labios, para hacer que dejara de recriminarse todo aquello porque no había sido su culpa—. No pienses en eso, ¿vale? Lo arreglaremos —prometí—. Te juro que lo arreglaremos.

            Nunca había sido una persona en la que los demás pudieran apoyarse porque no tenía mucha confianza en mí mismo, pero por primera vez en mi vida, quería ser yo quien lo hiciera. Sería yo quien arreglara aquel problema y quien haría que Fan se apoyara en mí hasta que todo estuviera completamente solucionado.

            A la mañana siguiente, cuando me desperté no me encontré entre los brazos de Fan como todas las mañanas y aquello me resultó extraño, pero al tener en cuenta lo que había pasado el día anterior supe que él lo había hecho por si lo odiaba por haber dicho todas aquellas cosas. Me habían dolido bastante sus palabras, pero tenía razón con algunas de ellas. Ninguno de los dos había pensado en el futuro en lo que pasaría fuera de las paredes de la casa de nuestros abuelos y no estábamos preparados para aceptar cómo el mundo nos daba la espalda por demostrar cuánto nos queríamos. Ya era bastante difícil ser aceptados por ser homosexuales y nuestro parentesco solo agravaría la ya de por sí difícil situación.

            Me estiré sobre la vacía cama para que mis agarrotados músculos volvieran a funcionar y luego suspiré. Aquel iba a ser un día muy largo, lo presentía, y tenía que estar preparado para afrontarlo.

            Poco tiempo después de haberme despertado ya bajaba a la cocina a desayunar, encontrándome allí a Fan junto a YiXing y ZiTao. Parecía completamente agotado y derrotado, no tenía muy buen aspecto y sabía que era por lo que había pasado el día anterior. Cogí aire antes de adentrarme en la estancia y caminé hacia ellos, haciendo que mis dos primos menores alzasen la cabeza en mi dirección y me mirasen con cara de circunstancia. Fan les habría contado ya lo que había sucedido.

            Me acerqué un poco más y casi acababa de rodear la mesa para abrazar a la persona que más quería, cuando este se levantó repentinamente y me dirigió una mirada de disculpa antes de salir rápidamente de la habitación. Durante algunos segundos, me quedé en el mismo sitio, completamente en shock por lo que acababa de pasar porque Fan nunca había huido de mí, era yo quien huía de él constantemente. Apreté los ojos para que las lágrimas que pugnaban por salir de ellos no lo hicieran finalmente y luego me dejé caer sobre la silla en la que él había estado sentado hasta hacía unos minutos.

            —¿Cómo estás? —escuché que me preguntaba YiXing.

            —Horriblemente mal —murmuré en respuesta.

            —Fan ya nos ha contado lo que pasó ayer y es un palo bastante gordo —siguió hablando—, pero ya sabes que nosotros estamos aquí para apoyaros a los dos en lo que sea.

            —Gracias, Xing…

            —¿Necesitas algo, LuZi? —preguntó mi primo ZiTao.

            —Un abrazo.

            No había acabado de hacer siquiera mi petición cuando mis dos primos se acercaron a mí a la vez y me dieron un abrazo de oso que realmente necesitaba para poder seguir adelante. Debía ser fuerte para superar aquel bache, debía ser fuerte para lograrlo por los dos y salir victoriosos, pero sabía que solo no podía hacerlo porque tendía a derrumbarme con lo más mínimo, así que le agradecía a YiXing y a ZiTao que hicieran aquello por mí y que al menos no me dejaran solo ante la adversidad.

            Ese día, tal y como había predicho por la mañana, fue una completa locura. Mi abuela no paró en ningún momento de decir lo contenta que estaba porque tuviera pareja, haciendo que JunMyeon se hinchara de orgullo y que todos los demás quisiéramos explicarle de una buena vez a la mujer que yo no estaba saliendo con él sino con mi primo Fan. Pero aquello no era algo que se pudiera ir diciendo a la ligera y mi abuela ya estaba mayor para muchos sobresaltos.

            Me pasé también todo el día intentando arrinconar a Fan para hablar con él de una forma seria sobre todo, pero él se empeñó en evitarme de una forma demasiado descarada. Aquello me frustraba bastante, pero aun así, no cejé en mi empeño y aunque durante aquel día no consiguiera nada de él, ni tampoco de noche, ya que no vino a dormir a nuestra habitación, todavía había tiempo para arreglarlo porque solo había pasado la mitad del verano y aún quedaba la otra mitad.

            A pesar de mis pensamientos optimistas de los primeros momentos, a medida que iban pasando los días y Fan no daba muestra alguna de querer sentarse conmigo a hablar comenzaba a sentirme un poco pesimista y bastante agotado. No me gustaba tener que estar todo el día en tensión por si él aparecía para intentar acorralarlo y así tener una conversación seria con mi primo y tampoco me gustaba tener que dejar siempre un ojo puesto en JunMyeon para que no se me acercase mientras estaba de aquella forma. No podía describir exactamente cuál era mi estado de ánimo, pero sí sabía perfectamente que no iba a ser bueno para mí estar de aquella manera siempre.

            Tenía que arreglar las cosas entre Fan y yo, como que me llamaba Lu Han que las arreglaba.

            —He intentado hablar con Fan por si quería intentar ir acercándose poco a poco a ti, pero no deja que nadie lo aconseje y no quiere hablar con nosotros —murmuró mi primo menor, dejándose caer sobre la cama que hasta hacía una semana compartía con mi novio y que ahora me parecía ridículamente grande para mí solo.

           —Fan siempre ha sido una persona a la que le costaba hablar y expresar sus sentimientos, TaoZi, pero que en cuanto se decidía a hacerlo no volvía a reprimirlos —comentó YiXing—. Así que supongo que estará pensando mucho en ello y viendo cuáles son sus opciones.

            —Pero no solo son sus opciones —me quejé—. ¿Y yo qué? Tengo tanto derecho a decidir el futuro de esta relación como él.

            —Eso lo sabemos, LuZi… —murmuró ZiTao—, pero…

            —Estoy harto de los peros, estoy harto de que huya de mí y de que no me deje volver a su vida cuando es lo único que de verdad deseo en estos momentos —dije, explotando y sacando todo lo que tenía dentro sin poder detenerlo—. Quiero demasiado a Fan y me duele mucho esta situación, me duele tanto que sé que me va a dejar cicatriz, pero quiero volver con él y demostrarle que podemos construir juntos un futuro para nosotros sin que las demás personas tengan voz ni voto.

            Después de una semana de completa desesperación y era una presa bastante fácil. Apenas había dormido porque echaba en falta los brazos de Fan rodeando mi torso e iba dando tumbos de un lado para otro como si fuera un borracho por culpa de esto. Tampoco comía mucho y debía haber perdido algunos kilos en aquellos días, por lo que no tenía fuerza alguna tampoco. Por eso fue fácil para JunMyeon abordarme en el pasillo de la segunda planta y guiarme a su habitación, haciéndome entrar sin que yo pudiera oponer apenas resistencia y luego sentándome sobre el mullido colchón.

            Probablemente iba a aprovechar aquel momento en el que era un alma en pena para terminar aquello que había empezado en la piscina, hacía ya tanto tiempo. Sin embargo, me sorprendió que solo se sentara a mi lado en el colchón y me tomara de las manos, mirándome fijamente a los ojos con los suyos, de color castaño claro.

            —¿Qué quieres? —pregunté, sin saber dilucidar cuáles eran sus intenciones para conmigo.

            —Solo quiero saber una cosa —comenzó—. ¿Tú y tu primo Fan estáis saliendo?