Piropos

Título: Piropos

Pareja: XiuHo (XiuMin x SuHo) y mención a TaoHun (Tao x SeHun) (EXO)

Clasificación: PG–13

Géneros: AU, gender bender, romance, humor, fluff

Número de palabras: 1.809 palabras

Resumen: MinSeok nunca ha sido muy dado a decir los piropos clásicos de su profesión, pero cuando se anima a ello no se espera obtener ese resultado

Avisos: gender bender, lo que significa que algunos personajes, que son masculinos en realidad, serán femeninos.

Notas: no puedo ir caminando tranquilamente con Jenni por la calle sin que los albañiles sean educados con nosotras LOL (?)

Comentario de autora: llevaba tiempo queriendo hacer un gender bender y también un XiuHo, así que cuando la idea vino a mí, no me pude resistir a hacerla sobre estos dos. Espero que os guste esta cosa extraña.

Piropos

            MinSeok trabajaba prácticamente todos los días de la semana y de sol a sol desde hacía varios años en el sector de la construcción. Era un obrero común, como todos los demás, y su ropa de trabajo, su piel tostada por el sol y sucia por el polvo de la obra, evidenciaban cuál era su profesión —además de encontrarse al otro lado de las vallas en las que los ancianos se paraban para comentar los avances de la obra—. Sin embargo, el chico que había dejado sus estudios hacía unos años y que había acabado en aquel mundillo, quizás no era tan común como se podía pensar. Todos sus compañeros, jóvenes, como él, o algo más mayores, tenían un gusto implacable por decirles piropos a las chicas que pasaban por delante de la obra; pero él no veía el encanto que tenía eso.

            Probablemente Kim MinSeok fuera el único obrero del mundo al que no le gustaba decir piropos a voz en grito y algunos quizás demasiado obscenos, pero él estaba bien con eso.

            No obstante, MinSeok trabajaba con un montón de hombres a los que sí les gustaba aquella actividad y, en concreto, trabajaba codo con codo con uno al que aquello le encantaba de sobremanera. Hwang ZiTao era un inmigrante chino que había llegado solo hacía unos pocos años a Seúl y que le había cogido un extraño gusto a eso de decirle piropos a toda chica más o menos guapa que pasaba por delante. MinSeok apenas lo soportaba cuando se ponía de aquella forma, pero debía reconocer que el chino trabajaba bien y por eso no se había quejado a nadie de ello.

            ZiTao era un poquito insufrible, sobre todo cuando lo único que quería  era que MinSeok se uniera a él cuando a voz en grito decía toda clase de piropos, pero el mayor había aprendido a vivir con ello.

            —Gege —le dijo. MinSeok se había acostumbrado a que utilizara con él la fórmula china equivalente a “hyung”, así que simplemente se giró hacia él, sin dejar el metro con el que estaba midiendo la viga que luego tendría que cortar—. ¿Por qué no te gusta piropear a las chicas? —y ahí estaba otra vez aquel maldito tema. El mayor bufó y luego se concentró en trazar la línea en el lugar correcto con el lápiz rojo—. A ellas les gusta y la autoestima se les sube por las nubes —comentó el chino—, hacemos una buena obra.

            —ZiTao —lo llamó—. No creo que un “¡Moza! Si tu culo fuera un banco, te la metería a plazo fijo” le suba la autoestima a nadie —comentó, haciendo reír al chico.

            —Eso es porque no sabes de chicas —contestó el menor, haciendo que MinSeok frunciera el entrecejo. No sabía a qué venía aquello y con su mirada le pidió una explicación—. Los chicos a veces dicen que no te gusta decirles piropos a las chicas porque estás más ocupado en observar al arquitecto —ZiTao subió una de sus cejas una y otra vez, rápidamente, terminando así su insinuación de que era gay y le gustaba aquel muchacho que a veces se pasaba por la obra cargando con un montón de planos.

            MinSeok reconocía que a pesar de que el arquitecto tenía una cara bastante agraciada —y bastante femenina también—, no le gustaba lo más mínimo precisamente porque tenía un pajarito entre las piernas. Él era heterosexual y le gustaban demasiado las mujeres, así que se sintió un poco ofendido porque el otro insinuara eso.

            —¡No soy gay! —dijo—. Me gustan las mujeres.

            —¿Y por qué nunca has dicho nada de una novia o de alguna mujer que te gustara? —inquirió el menor.

            —Lo primero, porque no tengo novia y tampoco tiempo ni ganas de buscarme una —explicó—, cuando llego a casa solo tengo ganas de meterme en la cama y dormir hasta que me vuelva a sonar la alarma al amanecer—. Lo segundo, que no veo por qué debería contaros a vosotros cosas como esas en el descanso del bocadillo.

            —Y eso demuestra que eres gay —repitió ZiTao.

            —No lo soy —volvió a contestar.

            —Si no lo eres solo tienes que demostrarlo —lo picó el chino—. Dile un piropo a la siguiente chica que pase por la acera.

            —¿Qué? —cuestionó MinSeok sin poder creérselo.

            —Sino lo haces, me acercaré a Lu Han y le diré que te gustaría metérsela encima de sus planos —amenazó el menor.

