Invencible
Hiciera lo que hiciera, Baro era
invencible. Daba igual el deporte que eligiera porque solo necesitaba un par de
intentos para convertirse en el mejor y eso era algo que frustraba de
sobremanera a Mino, quien trabajaba muy duro para conseguir llegar a lo más
alto. Puede que lo odiara bastante por arrebatarle el primer puesto en la
carrera de los cien metros cuando él había estado todo el año entrenándose para
aquella carrera y Baro simplemente había ido a un par de entrenamientos la
semana antes del evento deportivo.
Mino no se podía creer la mala
suerte que tenía, no se podía creer que alguien como Baro pudiera existir y se
lo arrebatara todo en apenas unos segundos, después de lo mucho que había
luchado.
—¿Te encuentras bien? —la voz que
nunca había pensado que llegaría a escuchar preguntando por él, lo sorprendió y
lo enfadó a partes iguales.
—Déjame —siseó.
—Pero estás llorando —Baro se acercó
un poco y le retiró algunas lágrimas de su rostro antes de que Mino se apartara
bruscamente de él—. Has quedado segundo en la carrera, has pasado a la final,
¿es por eso que lloras? ¿Por qué has pasado a la final?
—¡No! —le gritó, sintiéndose mal por
culpa de aquella persona que parecía hacerlo todo bien—. Lloro porque tú no
deberías estar aquí y ganar, porque tú no has entrenado duramente para esto
como lo he hecho yo, porque tú no has sacrificado nada para estar aquí —y tras
decir aquellas palabras, se fue del lugar, dejando a Baro solo.
Una hora más tarde, ambos se
encontraban en la línea de salida de la carrera, sin mirarse, bueno, al menos
Mino no quería mirar a Baro, solo tenía la vista fija al frente, concentrándose
en la pista para ganar aquella carrera. La señal sonó y el chico forzó a sus
piernas a moverse lo más rápido posible para así poder ganar aquella carrera.
Solo fueron unos segundos los que pasaron entre la salida y la llegada a la
meta y entre sentir el viento y sentir la cinta contra su pecho, indicándole
que había ganado la carrera. Mino rápidamente se giró para ver a Baro a su
lado, mostrándole una sonrisa increíble.
—Wow —jadeó el chico—. Eres muy
rápido cuando te lo propones, ni siquiera he podido alcanzarte.
Mino miró su tiempo y se le cayó el
alma al suelo porque aquella marca la había superado una y otra vez Baro en los
entrenamientos, así que había desacelerado para dejarlo ganar y eso lo hizo
sentir peor. Baro simplemente era invencible en todo lo que se propusiera.
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