domingo, 11 de octubre de 2015

[DAY 10] 30 Days REDEXO Challenge: Champagne and Strawberries {SuWen}

            Día 10: Tu ship placenteramente culpable


Champagne and Strawberries

            JunMyeon observó todos y cada uno de los movimientos gráciles de su chica mientras se sentaba sobre la gran cama de sábanas blancas del hotel y luego acomodaba su cuerpo en ella hasta quedar en una posición cómoda. Wendy le dedicó una sonrisa pícara y él se derritió lentamente por aquella sonrisa.

            —Ven a la cama —le dijo, con una voz dulce que lo invitaba sutilmente a hacer todo lo que ella le ordenaba—. Juguemos.
            —Tenemos una semana por delante para jugar —contestó JunMyeon, tragando saliva por la proposición—. Es nuestra Luna de Miel, hagamos algo diferente.

            El chico le dio la espalda a su recientemente esposa y sacó del cubo con hielos la botella de champán que había pedido al servicio antes de que llegaran al hotel. Cogió el abre-corchos y se dispuso a sacar aquel tapón del demonio sin que este rompiera nada al salir volando.

            —Cuidado, cariño —murmuró Wendy desde la cama.
            —Lo sé.

            JunMyeon hizo un poco de fuerza y el tapón voló por la habitación hasta caer en algún lugar que no pudo ver. Se encogió de hombros y luego cogió las dos copas de cristal que había sobre la mesa para llevarlas junto con la botella a la cama donde se encontraba Wendy. Se sentó sobre la cama con cuidado y luego miró a su esposa con deseo al darle su copa.

            —¿Una copita? —preguntó y ella asintió, sujetando la copa que le acababa de entregar para que vertiera aquel líquido dorado y burbujeante. Luego, se llenó su propia copa y dejó la botella sobre la mesita de noche de madera—. Brindemos —propuso.
            —Por nuestro matrimonio —dijo Wendy con una amplia sonrisa, antes de hacer chocar las dos copas y beber. JunMyeon observó como si fuera un lobo hambriento la delgada línea de champán que goteó de sus labios y cayó por su barbilla—. ¿Fresas? —preguntó su esposa, sacándolo de su ensimismamiento, descubriendo que ella ya había dejado su copa y ahora se encontraba con un cuenco de aquella fruta en su mano izquierda y una fresa en la derecha.
            —Fresas —dijo él, abriendo su boca para que ella lo alimentara.

            Aquella debía ser la Luna de Miel más increíble de todas porque había comenzado de maravilla.




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