            —¿No serás capaz? —ambos se sostuvieron la mirada unos segundos y luego ZiTao hizo el amago de girarse para ir a la caseta en la que estaba trabajando el arquitecto aquel día. MinSeok, al ver sus intenciones, no tuvo más remedio que pararle los pies y claudicar.

            —Está bien, lo haré.

            —Perfecto.

            ZiTao esbozó una sonrisa de oreja a oreja y luego tiró de él hasta colocarlo más cerca de las vallas. Allí no tenían nada que hacer, pero era el lugar idóneo para soltar algunos piropos, ya que los jubilados se encontraban en la otra punta de la obra, criticando a sus compañeros por no hacer las cosas bien, como se hacían en sus tiempos. MinSeok lo miró con ganas de matarlo, pero bueno, tampoco podía ser tan malo, solo tenía que repetir uno de los miles de piropos que llevaba escuchando desde hacía ya varios años para así demostrar su heterosexualidad.

            —¿Qué quieres que diga y a quién? —cuestionó. ZiTao lo miró sonriendo.

            —¿Ves a aquellas dos chicas que se acercan? —dijo—. La del cabello rosa y la morena de pelo corto —señaló y MinSeok asintió—. Dile algo a la morena.

            El mayor tragó saliva viendo cómo las dos chicas se acercaban lentamente hasta su posición. No podía hacerlo, aquello era algo completamente machista y no le gustaba para nada… pero no quería que los chicos siguieran pensando que le gustaba el arquitecto y, sobre todo, no quería que ZiTao le dijera al otro lo que había anunciado hacía unos minutos escasos. Con muchas dudas todavía, MinSeok se armó de valor e hizo algo que nunca antes había hecho: decir un  piropo.

            —¡Morena! —llamó—. Estás tan buena que te hacía un traje de saliva.

            Las chicas, que en ese momento pasaron por su lado, se giraron a mirarlo y MinSeok descubrió con asombro y horror que a la chica a la que le había dicho aquella obscenidad era quizás la mayor belleza del mundo. Si la hubiera conocido en un bar la habría invitado a unas copas y a bailar y luego, quizás a pasar la noche en su apartamento, o por lo menos pedirle su número de teléfono para estar en contacto; pero nunca le habría dicho algo así y después de aquello, nunca podría tener nada con ella —en el hipotético caso de que se la volviera a encontrar y de que la chica le hiciera caso a alguien como él—.

            —¡Churri! —dijo de repente ZiTao, y la chica con el pelo tintado de rosa chicle sonrió y se acercó a la valla—. ¿Cómo tú por aquí? Creía que estabas en clase.

            —Estaba, pero ha faltado el profesor de esta hora y le dije a JunHee que quería pasarme a ver a mi chico a la obra —contestó ella.

            —No sabes cuánto te quiero, SeHun —el chino se acercó un poco más a la valla, hasta que sacó sus morros por uno de los agujeros para que su chica los besara.

            MinSeok apartó la mirada ante esta muestra de cariño y esta se quedó parada en el cuerpo de la chica llamada JunHee, que estaba a unos pocos metros de él. Le dedicó una sonrisa avergonzada y luego agachó su cabeza. por este motivo, no vio cómo ella se dirigía hasta donde se encontraba él.

            —¿De verdad quieres hacerme un traje de saliva? —escuchó que le cuestionaba una voz dulce y alzó su cabeza para ver cómo aquella preciosa chica lo miraba con una ceja alzada.

            —No —respondió—. Quiero decir, sí —se retractó—. Bueno, no… —se estaba haciendo un lío, pero a JunHee le debía parecer divertido porque comenzó a reír levemente—. A ver, yo no suelo decir piropos, me ha obligado ZiTao —señaló—, pero la verdad es que no me importaría hacerte el traje ese de saliva.

            —Bueno, igual podemos arreglarlo —la chica le guiñó un ojo—. Le diré a SeHun que le pase mi número a ZiTao para que así tú y yo podamos quedar algún día y ver qué tan bonito será ese traje.

            Después de decir estas palabras, la chica se despidió de él, contoneando sus caderas y separando las bocas de los otros dos para volver con su amiga por el camino por el que habían venido. Hasta que se perdieron en la lejanía de la calle, MinSeok no dejó de observar aquel contoneo, embobado. Jamás habría imaginado que decir semejante cosa pudiera atraer a una chica hasta su cama —y quizás debería de darle las gracias a ZiTao por haberlo obligado a hacerlo, pero estaba tan absorto pensando en el angelical rostro de la chica y en que en poco tiempo tendría su teléfono, que ni siquiera pensó en ello y simplemente se fue al lugar en el que tenía que estar trabajando para cortar de una vez aquella dichosa viga—.

Notas finales:

—JunHee es JunMyeon. Todas recordáis ese día caluroso de verano en el que SuHo se colocó un traje rojo y se puso a bailar Something de Girls’ Day, ¿verdad? (Para no acordaros, hice un fic de eso y todo). Pues bien, él mismo se llamó JunHee en su versión chica y pensé que quedaría bien que utilizara ese nombre aquí.

—Los piropos aquí citados son cosas que a una le han ido diciendo los albañiles con el paso de los años.

—No creo que vaya a hacer un gender bender de nuevo, pero al menos ya me he quitado el gusanillo y he probado una cosa nueva que hacía un tiempo que quería probar.